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Monografía BI
¿Hasta qué punto es importante la eugenesia para la evolución y
preservación de la especie humana y cuáles son sus obstáculos?
Nombre: Pedro Fernández Milán
Número de convocatoria: 002585-010
Colegio: Colegio Internacional SEK-Alborán [002585]
Sesión: Mayo 2012
Número de palabras: 3991 palabras
Fecha: Enero 2012
Monografía de Filosofía
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Resumen
Esta monografía versa sobre la eugenesia, es decir, mejorar la especie humana
artificialmente evitando que sea la mano de la Naturaleza la que realice dicho trabajo. El
principal problema al que nos enfrentaremos a lo largo de la monografía es: ¿Por qué
hemos de acelerar nuestro proceso evolutivo? Además, inevitablemente tendremos que
tratar temas como la ética, pues para poder perfeccionarnos a nosotros mismos, antes
hay que experimentar para así conocer hasta qué punto podemos moldear la especie. Y
como dicha experimentación se llevará a cabo con embriones humanos, se tratará de
determinar hasta qué punto son humanos.
Los principales descubrimientos que el lector podrá encontrar a lo largo de la
monografía son, por un lado, los que tienen que ver con la ética, —entre los que
destacan el hecho de que los embriones no pueden ser considerados seres humanos, la
confirmación del derecho del ser humano a ejercer como un «Dios», es decir, a decidir
cuál será el final de su evolución—; por otro lado, se encuentran los descubrimientos
que tienen que ver con la importancia de perfeccionar la especie humana, pues es obvio
que se encuentra en una decadencia como ya explica la Teoría de la Selección Sexual.
Número de palabras: 201 palabras.
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Monografía de Filosofía
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Índice
1.
¿Es ético perfeccionar artificialmente a la especie humana? .................................... 5
1.1
Experimentación con embriones ........................................................................ 5
1.1
Jugar a ser Dios .................................................................................................. 8
2.
¿Por qué debemos acelerar nuestro proceso evolutivo? ............................................ 9
3.
Conclusión............................................................................................................... 12
Bibliografía ..................................................................................................................... 14
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Monografía de Filosofía
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¿Hasta qué punto es importante la eugenesia para la evolución y
preservación de la especie humana y cuáles son sus obstáculos?
Introducción
Antes de adentrarnos en materia, contaremos primero una historia con el fin de que el
lector se haga una idea de cuál va a ser el tema general en torno al cual girará la
monografía.
Nos encontramos en la Antigua Grecia, más concretamente en Esparta, polis griega
que todos conocerán por la reciente película de 300. Es en esta polis donde se decía que
se encontraban los mejores soldados de toda Grecia, tal era su grandeza, que hicieron
temblar al imperio persa con sólo 300 hombres como se ve en la película. Pero, ¿cuál es
la razón de que tuvieran tal potencial militar? ¿Acaso disponían de una nueva tecnología
aún desconocida por sus coetáneos? La verdad es que no disponían de nada especial, es
más, no disponían de una tecnología militar puntera para la época, a diferencia de los
medos. Sin embargo, disponían de algo mucho más valioso que unas simples espadas.
Tenían en su posesión lo que ahora conocemos como selección artificial, y lo ponían en
práctica con los bebés recién nacidos. Una vez un bebé hubiera nacido, los espartanos lo
examinaban y buscaban si tenía malformaciones, si estas eran encontradas, el bebé no
prosperaría como ser humano con el fin de evitar la propagación de los caracteres
débiles. De esta forma, sólo los más fuertes eran elegidos. Esto es lo que se conoce
como infanticidio, y es una forma de eugenesia, que no es más que tratar de
perfeccionar la especie humana aplicando las leyes biológicas de la herencia, las cuales
no eran conocidas por los espartanos como es evidente, ya que el primero que las
definió fue el austriaco Gregor Mendel en 1865. Sin embargo, inconscientemente
estaban utilizaban la leyes de la herencia para obtener bebés espartanos más aptos
genéticamente.
