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Transcript
EL IMPACTO DE LA RECESIÓN ECONÓMICA DE ESTADOS UNIDOS EN
MÉXICO
Lic. Mauricio Dardón Velásquez
Mtro. Iñigo Gabriel Martínez Peniche
Asesores del área de Política Internacional del GPPRD
Joaquín Torres Srio. Técnico del área de Política Internacional
Introducción
El enorme grado de dependencia económica de México con respecto a
Estados Unidos es un indicador alarmante de que el destino de nuestro país se
encuentra ligado al de la nación vecina más allá de lo deseable.
La recesión económica en aquella nación sin duda alguna impactará a los
migrantes en general, pero principalmente a los mexicanos, y lógicamente
habrá más presión para la economía mexicana, en particular en la zona
fronteriza.
Estas repercusiones deben ser abordadas cuando menos desde dos
perspectivas diferentes: la de quienes viven y laboran en aquella nación y sus
familiares, tanto los que residen allá como los que están en nuestro país, y la
de aquellos que habitan en México.
Con relación a los connacionales que viven en la Unión Americana,
documentados o indocumentados, parece haber pocas dudas de que deberán
hacer frente a diversos desafíos debido a la desaceleración económica y la
consiguiente disminución de la producción en aquella nación.
Por lo que toca a los impactos que la incipiente crisis económica en Estados
Unidos podría tener en México es preciso distinguir entre dos ámbitos distintos.
El primero tiene que ver con un probable “contagio” en nuestro país que
repercuta en mayores niveles de desempleo, lo que podría llevar a muchos
mexicanos a abandonar sus lugares de origen para buscar mejores
condiciones de vida en el norte. Dicha desaceleración podría incrementar el
número de emigrantes por el impacto que tendrá en la economía mexicana,
más aún si en el país no se generan empleos suficientes y de calidad ni se
mejoran los niveles salariales de la población.
De acuerdo con información recientemente publicada por el Banco Mundial,
México se ha convertido en el país que más habitantes ha perdido por
migración: 11.5 millones de personas (10.7% de la población) en las décadas
recientes, quienes se han ido principalmente a Estados Unidos. En los 10 años
han salido del país 644 mil 361 mexicanos en promedio cada año.
Por tanto, un incremento en el éxodo de mexicanos probablemente traería
aparejado también un mayor número de muertes de connacionales que
intenten cruzar la frontera con Estados Unidos. Tan solo durante 2007, 411
mexicanos perdieron la vida en su viaje hacia el norte, apenas 32 menos que
en 2005, cuando el número de muertes llegó a 443, la cifra más alta en toda la
historia. De 2000 a 2007 se registraron oficialmente un total de 2 mil 844
decesos.
El segundo ámbito de repercusiones que la recesión en Estados Unidos traerá
a nuestro país está relacionado con los impactos que ésta podría provocar a
las familias de los migrantes mexicanos, quienes dependen en gran medida de
las remesas familiares que son enviadas desde el norte por los trabajadores
mexicanos.
Las remesas familiares son un pilar de la economía mexicana. Dichos recursos
enviados por nuestros connacionales han tenido un impacto positivo al
estimular el consumo y acrecentar el ahorro nacional. No obstante, al mismo
tiempo han creado una peligrosa dependencia y han aumentado vulnerabilidad
económica de México. Se calcula que para 2007 fueron enviados un total de 24
mil millones de dólares a familias mexicanas desde Estados Unidos.
Otros motivos para temer consecuencias negativas para nuestro país están
relacionados con que nuestro Producto Interno Bruto (PIB) depende en un 25%
de las exportaciones al vecino país del norte y por el temor de que disminuya la
inversión estadounidense en México.
Adicionalmente a lo anterior, la recesión económica estadounidense podría
agravar las políticas gubernamentales instrumentadas por Washington para el
control de la migración ilegal, que se basan en un enfoque policiaco y represivo
que presenta al migrante como un delincuente. Esto podría llevar a mayores
muestras de repudio a los mexicanos por parte de aquellos sectores de la
población de ese país que tienden a verlos como parte del problema, y que no
reconocen la invaluable aportación que durante años han hecho a la economía
y la cultura estadounidense. Tan sólo en lo que va de este año, el número de
detenciones y deportaciones se ha duplicado con respecto al mismo periodo de
2007.
