Download Dossier sobre Cambio Climático Nº 31

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15 de septiembre de 2012
Nº 31
1. Clima al límite, precios al límite: El coste alimentario del cambio climático
1
2. "A más deforestación, menos lluvias"
11
3. Las TIC y la Adaptación al Cambio Climático: Posibilitando Estrategias Innovadoras, por
Angelica V. Ospina & Richard Heeks
12
4. Cuando la muerte golpea la puerta del Protocolo de Kyoto
20
5. Conflictos por el agua asoman en el horizonte
22
1. CLIMA AL LÍMITE, PRECIOS AL LÍMITE: EL COSTE ALIMENTARIO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Como demuestra la sequía de 2012 en los Estados Unidos, los fenómenos meteorológicos
extremos se traducen en unos precios de los alimentos extremadamente altos. El fracaso a la
hora de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero plantea un futuro
con una mayor volatilidad de los precios de los alimentos, lo cual tendrá graves consecuencias
para la precaria situación de las vidas y medios de vida de las personas que viven en la
pobreza.
Este informe se basa en una nueva investigación que predice a través de modelos los efectos
de unas condiciones meteorológicas extremas en los precios de los principales cultivos básicos
a escala internacional en 2030. El informe plantea que las investigaciones existentes hasta la
fecha, que examinan los efectos graduales del cambio climático pero que no tienen en cuenta
los fenómenos meteorológicos extremos, están subestimando de manera significativa las
posibles consecuencias del cambio climático en los precios de los alimentos. Esta
investigación muestra cómo una serie de fenómenos meteorológicos extremos que se
produjesen en un solo año podrían ocasionar unas escaladas de precios de una magnitud
comparable a dos décadas de aumentos continuados de dichos precios.
Asimismo, el informe señala la necesidad urgente de llevar a cabo una profunda evaluación de
la resistencia ante el estrés del sistema alimentario mundial en un mundo cada vez más
afectado por el cambio climático.
Los precios de los alimentos en un clima cambiante
Probablemente, el incremento del hambre sea una de las consecuencias más salvajes del
cambio climático sobre la humanidad. Las emisiones de gases de efecto invernadero están
provocando aumentos de las temperaturas, cambiando los regímenes de lluvias y aumentando
la probabilidad de incidencia de fenómenos meteorológicos extremos, como la sequía de 2012
en el Medio Oeste de los Estados Unidos, lo que tiene unos efectos devastadores en la
producción agrícola. En un contexto de crecimiento poblacional y de cambio en las dietas, los
cuales supondrán una lucha continua de la producción alimentaria para responder a la
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creciente demanda, las perspectivas de la seguridad alimentaria en un futuro con un cambio
climático no controlado resultan sombrías.
Los efectos del cambio climático en la producción de alimentos ya son visibles, y empeorarán
a medida que el cambio climático se acelere. En primer lugar, los cambios paulatinos de las
temperaturas medias y de los regímenes de lluvias están haciendo que las producciones
mundiales medias disminuyan. A esto hay que añadir las pérdidas de cultivos como resultado
de unos fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes e intensos.
Las investigaciones desarrolladas hasta la fecha se han centrado casi exclusivamente en los
primeros efectos, analizando a través de la construcción de modelos el alcance del aumento de
los precios medios a largo plazo sin tener en cuenta la volatilidad de los precios causada por
fenómenos meteorológicos extremos. A pesar de que esto es sólo una parte del análisis, los
resultados no dejan de ser alarmantes. Una investigación encargada por Oxfam indica que el
precio medio de alimentos básicos como el maíz podría aumentar más del doble en los
próximos 20 años en comparación con las tendencias de los precios observadas en 2010; casi
la mitad de ese incremento se debería a 4los cambios de las temperaturas medias y de los
regímenes de lluvias.
La situación se agravará debido a que los fenómenos meteorológicos, cada vez más frecuentes
y extremos, generarán escasez, desestabilizarán los mercados y precipitarán las escaladas de
los precios de los alimentos, que se sumarán a los aumentos estructurales ya previstos de los
precios.
La sequía de los Estados Unidos en 2012, la más grave en medio siglo, es una muestra de
cómo las crisis relacionadas con el clima, especialmente cuando se producen en países que son
grandes exportadores de productos agrícolas, pueden hacer que los precios aumenten de
manera precipitada a corto plazo.
Asimismo, pueden desencadenar respuestas entre los países productores y los países
consumidores, como por ejemplo la prohibición de las exportaciones en el caso de la sequía en
Rusia de 2010, lo cual hizo que aumentaran los precios aún más. La presión que las escaladas
de los precios han ejercido sobre el sistema alimentario mundial en los últimos años ha
agravado la inestabilidad política y los conflictos sociales en muchas partes del mundo.
Este tipo de fenómenos meteorológicos extremos, y los altos precios de los alimentos, podrían
convertirse en lo “normal”. Se necesitan más investigaciones que midan la resistencia al estrés
del sistema alimentario mundial, para poder así identificar tanto sus vulnerabilidades como las
políticas necesarias para fortalecer la resiliencia, especialmente de los consumidores y los
productores de alimentos más pobres del mundo, en un mundo cada vez más afectado por el
cambio climático. La investigación que se presenta en este documento es un primer paso.
La volatilidad de los precios de los alimentos afecta especialmente a las personas más
pobres
Las escaladas de los precios de los alimentos son una cuestión de vida o muerte para muchas
de las personas que viven en países en desarrollo, que gastan hasta un 75 por ciento de sus
ingresos en alimentos. La FAO calcula que el aumento extremo de los precios de los
alimentos en 2007/08 contribuyó a un aumento del ocho por ciento del número de personas
desnutridas en África. Los aumentos de los precios en la segunda mitad de 2010 agravaron la
situación, y contribuyeron a que la cifra aproximada de personas que padecen hambre en el
mundo se incrementara hasta alcanzar los 925 millones.
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Para las personas vulnerables, los incrementos extremos y repentinos de precios pueden
resultar más devastadores que los aumentos graduales a largo plazo, a los que tienen más
opciones de adaptarse. Aunque los picos de los precios y sus correspondientes estrategias de
respuesta se den en el corto plazo, sus efectos se hacen notar durante generaciones. Un
aumento de la malnutrición puede causar retraso en el crecimiento y reducir el potencial de
desarrollo de los niños pequeños. La investigación de Oxfam sobre los efectos de la crisis del
precio de los alimentos en 2011 documenta cómo las estrategias de respuesta utilizadas
obligaron a las personas a cambiar sus dietas, vender activos productivos, endeudarse, sacar a
los niños de la escuela, casarse pronto y emigrar a zonas con mayor disponibilidad de
alimentos.
La volatilidad de los precios también afecta a los productores de alimentos a pequeña escala.
A los agricultores pobres puede resultarles difícil aprovechar los rápidos incrementos de los
precios, ya que no tienen acceso al crédito, a la tierra o a otros insumos necesarios para
aumentar la producción. Además, muchas pequeñas explotaciones agrícolas son en realidad
consumidores netos de alimentos, es decir que, cuando los precios aumentan, su situación
económica empeora. Por último, la volatilidad hace que los agricultores y agricultoras pobres
tengan más dificultades para invertir, ya que, al no tener acceso a instrumentos de cobertura,
no pueden asumir el riesgo de una futura caída de los precios.
La sucesión de sequías en el Sahel y en el Cuerno de África ha puesto de manifiesto las
dificultades que plantea la acumulación de crisis, ya que se erosiona la resiliencia y la
capacidad de recuperación de las personas entre una crisis y la siguiente. En la actualidad en
Níger se está viviendo una crisis alimentaria que afecta a más de cinco millones de personas,
menos de dos años después de la última crisis que tuvo lugar en 2010 y en la misma década
que la crisis de 2005. Para los países en desarrollo, un futuro en el que los fenómenos
meteorológicos extremos sean cada vez más frecuentes e intensos, con una menor
disponibilidad de alimentos y un aumento de precios, se traduce en una espiral descendente
hacia una situación de mayor inseguridad alimentaria y de una pobreza más profunda.
