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Contribución para el debate sobre los textos de Manuel Castells sobre la “sociedad red”
Uriel Ignacio Espitia Vásquez
14 de Mayo de 2005
(Módulo Uno: La sociedad red)
1. Es innegable que las sociedades del Norte entraron desde la década de los 50 en la época
post-industrial y sus culturas en una “condición posmoderna” y que con la mundialización
del capitalismo se universalizó su imaginario histórico social, lo que está estrechamente
ligado con un cambio en el estatuto del saber (Lyotard, 1993) que hizo que las ciencias y
las técnicas de punta terminaran trabajando los problemas del lenguaje y de la
comunicación, la cibernética y la informática hasta estructurar lo que hoy conocemos
como la “sociedad de la información”. Pero son deterministas los análisis sociales que
explican tales transformaciones desde el economicismo, lo tecnológico-comunicativo o
desde un “politicismo” que se circunscribe a estudios de lo político-institucional. Como es
necesario construir perspectivas de comprensión de estos aspectos culturales de los
procesos sociales, sin perder de vista su complejidad, una perspectiva trasdisciplinaria,
transversal e integradora de los recursos analíticos de “lo económico”, “lo político”, “lo
cultural” o lo “tecnológico-comunicativo”. Además, no hay que olvidar que las
significaciones imaginarias sociales incluyen no sólo las dimensiones citadas, sino
también los aspectos subjetivos, a fin de configurar lo que nos representamos como “la
realidad” o lo imaginable (Castoriadis, 1989). Foucault ya había mostrado cómo cada
época histórica genera el modelo de persona que más le conviene, porque la propia
subjetividad es un potente mecanismo de reproducción (también de transformación y
creación) del orden social existente (Foucault, 1976).
2. Desde esta perspectiva político-cultural, examinar los aspectos culturales (simbólico
sociales, de significación, de sentido) y los aspectos políticos (las relaciones de poder) de
los procesos sociales de esta nueva configuración del mundo que se enuncia como la
“sociedad red” implica poner de relieve y analizar las prácticas de los actores sociales
específicos y sus contextos sociales e institucionales, también particulares. Desde estos
antecedentes, afirmaría que:
 La emergencia de una nueva configuración del sistema capitalista incuestionablemente
relacionada con la globalización económico-financiera, las políticas neoliberales de
reducción del Estado (de bienestar o desarrollista, para el caso del Tercer Mundo) y de
apertura al mercado (en gran medida auspiciada por la revolución digital y su
infraestructura mundial de comunicación), no significan un cambio de sistema, por lo
cual se mantiene invariante en el mundo la significación imaginaria social de la
“expansión ilimitada del dominio racional”, que es una ideología cientificista,
positivista y tecnocrática que desarrolla una lógica en la que todo es medible y
cuantificable (en últimas reducible sólo a relaciones físico-matemáticas y a causas o
explicaciones determinísticas) (Castoriadis, 1999). Tal racionalidad demanda todos los
medios para un único fin: el progreso ilimitado como causa y condición necesaria para
el bienestar, cuyo sentido final es un máximo o un óptimo económico. Incluso la
ciencia y por ende la Universidad como productora de conocimiento, está en a la
cabeza de este imperativo funcional o instrumental, por lo que terminó deviniendo
tecno-ciencia, racionalidad costo-beneficio y metrología social.



La integralidad con la que se nos presenta la sociedad red (que no es otra que una
sociedad de mercado neoliberal), lo que integra es la perpetuación de la explotación y
el avance de la insignificancia de la vida individual y social. Porque instaura un
mundo dual de integrados y excluidos (conectados y desconectados), luego la brecha
digital no es solamente un aspecto tecnológico relacionado con la separación que
existe entre las personas, comunidades, estados, países y regiones que utilizan las TIC
como parte de sus prácticas de vida cotidiana y aquellas que no tienen acceso a las
mismas o que no saben como utilizarlas, sino que nuestros Estados estarán cada vez
más sujetos a los “decididores” (las gigantescas empresas multinacionales, la banca
internacional) o que se generalizará la ingobernabilidad de nuestras sociedades porque
el poder “voló” de nuestras instituciones por efecto de una de las globalizaciones en
curso: la globalización neoliberal. Como explica Martín-Barbero: “Esta es una
globalización que pretende disolver la sociedad en cuanto comunidad de sentido y
sustituirla por un mundo hecho de mercados, redes y flujos de información. Y de
modo especial los países de la periferia donde la desconexión se traduce cada día más
abiertamente en exclusión social y cultural, en el empeoramiento de las condiciones de
vida de la mayoría, en la ruptura del contrato social entre trabajo, capital y Estado”
(2004: 35).
