Download Fiesta de la Inmaculada

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
www.mercedariasmisionerasdeberria.net
EL CORAZÓN MÁS BELLO
Un buen día, un hombre joven se puso en el centro de un poblado y proclamó a
gritos que él poseía el corazón más hermosos de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor, y todos admiraron y confirmaron
que su corazón era perfecto, pues no se observaba en él ni manchas ni rasguños.
Sí, todos coincidieron en que era el corazón más hermoso que habían visto. Al
sentirse admirado, el joven se sintió aún más orgulloso y, con mayor fervor, aseguró
poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto, un anciano se acercó y dijo:
-¿por qué dices eso, si tu corazón no es, en realidad, tan hermoso como el mío?
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si
bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices, e incluso había zonas donde
faltaban algunos pedazos, los cuales habían sido reemplazados por toros que no
encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su
derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban grandes trozos.
La gente se sintió sobrecogida. ¿Cómo puede decir que su corazón es más
hermoso?, pensaron.
El joven contempló el corazón del anciano y, al ver su deteriorado aspecto, se
echó a reír.
- Debes de estar bromeando –le dijo-. Compara tu corazón con el mío. El mío es perfecto.
En cambio, el tuyo es un amasijo de cicatrices y dolor.
- Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás quisiera ser como tú.
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué
trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos,
a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó
abierto. Como la piezas no eran iguales, quedaron los bordes, de los cuales me alegro,
porque me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo veces en las que entregué
un trozo de mi corazón a alguien, pro esa persona no me ofreció un poco del suyo a
cambio. De ahí los huecos. Dar amor es arriesgar; pero, a pesar del dolor que esas
heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y
alimentan la esperanza de que algún día, tal vez, regresen y llenen el vacío que han
dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es un corazón
verdaderamente hermoso?
“Regálame la salud de un cuento”. José C. Bermejo. Sal Térrea.
www.mercedariasmisionerasdeberria.net
LETANÍA A MARÍA DE NAZARET:
Señor, Dios, Padre-Madre, creador de la vida: (Todas) Te alabamos.
Cristo, Hijo de Dios, nacido de mujer: Te bendecimos
Espíritu Santo, aliento de Dios: Te glorificamos.
María de Nazaret, mujer sencilla y campesina: Camina con nosotras
María, Mujer de los pequeños detalles y servicios: Camina con nosotras
María, Mujer solidaria con quienes lo necesitan: Camina con nosotras
María, Mujer de fe, que supiste comprender al Hijo de Dios: Camina con nosotras
María, que supiste acompañar la misión de tu hijo: Camina con nosotras
María, Mujer fiel en las alegría y el dolor: Camina con nosotras
María, Mujer comprometida con tu pueblo: Camina con nosotras
María, Mujer que acompañaste a la Iglesia naciente Camina con nosotras
María, discípula de tu Hijo: Enséñanos a ser discípulas
Mujeres de Galilea, acompañantes de Jesús: Enseñadnos a ser discípulas
Mujeres que acompañasteis a María al pie de la cruz: Enseñadnos a ser discípulas
Mujeres que creyeron y anunciaron el misterio pascual: Enseñadnos a ser discípulas
Mujeres, primeros testigos de la resurrección: Enseñadnos a ser discípulas
Mujeres de las primeras comunidades cristianas: Enseñadnos a ser discípulas
Para que las mujeres nos acerquemos a tu Palabra con ojos y corazón de mujer: Cristo, óyenos
Para que aprendamos a reconocer a Dios como Padre-Madre: Cristo, escúchanos
Para que en la Iglesia sea admitida nuestra responsabilidad compartida, como discípulos iguales:
Cristo, ayúdanos.
SALMO 97
Cantad al Señor un cántico nuevo,
Cantad al señor con María Inmaculada,
que ella es la canción más bella,
cántico siempre recién estrenado.
Porque ha hecho maravillas.
Hizo la luz, hizo la vida,
hizo el amor, hizo a María.
Su diestra le ha dado la victoria.
Victoria limpia, bandera blanca,
hecha carne humana,
victoria de la verdad y del amor
sobre la odiosa serpiente del engaño.
El Señor da a conocer su victoria.
Revela a las naciones el misterio
de la madre justificada por el Hijo.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad.
Y la revela en la Hija de Israel,
en el Hijo del hombre
y en todos los hijos de los hombres.
Aclamad al Señor, hij@s tod@,
l@s más pobres y pequeñ@s,
con la Hija de Israel,
con el Hijo de Dios,
porque su amor es el más fuerte.
www.mercedariasmisionerasdeberria.net
“La realidad de María, como una realidad humana, es paradójica, y desde esta
paradoja es desde donde podemos entenderla. Ciertamente que, como agraciada
está colmada, pero si María no conservara su percepción real de sí misa, su ser
limitado, no podía desear. Es porque desea, por lo que puede pronunciar su
decisión: que se haga. Y es también porque desea, por lo que se puede autodefinir
como “sierva”. Esto la deja psicológicamente abierta hacia el futuro, abierta ante sí
misma, abierta ante Dios, abierta para el hijo que desde ese momento le crece
dentro. Y porque conserva su consciencia carencial, porque se conserva abierta –y
no cerrada- se capacita para el goce… Por eso dice que se goza en Dios su
Salvador…
Dios la ha mirado, la ha transformado, la ha llenado, desde el respeto y la libertad
personalizadotas. Y eso es lo que vive en su cuerpo: el gozo libre de saberse amada
en una mirada de respeto, no posesiva. Tampoco ella intenta dominar. Se presta al
diálogo libre y en su cuerpo queda inscrito no un servilismo pasivo como a veces
hemos creído, sino una decisión voluntaria de hacerse servidora en la consciencia
de su propia realidad”
(Mercedes Navarro. “María, la Mujer”)
“DIOS TE SALVE, MARÍA…”
Mi pensamiento se eleva hacia aquélla a la que se dirige mi plegaria: María. “Una
joven desposada con un varón de la casa de David…” La respuesta de María barre
los demás pensamientos: “He aquí la esclava del señor, Hágase en mí según tu
palabra”
Esclava. ¿Qué quieres decir, María, con esa palabra? Nunca fuiste tan libre como
cuando la pronunciaste. Libre para amar a Dios, para entregar tu amor a José, a un
niño que se iba formando en tu seno, a tu prima Isabel, a los novios de Caná, a los
discípulos, a todos los hombres y mujeres…
Esclava-libre cuando veías crecer a tu hijo, sin comprenderlo, pero “meditando en
su corazón”. Cuando lo veías irse de casa siguiendo su camino, ocupándose “de las
cosas de su Padre”. Cuando estabas con él, al pie de la cruz, asistiendo a su último y
supremo acto de amor. “Mujer, ahí tienes a tu hijo”; y acoges al “discípulo amado”,
a cada uno de nosotr@s, aunténtic@s discípul@s amad@s del Señor.
Esclava- libre, como tú, María, nació la Iglesia-Comunidad, que se reunió contigo
en la espera pentecostal del Espíritu. “Reunidos en oración con María, la madre de
Jesús”. Espíritu ya prometido por el Señor; Espíritu de verdad; Espíritu de fuego;
Espíritu de vida. Sí, María. Jesús quiso una comunidad de mujeres y hombres libres,
iluminados, abiertos al Espíritu, creativos, dinámicos.
María, esclava-libre, libera a los esclavos de nuestro tiempo. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
Joaquín Cerezo ( “Cuerpo y Sangre”. Siro López)
www.mercedariasmisionerasdeberria.net
INMACULADA
Ant.: Unidas a todos los pueblos, cantamos al Dios que nos salva.
Bendito eres, Señor,
porque has hecho bendita entre todas la mujeres
a María, madre de tu Hijo y madre nuestra.
En esta fiesta de María queremos alabarte y bendecirte
porque nos has entregado a tu Hijo,
a través de la encarnación, haciéndolo como nosotros.
Así como la venida de tu Mesías
es la fuente de nuestro júbilo y de nuestra esperanza,
así también el gesto de María,
disponible y obediente a recibir con fe la Palabra divina
en su venida sobre la tierra, nos llena de alegría.
Ant.: Unidas a todos los pueblos, cantamos al Dios que nos salva.
Sabemos, Padre, que la acogida que, en su seno,
reservó María al Verbo hecho carne
fue resultado de un acto de fe profunda.
Por eso abrió la puerta de este mundo
al Mesías liberador.
Pero también sabemos que todos estos gestos suyos,
toda su vida, fue un don maravilloso
que Tú hiciste al género humano,
preparando el camino de la otra donación,
única y definitiva, que estabas gestando:
tu propio Hijo unigénito.
Ant.: Unidas a todos los pueblos, cantamos al Dios que nos salva.
Eres grande y generoso, Señor,
porque has querido que una mujer
fuese la primera creyente en tu Palabra santa,
cuando se iba a encarnar en nuestra naturaleza humana.
Ante este actuar tuyo, tan distinto del nuestro,
no podemos sino repetir las palabras de María:
nuestra alma engrandece al Señor
y nuestro espíritu se alegra en Dios nuestro Salvador,
porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava.