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Nietzsche: Contexto histórico,
cultural y filosófico
El XIX es un siglo extraordinariamente agitado. Se le suele
denominar el «siglo de las revoluciones", si bien esta agitación
proviene de finales del siglo anterior, ya que la Revolución
Francesa de 1789 acabó con el Antiguo Régimen y transformó
económica y socialmente toda Europa.
Durante la segunda mitad de este siglo, época en la que
Nietzsche desarrolla su actividad filosófica, una corriente denominada «positivismo", filosófico y científico, dominaba Europa. El positivismo, creado por Auguste Comte y desarrollado
por Stuart Mill y Spencer, fue un movimiento que tuvo claros
antecedentes en el empirismo inglés, en el fenomenismo
kantiano y en la idea de progreso de la Ilustración. Sus
características esenciales son las siguientes:
- La admiración por la ciencia como única forma válida de
conocimiento.
- Una actitud de crítica a la metafísica. Según estos pensadores,
todo lo que está más allá del conocimiento de los sentidos no
tiene validez y es un contrasentido.
- La creencia en la idea de un progreso ilimitado de la sociedad
y de la capacidad moral del ser humano. Según esta teoría, una
vez desechados todos los valores metafísicos y religiosos que
limitan al ser humano, se producirá un progreso ilimitado de la
vida social y cultural de la humanidad.
El factor fundamental que influirá en la filosofía del positivismo
en esta época es el prodigioso desarrollo de la ciencia en general.
Baste pensar, dentro del campo de la física, en el descubrimiento
de los rayos X y de la radiactividad, en las investigaciones de
Max Planck sobre los átomos, en los adelantos de Lamarck y
Darwin en el campo de la biología, que propusieron una de las
teorías científicas de mayor trascendencia posterior: la teoría de
la evolución natural.
Frente a este ambiente científico y cultural, surgieron toda una
serie de teorías que pueden definirse como «filosofías de la
vida». Una de las más importantes es la de Friedrich Nietzsche.
Seguidor de la filosofía de Schopenhauer y conocedor de la
filosofía clásica griega, revolucionó el concepto de filosofía que
desde Platón había predominado en la cultura occidental.
En los comienzos del nuevo siglo, Europa fue agitada por
fermentos nacionalistas e imperialistas que, aun desarrollándose
de manera diferente en cada país, tuvieron en un lapso de pocos
años un trágico desenlace común: la Primera Guerra Mundial.
Nietzsche, en esta época de transición, tuvo una capacidad
premonitoria de la inminencia de las catástrofes que cambiarían
los valores y el modo de vivir de los europeos del siglo XX.
Empirismo. Teoría filosófica que
considera la experiencia, es decir, el
conocimiento sensible, el origen del
conocimiento válido y objetivo. Al
contrario que el racionalismo de
Descartes, que desecha los sentidos
en favor de la razón, el empirismo
afirma que todo conocimiento deriva de
la experiencia y tiene que ser verificado
y justificado recurriendo a los datos de
los sentidos. Por ello, para los
empiristas, la mente es como un libro
en blanco en el cual las impresiones del
mundo exterior van dejando, poco a
poco, sus huellas.
Fenomenismo. El fenomenismo kantiano
es el resultado de su forma de concebir
el conocimiento. Según Kant, como
para los empiristas, el conocimiento
empieza y tiene su límite en la
experiencia. Ahora bien, la sensibilidad
no se limita a recibir las impresiones de
las cosas externas sin más y a
almacenarlas, sino que las organiza de
acuerdo con las intuiciones del espacio
y el tiempo, que conforman su
estructura. El resultado de esta
actividad de la sensibilidad son los
fenómenos, sobre los que se aplica el
entendimiento para producir el
conocimiento intelectual. El
fenomenismo implica, además, que
nuestro conocimiento no puede ir más
allá de la experiencia, y que la «cosa en
sí», los objetos de los que se supone
que parten nuestras impresiones, no es
cognoscible. Por tanto, solo
conocemos fenómenos: los datos de
los sentidos organizados de acuerdo
con la estructura de ia sensibilidad.