El infanticidio producido en Esparta podría considerarse el inicio de la selección
artificial en humanos y la eugenesia. Después llegarían pensadores como Francis Galton
que basándose en la eminente obra de Charles Darwin, El Origen de las Especies,
formularía sus propias teorías sobre la eugenesia y el perfeccionamiento de la especie
humana a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Finalmente, llegaría Adolf Hitler
con sus ideas de la raza aria, que acabó por desprestigiar a la eugenesia como disciplina
científica. Desde ese momento, cada vez que se nombra la palabra eugenesia o el simple
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hecho de insinuar algo acerca de mejorar la especie humana de forma artificial, se nos
vienen a la cabeza un ingente número de atrocidades relacionadas con el exterminio de
los más débiles o de otras razas, algo que desde la introducción se quiere dejar claro que
está totalmente fuera de lugar y no está dentro de la ética del ser humano. Es por esto
que esta monografía es presentada como un lavado de imagen para una disciplina tanto
biológica como filosófica, como es la eugenesia.
Los principales puntos en los que se centrará esta monografía son: si el experimentar
con embriones es ético y se encuentra conforme a la moral, o si es todo lo contrario, ya
que para poder mejorarnos como especie antes de todo debemos tener claro qué genes
modificar y cómo modificarlos; el derecho que tenemos nosotros como seres humanos a
obrar de una forma que probablemente no nos corresponde, el derecho de actuar como
si fuéramos dioses, decidiendo el camino que ha de seguir nuestra evolución y qué es
bueno o malo para nuestra especie; y finalmente, nos centraremos en la importancia de
perfeccionarnos artificialmente, por qué necesitamos tomar las riendas de nuestra
evolución y ser nosotros mismos los que tomemos decisiones de cómo queremos ser en
el futuro.
1. ¿Es ético perfeccionar artificialmente a la especie humana?
1.1 Experimentación con embriones
Para saber si algo es ético, antes debemos saber qué significa que algo sea ético. Para
ello, utilizaremos la definición que nos aporta el Diccionario de la Real Academia
Española: «Recto, conforme a la moral». Entonces según esta definición, algo ético es
algo que está dentro del buen comportamiento humano.
En ocasiones, cuando decimos ‘perfeccionar la especie humana’, cabe la posibilidad
de que se crea que esa mejora se hará a partir de un ser humano desarrollado, es decir,
una persona. Esto es algo que obviamente no es ético ya que está en juego la dignidad
de esa persona, pero no importa, ya que es imposible llevarlo a cabo. La única forma de
poder perfeccionar a la especie humana sería a partir de modificar el genoma de los
embriones. Aquí es donde entramos en la discusión de si los embriones son personas, y
si a ellos también se les aplica las leyes de la ética.
Para poder abordar esto, es necesario conocer las características que tiene un ser
humano, y ver si un embrión responde a cada una de esas características. En el caso de
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que no cumpla todas y cada una de dichas características, hará que estemos ante algo
que no es humano, a pesar de que en un futuro llegue a ser uno. Esto es equivalente a lo
que ocurre con las orugas y las mariposas. Las orugas, obviamente, no son mariposas,
no se alimentan de lo mismo, no son la presa de los mismos animales, y ni siquiera
tienen la misma anatomía, sin embargo, al cabo de un tiempo, la oruga puede que se
convierta en una mariposa. Con esto se quiere dejar claro que aunque más tarde el
embrión pase a ser una persona, no quiere decir que lo sea, y por tanto no podríamos
aplicar las leyes de la ética de la misma forma que lo hacemos con los seres humanos,
puesto que no lo son.
Las principales características inherentes de todo ser humano son el lenguaje, la
capacidad y la necesidad de comunicarse, tener conocimiento sobre sí mismo y sus
circunstancias, el uso de la razón, la creatividad, la intuición y la imaginación. José
Ortega y Gasset también añadía que el ser humano es un ser libre capaz de desarrollar lo
que él llama un proyecto de existencia, es decir, que tenemos la capacidad de decidir lo
que queremos ser en nuestra vida, y cómo queremos llegar a serlo.
El ser humano es un cóctel de todas estas características, las cuales no podemos
afirmar que sean cumplidas por un embrión. Todas estas características son de un ser
muy complejo, y un embrión no es mucho más complejo que una simple célula, es por
esto, que no podemos declarar a los embriones como humanos, y por consiguiente la
experimentación con ellos se encontraría dentro de los límites de la ética y la moral, y
debería estar legalizada.
A continuación, discutiremos sobre el argumento que aporta Peter Singer en su obra
Practical Ethics para refutar el que los embriones son seres con derecho a ser protegidos
porque son seres humanos. En dicho argumento, hace hincapié en la importancia de ser
individuo:
«Human beings are individuals, and the early embryo is not even an
individual. At any time up to about 14 days after fertilization […] the embryo
can split into two or more genetically identical embryos. […] When we have an
embryo prior to this point, we cannot be sure if what we are looking at is the
precursor of one or two individuals». [Singer, 2009: 156-157.]
Para explicar esto, Singer propone una paradoja, en la que si al embrión que aún no
se ha dividido lo nombramos ‘Juan’, y posteriormente este se divide, entonces, ¿uno de
los dos embriones sigue siendo Juan? Si es así, ¿cuál de ellos? ¿O quizá ya no existe
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Juan? Estas preguntas que se plantea Singer conforman la paradoja anteriormente
mencionada, de forma que es imposible decir que el embrión es un individuo, puesto
que de él pueden formarse dos, tres o más individuos. El embrión es, en definitiva, una
agrupación de células que en un futuro darán lugar a un individuo. Sin embargo, basar
los argumentos en lo que algo será carece de sentido como ya se ha explicado con el
ejemplo de la oruga y la mariposa, pues lo lógico es centrarse en lo que algo es, ya que
el hecho de que algo pueda llegar a ser otra cosa en un futuro no significa que ese
proceso de cambio se vaya a realizar al completo. [Singer, 2009: 157]
Como contraargumento al hecho de que el embrión no se puede considerar como
individuo, presentamos el de Agustín Losada, pronunciado en las V Jornadas de la
Asociación Española del Personalismo:
«En efecto, el gemelismomonocigótico es un fenómeno natural motivado por
un disturbio mecánico o bioquímico, antes de su implantación en el útero
materno, normalmente al dividirse la masa celular interna como consecuencia
de la disolución de la capa pelúcida que lo envuelve en la fase de la
compactación. […] Se trata, como vemos, de un accidente en el normal
desarrollo del embrión. Las dos entidades que surgen de un único cigoto
coinciden en su identidad genética. Pero a partir del momento de su separación
se reestructuran como individuos diferentes.» [Losada, 2009.]
A través de este argumento trata de hacernos ver que tras la separación del embrión,
al final se obtienen dos individuos diferentes. Estamos todos de acuerdo que una vez
pasa ese periodo de incertidumbre de 14 días, quizá podríamos reconsiderar el que se
trate de individuos. Sin embargo, dado que los embriones utilizados para la
experimentación, como bien recoge Singer en su libro Practical Ethics, no tienen más de
14 días, no pueden ser considerados como individuos, y por tanto, es totalmente ético la
experimentación con estos embriones de menos de 14 días.
En este epígrafe hemos defendido que sí es ético el perfeccionamiento de la especie
humana artificialmente mediante la experimentación con embriones, ya que éstos al no
presentar las mismas características que hacen a los seres humanos, humanos, la
práctica de esta experimentación no sería inmoral.
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1.1 Jugar a ser Dios
En este epígrafe se tratará el tema del derecho que tenga o no el ser humano para
modificarse a sí mismo, es decir, jugar a ser Dios tomando decisiones como modificar
el cauce de nuestro proceso evolutivo. Para ello analizaremos primero la siguiente cita:
«Mira la obra de Dios; porque, ¿quién podrá enderezar lo que él torció?»
[Ec. 7, 13.]
Se trata de una cita bíblica, en la que se pone en cuestión el que nosotros, los
humanos, seamos capaces a través de nuestros medios y conocimientos de, como dice la
frase, enderezar lo que Dios torció, a nosotros mismos. ¿Por qué no íbamos a poder
encauzar nuestra evolución según lo que nos parezca mejor para el bien, la existencia y
la perpetuación de nuestra especie? Según esta cita, no tenemos ningún derecho a
enderezarnos, y tendremos que vivir con nuestros desperfectos para siempre, pues es la
voluntad de Dios, y no somos nadie para cuestionarla. No obstante, esta postura
sostenida por ciertas personas no tiene ningún sentido, pues la molécula de ADN, la
cual contiene la información sobre todo lo que somos, es, como diría un programador
informático, «de código abierto», es decir, que cualquiera, con los medios necesarios,
puede ver lo que ésta contiene, y modificarlo a su antojo. Es por ello que nos vamos a
apoyar en una segunda cita:
«No sólo creo que podamos alterar la Madre Naturaleza, creo que ella lo quiere así.»
[Gaylin, en Niccol, 1997.]
Esta cita no sólo confirma nuestro derecho a alterarnos a nosotros mismos, sino que
también tenemos la autorización de la Madre Naturaleza para ejercer dicho derecho.
