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INSTITUTO DE ESTUDIOS ESTRATEGICOS DE BUENOS AIRES
Gral Br Heriberto Justo Auel
Presidente
Índice
Capítulo I
GLOBALIZACION IMPERIAL Y ESTADO NACION
1.
2.
3.
4.
El Concepto de Imperio
El Concepto de Estado-Nación
Viabilidad del Estado-Administrador
Relación del Imperio Global con el Estado Nación
1
2
3
4
a)
b)
c)
d)
e)
5
5
5
5
5
Un Sistema de Comunicaciones satelital
Un Idioma Común
Una Moneda Común
Un Sistema Jurídico
Un Sistema Métrico Decimal
5. La Actitud Dirigencial Frente a la Dinámica Histórica
6. La Naturaleza de los Desafíos que Enfrenta Nuestro Sistema
Político
a) El Desafío Político
1) El Factor Fuerza
2) El Factor Conocimiento
3) El Factor Financiero
5
6
7. Conclusiones
9
8. Bibliografía
6
7
7
8
10
Mendoza 2041 – 1er. Piso – (1428) – Buenos Aires – Argentina - Tel./Fax: (01) 781-8482
GLOBALIZACION IMPERIAL Y ESTADO-NACION
1. El Concepto de Imperio
Nos proponemos establecer las alternativas posibles para el Estado-Nación, en la
situación in partibus de un nuevo Imperio Global-Planetario inaugurado el 1989, que se
desliza a lo largo de un período de transición fáctica, ante la perplejidad de intelectuales y
políticos. Esta perplejidad está a menudo teñida de economicismo, de globalización
económica o ideológica, dejándose de lado el axial análisis político y estratégico que exige
este sorpresivo y fantástico cambio en la situación internacional y en la redistribución y
equilibrio del poder imperial. ( Ver Anexo l ).
Desde el Renacimiento entendemos por Imperio, con independencia del Poder que lo
ostente, a la situación internacional en la que un actor impone su autoridad moderadora a
otros, a través de su modelo político y de su cultura, sin que ello signifique privarlos de su
libertad e independencia relativas. Este es el uso con que designamos al Imperio Romano,
al Español o al Británico y a sus correlatos estratégicos, la Pax Romana, Española o
Británica, como expresión de una situación de equilibrio estable, en el área bajo
responsabilidad del núcleo de poder imperial.
La impronta imperial ocupa casi todos los períodos de la Historia de la Civilización
Occidental. No es una casualidad, ni la ocurrencia de un déspota. Es la natural
consecuencia de reiteradas y profundas crisis políticas que buscan su resolución, luego de
dramáticas circunstancias, normalmente sangrientas (las llamadas guerras mundiales).
Para no ir demasiado atrás en el pasado, digamos que el Imperio Británico, en el
S.XVII, es el resultado de tres guerras entre ingleses y escoceses y que el reciente Imperio
Americano-Soviético, es consecuencia inmediata de las dos grandes guerras civiles
europeas, las llamadas Primera y Segunda Guerra Mundiales.
Esta característica de extrema violencia de las crisis pre-imperiales, ha dado lugar a
la idea generalizada de que el status alcanzado sería una solución definitiva y perdurable.
Allí está Fukuyama, en el 90, con su proclamación del “fin de la historia”, pero mucho
antes registramos la posición equivalente del “progreso permanente” kantiano o de la “paz
universal” wilsoniana. Esta pretensión de eternidad, nunca se ha consagrado en la realidad.
Tan loable aspiración no tuvo en consideración la naturaleza humana y por lo tanto
aleatoria del poder que regula la pax imperial y el designio de sus perturbadores.
Sin embargo, los Imperios han tenido prolongada estabilidad. Quinientos años el
Imperio Romano, mil el Sacro Imperio, seiscientos el Otomano, doscientos el AustroHúngaro y trescientos el Ruso de los Romanov, el Español y el Británico.
En nuestros días, la aceleración de la Historia también afecta a las organizaciones
políticas. Las Repúblicas Imperiales han regido solo cuarenta y dos años, desde la
Declaración Truman (1947) hasta la implosión soviética (1989), con su período correlativo
de Pax Nuclear o Pax del Terror.
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El trasiego imperial vigente, para sorpresa y admiración del mundo, presenta hoy a
Clinton y Yelsin en la misma mesa del G 8, como aliados, en Denver.
El Imperio siempre ha sido y es obra de minorías activas e innovadoras.
Otro de los rasgos a señalar, es el de su carácter ecuménico, proyectado sobre una
amplia diversidad y multiplicidad de culturas.
Ello ha exigido a la elite imperial tolerancia y flexibilidad en la conducción, con un
determinado grado de coerción, para integrar en una unidad política superior a una
multiplicidad diversa y orientarla hacia una comunidad de destino.
Lo novedoso del proceso actual, es su dimensión unificada, planetaria y espacial
y, desde un punto de vista cualitativo, el significativo giro desde la actitud disuasiva del
horror nuclear, hacia una alianza política trilateral de bloques.
Desde el horror disuasivo, como instrumento bipolar de poder, típica de los Imperios
Orientales, en 1989 hemos trasegado hacia un unicato imperial de cooperación, de molde
romano.
Comprender esto es muy importante para los países Sur, en el momento de
decidir la rehabilitación de sus Estados Nacionales.
Las estructuras imperiales han guardado ciertas similitudes. Siempre las
encontraremos con un Centro de Irradiación de Poder, un Grupo de Países Adscriptos y un
Grupo Periférico o Marginal, que hoy reemplaza a las antiguas Marcas o a las más
recientes Colonias.
Desde 1989, EE UU ocupa el Centro y su modelo político-económico y social es
compartido por sus Asociados-Aliados. Hay un primum inter pares, como única
superpotencia supérstite, con capacidad de intervención militar estratégica. Pero impera
una multipolaridad o co-gobierno, representado por el G 7 o, según evolucione el régimen
de Moscú, muy probablemente desde el G 8.
El objetivo Trilateralista original, se alcanzó sin concesiones por parte de Occidente,
imprevistamente, por una vía estratégica, alternativa a la propuesta por Z. Brzezinski.
La confrontación ideológica-militar Este-Oeste desapareció en 1989, por colapso del
Imperio Soviético, pasando a primer plano el conflicto Norte-Sur, entre actores
altamente desarrollados y los que permanecen en vías de desarrollo o no desarrollados, y
cuya resolución está hoy en manos del nuevo Imperio Global, desde el Norte
.
La situación resultante es dual. Simultáneamente se conforman bloques de
integración económica y se produce la disgregación de entidades políticas que retornan en
la búsqueda de sus autonomías culturales de origen.
Se multiplican los conflictos, mucho más complejos, diluidos o difusos que en la
bipolaridad, no diferenciándose ya al civil del soldado.
Una estructura de dominio imperial, como cualquiera de las citadas, necesita de
instrumentos de conducción, tales como:
Un sistema de comunicaciones y transporte para la circulación de la información y de
la administración;
Un idioma en común que haga inteligible la relación política-económica;
3
Un sistema jurídico coherente, en particular en lo que hace al derecho público y
penal;
Un sistema monetario común, que facilite la estabilidad y las transacciones y
Un sistema de pesos y medidas, que permita la estandarización en la producción de
bienes y servicios.
Desde el punto de vista institucional, todos los Imperios, si bien en diversos grados y
con distintas modalidades, han desarrollado un Servicio Militar y un Servicio Civil
(Fuerzas Armadas y una burocracia eficiente), como fundamentos de la funcionalidad
operativa de sus respectivas circunstancias.
2. El Concepto de Estado-Nación
El concepto moderno de Estado-Nación es el enunciado por Mancini: “la sociedad
jurídicamente organizada, capaz de imponer la autoridad de la ley en el interior y de
afirmar su personalidad y responsabilidad frente a otros actores externos”.
Dentro de él, existen distintas variantes que responden a ideas diferentes y a veces
contrapuestas:
El Estado de bienestar (o wellfare state), de raíz socialista o distribucionista, a veces
instrumento de políticas demagógicas;
El Estado hegemónico (o machtstaat), versión alemana o inglesa, de tipo conservador
o tradicional y
El Estado liberal (o del laissez-faire), de origen liberal-francés.
Todas estas variantes poseen un esquema básico común y actualmente están
derivando, según la óptica de grupos de poder privados, hacia el emergente Estado
Administrador, como consecuencia de la continua erosión de la soberanía estatal, frente
a otros factores de Poder.
Este hecho ya fue señalado por Harold Laski, antes de 1950, pero se ha acentuado
significativamente al iniciarse la Revolución Informática y de las Comunicaciones y más
aun al iniciarse el proceso de transición hacia el Imperio Global.
Desde los grupos de poder privados se ha presionado para una re-ingeniería del
Estado, orientada a la eficiencia administrativa en cuatro áreas definidas: educación, salud,
seguridad y justicia.
Una lectura de esta propuesta le asignaría al Estado Administrador el
gerenciamiento de los problemas locales, en un contexto de globalización de estructuras
tecno-industriales y de servicios, produciendo para un mercado sin fronteras, de escala
planetaria.
El Estado cedería su soberanía, colocándose en el nivel y ámbito de los factores
de poder.
3. Viabilidad del Estado Administrador.
Demás está decir que en nuestra Sur América lejos estamos de alcanzar el estadio y
las estructuras del Estado Administrador, pero poco se ha dicho y hecho para desarrollar
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una Teoría del Estado Necesario, que responda a las exigencias de esta hora, como soporte
doctrinario de las sucesivas Reformas del Estado o de la Reforma de la Constitución
Nacional.
Seguimos manteniendo la débil y malversada estructura del Estado tradicionalliberal, si bien progresivamente observamos que gran parte de ese Estado, en nuestro caso,
ha cesado en sus funciones operativas.
Empezamos a percibir que sobran instituciones y organizaciones, además de
vivir diariamente las consecuencias de la ineficiencia burocrática estatal preexistente.
Debemos suponer que algunas de las ideas ortodoxas que alientan al Estado
Administrador, están presentes y activas en algunos sectores dirigentes, pero que estos no
han querido o podido elaborar una cuerpo de doctrina para obrar con coherencia.
Que nuestro maltrecho y malversado Estado Nacional, Provincial y Municipal
exige una profunda reforma y rehabilitación, está fuera de toda discusión.
El tipo de reforma necesaria debe ser el centro de nuestra preocupación
política, pues la neo-colonial propuesta administrativa deja de lado a La Política, como
responsabilidad insoslayable en el Estado y la transfiere al plano del Poder Imperial o a la
espontaneidad del mercado.
Si fuésemos una comunidad-social estable y predecible, como lo es una colonia
gregaria de hormigas o abejas, con un número limitado de bio-tipos y una regular actividad
fija, instintiva, esa opción exclusivamente administrativa tendría viabilidad. Pero se trata de
comunidades humanas, multifacéticas, polifuncionales e impredecibles.
Allí juega su rol insoslayable La Política, como inteligencia del Estado.
Ambos, Política y Estado, han surgido naturalmente, en nuestra civilización, como
una respuesta a las necesidades emergentes de la naturaleza humana, de su diversidad y
dinamismo impredecible.
El Estado Administrador deja de cumplir con funciones esenciales del EstadoNación, como institución que permite la convivencia de la diversidad social, entre ellas:
La función de síntesis: finalidad primordial del sistema político, que compatibiliza a
las energías divergentes del conjunto social, permitiendo su sinérgica supervivencia. Ello es
posible si retiene la exclusiva soberanía y el monopolio de la fuerza, para tomar decisiones
definitivas e inapelables en la resolución de los conflictos.
