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LA SÍNTESIS BIOSOCIAL: UNA PROPUESTA TEORICA EN
ANTROPOLOGÍA BIOLOGICA
(Se publica en: Boletín de Antropología Americana No. 41. México. En prensa)
Dra. TIMISAY MONSALVE VARGAS Profesora – Investigadora. Universidad de
Antioquia
Calle 67 No. 53 – 108 AA 12 26 Medellín – Colombia. Telefono (574) 2195778 Fax
2195779
E-mail: [email protected]
Dr. CARLOS SERRANO SÁNCHEZ. Investigador – Universidad Nacional Autónoma de
México. Instituto de Investigaciones Antropológicas. Ciudad Universitaria. Delegación
Coyoacán.
CP 04510 México D.F. Teléfono (5255) 56229662 Fax: (5255 56652959
INTRODUCCIÓN
Genéricamente somos Homo y nuestra especie es sapiens, “constructores” de cultura y
sociedad pero se insiste en que una comprensión plena de la condición humana en su
corporalidad exige una integración de lo biológico y de lo sociocultural, desde la
concepción de la realidad como totalidad concreta. Pero el todo no es un proceso de
sumatoria, sino un proceso sintético. Es decir, la unión en la nueva determinación, la
multidimensionalidad, el todo articulado.
En los 80 y al inicio de los 90 como parte de corrientes teóricas de pensamiento crítico
desde la biología, la psicología y la antropología, se inician los esbozos de la teoría biosocial
para entender la articulación de la sociedad y la biología en la construcción del cuerpo
humano. Este escrito se elabora desde la antropología biológica, pensando precisamente, el
cuerpo humano como centro del análisis y la síntesis de las ciencias naturales y sociales.
La antropología física o biológica estudia e investiga un conjunto estructurado de
problemas que hacen parte tanto de las ciencias naturales como de las ciencias sociales, por
tanto las interacciones de carácter biológico y sociocultural que tienen incidencia sobre la
corporalidad humana son el objeto de estudio de este campo de conocimiento. La materia
misma de las interacciones señala que no es posible la reducción de los fenómenos del
cuerpo a una u otra ciencia, ya que abordar sólo su dimensión biológica nos conduce a la
biología humana, al hombre como especie animal, o caso contrario los estudios netamente
socioculturales separados de la biología humana nos dirigen a un culturalismo “metafísico”.
Para entender la biología socializada (Levins y Lewontin, 1998) en este escrito se
consideran dos puntos fundamentales: lo primero es entender cómo se articulan la biología
y la sociedad y segundo de qué tipo es esa sociedad, cómo entendemos la sociedad.
Palabras clave: Teoría biosocial, cuerpo, biología, sociedad concreta, síntesis y análisis.
A. Las diferentes formas de interpretación de la articulación de los procesos
biológicos y sociales.
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La pregunta por la corporalidad humana ha tenido diferentes referentes formales desde el
reduccionismo fisicalista y biologísta, pasando por el culturalismo metafísico hasta llegar al
totalitarismo indeterminado.
El naturalismo ingenuo y el positivismo, mediante el mecanismo de análisis y abstracción,
separó aspectos o esferas de la realidad total que después pasaron a ser consideradas como
únicas y auténticas. El efecto de este mecanismo de interpretación de la realidad fue la
reducción de la realidad a una sola dimensión; primero la física y luego la biológica. Esta
imagen única de la realidad, al tomarse como la realidad misma, redujo la
multidimensionalidad del todo. Dicha concepción del mundo es el fundamento del método
reduccionista “(...) que traduce la riqueza de la realidad a algo básico (...)” (Kosík, 1976:46)
y fundamental.
Para los reduccionistas, las unidades constitutivas son ontológicamente anteriores al todo
complejo así “(...) las unidades y sus propiedades existen antes que el conjunto y hay una
cadena de causalidad que va de las unidades al conjunto” (Lewontin et al, 1991:16).
Además, las propiedades de estas totalidades complejas se derivan de las de cada una o de
una de las partes, por tanto el todo es producto de la sumatoria de esas partes: el cuerpo
entonces es entendido como una entidad física – mecánica o como unidad orgánica animal.
La especificidad sociocultural de esa totalidad humana en la corporalidad desaparece se
niega en la afirmación de su biología.
Este marco de ideas reduccionistas posibilitó que por ejemplo “Mr. Regis compara los
conductos de las fuentes con los nervios, los tendones y los músculos (…) con las demás
fuerzas motrices que existen en la maquinaria (…)” (Beaune, 1990:465) El cuerpo
humano quedó convertido, en su totalidad, en espacio de fuerzas de tensión y relajación y
se definió en los estados básicos y fundamentales de la materia. Y así la “máquina humana”
y la máquina deshollinadora de volcanes de A. Kirscher guardaban relación de similitud
formal, que a través de la analogía podían reducir lo “humano” a su engranaje mecánico.
Estas formas de pensamiento pasado se actualizan en los reduccionistas biológicos, para
ellos lo humano se restringe a nuestra animalidad pero a nuestra animalidad determinada
genéticamente como claramente lo expresa la sociobiología (Veuille, 1986). Nuestra
humanidad, nuestra forma y esencialidad específica quedan reducidas a algo básico: el
origen fundamental que es biológico. De esta manera, la naturaleza humana es definida
como un organismo vivo con un alto porcentaje de similitud génica con nuestro “primo
hermano”: el chimpancé. Es por ello que en la explicación del comportamiento humano,
en este orden de pensamiento, se acuda como garante de la argumentación a nuestra
condición primate.
El determinismo cultural ha sido la antítesis del determinismo biológico. La cultura y el
consecuente desarrollo del lenguaje simbólico son los determinantes absolutos del cuerpo
para esta posición neopositivista “(...) el cuerpo es una construcción social y cultural (...)“
(Lebreton, 1990: 182). Las palabras, los símbolos, en fin, todo el sistema de signalización
abonado a los instrumentos cognitivos de la percepción y la representación crean en la
biología humana la esencia de la relación causal. Lo biológico del cuerpo, el soma, pasa a
ser un aderezo de soporte insustancial de tipo únicamente instrumental.
Una tercera propuesta efectivamente reconoce el todo, pero entendido como un todo
circundante que en primera instancia es percibido como un conjunto indeterminado de
partes, en el cual la sumatoria de sus partes determina la característica del conjunto. En
esta propuesta la interacción no está del todo clara, ya que no se establecen niveles y tipos
de relaciones entre los elementos que componen el conjunto; y menos aun, se cifra el valor
y significado que tienen cada una de las partes en la totalidad y en cada momento del
proceso que “sufre” la totalidad. Esta interpretación de lo biológico en el cuerpo humano
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ha tenido su expresión en antropología física: desde la etológica hasta la que toma en
cuenta el ambiente ecológico.
La síntesis biosocial como propuesta teórica se esbozó en México y otros países; los
antropólogos físicos Dickinson, Murguia y Sandoval, entre otros, comenzaron en los 80 a
producir las primeras críticas a los estudios analíticos y a reformular y replantear los
derroteros teóricos y los conceptos acordes con la nueva propuesta sintética: epigenética
política, histórica, etcétera. En Estados Unidos de América y Gran Bretaña, biólogos y
psicólogos como Rose, Lewontin, Kamin, Levins y Gould, entre otros, estaban, por ese
mismo decenio, planteando una propuesta similar de integración sintética de la articulación.
La propuesta se concretó en 1998 en un texto titulado: Bulding a New Biocultural Síntesis,
editado por Goodman y Leatherman, en el que se divulgaron investigaciones de
antropólogos y arqueólogos adscritos de alguna manera a esta propuesta teórica. La
diferencia radicaba en que mientras para los investigadores de los 80, tanto mexicanos
como norteamericanos y británicos, la teoría central era el materialismo dialéctico e
histórico, para la propuesta de 1998 ya no lo era y por tanto muchos de los escritos
plasmados en este texto caen en la indeterminación de las partes articuladas y por tanto en
momentos en un totalitarismo ingenuo.
¿De qué carácter es el objeto de estudio de la antropología biológica?
El esbozo de la propuesta mexicana reconoce en el fenómeno biosocial de la constitución
de la corporeidad humana una unidad dialéctica. Esto es, una totalidad sintética resultado,
así mismo, de la acción totalizadora de la sociedad y la naturaleza (Sandoval, 1982; 1985;
Dickinson, 1983; Murguia, 1982).
