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LOS OJOS DE NUESTRO CORAZÓN
Reflexión dominical 15.07.12
Mons. José Ignacio Alemany Grau
Obispo Emérito.
El verso aleluyático de hoy dice así:
según expresión del Antiguo Testamento y
según la fraternidad que proclamó Jesús.
“El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón para
que comprendamos cuál es la esperanza a la
que nos llama”.
También les da autoridad sobre los espíritus
inmundos.
Por otra parte, les pide desprendimiento:
“no lleven para el camino nada más que un
bastón; ni pan ni alforja, ni dinero”.
Vamos a adentrarnos en las distintas
enseñanzas de hoy para que con la luz de
Dios los ojos de nuestro corazón descubran
cómo en realidad Jesucristo es el mayor
evangelizador que colmó con creces nuestra
esperanza de salvación:
También les pide que lleven sandalias pero
no han de llevar una túnica de repuesto y es
que la pobreza debe ser uno de los
distintivos del misionero de Cristo.
¡Jesucristo es lo máximo!
Les advierte además:
La primera lectura nos habla de Amós a
quien el Señor escogió como uno de sus
profetas.
“Quedaos en la casa donde entréis hasta
que os vayáis de aquel sitio.
Si un lugar no os recibe ni os escucha, al
marcharos sacudid el polvo de los pies para
probar su culpa”.
Amós era un hombre humilde que habló así
al sacerdote de la casa de Dios cuando lo
expulsó de Israel despreciando sus
mensajes: “Yo no soy profeta ni hijo de
profeta sino pastor y cultivador de higos.
Nos consta, por el mismo Evangelio, que
hicieron milagros de todo tipo y volvieron
felices a contarle a Jesús el resultado de su
misión.
El Señor me sacó de junto al rebaño y me
dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo Israel”.
A través de estos consejos, Jesús nos enseña
cómo debe ser el que lleva la buena noticia
de Dios a los hombres:
Pues este hombre, que se reconoce pastor y
no profeta, le dio a Israel importantes
profecías que encerraban un severo castigo
debido a las graves idolatrías que habían
cometido. A su manera los evangeliza,
proclamando el plan de Dios sobre Israel,
invitándolo a la conversión.
Sin seguridades humanas, sin obligar a
nadie, sino respetando su libertad y al
mismo tiempo resaltando el valor que tiene
el Evangelio.
Junto a la humildad de Amós y estos
consejos para los apóstoles, encontramos
hoy la lección de Pablo a los Efesios, donde
nos describe todas las bendiciones que el
Dios eterno ha querido darnos a través del
gran evangelizador, Jesús:
Jesús en el Evangelio da buenos consejos a
sus apóstoles para que vayan a evangelizar.
Mateo es más extenso en su relación, pero
Marcos, nuestro compañero del ciclo B, los
expone aquí también, aunque de una manera
más escueta.
En primer lugar Jesús los envía de dos en
dos para que su testimonio tenga más valor,
1
En su Persona hemos sido elegidos por Dios
para que sepamos que debemos ser “santos
e irreprochables ante Él por el amor”.
Cuando uno recibe un tesoro es responsable
de él. Nosotros también somos responsables
del tesoro que hemos recibido de Dios por
Cristo.
También Dios “nos ha destinado en la
persona
de
Cristo”
(sin
ningún
merecimiento nuestro sino) “por pura
iniciativa suya a ser sus hijos”.
Tenemos el Evangelio de nuestra salvación
y estamos seguros de que hemos sido
marcados por Cristo con el Espíritu Santo y
este tesoro debemos compartirlo con los
demás.
Por Jesús, “por su sangre, hemos recibido la
redención, el perdón de los pecados”.
No olvidemos, pues, nunca a este Espíritu
del Padre y del Hijo que es la prenda de
nuestra herencia. Y sabemos que nuestra
herencia es Dios y la compartimos con
Cristo nuestro hermano mayor.
El fruto de su entrega es nuestra salvación.
De verdad, si lo meditamos bien, podemos
decir que “el tesoro de su gracia, sabiduría
y prudencia ha sido un derroche para con
nosotros, dándonos a conocer el misterio de
su voluntad”.
Finalmente recordemos que la salvación nos
viene siempre del Padre Dios a través de
Cristo en el Espíritu Santo.
Y tengamos en cuenta que todo cuanto ha
hecho Jesús y cuanto debemos hacer
nosotros, ha de ser siempre para gloria del
único Dios y Señor que nos ha salvado y
redimido.
Una vez más nuestra vida y nuestra misión
tienen origen trinitario y que nuestra vida
sólo tiene una meta: Dios.
José Ignacio Alemany Grau, obispo
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