La función de previsión: la unidad nacional reposa en los fines comunes, a muy
largo plazo (objetivos políticos). Ello identifica a un pueblo, le da solidez interna y una
actitud positiva frente al futuro deseado. Es ésta una función que legitima la existencia del
Estado y de la cual no puede ser reemplazado.
La función de Conducción: es la más discutida por las distintas corrientes
filosóficas. Existe un pensamiento extremo-liberal (anárquico) que reniega de esta función
ordenadora, llegándose a plantear el paradigma de la “sociedad sin Estado.” En tiempos de
crisis estructurales, es difícil concebir la ausencia de conducción. La anomia nos llevaría al
estado de naturaleza, es decir, a la guerra civil o a la intervención externa.
5
Excluir del Estado las funciones comentadas, supone la existencia de una sociedad
disgregada, sin metas a alcanzar; en permanente estado de asamblea y sin posibilidades de
alcanzar una decisión. En resumen, estaríamos en presencia de un vaciamiento del
Estado, de un vacío de poder o de una transferencia de poder, en favor de estructuras
supranacionales, de carácter Imperial, o de sus vicarios regionales. Es la opción de quienes
sostienen la ideología de la globalización.
4. Relación del Imperio Global con el Estado Nación.
El Núcleo Central de Poder, la Tríada del Imperio Global actuante, está en manos
de los países altamente desarrollados (EEUU-UE-Japón), conformando una asociaciónalianza apoyada sobre tres valores compartidos: democracia, libre mercado y libertad de
expresión.
Alrededor de ese eje giran los países en vías de desarrollo, adscriptos al área de
responsabilidad estratégica natural de alguno de los tres actores centrales (áreas de
influencia o de dominio), espacios concebidos como mercados cautivos, bajo las formas de
zonas de libre comercio, mercados comunes o uniones económicas, según el grado de
maduración del proceso de integración regional. (El ALCA, en las Américas; la Unión
Económica Europea, en la Unión Europea-Africa y una renovada Area de Co-Prosperidad,
en el Lejano Oriente).
Resta señalar la presencia de los países de borde, periféricos o marginales,
incapacitados orgánicamente para incorporarse a la estructura de la Nueva Era o Tercera
Ola, por carencia de desarrollo político y económico y los Macro-Estados en Desarrollo,
aun sin adscripción, como China o La India, que son hoy la principal preocupación
estratégica del Núcleo Central Imperial.
Los actores centrales y sus adscriptos, ante la gravedad de la situación posguerra fría
en las áreas marginales, han iniciado su intervención allí, con subvenciones que limiten las
hambrunas y epidemias y con tropas, para contener las matanzas tribales.
Otra preocupación estratégica mundial, de intensa repercusión en las Américas, es la
aparición de un nuevo actor internacional privado-cartelizado: el narcotráfico.
Este flagelo ocupa o feudaliza a los Estados, por compra de voluntades dentro de
las instituciones y progresivamente se transforma en un alto riesgo para el gobierno del
Imperio que, indudablemente, no dejará de intervenir en preservación de su hegemonía.
Más arriba hemos descripto los instrumentos de conducción necesarios a la
interrelación Imperial, a lo largo de los siglos.
Al comenzar el Tercer Milenio, una civilización Hiper-Industrial o de la Información
y el Primer Imperio Global-Planetario, esos medios ya están disponibles:
a) Un sistema de comunicaciones satelital, interconectado con redes electrónicas de
control e informatización, en virtual monopolio de los poderes centrales.
6
b) Un idioma común, aceptado y difundido, el inglés; como lengua franca, intra e
inter-imperial.
c) Una moneda común, el dólar americano, si bien Europa y Japón realizan un gran
esfuerzo para retener su propia moneda.
d) Un sistema jurídico, público y penal, que califica y tipifica a los crímenes de
guerra y contra la paz, que viene desarrollándose desde la G M II; los derechos
humanos, incorporados por la Política Exterior de EE.UU. como norma de sanción
internacional de Poder o las más recientes, referidas a la certificación o
descertificación de los Gobiernos relacionados con el Poder Central, como sanción
penal frente a la agresión del narcoterrorismo.
e) El sistema métrico decimal, prácticamente universal; la serie de normas ISO
9000, para aplicar a productos y servicios y las ISO 14000, para el mantenimiento del
medio ambiente.
5. La Actitud Dirigencial Frente a la Dinámica Histórica.
En el ámbito social donde desarrollamos nuestro quehacer, escuchamos opiniones
muy disímiles cuando se habla de globalización, imperio o imperialismo, integración,
innovación y todo aquello que esté relacionado con la tremenda dinámica temporal y
cualitativa que nos ha impuesto la Revolución Ciéntífica-Tecnológica.
Las opiniones con respecto a nuestra inserción internacional y al Estado Necesario,
no escapan a la regla.
Lo que no es habitual, es recibir fundamentos actualizados al sostener esos juicios
tan encontrados.
Observamos actitudes de total rechazo a la mundialización o globalización, es decir,
al Imperio vigente. Estas, naturalmente, conllevan la idea de negar una realidad presente
e inevitable y conducen a una obligada solución: el aislamiento, el encapsulamiento del
propio Estado-Nación. Además de colocarnos a contramano con nuestro tiempo histórico,
¿es hoy viable el aislamiento, cuando hasta los niños navegan por Internet?.
Ciertamente, la solución no está en el aislamiento, porque éste es inviable.
Simétricamente se dan actitudes opuestas, de acatamiento y sumisión a la opción del
Estado Administrador, renegando de la soberanía e identidad del Estado-Nación. Es la
negación de la esencia y función Política de éste, ya de por sí altamente dañada. Estamos
en presencia de la opción del gerenciamiento, ya citada, bajo la conducción de un directorio
imperial externo.
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Ante estas actitudes extremas, aparece una posibilidad que es a la vez un desafío,
una tercera vía, lícita y expedita, que soslaya la inviabilidad del aislamiento y la vergonzosa
concesión de la autonomía.
Hemos dicho que el modelo romanizado surgido de la asociación de actores que
conforman el Centro de Poder Imperial-Global, reconoce como patrones exigibles a sus
adscriptos, democracia, libre mercado y libre expresión. En nuestro país hay consenso para
aceptar estas exigencias que hoy, en los hechos, aprueba la mayoría de nuestro electorado.
Pero, como lo señala D. Martos: “una cosa es orientar las velas, según la dirección
desde donde sopla el viento y otra muy distinta, entregar el timón”.
El desafío está allí: ¿ tenemos en nuestra sociedad y en su estamento de conducción,
capacidad de navegantes?. La respuesta está en nosotros. ¿ Deseamos ser cómodos
pasajeros o aspiramos al control de nuestro propio barco?. ¿ Tenemos vocación para asumir
los riesgos y capear las tormentas?. Creemos que la metáfora es feliz y nos permite avanzar
en nuestro razonamiento. Nuestros principales socios dentro de la integración regional en
curso, el Mercosur, son Brasil y Chile. Ambos han resuelto navegar con Capitán propio
y han definido su Política Exterior, su Política de Defensa y su Política Económica.
¿ Qué hará la Argentina?. ¿ Irá a puerto, para encapsularse?, ¿Enajenará el barco,
para gozar del viaje bajo comando de sus socios y vecinos? o ¿Asumirá el desafío,
empuñando el timón, alineando las velas y capeando el temporal?.
Estamos entrando, en 1998, en tiempo de definiciones, de resoluciones, de
decisiones. Esta etapa de la transición imperial, así lo exige. Hasta hoy, el calafateado del
barco ha sido cosmético. El Estado no ha recuperado
sus Instituciones
Constitucionales, en la medida exigida por la crisis (Congreso Nacional, Justicia, Fuerzas
Armadas, etc.). Pareciera que la regata no conoce su meta, su destino y consecuentemente,
no emergen las Políticas, sus rumbos sectoriales. La Política Exterior, desarmada, se hace
“carnal o seductora” en su declaratoria y concesiva en los hechos. La Política de Defensa
manifiestamente no existe y la Política Económica ha sido reemplazada por una Estrategia
de Hacienda Pública, atenazada por la deuda externa y el reclamo social.
La nave se colorea como Estado Administrador, mientras la tripulación es
entretenida o atribulada por una comunicación social negativa, cuestionadora, superficial y
perversa.
¿El estamento político no ha captado el desafío? , ¿o no lo acepta?.
6. La Naturaleza de los Desafíos que Enfrenta Nuestro Sistema Político
a) El Desafío Político.
Abarcado y comprendido por el Sistema Político el cuadro de situación que presenta
la posguerra fría, la Globalización Imperial y la naturaleza y alcance de los desafíos
presentes, este debiera de acordar un mecanismo de toma de decisiones ágil y oportuno, que
impida perder la enorme oportunidad que la crisis le presenta a La Argentina.
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Ello exige reconstruir el Poder. Sin Poder no hay Política, Soberanía ni Estado.
El Poder Integrado, en su equilibrio intrínseco, es complejo. Contiene factores
morales y materiales. Hay tres de ellos que conviene desarrollar cuanto antes: el factor
Fuerza, el factor Conocimiento y el factor Financiero.
1) El factor Fuerza: se expresa fundamentalmente en las Fuerzas Armadas.
Constituye el núcleo duro del Poder, por ello cuando éste se extingue, resta la Fuerza,
como ultima-ratio. Con anterioridad a la existencia de la Carta de ONU, constituía la
alternativa de la Política Exterior. Hoy, vigente la obligación de la “resolución pacífica
de los conflictos”, la Fuerza es la administradora de la paz, como permanente sostén de
la capacidad negociadora de la Política y si se nos impone la guerra, es el medio para
alcanzar la victoria y retener el objetivo en disputa. Siendo un instrumento básico del
Poder, debe ajustarse en su estructura a la naturaleza de las necesidades Políticas y de
las amenazas estratégicas que percibe el Estado, para alcanzar sus objetivos. Los
acontecimientos políticos imperiales y regionales, las necesidades permanentes de
negociación en la integración y los riesgos estratégicos consecuentes, tienen un altísimo
ritmo de evolución. Ello exige dotar al Estado, cuanto antes, de un ágil Sistema de
Defensa y una dinámica Política de Defensa, hoy totalmente inexistentes y lo que es
más grave y llamativamente paradójico, impedidas por las Leyes de Defensa vigentes,
de reciente promulgación. El ex-Ministro de Defensa responsable de la Indefensión,
como promotor de esta legislación perversa, está proponiendo actualmente la
reestructuración de las FF AA desde la Cámara de Diputados, en el marco de estas leyes
ineptas e inaceptables y sobre argumentos presupuestarios. La reestructuración es
imprescindible y urgente, pero sobre fundamentos estratégicos y bajo responsabilidad
exclusiva y constitucional del Poder Administrador. Usando un eufemismo, digamos
que el error continúa y se perfecciona.
Se impone la rehabilitación de las Fuerzas Armadas en el ámbito de la
conducción del Estado; la creación de los órganos funcionales permanentes y altamente
especializados para la tarea interministerial; dinamizar el planeamiento estratégico con
realismo y a partir de sus necesidades, recrear la profesionalidad militar, como lo
hicieron el Gral. San Martín y el Cnl. Riccheri, en sus tiempos. Ya no hay estabilidad o
larga permanencia situacional u organizacional. Ergo, los recursos humanos deberán
actualizar sus métodos de trabajo y flexibilizar sus conceptos tácticos. Los recursos
materiales serán de alta tecnología y promoverán el proceso industrial nacional y los
sistemas y subsistemas operacionales no tendrán un despliegue fijo.
Dicho esto, se hace evidente que la tarea inicial y ardua será el cambio de
mentalidad de la dirigencia con referencia al factor Fuerza, actualmente estratificada en
los conceptos de guerra total y en los resabios de las crisis internas, con intervención
militar. Las leyes promulgadas en nuestras post-guerras, surgieron de los resentimientos
del pasado, cuando debieron apoyarse en las amenazas presentes y futuras y en un
concepto estratégico actualizado. El mensaje del PEN que acompañó al proyecto de la
Ley de Defensa Nacional vigente, en su traslado al Poder Legislativo, se fundamentó en
la “doctrina de la seguridad nacional”. Ello nos releva de cualquier otro comentario.
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2) El factor Conocimiento: en el ambiente de la Revolución CientíficoTecnológica, este factor ha desplazado a los tradicionales en la arquitectura del Poder.
Hoy, el conocimiento es Poder. Este desafío también será arduo. Gran parte de los
intelectuales están comprometidos con ideologías del pasado y por ello condicionados
para construir el porvenir, dinámicamente. La perspectiva imperial-global exige nuevas
arquitecturas ideológicas y éstas se verán demoradas por quienes medran en el pasado.
El rescate de la pertenencia a una cultura, a sus valores y principios, está hoy
relacionada a revolucionarios recursos instrumentales y a situaciones inéditas, que son
una realidad a conducir. Por el momento, las tendencias muestran el intento de un
obstinado rescate de los dogmas fracasados, para intentar su resurrección imposible. Si
el verdadero intelectual es un creador, la esperanza de nuestro futuro Político está en
ellos. Sin embargo, una acabada observación de nuestras Universidades actuales,
señala una vulnerabilidad nacional de muy alto rango y de difícil resolución, en el
camino de la reconstrucción del Poder.
El Conocimiento no debe ser concebido exclusivamente como
instruccionalidad o como destreza técnica y administrativa. La educación del espíritu
debe acompañar o preceder al conocimiento práctico. En caso contrario estaremos
capacitando para la autodestrucción. Los indicios están presentes. La recuperación de
la identidad, desde un estricto punto de vista Político, tiene en el área de la educación y
la cultura un espacio primordial. No habrá sinergia ni esfuerzo, sin idea de pertenencia
y menos aun en tiempos de interdependencia e integración.
3) El factor Financiero: si nuestro país llegara a encarar con éxito la
rehabilitación del Estado, en todos sus niveles y recuperara los factores Fuerza y
Conocimiento, encontrará en el campo financiero un determinante negativo para su
futuro: la deuda externa impagable y progresiva y el reclamo social, originado en la
propia transformación estructural-económica, inevitable. La deuda alcanza a los 100
Mil Millones de pesos. En el corriente año pagaremos unos 6 Mil quinientos millones
de intereses y dejaremos de pagar unos 14 Mil Millones de devolución de capital, que
continuarán acumulándose en el monto global. Estos ciclos de acumulación progresiva
no podrán ser alcanzados por los sucesivos saldos de la balanza de pagos. Se hace
necesario que la alianza del Cono Sur renegocie la deuda con el Poder Imperial,
para beneficio del conjunto. La cuestión social, que es tomada como bandera por la ya
comentada inercia ideológica, es una manifestación de la ineficiencia operativa de la
recuperación institucional, ausencia de convicciones doctrinarias, una constante evasión
hacia el cuestionamiento estéril y, como corolario de todo ello, de la adopción de
decisiones innovadoras solo ante el estado de necesidad extrema. Quienes niegan la
posibilidad racional de las reformas oportunas, para evitar las crisis sectoriales, son los
futuros abanderados de la protesta y de la violencia social, con la única propuesta de
un imposible retorno al pasado.
La creación de la credibilidad y confianza, para que la repatriación de
capitales argentinos se alcance, se ve limitada por la inseguridad jurídica. La creación
de un mercado de capitales a través de los fondos previsionales, se ve limitado por las
carencias de contralor de la evasión, que alcanza a un 50%, de modo directo, por los
órganos creados por la nueva ley previsional. Los responsables de estas limitaciones, se
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oponen a la inversión externa y reclaman fuentes de trabajo y mayor redistribución del
producto. ¿Cuál es la fuente de tanta incoherencia?. ¿La falta de cultura política, el
ideologismo exacerbado, el egoísmo maniqueo...?. En el otro extremo del arco
ideológico, pareciera que el lema es: “el capitalismo ha triunfado”. Mintzberg opina lo
contrario: “lo que triunfó en Occidente es el equilibrio, un sector privado fuerte, un
estado fuerte y un sector intermedio fuerte”. Probablemente el instinto social
encuentre, en el acierto electivo y en la maduración del sistema, una base para la
solución necesaria.
7. Conclusiones:
a) Desde la desaparición del escenario internacional de la URSS, el imperio bicéfalo
Americano-Soviético trasegó hacia realineamientos geopolíticos que nos
conducen al actual Imperio Global, bajo gobierno multipolar del G7/G8, dentro de la
alianza concertada sobre el modelo americano triunfante.
b) Ante este inesperado y profundo giro en la situación, hay actitudes disímiles en las
dirigencias. Por un lado están aquellos que permanecen en el estadio bipolar, por
razones de índole ideológica. Por el otro, han surgido quienes entienden que todo ha
cambiado y que pasamos a ser ciudadanos del mundo. Que se ha extinguido el EstadoNación, las Naciones, la Soberanía, la Política... Para ellos, las comunidades quedarán
bajo el gerenciamiento de un Estado-Administrador, dirigido desde el Centro de
Poder Imperial. Para este sector es necesario reformar al Estado, pues él debe limitarse
a la Justicia, la Seguridad, la Salud y la Educación. Como puede colegirse, la
organización del área Política, Económica o de Defensa, deberían eliminarse.
c) No creemos que el modelo Imperial Global, vaciado en molde romano, tienda a la
eliminación del Estado-Nación. Estamos convencidos en cambio que la reforma
necesaria
debe orientarse al equilibrio, a la recuperación o rehabilitación
institucional del Estado, luego de la malversación política y económica que hemos
practicado con él, durante el último siglo, llegando a un estadio de ineficiencia
funcional y operativa, que nos hace presumir su inexistencia.
d) La integración regional es una necesidad regional compartida de acumulación de
Poder, para negociar en mejores condiciones nuestra incorporación al Imperio Global,
dados los desequilibrios de desarrollo entre el Norte y el Sur.
e) Si la Rca Argentina no recupera el Estado, en todos sus niveles, y si mantiene el
rumbo actual hacia exclusivas funciones de Estado-Administrador, cederá su
soberanía a los socios mayores del Mercosur, adscriptos al Imperio Global.
f) Si contrariamente la Rca Argentina decidiera retener su autonomía, deberá dar
prioridad al factor Fuerza, al factor Conocimiento y al factor Finanzas, para
recuperar el Poder, la Política y el Estado Nacional.
g) En las elecciones de l997 y l999, los argentinos estaremos definiendo nuestro rumbo
futuro. La decisión es nuestra. Los Imperios respetan a los pueblos definidos, con
identidad, rumbo seguro, creíbles y confiables y nunca respetaron a las sociedades
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volubles, anodinas o cobardes frente a los desafíos e infantiles en la hora de las
decisiones fundamentales. Dependemos hoy, una vez más, en lo que puede ser el final
de nuestra larga decadencia, de la intuición social. Reconstruir el Poder, recuperar
la Identidad, adaptarse a éste momento histórico y rehabilitar el Estado, son las
condiciones necesarias del equilibrio, de la paz regional y del consecuente
progreso.
Bibliografía:
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