Asumir el orden biológico y social como dos entidades antagónicas no permite establecer
un proceso de relación dado que no da lugar a un punto de coincidencia y por tanto
identidad entre ellas. Así que será necesario recurrir a una propuesta teórica que establezca
la relación, e incluso la coincidencia entre lo social y lo biológico para relacionar estos
ordenes y por tanto sus causalidades. Acorde con este último planeamiento de ideas Levins
y Lewontin, en el texto antes citado reconocen, en lo que ellos denominan la síntesis
biocultural, cuatro formas de concretarse la relación de lo biológico y lo sociocultural en la
cual se pone de manifiesto una u otra faceta de la conexión en la biología socializada:
1. Las formas de las funciones biológicas básicas llegan a ser transformadas por lo social.
2. Lo biológico se transforma totalmente en lo social y pierde su significado fisiológico
original.
3. Las conexiones biológicas pueden ser creadas por la historia social.
4. La biología socializada produce nuevas unidades biológicas.
Lo biológico y lo sociocultural son categorías ontológicamente coexistentes, pero ambas se
interpenetran, sufren un proceso de transformación la una en la otra, establecen una unidad
de contrarios en el desarrollo del fenómeno. La biología del hombre, la biología humana es
entendida como una biología socializada o en términos de Dickinson, pero con el mismo
sentido, como una naturaleza socializada (1983).
Nuestra biología establece limitantes que en sociedad se vuelven maleables y al
transformarse, éstos se comportan como las nuevas bases del proceso de construcción de la
corporalidad o del soma humano, en donde el significado de dichos límites es otro,
sociocultural. Nuestra biología evolucionó hasta hacernos animales casi omnívoros; nos
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alimentamos de una amplia variedad de sustancias orgánicas que se incorporan en el
proceso biológico para permitirnos el crecimiento, la autoduplicación y el aumento de
tamaño de las células.
Esta concepción totalizadora y sintética del cuerpo humano se sostiene gnoseológicamente
en la concepción integral de la antropología, social, cultural y física, porque la síntesis
implica el estudio de la biología humana en el marco del condicionante sociocultural. Es en
el cuerpo en que se concreta esta rica realidad multidimensional.
Los procesos biológicos en la teoría de la síntesis biosocial
En la totalidad concreta se reproduce la realidad en sus múltiples dimensiones de manera
sintética, pero para entenderla es preciso, inicialmente, analizar cada una de las
dimensiones, las estructuras en que se articulan los hechos o conjuntos de hechos y el
significado que adquieren éstos en dicha totalidad. La concreción como criterio rector de
análisis de la totalidad implica, además, el establecimiento y la distinción de los diferentes
tipos de relaciones tanto entre las dimensiones, los hechos y los procesos en el interior de
las estructuras que se generan caracterizando los niveles constitutivos y la jerarquía de las
determinaciones y condiciones (Zemelman, 1981).
El concepto de estructura, manera de articular las partes en el todo, concuerda plenamente
con la definición de soma humano como organismo, ya que es una unidad que funciona
como un conjunto relacionado de células, tejidos, órganos y sistemas que se integran
estructural y funcionalmente. En antropología estas unidades estructurales se estudian
acompañadas de las cualidades de cualquier cuerpo material, la distribución que ocupan en
el espacio como la masa y el volumen, las partes que lo conforman: cabeza, tronco y
extremidades, así como las funciones que desarrollan cada una de ellas; lo que permite
entender el cuerpo humano como un fenómeno biológico de carácter necesario.
Sin embargo los hechos y procesos biológicos humanos no se llevan a cabo como realidad
sin las concomitantes condiciones que lo hacen posible. Las condiciones son un conjunto
de fenómenos que por sí mismos no pueden ocasionar lo biológico, pero acompañan las
causas directas como la herencia y el proceso hormonal, actúan en determinadas
circunstancias de tiempo y lugar para que se lleve a cabo aquello biológico.
“El organismo se forma a través de una compleja trama de cambios en su estructura
interna y de procesos internos provocados por las condiciones del medio exterior”
(Rosental, 1965:110). Este juicio de Rosental trata de precisar lo que le sucede al
organismo en su relación con el medio exterior, con las condiciones externas que provocan
su desarrollo, cambio, transformación e incluso su mantenimiento. Es decir las condiciones
que hacen posible la realidad. De esta manera, si se asume el supuesto de que la herencia y
los procesos biológicos dependen de las condiciones de vida del organismo, de los factores
del medio exterior, -dicho medio exterior entendido como las condiciones de existenciaquiere decir que entre éste y el organismo individual existe un nexo, un principio de unidad.
Pero ¿de qué tipo es ese nexo o relación? En Genes organismo y ambiente Lewontin (2000)
discute ampliamente la relación entre el medio y el organismo y queda lógicamente
fundamentado que el medio no es estático, que ha llegado a ser, sufre procesos de cambio y
transformación creados por las actividades vitales de los organismos. Por tanto el
organismo no asume un papel pasivo frente a su medio condicionante; con su actividad
vital modifica el medio, las condiciones dadas. De acuerdo con éste planteamiento, el
organismo tiene una relación de carácter necesario con las condiciones externas y sólo en
unidad con ellas, con el medio, desarrolla la capacidad para producir sus condiciones de
vida y reproducirse.
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Para analizar esta relación en los humanos y en la sociedad es necesario considerar, además
de lo anterior, que las condiciones externas de existencia del cuerpo humano no son sólo
bióticas, abióticas o ecosistémicas, lo cual significa que a los humanos además, y
fundamentalmente, los cobijan los procesos, fenómenos y relaciones sociales y culturales, y
son precisamente estas condiciones de existencia las que delinean la especificidad del
ambiente humano. El sustrato de nuestro soma y aun de nuestra corporalidad, ha dejado de
ser exclusivamente biológica y se transformó en una sustancia biosocial, la que le confiere
el carácter de unidad de lo biológico y lo social al individuo y la especie humana.
Leatherman y Goodman (1997), en el artículo Expanding the Biocultural Síntesis Toward a
Biology of Povert, asumen esta unidad como un supuesto teórico dentro de las investigaciones
de tipo biocultural, ”(...) la biología humana es afectada – en poco tiempo – por factores
tales como el control, la producción, y la distribución de los recursos materiales, la
ideología y el poder.”
La formulación de la propuesta de la síntesis biosocial es un paso adelante en el desarrollo
de la teoría sintética ya que señala en la biología humana un carácter condicionante de lo
social. Desde este estado del desarrollo de la teoría es pertinente precisar conceptualmente
la entidad social: desde la relación entre lo esencial y lo inesencial o casual, aquello que
denomina Kosik como la sociedad concreta y que Bate establece en los conceptos de
sociedad, cultura y modo de vida.
B. Cómo entendemos la sociedad
Entender la realidad objetiva como una totalidad concreta implica, primero, considerar el
mundo objetivo desde la estructura y función en la que se articulan e interrelacionan las
partes en el todo, tomando en cuenta que ese todo se crea en la precisa interacción de sus
dimensiones. Lo que lo constituye en una totalidad de estructuras que se articulan para cada
hecho o conjunto de hechos que por tanto lo hacen concreto. Segundo, que nuestro interés
cognitivo se centra en la aprehensión, no sólo de las manifestaciones fenoménicas sino,
además, en su esencialidad: esto es la comprensión y explicación de sus conexiones internas
y necesarias.
La sociedad concreta
Esta propuesta teórica integra la sociedad y la cultura para describir, elaborar abstracciones
y explicar la realidad social objetiva como una totalidad concreta, los desarrollos teóricos
plasmados en el texto de Bate, El proceso de investigación en arqueología (1998), son el soporte al
cual nos debemos referir constantemente si, parafraseándolo, admitimos para la
antropología física y, más específicamente para los estudios del cuerpo, la necesidad de
retomar la formalización teórica que guarde coherencia interna y tenga un hilo conductor
desde los clásicos: concepción del mundo, explicación de cómo es la realidad total, hasta la
propuesta concreta que Bate planteó para la arqueología y que aquí se retoma en
antropología biológica.
De manera esquemática, se comienza afirmando que se entiende el estudio del cuerpo
humano en la articulación de lo biológico con la sociedad concreta, entendida ésta en la
relación tricategorial establecida entre:
(...) formación social, modo de vida y cultura, en su unidad e interrelaciones [que]
expresan los distintos niveles de existencia de la sociedad, desde el mayor nivel de
esencialidad hasta sus expresiones fenoménicas
y singulares, permitiendo
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conceptualizar la sociedad como una totalidad concreta. Cada una de estas tres
categorías se refieren, en su nivel de existencia, a la totalidad social (p. 56)
La biología humana en general y los diferentes procesos de crecimiento, maduración,
estado de nutrición, y muerte etcétera, están sujetos a las condiciones materiales de vida
producidas en sociedad. El concepto de condiciones “(...) abarca todas las causas
materiales del desarrollo de la vida social: modo de producción de los bienes materiales
necesarios para la existencia de la vida humana, el medio geográfico y la densidad de
población (...)” (Rosental, 1965:55).
