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LA HERMANDAD DE LOS GITANOS Y LOS AGUSTINOS
1. La Hermandad de Los Gitanos en el convento del Pópulo
La hermandad de Los Gitanos ha tenido una estrecha vinculación con los agustinos a lo largo de su historia. En
sus comienzos, la sede canónica fue el convento de Nuestra Señora del Pópulo. Allí permaneció 83 años, desde 1754
hasta 1837. Hace unos meses, con motivo del CCL aniversario fundacional, se han reanudado los lazos de amistad. Una
representación de los padres agustinos ha participado en algunos eventos de tan importante efeméride.
Los religiosos seguidores del estilo de vida de San Agustín tuvieron en la ciudad de Sevilla tres casas, antes de la
exclaustración de 1835. Dos pertenecían a los agustinos calzados (Orden de San Agustín, OSA). El monasterio de San
Agustín, en los alrededores de la Puerta de Carmona, y el colegio de San Acasio, en la famosa calle Sierpes. Los
agustinos descalzos (Orden de Agustinos Recoletos, OAR) edificaron su residencia en la Puerta de Triana, bajo la
advocación de Nuestra Señora del Pópulo.
El convento del Pópulo se hallaba en la manzana que hoy ocupa el mercado de abastos del Arenal y algunas
oficinas municipales. La fachada principal se levantaba en la actual calle Almansa. Durante algún tiempo, la calle Pastor y
Landero se llamó Pópulo, por ubicarse en ella la fachada lateral del cenobio. En 1918 se cambió el nombre, en recuerdo
de Manuel Pastor y Landero, que mejoró las condiciones de navegabilidad del río Guadalquivir.
La hermandad de Los Gitanos fue fundada el año 1753 en el convento del Espíritu Santo, en el barrio de Triana.
Muy pronto surgieron más dificultades de las previstas para continuar en este lugar. Ante este contratiempo, acudió a los
agustinos del Pópulo solicitando la admisión en su templo. Estudiada la petición, el prior y la comunidad decidieron
acogerla con caridad fraterna.
Durante 83 años convivió con los padres agustinos. Pero en 1835 se produce la exclaustración de las órdenes
monásticas. Los frailes se vieron obligados a abandonar su casa. La iglesia siguió abierta al público, dependiendo de la
parroquia de la Magdalena, dos años más. En 1837 se destinaron todas las dependencias del antiguo convento a cárcel
real. La cofradía no tuvo más remedio que cambiar su sede canónica.
Desde 1837 hasta 1860 se estableció en San Esteban. A partir de 1860 continuó su peregrinación por distintas
zonas de la ciudad. Ha estado en San Nicolás, San Román y Santa Catalina. La estación de penitencia la ha tenido que
efectuar algunos años desde Santiago y los Terceros. Afortunadamente, en 1999, se asentó en el templo de Jesús de la
Salud y Santa María de las Angustias Coronada. Era la capilla del antiguo colegio del Valle, que acababa de ser
magníficamente restaurada.
2. La Hermandad de Los Gitanos y los símbolos agustinos
La hermandad de Los Gitanos acaba de celebrar con gran solemnidad el CCL aniversario de su fundación (17532003). De estos 250 años de existencia, el primer tercio lo pasaron en el convento de Nuestra Señora del Pópulo. Este
dilatado espacio de tiempo, en contacto con la comunidad, les sirvió a los cofrades para asimilar las peculiaridades
típicas de los agustinos.
La hermandad de Los Gitanos muy pronto incorporó como uno de sus signos emblemáticos el corazón de la familia
agustiniana. El escudo de la orden religiosa tiene como elemento central el corazón atravesado por dos flechas y con la
llama ardiendo en la parte superior. Todos estos detalles desean destacar la importancia de la caridad. San Agustín en
una de sus obras más conocidas, las Confesiones, afirma: “Señor, tú habías asaeteado nuestro corazón con tu caridad”
(Conf. 9,2,3).
En la mitología clásica, Eros para los griegos y Cupido para los romanos eran los dioses del amor. Se les solía
representar como un niño travieso que, provisto de su arco y sus fechas, lanzaba de forma caprichosa sus dardos sobre
los seres humanos. San Agustín parte de estas historias muy difundidas en su tiempo para exponer su experiencia
personal. Lo que le interesa dejar claro es que, en su caso, el Dios de los cristianos ha traspasado su corazón con el
amor sobrenatural.
También nos ayuda a interpretar esta seña de identidad de la orden la primera frase que San Agustín escoge para
comenzar la Regla: “Ante todas las cosas, amemos a Dios y después al prójimo, porque éstos son los mandamientos
principales que nos han sido dados” (Regla, 1). El corazón, como símbolo del amor, nos recuerda la obligación de poner
en práctica estos preceptos divinos.
En el nuevo santuario han querido dejar constancia de su paso por dos iglesias. En el año 2001, se expusieron al
culto las imágenes de San Agustín y San Nicolás de Bari. Han sido ejecutadas por el escultor Darío Fernández Parra. Se
hallan situadas en el altar mayor en unas pequeñas hornacinas. Están muy próximas al camarín de la Virgen de las
Angustias.
Las efigies son obras talladas en madera policromada. Miden unos 70 centímetros de altura. Los dos santos
aparecen ataviados con ropas y atributos propios de los obispos. Sobre las vestiduras litúrgicas se aprecia la cruz
pectoral. En una mano tienen un libro y en la otra, el báculo. En la cabeza llevan la mitra.
En ambas esculturas llama la atención la capa pluvial bellamente decorada. La de San Agustín es roja por la parte
exterior y verde por la interior. La de San Nicolás combina los mismos colores pero de forma contraria. Se busca
deliberadamente el juego alternativo de estas tonalidades. Otros rasgos destacables son el ligero arqueo de los cuerpos
buscando la simetría y el tratamiento expresivo de los rostros, que tienen pobladas y largas barbas.
La talla de San Agustín tiene depositada a sus pies una pequeña maqueta de una iglesia. Es un elemento típico de
la iconografía del santo, que quiere resaltar el papel de defensor de la unidad de la iglesia católica. En la peana que
sostiene a San Nicolás de Bari hay un ancla, porque está considerado como el patrón de los marineros.
Jesús Manuel Gutiérrez