Esto lo podemos ver en el ADN, que como se dijo anteriormente, contiene una
información que se podría catalogar de pública, y que además se puede modificar
fácilmente siempre y cuando se dispongan de los medios y los conocimientos
necesarios. Además, los seres vivos tienden a producir el mayor número de
descendencia posible, con el fin de que las probabilidades de que exista una mutación
favorable sean mayores, y así la especie se acerque aún más a la perfección. De modo
que todo ser sobre la faz de la Tierra pretende mejorar su especie aunque sea
inconscientemente y sus medios para llevar a cabo dicha tarea se puedan catalogar de
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simples. Ambos conceptos, tanto el de perfección como el de evolución darwiniana
según la selección natural de los individuos, serán discutidos en la siguiente sección.
2. ¿Por qué debemos acelerar nuestro proceso evolutivo?
Para poder responder a la pregunta propuesta en este capítulo, utilizaremos las teorías
de Charles Darwin sobre la selección natural de los organismos.
En primer lugar, se nos puede venir a la cabeza, cómo sería posible que el ser
humano una vez fuera capaz de modificar con suma facilidad los embriones para
perfeccionarlos, pudiera conseguir que esos caracteres nuevos creados por nosotros
mismos se extendieran a la población mundial. La respuesta la encontramos en la teoría
de la selección artificial de Darwin, en la cual se explica por qué los seres domésticos
actuales son como son, incluyendo tanto animales como plantas. Esto se debe a que el
ser humano desde el inicio de la agricultura y la ganadería ha estado seleccionando las
especies que más le convenían y desechando las que menos. Este proceso, llevado a
cabo durante milenios, ha hecho que los organismos domésticos hayan evolucionado
siguiendo el cauce determinado por el ser humano. Esto explicaría que al final las
características que más nos interesaran para mejorar nuestra especie acabarían por
establecerse en la sociedad, pues estamos desechando aquellas que no nos interesan. Así
llegaría el día en que aquellas características más desfavorables habrían desaparecido.
Con ‘desechar’ no nos referimos a matar o discriminar a aquellas personas que sigan
teniendo las características «antiguas», sino a ‘modificar a los seres nuevos que vayan a
nacer para comenzar ese proceso de selección artificial’, que llevamos los humanos
miles de años aplicando en las plantas y en los animales domésticos. [Darwin, 2009: 79.]
La principal razón por la que debemos comenzar a evolucionar nuestra especie es: la
lucha por la existencia. Como bien dice la teoría de la selección natural de Darwin, sólo
los más adecuados sobrevivirán. [Darwin, 2009: 107-109, 125.] Es por esto que el ser
humano debe mejorarse a sí mismo, pues sabemos que la selección natural funciona, es
decir, que las distintas especies se van mejorando, pero se trata de un proceso muy lento
si lo comparamos con la selección artificial propuesta. La respuesta a esto último la
tenemos nuevamente en Darwin, pues, para que la selección natural pueda actuar, es
necesario que existan variaciones, y la aparición de dichas variaciones es algo que no
ocurre todos los días. Además, no sólo vale con que aparezcan variaciones, sino que
éstas deben ser favorables, ya que si éstas fueran desfavorables, la selección natural
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actuaría no para mejorar la especie, sino para mantenerla como está e impedir que
retroceda evolutivamente hablando. En conclusión, esperar a que la Naturaleza nos vaya
mejorando como ha estado haciendo estos últimos 6 millones de años es una pérdida de
tiempo, y por ello debemos actuar nosotros. En la sección anterior hablamos sobre si
teníamos derecho a actuar como si fuéramos Dios, ahora se expone la siguiente
pregunta: ¿Quién tiene más derecho a decidir cómo modificar al ser humano, la
Naturaleza o el propio ser humano? Obviamente, es el en el ser humano en el que reside
esa responsabilidad, pues es él el que debe decidir cómo quiere vivir, y no la Naturaleza.
Algunos podrán pensar que debería ser la Naturaleza, porque es la «fuerza» que hace
que todo esté en equilibrio. Sin embargo, si de verdad quisiera que todo estuviera en
equilibrio, no nos habría dotado de nuestra indudable superioridad intelectual sobre el
resto de seres, porque con la inteligencia podemos alcanzar el resto de habilidades.