“¿Y si...?» hipótesis para 2030
Mientras el mundo se encamina hacia la tercera escalada de los precios de los alimentos en
cuatro años, la perspectiva de un futuro con unas condiciones meteorológicas más extremas
exige que se ponga a prueba el sistema alimentario mundial en un contexto de cambio
climático. Como primer paso, la nueva investigación que Oxfam ha encargado al Instituto de
Estudios de Desarrollo indaga sobre el modo en que los fenómenos meteorológicos extremos
consecuencia del cambio climático pueden afectar a la volatilidad de los precios de los
alimentos en el futuro. El objetivo no es predecir el futuro, sino, por un lado, entender mejor
el tipo de aumentos del precio de los alimentos que, en un mundo en donde los fenómenos
meteorológicos serán cada vez más intensos y frecuentes, podrían convertirse en una realidad
cotidiana; y, por otro lado, subrayar la necesidad de elaborar respuestas políticas eficaces.
La investigación desarrolla distintas hipótesis sobre la incidencia de fenómenos
meteorológicos extremos en 2030 en el África subsahariana y en cada una de las principales
regiones exportadoras de arroz, maíz y trigo del mundo. El enfoque utiliza el modelo GLOBE
de equilibrio general computable de la economía mundial para calcular cuáles serían los
efectos sobre los precios nacionales y de exportación de las principales materias primas en
2030.
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Las perturbaciones de la producción agrícola se han diseñado utilizando como referencia los
efectos en la producción agrícola de los fenómenos meteorológicos registrados durante el
período 1979–2009. Se ha seleccionado la perturbación más significativa de la producción
agrícola relacionada con las condiciones climáticas en cada región, asegurando su coherencia
con la predicción del impacto del cambio climático en la región en el futuro.
¿Qué panorama plantean las hipótesis en términos de futuros aumentos de los precios de los
alimentos y de volatilidad? La línea de base de este análisis indica que el precio medio de los
alimentos básicos podría aumentar más del doble en los próximos 20 años, en comparación
con las tendencias de los precios observadas en 2010; casi la mitad de ese incremento tendría
su origen en el cambio climático (cambios en las temperaturas medias y los regímenes de
lluvias). Entre 2010 y 2030, los precios medios de exportación en el mercado mundial:
 Podrían aumentar un 177 por ciento en el caso del maíz; hasta la mitad de ese incremento
se debería al cambio climático;
 En el caso del trigo, los precios podrían aumentar un 120 por ciento, y alrededor de un
tercio de ese incremento se debería al cambio climático;
 El precio del arroz procesado podría aumentar un 107 por ciento; un tercio de dicho
incremento se debería al cambio climático;
Estos aumentos estructurales de los precios podrían suponer, por sí solos, un desastre para
muchas de las personas que viven en la pobreza. Además, este análisis basado en modelos
también expone cómo los fenómenos meteorológicos extremos podrían empeorar los efectos
sobre los precios. Los precios podrían duplicarse para 2030, pero además el análisis indica que
si se produjesen uno o más fenómenos meteorológicos extremos en un solo año, podrían
producirse aumentos de los precios de los alimentos de una magnitud comparable a los
incrementos continuados de los precios previstos en el plazo de dos décadas.
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Las subidas de precio repentinas y a corto plazo pueden tener consecuencias mucho peores
para las personas que viven en la pobreza que los incrementos graduales de los precios, ya que
pueden adaptarse con mayor facilidad a estos últimos. No obstante, es la combinación de los
efectos a largo plazo del cambio climático y las crisis a corto plazo la que puede resultar
especialmente devastadora.
El análisis de modelos indica que las investigaciones que existen hasta la fecha, las cuales
tienen en cuenta los efectos graduales del cambio climático pero no los fenómenos
meteorológicos extremos, podrían estar subestimando de manera significativa las posibles
repercusiones del cambio climático en los precios de los alimentos.
¿Hipótesis optimistas?
Aunque el análisis de modelos revela que algunas consecuencias de los fenómenos
meteorológicos extremos podrían ser muy graves, es poco probable que las situaciones que
expone sean las peores posibles, debido a una serie de razones como:
 Las crisis de precios provocadas por fenómenos meteorológicos extremos podrían
agravarse debido a otros factores causantes de la volatilidad de los precios, como los
cultivos para biocombustibles, la escasez de existencias en las reservas de alimentos y los
elevados precios del petróleo, cuyos efectos no se han tenido en cuenta en el análisis. 2.
Los impactos en la producción de alimentos que se han estimado en el modelo pueden ser
conservadoras para 2030, porque se basan en cómo afectaron los fenómenos
meteorológicos a la producción agrícola en el período 1979–2009. Se prevé que los
fenómenos meteorológicos extremos se intensifiquen en las próximas décadas debido al
cambio climático; si esto se cumple en 2030, podrían superar a la variabilidad histórica.
 Los resultados no tienen en cuenta el impacto acumulado de sucesivas perturbaciones de
la producción de considerable importancia, ya que la frecuencia de las mismas aumentará
a medida que el cambio climático se acelere. Varias malas cosechas en el mismo año, o
durante años consecutivos, podrían tener un impacto acumulado devastador en el aumento
de los precios y en la volatilidad.
 Dado que el horizonte temporal se ha restringido a 2030, el modelo no analiza los efectos
de futuras crisis que, provocadas por unas condiciones climáticas cada vez más extremas,
probablemente se produzcan después de 2030; si no se adoptan medidas de amplio
alcance para frenar las emisiones, se prevé que el cambio climático se acelere con rapidez
a partir de ese año.
 No se tienen en cuenta una serie de factores agravantes clave, como las posibles
consecuencias de los comportamientos perversos de los gobiernos. Los movimientos de
compra motivados por el pánico, el acaparamiento y la especulación con alimentos, los
controles a la exportación y los subsidios a la importación son reacciones comunes a las
crisis (e incluso a aumentos moderados de los precios) en los mercados mundiales de
alimentos; este tipo de medidas incrementa aún más los precios.
Los resultados de las hipótesis
Crisis en Norteamérica
Esta hipótesis prevé los efectos que tendría en la Norteamérica de 2030 una sequía de una
magnitud similar a la de 1988 y señala las dramáticas consecuencias que podría tener
temporalmente en los precios de exportación del maíz en los mercados mundiales, que podrían
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aumentar en un 140 por ciento. Asimismo, las repercusiones para los precios del trigo en
dichos mercados serían también enormes, ya que podrían aumentar en un 33 por ciento.
El modelo indica que, en las próximas décadas, el mundo podría ser aún más vulnerable al tipo
de crisis que estamos presenciando en los Estados Unidos en 2012. No solo las previsiones
climáticas apuntan a un aumento de la frecuencia y de la intensidad de los episodios de sequía
en Norteamérica a lo largo del siglo XXI, sino que posiblemente en las próximas décadas el
mundo sea aún más dependiente del trigo y el maíz procedentes de los Estados Unidos.
Norteamérica podría seguir siendo el mayor exportador de trigo y maíz en 2030, lo que
supondría que una crisis de esta magnitud afectaría seriamente a los países pobres que
dependen de la importación. Se calcula que entre 2010 y 2030 las exportaciones de trigo
crecerán considerablemente.
Para entonces, y según este modelo, se prevé que el 57 por ciento de las exportaciones
mundiales de trigo y el 44 por ciento del maíz mundial provengan de Norteamérica. Una crisis
de semejante magnitud en el “granero del mundo” podría provocar tanto controles unilaterales
a la exportación como subsidios a la importación, que no están reflejados en este modelo y que
incrementarían aún más los precios. Según el modelo, se prevé que para 2030 muchos países
en desarrollo de Asia central, América Central, África del Norte y Oriente Próximo dependan
de las importaciones de maíz y trigo, por lo que se verían seriamente afectados por una crisis
de esta envergadura.
Los efectos sobre los precios internos podrían ser inmensos en muchos países. El modelo
muestra un aumento del 76 por ciento en el precio del maíz y del 55 por ciento en el del trigo
en China; los precios del maíz en América Central y la Región Andina de América del Sur
podrían aumentar un 80 y un 55 por ciento respectivamente; y los precios del trigo y del maíz
en el Sudeste asiático podrían subir más de un 40 por ciento.
África del Norte y Oriente Próximo serían muy vulnerables a una crisis de esta magnitud. El
modelo muestra un aumento del 50 por ciento de los precios internos del maíz en la región de
África del Norte, y de casi el diez por ciento para los precios del trigo. La subida del precio
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del trigo se ha relacionado con la inestabilidad política y la Primavera Árabe, y cabe esperar
que África del Norte y algunas partes de Oriente Próximo continúen siendo enormemente
vulnerables frente a crisis de esta magnitud. Se prevé que el trigo siga constituyendo una parte
significativa del consumo de alimentos de las familias de la región; la falta de potencial
suficiente para incrementar la producción de trigo significa que la región continuará siendo
una gran importadora de trigo, y el rápido crecimiento de la población en las próximas décadas
agravará estas tensiones.
Asimismo es probable que México y América Central se encuentren en altos niveles de riesgo.
El modelo prevé un aumento de precio de una magnitud comparable al alza mundial de los
precios del maíz entre 2006 y 2008, que fue una de las principales causas del vertiginoso
aumento de los precios de la tortilla en México, incremento que provocó los “disturbios de la
tortilla”, durante los cuales 70.000 personas tomaron las calles. Se prevé que en 2030 México
y América Central continúen dependiendo en gran medida de las importaciones de maíz, y
sean, por tanto, sumamente vulnerables a una crisis de este calibre.
Crisis en el África subsahariana
Si en 2030 se produjese en el África oriental una sequía de escala similar a la que ocurrió en
1992, los precios medios al consumo del maíz y otros cereales secundarios de la región
podrían aumentar cerca de un 50 por ciento.
Si en 2030 se produjesen en el África meridional sequías e inundaciones de una magnitud
similar a las que tuvieron lugar en 1995, los precios medios al consumo del maíz y otros
cereales secundarios de la región podrían incrementarse en un 120 por ciento
aproximadamente.
Si en 2030 se produjese en África occidental una sequía de magnitud similar a la que ocurrió
en 1992, los precios medios al consumo del maíz y otros cereales secundarios de la región
podrían aumentar en un 50 por ciento aproximadamente.
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Estos fenómenos coinciden con las proyecciones climáticas para el África subsahariana, que
apuntan hacia un riesgo cada vez mayor de sequías y precipitaciones extremas a lo largo del
siglo XXI. Asimismo, subrayan el gran riesgo que suponen los fenómenos meteorológicos
extremos en la región para el precio del maíz y otros cereales secundarios como el sorgo y el
mijo, que son alimentos básicos fundamentales para las familias de la región.
Es probable que los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos en los precios en el
África subsahariana sean más devastadores que los aumentos de los precios de los mercados
mundiales. Dado que se prevé que el África subsahariana siga dependiendo de cultivos
producidos tanto local como regionalmente para obtener alimentos y para sus medios de vida,
las crisis internacionales (como la hipótesis sobre la futura situación en Norteamérica expuesta
anteriormente) probablemente supongan una amenaza menor que los fenómenos locales,
aunque podrían seguir teniendo efectos importantes. Es altamente probable que en 2030, más
del 95 por ciento del maíz y otros cereales secundarios que se consuman en el África
subsahariana, provengan de la propia región. Como consecuencia, las crisis provocadas por
fenómenos meteorológicos extremos podrían tener un efecto devastador en la producción
local, en los precios y, en última instancia, en los niveles de consumo de cultivos básicos
como el maíz y otros cereales secundarios. Por ejemplo, las perturbaciones previstas por el
modelo para el África meridional muestran que el consumo directo de maíz y otros cereales
secundarios podría disminuir hasta un 54 por ciento —un duro golpe para la seguridad
alimentaria de los consumidores más pobres—, mientras que el consumo de todos los
alimentos procesados (entre ellos productos derivados del maíz y otros) caería un cuatro por
ciento.
Otros alimentos básicos importantes en la región también podrían verse severamente
afectados. Debido a la escasa investigación sobre los efectos del cambio climático en la
producción local de alimentos básicos que no sean cereales, como la mandioca, el modelo no
puede calcular las variaciones de precio para estos cultivos. Estos “cultivos huérfanos” quedan
a menudo marginados de la investigación y el I+D agrícola en general, a pesar de la cantidad
de personas que dependen de ellos para su alimentación y sus medios
de vida. No obstante, podemos suponer que las cosechas de este tipo de cultivos se verán
severamente afectadas, lo cual tendrá graves consecuencias para las personas más vulnerables.
Las crisis en India y el Sudeste asiático
Esta hipótesis prevé una escasez simultánea de cosechas en India como en el Sudeste asiático,
y señala que este hecho podría conducir a un aumento del precio medio de exportación del
arroz procesado a nivel mundial de aproximadamente un 25 por ciento en 2030.
Las
disminuciones de la producción previstas por el modelo son de una escala similar a las
producidas por la sequía que azotó a la totalidad de India en 1979 y por las enormes
inundaciones de 1980 en el Sudeste asiático. Estos fenómenos coinciden con las proyecciones
climáticas de estas regiones, que indican que, en el siglo XXI, aumentará la frecuencia tanto
de las sequías en India como de estaciones extremadamente pluviosas en el Sudeste asiático,
lo cual está relacionado con un mayor riesgo de inundaciones en las regiones monzónicas
húmedas.
En 2030, India y el Sudeste asiático podrían exportar alrededor de la mitad del arroz
procesado del mundo. El modelo indica que, en 2030, el 15 por ciento del arroz procesado
podría provenir de India y el 40 por ciento del Sudeste asiático; por lo tanto, una crisis de la
oferta de esta naturaleza podría repercutir significativamente en los mercados mundiales.
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Los países pobres que dependen de la importación de arroz podrían verse seriamente
afectados. El modelo prevé que, para 2030, algunos países en desarrollo de América Central y
África occidental, entre otras regiones, dependerán de la importación de arroz y por lo tanto
podrían verse afectados por un aumento de los precios mundiales. Por ejemplo, el modelo
indica que los precios medios de los mercados internos de arroz en el África subsahariana
podrían incrementarse entre un 6 y un 43 por ciento. Nigeria, actualmente el
país más poblado de África y donde el arroz es un alimento básico principal, sería el país más
afectado.
Un aumento de esta magnitud en el precio del arroz podría provocar una pérdida de confianza.
En 2007/08 no fue una crisis de la producción del arroz lo que causó que los precios
mundiales alcanzaran niveles récord, sino la preocupación inicial sobre los precios del trigo.
En seis meses, los precios del arroz thai “100%B” en los mercados mundiales se triplicaron
desde los 335 dólares por tonelada hasta los mil dólares por tonelada, y alcanzaron así el
mayor nivel que se haya registrado hasta la fecha en términos nominales. Las experiencias
recientes indican que las crisis del precio del arroz en esta hipótesis podrían provocar una
crisis de proporciones similares. El arroz es especialmente vulnerable frente a las crisis de
precios: se comercializa poco, por lo que el mercado está sujeto a importantes fluctuaciones de
precios a partir de cambios relativamente pequeños en la oferta; la producción se concentra
geográficamente, y se trata de un alimento de gran relevancia política, por lo que los gobiernos
no tardan en imponer restricciones comerciales.
Construir un sistema alimentario resistente
La investigación plasmada en este documento constituye un primer intento de analizar cómo
los fenómenos meteorológicos extremos consecuencia del cambio climático pueden afectar a
los precios de los alimentos si no se toman medidas urgentes para reducir las emisiones.
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Muestra la necesidad urgente de llevar a cabo una evaluación de la resistencia al estrés de
nuestro frágil y disfuncional sistema alimentario en un mundo cada vez más afectado por el
cambio climático.
Ninguna de las hipótesis presentadas en esta investigación es inevitable. Está en nuestras
manos cambiar y fortalecer nuestro sistema alimentario, especialmente para los consumidores
y los productores de alimentos más pobres.
Revertir décadas de falta de inversión en agricultura sostenible y resiliente a pequeña escala en
países en desarrollo puede impulsar la productividad regional y ayudar a que se mantenga al
mismo ritmo que el incremento poblacional. Ampliar la preparación comunitaria ante casos de
desastre en todo el mundo resulta fundamental para reducir la vulnerabilidad de las personas y
desarrollar su resistencia a los fenómenos meteorológicos extremos que se produzcan. Ampliar
las reservas de alimentos coordinadas a nivel regional, nacional y comunitario, así como los
esquemas de protección social, puede ayudar a las personas más vulnerables a hacer frente a
las crisis recurrentes.
El cambio climático podría dar lugar a un aumento permanente de la variabilidad de la
producción y a una volatilidad excesiva de los precios de los alimentos que, de este modo,
podría plantear desafíos en materia de seguridad alimentaria prácticamente insuperables para
muchos países pobres. Es de extrema urgencia que se adopten medidas inmediatas para reducir
las emisiones, así como para facilitar y financiar la adaptación.
Los países desarrollados deben ahora cumplir sus promesas de financiación para la adaptación
al cambio climático destinada a los más pobres. Deben aprovechar el Fondo Verde de
Copenhague para el Clima que, si se utiliza adecuadamente, puede canalizar recursos para los
que se encuentran en primera línea ante los efectos del cambio climático. También será
necesaria la adaptación en los países desarrollados, ya que algunas de las principales regiones
exportadoras son extremadamente vulnerables. En el año 2030, el cambio climático podría
costar a los productores de la zona del cultivo del maíz de los Estados Unidos hasta 4.100
millones de dólares al año.
No obstante, aunque la adaptación ayudará a hacer frente a los efectos a largo plazo del
cambio climático en la productividad, los fenómenos meteorológicos extremos, que pueden
acabar con las cosechas, serán cada vez más difíciles de prevenir. En última instancia, nuestro
sistema alimentario no puede hacer frente al cambio climático si no se mitiga. La media
mundial anual de emisiones de gases de efecto invernadero en 2011 ha sido la más alta que se
haya registrado hasta la fecha. A medida que las emisiones aumentan, las condiciones
meteorológicas extremas en los Estados Unidos, así como en otras partes del mundo, nos dejan
ver una parte de nuestro futuro sistema alimentario en un mundo cada vez más afectado por el
cambio climático. Nuestro planeta se dirige hacia un calentamiento global medio de 2,5–5°C
en este siglo. Es hora de hacerle frente y adoptar medidas contra sus efectos en los niveles de
hambre y malnutrición que sufren las personas más vulnerables del planeta.
Fuente: Informe Técnico de OXFAM Internacional. Los resultados del modelo expuesto en
este informe se basan en el informe de investigación Fenómenos meteorológicos extremos y
aumentos de los precios de los cultivos en un clima que se transforma: hipótesis de modelos
ilustrativos a nivel mundial de Dirk Willenbockel, del Instituto de Estudios de Desarrollo,
Reino Unido. El informe completo puede descargarse desde el sitio web de Oxfam:
http://www.oxfam.org/
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2. "A MÁS DEFORESTACIÓN, MENOS LLUVIAS"
La pérdida de bosque tropical podría afectar a personas a miles de kilómetros, según el nuevo
estudio.
La pérdida de bosque tropical puede afectar a personas a miles de kilómetros de distancia,
según un nuevo estudio.
La deforestación puede causar una seria reducción de las lluvias en los trópicos, con graves
consecuencias para la población no sólo en esa región sino en zonas vecinas, señalaron
investigadores de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, y del Centro de Ecología e
Hidrología del Consejo de Investigaciones Ambientales británico, NERC por sus siglas en
inglés.
El aire que pasa sobre grandes zonas de bosque tropical produce al menos el doble de lluvia
que el que se desplaza sobre zonas de poca vegetación y en algunos casos los bosques
contribuyen a aumentar las precipitaciones a miles de kilómetros de distancia, según el estudio
publicado en la revista Nature.
Teniendo en cuenta estimaciones futuras de deforestación, los autores afirman que la
destrucción del bosque tropical podría reducir las lluvias en la cuenca amazónica para el 2050
hasta en un 21% durante la estación seca.
"Encontramos que los bosques en la Amazonía y en la República Democrática del Congo
también mantienen las precipitaciones en las periferias de esas cuencas, es decir, en regiones
donde vive un gran número de personas que depende de esas lluvias para subsistir", dijo el
autor principal del estudio Dominick Spracklen, de la Escuela sobre Tierra y Ambiente de la
Universidad de Leeds.
El estudio demuestra la importancia crucial de proteger el bosque tropical, según sus autores.
En declaraciones formuladas anteriormente a BBC Mundo, el científico José Marengo,
experto en cambio climático del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil,
INPE, explicó por qué el bosque amazónico afecta las lluvias tanto en el sur de Brasil como en
Argentina, Uruguay y Paraguay.
Los vientos alisios, los que vienen desde el Océano Atlántico al continente, arrastran humedad
para el interior de América del Sur tropical, o sea, la Amazonía y el noreste de Brasil. Y
además de la humedad que viene del Atlántico, la vegetación amazónica contribuye humedad
a través de un proceso de evapotranspiración, como se denomina a la evaporación de los ríos
unida a la transpiración de las plantas.
"Esta humedad es transportada por los vientos en dirección a los Andes, que la desvía hacia la
región sureste de América del Sur. O sea que parte de la lluvia que se produce en la cuenca del
Río de la Plata incluyendo el sur de Brasil de hecho viene de la Amazonia", explicó Marengo.
"Si no estuviera el bosque amazónico llegaría menos humedad al sur, de forma que Paraguay,
Uruguay, parte de Argentina y el sur de Brasil en parte deben su lluvia a la contribución de la
Amazonía".
Los científicos han debatido el vínculo entre la vegetación y las precipitaciones durante
décadas. Es bien conocido que las plantas devuelven humedad al aire a través del proceso de
evapotranspiración, pero no está claro hasta dónde llega el impacto de los bosques en las
lluvias en términos de cantidad o extensión geográfica.
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Los autores del nuevo estudio utilizaron datos obtenidos por satélites de la NASA sobre
vegetación y precipitaciones, además de un modelo de predicción de patrones en los
movimientos del viento.
"Observamos qué había sucedido con el aire en los días previos. Por dónde se había
desplazado y sobre qué extension de vegetación", dijo Spracklen.
"Las observaciones muestran que para comprender cómo impactan los bosques en las
precipitaciones, debemos tomar en cuenta cómo ha interactuado el aire con la vegetación
durante su viaje de miles de kilómetros"
Los investigadores analizaron la trayectoria de masas de aire provenientes de diversas partes
de bosques para determinar la cobertura vegetal sobre la que se habían desplazado en los
últimos diez días. Cuanto mayor era la vegetación sobre la que había viajado el aire, mayor era
la humedad transportada y la cantidad de lluvia producida.
"Las observaciones muestran que para comprender cómo impactan los bosques en las
precipitaciones, debemos tomar en cuenta cómo ha interactuado el aire con la vegetación
durante su viaje de miles de kilómetros", dijo Stephen Arnold, investigador de la Universidad
de Leeds y coautor del estudio.
"Esto tiene importantes implicaciones para los tomadores de decision a la hora de considerar el
impacto ambiental de la desforestación, ya que sus efectos en las lluvias pueden sentirse no
sólo localmente sino a escala continental”.
Spracklen señala que la investigación deja en evidencia la importancia de proteger los bosques
tropicales.
"Brasil ha progresado recientemente en la reducción de los altos indices de deforestación de
años anteriores y nuestro estudio muestra que este progreso debe mantenerse"
Un estudio anterior publicado en la revista Nature en enero advirtió que la combinación de la
deforestación, la agricultura y el cambio climático están debilitando al ecosistema amazónico,
conllevando potencialmente a la pérdida de sus capacidades de retención de dióxido de
carbono y generación de lluvias.
Los científicos concluyeron que si bien la Amazonía puede tener resistencia ante
perturbaciones individuales, la interacción de fenómenos como incendios, deforestación,
fragmentación y cambio climático puede afectar su capacidad de respuesta. El estudio de
enero concluye que a pesar de la gran reducción en deforestación en la Amazonía brasileña (de
28.000 hectáreas anuales en 2004 a 7.000 hectáreas en 2011) el bosque permanece frágil.
Fuente: Nota informativa publicada en el portal BBC Mundo y disponible en el sitio Web
http://www.bbc.co.uk/
3. LAS TIC Y LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO: POSIBILITANDO ESTRATEGIAS
INNOVADORAS, POR ANGELICA V. OSPINA & RICHARD HEEKS
A medida que se intensifican los impactos del cambio climático, los países en desarrollo deben
implementar estrategias innovadoras para adaptarse a condiciones climáticas cambiantes e
inciertas. Las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) juegan un papel
fundamental para fortalecer la capacidad de adaptación. Este resumen identifica la
contribución de las TICa las estrategias nacionales de adaptación (por ejemplo, las NAPAs) y
a las adaptaciones sectoriales en países en desarrollo.
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El resumen sugiere que las TIC proporcionan un apoyo al proceso de recolección de la
información, toma de decisión, implementación y evaluación de la adaptación a nivel
nacional.
Determinadas aplicaciones de las TIC permiten la ejecución de acciones específicas de
adaptación relativas a las vulnerabilidades afectadas por el cambio climático, tales como la
pobreza, el suministro del recurso hídrico, la agricultura, la seguridad alimentaria, la salud
humana, los ecosistemas terrestres y marinos y la gestión de desastres, entre otros.
El resumen concluye con la identificación de principios guía para el uso de las TIC en los
procesos de adaptación, sugiriendo que su papel trasciende el uso de aplicaciones
específicamente climáticas. El potencial informativo, productivo y transformador de las
herramientas TIC debe ser aprovechado y diseñado con un enfoque holístico e integrado de
adaptación; uno que abarque todo el ‘info-sistema’ de la telefonía móvil, las aplicaciones de
Internet, los telecentros y los medios masivos, para promover la adaptación a nivel nacional,
sectorial y comunitario.
La Adaptación en Contextos Vulnerables
Enfrentados a los desafíos sin precedentes que plantea el cambio climático, los países en
desarrollo están comenzando a considerar la necesidad que ajustarse y adaptarse a las nuevas,
y a menudo inciertas, condiciones climáticas.
La adaptación al cambio climático es un proceso mediante el cual "se desarrollan e
implementan las estrategias para aliviar, enfrentar y aprovechar las consecuencias de los
eventos climáticos”.
Dentro de la complejidad que caracteriza a los entornos en desarrollo, estos procesos no
pueden comprenderse o asumirse de forma aislada con respecto a otros factores que afectan el
desarrollo.
Los cambios climáticos y otros agentes de presión como pueden ser las crisis económicas o los
conflictos, son mediados a través de una serie de vulnerabilidades - financieras, sociales,
políticas, etc.- que enfrentan las comunidades; vulnerabilidades que a su vez restringen la
capacidad de adaptación.
El conocimiento y la información juegan un papel fundamental en la superación de
estas limitaciones y son esenciales para desarrollar y fortalecer la capacidad de los
múltiples actores involucrados en las estrategias de adaptación en los niveles micro, meso y
macro. Las tecnologías de Información y Comunicación (TIC) – aplicaciones basadas en
Internet, telefonía móvil, telecentros, radios comunitarias, etc., que cada vez están más
disponibles en países en desarrollo - ofrecen una oportunidad excepcional para mejorar la
creación, gestión, intercambio y aplicación de conocimiento e información relevante del
cambio climático. Asimismo, se les debe reconocer por su capacidad productiva y
transformadora.
Las TIC y las Estrategias de Adaptación al Cambio Climático
La adaptación al cambio climático puede ser planificada o emergente. Mientras que la última
se refiere a las acciones espontáneas llevadas a cabo por los actores afectados por eventos o
estímulos climáticos, los procesos de adaptación planificados u orientados por políticas
incluyen la formulación de estrategias que consisten en un plan general de acción, incluyendo
políticas y medidas para abordar los impactos del cambio climático dentro de un
contexto especifico . El alcance de la adaptación puede ser nacional, sectorial o local, y su
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formulación es específica al contexto (por ejemplo, dependiente de riesgos climáticos y
vulnerabilidades, capacidades de adaptación, contexto de las políticas y apoyo de los actores).
Por lo tanto, el papel de las TIC en la adaptación al cambio climático puede ser explorado en
tres niveles: el nacional, el sectorial y el local/comunitario.
Este resumen se focaliza en los vínculos existentes entre las TIC y la adaptación a dos niveles:
(a) los planes de adaptación nacional, basados en las diferentes etapas involucradas en su
formulación y en (b) las estrategias sectoriales, basadas en las áreas clave afectadas por el
cambio climático (pobreza, agua, agricultura y seguridad alimentaria, salud, desastres, etc.) .
Las TIC y los Planes Nacionales de Adaptación
La formulación de los planes o estrategias nacionales de adaptación – por lo general conocidos
como Programas de Acción para la Adaptación Nacional (NAPAs en inglés) - involucra
diferentes actividades destinadas a crear un marco efectivo de políticas para reducir la
vulnerabilidad de un país frente a las amenazas climáticas presentes y futuras. Basadas en el
modelo desarrollado por el PNUD , estas actividades pueden categorizarse en tres etapas
principales:
• Recolección de la información y síntesis del conocimiento disponible sobre el estado
presente y futuro del cambio climático y las necesidades de adaptación.
• Diseño de las estrategias de adaptación, incluyendo la toma de decisiones sobre qué
medidas de adaptación realizar.
• Implementación de la estrategia de adaptación, incluyendo la evaluación del impacto de
esta estrategia.
Desde esta perspectiva, las TIC pueden contribuir a la formulación de NAPAs/planes
nacionales en cinco ámbitos principales.
Toma de Decisión Informada
Dentro de complejos contextos de desarrollo, la creación de planes de adaptación constituye
una actividad de información intensa. El conocimiento e información aportados por diversas
fuentes pueden contribuir a procesos de toma de decisión informados mediante la
identificación de las necesidades y prioridades específicas a nivel local y nacional, así como
las vulnerabilidades, recursos y capacidades disponibles para apoyar los procesos de
adaptación. Las aplicaciones TIC tales como los sistemas de información geográfica (SIG), y
los sistemas de información meteorológica pueden ayudar a comprender tanto el alcance
actual de los cambios climáticos, como también modelar futuros impactos no solo en cuanto al
clima sino también en ámbitos como la productividad agrícola, la salud y propagación de
enfermedades, o la incidencia de desastres, entre otros. Otras herramientas TIC más
sencillas como el correo electrónico y las bases de datos instrumentadas en la red, pueden
recopilar un amplio abanico de información y perspectivas de conocimiento (presentadas en
lenguajes adecuados y formatos fáciles para el usuario). Las TIC también pueden contribuir
en los procesos de planificación y toma de decisiones, ayudando a localizar acciones
de adaptación y fortaleciendo la capacidad de los actores locales para analizar los modelos
y predicciones climáticas.
Involucramiento de Actores
La formulación de los planes de adaptación requiere una asociación entre los sectores
públicos, privados y civiles. Las TIC pueden facilitar la inclusión de muchas voces en
el diseño de estrategias de adaptación en varios niveles, desde la difusión masiva simple y la
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sensibilización sobre temas a decidir, hasta la participación más profunda a través del uso de
medios sociales y encuestas en línea en poblaciones que pueden verse afectadas; o hasta su
uso en sistemas paramodelar y analizar diversos escenarios que faciliten la toma de decisiones.
