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VI ENCUENTRO DE ECONOMÍA APLICADA
Influencia de la globalización en el crecimiento económico del África
Subsahariana
Adolfo Cosme Fernández Puente
Profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria
1.-Introducción
La globalización y sus efectos se han convertido, en las últimas décadas, en objeto de
debate cada vez más frecuente. Este creciente interés viene motivado, en gran parte, por la
extensión de los movimientos surgidos en su contra. Es, en este marco, en el que surge este
artículo, tratar de clarificarla relación existente entre la globalización y el crecimiento de la
economía. Estudio que resulta tanto más interesante si se hace referencia a las zonas más
subdesarrolladas y deprimidas del planeta, que, tal y como se plantea el debate, serían las más
afectadas por este proceso. Así, para los autores que abogan por la globalización, los países en
desarrollo tienen la oportunidad de sumarse al proceso de integración y acelerar su ritmo de
crecimiento. Por el contrario, los detractores de este proceso ven en él, precisamente, la causa de
dicha pobreza y sólo encuentran una salida razonable en la redefinición de las reglas de juego
existentes entre países.
Todos los indicadores económicos definen el África Subsahariana como una de las áreas
más desfavorecidas del planeta. Elevadas tasas de mortalidad, baja esperanza de vida y reducida
renta per cápita, que justifican, en mayor medida, su estudio. Sin embargo, es, precisamente,
una de las zonas donde menores aplicaciones teóricas existen en la literatura económica. La
justificación de esta falta de material explicativo está, de un lado, en las características
singulares de la región, que la diferencian del resto de continente, dificultando enormemente la
aplicación de modelos convencionales de crecimiento. De otro, y motivado en gran parte por
esta “idiosincrasia” africana, en el alejamiento de las corrientes económico-sociales mundiales,
que restan poder explicativo a muchas de las variables más relevantes en los países más
desarrollados. A lo largo de este artículo se va a tratar de salvar estas dificultades y observar la
influencia de las corrientes de integración, definidas a nivel mundial, en el crecimiento
económico de los distintos países del África Subsahariana.
1
La dimensión del proceso de globalización es, en todo caso, tan amplia y compleja, que
su análisis requiere un enfoque multidisciplinar, que excede, en mucho, el puramente
económico. Por ello, se delimita el proceso de globalización a la integración económica en el
mercado de bienes y servicios; aspecto más visible y, en mayor medida, cuantificable. Esta
definición, más operativa, permite identificar sus características y hace factible abordar el
problema desde un punto de vista teórico.
Como todo proceso económico, la globalización tiene unos antecedentes y una evolución
a lo largo del tiempo, por lo que, en primer lugar, se ha tratado de adquirir cierta perspectiva
histórica, que marque las pautas que la caracterizan y fije un contexto en el que desarrollar el
modelo empírico.
En segundo lugar, se ha establecido un soporte teórico que permita analizar el problema
con cierto rigor. Dado que no se puede utilizar uno propio, al apenas existir modelos
económicos específicamente desarrollados para explicar la situación del África Subsahariana, se
utilizan los trabajos realizados en base a la experiencia de otros países. En este sentido, interesa
definir ciertas pautas en su evolución para ver su posible reproducción en el área de interés. Para
ello, se analizan las distintas corrientes que han tratado de relacionar la integración con el
crecimiento económico, desde las ideas pioneras hasta las aportaciones más recientes a la teoría
del crecimiento.
La evolución del pensamiento económico parece evidenciar que la apertura exterior a los
intercambios internacionales de un país determinado tiene efectos positivos sobre su nivel de
desarrollo, especialmente si es acompañada de una modificación en las pautas de gestión
macroeconómica (firme política cambiaria, monetaria y de déficit público) y en las reglas de
juego (definición de los derechos de propiedad, establecimiento de democracia, eliminación de
la corrupción). En este sentido, se considera que la globalización podría ser, precisamente, la
fuerza motor que reclamase este cambio.
En tercer lugar, es necesario conocer la región objeto de estudio. Para ello, y de forma
sintética, se describen los factores idiosincrásicos del África Subsahariana. En este sentido, la
literatura existente no es excesivamente prolija, y, mayormente, tiene carácter descriptivo.
Existen algunos estudios de países concretos, pero precisamente por este carácter puntual, no se
ciñen al objetivo perseguido.
Por último, y a nivel empírico, se estima un modelo de crecimiento endógeno con datos
de panel, para una muestra de 23 países del África Subsahariana durante el periodo 1970-1979.
De esta forma, se explica el crecimiento de la renta per cápita a través del incremento de la
población, la tasa de fertilidad y la acumulación de capital físico y humano (reflejado a través de
la participación de la formación bruta de capital en el PIB y la escolarización en enseñanza
2
secundaria). Se incluyen, asimismo, determinadas variables relacionadas con la apertura exterior
de los mercados (exportaciones e importaciones sobre el PIB, apertura exterior, crecimiento de
la apertura exterior e índice de libertad económica).
Los datos parecen mostrar que la renta per cápita se ve afectada positivamente por la
acumulación de capital físico y capital humano y, de forma negativa, por el crecimiento de la
población. Se observa, asimismo, que la integración en el mercado de bienes y servicios,
reflejado a través del crecimiento de la apertura a los mercados (medida como cociente entre las
exportaciones e importaciones sobre el PIB) influye de forma positiva sobre la variable objeto
de estudio. En principio, cuanto más se integre una economía en el mercado global, mayor será
su renta per cápita. El índice de libertad económica, que refleja, aparte de la libertad en el
intercambio internacional, otros factores institucionales, como el tamaño del gobierno, la
estructura de la economía y las políticas económicas, influye, asimismo, de forma positiva sobre
el crecimiento. Por último, la latitud, que mide la lejanía a los principales núcleos de desarrollo,
influye de forma negativa en la renta per cápita, reflejando el hecho de que la imposibilidad de
comerciar con terceros países desarrollados repercute negativamente en el crecimiento de una
región.
2.-El proceso de globalización: antecedentes históricos
A pesar del énfasis realizado por muchos economistas y sociólogos en el fenómeno de la
globalización en las dos últimas décadas, muchas de sus características no son exclusivas de
este último periodo, sino que están presentes en otras épocas. De hecho, su inicio puede
enmarcarse en la primera mitad del siglo XIX. A partir de este momento, se produce una
intensificación de los flujos comerciales, de servicios, de inversiones y de personas entre
distintos países, que continuará, de forma ininterrumpida hasta inicios del siglo actual2. La causa
de estos flujos ha sido, en unos casos, el desarrollo de los transportes y telecomunicaciones; en
otros, la opción de determinados países por la apertura de sus fronteras a estos flujos y la
paralela liberalización de sus mercados internos.
Se pueden distinguir, en todo caso, ciertas etapas dentro de este proceso. En primer lugar,
un periodo inicial, que media entre 1820-1914, y se caracteriza por la revolución en los medios
de transporte, la migración masiva de trabajadores y el desmantelamiento de la protección
La única excepción la constituye el periodo 1914-1950, en el que se produce un fuerte retroceso del
proceso de globalización. Las dos guerras mundiales y la gran depresión provocaron que el sistema
internacional quedara destrozado y la mayor parte de los países trataron de frenar la crisis económica
adoptando políticas proteccionistas.
2
3
comercial3. Como consecuencia, se acortan fuertemente los tiempos de desplazamiento de
bienes y factores productivos y se incrementan fuertemente sus flujos entre países. La siguiente
etapa arranca en 1950 y finaliza en la década de los 80 y, a diferencia de la anterior, son, en
mayor medida, los factores políticos los que propician el incremento en el intercambio de
bienes4. De esta forma, se producen numerosos acuerdos de apertura comercial en el marco del
GATT y otros organismos multilaterales. La intensificación de las relaciones comerciales se
produce, fundamentalmente, entre Europa, Norteamérica y Japón, quedando excluidos terceros
países menos desarrollados. Si en la etapa anterior la dotación de factores resultaba
determinante de la posición comercial internacional, en este periodo adquieren relevancia otros
factores como las economías de escala y aglomeración5.
El último periodo, que alcanza nuestros días, es quizás el que presenta, de forma más
singular, las características del proceso de globalización. El avance tecnológico en transportes y,
sobre todo, en telecomunicaciones es mucho más intenso que en los periodos anterior,
permitiendo gestionar y controlar canales de oferta dispersos geográficamente6. Numerosos
países, y no sólo los pertenecientes a la OCDE, se suman al movimiento globalizador,
mejorando su clima inversor, abriéndose al comercio y a la inversión extranjera7. Alrededor de
tres mil millones de personas8 entran, de esta forma, en el mercado global de manufacturas y
servicios. Este proceso supone un incremento de la convergencia entre países y una reducción
de la pobreza a gran escala9. A un tiempo, cerca de dos mil millones de personas observan una
reducción de la renta, un incremento de la pobreza y una reducción en la participación en el
comercio mundial en relación a décadas anteriores. En su mayoría se encuentran en países del
África Subsahariana.
Resulta determinante conocer, si el empobrecimiento de estos países, ha estado motivado
por la globalización, como preconizan los movimientos contrarios al proceso, o por causas
intrínsecas a los países que las experimentan. En este sentido, será necesario establecer algún
tipo de relación de causalidad entre la apertura de los países a la globalización y el crecimiento
económico.
3
Lindert y Williamson (2001) y Chiswick y Hatton (2001).
Lindert y Williamson (2001).
5
Fujita, Krugman y Venables (1999).
6
Cairncross (1997), Venables (2001).
7
Países como China, India, Bangladesh, Argentina, Hungría, Malasia, México, Filipinas y Tailandia
8
Hay que tener en cuenta que se incluyen dentro del proceso de globalización países densamente
poblados, como China e India.
4
4
3.- Globalización y crecimiento
3.1.- Complejidad analítica del problema
Los distintos trabajos que analizan la relación existente entre la integración a los
mercados y el crecimiento económico se han encontrado con tres problemas básicos. El
primero es conceptual, y es que, como ya se ha señalado, la globalización es un proceso
altamente complejo, que sólo puede analizarse desde un punto de vista multidisciplinar. En este
sentido, se ha optado por definir la globalización como apertura exterior; apertura a los
movimientos de bienes, servicios, capitales y personas. El segundo problema se refiere a la
cuantificación del proceso. Aún optando por estudiar la apertura a los movimientos
internacionales en lugar de la globalización, resulta difícil la medición de las distintas políticas
y, sobre todo, sus resultados, teniendo en cuenta que otros muchos factores pueden influir sobre
los mismos. Para evitar este sesgo, se incluyen un gran número de indicadores, de forma que la
visión sea lo más completa posible. Por último, aún simplificando la realidad y decantándose
por indicadores imperfectos a la hora de medir políticas y resultados, se encuentra un problema
de causalidad. Y es que, en la mayor parte de los casos, no es factible establecer una relación
causa-efecto entre la apertura exterior y el crecimiento de la renta10. Este tipo de problemas se
tratan de evitar optando por una mayor variedad de indicadores y utilizando, en algún caso,
alguna variable proxy intrínseca al país, que pudiera reflejar su posición frente al exterior.