De esta premisa parte la mayoría de los trabajos de investigación en antropología biológica,
esto es, se admiten las condiciones materiales de existencia necesarias para el
mantenimiento y reproducción del cuerpo e incluso se llega a relacionar estados biológicos
específicos con unidades de variación de características socioeconómicas que se recogen en
las categoría sociales de: estratificación socioeconómica, ocupación, escolaridad de los
padres, número de hijos, de personas que reciben salario, condiciones de la vivienda, entre
otras. Estas categorías se asocian de manera sumatoria a través de métodos estadísticos
para abstraer las regularidades de comportamiento social aunado al comportamiento
biológico y se caracteriza al grupo de acuerdo con ellas.
Pero ya desde los 80, Murguia, Sandoval, Lewontin, Gould, entre otros y en los 90 Lewis,
Leatherman y Goodman demostraron la insuficiencia teórica para relacionar lo biológico y
lo social a partir del individuo y la sumatoria de las regularidades y quedarse en este nivel
primario. De lo que se trata es de ubicar esas regularidades primarias en las relaciones
sociales estructurales de la totalidad concreta, en el proceso de participación histórica de los
grupos sociales. Por lo tanto, la tarea es partir de los hechos empíricos para llegar a la
práctica, no como sumatoria sino como síntesis en los procesos histórico-sociales
concretos, lo cual implica dar el paso, dentro del proceso de integración de los niveles
metodológicos de la inducción a los de la deducción, sobre la base de conceptos como el
de clase social, modo de producción, etcétera, que remitan entender los procesos
bioculturales en un nivel de generalización mayor, así como integrar los grupos a estudiar
en las relaciones sociales y económicas en la estructura social.
La categoría de modo de vida es la mediación o particularidad que se ubica entre la
formación social, esencialidad de la sociedad, y la cultura, manifestación fenoménica de esa
sociedad y por tanto a procesos y ritmos históricos de desarrollo y las posibilidades de
cambios que tuvieron que ver con las particularidades de la estructura social. En esta
dimensionalidad histórica adquiere preponderancia las múltiples relaciones de los grupos
con sus procesos de mestizaje articulados a los diferentes momentos de la sociedad. Tanto
las especificidades de la organización técnica y social condicionada por el medio ambiente
en que habitan los grupos sociales como las especificidades de la organización y dinámica
social y el consecuente contacto intergrupal, son los factores que inciden en la
particularización de la formación social (Bate, 1998).
Antes se señaló en la definición de la síntesis biosocial el orden de lo significativo en los
procesos biológicos sucedidos en el ser humano. Por lo tanto, se comienza preguntando
por la capacidad significativa de la cultura en relación a los sujetos sociales que la
componen.
El orden sígnico y simbólico crea figuras, imágenes e ideas que adquieren valor y sentido
para la cultura que los produce y los expresa a través de la lengua. Por consiguiente si nos
referimos a la dimensión simbólica de la cultura y señalamos, como Braunstein y Saal
(1981) y Le Breton (1990), que sólo en sociedad y más precisamente en la cultura se otorga
sentido y valor sociocultural. La consecuencia es admitir en los estudios del cuerpo la
función condicionante de la cultura como fundamental.
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La cultura es la categoría que refleja la esencialidad social. Se define como el conjunto
singular de las formas fenoménicas que presenta toda sociedad real. De igual manera es
efecto multideterminado por las condiciones de existencia de la formación social (Bate,
1998). Como forma fenoménica, la cultura se caracteriza por ser una manifestación
aparente, perceptible. El que se conceptúe como conjunto singular implica que la cultura es
específica, característica de diferenciación del grupo.
Estas formas singulares que adquiere la conciencia social se comportan como el contenido
directo de las representaciones y del imaginario colectivo, ya sea en imágenes, discurso
pragmático –ideología- maneras de reaccionar objetos y prácticas de orden metafórico y
alegórico que se refieren a la simbolización y memoria colectiva, todo el imaginario
colectivo de la realidad social reelaborado en la conciencia habitual.
La corporalidad: producto de la síntesis biosocial
Todos los procesos en que participa Homo sapiens se hacen sociales y culturales, más aún
aquellos que involucran su cuerpo. De esta premisa se deriva la admisión de la dimensión
sociocultural en los estudios que tienen como objeto de conocimiento el cuerpo humano; y
como bien lo admiten Tubert (2001), Bernard (1980) y Douglas (1973:) el acervo social y
cultural impacta, se gravan en la carne humana y aunque en los tres coinciden que ese
impacto es ideológico, a manera de imágenes y representaciones y en este escrito se admite
tal fundamento, también podemos acotar a esta concepción del cuerpo que más que
imágenes, en el cuerpo se ancla una cultura y una sociedad con todos sus tipos de
representaciones: imágenes, percepciones y conceptos aunados a sus condiciones materiales
de existencia: es ya casi una premisa en los estudios de crecimiento y nutrición infantil que
el lugar que ocupa el individuo y el grupo en la sociedad y por tanto la participación en la
distribución social de la riqueza implica por tanto el acceso a los alimentos, la salud, el
vestido, entre otros. Así los estudios del cuerpo además de todo el acervo cultural deberán
tener en el fundamento de sus investigaciones los procesos sociales correspondientes a la
formación social para obtener una completa de éste tipo de fenómenos.
Todo este bagaje sociocultural transforma el soma, materia corporal orgánica, en
corporalidad; experiencia cultural significada en el cuerpo, forma específica y particular en
la que Homo sapiens hace cuerpo. El proceso no se detiene en la experiencia, ya que
representaciones y concepciones del mundo, además de ser la base de la corporalidad,
marcan la dirección de la praxis, esto es, el quehacer del sujeto con su cuerpo, la manera de
llevarlo y transformarlo en sociedad, lo que bien puede denominarse la transfiguración
somática.
A manera de conclusión
Somos un ensamble de átomos, partículas químicas, genes y células, organismos vivos del
Reino Animal, del filum cordata, mamíferos primates de la familia homínido. Genéricamente
somos Homo y nuestra especie es sapiens. “Constructores” de cultura y sociedad. Nuestra
naturaleza es de un nivel de organización más complejo y los átomos aunque no son
ontológicamente anteriores a nuestro nivel mayor de organización se comportan como los
niveles básicos desde donde se estructuran los superiores, pero está en estos niveles de
organización superior de la materia las determinaciones que hacen nuestra biología
socializada.
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Debemos insistir en que una comprensión plena de la condición humana exige una
integración de lo biológico y de lo social desde la concepción de la realidad como totalidad
concreta, que considera las dimensiones constitutivas articuladas de un modo dialéctico. Un
modo que distinga epistemológicamente entre niveles de explicación referidos al
organismo, al individuo y a lo social; y como consecuencia de ello, considere que en
niveles superiores actúan las unidades de la totalidad y, al mismo tiempo, las relaciones de
esta totalidad que las organizan.
Todo lo anterior hace que propiedades de la materia que en un nivel son determinantes en
otro sean irrelevantes; por tanto se entiende que en la construcción de la corporalidad
humana la genética, pasando por las relaciones y procesos bioquímicos, son los niveles
inferiores de organización. Y las relaciones y procesos producidos por la sociedad, la
cultura y la biología del organismo son los superiores. Junto a lo anterior se reitera que en la
comprensión de los fenómenos, y los procesos ligados a ellos, se atienda a su historicidad
(Lewontin et al., 1991) lo cual significa que gnoseológica y metodológicamente los
fenómenos biosociales se estudian e investigan en su proceso de desarrollo e interacción.
En la teorización de la síntesis biocultural no se pretende negar la importancia de la
actividad analítica, porque se entiende que desarticular analíticamente el todo en sus partes
no permite concebir la red de relaciones entre estas diferentes partes y los procesos de
desarrollo del todo. Más bien de lo que se trata es de incorporar esta etapa del proceso de
investigación y conocimiento de la corporalidad a la etapa de síntesis: la unión en la nueva
determinación, la multidimensionalidad, el todo articulado. Para finalizar al tomar como
punto de referencia la teoría biosocial en antropología biológica supone la articulación de la
dimensión social y la biológica en los estudios del cuerpo.
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