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Domingo 34º.Tiempo Ordinario. (B). Solemnidad de Cristo Rey. 22 de Noviembre 2012
Lecturas: Daniel 7, 13-14; Apocalipsis 1, 5-8; Juan 18, 33b-37
Texto de San Juan:
33 Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los
judíos?". 34 Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?". 35
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto
en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?". 36 Jesús respondió:
"Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi
servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es
de aquí". 37 Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió:
"Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la
verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".
Comentario:
Un juicio sin jurado
En el proceso a Jesús, el Señor va a pasar por varios juzgadores humanos, antes de la
sentencia de condenación a muerte.
Jesús, se defiende solo. No tiene quien responda por El. Ante Poncio Pilato, prefecto de
la provincia Romana de Judea, se encuentra el acusado y el acusador, el interrogado y el
interrogador, el creador y la creatura, el rey y el siervo, la verdad y el engañado.
Pilato formula, en este pasaje de San Marcos, como se puede observar, tres preguntas
fundamentales, al Señor:
¿Eres tú el Rey de los judíos? ¿Qué es lo que has hecho? ¿Entonces tú eres Rey?
Jesús responde con tres sentencias importantísimas:
1- Mi realeza no es de este mundo
2- Yo soy Rey
3- El que es de la verdad, escucha mi voz
Aquí podemos descubrir el secreto y el sentido de esta solemnidad. Jesús, se autoproclama
Rey, pero no como los reyes de su tiempo y de nuestro tiempo, porque su realeza no es de
este mundo. Como siervo sufriente, va a reinar desde la cruz, con los atuendos de un
condenado, con los brazos abiertos, como el sacerdote eterno, sobre el trono de un
madero, con una corona de espinas en la cabeza y la inscripción de una tablilla, que decía:
Jesus, Nazareno, Rey de los judíos; con el letrero abreviado, que aparecen en las cruces de
las Iglesias: I.N.R.I. Iesus, Nazarenus, Rex Iudaeorum (Jn19, 19)
Jesús, es el verdadero rey, y esta es la verdad, ante la mentira, el engaño, la trampa, la
traición, todo lo que rodeo principalmente la pasión de Jesús, el Vía Crucis del Señor. El
mismo va proclamarse: “yo soy la verdad, el camino y la vida”
El último acto de Jesús, el último YO SOY del Señor, es llamarse REY. Ahí corono su vida.
El quiere reinar. El quiere conquistar el reino más difícil, que no se consigue con la sangre
de las armas, ni con la violencia de los tiranos. El reino más difícil, la tierra más hermosa,
para reconquistar, porque es algo que le pertenece, tiene un nombre: el CORAZÓN
Y esas conquistas, esos triunfos, esas posesiones, llevan tiempo, porque este Rey, no entra
atropellando, ni embistiendo con dureza, sino que GOLPEA LA PUERTA de la vida, hasta
que le abran. Este el rey de los corazones. Esta es su verdadera realeza, cuando el puede
decir, aquí, en este corazón, Yo soy rey. Y ahora puede clavar en esa tierra difícil, pero
fértil, el trono donde va a reinar: La CRUZ, que es el signo de su reinado, el signo del amor,
de la entrega, de la donación, de la pascua.
Y cuando el Señor reina, en el corazón, en la mente, en la vida, puede extender su reino a
otros ambientes, a otros lugares, estar presente en las leyes y en las buenas costumbres,
en los medios de comunicación, en las escuelas, en los espacios sociales y en donde haya
un verdadero católico, un hombre, una mujer, llenos de Dios, se estará construyendo ya el
reino, “reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz” (Prefacio propio)
El fin de su vida, el fin del año litúrgico, el fin del mundo
Jesús, concluye su obra, sus últimas horas en la tierra, redimiendo a la humanidad,
reinando desde la cruz. Es el fin de sus días, y los comienzos del nuevo día, del domingo
sin ocaso, que inaugurará con su resurrección. Pero los misterios de la vida del Señor, que
se celebran en la liturgia y se comunican en los sacramentos, se cierran con esta
solemnidad de Cristo Rey, del Universo, de la Historia, de los hombres. Se cierra una
puerta, y se abre otra. Finaliza un ciclo, y empieza otro. El tiempo de Adviento. Y con la
esperanza puesta en el Señor, aguardamos la gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo,
al fin de los tiempos, cuando regrese, victorioso para completar su obra, que comenzó en
este mundo y culminara con los cielos nuevos y la tierra nueva, para venir como Pastor,
Juez y Rey Glorioso, para juzgar a vivos y muertos y su REINO NO TENDRA FIN.
Viva Cristo Rey
Esta es una de las solemnidades más importantes del calendario litúrgico, porque
celebramos que Cristo es el Rey del universo. La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el
Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en
público a Cristo Rey. En esa época y también en la nuestra, donde reinaban otros
antivalores, como el liberalismo social, el Santo Padre, sale a mostrar al mundo que no
podemos avergonzarnos de ser católicos, ni de encerrarnos en los templos, cayendo en la
tentación de tener como una doble vida, o un divorcio entre fe y vida. Soy católico en la
Iglesia pero pagano en el mundo y en la casa. Recordamos a los mártires mejicanos, que
murieron pronunciando con su boca y con su corazón antes de ser fusilados o martirizados:
Viva Cristo Rey.
En la fiesta de Cristo Rey celebremos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros
corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede
hacerse presente en nuestra vida.
Terminemos con esta hermosa de la oración colecta de la misa:
Dios Todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado,
Rey del Universo, haz que toda creatura, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu
majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amen
Padre Luis Alberto Boccia
Cura Párroco.
Parroquia Santa Rosa de Lima
Rosario