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RESUMEN NARRATIVO
M. Cecilia Hidalgo T.
Los primeros estudios universitarios: Tras mi graduación de la enseñanza media a
fines de 1958, decidí estudiar Bioquímica, una carrera nueva creada recién en 1957 por la
Universidad de Chile en la entonces Facultad de Química y Farmacia. Esta elección de carrera
fue bastante poco convencional, ya que con mis calificaciones podría haber optado por una
carrera más tradicional como Medicina. Sin embargo, desde muy joven supe que quería
dedicarme de lleno a la investigación científica y la carrera de Bioquímica me daba la
posibilidad de hacerlo. Tras cinco años de estudios básicos, inicié mi tesis bajo la dirección
inspiradora de la Dra. Mitzy Canessa. Mi proyecto de tesis consistió en estudiar el efecto de
inhibidores mitocondriales sobre el transporte activo de sodio en el epitelio de la vejiga de sapo,
con el propósito de investigar la participación de las mitocondrias como fuente de energía para
este proceso. Me recibí de Bioquímico con honores en enero de 1965 y mi trabajo de tesis se
publicó el año 1967 en el Journal of Cell Physiology.
El doctorado en Chile: Mis compañeros de bioquímica que decidieron dedicarse a la
investigación optaron por salir al extranjero a hacer un doctorado, pues en Chile en esos años
prácticamente no existían programas regulares de doctorado. Sin embargo, me contagió el
entusiasmo de los Drs. Mario Luxoro, Eduardo Rojas, Fernando Vargas y Mitzy Canessa por
desarrollar ciencia de frontera en fisiología celular y biofísica en Montemar y decidí hacer mi
doctorado en Chile, aunque no existía todavía un programa formal en la Universidad de Chile.
Trabajé primero por un corto tiempo con el Dr. Eduardo Rojas, midiendo el efecto de
inhibidores mitocondriales en los flujos de calcio en axones aislados del calamar gigante, y
luego inicié mi proyecto de tesis midiendo flujos de sodio en los mismos axones.
En esos años Montemar era el equivalente chileno de las estaciones de biología marina
de Woods Hole, en los Estados Unidos, y de Plymouth, en Inglaterra, los lugares donde se
llevaba a cabo la investigación de frontera de la fisiología celular de células excitables. Así fue
como me transformé en la primera estudiante enrolada en el de Programa de Doctorado de la
Facultad de Ciencias de la U. de Chile, que estaba aun en proyecto. Para poder financiar mi
investigación, escribí un proyecto que fue financiado por Conicyt en su concurso anual y me
transformé a los 26 años en investigadora responsable. Trabajé de 1966 a 1969 en mi doctorado,
combinando el trabajo experimental en Montemar durante el verano con los cursos en Santiago
durante el resto del año.
Al laboratorio de Montemar venían los fisiólogos más famosos durante el invierno del
hemisferio norte, pues allá no tenían calamares (jibias) para trabajar. Por lo tanto, tuve muchas
oportunidades de discutir mi trabajo con quienes estaban trabajando en la frontera del
conocimiento en una atmósfera tan estimulante que hasta el día de hoy recuerdo con
agradecimiento. Mi proyecto de tesis se desarrolló bien y en colaboración con Ramón Latorre
logramos publicar 3 trabajos, uno de ellos en Nature y 2 en el Journal of Physiology. Me gradué
de Doctor en Ciencias el 3 de septiembre de 1969 junto con Ramón Latorre, siendo la primera
mujer en hacerlo así como uno de los dos primeros doctores de la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Chile.
Entrenamiento postdoctoral: Durante la etapa final del desarrollo de mi tesis llegué a
la conclusión que quería ampliar mi formación y adquirir conocimientos adicionales para poder
emprender el tipo de investigación que quería hacer a futuro. Obtuve una beca postdoctoral del
National Institute of Mental Health (NIMH) en Bethesda, MD, Estados Unidos, para trabajar
con el Dr. Howard Nash, quien había cambiado su línea anterior de investigación de la fisiología
del axón gigante de calamar para iniciar el estudio de la biología molecular del fago lambda.
Viajé con mi familia a Estados Unidos en septiembre de 1969, donde tuve casi 3 años de
entrenamiento postdoctoral en NIMH que fueron muy formativos y que me permitieron
aprender nuevos enfoques y técnicas que he utilizado hasta el día de hoy. Publiqué 2 trabajos
como resultado de este período, además de haber tenido la oportunidad única de conocer e
interactuar con muchos biólogos moleculares prominentes que trabajaban en NIH en ese tiempo.
Mi trabajo como investigadora independiente: A mi regreso a la Universidad de Chile
en abril de 1972 inicié 2 proyectos diferentes, que consistían en estudiar por una parte la cinética
de transporte de azucares en una bacteria marina y como se afectaba tras infección con el fago
PM2 y por otra, en estudiar transporte de calcio en el músculo de picoroco. Estas dos líneas de
trabajo, que produjeron 3 publicaciones, se vieron interrumpidas por el golpe militar del año
1973 que cambió radicalmente la atmósfera de la Universidad de Chile haciendo poco grato
poder continuar haciendo investigación en el país. Nuestra familia viajó a Boston en mayo de
1974, donde inicié una estadía como Research Associate en el Boston Biomedical Research
Institute (BBRI), donde existía un fuerte grupo de investigación en la bioquímica y la fisiología
del músculo, y por lo tanto, era un excelente ambiente para continuar mi trabajo sobre la
regulación del transporte de calcio en músculo. Mi carrera científica se desarrolló muy bien en
Boston. Al cabo de tres años obtuve mi primer proyecto financiado por NIH y me transformé en
investigadora independiente, y en 1978 obtuve un nombramiento como Associate de la Escuela
de Medicina de la Universidad de Harvard. Los 10 años que permanecí en el BBRI fueron muy
productivos científicamente y me dieron la oportunidad de involucrarme en el proceso de
revisión de proyectos de NIH como revisor ad-hoc y en las actividades de la Sociedad de
Biofísica norteamericana.
Tras llevar casi 10 años en Boston, mi marido y yo decidimos regresar a Chile porque
llegamos a la conclusión que nuestro lugar estaba acá. Nunca pensamos en dejar Chile en forma
definitiva, y además de sentir que teníamos una deuda con Chile por habernos educado en forma
prácticamente gratis, sabíamos que en este país haríamos una diferencia significativa debido al
pequeño tamaño de nuestra comunidad científica. Creo que es importante entrenar acá a las
futuras generaciones de científicos nacionales, en la esperanza de que algún día podamos
acercarnos a las naciones más avanzadas del orbe. En octubre de 1983 volvimos a Chile, pese a
que no logramos obtener una posición académica en el país por más que lo intentamos desde
Boston. A mi regreso, trabajé ad-honorem en la Facultad de Medicina por un año. Felizmente,
las autoridades administrativas de NIH me permitieron mantener parte de los fondos de mi
proyecto NIH de 5 años, siempre que viajara a Boston en los 3 años siguientes por un período de
1 a 2 meses por año. Este arreglo me permitió iniciar relativamente bien mi línea de
investigación en Chile, donde fui la primera científica contratada en julio de 1984 en el recién
creado Centro de Estudios Científicos de Santiago, y luego en octubre del mismo año por la
Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
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En Chile he logrado consolidar un grupo de investigadores que trabajan en la
señalización por calcio en células excitables. He podido también contribuir en forma
significativa a desarrollar políticas científicas en nuestro país. Es probable que si me hubiera
quedado en los Estados Unidos hubiera publicado un mayor número de trabajos. Sin embargo,
mi vida como científica aquí en el país ha sido muy satisfactoria. Tengo proyectos de
colaboración con científicos chilenos, latinoamericanos, europeos, de Estados Unidos y
Canadá. He seguido viajando al exterior para presentar nuestro trabajo en prestigiosos foros
internacionales y actualmente dirijo el Centro FONDAP de Estudios Moleculares de la Célula
de la Facultad de Medicina, uno de los 7 centros FONDAP del país. Comparado con la situación
que existía el año 1983, un número mucho mayor de jóvenes científicos se están formando
actualmente en Chile y confío en que podremos retener a la mayoría de ellos. De suceder esto, el
sueño de poder disminuir la distancia con los países desarrollados se hace más viable.
Principales logros científicos: Durante los 10 años que estuve en Boston inicialmente
centré mi investigación en las propiedades funcionales del transporte de calcio en músculo, y
estudié, en particular, cómo los lípidos que afectan la enzima responsable del transporte de
calcio controlan esta actividad. Los trabajos que se originaron establecieron que se requiere una
membrana fluida para que la enzima responsable del transporte de calcio pueda efectuar los
cambios conformacionales necesarios para transportar este ion a través de la membrana. Luego
de unos años inicié en Boston una nueva línea de investigación para estudiar las propiedades de
las membranas de los túbulos transversales del músculo esquelético. Elaboramos una estrategia
nueva para aislar estas membranas y he caracterizado a lo largo de los años varias propiedades
de este sistema. Las publicaciones resultantes de los estudios realizados en Boston han recibido
en conjunto más de 1000 citas en la literatura.
A mi regreso a Chile inicié una nueva línea de investigación para estudiar los canales de
liberación de calcio de células excitables. Estas proteínas poseen un papel protagónico en la
amplificación de las señales celulares de calcio, lo que las hace altamente relevantes para
comprender el funcionamiento del músculo cardíaco y esquelético y lo que es aun más
importante, para descifrar los mecanismos moleculares que subyacen la plasticidad sináptica, un
proceso fundamental para la memoria y el aprendizaje. Hemos encontrado recientemente que el
estado redox celular condiciona la actividad de los canales de liberación de calcio. Pensamos
que estos estudios tienen importantes proyecciones para comprender la fisiología normal del
músculo y las neuronas y para poder analizar, además, procesos patológicos como las
enfermedades degenerativas. El conjunto de los trabajos realizados en Chile ha recibido más de
1500 citaciones en la literatura.
Otras contribuciones: Desde la época de Boston, he estado activamente involucrada en
las actividades de varias Sociedades científicas nacionales e internacionales. He sido Presidente
de la Sociedad de Biofísicos Latinoamericanos, de la sección de Biofísica de la Sociedad de
Biología de Chile y de la Sociedad de Biología de Chile. Participé en el Consejo de la Sociedad
de Biofísica de Estados Unidos y también fui integrante de su Executive Board. Actualmente
pertenezco al Consejo de la International Union of Physiological Sciences y al Comité Ejecutivo
de la International Union of Biochemistry and Molecular Biology, a cargo del Comité de
Educación. Pertenezco además al Consejo Directivo de la Comisión Nacional de Iniciativas
Científicas para el Milenio e integré el Consejo Directivo del Fondo Competitivo del Programa
MECESUP. Además he participado intensivamente en la formación de estudiantes de pre y
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postgrado y pertenezco o he pertenecido a los Comités de Doctorado de las Facultades de
Ciencias, de Medicina y de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile. He
organizado varios cursos y congresos internacionales y nacionales en Chile y he dedicado parte
de mi tiempo a variadas actividades administrativas dentro y fuera de la Universidad de Chile.
En el año 2002 me incorporé como Académica a la Academia de Ciencias de América
Latina y como Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de Ciencias. En el mismo año
inicié mi labor como Directora del Centro FONDAP de Estudios Moleculares de la Célula, uno
de los siete Centros FONDAP que existen en el país y que cubren variadas áreas de las ciencias,
incluyendo Astronomía, Ecología, Oceanografía, Física y Matemáticas, además de Ciencias
Biomédicas. El tema central de investigación de nuestro Centro es estudiar transducción de
señales en células normales y patológicas, un área que en años recientes ha emergido como uno
de los temas centrales de la Biología Celular moderna. Nuestro Centro reúne a seis
investigadores líderes, a más de doce co-investigadores y cerca de 50 estudiantes de Doctorado,
y está fuertemente vinculado a los Programas de Doctorado de la Facultad de Medicina y de
otras Facultades de la Universidad de Chile. A través de la incorporación de científicos jóvenes
esperamos que nuestro Centro contribuya a formar una nueva generación de científicos
biomédicos de excelencia. Actualmente, la investigación clínica en el país está mucho menos
desarrollada que la investigación básica. Esta situación debe cambiar si queremos un país que
aporte mejor salud a sus habitantes. Esperamos que la nueva generación que emerja de nuestro
Centro lleve la ciencia biomédica chilena a nuevos niveles de excelencia y que estudie
problemas de salud relevantes para Chile.
Quisiera destacar en este resumen narrativo mi participación en iniciativas del gobierno
para apoyar la ciencia, y mi también reciente interés y participación en el tema de la mujer y la
ciencia. Integré la Comisión Asesora Presidencial en Materias Científicas, creada por el
entonces Presidente Eduardo Frei en 1995, que reunió 5 científicos de los distintos campos de la
ciencia. Esta Comisión desarrolló e implementó dos nuevas iniciativas para apoyar la ciencia
chilena: las Cátedras Presidenciales en Ciencia y la Iniciativa Científica Milenio, que posee un
Consejo Directivo del cual formo parte. Al apoyar la ciencia de excelencia, estos dos nuevos
programas han contribuido significativamente a mejorar la calidad de la investigación que se
realiza en el país, y me siento orgullosa de haber dedicado mucha energía y tiempo a ellos.
Este ultimo año he sido invitada, además, a participar en iniciativas tendientes a mejorar
la situación de las mujeres científicas, incluyendo un foro en ciudad de México donde participé
como ponente en la mesa redonda titulada: Liderazgo Científico de Mujeres. Estoy iniciando
este tipo de actividades en la Academia Chilena de Ciencias, y participo en una red de apoyo a
científicas jóvenes latinoamericanas, organizada por el Fogarty Center, NIH. Numerosos
estudios, incluyendo un reciente estudio del Consejo de Academias de Ciencias (que incluye las
academias de todo el mundo), ha mostrado que hay serios problemas en el reconocimiento hacia
los logros de las mujeres científicas, lo que se traduce en que hay muy pocas que llegan a
posiciones de liderazgo. Por lo tanto, considero que es importante dedicar tiempo a tratar de
mejorar esta situación, pues no parece justo que se excluya el talento y las capacidades creativas
de las mujeres en el ámbito de la ciencia.
Santiago, junio de 2006
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