Haciendo un símil con Platón, la inteligencia es la habilidad de las habilidades,
podríamos compararla con lo que él llamaba idea de Bien, la idea suprema. En este
caso, es la habilidad suprema, a partir de la cual podremos obtener todas las demás.
Platón decía que los gobernantes de los Estados tenían que conocer la idea de Bien, en
nuestro parecer el mundo lo tiene que gobernar la especie que tenga la habilidad de la
inteligencia, la capacidad de pensar, de reflexionar y la de saber que existe, y ésa es el
ser humano. Para que se pueda entender mejor esto de que a partir de la inteligencia se
pueden obtener el resto de habilidades pondremos el siguiente ejemplo: un pájaro tiene
la habilidad de volar, lo que le da la capacidad de realizar ciertas cosas que otras
especies no pueden, los peces poseen branquias, lo que les permite vivir bajo el agua.
Sin embargo, no pueden hacer nada especial más allá de esto. El ser humano tiene la
habilidad de la inteligencia, y como ya dijimos anteriormente, a partir de esta habilidad
puede conseguir el resto: somos capaces de volar, de bucear casi indefinidamente, y
tenemos armas para nuestra propia defensa, al igual que otras especies tienen garras o
colmillos.
Una última razón por la que nosotros debemos mejorarnos a nosotros mismos es la
existencia de lo que se conoce como darwinismo social, o selección social, término
acuñado por la bióloga evolutiva Roughgarden [Brooks, 2011: 196-197.]. Como su
nombre indica, se trata de una selección social, es decir, que las hembras no eligen a los
machos según si exhiben o no buenos genes. Más bien, eligen por la labor que tenga el
macho en el grupo. Se ha discutido mucho sobre la validez de esta teoría en los
animales en general. La verdad es que no se sabe hasta qué punto los animales se
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comportan según dice esta teoría, pero bajo nuestro punto de vista, los seres humanos
encajan a la perfección. La razón es que normalmente el ser humano no busca su pareja
pensando en si tiene mejores o peores genes, o si es mejor o no para la evolución de la
especie, sino que se busca a dicha pareja pensando en el bien individual y se utilizan
otros criterios. En la mayoría de las ocasiones, se busca una pareja con una buena
posición social, y ¿qué es lo que le da a una persona una buena posición social? El
dinero. Este gran invento nuestro es la causa de lo que está ocurriendo con nuestra
evolución. Es lo que hace que no se relacionen los más adecuados para perpetuar la
especie, y eso da lugar a un retroceso en la evolución. Sin embargo, si lo más adecuado
actualmente es el dinero, entonces, ¿los individuos de nuestra especie estarían eligiendo
bien? La respuesta es no, ya que el dinero no nos garantiza ni la supervivencia de la
especie ni nuestra actual hegemonía en el planeta Tierra. Es por ello que se deberían
elegir a aquellas personas sanas con altas capacidades intelectuales, y no aquellas con
grandes cuentas bancarias. El mismo problema del retroceso evolutivo lo podemos ver
en aquellas parejas que no pueden tener hijos, y van a clínicas para al final conseguir
tenerlos. Pero, ¿podríamos ver esto último como algo positivo? Pues el hecho de que
parejas estériles tengan hijos gracias a las clínicas permite un mayor acervo genético, ya
que la población mundial crece más rápido cuantas más personas se reproduzcan. No
obstante, ¿para qué queremos un amplio acervo genético si se encuentra repleto de
malos genes? Si una persona no puede dar descendencia por medios naturales, es para
evitar que contagie el genoma de la especie con sus genes. No es más que un
mecanismo de evolución presente en todas las especies. De lo que en realidad se trata,
es que nuestro acervo genético sea perfecto, y no amplio. Todo esto hace que la
evolución de nuestra especie esté estancada, ya que aún dependemos de la selección
natural, pues no disponemos todavía de la tecnología necesaria. Y como todavía nuestra
evolución está regida por la selección natural, el que personas no adecuadas tengan
descendencia y que no se reproduzcan los más adecuados, hace que los «malos genes»
perduren en nuestro genoma, y no sean desechados. Como aclaración, los «malos
genes» son aquellos que dificultan la vida de una persona, es decir, enfermedades de
origen genético como la hemofilia o el síndrome de Down y otros problemas genéticos.
Con la tecnología suficiente, los menos aptos para la reproducción podrían tener una
descendencia igual de perfecta que los más aptos, pues todos serían modificados para
encauzar la evolución humana hacia un genoma limpio y perfecto.
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3. Conclusión
Antes de concluir haremos un repaso por los puntos más importantes tratados en la
monografía:
En primer lugar, discutimos si era ético experimentar con embriones, pues resulta
imprescindible para obtener la tecnología y el conocimiento necesario para mejorar a la
especie. Y determinamos que sí que lo era, porque el embrión no cumplía con las
características de los seres humanos y no puede considerarse como individuo como bien
explica Peter Singer.
Después comentamos que el ser humano sí tiene un pleno derecho a actuar como
«Dios», pues si no lo tuviera, no cabría posibilidad alguna de mejorarnos a nosotros
mismos. Pero en este caso, sí que se puede, pues la información contenida en el ADN es
como ya dijimos, «pública», y por tanto no es que tengamos ese derecho, sino que Dios
o la Naturaleza, quiere que tomemos las riendas de nuestra evolución.
En el último punto tratado expusimos una serie de argumentos por los que debemos
ser los que aceleren y decidan nuestro destino evolutivo. Uno de esos argumentos es que
la selección natural es un proceso excesivamente lento, pues primero tienen que
aparecer las variaciones, y además éstas tienen que ser favorables para que la especie
avance, pues de lo contrario, la selección natural actuaría para evitar una
«desevolución» de la especie. Finalmente, sacamos a la luz la teoría de la selección
social, debido a la cual el ser humano está sumido en una decadencia evolutiva, por la
reproducción de los menos aptos, que como ya se definió, se trata de aquellas personas
que presentan mayores dificultades para vivir debido a problemas genéticos. Además,
debido a las máquinas, nos encontramos hoy en día en una sociedad deteriorada en
cuanto al pensamiento, pues la gente ya no es capaz de pensar por sí misma, ni siquiera
se realizan las operaciones matemáticas «de cabeza». Nuestra habilidad más preciada,
gracias a la cual somos superiores al resto de especies y dominamos este mundo, está en
peligro. Muchos podrán pensar que no es necesario todo esto de perfeccionar la especie
para fomentar nuestras capacidades intelectuales, pues puede parecer suficiente con
programas de estimulación de la inteligencia. Todos estamos de acuerdo con esto, pues
sin lugar a dudas, mejorará nuestras aptitudes intelectuales. Sin embargo, lo que aquí se
propone va mucho más allá de un simple programa de estimulación de inteligencia, lo
que se pretende es mejorar nuestro cerebro, forzarlo a evolucionar, y no simplemente
limitarnos a mejorar vagamente su funcionamiento.
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La mayoría de la gente no se toma en serio esto de la evolución, pero tiene una gran
trascendencia, pues de dicha evolución depende nuestro futuro como especie, el cual
como no comencemos a acelerar nuestro proceso evolutivo tendremos serios problemas
en un futuro. Puede ser mañana o dentro de millones de años, pero nuestra preocupación
por la situación de esos «Homo sapiens futurus»1 es máxima, porque no nos gustaría
que acabaran por extinguirse, debido a una «desevolución» de nuestra especie y una
evolución de otra u otras.
Debemos buscar con ahínco esa perfección que tanto ha sido comentada, pues
cuando llegue ese día, cuando finalmente alcancemos la tan ansiada perfección,
podremos decir que somos una obra de arte acabada. Mientras tanto, no somos más que
pinceladas en un lienzo en el que aún quedan muchos huecos en blanco.
Antes de finalizar, nos gustaría que el lector recapacitase sobre la siguiente cita de
uno de los más grandes escritores de ciencia ficción de la historia, Isaac Asimov:
«Sólo hay una guerra que puede permitirse el hombre: la guerra contra su extinción.»
Número de palabras: 3991 palabras.
1
Término acuñado por el documental emitido en canal Odisea, Homo Futurus: The Inside Story.
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Bibliografía
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BROOKS, M. (2011): 13 cosas que no tienen sentido, Ariel, España.
DARWIN, C. (2009), [1859]: El origen de las especies por medio de la selección
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LOSADA, A. (2009): «El embrión es una persona». Disponible en:
http://www.personalismo.org/recursos/articulos/losada-agustin-el-embrion-es-unapersona/.
NICCOL, A. (director), (1997): GATTACA, [Película], Sony Pictures Home
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RAE. (2009): http://www.rae.es/rae.html.
SINGER, P. (1993), [1979]: Practical Ethics, Cambridge University Press, Cambridge.
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