Las aplicaciones SIG, los buscadores earth, y los sitios tipo clearinghouse basados en la
red, están ofreciendo posibilidades para que los ciudadanos contribuyan al monitoreo y a la
rendición de cuentas, fortaleciendo así el apoyo y participación públicos en la implementación
de las estrategias de adaptación. Asimismo, las herramientas Web 2.0 (por ejemplo las redes
sociales, wikis y blogs), los smart phones (telefonos móviles con acceso a Internet, que
permiten compartir textos y datos audiovisuales), y los foros de discusión en la red (tales como
el Mecanismo de Aprendizaje para la Adaptación o ALM en inglés) , promueven nuevas
formas de participación en la adaptación al cambio climático y en la respuesta a crisis.
De esta forma, las TIC están contribuyendo a que se promueva el diálogo e intercambio
para la planificación participativa mediante aplicaciones que facilitan la colaboración a
distancia, redes y foros por Internet, que contribuyen a la convergencia y movilización de los
intereses de múltiples actores hacia metas de adaptación comunes.
Formalización de la Adaptación
No es frecuente que el cambio climático afecte directamente a los países y las comunidades.
Por el contrario, tal como se indica en la Figura 3, es solo uno de los tantos factores de tensión
mediado - y exacerbado - por las vulnerabilidades existentes. Las prioridades de adaptación
varían según las vulnerabilidades nacionales particulares, y el papel de las TIC en la
formalización para esas prioridades generalmente se relaciona con determinados sectores
o temas de vulnerabilidad.
Retroalimentación y Aprendizaje
El desarrollo de un plan o estrategia de adaptación no es un fin en sí mismo, sino el inicio de
un proceso de aprendizaje continuo. La generación de retroalimentación, la creación de
nuevos conocimientos y la divulgación de las experiencias existentes y emergentes, son
los componentes clave para lograr estrategias de adaptación que sean exitosas. Actualmente,
las estrategias de adaptación han sido frecuentemente implementadas según un modelo más
lineal que cíclico. Las TIC pueden ayudar a encontrar el eslabón que falta, aportando
una retroalimentación sobre el impacto de las acciones de adaptación, mediante sistemas
de información geográfica y sectorial.
Las herramientas TIC tales como la Web 2.0 y los medios en línea pueden jugar un
papel fundamental en la documentación de prácticas de adaptación tradicionales, así como en
integrar diferentes fuentes de experticia en esfuerzos conjuntos para crear herramientas de
adaptación.
El uso de TIC para la observación ambiental, el monitoreo y el trabajo en red permite que los
usuarios asimilen, traduzcan, utilicen y compartan la información de forma novedosa,
fortaleciendo así el ciclo de aprendizaje. Los sistemas de gobernanza electrónica pueden
contribuir a la transparencia y a la rendición de cuentas con relación a los recursos que se
inviertan para la adaptación. Y a través de las comunidades de práctica en línea, las TIC
pueden facilitar los medios para el aprendizaje y la mejora continua de la planificación
estratégica y la implementación. De esta forma, los conocimientos y aprendizajes digitales
emergentes pueden contribuir a fortalecer los planes de adaptación, proporcionando una
flexibilidad iterativa, y facilitando un continuo ajuste de las acciones de adaptación.
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Fortalecimiento de la Capacidad Institucional
La formulación e implementación efectiva de los planes de adaptación requiere instituciones
que permitan el flujo de los recursos, destrezas y valores necesarios para la implementación de
acciones, incluyendo la provisión de acceso y conectividad en áreas marginales. Las cuatro
áreas para la aplicación de TIC que han sido descritas hasta el momento contribuyen a
fortalecer las instituciones que participan en las estrategias de adaptación, y pueden promover
un proceso más amplio de fortalecimiento de capacidades hacia una infraestructura
institucional digital que pueda fácilmente desarrollar, compartir y utilizar una amplia gama de
datos digitales.
Los ejemplos que ilustran la forma en que las TIC pueden contribuir al fortalecimiento
institucional incluyen el facilitar el trabajo en red y la coordinación a varios niveles de acción
intra e inter institucionales, así como la eficiencia y transparencia en la asignación de
los recursos para la adaptación. El uso de modelos climáticos y aplicaciones SIG para
la visualización, mapeo y modelación de riesgo climático y vulnerabilidades, pueden
aportar información para la toma de decisiones de planificación y diseño de las políticas, así
como ara desarrollar sinergias entre la adaptación y otro tipo de estrategias de desarrollo y
ambientales implementadas en el país. Los sistemas de información juegan un papel
fundamental en la efectividad de las medidas en materia de políticas, tales como la
administración impositiva o los incentivos diseñados para promover la práctica ambiental o
mitigar el impacto climático entre las poblaciones más vulnerables. Al mismo tiempo, el
uso de las TIC para el aprendizaje electrónico puede facilitar la provisión de programas de
capacitación y actualización profesional en temas relativos al cambio climático,
especialmente para aquellos actores/funcionarios institucionales ubicados en áreas remotas.
La disponibilidad, acceso y distribución de la información y conocimiento climático
relevante, constituyen la base sobre la cual las estrategias de adaptación (en sus etapas de
planificación, diseño, implementación, monitoreo y evaluación) pueden responder a las
necesidades específicas y a las prioridades de los contextos en las que se desarrollen.
Al mismo tiempo, el flujo de información relevante y conocimiento entre los actores es
primordial a lo largo de todo el proceso de adaptación, para así asegurar un continuo
aprendizaje, retroalimentación y flexibilidad de las estrategias para afrontar la
incertidumbre climática futura.
Adaptación Sectorial
El papel de las TIC en la implementación o formalización de acciones de adaptación también
puede ser analizado desde una perspectiva sectorial, vinculando su potencial con las
necesidades y prioridades específicas de sectores claves que se ven afectados por el cambio
climático.
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Fuente: La Contribución de las TIC a las Medidas de Adaptación Sectorial y Areas de Potencial (adaptado de
UNFCCC, 2007)
Pasos a Futuro: Principios y Acciones Prácticas
Las TIC pueden jugar un papel fundamental como facilitadores de estrategias de
adaptación al cambio climático que sean innovadoras tanto a nivel nacional como
sectorial. Los siguientes principios de buenas prácticas y pasos a seguir, destacan la forma
en que se puede lograr este potencial:
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Principios Guía: TIC y Adaptación al Cambio Climático
 Integrar y No Aislar
El cambio climático es uno de los tantos factores de tensión que afectan a los países en
desarrollo a través de múltiples vulnerabilidades. Las naciones, regiones y comunidades
necesitan adaptarse a todos los desafíos del siglo XXI, no solo al cambio climático. Por tanto,
el papel de las TIC no deben ser entendido solamente en términos de adaptación al cambio
climático, sino de forma más amplia en términos de adaptación general. En lugar de crear
aplicaciones TIC exclusivas para la adaptación al cambio climático, es necesario adoptar un
enfoque integrado. La prioridad es integrar los temas relativos al cambio climático dentro de
las iniciativas TIC actuales y futuras y, simultáneamente, integrar tanto el cambio climático
como las TIC a las iniciativas de desarrollo actuales y futuras.
Empoderar la Adaptación Emergente, desde la Base Social
Los NAPAS y otras estrategias de alto nivel juegan un papel clave. Pero la adaptación local,
flexible y emergente también es necesaria dada la naturaleza impredecible y disruptiva del
cambio climático. Las TIC no solo deben apoyar a las NAPAs, sino que también
deben ayudar a crear y ampliar la capacidad local de resiliencia y adaptación desde la base
social.
 De Abajo hacia Arriba… y de Arriba hacia Abajo
Las acciones locales y nacionales no deben ser consideradas de forma independiente. El
fortalecimiento de la capacidad de adaptación y el fomento de la participación desde las bases
sociales, con la ayuda de las herramientas TIC, deben ser combinados y
complementados a través de acuerdos políticos de carácter más vertical. El apoyo político de
alto nivel incluye acciones en la política general sobre TIC, extendiendo la conectividad a
todas las áreas, pero también asegurando que recursos de la "cadena de la información"
permitan que el acceso a la información se traduzca efectivamente en acciones de desarrollo.