3.2.- Antecedentes
Los primeros antecedentes a los trabajos que relacionan las corrientes integradoras con el
crecimiento de la renta son los de Adam Smith (1776), David Ricardo (1817) y Heckscher y
Ohlin (1919). La conclusión básica de estos modelos es que el libre comercio actúa como motor
de crecimiento de la economía, incrementando la productividad de la economía y conduciendo a
un mejor aprovechamiento de los recursos. Este pensamiento va a influenciar notablemente las
pautas de las políticas comerciales establecidas en el siglo XIX e inicios del siglo XX
(fundamentalmente hasta la primera guerra mundial). La formalización y demostración teórica
de estos modelos exige, en todo caso, una serie de supuestos altamente restrictivos, que suponen
la principal fuente de críticas. Fundamentalmente, inmovilidad internacional de factores y
9
Sala-i-Martin (2002).
Pritchett (1996)
10
5
movilidad plena en el interior del país, competencia perfecta en el mercado de bienes y de
factores, libre disponibilidad de tecnología e idénticas preferencias de los consumidores.
3.3.- Las políticas de sustitución de importaciones
El periodo que media entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial supone una ruptura
total con la etapa anterior, con el cierre de las fronteras y la consiguiente paralización del
comercio internacional. La mayor parte de los países optan por el proteccionismo como medida
de defensa de la crisis económica. La modificación del escenario internacional tras las Guerras,
junto a la posterior independización de las colonias, hace que surja una nueva corriente de
pensamiento, la estructuralista, que defiende la protección exterior, como elemento estimulante
del crecimiento económico. Tiene importancia decisiva en la definición e implementación de
estas políticas, autores como Prebish (1950), que utilizan como soporte teórico el argumento de
la industria naciente. Estos autores justifican la protección de la industria en las etapas iniciales
de desarrollo, como acicate para el incremento de su capacidad competitiva. En caso contrario,
afirman, este sector sería incapaz de hacer frente a la competencia internacional. El sustento
empírico de estos trabajos es la existencia de una brecha en el desarrollo de los países más
industrializados y los menos desarrollados; brecha que es imposible de salvar dada la
desfavorable relación real de intercambio entre los productos de una y otra parte (productos
industriales versus productos primarios). Se proponen, por tanto, una serie de políticas
encaminadas a sustituir las importaciones, de productos manufacturados, fundamentalmente, de
forma que se estimule la producción nacional. A un tiempo, se incentiva la exportación de
productos primarios, de forma que los fondos derivados de esta actividad financien el proceso
de industrialización.
Las políticas de sustitución de importaciones tuvieron inicialmente relativo éxito. Los
países que las pusieron en marcha incrementaron el output de los bienes manufacturados y el
crecimiento económico fue relativamente elevado. Si bien, a largo plazo, se mostraron
altamente ineficaces para conseguir su propósito. Un elevado porcentaje de los bienes
producidos carecía de ventajas competitivas en el exterior, dada su escasa incorporación de
progreso tecnológico. La mayor parte de los países adolecían de capital humano y las
restricciones impuestas para la importación de tecnología y bienes de capital eran muy elevadas,
dificultando el proceso de innovación tecnológica. La mayor parte de países acompañaron,
además, este tipo de medidas con fuertes controles de los tipos de cambio, provocando fuertes
distorsiones en los precios y modificando sustancialmente el comportamiento óptimo de los
agentes.
6
3.4.- Apertura exterior
Hasta 1980 muchos países continuaron con las políticas de sustitución de
importaciones. Si bien, en 1982, con la crisis de la deuda, resultaba prácticamente insostenible
su mantenimiento, especialmente para los países pequeños. El crecimiento a largo plazo llevó
asociado, en la mayor parte de los países que las pusieron en práctica, problemas crónicos en la
balanza de pagos y posteriores déficits presupuestarios. Muchos países empezaron a adoptar
políticas orientadas en mayor medida hacia el exterior, marcando una nueva pauta en las
políticas comerciales. Es sin duda la exitosa experiencia de países como Taiwán, Singapur y
Corea del Sur la que provoca el mayor giro en la definición de políticas comerciales.
La modificación en la puesta en la ejecución de este tipo de políticas fue respaldada por el
Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones multilaterales, que
comienzan a exigir a los países en desarrollo que se abran al sector exterior como condición
previa para la recepción de ayuda financiera. El colapso del sistema comunista en Europa
Central y del Este a finales de los 80 da ímpetu a este análisis. El mercado parece convertirse en
la única vía para alcanzar el crecimiento.
El cambio en la definición de las políticas se ve sustentado, asimismo, por multitud de
trabajos teóricos; trabajos que tratan de contrastar la experiencia de aquellos países que optan
por la apertura exterior, fundamentalmente países asiáticos, frente a aquellos otros que aplicaron
políticas de sustitución de importaciones. Trabajos pioneros como los de Little, Scitovsky y
Scott (1970), Balassa (1971) y Bhagwati (1978) trataron de captar, a través de algún tipo de
indicador, las diferencias existentes en las políticas comerciales de unos y otros países.
Posteriormente, otros trabajos relacionaron los periodos de apertura exterior con el crecimiento
experimentado durante esos periodos. Así, Balassa (1978), Krueger (1978) llegan a la
conclusión de que los periodos de mayor crecimiento son aquellos que coinciden con un mayor
crecimiento de las exportaciones, Nishimizu y Robinson (1984) afirman que las políticas de
sustitución de importaciones condujeron a un menor crecimiento de la productividad de los
factores y Krueger y Tuncer (1982) y Chen y Tang (1987) muestran que, en los periodos de
régimen comercial más restringido, el crecimiento de la productividad fue inferior.
Los trabajos de
Papageorgiou, Michaely y Choksi (1991), Kessides (1991), Dollar
(1992), Sachs y Warner (1995), Edwards (1998) y Been-David y Loewy (2000) suponen una
profundización en la relación existente entre la política comercial aplicada en distintos países y
su crecimiento económico, si bien la caracterización de la misma más compleja. Se incluyen, de
esta forma, otro tipo de políticas, como las fiscales y monetarias, así como aspectos
7
relacionados con el entorno económico e institucional (economías socialistas, existencia de
monopolios estatales en la producción, prima de la moneda en el mercado negro), que influyen,
aunque quizás de forma un poco más velada, en la definición y resultados de la política
comercial. La conclusión de estos trabajos es similar a la de los anteriores, el hecho de cerrarse
al exterior produce profundas distorsiones en la economía que resultan perjudiciales para el
crecimiento.
De forma paralela, numerosos trabajos, como los de Bhagwati (1982), Onis (1991),
Dollar (1992), Krueger (1997) y Rodríguez y Rodrik (1999), enfatizan el rol de la apertura
comercial en la eliminación de las distorsiones en los precios y la búsqueda de rentas. En este
sentido, en las economías protegidas se observan unos precios más distorsionados que en
aquellas otras sometidas a la disciplina exterior y, por tanto, mayor interferencia en la toma de
decisiones por parte de los agentes. A un tiempo, se señala que, en economías fuertemente
protegidas, los grupos de poder (lobbys) pugnan por conseguir empleo, licencias e incentivos a
la producción, que favorecen sus propios intereses. Dado que no es el mercado el que marca las
pautas de producción, los individuos pueden tratar de influir en los dirigentes políticos, de
forma que resulten beneficiados por sus políticas. El resultado es un exceso de capacidad en
determinados productos, en los que estos individuos tienen intereses, y mercado negro y
contrabando, debido a la escasez de recursos, en otros. La apertura exterior, en este sentido,
obligaría a los individuos a adaptarse a las necesidades del mercado y alcanzar mayor eficiencia
en la producción.
Existen, por supuesto, trabajos revisionistas, como el de Rodrik (1995), que llegan a la
conclusión de que los resultados presentados en la mayor parte de los trabajos que relacionan la
política comercial con el crecimiento económico no son robustos a nivel estadístico, y que no es
factible demostrar su influencia positiva sobre el crecimiento. Se afirma que la mayor parte de
los países recurren a medidas proteccionistas en épocas de crisis y de apertura exterior en
periodo de expansión, por lo que no es posible establecer una relación de causalidad clara.
Tratando de solucionar este problema de la causalidad, Frankel y Romer (1999) utilizan
las características geográficas de los países como variables proxy del comercio exterior. De esta
forma, se consideran variables, en este caso la posición geográfica, que están fuertemente
relacionadas con el comercio exterior, y están, sin embargo, incorrelacionadas con otros
determinantes de la renta. La conclusión de su trabajo es que el efecto de estas variables sobre el
crecimiento económico es positivo, cuantitativamente importante, y robusto, estadísticamente.
Otra de las críticas realizadas a estos trabajos es la subjetividad en la caracterización de
países con economías abiertas y cerradas. Así Sachs (1987), Taylor (1991), Edwards (1993) y
Panagariya y Rodrik (1993) señalan que, en muchas de estas economías calificadas como
8
abiertas, existía una fuerte intervención estatal que restringía fuertemente la libertad de los
agentes en la determinación de las pautas del proceso productivo11. Apuntan, asimismo, que la
liberalización comercial no existió como tal, sino que predominó un fuerte control estatal en los
intercambios frente al exterior, que propició el incremento de las exportaciones.
A otro nivel, y en el marco de los modelos de crecimiento endógeno se estudia el rol del
libre comercio en la generación de tecnología. Trabajos como el de Grossman y Helpman
(1991) señalan que un mayor grado de apertura conduce a los países pequeños a absorber
tecnología de los países más avanzados a un ritmo superior del de aquellos que permanecen
cerrados. Las economías más abiertas, concluyen crecerían, por tanto, más rápido que las
cerradas, incluso en el largo plazo.
Por último, hay que destacar una serie de trabajos, como el de Berry, Bourgignon y
Morrison (1991), Lindert y Williamson (2001), Dollar y Kray (2001b), Sala-i-Martin (2002) y
los realizados por el Banco Mundial (2002a), que observan la experiencia histórica de distintos
países a lo largo de las últimas décadas, y llegan a la conclusión que aquellos países que han
abierto sus fronteras, y se han integrado al mercado mundial, han tenido un mayor crecimiento
de la renta, mientras que aquellos que no lo hacen perseveran en un estado de pobreza. En
definitiva, aquellos países que se han sumado al proceso de globalización se han mostrado más
dinámicos que aquellos otros que han optado por una estrategia de protección frente al exterior.
4.- La influencia de la globalización en el crecimiento económico del África Subsahariana
A lo largo de este trabajo se ha tratado de dar forma a un proceso económico-social
complejo, explicando sus características y tratando de reflejar las consecuencias sobre la renta
de los distintos países. Quizás la región más olvidada en todos los trabajos a los que se ha hecho
referencia es la africana, en concreto la región subsahariana. La razón no es otra que el propio
alejamiento de las corrientes económicas mundiales, que impide reflejar su idiosincrasia en los
modelos habituales. Es precisamente, el vacío teórico existente, el que justifica este estudio. La
necesidad de explicar su bajo crecimiento económico, la perpetuación de la pobreza en un
entorno rico en recursos naturales y cuya situación, a mediados del siglo pasado, no distaba de
países que hoy en día disfrutan de unos niveles de vida equiparables a los países desarrollados.
Existen muchos trabajos que estudian el caso puntual de alguno de los países del sudeste asiático y de
los instrumentos utilizados para proteger e incentivar la producción nacional: Asdem (1989), Hong
(1991), Wade (1990),Young (1991) y Tanzi y Shome (1992).
11
9
En este apartado se ubica al continente africano en el proceso de globalización, para
tratar de ver cual es el rol que ha desempeñado. En segundo lugar se muestra de forma sucinta
los distintos factores que han podido determinar su evolución durante estos años.
4.1.- Ubicación del África Subsahariana en el proceso de globalización
Durante la primera ola de globalización (1820-1914), los países europeos empiezan a
mostrar gran interés por la colonización de África, debido, fundamentalmente, a su elevada
dotación de recursos minerales. En 1905, aproximadamente, la mayor parte de África había
quedado dividida entre Bélgica, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Portugal12. Los reinos
africanos se opusieron, en la medida de sus posibilidades, a las decisiones tomadas en Europa,
provocando gran cantidad de revueltas13, si bien no pudieron frenar los intereses de los países
europeos14.
Una vez que los territorios fueron conquistados y pacificados, las administraciones
europeas implantaron en África aquellas infraestructuras que más convenían a sus propios
intereses. De esta forma, se desarrollan sistemas de transporte que facilitaron el embarque de las
materias primas destinadas a la exportación en los puertos. Se establecen, asimismo, sistemas de
impuestos que trataban de obligar a los agricultores a plantar cultivos rentables (aquellos
destinados a la exportación) o a dedicarse al trabajo migratorio. La actividad productiva se
centra, en definitiva, en la exportación por y para los países desarrollados. África participa
únicamente de los intercambios internacionales, en cuanto que actúa como fuente de
aprovisionamiento de recursos, ya que no se establece un sistema de intercambio desarrollado,
al menos en el interior de sus fronteras. Coexisten, de esta forma, una economía de subsistencia,
que caracteriza la mayor parte de las relaciones económicas en el interior del país, con una
economía de intercambio moderna, que se centra en la exportación de una estrecha variedad de
productos a los países desarrollados.
Tras la Primera Guerra Mundial, los esfuerzos destinados a explotar las colonias se
moderaron y se prestó más atención a la mejora de los servicios educativos y médicos, la ayudas
al desarrollo y la salvaguarda de los derechos territoriales de las colonias africanas15. Si bien, en
el periodo que media entre las dos guerras comienzan a emerger una gran cantidad de
En la Conferencia de Berlín (1884-85) las potencias definieron sus zonas de influencia y establecieron
las reglas para la ocupación del resto de África.
13
Argelia (1870), el Sudán Occidental (1893-1898), Sudáfrica (1880-81 y 1899-1902), Sierra Leona
(1897), entre otras.
14
Cortés (2001).
15
Algunas colonias africanas, como Argelia, Rhodesia (hoy Zimbabwe) y Kenia recibieron una
considerable autonomía interna.
12
10
movimientos nacionalistas y de protesta por el poder colonial. Tras la Segunda Guerra Mundial,
estos movimientos se vieron amparados por la debilidad de las potencias coloniales europeas y
el traslado del poder internacional a Estados Unidos y la Unión Soviética; dos estados
declarados anticolonialistas. A finales de la década de los setenta casi toda África era
independiente16.
A pesar de la inestabilidad política, durante la primera mitad del siglo XX las tasas de
crecimiento de África fueron más elevadas que las de Asia, y en muchos casos, mayores que las
de muchos países desarrollados17. La transición del colonialismo a la independencia provocó un
fuerte incremento de la incertidumbre, si bien, a principios de la década de los 60, la mayor
parte de los países, ya libres del poder colonial, parecían adaptarse a las necesidades de la
demanda doméstica y definir las bases para un crecimiento económico sostenible. Durante la
década de los 60, y hasta 1973, el crecimiento económico fue aún más rápido que el de la
primera mitad de siglo. Sin embargo, a partir de esta fecha la situación política se fue
deteriorando y muchos de los líderes de los países africanos adoptaron regímenes dictatoriales y
autocráticos. Mientras África se sumía en una fuerte crisis política y económica, Asia
comenzaba un fuerte despegue.
La recesión mundial de principios de la década de 1980 multiplicó las dificultades de
los países africanos (serios problemas con las divisas y una deuda exterior creciente),
fuertemente dependientes de la demanda externa. El hambre y las sequías se extendieron por las
regiones centrales y norteñas del continente y millones de refugiados abandonaron sus hogares
en busca de comida, incrementando los problemas de los países a los que huían. Los recursos
médicos se vieron desbordados por epidemias, como el SIDA, el cólera y otras enfermedades. A
finales de la década de los 80 y primera mitad de la siguiente, los conflictos locales18
desestabilizaron gobiernos, interrumpieron el progreso económico y costaron la vida a miles de
africanos. Desde 1980 el PIB del conjunto de África se ha ido reduciendo a razón de un 1 por
ciento anual, de forma que en la actualidad es la región con renta per cápita más baja del
mundo19.
Las posesiones portuguesas –Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau y Mozambique- se independizaron
entre 1974 y 1975. Francia renunció a las islas Comores en 1975 y Djibouti consiguió la independencia
en 1977. En 1976 España dejó el Sahara español. Zimbabwe consiguió la independencia legal en 1980. El
último país que consiguió la independencia fue Namibia, en 1990.
17
Maddison (1995).
18
Chad, Somalia, la zona del Sahara, Suráfrica, Somalia, Ruanda y Sierra Leona, entre otros.
19
Banco Mundial (2002a).
16
11
4.2.- Factores explicativos del bajo crecimiento
Las causas que han llevado a África a esta situación son de muy diversa índole, si bien
se pueden agrupar en tres grandes bloques20. En primer lugar, los factores domésticos
intrínsecos, que serían aquellas características propias del continente, que lo hacen diferente al
resto y justifican un diferencial en las tasas de crecimiento respecto a otros países (localización
geográfica desfavorable21, clima tropical22, transición demográfica inacabada23, influencia de
enfermedades como el SIDA24 y la malaria, baja densidad de población25, elevada diversidad
etnolingüística26 y elevada dotación de recursos naturales27). En segundo lugar, los factores
domésticos intrínsecos, que hacen referencia a la actuación política diferencial de estos países,
que pudiera conformar una trayectoria económica diferente (gobiernos autocráticos28,
administración corrupta29, políticas antiexportación30). En último lugar, los factores externos,
incluyéndose aquí las características del entorno (políticas aplicadas por terceros países), que
han determinado los márgenes por los que discurre el continente africano (pasado colonial, que
ha dificultado la creación de un estado nacional y ha fijado un patrón comercial inadecuado,
recepción de elevadas ayudas per cápita31 y política comercial de los países desarrollados32).
La adopción de un criterio que determine la ubicación de cada uno de estos factores en
un grupo u otro, supone, en todo caso, una gran simplificación, ya que están fuertemente
relacionados entre sí. Los factores específicos del país (factores domésticos intrínsecos) marcan
la política económica puesta en marcha (factores domésticos extrínsecos). El sistema colonial
(factor externo), una vez desmantelado, tuvo como reacción unas políticas domésticas que
restringieron, aún más, el crecimiento económico. Las políticas mundiales (factores externos, de
nuevo), aún teniendo como base la promoción del desarrollo económico, han perpetuado, en
Esta clasificación tiene como base la realizada por Collier y Gunning (1999) que agrupan los factores
en base al “destino doméstico”, “política doméstica”, “destino externo” y “política externa”. En este
trabajo se ha realizado una reagrupación al no coincidir exactamente el criterio utilizado.
21
Gallup y Sachs (1999) y Collier y Gunning (1999).
22
Hoefler (1999), Grove (1991).
23
Bloom y Sachs (1998) evidencian la relación entre la baja esperanza de vida y el incremento en el
crecimiento de la población (proceso endógeno).
24
Haacker (2002).
25
Collier y Hoeffler (1999), Kremer (1993).
26
Alesina y Tabellini (1989), Alesina y Drazen (1991), Shleifer y Wishny (1993), Alesina y Rodrik
(1994), Easterly y Levine (1997), Collier y Hoeffler (1999) y Subramanian y Debes (2001).
27
Wood y Mayer (1998) y Dalmazzo y Blasio (2001).
28
Collier y Gumming (1999).
29
Widner (1999), Easterly y Levine (1997).
30
Dollar (1992), Sachs y Warner (1997).
31
Stern (1991), Thomas (1991), Corbo, Fisher y Webb (1992), Bauer (1982), Boone (1996), Tsikata
(1998), Dollar y Easterly (1999), Collier y Dollar (1999), Tornell y Lane (1999), Wantclekon (2000) y
Dalmazzo y Blasio (2001).
32
Diakosawas, D. (2001) y Termes (2001).
20
12
muchos casos, a los países receptores en un estado de pobreza y corrupción total (factores
domésticos).
En todo caso -a pesar de la dificultad, y en ocasiones, ambigüedad en la clasificación de
estos factores-, no deja de tener importancia su separación, ya que la definición de políticas en
uno u otro caso debiera ser distinta, pues la consecuencia de las mismas, evidentemente, es
radicalmente opuesta. Si el bajo crecimiento de la renta se explica por factores políticos, una
redefinición de las reglas de juego (definición de los derechos de propiedad, fijación de un
entorno institucional adecuado y apertura exterior) posicionaría a África en el camino adecuado.
Por el contrario, si se considera que los problemas de África están relacionados con la geografía
o con causas demográficas, dependerá entonces de los esfuerzos internacionales, el acabar con
la pobreza.
5.- Marco teórico y resultados
5.1.- Introducción
En este último apartado vamos a realizar un ejercicio empírico para tratar de explicar las
causas del bajo crecimiento en África. Para ello, se realiza una estimación con datos de panel
con efectos fijos para una muestra de 23 países del África Subsahariana33. Los países han sido
seleccionados en función de la disponibilidad de datos para el periodo 1970-1999 y el grado de
representatividad de sus experiencias en relación al crecimiento y la implantación de
determinadas reformas de liberalización de la economía. Puesto que algunas variables están
incompletas, se han realizados medias por subperiodos de 5 años34. Esta metodología permite,
asimismo, la eliminación de los shocks cíclicos. Se dispone, por tanto, de 6 datos por país,
alcanzando las 138 observaciones. Los indicadores utilizados corresponden al Banco Mundial
el Instituto Fraser (índice de libertad económica).
La ecuación estimada es la siguiente:
y it   i  X it    it
donde i corresponde al número de agentes y t a los instantes de tiempo
Benin, Botswana, Burundi, Camerún, República Democrática del Congo, República del Congo, Costa
de Marfil, Gabón, Ghana, Guinea-Bissau, Kenya, Madagascar, Malawi, Malí, Mauricio, Nigeria, Ruanda,
Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica, Togo, Zambia y Zimbabwe
34
Siguiendo la pauta marcada por trabajos como el de Barro (2000)
33
13
Los resultados de las estimaciones aparecen en las tablas 1 y 2.
Tabla 1: DETERMINANTES DE LA RENTA PER CÁPITA EN EL ÁFRICA SUBSAHARINA
(1970-1999)
Variable dependiente: Renta per cápita. Número de observaciones: 138
Crecimiento de la población
Formación Bruta de Capital (%PIB)
Matriculación de enseñanza secundaria (%)
Tasa de fertilidad (nº de hijos por mujer)
(1)
(2)
(3)
(4)
-0.7939
-0.6276
-0.8011
-0.6617
(-2,5614)
(-2.0404)
(-0.9401)
(-2.1918)
**
**
*
**
0.2202
0.2308
0.6678
0.2206
(3.9033)
(4.0991)
(5.2696)
(3.9852)
***
***
***
***
-
0.1092
0.5902
0.1015
(2.6146)
(7.0871)
(2.4714)
***
***
***
-
-0.3233
-
-
(-3.8531)
***
Crecimiento de la apertura exterior
-
-
-
0.6756
(2.3493)
***
2
R Ajustado
Test de Hausman. P valor
0.6981
0.5795
0.6651
0.6243
0.0144**
0.0000***
0.0000***
0.0057***
(efectos fijos)
Nota: Valores t entre paréntesis.
(*)
Significativo al 75 %
(**) Significativo al 95 %
(***) Significativo al 99 %
En primer lugar, en la estimación (1) se ha incluido, únicamente, el crecimiento de la
población y la formación bruta de capital como variables explicativas del crecimiento de la renta
per cápita. El crecimiento de la población afecta de forma negativa y significativa al crecimiento
económico35. Unas elevadas tasas de crecimiento de la población evidencian una transición
demográfica no completa, característica de los países en vías de desarrollo. La participación de
Knight, Loayza y Villanueva (1993) destacaron este resultado en una muestra de países del África
Subsahariana.
35
14
la formación bruta del capital actúa en la dirección prevista, es decir, de forma positiva y
significativa36. Cuanto mayor sea la inversión, mayor será, en principio, el gasto en educación,
sanidad e infraestructuras; sustento del crecimiento económico.
En segundo lugar, se ha incluido la matriculación en enseñanza secundaria37como
indicador de capital humano. Los datos aparecen en porcentaje, ya que en esta especificación se
considera la acumulación de capital humano, y no el stock de capital. Los resultados de la
estimación (2) muestran que la acumulación de capital humano, influye asimismo de forma
positiva y significativa sobre la renta per cápita.
En tercer lugar se incluyó la tasa de fertilidad (número de hijos por mujer). El resultado
de la estimación (3) es que esta variable influye de forma negativa y significativa en la
productividad. Sin embargo, el crecimiento de la población deja de ser significativo, debido a
una probable colinealidad entre ambas variables, por cuanto la primera pierde capacidad
explicativa.
En cuarto lugar se trató de incluir algún indicador del grado de integración en la
economía internacional. En este sentido, se ha elegido el crecimiento de la apertura exterior38
para reflejar la apertura al mercado global, tal y como se realiza en el trabajo de Michaely
(1997). Los resultados (estimación 4) parecen indicar que la apertura a los movimientos de
bienes y servicios, medida a través de este indicador, influye de forma positiva y significativa
sobre el crecimiento económico. A medida que los países optan por abrirse a los intercambios
internacionales se incrementa el nivel de desarrollo y se produce una equiparación de los
estándares de renta con los países ricos.
36
Khan y Reinhart (1990), Khan y Kumar (1993), Ghura y Hadjimichael (1996) y Calamitsis y Ghura
(1999) constataron este mismo resultado
37
Se intentaron realizar las estimaciones con datos de educación primaria, pero, debido
fundamentalmente a la deficiente calidad de los datos, los resultados no resultaron significativos.
38
(X+M)/PIB
15
Tabla 2.- DETERMINANTES DE LA RENTA PER CÁPITA EN EL ÁFRICA SUBSAHARINA
(1970-1999)
Variable dependiente: renta per cápita. Número de observaciones: 138
Crecimiento de la población
Formación Bruta de Capital (%PIB)
Matriculación de enseñanza
secundaria (%)
Exportaciones / PIB
(5)
(6)
(7)
(8)
-0.6954
-0.6283
-0.6849
-0.9602
(-2.2484)
(-2.0324)
(-2.2500)
(-1.8319)
**
**
**
**
0.2471
0.7179
0.3085
0.6709
(4.3414)
(5.4342)
(4.6471)
(4.0320)
***
***
****
***
0.1171
0.5726
0.1278
0.6799
(2.7715)
(2.2071)
(2.8555)
(8.6443)
***
**
***
***
0.0379
-
-
-
-
-
-
0.5726
0.5595
-
(3.3546)
(2.0778)
***
**
-
0.0376
(1.9412)
**
Importaciones / PIB
-0.3456
(-1.9347)
**
Índice de Libertad Económica
Apertura exterior
-
-
-
(1.8903)
**
Latitud
-
-
-
-0.0109
(-2.4279)
***
R2 Ajustado
Test de Hausman. P valor
0.6420
0.6301
0.6274
0.6404
0.0023***
0.0173**
0.0000***
0.0000***
(efectos fijos)
Nota: Valores t entre paréntesis
(*)
Significativo al 75%
(**) Significativo al 95%
(***) Significativo al 99 %
En la estimación (6) se trata de seguir la línea mostrada por Sachs (1987), Taylor (1991)
y Panagariya y Rodrik (1993), entre otros, al incluir algún factor institucional, como
16
determinante del éxito de la apertura exterior. En este sentido, se ha tomado el índice de libertad
económica elaborado por el Instituto Fraser, que incluye aspectos como el tamaño del gobierno
(gastos, impuestos y empresas públicas), la estructura legal y definición de los derechos de
propiedad, acceso a dinero seguro, libertad en el cambio con extranjeros, y regulación en el
crédito, el trabajo y los negocios. Los resultados parecen indicar que estos aspectos
institucionales influyen de forma positiva y significativa en la renta per cápita39.
En la estimación (7) se incluye, además del índice de libertad económica, un indicador
de apertura exterior. En este caso, el cociente de exportaciones e importaciones sobre el PIB.
Ambos indicadores parecen tener una influencia positiva y significativa sobre la renta per
cápita. La apertura exterior influye de forma positiva sobre el desarrollo, especialmente si es
acompañada por un marco institucional estable y la libertad económica está asegurada.
Por último, se ha señalado que existen problemas de causalidad inversa con algunos de
los indicadores utilizados, en concreto el de apertura exterior. Para evitar este problema se ha
tratado de incluir algún indicador que, influyendo sobre el comercio, y la posibilidad de abrirse
al exterior, no esté afectado por otras variables explicativas de la renta per cápita (grado de
desarrollo o nivel de eficiencia en la producción). En este sentido, el trabajo de Frankel y Romer
(1999) incluye variables geográficas como proxys del comercio exterior, que pudieran reflejar la
verdadera influencia del comercio sobre la renta. En la estimación (8) se ha incluido la latitud,
tratando de reflejar la posibilidad de un determinado país de comerciar con otros países (los más
desarrollados están en el hemisferio norte40). Las estimaciones parecen reflejar que la latitud, es
decir la mayor lejanía respecto a los principales núcleos de desarrollo, influye de forma negativa
sobre el crecimiento, por lo cual, se podría concluir, que una mayor dificultad para comerciar
influye de forma negativa en la renta41.
6.- Conclusiones
La literatura económica reciente señala la apertura a los intercambios internacionales
como motor del crecimiento económico, al reducir las distorsiones en los precios, desincentivar
la búsqueda de rentas y la toma de decisiones políticas discrecionales, y, en definitiva,
incrementar la eficiencia de la economía. La evidencia empírica muestra que los países que se
La importancia del índice de libertad económica se destaca en trabajos como el de Gwartney, Lawson y
Block (1996), Hall y Jones (1999), Haan y Sturn (2000) y Bengoa y Sánchez-Robles (en prensa).
40
Hemos señalado, asimismo, que los países africanos, debido fundamentalmente a la herencia colonial,
no mantienen relaciones entre sí.
41
Aunque Frankel y Romer no lo consideran esta variable pudiera reflejar otros factores domésticos
intrínsecos (continuando con la clasificación adoptada) como el clima y, por tanto, la interpretación no
resultaría tan obvia.
39
17
han integrado en la economía mundial son los que más han crecido en las últimas décadas. En
este sentido, la globalización ha actuado como motor para reducir la pobreza, especialmente en
aquellos países que han mejorado su clima inversor, estableciendo un marco institucional
eficiente y una política macroeconómica estabilizadora.
A nivel empírico, los datos evidencian que aquellos países del África Subsahariana con
mayores tasas de crecimiento de la población y de fertilidad tienen un crecimiento de la renta
per cápita inferior. Aquellos países que han realizado una transición demográfica completa
presentan un mayor nivel de desarrollo. Por otro lado, los países con elevadas tasas de inversión
y mayor acumulación de capital humano poseen una renta per cápita superior.
La integración en el mercado global, reflejada a través del crecimiento de la apertura
exterior, influye de forma positiva en el desarrollo económico, especialmente si es acompañada
de un marco institucional estable y la libertad económica en los mercados, internos y externos,
está asegurada. La latitud, que refleja las posibles ventajas derivadas del crecimiento, dado que
mide la cercanía a los principales ejes de desarrollo, influye de forma negativa, lo cual implica
que la posibilidad de comerciar influye de forma positiva en la renta per cápita.
18
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