En resumen, la situación económica y social de México podría agudizarse con
la recesión estadounidense, ya que hasta el momento no existe otra válvula de
escape, como la que por décadas ha representado la migración de
trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos, aunado a que habrá una
reducción drástica en el envío de remesas. De hecho, la economía nacional se
mantiene a flote, en buena medida, gracias a la aportación de las remesas de
los migrantes mexicanos a sus familias. Sin embargo, y ante el previsible
agravamiento de la situación económica estadounidense, es de prever una
disminución en los envíos de dinero a nuestro país.
El panorama expuesto resulta tanto más grave si se toma en cuenta que el
gobierno federal poco o nada ha hecho para proteger a los migrantes
mexicanos en Estados Unidos; por el contrario, la indolencia gobernante, en
conjunción con la de las pasadas administraciones, ha acabado por colocarlos
en un callejón sin salida: regresar al país y afrontar las inveteradas carencias,
el desempleo y la falta de oportunidades, o permanecer en territorio
estadounidense y enfrentar un panorama similar, agravado además por la
persecución y la discriminación.
Signos de desaceleración en la economía estadounidense
Se considera que la recesión es un periodo de crecimiento negativo del
Producto Interno Bruto de una economía de duración igual o superior a un año.
La Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (National Bureau of
Economic Research) de Estados Unidos, considera como recesión cualquier
decrecimiento continuado de la actividad económica por dos o más trimestres
consecutivos. También se puede considerar que la recesión no es cuando
decae el PIB, sino cuando decae la tasa de crecimiento del mismo. O sea
puede que aumentemos el PIB y estemos en recesión, si el aumento del PIB es
notablemente inferior al que estábamos realizando en los últimos tiempos.
Desde finales de 2007 y con el comienzo de 2008, diversos signos económicos
de la principal economía del mundo señalan que ha iniciado un periodo de
recesión.
Cuando Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal
estadounidense (Fed), expresó hace menos de un año sus temores de que la
economía estadounidense entraría en recesión, se vivió un efecto inmediato en
las bolsas de diversos países.
Pero la recuperación fue rápida. Las bolsas se recuperaron y el Dow Jones
superó sucesivamente las barreras de los 13,000 y de los 14,000 puntos.
Sin embargo, menos de un año después, en la economía de Estados Unidos
aparecen señales que confirman aquellas sospechas, ahora con el petróleo a
más de cien dólares por barril, en una escalada estimulada por la debilidad del
dólar y el anuncio de una fuerte reducción de las reservas de crudo en Estados
Unidos.
En diciembre, la actividad industrial en aquella nación retrocedió por primera
vez en los últimos diez meses, encendiendo otra luz roja de advertencia sobre
el peligro de una recesión.
El índice ISM (que mide la actividad industrial en Estados Unidos) marcó 47.7%
contra 50.8% en noviembre, según la asociación nacional de directores de
compras de las empresas del sector, cuando los analistas habían previsto un
50.5%. Un nivel inferior a 50% refleja una caída de la actividad industrial.
La recesión se hizo más evidente en la primera quincena de enero, con
enormes depreciaciones anunciadas por bancos neoyorquinos sacudidos por la
crisis inmobiliaria, y un desplome en las bolsas mundiales, mientras el gobierno
anuncia medidas para intentar sortear la crisis.
Los síntomas cada día son más evidentes. Las recesiones no tienen una
aparición gradual. Se notan por una discontinuidad en el mercado, y es
justamente lo que ha sucedido en un tiempo muy corto las últimas semanas.
Citigroup, el principal banco estadounidense por activos, anunció la pérdida de
10 mil millones de dólares en el cuarto trimestre de 2007, el doble de lo
esperado por los mercados. La principal razón de las pérdidas es que tuvo que
devaluar su cartera de activos en 18 mil 100 millones de dólares, a fin de
reflejar la desvalorización de sus créditos hipotecarios, concedidos a familias
de escasa solvencia financiera.
El anuncio dio comienzo a un derrumbe bursátil que se notó en México, cuando
en una sola jornada de la Bolsa Mexicana de Valores se perdió el equivalente a
las ganancias de todo un año.
Las pérdidas del Citigroup fueron acentuadas por un aumento de 3 mil 300
millones de dólares por previsiones para créditos dudosos concedidos para
consumo, un sector en el que ha aumentado la insolvencia debido a que, al
igual que en México, las carteras de crédito al consumo se han abierto de
manera indiscriminada.
Merrill Lynch -otro de los grandes bancos estadounidenses- anunció pérdidas
por 7 mil 800 millones de dólares en 2007. Sólo en el cuarto trimestre, en el
que se concentraron las mayores pérdidas, el banco perdió 9 mil 800 millones.
Este banco contabilizó depreciaciones de activos inmobiliarios por valor de 11
mil 500 millones de dólares en el cuarto trimestre, después de los 7 mil 900
millones del tercer trimestre y aumentó sus provisiones para créditos dudosos,
llevando el esfuerzo total del trimestre a 14 mil 600 millones de dólares.
Estos anuncios llevaron a sucesivas caídas en picada de las bolsas asiáticas,
latinoamericanas, europeas y estadounidenses, que sólo respiraron un poco
ante la expectativa de un plan del gobierno de Estados Unidos para reanimar la
economía, anunciado por George Bush.
Y todo esto está alimentando las críticas contra el liderazgo en la FED, a la
que acusan de no haber prestado atención a las primeras señales de crisis
durante el verano y de ir claramente por detrás del ciclo económico.
Además de todo lo anterior, las firmas de garantía de créditos, que se han visto
afectadas por la crisis hipotecaria y pueden contaminar los títulos que circulan
por el mercado garantizados por ellas, han hecho reveladores anuncios.
Las principales agencias que se encargan de calificar a empresas de este tipo
anuncian como consecuencia automática de la descapitalización de los bancos,
una pérdida de valor de todos los títulos garantizados por las firmas de garantía
de créditos, y ese movimiento afectaría de inmediato a los inversionistas que
posean dichos papeles.
Los mercados financieros temen que una simple y llana declaración de quiebra
de alguna de estas firmas anule las garantías de los papeles garantizados por
ellos, lo que desencadenaría de inmediato una ola de pánico.
Otro signo de la recesión económica son las cifras de desempleo que dio a
conocer Estados Unidos recientemente.
El informe de oferta laboral fue el más débil desde agosto del 2003, cuando la
economía sufrió una pérdida de 43,000 empleos en el mes de enero. La tasa
de desempleo aumentó del 4.7 en noviembre de 2007 al 5.0% en diciembre, su
nivel más alto desde noviembre del 2005.
Las horas trabajadas también disminuyeron un 0.4% anual al cuarto trimestre
de 2007, lo que se suma a la baja de 0.6% en el tercer trimestre. Las
disminuciones continuas en el total de horas trabajadas siempre han estado
asociadas a una recesión.
El Buró Nacional de Investigación económica ha afirmado que al observar
estos indicadores se puede ver que Estados Unidos ya está en el primer mes
de la recesión. Además ha señalado que una recesión típica dura cerca de 10
meses y que en una etapa de recesión el Producto Interno Bruto real tiende a
caer 2%; los sectores más afectados son el del consumidor y el financiero y los
mejor posicionados en este contexto son las áreas de energéticos, cuidado de
la salud y telecomunicaciones.
Baste recordar que las recesiones de 2001, 1990 y 1981 estuvieron precedidas
por burbujas hipotecarias, de acciones tecnológicas e inflacionarias.
Actualmente la preocupación es hipotecaria y la recesión puede ser la forma en
que la economía libera sus excesos.
Para la gente común, los indicadores de que ya se está en una recesión, se
reflejan en la generación de plazas de trabajo. Tan simple como preguntar en la
calle si conocen a gente que está perdiendo su empleo y no puede encontrar
otro.
Otro indicador consiste en verificar si los precios no están subiendo
rápidamente y si las tasas de la Reserva Federal tienden a bajar.
El impacto en la economía mexicana
Estados Unidos es nuestro principal socio comercial. Más del 80% de nuestras
exportaciones se dirigen al mercado de aquella nación y cerca del 55% de
nuestras importaciones provienen del norte. Esta es la variable, la balanza
comercial, que define mejor que otra la estrecha relación entre ambas
economías, por lo que los vaivenes de una tienen repercusión obligada en la
otra.
El aumento del comercio de México a Estados Unidos y la presencia de
accionistas de ese país en la banca mexicana, nos hacen más vulnerables a la
desaceleración económica de nuestro vecino del norte.
La economía mexicana, a pesar del discurso oficial, sigue siendo débil, entre
otros motivos, porque debido al incremento del comercio bilateral con Estados
Unidos, aumentó su dependencia.
Es por ello que México podría ser uno de los países más impactados ante una
desaceleración estadounidense por su estrecha relación y la intensidad del
comercio.
La situación podría complicarse ante la presencia de muchos bancos
estadounidenses en sus similares mexicanos. Cuando los bancos
estadounidenses tienen problemas esto tiene un impacto en la actividad en
México.
La desaceleración en la economía de Estados Unidos es probablemente más
seria y probablemente más larga que una desaceleración típica y los problemas
son más preocupantes.
De acuerdo con la lógica, que por cierto no es la del actual gobierno, lo que
México necesita hacer es un amplio cambio para el desarrollo, por lo que
gobierno mexicano tendría que realizar más inversiones en investigación y
desarrollo, educación e infraestructuras, así como incrementar la competitividad
en diversas áreas.
Mientras Estados Unidos busca la manera de reducir los efectos de la recesión
económica, gracias a las medidas tomadas por el gobierno de Bush y la
Reserva Federal en los últimos días,(1) en México se ha apostado a los
excedentes petroleros para mitigar los efectos, sin modificar un ápice la política
económica y la monetaria.
Mientras tanto, para el mexicano común es el tema de la recesión en Estados
Unidos se asume con nerviosismo por no saber qué está pasando exactamente
con el principal socio comercial del país y si lo desconocido podría repercutir en
sus bolsillos y sus empleos.
Felipe Calderón anunció que México impulsará la construcción de viviendas e
infraestructura para generar empleos y atraer la inversión como un medio para
enfrentar la desaceleración económica.
No obstante, en diversos medios se señala que no es suficiente.
Principalmente por tres motivos: el Producto Interno Bruto depende en un 25%
de las exportaciones al vecino país del norte; por una posible disminución de
remesas ante los despidos de emigrantes que trabajan en la construcción y por
el temor de que disminuya la inversión estadounidense en México.
Los empresarios han urgido al gobierno federal a adoptar medidas de control
de riesgos para restablecer la productividad y han señalado una lista de
sugerencias: promover estímulos fiscales a las empresas, aprobar la reforma
energética y laboral, construir una política de apoyo a las pequeñas y medianas
empresas, concretar la simplificación administrativa y hasta combatir la
piratería, entre otras.
Los especialistas consideran que, antes de tomar cualquier medida, se debe
empezar por aceptar un panorama negativo, lo cual no ha sucedido. Por el
contrario, Felipe Calderón afirma que nuestro país cuenta con “poderosos
motores” para evitar los efectos.
Este ha sido un signo común de los gobiernos desde la era priísta, es decir,
negar lo evidente.
Sin embargo, a diferencia del pasado, hoy nuestra economía es más
dependiente del comportamiento del mercado estadounidense.
El Ejecutivo afirma que los precios del petróleo, cerca de niveles récord,
permitirán a México reducir el impacto de una recesión, pues se inyectarían
millones de dólares a la infraestructura. Pero por otro lado, y como se ha visto
en los últimos presupuestos de egresos, el modelo económico de las últimas
administraciones busca reducir considerablemente la inversión pública pues se
considera que el Estado debe tener cada vez una menor participación en la
economía.
En su presupuesto para este año, la Secretaría de Hacienda estableció un
precio promedio para el barril de petróleo de exportación de 49 dólares, muy
por debajo del nivel actual, de 78 dólares.
Debemos recordar que entre 1989 y 1992, México sufrió el impacto de la crisis
crediticia en Estados Unidos que empezó con una disminución en los
préstamos para propiedades comerciales que se expandió a los créditos para
empresas.
Esta ocasión, los problemas se propagaron de los bienes raíces a todos los
sectores, incluyendo la banca, que podría disminuir los financiamientos en
México.
Según el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), entre los afectados
estarían las pequeñas y medianas empresas que carecen de una estrategia de
negocios sólida y con una situación financiera vulnerable.
Otras versiones consideran que las maquiladoras también sufrirían los estragos
de una recesión, por depender de Estados Unidos.
Una manera de evidenciar la estrecha relación entre las dos economías, es el
crecimiento que han tenido los productos internos brutos de México y Estados
Unidos. En las siguientes gráficas se puede observar que entre los años 2001 y
2007, esta variable ha sido muy similar, incluyendo sus vaivenes:
El impacto en la gente
El impacto más directo de la recesión económica de Estados Unidos recaerá
en los migrantes, pues constituyen el último y más vulnerable escalón del
mercado laboral de aquel país.
Si se toma en cuenta que el actual problema económico en Estados Unidos
proviene principalmente del sector inmobiliario y, por lo tanto, afecta a la
industria de la construcción muchos de nuestros connacionales van a perder su
trabajo, dado que es la segunda actividad donde más laboran.
De acuerdo con las estadísticas de empleo de Estados Unidos, desde hace
décadas la agricultura dejó de ser la principal actividad laboral para la
población migrante pues de 6.5 millones de trabajadores de este tipo que se
tienen registrados, el 32.1 por ciento se trabaja en servicios personales y un 20
por ciento se dedica al sector de la construcción.
En tercer sitio, se ubica la industria manufacturera con un 15 por ciento del total
de los trabajadores migrantes, mientras que 11.7 labora en el comercio, 6.5 por
ciento en servicios sociales y otro 6 por ciento en agricultura.
La misma desaceleración podría incrementar el número de migrantes por el
impacto que tendrá en la economía mexicana, más aún si no se generan
empleos suficientes y de calidad ni tampoco se mejoran los niveles salariales
de la población.
De acuerdo con un estudio que publicó la Secretaría de Gobernación en
diciembre de 2007, la población de origen mexicano reside en Estados Unidos
asciende en la actualidad a 29.3 millones de personas. De la cifra anterior, 18.2
millones ya nacieron en territorio estadounidense. De los 11 millones restantes,
que nacieron en territorio nacional, se calcula que al menos 6.2 millones se
encuentran en condición indocumentada.
Igualmente se calcula que cerca de 500 mil mexicanos cruzan anualmente la
frontera para internarse en los Estados Unidos.
Por otra parte, de acuerdo con datos publicados por el Instituto de Políticas de
Migración (MPI, por sus siglas en inglés), los inmigrantes ahora conforman 15
por ciento de la fuerza laboral estadounidense, y el número de trabajadores
inmigrantes asalariados se incrementó 30 por ciento durante los últimos 10
años. De esta manera, los inmigrantes incrementaron su presencia de 10.8 por
ciento (con 14.30 millones) a 15.3 por ciento (23.15 millones) del total de la
fuerza laboral en ese periodo. Los análisis se realizan con datos del censo
federal. A su vez, de los 15.36 millones de sindicalizados en 2006, 12 por
ciento eran inmigrantes. Estas cifras confirman que la nueva sangre del
sindicalismo estadounidense son los inmigrantes.
Dato adicional es que el 90% de los trabajadores mexicanos migrantes tienen
percepciones anuales, en promedio, de 23 mil dólares, lo que significa 15 mil
dólares menos que el resto de los trabajadores migrantes en ese país. Según
datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), el nivel de escolaridad de
los trabajadores migrantes mexicanos es, en promedio, de 10 grados y
únicamente el 5.4% tienen un nivel de estudios profesionales o de posgrado.
Pero de acuerdo con algunos analistas, ni siquiera las noticias sobre la
situación económica estadounidense podrían servir como un factor para
desalentar la migración, pues aunque ésta ya preocupa a diversos sectores del
país, lo más probable es que tarde en ser percibida por los mexicanos que
intenten cruzar la frontera.
Y aún cuando llegaran a enterarse de los pronósticos negativos sobre la
economía estadounidense, resulta común que no crean lo que difunden los
medios y las autoridades.
Muchos migrantes, nunca se han enterado de las campañas que el gobierno
mexicano ha lanzado para prevenir a la gente de los riesgos que implica cruzar
la frontera porque pueden morir en zonas desérticas.
Algunos estudios señalan que la migración no se va a detener de la noche a la
mañana, y eso se ha visto hasta el momento con las medidas de
endurecimiento que ha impuesto el gobierno estadounidense en la zona
fronteriza y que lejos de hacer disminuir los flujos, sólo ha propiciado el
incremento de polleros y coyotes así como la búsqueda de nuevas rutas que
resultan más peligrosas para la integridad y la vida de la gente.
A la larga quizá se observe, debido a estas medidas, una reducción en el flujo
migratorio pero de ninguna manera se dará de manera drástica ya que impera
la necesidad económica de miles de mexicanos por buscar mejores
oportunidades de trabajo y salarios que no encuentran en el país.
La situación económica y social de México podría agudizarse ya que no existe
hasta el momento alguna alternativa viable como la que por décadas ha
representado la migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos,
aunado a que habrá una reducción drástica en el envío de remesas.
De acuerdo con estudios del Colegio de la Frontera Norte, desde que se
rechazó la ley inmigratoria en Estados Unidos, aunque de facto sí la hubo
porque implementaron 28 medidas como la ampliación del muro fronterizo, la
compra de más equipo tecnológico y la contratación de más agentes para la
detención de indocumentados, ya se anticipaba que los migrantes vivirían una
de las etapas más difíciles de la historia.
Pero con la recesión económica que ya se está sintiendo, sin duda alguna
impacta a los migrantes en general, pero en particular a los mexicanos y
lógicamente habrá más presión para la economía mexicana y, en particular, en
la zona fronteriza.
Condiciones que agravarían la situación de la población mexicana migrante
Aunado a todo lo anterior hay que considerar todas las medidas antimigrantes
que se viene aplicando en todo el territorio norteamericano y que agravarían la
condición de los mexicanos migrantes a medida que se recrudezca la recesión
en Estados Unidos:
Tal es el caso del Decreto de Protección a Ciudadanos y Contribuyentes de
Arizona (The ArizonaTaxpayer and Citizens Protection Act), mejor conocida
como la “Propuesta 200”, la cual fue aprobada en 2004. El citado decreto
establece, entre otras cosas, lo siguiente:

Para acceder a algún servicio o prestación las autoridades deberá
verificar la identificación del solicitante y verificar que tiene derecho a
ellos.

Las autoridades deberán verificar el estatus legal de inmigración del
solicitante y, si es ilegal, no será elegible para el otorgamiento del
servicio o prestación.

Todos los servidores públicos deberán informar por escrito a las
autoridades federales sobre cualquier violación a la Ley Federal de
Inmigración.

No informar a las autoridades federales sobre tales violaciones se
considerará un delito menor (con una pena de cárcel de hasta 4 meses y
multa de hasta $750 US Dls.).
Otra medida contra los trabajadores migrantes fue el escandaloso caso de la
incautación de remesas a la Western Union por parte de autoridades de
Arizona y que directamente afectaron al estado de Sonora.
Este caso dio motivo para que la Junta de Coordinación Política de esta
Cámara de Diputados adoptara, el 23 de octubre de 2006, un Punto de
Acuerdo por el que se exhortó al titular del Ejecutivo federal para que, por
conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores y los Consulados de
México en Arizona, en uso de sus facultades, se dé seguimiento a las
investigaciones y al procedimiento judicial que las autoridades estadounidenses
llevan a cabo respecto a las operaciones de envío de remesas por parte de
Western Unión hacia el estado de Sonora; a fin de que, con pleno respeto a la
soberanía y a la independencia del Poder Judicial de dicho país, se realicen las
acciones diplomáticas y legales para que no se pretenda implantar medidas
que atentan contra la seguridad jurídica de nuestros connacionales, con el fin
de no afectar el envío de remesas a México y proteger la economía de las
familias mexicanas, cuya manutención depende de dichas remesas.
Por otra parte, el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, ha identificado las
medidas en contra de los trabajadores migrantes bajo la siguiente clasificación:

Sanciones a empleadores que contraten a trabajadores con estatus
migratorio irregular.

Sanciones a caseros que alquilen propiedades a personas con estatus
migratorio irregular.

Facultades a las autoridades locales para participar en la aplicación de
las leyes migratorias conforme a la sección 287(g) de la Ley de
Migración (INA).

Restricciones a la transferencia de remesas y

Límites a la aceptación de las identificaciones consulares, como la
Matrícula Consular Mexicana de Alta Seguridad.
Uno de los casos más recientes fueron las medidas que tomó el gobierno de
California para identificar y expulsar a los estudiantes mexicanos que asisten a
escuelas de ese estado de la Unión Americana. Incluso, se sabe que las
autoridades de Estados Unidos contrataron a personal para que tome
fotografías en las garitas internacionales a los estudiantes que cruzan la
frontera de manera cotidiana para acudir a escuelas públicas del condado de
Imperial, limítrofe con Mexicali.
Este padrón fotográfico se enviará a los distritos escolares para que los
directivos detecten a los niños y adolescentes y procedan a su expulsión.
Finalmente, el 1º de enero pasado entró en vigor, en el Estado de Arizona, la
ley HB2779 la cual establece sanciones a las empresas que contraten
trabajadores indocumentados.
Otros efectos de la recesión estadounidense
Como se puede observar en el siguiente cuadro, las noticias provenientes de
Norteamérica tienen repercusiones en todo el mundo, por lo que las
afectaciones en otras economías podrían tener un grado de repercusión en
México, aunque en menor medida, pues nuestro intercambio comercial con
ellas es menor.
Los mercados financieros de América Latina también sucumbieron ante el
"lunes negro", al persistir los temores a una recesión en los Estados Unidos,
tras la decepción por el anuncio de un paquete de estímulo económico
presentado por el presidente George W. Bush.
Algunos mercados latinoamericanos cayeron a sus niveles más bajos desde
el 2006, mientras que la Bolsa de Valores de Lima debió suspender
temporalmente su operatoria para frenar su caída libre y varias monedas de la
región registraron fuertes retrocesos por el aumento de la aversión al riesgo.
En Brasil y México, los mayores mercados de la región, los descensos
rondaban de un 4 a 6 por ciento, mientras que la bolsa chilena caía en torno
a un 5 por ciento la argentina se desplomaba casi un 7 por ciento y en Perú
cerró con un derrumbe de casi el 9 por ciento, el mayor desde enero de 1995.
La Bolsa de Comercio de Buenos Aires no escapó a la tónica general y
perdió 6,27%, en su principal indicador. El Merval se ubica entonces en los
1.876,87 puntos. Se registraron 55 bajas mientras que sólo una acción operó
en alza.
ANEXOS
La siguiente gráfica muestra cómo las exportaciones petroleras de nuestro país
comienzan a decaer en noviembre de 2007 como resultado de la menor
importación por parte de Estados Unidos, nuestro principal comprador de
petróleo:
En esta gráfica se aprecia que el envío de remesas comienza a tener un
estancamiento a partir del segundo trimestre de 2007:
En la siguiente gráfica se muestra el crecimiento porcentual del PIB en
términos reales en nuestro país y se puede observar que desde el primer
trimestre de 2006 había venido a la baja, con un repunte en 2007, aunque no
se alcanzó la proyección de crecimiento de 4.7%, quedando en 3.8%
A continuación se presenta la tasa de desempleo en Estados Unidos y se
puede apreciar que en la primera quincena de enero de 2008 comienza la
tendencia al alza, sobre todo entre la población de color e hispanos.
Notas:
(1) Entre las medidas que se han tomado podemos destacar las siguientes: . . . . . . .