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Taller de los Salmos:
Salmo 51 (50): CÁNTICO DE UN ARREPENTIDO
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Del maestro de coro. Salmo. De David.
Cuando el profeta Natán vino a su encuentro después de
haber estado con Betsabé.
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¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu amor!
Por tu inmensa compasión, borra mi culpa.
Lava del todo mi injusticia,
purifícame de mi pecado!
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Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado;
contra ti, contra ti solo pequé,
haciendo lo que es malo a tus ojos.
Pero tú eres justo cuando hablas,
y en el juicio, resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Tú amas el corazón sincero,
y, en mi interior, me enseñas la sabiduría.
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio.
Lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos que aplastaste.
Aparta de tu rostro mis pecados,
y borra en mí toda culpa.
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Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
y renueva en mi pecho un espíritu firme.
No me rechaces lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que me sostenga un espíritu generoso.
Enseñaré a los culpables tus caminos,
y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, salvador mío!
Señor, ábreme los labios
y mi boca proclamará tu alabanza.
Pues no quieres sacrificios,
ni te agradan los holocaustos.
Mi sacrificio es un espíritu contrito.
Un corazón contrito y humillado
tú no lo desprecias.
Por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén.
Entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas perfectas y holocaustos,
y sobre tu altar se inmolarán novillos.
1. Tipo de salmo
Es un salmo de súplica individual. El salmista está viviendo un drama
que consiste en la profunda toma de conciencia de la propia miseria y de los
propios pecados; es plenamente consciente de la gravedad de su culpa,
con la que ha roto la Alianza con Dios. Por eso suplica. Son muchas las
peticiones que presenta, pero todas giran en torno a la primera de ellas:
«¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu amor!» (3a).
2. Cómo está organizado
Tal como se encuentra en la actualidad, este salmo está fuertemente unido
al anterior (Sal 50). Funciona como respuesta a la acusación que el Señor
hace contra su pueblo. En el salmo 50, Dios acusaba pero, en lugar de
dictar la sentencia, quedaba aguardando la conversión del pueblo. El
salmo 51 es la respuesta que esperaba el Señor: «Un corazón contrito y
humillado tú no lo desprecias» (19b). Pero con anterioridad, este salmo
existió de forma independiente, como oración de una persona.
Tiene tres partes: 3-11; 12-19; 20-21. En la primera tenemos una riada de
términos o expresiones relacionados con el pecado y la transgresión.
Estos son algunos ejemplos: «culpa» (3), «injusticia» y «pecado» (4),
«culpa» y «pecado» (5), «lo que es malo» (6), «culpa» y «pecador» (7),
«pecados» y «culpa» (11). La persona que compuso esta oración compara
su pecado con dos cosas: con una mancha que Dios tiene que lavar (9); y
con una culpa (una deuda o una cuenta pendiente) que tiene que cancelar
(11). En el caso de que Dios escuche estas súplicas, el resultado será el
siguiente: la persona «lavada» quedará más blanca que la nieve (9) y
libre de cualquier deuda u obligación de pago (parece que el autor no está
pensando en sacrificios de acción de gracias). En esta primera parte, el
pecado es una especie de obsesión: el pecador lo tiene siempre presente
(5), impide que sus oídos escuchen el gozo y la alegría (10a); el pecador se
siente aplastado, como si tuviera los huesos triturados a causa de su
pecado (10b). En el salmista no se aprecia el menor atisbo de respuesta
declarándose inocente, no intenta justificar nada de lo que ha hecho mal. Es
plenamente consciente de su error, y por eso implora misericordia. El
centro de la primera parte es la declaración de la justicia e inocencia de
Dios: «Pero tú eres justo cuando hablas, y en el juicio, resultarás
inocente» (6b). Para el pecador no hay nada más que la conciencia de su
compromiso radical con el pecado: «Mira, en la culpa nací, pecador me
concibió mi madre» (7).
Si en la primera parte nos encontrábamos en el reino del pecado, en la
segunda (12-19) entramos en el del perdón y de la gracia. En la primera,
el salmista exponía su miseria; en la segunda, cree en la riqueza de la
misericordia divina. Pide una especie de «nueva creación» (12), a partir
de la gracia. ¿En qué consiste esta renovación total? En un corazón puro y
un espíritu firme (12). Para el pueblo de la Biblia, el «corazón» se
identifica con la conciencia misma de la persona. Y el «espíritu firme»
consiste en la predisposición para iniciar un nuevo camino.
Creada nuevamente por Dios, esta persona empieza a anunciar buenas
noticias: «Enseñaré a los culpables tus caminos, y los pecadores volverán
a ti» (15). ¿Por qué? Porque sólo puede hablar adecuadamente del
perdón de Dios quien, de hecho, se siente perdonado por él. Hacia el
final de esta parte, el salmista invoca la protección divina contra la
violencia (16) y se abre a una alabanza incesante (17). En ocasiones, las
personas que habían sido perdonadas se dirigían al templo para ofrecer
sacrificios. Este salmista reconoce que el verdadero sacrificio agradable a
Dios es un espíritu contrito (18-19).
La tercera parte (20-21) es, ciertamente, un añadido posterior. Después
del exilio en Babilonia, hubo gente a quien resultó chocante la libertad con
que se expresaba este salmista. Entonces se añadió este final, alterando la
belleza del salmo. Aquí se pide que se reconstruyan las murallas de Sión
(Jerusalén) y que el Señor vuelva nuevamente a aceptar los sacrificios
rituales, ofrendas perfectas y holocaustos, y que sobre su altar se inmolen
novillos. En esta época, debe de haber sido cuando el salmo 51 empezó a
entenderse como repuesta a las acusaciones que Dios dirige a su pueblo en
el salmo 50.
3. ¿Por qué surgió este salmo?
Este salmo es fruto de un conflicto o drama vivido por la persona que
había pecado. Ésta llega a lo más hondo de la miseria humana a causa de
la culpa, toma conciencia de la gravedad de lo que ha hecho, rompiendo
su compromiso con el Dios de la Alianza (6) y, por ello, pide perdón. En
las dos primeras partes, esboza dos retratos: el del pecador (3,11) y el del
Dios misericordioso, capaz de volver a crear al ser humano desde el
perdón (12-19). También aparece, en segundo plano, un conflicto a
propósito de las ceremonias del templo. Si se quiere ser riguroso, esta
persona tenía que pedir perdón mediante el sacrificio de un animal. Sin
embargo, descubre la profundidad de la gracia de Dios, que no quiere
sacrificios, sino que acepta un corazón contrito y humillado (19).
4. El rostro de Dios
Se trata, una vez más, del Dios de la Alianza. La expresión «contra ti,
contra ti solo pequé» (6a) no quiere decir que esta persona no haya
ofendido al prójimo. Su pecado consiste en haber cometido una
injusticia (4a). Esta expresión quiere decir que la injusticia cometida contra
un semejante es un pecado contra Dios y una violación de la Alianza. El
salmista, pues, tiene una aguda conciencia de la transgresión que ha
cometido. Pero mayor que su pecado es la confianza en el Dios que le
perdona. Mayor que su injusticia es la gracia de su compañero fiel en
la Alianza. Lo que el ser humano no es capaz de hacer (saldar la deuda que
tiene con Dios), Dios lo concede gratuitamente cuando perdona.
El tema de la súplica está presente en la vida de Jesús (ya hemos tenido
ocasión de comprobarlo a propósito de otros salmos de súplica individual).
La cuestión del perdón ilimitado de Dios aparece con intensidad, por
ejemplo, en el capítulo 18 de Mateo, en las parábolas de la misericordia
(Lc 15) y en los episodios en los que Jesús perdona y «recrea» a las
personas (por ejemplo, Jn 8, 1-11; Lc 7, 36-50, etc).
El motivo «lavar» (Sal 51, 4a) resuena en la curación del ciego de
nacimiento (Jn 9, 7); el «purifícame» (Sal 51, 4b) indica hacia toda la
actividad de Jesús, que cura leprosos, enfermos, etc.
La cuestión de la «conciencia de los pecados» aparece de diversas maneras.
Aquí, tal vez, convenga recordar lo que Jesús les dijo a los fariseos que
creían ver: «Si fueseis ciegos, no tendríais culpa; pero como decís que
veis, seguís en pecado» (Jn 9, 41). En este mismo sentido, se puede
recordar lo que Jesús dijo a los líderes religiosos de su tiempo: «Si no
creyereis que “yo soy el que soy”, moriréis en vuestros pecados» (Jn 8,
24).
5. Rezar el salmo 51
Este salmo es una súplica individual y se presta para ello. Conviene
rezarlo cuando nos sentimos abrumados por nuestras culpas o
«manchados» ante Dios y la gente, o «en deuda» con ellos; cuando
queremos que el perdón divino nos cree de nuevo, ilumine nuestra
conciencia y nos dé nuevas fuerzas para el camino...
Otros salmos de súplica individual: 5; 6; 7; 10; 13; 17; 22; 25; 26; 28; 31;
35; 36; 38; 39; 42; 43; 54; 55; 56; 57; 59; 61; 63; 64; 69; 70; 71; 86; 88;
102; 109; 120; 130; 140; 141; 142; 143.
(Comentarios tomados del libro de BORTOLINI, J., Conocer y rezar los
salmos, San Pablo, Madrid 2011, págs. 252-257)
*********************************
CUESTIONARIO para la REFLEXIÓN PERSONAL
y para COMPARTIR
Este trabajo de LECTURA y de RESUMEN es para mí, para mi propia
formación y un modo de GUSTAR y ORAR con los Salmos. Esto lo tengo
claro.
Pero también es verdad que puedo AYUDAR a otras personas con mis
aportaciones-reflexiones, con mis sugerencias y mis resúmenes. Por eso,
también voy a empeñarme en este trabajo.
Además, el compartir con otras personas ENRIQUECE SIEMPRE. Y
aunque yo sé que este compartir es completamente opcional, voy a intentar
realizarlo, aunque sea poco a poco. Así ayudaré a quien pueda en este caminar.
***************************
NOTA: Recuerda que este Cuestionario son como PAUTAS para ayudar
en la reflexión y trabajo personal. No te sientas esclavo de él; escoge lo
que más te vaya y te parezca más interesante. Lo que sí es importante
es que hagas un esfuerzo por realizar un RESUMEN da cada Salmo.
¡Te ayudará!
*************************
1. ¿Qué sentimientos has vivido al rezar, -acaso por primera vez-, este
Salmo? Anota lo que has vivido.
2. ¿Qué versículos (o frases) de este Salmo son los que te han
impactado? ¿Por qué crees que ha sido así?
3. ¿Has entendido los COMENTARIOS que realiza el autor a este
Salmo? ¿Alguno de ellos te ha parecido complicado? ¿Cuál?
4. ¿Cuál sería el RESUMEN sobre las enseñanzas que te ofrece el autor
sobre este Salmo? ¿No te gustaría compartirlo?
5. Después de realizar el estudio personal sobre este Salmo, ¿Has vuelto
a rezar con él? ¿Has disfrutado más, habiendo entendido sus claves?
6. ¿Te han quedado DUDAS que te gustaría plantear a alguien del
Grupo? Hazlo, si lo crees oportuno.