Asimismo, las estrategias de adaptación deben ser informadas no solo a partir del
conocimiento científico emergente, sino también del conocimiento tradicional, reconociendo
los recursos empíricos y autóctonos que existen a nivel local. Las TIC pueden utilizarse para
integrar diversos tipos de conocimiento en pro de una adaptación más efectiva.
 Abarcar el Ecosistema Informático Actual
Considerar el papel de las TIC en estrategias de adaptación no se refiere a aplicaciones
específicas, sino a la informática - el ecosistema de datos, información, conocimiento,
tecnología y procesos sociales que puedan apoyar la adaptación. Para poder enfocarse en la
informática, las estrategias de adaptación deben abarcar el contexto informativo y social
dentro del cual opera la tecnología. Un enfoque de ‘ecosistema’ reconoce los canales que
separan las tecnologías de alcance (móviles, radio) de las tecnologías de poder (Internet,
computadores), y busca aplicaciones que combinen alcance y poder trabajando a partir de un
‘info-sistema’ integrado de móviles, telecentros, medios masivos, etc.
 Reconocer el Papel Productivo y Transformador de las TIC
Los esfuerzos actuales en el campo de la adaptación tienen una perspectiva limitada y
desactualizada, que ve a las TIC como herramientas de gestión de datos. Esta perspectiva no
refleja el papel y la capacidad que otorgan las tecnologías digitales a los usuarios, papel que
evoluciona con mucha rapidez. Mucho más allá de la capacidad informativa, las TIC han
demostrado un potencial productivo y transformador a través de su apoyo a las transacciones
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sociales y de mercado, la creación productiva de contenido y sustento, y el modelo de
“Desarrollo 2.0”, que está transformando las actuales estructuras y procesos.
En particular, aplicaciones e implementaciones se están quedando atrás en lo que concierne a
la generación de ingresos por medio de las TIC, a pesar de que el dinero constituye el
componente más importante de la capacidad de adaptación. Tiene que producirse un cambio
de mentalidad. Es necesario que haya más colaboración entre el sector privado y el sector
empresarial para innovar, desarrollar nuevo hardware, software y sistemas que puedan
desplazar los paradigmas obsoletos de las TIC con relación al cambio climático y alcanzar el
potencial de estas herramientas en materia de adaptación.
 Acciones Prácticas
Estos principios pueden implementarse a través de medidas concretas y orientadas a la acción:
• Identificar el papel de las TIC en el país, tanto en adaptaciones emergentes
como planificadas, incluyendo las principales necesidades y vacíos de información.
• Identificar las áreas de prioridad y ventanas de oportunidad donde el papel de las TIC
puede ser fortalecido o integrado para apoyar la adaptación.
• Crear asociaciones y coordinar acciones con los actores involucrados en adaptación al
cambio climático en múltiples escalas (micro, meso y macro) y en diferentes sectores.
• Involucrar a los actores de alto nivel que trabajan a nivel ministerial en la adaptación
al cambio climático, la gestión de desastres, la planificación de desarrollo y en TIC.
• Sensibilizar y promover foros de discusión (tanto presenciales como en línea)
sobre el potencial de las TIC en la adaptación, tanto a nivel nacional como local.
• Diseñar, implementar y documentar proyectos pilotos de demostración de TIC
como parte de estrategias e iniciativas de adaptación en curso, para involucrar a
actores multisectoriales y extraer lecciones para implementaciones a mayor escala.
El potencial de las TIC dentro de procesos de adaptación al cambio climático es
multidimensional y transversal, y puede ser también transformador. Los esfuerzos para
integrar estas herramientas como parte de estrategias innovadoras de adaptación deben ir más
allá del simple suministro de información, reconociendo el papel de las TIC en el
desarrollo de capacidades locales, en el empoderamiento de actores locales, y en el
fortalecimiento de instituciones, lo que en última instancia fortalece la resiliencia de
contextos vulnerables.
Fuente: Angelica V. Ospina & Richard Heeks Proyecto sobre Cambio Climático, Innovación
y TIC Centro de Informática para el Desarrollo Universidad de Manchester, Reino Unido.
Documento de Trabajo disponible en el sitio Web: www.niccd.org
4. CUANDO LA MUERTE GOLPEA LA PUERTA DEL PROTOCOLO DE KYOTO
Al término de una ronda de conversaciones sobre cambio climático en la capital tailandesa,
delegados de los gobiernos de los países más pobres dieron la voz de alerta: En noviembre,
cuando se vuelvan a reunir en Qatar, puede llegar el final del Protocolo de Kyoto.
"Nos preocupa que la integridad del Protocolo de Kyoto, el único tratado internacional que
obliga a las naciones ricas a disminuir sus emisiones (contaminantes) y, por eso, nuestra única
garantía de que se tomen medidas, se degrada frente a nuestros ojos", reza el comunicado
conjunto de la Alianza de Pequeñas Estados Insulares (http://aosis.org/) (Aosis, por sus siglas
en inglés), Países Menos Adelantados y el Grupo Africano.
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Las tres entidades representan a más de 1.000 millones de personas vulnerables frente a los
desastres de la variabilidad climática.
La preocupación por la suerte del Protocolo de Kyoto en Doha, donde se reunirán los
negociadores de más de 190 países en el marco de la Conferencia de las Partes de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), tiene
justificación.
La 18 Conferencia de las Partes (COP), que se realizará en noviembre, será la última antes de
que el reloj marque el vencimiento del plazo, el 31 de diciembre, para que las naciones
industrializadas cumplan su compromiso inicial de reducción de gases de efecto invernadero y
anuncien un nuevo pacto vinculante para el segundo periodo, que comenzará en 2013.
Analistas testigos de las conversaciones de Bangkok, que duraron una semana, señalaron que
las naciones ricas están decididas a apartarse del lugar de liderazgo que mostraron cuando se
creó el Protocolo de Kyoto, pactado en 1997 y que entró en vigor en 2005, tras casi una
década de negociaciones.
Ese protocolo firmado en la ciudad japonesa de igual nombre prevé que 37 naciones
industrializadas y la Unión Europea (UE) reduzcan sus emisiones de gases invernadero en
cinco por ciento, respecto de los indicadores de 1990, para 2012, cuando termina la primera
etapa.
En las conversaciones de Bangkok, realizadas del 30 de agosto al 5 de este mes, los "países del
Anexo 1", como se conoce a los países industrializados en el Protocolo de Kyoto, no dieron
señales a las naciones en desarrollo de que vayan a haber nuevos recortes obligatorios de
emisiones, para el periodo 2013-2020.
"Las negociaciones para el Protocolo de Kyoto deben terminar con éxito, y eso significa lograr
un segundo periodo de compromisos en la COP de Doha", señaló Martin Khor, director
ejecutivo del Centro Sur (http://www.southcentre.org/), grupo de estudio con sede en Ginebra.
"Debía surgir tras la última COP de Durban, pero se pospuso un año", apuntó.
"De eso deberá tratar el encuentro de Doha, sobre el Protocolo de Kyoto. Si no cuál es el
objetivo de estas negociaciones", dijo a IPS.
"La decepción de los negociadores de los países en desarrollo fue evidente durante la sesión
final de las conversaciones de Bangkok. Se dieron cuenta que las naciones industrializadas no
muestran ningún liderazgo para cumplir con sus obligaciones en el marco del Protocolo de
Kyoto", añadió.
Aun la oferta de la UE de reducir sus emisiones de gases invernadero en 20 por ciento en ocho
años a partir de 2013 fue desestimada por numerosos ambientalistas.
"El Protocolo de Kyoto que la UE quiere aquí es uno que no sea legal, sino simplemente una
‘decisión política’", indicó.
Asad Rehman, jefe de clima internacional de Amigos de la Tierra, dijo: "El objetivo de 20 por
ciento que ofrece la UE es ‘seguir como siempre’ y eso está matando al clima, es criminal".
Los activistas se sustentan en estudios científicos que recomiendan una mayor reducción de
emisiones contaminantes para evitar que la temperatura del planeta aumente a niveles que
puedan causar estragos.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en
inglés), ganador del premio Nobel de la Paz en 2007, pidió la reducción de emisiones
contaminantes de entre 25 y 40 por ciento para 2020, con el fin de evitar que el aumento de
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temperatura global supere los dos grados, respecto a la media previa a la Revolución
Industrial.
Otros críticos de los países industrializados arguyeron que un régimen climático promovido
por los mayores contaminantes del mundo, responsables de 70 por ciento de los gases
invernadero liberados a la atmósfera entre 1890 y 2007, puede condenar al planeta a su peor
destino.
"Lo que se acordó en la COP de Durban (2011) es un régimen de ‘laissez faire’ hasta 2020,
cuando solo se habrán ‘compromisos voluntarios’ en materia de reducción de emisiones",
escribieron en el periódico Bangkok Post integrantes de Focus on the Global South, grupo de
estudio con sede en la capital tailandesa.
"La tragedia es que esos compromisos van a representar solo 13 por ciento de la reducción de
emisiones de gases invernadero respecto de los niveles registrados en 1990", dijeron Pablo
Solon y Walden Bell, director ejecutivo y cofundador respectivamente de Focus on the Global
South.
"Eso llevará a un aumento de la temperatura global de por lo menos entre cuatro y seis grados
en este siglo", añadieron.
Estados Unidos, pese a ser el peor contaminante, se mantuvo intransigente en la primera etapa
del Protocolo de Kyoto al negarse a suscribir el objetivo de reducir cinco por ciento las
emisiones contaminantes. Ahora muestra su poder para avasallar las expectativas que tenían
las naciones en desarrollo para la segunda fase del tratado.
"El gobierno de Estados Unidos se opone a una estructura vertical bajo el segundo periodo de
compromisos del Protocolo de Kyoto", señaló Meena Raman, asesora legal de la Red del
Tercer Mundo, un grupo con sede en Penang, Malasia.
"Estados Unidos prefiere un sistema de compromisos voluntarios para reducir las emisiones
que no se basa en hechos científicos ni en la equidad", remarcó.
Aun si se sale del punto muerto sobre el futuro del Protocolo de Kyoto en Doha, los escenarios
para los próximos años no dan mucho lugar al optimismo para las personas más perjudicados
por los desastres climáticos, las más pobres.
"Aun si se alcanza un segundo periodo de compromisos, el futuro es sombrío, pues los
objetivos de la primera etapa no se cumplieron", señaló Dorothy-Grace Guerrero,
coordinadora del programa de clima y justicia ambiental en Focus on the Global South.
"AOSIS presentó cifras en la mesa de negociaciones para la supervivencia de los pequeños
estados insulares frente al aumento del nivel del mar", dijo a IPS.
"Quieren que los países del Anexo 1 recorten sus emisiones en 50 por ciento respecto de los
niveles de 1990 para el segundo periodo de compromisos", añadió. (FIN/2012)
Fuente: Artículo publicado en el portal informativo IPS Noticias y disponible en el sitio Web:
http://ipsnoticias.org
5. CONFLICTOS POR EL AGUA ASOMAN EN EL HORIZONTE
Frente a la probable escasez de agua en las próximas décadas, la comunidad de inteligencia de
Estados Unidos ya pronosticó un gris escenario futuro: conflictos étnicos, tensiones
regionales, inestabilidad política e incluso matanzas.
En los próximos 10 años, "muchos países importantes para Estados Unidos seguramente
experimentarán problemas de agua, como escasez, mala calidad o inundaciones, que
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alimentarán riesgos de inestabilidad y de fracasos en (el funcionamiento de) los estados,
incrementando las tensiones regionales", alertó la Evaluación Nacional de Inteligencia,
publicada en marzo.
En julio, el presidente del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, Chris Kojm,
predijo que, para 2030, cerca de la mitad de la población mundial (actualmente más de 7.000
millones de personas) vivirá en áreas con severos problemas de agua, incrementando la
probabilidad de asesinatos en masa.
En tanto, el periódico estadounidense The New York Times citó a Timothy Snyder, profesor
de historia en la Universidad de Yale, afirmando en un simposio que "el pánico ecológico
llevará a matanzas en las próximas décadas".
Pero el director del Centro del Agua de la Universidad de Columbia, Upmanu Lall, fue más
cauto. "No estoy seguro de que pueda pronosticar asesinatos masivos como resultado" de la
falta de agua, dijo a IPS.
El experto señaló que no vaticinaba guerras o conflictos internacionales por recursos hídricos.
"Pero sí creo que la competencia dentro de algunos de los países más grandes, como India,
podría llevar a una lucha interna y al aumento del terrorismo y de los conflictos sectarios",
indicó.
Sin embargo, "evitar este futuro es posible si trabajamos en ello hoy", añadió.
Este es uno de los temas analizados en la conferencia internacional celebrada en Estocolmo en
el marco de la Semana Mundial del Agua, que concluirá este viernes 31.
Lall consideró realista la proyección de que, si todo sigue igual, casi la mitad de la población
mundial vivirá en "fuerte tensión por el agua" para 2030. "Es un desafío urgente, en especial
sin consideramos la posibilidad de grandes sequías, por ejemplo la de este año en Estados
Unidos y en India".
Los impactos serán mucho severos y duraderos, alertó. Sin embargo, "si podemos traducir esta
preocupación en acción, especialmente sobre cómo mejorar el uso del agua en la agricultura,
(sector) que es por lejos el consumidor más ineficiente, entonces podemos evitar este
desastre", sostuvo.
Por ahora hay conversaciones en esa dirección, pero no existen mandatos ni metas
internacionales. "Es importante que esto sea asumido en los más altos niveles para evitar una
considerable angustia en la población y en las economías del mundo", añadió Lall.
Gary White, jefe ejecutivo y cofundador de la organización Water.Org, sí cree que el acceso a
los recursos hídricos podría ser motivo de conflictos en los próximos años.
"Esto será particularmente así en áreas presionadas por la falta de agua y en las que hay
grandes concentraciones de población pobre", dijo a IPS.
"Sin embargo, también creo que la mayoría de los gobiernos a la postre actuarán y adoptarán
las políticas, las regulaciones y los acuerdos transitorios correctos y necesarios para impedir
grandes conflictos", sostuvo.
Advirtió que podrían desatarse casos de escasez aguda que tendrían como consecuencia
grandes pérdidas humanas y económicas, pero dijo creer que "un conflicto declarado sería algo
excepcional".
En general, las crisis regionales del agua se generan en forma relativamente lenta en
comparación con la mayoría de los desastres naturales, y por tanto se pueden aprender las
lecciones para evitar impactos similares en otros lugares, indicó.
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"Pero esas crisis y conflictos tendrán un impacto mucho mayor en los pobres, porque las
poblaciones más acomodadas siempre tienen opciones de desplegar tecnología para tratar los
recursos hídricos locales (como la desalinización) o para trasladar el agua a través de sistemas
de cañerías a lo largo de grandes distancias", afirmó.
"Siempre he dicho que el derecho básico debe ser que todos puedan pagar para obtener agua
potable", dijo a IPS, en referencia a la decisión de la Asamblea General de la Organización de
las Naciones Unidas en 2010 de declarar el agua y el saneamiento un derecho humano.
Hoy los pobres pagan más por el agua que los ricos, sea en dinero o en trabajo invertido para
adquirirla. Tampoco los primeros tienen asegurada una calidad decente del recurso, lamentó.
"Aquí cuando digo pobres me refiero a los desfavorecidos económicamente en una sociedad
particular, y también a las naciones que no son tan acomodadas", indicó.
A menos que se extiendan servicios a esas personas, estas sufrirán, alertó. Pero para hacerlo se
necesitan inversiones para desarrollarlos y mantenerlos.
"Sí, todos deberían pagar un precio por el agua, pero de acuerdo con sus medios, y así
fortalecerían su derecho a acceder a una oferta confiable y de calidad", sostuvo Lall.
Esa debería ser la gran meta, y no solo la declaración del agua como un derecho humano,
afirmó.
Fuente: Artículo publicado en el portal informativo IPS Noticias, disponible en el sitio Web:
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Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz