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HOMBRES DE ESPÍRITU
INTRODUCCIÓN
Este comienzo del siglo XXI se está caracterizando por una búsqueda de espiritualidad cuya
razón de ser se fundamenta en la llamada a crecer. Sin embargo, el deseo de satisfacer
determinadas necesidades espirituales no siempre procede del Espíritu de Jesús, sino de
otros muchos espíritus y por eso es necesario saber qué características distinguen a uno y a
otros, discernir por cuál de ellos estamos siendo llevados. ¿Tiene el Espíritu Santo una
originalidad propia en sus mensajes y en su acción que no pueda confundirse con otros
espíritus?
1.- EL ESPÍRITU SANTO NO ACTÚA POR SU CUENTA
En un primer acercamiento podemos decir que el Espíritu Santo no actúa por su cuenta ni
tiene mensajes propios independientemente de lo que recibe del Padre y del Hijo. Su
inspiración es actual y permanente, pero no es algo nuevo, sino que descubre el poder de
Dios Padre y de Jesucristo para nuestro tiempo. Su función es hacer a Dios existente en
nosotros: un Dios que, sin él, sería lejanía y por tanto cerrado en sí mismo. Y hacer un
Jesucristo contemporáneo nuestro: un Jesús, que sin él, no sería que más que un recuerdo
histórico, sin presencia activa en cada uno de nosotros y en el mundo. Aquí tenemos un
primer punto de discernimiento.
El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo y, por consiguiente, lo que genera dentro de
nosotros es una criatura nueva, un nuevo modo de ser y de actuar en el mundo. El Espíritu
nos habla del amor gratuito del Padre, de confianza en la vida, de trascendencia….Palabras
que pertenecen al Hijo son aquellas que recalcan la necesidad de encarnación, de
compromiso, de cruz, de resurrección. Dios no existe para nosotros más que como Padre y
como Hijo. Y como Espíritu Santo, que es el dador personal de ambos a la vez (cfr. E.
Schweizer, “El Espíritu Santo”, Sígueme, 1984). La función del Espíritu Santo consiste en
hacernos experimentar a Dios como padre de la vida y a Jesucristo como salvador. Este sería
el segundo punto de discernimiento.
2.- “EL ESPÍRITU CLAMA DENTRO DE NOSOTROS: ¡ABBA! ¡PADRE! (Gál.4, 6)
Ser hombres y comunidades del Espíritu significa ponernos a la escucha del que dentro de
nosotros susurra que Dios es amor y que la vida está habitada por el Misterio acogedor a
quien Jesús llamó “Padre”, origen, sentido y fin de todo cuanto existe.
Sólo necesitamos echar la vista a nuestro alrededor, haciendo memoria del pasado y
viviendo el presente y descubrimos que el lugar del señorío de Dios no puede quedar
atrapado por las apariencias sociales, ni por los comportamientos desgarradores de los
humanos. Necesitamos del Espíritu de Dios que en estos tiempos sepamos sintonizar y
descubramos en nuestro interior de nuestras conciencias y de nuestras comunidades que
Dios es Amor eterno y Padre de toda criatura: (IJn. 4,8; Rom.8, 15-16; Gál.4, 6)
“El que no ama no conoce a Dios,
porque Dios es amor” (IJn.4,8)
“Mirad, no recibisteis un espíritu que os haga esclavos
y os vuelva al temor; recibisteis un Espíritu que os hace
hijos y que nos permite gritar:¡Abba! ¡Padre!” (Rom.8, 15-16)
“Y la prueba de que sois hijos es que Dios envió a vuestro interior
el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba! ¡Padre!. De modo que
ya no eres esclavo, sino hijo y si eres hijo eres también heredero,
por obra de Dios” (Gál. 4,6-7)
2.1.- YO SOY AMADO POR DIOS
El hombre moderno sufre tal acumulación de frustraciones personales y sociales, que en
muchos momentos descubre que se quiere muy poco a sí mismo e incluso se desprecia a sí
mismo y hace imposible el amor a los demás.
En esa dinámica de experimentar el sentirse querido y el querer, hay un eje fundamental de
la fe que hace que la experiencia del amor incondicional de Dios sobre nosotros hace que
Dios sea el mejor psicólogo humano; ya que hace que nuestra relación con los otros sea una
apertura de nuestro yo a los demás y no se convierta en una forma de relación dominadora:
“Porque la experiencia de Dios es condición de posibilidad
para que el servicio del hombre no se convierta en nuevas
formas de dominación. Sólo un corazón limpio recibe la
luz y la fuerza constante para convertirse y transformar
constantemente las estructuras más allá de intereses particulares
y de preferencias ideológicas”
(J. CUNILL, “Una Iglesia que acompaña el nacimiento y crecimiento
De la fe”, Iglesia Viva 118 (1985), p.358)
Cuando siento y vivo que soy amado incondicionalmente por Dios, más allá de mis buenas o
malas obras, descubro que el Amor de Dios posibilita en mi vida gozo y entrega hacia los
demás.
2.2.- EL HOMBRE PUEDE VIVIR SIN AGOBIOS
Vivimos con prisas, con agobios, con preocupaciones tan humanas como el comer o el vestir,
o tan cristianas como el porvenir de la Iglesia…que se nos hace difícil entender, y mucho más
vivir, aquello de Jesús:
“No andéis agobiados por la vida, pensando que vais a comer,
ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir;
porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido.
Fijaos en los cuervos: ni siembran, ni siegan, no
tienen despensa y granero y , sin embargo, Dios los alimenta.
Y ¡ cuánto más valéis vosotros que los pájaros…!Fijaos cómo
crecen los lirios: ni hilan, ni tejen, y os digo que ni Salomón
en todo su fasto estaba vestido como malquiera de ellos…Ya
sabe vuestro Padre que tenéis necesidad de todo eso. Vosotros
buscad que él reine, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Lc.12,22-31)
Jesús, que vivió esto para sí y lo predicó para los demás, no se evadió de la historia y peleó
en hacer un presente más justo y un futuro confiado en Dios Padre. Nuestro presente es
tiempo de salvación, el mañana pertenece a la confianza. Y cuando el “mañana” se presenta
amenazador, apliquémosle la “memoria” que salva. La memoria de que en muchos pasados,
también difíciles, no nos faltó la presencia y el aliento de Dios. Su Espíritu, que lo hizo a Él
presente.
2.3.- “AMENAZADOS DE RESURRECCIÓN”
Cuando nos abrimos a la ventana de los medios de comunicación social quedamos
impregnados de vidas menospreciadas y muertes escandalosas, convirtiéndonos en cínicos
apáticos o plañideras indiferentes. Es preciso estar convencidos de que a esas vidas y a esas
muertes las salva Dios, que Dios las hace entrar en el gozo sin amenaza del que nunca
disfrutaron a este lado de la vida.
Tenemos un testimonio de fe del que el periodista guatelmateco, José Calderón Salazar, nos
dice que estamos “amenazados de resurrección”:
“Dicen que estoy “amenazado de muerte”. Tal vez. Sea ello lo
que fuere, estoy tranquilo. Porque si me matan no me quitarán
la vida. Me la llevaré conmigo, colgando sobre el hombro,
como un morral de pastor”.
Estamos equivocados. Los cristianos no estamos amenazados
de muerte. Estamos “amenazados” de resurrección. Porque
además del Camino y de la Verdad, él es la Vida, aunque esté crucificada
en la cumbre del basurero del Mundo….”
Este es otro de los difíciles mensajes que el Espíritu de Dios mantiene en pie a la vista del
importante dominio de los ídolos de la muerte en nuestros días.
En resumen. Podemos afirmar que la vida es un don de Dios. Que los hombres somos
amados incondicionalmente por Él. Que las tensiones de la vida las podemos vivir desde la
confianza y que la última palabra sobre el dolor y la muerte la tiene Dios. Todas estas son
afirmaciones de la fe; pero se han convertido en mensajes difíciles de aceptar. Por eso su
recuperación es tan importante para quienes no sólo intentan vivir hacia sí su fe, sino
también convertirse en portadores de ella hacia los demás. Lo que pretendo resaltar es que
tenemos que ponernos a la “escucha de Dios” y que su vivencia en nosotros sea con la
fuerza del Espíritu Santo,
“El Espíritu nos hace reconocer la gracia como gracia de
Dios; por él podemos percibir el don de Dios como don,
su amor como amor suyo; él es la posibilidad subjetiva
de la revelación”
(W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sígueme, Salamanca, 1985, p.259)
3.- LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO GENERA RECUERDO E INVENCIÓN
Al Espíritu Santo se le atribuye la función de “recuerdo”, ser memoria de Jesús y de cuanto él
nos enseñó. ¿Qué debemos recordar hoy sus seguidores?
Pero la misión del Espíritu Santo no es solo recordar, sino también “inventar”. En un tiempo
en el que no existe Jesús en la tierra, lo que tiene que hacer el Espíritu es actualizar al propio
Jesús, camino, verdad y vida para cualquier situación nueva. La actividad del recuerdo es
inseparable de la actividad de la invención y la esperanza (Cfr. E. SCHWEIZER, El Espíritu
Santo, Sígueme, Salamanca, 1984).
3.1.- VIVIR DE RECUERDOS
Si perdemos la memoria podemos perder el futuro. El recuerdo de Jesús y de “todo lo que él
ha hecho” pertenece al memorial de nuestra fe y sin él nada podemos hacer ni mirar hacia
el futuro.
 La opción de Jesús por los pobres:
Vivimos en unas circunstancias históricas en que los distintos modelos de pobrezas se
agrandan. No es un fenómeno sólo a nivel mundial, sino a niveles locales y en nuestros
entornos más próximos… ¿qué podemos hacer? Seguro que las grandes soluciones no
están en nuestras manos, pero sí lo está el vivir nosotros una fe, un recuerdo de Jesús
que conecte con ellos y lo sepamos transmitir. De ese “recuerdo” sí somos responsables.
Pero este estar al lado de los pobres nos exige no renunciar nunca a la confesión de Dios
y del futuro que él quiere. En lo que a nosotros toca, ese recuerdo de Jesús nos trae a la
memoria aquellas palabras del P. H. Kolvenbach:
“Para que esta oración sobre las Bienaventuranzas sea verdadera,
debe fundarse en una comunión de vida y muerte, a ejemplo de
Jesús, con los pobres y con los que lloran, con las víctimas de la
injusticia y con los que tienen hambre. Quien convierte las
Bienaventuranzas en oración, no se queda ya como un simple observador
de esa humanidad sufriente. No sólo se hace parte de ella, sino
que se descubre responsable de lo que sucede”
Jesús vivió el amor a los pobres en aquel desamor donde se producían víctimas; por eso, la
pasión del Señor supo poner vida donde había distintas formas de muerte. Su amor se hizo
realidad siempre al lado de los despojados. Y porque Dios es así, Jesús –Dios-con-nosotrosconstruye futuro para aquellos a quienes en este mundo se les niega futuro. La novedad de
aquella historia es que el Espíritu Santo actualiza de forma ininterrumpidamente la perpetua
novedad y vigencia de Jesús.
 Las tensiones creadoras:
Hoy para buscar un estilo de vida descubrimos que existen tensiones que con frecuencia
provocan inarmonias e inconsecuencias, que conducen a formas de vida que más bien
muestran las aristas de lo fragmentado que la unidad del todo. Estas tensiones están
ubicadas entre la oración y la fidelidad a la tierra, entre la contemplación y la lucha política,
entre lo trascendente y lo inmanente. Estos polos no son peligrosos, sino nuestra negativa a
ponerlos bajo la fuerza del Espíritu del Señor. Lo importante es mantener esta “tensión”
entre ambas fidelidades hasta que se nos conceda la gracia de sentir que no se trata más
que de una única fidelidad. Si el recorrido de la fidelidad comienza en Dios, incluido el
proyecto del mundo y de los hombres, se trata de ser fiel a todo lo que ellos son, criaturas
de Dios habitadas por él y por la promesa del futuro. La religiosidad de la solidaridad y de la
trascendencia deben ser dos aspectos del estilo de vida cristiana. No podemos separarlos
 Espiritualidad de la resistencia cultural:
A Jesús le toca vivir en una sociedad plural en la dimensión política y en las tendencias
religiosas y socio-culturales.
Este es el campo donde Él vive desde Dios, para extender el Reino de los cielos y lo hace en
contracorriente en los ambientes más diversos e incluso hostiles.
En nuestra sociedad también vivimos en la cultura del poder y del consumismo,
convirtiéndose en una especie de dogma obsesivo para muchas de las personas. La tentación
consiste en terminar siendo más inculturados por el espíritu del capitalismo que por el
Espíritu de Jesús. Una espiritualidad de la resistencia cultural nos invita a construir nuestra
vida sobre las bases de la sobriedad, el compartir los bienes y el confiar radicalmente en la
providencia divina.
Esa cultura del poder engendra el ansia de placer y de dominar. Este es el gran dogma que
rezuma nuestra sociedad: tener, poder, placer.
Se trata de saber si vamos a vivir al impulso de estos tres “dogmas” de nuestra cultura o de
estos tres “votos” –pobreza, castidad y obediencia- del Evangelio. El hombre cristiano de hoy
sólo lo podrá ser en la medida en que el Espíritu de Jesús nos recuerde y haga posible en
nosotros una profunda, gozosa y creativa existencia contracultural
3.2.- VIVIR DE INVENCIONES
La venida del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros no se hace solo por signos
repetitivos, sino por el gran signo de la creatividad. El Espíritu de Jesús nos hace ser
constructores- colaboradores con Dios y tenemos que vivir al ritmo del Espíritu Santo
moviéndose haciéndonos mover al ritmo de la escucha y de la aventura amorosa de Dios. Es
momento en que nos preguntemos, ¿qué podemos hacer, individualmente y
comunitariamente aquí y ahora? ¿Qué podemos hacer para construir una Iglesia más
creíble? No hay recetas.
“Los lugares de decisión son lugares de discernimiento”
(CABRA, P.G, Amarás con toda tu alma (Obediencia), Sal Terrae, 1985, p.47)
Vivir según el Espíritu, significa que tenemos que entregar nuestra confianza a Dios, y todo
eso lo obra en nosotros el Espíritu, porque como decía un padre oriental:
“Sin el Espíritu Santo, Dios está lejos,
Jesucristo queda en el pasado,
el Evangelio es como letra muerta,
la Iglesia es una simple organización,
la misión una propaganda,
la autoridad una dominación,
el culto una evocación,
el actuar cristiano una moral de esclavos.
Pero en el Espíritu,
El cosmos es exaltado y gime hasta que dé a luz el reino,
el Cristo resucitado está presente,
el evangelio es una potencia de vida,
la Iglesia significa la comunión trinitaria,
la autoridad un servicio liberador,
la misión un nuevo Pentecostés,
la liturgia, un memorial y una anticipación,
el actuar humano es deificado”