Más que máquinas, el sistema tecnológico integrado por las técnicas y tecnologías
actuales, es nuestra mentalidad del dominio racional del mundo con sus afanes de
eficiencia y funcionalidad y sus imperativos de modernidad y de progreso. Como
dispositivos del hacer social para obtener efectos prácticos, la tecnología son planos,
modelos de organización y procedimientos de decisión, prácticas operativas,
programas y fórmulas que involucran el conocimiento. Han revolucionado nuestra
noción del trabajo, las relaciones interpersonales y las visiones que nos hacemos del
mundo, nuestros modos de aprehender la realidad y las expectativas de vida,
enfermedad y muerte. Luego, hay una reducción explicativa cuando se propone que la
aparición de tal o cual técnica en un determinado momento histórico sea la
responsable de los cambios en las sociedades y en los individuos, si esto es cierto, no
puede esperarse que con la utilización de la técnica con “fines” sociales distintos,
emerjan repentinamente otras relaciones sociales, pues lo histórico-social no se sujeta
a un determinismo de artefactos sino que es producto de “la alteración de los
individuos, de las cosas, de las relaciones sociales y de las ‘instituciones’ por el
mundo de las significaciones imaginarias sociales instituidas en cada sociedad
(Castoriadis, 1989: 311-315).
Castells es muy lúcido cuando capta que una de las transformaciones más profundas
que puede experimentar una sociedad es la que afecta los modos de circulación del
saber, lo que está estrechamente relacionado con la utilización actual de la capacidad
simbólica como fuerza productiva directa de la sociedad (Martín-Barbero, 2002). Que
hoy llamemos a las TIC “tecnologías inteligentes” no significa solamente que ellas
esté incorporada la capacidad tecnológica y humana de generar, procesar y producir,
sino que estas tecnologías provocan saltos cualitativos en las formas culturales en las
sociedades donde aparecen, modificando las formas de entender y construir la
sociedad, las personas y su mismo pensamiento. Las nuevas generaciones resultan más
proclives a la compenetración con el mundo digital-electrónico porque son sujetos
cuya autoconciencia tiene como referentes identitarios múltiples mapas, que se
adscriben a modos de pertenencia disímiles, desde diferentes proyectos, espacios,
oficios y roles. Muy posiblemente estas reflexiones que hoy formulamos sobre la
técnica y las principales características del Internet ya están “incorporadas” en el
sentido bourdiano, en los niños, niñas y jóvenes. Luego la brecha digital también nos
conduce a tratar con una brecha intergeneracional, hoy meramente soportada como
dispositivos de disciplinamiento por nuestros sistemas educativos.
Referencias Bibliográficas
 CASTORIADIS; Cornelius (1975). La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona:
Tusquets, Vol. II., 1989.
 ______________________ (1999). Figuras de lo pensable. Madrid: Ediciones Cátedra.
 FOUCAULT, M. (1976). Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI
editores, 1992.
 LYOTARD, Jean-François (1971). La condición posmoderna. Informe sobre el saber.
Barcelona: Planeta-Agostini, 1993.
 MARTÍN-BARBERO, Jesús (2002). “La crisis de las profesiones en la sociedad del
conocimiento”. En: Nómadas. Bogotá: Departamento de Investigaciones (DIUC)-Universidad
Central, No. 16: 177-181.
 _______________________ (2004). “Crisis identitarias y transformaciones de la
subjetividad” En: Debates sobre el sujeto. Perspectivas contemporáneas. Bogotá:
Universidad Central-Departamento de Investigaciones.