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IES AVEMPACE
DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
HISTORIA DE ESPAÑA
Prof. Herminio Lafoz
LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1808-1833)
La crisis en la monarquía española.
Godoy y las relaciones con la Francia revolucionaria.
Godoy gobernó desde 1792 hasta 1808 mediante un sistema de despotismo
ministerial. Tuvo que enfrentarse a una serie de graves problemas, entre los que
destacan los siguientes:
a) introducción y extensión en el país de ideas revolucionarias entre ciertas
minorías de intelectuales ilustrados.
b) descontento de la nobleza por dos motivos: intrusismo de Godoy que
representa la acumulación de poder en sus manos; crisis económica general.
En cuanto a la política exterior, Godoy se apoya en los puntos siguientes:
a)
alianza de potencias antirrevolucionarias contra Francia: "Guerra del Rosellón"
(1793-1795). Paz de Basilea.
b)
enfrentamiento con Inglaterra a causa de los problemas americanos. Desde
1796 se renuevan los acuerdos con Francia (primer tratado de San Ildefonso). España
se une al Directorio y a Napoleón, lo la lleva entrar en guerra con Inglaterra (desastres
navales de S. Vicente, en 1797, y Trafalgar, en 1805). Segundo tratado de San
Ildefonso (1800).
c)
tratado de Fontainebleau (1807) por el que se permitía el paso por España de
las tropas francesas para conquistar Portugal. Por este tratado penetran tropas
francesas por el País Vasco y se dirigen a Portugal. A principios de 1808, tropas
francesas se establecen en Bilbao y Burgos y, después, en Barcelona. En marzo llega
Murat.
¿Cuál es la situación del país?
a) auge demográfico:
- 1765: 9 millones de habitantes
- 1800: 10'5 millones de habitantes
- 1808: 12 millones de habitantes
b) creciente número de parados
c) la producción agrícola supera con mucho el valor de la producción industrial.
1
d) el estilo de la guerra va a depender de la participación del campesinado (hay 150
ciudades frente a 20.000 pueblos y aldeas)
e) consolidación en las ciudades de las clases medias (letrados, artesanos y
comerciantes): un conflicto armado estorba los proyectos de esta burguesía en auge.
Pero tampoco tiene bastante poder para oponerse a él.
f) papel del campesinado agobiado por los impuestos y pequeños artesanos
obligados a vegetar; mendigos y desocupados abundantes en las ciudades... Empuñan
las armas impelidos por el odio.
g) la nobleza: supervivencia.
h) el clero: ha llegado el momento de contraatacar.
El motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808)
Alrededor del heredero Fernando, hijo de Carlos IV, se había agrupado un partido
cortesano, enemigo de Godoy. El descontento general por la entrada de tropas
francesas en España desencadenará el motín popular de Aranjuez (manejado por hilos
invisibles), que tendrá como resultado la destitución de Godoy y la abdicación de
Carlos IV en Fernando.
Levantamiento, guerra y revolución
El 2 de mayo en Madrid.
Sin entrar ahora en el análisis detallado de los hechos, es evidente que éstos han sido
mitificados durante largo tiempo por cierta historiografía. Y sin embargo, a la vista de
las últimas investigaciones (J.R. Aymes, por ejemplo), se suscitan algunas cuestiones
fundamentales: ¿cuál es la participación real de las clases medias?¿Es espontánea esta
insurrección, preludio del levantamiento nacional? Si no lo es, ¿en qué dirección y con
qué medios ocultos se ejerce sobre la conciencia popular el peso (espiritual y
financiero) de los cabezas que permanecen en la sombra?
Desarrollo de la guerra
Seguiremos el esquema establecido por Artola:
- las campañas del verano de 1808. Zaragoza. Bailén
- Napoleón en España (noviembre de 1808-enero 1809)
- ocupación francesa y guerra de desgaste (1809-1811). Llegan los británicos.
Wellington)
- la guerra de guerrillas
- la ofensiva hispano-inglesa y el fin de la guerra (1814)
2
La revolución
Al mismo tiempo que se desarrolló una guerra de liberación contra los franceses,
hay un movimiento revolucionario inserto en el proceso general de la época: la
llamada revolución burguesa. La elite nacional (según Vicens i Vives) estaba dividida
en cuatro direcciones:
a) los que aceptaban (los menos) el estado de cosas anterior al movimiento de
mayo. El Estatuto de Bayona
b) los que habían acatado a José Bonaparte y afirmaban la necesidad de imitar a la
Francia napoleónica: los afrancesados (núcleos ilustrados del siglo XVIII, capas más
altas de la sociedad: nobleza, alto clero, gran burguesía y altos funcionarios). [Sobre
este grupo ver M. Artola, Los afrancesados, Madrid, Alianza Universidad, 1989]
b) tradicionalistas (foralistas o centralizadores): buscaban el respeto a los antiguos
moldes de la monarquía.
c)
reformistas o liberales: combatían a los franceses por invasores y creían en la
oportunidad de la redacción de una carta constitucional de corte revolucionario
(intelectuales, curas de abolengo más o menos jansenistas, grandes propietarios y
parte de las clases medias de la periferia peninsular).
Las juntas: originadas por el vacío de poder. Locales, provinciales. La Junta Central
Suprema (septiembre de 1808)
3
Las Cortes de Cádiz y la Constitución (1810-1814)
La convocatoria de la Regencia para una reunión de Cortes a celebrar en Cádiz se
hace a la Nación para restablecer y mejorar la Constitución fundamental de la
monarquía. Con respecto a la convocatoria, hay un triunfo de las tesis liberales (la
importancia del turolense Isidoro de Antillón) frente a los jovellanistas, que pretendían
hacerlas por estamentos. Asisten diputados elegidos en la zona libre y algunos de los
territorios ocupados, resultando la siguiente composición (las cifras varían con las
fuentes: ver libro de texto), de un total de 308 diputados:
97 eclesiásticos (3 de ellos, obispos)
60 abogados
55 funcionarios públicos
37 militares
16 catedráticos
8 títulos del reino
15 propietarios
9 marinos
5 comerciantes
4 escritores
2 médicos
La primera sesión (a la que asisten 104 diputados) tuvo lugar el 24 de septiembre
de 1810. Pronto se hizo evidente la división de los diputados en dos grupos:
a) los que deseaban el mantenimiento del Antiguo Régimen (se les llamará
absolutistas)
b) los liberales, que tenían como lema la soberanía de la Nación (influencia de
Rousseau; ver doc. 6 de libro de texto), en oposición a la monarquía fuerte que
defendían afrancesados y jovellanistas.
Las sesiones de Cortes duraron año y medio: el 19 de marzo de 1812 se promulgó la
Constitución (a la que en honor al día se la denominó cariñosamente La Pepa), cuyos
puntos básicos eran:
- soberanía nacional (primer decreto de las Cortes-24 de septiembre de 1810)
- división de poderes
- catolicismo como religión del estado
 sufragio universal
Creación de la Milicia Nacional
4
Balance de la guerra
a) no sirvió para encauzar una verdadera revolución, pero sí para arruinar la obra
de los Borbones reformistas en su creación de una burguesía (etapa necesaria para
conseguir una sociedad verdaderamente moderna)
b) originó grandes destrozos
c) dejó un reflejo de violencia social que pervivirá en el bandolerismo y en las
guerras civiles.
d) el pueblo saldrá más pobre y agresivo, más receloso e indiferente ante las
opciones políticas
e) nada había cambiado
TEXTOS
1. "El estallido bélico de 1808, sin duda, fue de carácter popular. Fue una auténtica insurrección de los
débiles que otorgaron de forma indiscutible a la guerra contra los franceses un carácter marcadamente
social" (A Jutglar, La era industrial en España, Barcelona, 1962)
2. "En la revolución de mayo de 1808, lo que menos interesa es el fenómeno cantonalista, producto de
las circunstancias en las que había estallado el movimiento. Lo decisivo es el deseo de reformas, que se
nota en los propósitos de cada una de las Juntas Provinciales y, más adelante, dentro de la Junta Central
Suprema. La reacción popular había sido tan fuerte que el reformismo político y social se convirtió en
uno de los principales objetivos de la lucha, al lado del deseo evidente de mantener la independencia
del país. El pueblo, bien o mal encuadrado por unos militares dudosos, actuó siempre en la guerrilla,
poniendo el pecho en la defensa de unas plazas fortificadas, combatían por unos ideales concretos y
primarios: por la casa propia, por su Dios y por su rey; en definitiva, por el país. Pero sería un error
evidente ignorar el fermento de renovación social e incluso la tendencia antiaristocrática, que
estimulaba a los garrochistas de Bailén, los somatenes del Bruch o los guerrilleros zaragozanos" (J.
Vicens i Vives, Aproximación a la historia de España, pág. 183)
3. "Este divorcio entre la combatividad popular y el personal político será una característica del siglo
XIX, y con ella manifestará, negativamente, la permanencia de una incapacidad real de comunicación
entre intelectuales y pueblo, en un país agarrotado por un problema cultural básico" (P. Vilar, Histoire
de l'Espagne, París, 1957, pág. 55)
4. El pensamiento reaccionario.- "Presentaos en Sevilla, en Écija, en Córdoba, y veréis alarmadas todas
las ciudades por los eclesiásticos, entrar en los templos movidos sus habitantes por los sacerdotes, sacar
las imágenes, llevarlas por las calles, gritar a voces: ¡Viva María Santísima!¡Viva Jesucristo!¡Viva su fe, su
religión!¡Viva Fernando VII!¡Mueran los franceses!.
Los planes que han adoptado algunos de nuestros sabios para reformar la península, son los mismos
que la filosofía inspiró para destruir al cristianismo y los que la Francia y Napoleón siguieron para
encadenar la Europa y exterminar toda la religión: los resultados deberán ser los mismos.
(El instrumento que los liberales han elegido para tan siniestra labor ha sido la libertad de prensa,
mediante la cual han difundido las perversas máximas francesas, sembrando el descontento y la
disidencia en el pueblo y preparando el camino al invasor).
5
En las promesas de la fe encuentra el hombre todo lo que le puede consolar en medio de los
peligros que arrostra por conservar los intereses de su patria y de su religión, que son una misma cosa
con los bienes de la propiedad particular" (Padre Velez, Preservativo contra la irreligión)
5. Proposición de Calvo de Rozas de convocatoria de las Cortes y elaboración constitucional (15 de
abril de 1809)
Señor:
El cúmulo de desórdenes que se introdujeron en todos los ramos de la Administración Pública, estaba,
de mucho tiempo hace, exigiendo una reforma saludable a los ojos de toda la Nación; y como
cualquiera que se hiciese no puede recibir principios de duración sino de una Constitución bien
ordenada, los sensatos y la clase ilustrada han dirigido continuamente sus deseos al establecimiento de
la que se acomodase mejor a nuestro carácter, a nuestros usos y a nuestras necesidades.
No puede ser nuestra intención el defraudar las esperanzas que se tienen puestas en nosotros, y
cuando no se juntase la nuestra propia a la convicción universal de nuestros conciudadanos para mirar
como absolutamente precisas estas reformas y la creación de una Constitución que las sostuviese,
deberíamos consentir en ello por varios motivos enlazados estrechamente con el objeto más principal,
que es la defensa de nuestra independencia, la expulsión del enemigo y la libertad del Monarca cautivo.
Debe el español saber desde ahora que no lucha tan gloriosamente con el invasor de su Patria para
volver a poner su independencia, tan caramente rescatada, a la libre disposición de una Corte
caprichosa, de un favorito ambicioso o de las cualidades personales de un soberano, que tan difícil es no
reciban alteración en los varios períodos de edad que tanta novedad causan en el temperamento y en
las ideas del hombre. Si el opresor de nuestra libertad ha creído conveniente el halagarnos al echar sus
cadenas con las promesas de un régimen constitucional reformativo de los males que habíamos
padecido, opongámosle un sistema para el mismo fin, trabajando con mejor fe y con caracteres de más
legalidad. Añadamos este incentivo a los que hasta aquí mueven heroicamente a la Nación; saquemos
de neutralidad a los que si no ven en la conducta y ofrecimiento del enemigo nada que pueda merecer
su afecto, tampoco ven hasta ahora en nosotros todos aquellos motivos capaces de determinarlos a
obrar con la seguridad de venir a días de felicidad política afirmada en buenas leyes. Empeñemos por
este medio a la clase instruida y que debe ser la moderadora de la opinión pública, a fortificarnos con su
adhesión y a derramar en el espíritu nacional el fuego, el ardor y la vida que sólo pueden derivar de sus
escritos y de sus discursos; trabajemos, en fin, por este medio aquel robustecimiento que todavía falta a
la autoridad de la Junta Central, trayendo a su apoyo todas las clases del Estado y la voluntad general.
Persuadido de estas consideraciones, y para que desde este momento conozca el público cuáles son
nuestras intenciones, siento que conviene resolver, por punto general, que se hará una reforma en
todos los ramos de la Administración que la exigiesen, consolidándola en una Constitución que,
trabajada con el mayor cuidado, será presentada inmediatamente que las circunstancias lo permitiesen
a la sanción de la Nación, debidamente representada; que para estos objetos podrán, en el espacio de
dos meses, contados desde la publicación, todos los que hubiesen meditado y se creyesen con luces en
la materia, dirigir proyectos a la Secretaría de la Junta, sea sobre la Constitución en general, sea en
particular sobre Guerra, Marina, Hacienda, Justicia, Comercio y Colonias, Agricultura y Artes, anónimos
o firmados, o con un epígrafe que con el tiempo sirva a descubrir los autores; que entre estos se
elegirán los que por el mérito que manifestasen sus obras pareciesen más idóneos para formar, si por
otra parte sus demás circunstancias no los hiciesen deméritos, las Comisiones que, presididas por los
vocales nombrados de la Junta, deban discutir y preparar los planes que se presentarán a la
deliberación de ella para su aprobación, y para ser sometidos a la sanción de la Representación
Nacional. Por este medio se tendrá más acierto en la elección de los sujetos componentes de las
Comisiones, éstas se hallarán con una masa de ideas sobre las materias de su competencia, que
facilitarán el trabajo y servirán a su perfección, y por resultado final se obtendrá aquel mejor posible, a
que en todas sus operaciones se encaminan la buena fe, el deseo del acierto y una conciencia ilustrada.
6
Sevilla, 15 de abril de 1809.
Lorenzo Calvo.
7
La restauración absolutista (1814-1820)
El regreso de Fernando VII ("El Deseado") en enero de 1814 por el tratado de
Valençay (diciembre de 1813) significó el rápido hundimiento de la obra revolucionaria
de los liberales. Los apoyos con los que contaba el rey para restaurar el Antiguo
Régimen eran: el alto clero, el ejército, el pueblo y un grupo de 69 diputados (entre
ellos 7 aragoneses), autores del llamado "Manifiesto de los Persas". En mayo de 1814
(Decreto de 4 de mayo) anula la Constitución, restablece la Inquisición y se abre un
período de gobierno de "camarillas" y de dura represión política (Ver el artículo de
Alberto Gil Novales, “Días de persecución y terror”, en el núm. Extra III de Historia 16,
junio 1977, págs. 7-26)
Durante el reinado de Fernando VII (que dura hasta 1833, con el lapso del Trienio
Liberal, entre 1820 y 1823), van a subsistir una serie de problemas:
a) derivados de la guerra (desorden del medio rural, decadencia de la agricultura)
b) desbarajuste económico y financiero (deuda de los gastos de la guerra, que
Fernando VII no quiso reconocer). Cada año el estado gastaba más de lo que ingresaba
y los intereses de la deuda van en aumento. Quiebra de la Hacienda. La deuda era, en
1817 de 1.500 millones de reales. La reforma de Garay.
c) emancipación de los territorios americanos (clausura de mercados)
d) al mantener los privilegios de clase del Antiguo Régimen se cierra el camino a
una reforma fiscal y se impide el comienzo de la industrialización. La vuelta al pasado.
e) radicalización de la lucha entre absolutistas y liberales. Poco a poco se reorganizó
el movimiento clandestino liberal. Surgen sociedades secretas (masones y
carbonarios) en las principales ciudades. En ellos se agrupan sobre todos oficiales
jóvenes que se han empapado en la guerra de ideas liberales. Contacto con los
exiliados y conspiraciones. Entre 1814 y 1819 se sucedieron hasta 7 pronunciamientos
por parte de mandos militares, la mayor parte de los cuales pagaron con su vida el
fracaso (doc. 9 del libro de texto).
TEXTOS
1. El "Manifiesto de los Persas".- "Manifiesto que al Señor Don Fernando VII hacen en 12 de abril de
1814 los que suscriben como diputados en las actuales Cortes ordinarias, de su opinión acerca de su
Soberana Autoridad, ilegitimidad con que se ha eludido la antigua Constitución española, mérito de
ésta, nulidad de la nueva y de cuantas disposiciones dieron las llamadas Cortes generales y
extraordinarias de Cádiz (...)
Señor: Era costumbre de los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después del fallecimiento
de su Rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más
8
fieles a su sucesor. Para serlo España a V.M. no necesitaba igual ensayo en los seis años de su
cautividad. Del número de españoles que se complacen al ver restituido a V.M. al trono de sus mayores
son los que firman esta reverente exposición con el carácter de representantes de España; mas como e
ausencia de V.M. se ha mudado el sistema que regía al momento de verificarse aquélla, y nos hallamos
al frente de la nación en un congreso que decreta lo contrario de lo que sentimos y de lo que nuestras
provincias desean, creemos un deber manifestar nuestros votos (...)
9
El Trienio Liberal (1820-1823)
El pronunciamiento de Riego.
El 1 de enero de 1820 se produce el pronunciamiento en Cabezas de San Juan del
comandante D. Rafael del Riego con otros oficiales que mandaban las tropas
expedicionarias que iban a embarcar hacia América. Tras unos días de incertidumbre,
se consolida el golpe a partir del pronunciamiento de las guarniciones de la periferia
(La Coruña, Oviedo, Murcia, Zaragoza, Barcelona, Pamplona), hasta conseguir: "la
defección final del Ejército del Centro y la aceptación por el monarca de la carta
constitucional de 1812" [el 10 de marzo, Fernando VII: "Marcharemos francamente, y
yo el primero, por la senda constitucional"]. Entre las causas del pronunciamiento se
pueden señalar, por un lado, el descontento de extensos sectores de población
(especialmente de los núcleos de empresarios industriales y comerciantes,
perjudicados por la inepta política económica y por el hundimiento del mercado
colonial americano) y, por otro, el desarrollo de los movimientos de oposición
(intentonas de Mina, Porlier, Lacy, Vidal, etc. Sánchez Jiménez (La España
contemporánea (1808-1874), Madrid, 1991, tomo I, pág. 155) habla de un "método
español de revolución" en el que se mezclan:
- el retraso económico de un pueblo
- el descontento de burgueses y militares ante la debilidad y corrupción del
poder civil,
- proliferación de sociedades secretas como instrumentos de asociación, defensa
y conjura.
- el particularismo militar al servicio de un partido con preferencia a la Nación.
- la importancia centrífuga de las provincias en contraste con el carácter
centrípeto de las operaciones políticas nacionales.
Objetivos básicos de la nueva política serán: promover un crecimiento económico
moderno, incompatible con el viejo marco señorial. La abolición de éste era la
condición ineludible para el progreso.
Se crea la Junta Provisional Consultiva cuyos objetivos son:
- dirigir y controlar la actuación política hasta que se reúnan las Cortes.
- velar por que Fernando VII se mantenga fiel a la Constitución
- controlar la anarquía de las provincias y de los radicales
Como fuerzas se perfilan tres:
10
a) el gobierno liberal
b) la reacción absolutista
c) los radicales liberales
Al mantener el orden por encima de la libertad se produce una escisión entre los
liberales:
- moderados: liberales con fortuna y posición social. Se les llamará "doceañistas",
pues muchos de sus líderes participaron en las Cortes de Cádiz (por ejemplo, Martínez
de la Rosa)
- exaltados: demócratas radicales urbanos. Estos se apoyan sobre todo en un
sector de las Cortes, en las llamadas "Sociedades Patrióticas", que son tertulias
políticas de café (tal vez los modelos, los clubs revolucionarios franceses),
radicalmente liberales, y en la Milicia Nacional (voluntarios armados en las ciudades).
También en la prensa. El turolense Romero Alpuente es un buen ejemplo.
La gestión del Trienio.
La Junta Superior Consultiva forma el primer ministerio constitucional, compuesto en
su mayoría por los llamados "presidiarios": Argüelles, García Herreros, Miguel Moreno,
Canga Argüelles, Amarillas, Pérez de Castro, Jabat, Porcel. En síntesis los problemas a
los que tiene que atender el gobierno constitucional son:
a) el estado de la agricultura y su incidencia en el desarrollo de la industria y del
comercio.
b) situación de la Hacienda y el estado de la Deuda (soluciones presupuestarias y
desamortizadoras)
c) enfrentamiento campo/ciudad, resultado de la creciente divergencia entre
nobles y terratenientes por una parte, y burguesía y campesinos por otra.
d) reordenamiento militar (Ley Orgánica del Ejército)
e) política religiosa.
El 4 de julio de 1820 se abren las primeras cortes en las que se da un equilibrio
entre los dos sectores liberales: exaltados (Romero Alpuente, Moreno Guerra,
Calatrava, Quiroga, Istúriz, Florez Estrada) y moderados (Toreno, Muñoz Torrero,
Espiga, Martínez de la Rosa, Villanueva). Hay escasos diputados absolutistas. Los dos
sectores liberales están de acuerdo en:
- supresión de mayorazgos
- reducción de los diezmos
- arreglo de las órdenes regulares
11
Alianza del gobierno con los exaltados a la vista de la doblez del rey (por un lado
dice respetar la Constitución y por otro está negociando con la Santa Alianza). Se
producen manifestaciones callejeras cantando unas coplas que alcanzarán bastante
fama en el momento:
Trágala o muere
tú, servilón;
tú que no quieres
Constitución.
El ministerio Bardají (marzo 1821) tiene la falta de confianza del rey, y también
carece de apoyo en las Cortes y en la opinión pública:
- se extiende el radicalismo por las provincias, acrecentado por la miseria y el
paro (Madrid, Cádiz, La Coruña, Alcoy...)
- las Cortes adoptan medidas represivas para cortar las oleadas radicales.
El 28 de febrero de 1822, tercer gabinete liberal, con Martínez de la Rosa (llamado
popularmente "rosita la pastelera") como ministro de Estado, que es partidario del
voto censitario y de un ejecutivo fuerte.
- en mayo de 1822 el gobierno ha dominado a los exaltados.
- en junio hay incidentes en Madrid: sublevación de la Guardia Real, con la
complicidad probada del rey Fernando VII. Réplica de los constitucionales mandados
por Riego y San Miguel.
El gobierno pasa a los liberales exaltados, a cuyo frente está el coronel Evaristo San
Miguel.
- existencia armada de una contrarrevolución apoyada por las armas extranjeras.
- partidas realistas o absolutistas en Navarra y Cataluña (Regencia de Urgel).
La contrarrevolución y la intervención de la Santa Alianza.
En cuanto a las relaciones exteriores, España dependerá en el concierto europeo de su
adhesión a la Santa Alianza. Fernando VII, ya en marzo de 1821, cuando renovaba su
promesa de "andar francamente por la senda constitucional" iniciaba gestiones
diplomáticas para una intervención militar. Esta intervención se decide en el Congreso
de Verona (verano de 1822): salvo Inglaterra, participan Austria, Rusia, Prusia y
Francia.
El 7 de abril de 1823, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, que en realidad eran
132.500 hombres, con 108 cañones, a los que se sumaron unos 35.000 absolutistas
12
penetraban en España. La defección del ejército (sólo Mina, Riego y algunos más se
resistieron), hizo que fuese un paseo militar para los franceses hasta Cádiz (el duque
de Angulema entró en Madrid el 23 de mayo). El 1 de octubre, tras la batalla del
Trocadero, el rey salía de Cáiz hacia el campamento francés. Todo había terminado.
Otra vez el exilio y la represión. Comenzaba la década ominosa (1823-1833)
PRETEXTOS
1. Sociedades secretas apostólicas y partidas realistas. Se trata de las formas de combate empleadas
por los sectores sociales más ligados al antiguo régimen económico. Estas organizaciones repetirán su
acción combativa hasta incluso la sublevación carlista de 1833 y aún después.
La principal forma de acción del absolutismo apostólico será la resistencia rural en forma de partidas
(absolutismo combativo frente al absolutismo fernandino). Comienzan a operar desde 1821 cuando los
afectados por las reformas liberales que pretendían implantar las Cortes se oponen abiertamente a la
Constitución, dispuestos a defender privilegios e intereses, formando sociedades secretas para
combinar sus esfuerzos y asegurar sus comunicaciones.
El clero rural es el primero en reaccionar, ya que las medidas económicas afectaban seriamente sus
intereses: sobrevaloración general del campesinado.
- agricultura de subsistencia, agravada por la contracción del mercado en crisis
- presión tributaria
Toda la miseria existente se atribuye en los escritos y proclamas realistas a la Constitución de 1820
por los eclesiásticos
- resistencia pasiva a la Constitución
- combatividad activa, amparándose en la intromisión de jurisdicciones entre Estado e Iglesia (a
pesar de que en la Constitución se expresa que la religión del Estado es la católica, apostólica, etc., pero
reconociendo la libertad de pensamiento y creencias.
En 1820 ya se conoce en París la existencia de una sociedad secreta apostólica compuesta por
refugiados españoles que estaban en estrecho contacto con los realistas franceses (rue Richelieu).
Al mismo tiempo en el interior se organiza una vasta infraestructura de sociedades (causa del altar y
el trono), tratando de interesar a Francia y a otros países. Entre 1821 y 1822 comienzan a aparecer por
varios puntos del país las partidas realistas
- En Galicia, en 1821-22, una Junta Apostólica que había comprado 6.000 fusiles destinados a
pertrechar a las partidas gallegas.
- A fines de 1821 aparecen juntas y partidas en Andalucía, Castilla la Nueva y la Vieja, Aragón y
Levante. Las de Navarra, Vascongadas y Cataluña parecen ser las más organizadas.
Los refugiados apostólicos en Francia constituyen varias Juntas Centrales absolutistas: Navarra
(hacia finales de 1821 y comienzos del 22), Oyarzun (1823), Regencia de Urgel (1822), que preparan la
entrada de las tropas francesas. El clero español, y el catalán en particular, abre, al parecer, en París un
empréstito de 80 millones de reales bajo hipoteca del Subsidio Eclesiástico, para sufragar gastaos de la
Regencia de Urgel.
En 1822, la agitación rural es considerable. En Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa, Cataluña, Álava a Aragón
se estaba "en una guerra abierta, formidable, sangrienta, y de fuerzas ya equilibradas".
2. La prensa en el Trienio. Limitándose a periódicos, pero teniendo en cuenta que "papel", "folleto" y
"periódico" son en la época términos sinónimos, y que, con frecuencia un folleto, hecho aislado, se
repite con periodicidad y con intención de tenerla hasta formar lo que nosotros con mentalidad de hoy
13
llamaríamos periódico, y teniendo también en cuenta la existencia de muchos estadios intermedios, de
obras dudosas, semiperiódicas, se han llegado a contar casi 700 periódicos en toda España. Se incluyen
abiertamente o crípticamente absolutistas. Se excluyen:
-los libros reconocidamente tales y publicados por cuadernos.
- también la producción latinoamericana
Casos particulares: Los lamentos de un pobrecito holgazán (1820), de Miñano, que en la época sería
un periódico que dio origen en 1820 y 1821 a una estela -ecos, denuncias, defensas- de periódicos y
folletos que formaron lo que se podría llamar una familia literaria, casi un género. Hay otros más en
este grupo (Condiciones y semblanzas de los Diputados a Cortes para la legislatura de 1820 a 1821,
Parabién del Autor, Madrid, 1821, etc.), que ha sido considerado como la prehistoria del costumbrismo.
a) Caracteriología de la producción periodística. Hay de todas las clases y tamaños: desde la hoja de
alcance y a veces crítica local, hasta la continuación de viejos géneros de la Ilustración, periódicos
oficiales y semioficiales, órganos de entidades (de entidades patrióticas), almanaques, anuarios,
calendarios, cartas, periódicos dedicados a la agricultura, artes y comercio, de carácter científico,
médico, jurídico, estadístico, religioso, militar, etc.
Importancia del periódico satírico, lenguas regionales y extranjeras (francés e italiano).
Periódicos políticos. Toda España, aunque no sabe leer, está ansiosa por enterarse de lo que pasa
(lectura colectiva).
b) Intento de clasificación de la prensa política
- afrancesada: Censor (Madrid, 1820-22), Miscelánea (1819-21), Imparcial (1821-22), Universal
(1820-23), etc. Son los que tienen más dinero, mejor distribución y tirada más alta (podría llegar hasta
los 8 ó 10.000, aunque lo normal es en torno a los 1.500). Están consagrados a difundir la
contrarrevolución.
- liberal. No ha quedado ningún ejemplar del Liberal Guipuzcoano (San Sebastián, 1820-23).
Mantenía la comunicación de España con Europa.
- moderados: Son abundantes. La mayor parte de los diarios con nombre de ciudad pertenece a
esta categoría (Gaceta de Madrid). Tímido liberalismo. Representan a las oligarquías ciudadanas, a las
clases medias e incluso burguesas, amigas de la libertad, pero sobre todo del orden.
- revolucionarios: El Espectador (Madrid, 1820-21)
- exaltados (1820) y comuneros (1821 y siguientes). Arietes ideológicos de una revolución que
trata de llevar a la práctica la Constitución. Habría que distinguir dos tipos: importancia doctrinal (El
Conservador, de 1820, El Eco de Padilla, de 1821); batalladores, satíricos, conscientes de que la
revolución está siendo pregonada con palabras y traicionada con los hechos: El Zurriago (1821) y sus
numerosos continuadores y recreadores como El Garrotazo, El Garrote, El Gorro, La Manopla, La
Tercerola, etc.
Al final, el hecho objetivo es que importantes masas españolas estuvieron a punto de adquirir una
conciencia revolucionaria adecuada a la época. Este peligro para las clases gobernantes precipitó la
contrarrevolución nacional e internacional y, con ello, la desaparición de los periódicos de provincia
tímidamente liberales.
En 1823 no triunfaron de momento ni los moderados ni los anilleros. El Servil Triunfante es
exponente de la época, Ni siquiera él logró mantenerse y sólo campó, por unos años, la Gaceta de
Madrid, mientras continuaba una tradición zurriaguesca clandestina.
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TEXTOS
1. Marqués de Lazán: "Rápida ojeada sobre la revolución de España desde el año 1808 hasta el de
1823, dividida ésta en tres épocas: 1ª desde 1808 hasta 1814; 2ª desde 1814 hasta 1820; 3ª desde
1820 hasta 1823" (AMZ. Archivo Gral. Palafox, caja 50-2/4)
"Para realizar un proyecto tan vasto como era el de sublevar el ejército destinado por la expedición
de Ultramar (el que se hallaba acantonado en diferentes pueblos de las costas de Cádiz y del Campo de
San Roque), bien se conoce que los revolucionarios necesitaban contar con suficientes caudales, así
para empezar como para sostener una empresa que principiada en la Andalucía había de extenderse a
toda España, según se prometían y que el éxito lo realizó después. Pronto las logias de París y de
Londres encontraron estos fondos en los agentes de Buenos Aires y en los de los estados Unidos de
América. Los primeros tenían un interés conocido en trastornar nuestra expedición de Ultramar para
que no pudiese ir a Buenos Aires, y a los segundos les agitaba el deseo de que se ratificase el convenio
de la cesión de las dos Floridas, lo que no se había verificado aun, y tenía sus dificultades por parte de
nuestra Corte. Unos y otros facilitaron todo lo necesario, y alentados nuestros revolucionarios con tan
poderoso auxilio, desde luego organizaron su plan, nombrando comisionados que, pasando a Cádiz y a
otros varios puntos de la Península, tratasen de seducir a las tropas en general, pero principalmente a
las destinadas a la expedición de Ultramar, para sublevarse en contra del gobierno del rey, proclamando
la Constitución. Esto se verificó a principios del año de 1820, habiendo encontrado facilidad en la
ejecución por hallarse diferentes jefes y muchos oficiales de aquel ejército descontentos de aquella
expedición, y además entregados a una ociosidad y una licencia escandalosa en fuerza del tiempo que
hacía que estaban en sus cantones. Pero antes de referir estos sucesos, es preciso dar una idea del
estado en que se hallaba todo el ejército español en aquella época.
Desde que en el año 1815 se reorganizó el ejército español, amalgamando en él todos los batallones
y cuerpos que se habían creado por las provincias en todo el tiempo de la guerra con los franceses, se
había admitido en el mismo toda la oficialidad creada en la revolución, cuyos despachos dados por las
Juntas de las mismas provincias o por los jefes de las guerrillas, habían sido aprobados por el gobierno.
Esta medida, que fue hecha precisamente para satisfacer y contentar la ambición de tantos como
habían militado en aquella época (los que se creían todavía poco premiados y casi amenazaban al
gobierno), fue la que produjo la desorganización general del ejército. En efecto, jefes y oficiales de
fortuna, creados en la misma revolución, no podían estar educados bajo los principios del honor y la
subordinación que constituyen a los buenos oficiales. Unidos a los oficiales antiguos y alternando con
estos en los ascensos, bien se deja conocer que no podía haber entre los unos y los otros aquella
armonía y aquella uniformidad que constituye un buen espíritu militar, tan necesario para conservar el
orden y la disciplina. Se separaron además de los regimientos diferentes jefes y oficiales antiguos
beneméritos bajo el pretexto de vejez y de achaques y para solos los informes reservados que se
pidieron a todos los jefes. De aquí también provino una desunión y un descontento general en toda la
oficialidad del ejército. Agregóse a esto la escasez de pagas por los apuros notorios del Erario, de
manera que, dándose en las más de las provincias la mitad y a veces un tercio de paga a los oficiales y
reduciéndose también a proporción el haber del soldado, no podía esto menos que aumentar el
descontento más y más. En medio de este desorden los jefes de los regimientos, precisados a buscar
arbitrios para suplir las necesidades de su tropa en el prest y en el vestuario, se propasaban muchas
veces, creyéndose autorizados para hacer especulaciones, las que producían arbitrariedad en el manejo
de los fondos de que estaban encargados, lo que por fuerza descontentaba a sus súbditos, los cuales
veían no sólo desigualdad en el reparto de los haberes que les correspondían, sino además cierto
despotismo en los mismos jefes, al que no podían menos de sucumbir. De aquí las desavenencias y las
enemistades de los jefes con los comandantes y oficiales, de éstos con los jefes, de modo que casi todos
los regimientos del ejército presentaban un cuadro de desunión entre sus individuos más bien que de
uniformidad y de armonía entre los mismos. Es cierto que algunos regimientos conservaban el orden
más que otros, a proporción de los jefes que les tocaban, pero en general había un desorden
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trascendental a todo el ejército por las causas ya referidas. Esto mismo produjo la orden que dio S.M.
en el año de 1819 para que se pasase una revista de inspección a todo el ejército, nombrando para ésta
a diferentes generales, repartiéndolos por cada provincia. La revista se efectuó, pero los males
continuaron y el ejército se mantuvo con el mismo pie, con una infinidad de oficiales agregados y
sobrantes que tenía cada regimiento, lo que también sobrecargaba sus necesidades respectivas.
Este era el estado que tenía el ejército y bien fácil es conocer que con unos elementos de esta clase
bien poco se podía contar con que todo él guardase la debida disciplina, el respeto y la obediencia al
gobierno de S.M. Lisonjeados por los agentes revolucionarios, diferentes jefes y oficiales del ejército
destinado a Ultramar con la esperanza de otro orden de cosas, en el que se les proporcionasen ascensos
y ventajas en su carrera como el no ir a América y seducidos además a fuerza de oro y de recompensas,
se deciden sin dificultad a romper los vínculos de subordinación y a proclamar el sistema constitucional.
Quiroga, Arco Agüero, Riego y López Baños son los corifeos que se ponen a la cabeza de la insurrección
y arrestando al general en jefe y a los demás generales de la Plana Mayor del ejército reuniendo a sus
órdenes diferentes cuerpos de aquel ejército que compondrían de siete a ocho mil hombres, se dirigen
el 1º de enero de 1820 desde sus acantonamientos a la Isla del León en donde, entrando por sorpresa,
proclaman la constitución del año 1812. Su objeto fue pasar inmediatamente a Cádiz, pero advertidas
las tropas de tierra y de mar que allí había de guarnición de esta novedad se oponen a semejante plan y
defienden con tesón aquella plaza. Frustrado este proyecto y no encontrando tampoco apoyo en los
demás pueblos para secundar sus ideas., tienen que encerrarse en el de la Isla de León. Desde allí
empiezan a esparcir proclamas sediciosas en toda España, las que bien pronto circularon por toda la
Península, causando a todos una sorpresa y alguna conmoción en las tropas que había repartidas en
cada provincia.
Noticiosa la Corte de esta inesperada novedad empieza a tomar providencias enérgicas para
mantener en el orden los cuerpos del ejército de Ultramar que no habían tomado parte en la
insurrección, que eran los más; reúne a éstos otras tropas que estaban en camino para la Andalucía,
nombra general en jefe de todas ellas al teniente general D. Manuel Freire y toma otras medidas para
sujetar a los rebeldes de la Isla de León. Estos tratan por su lado de defenderse de todos los ataques
que pudiesen hacerles para lo que aumentan las fortificaciones de aquella plaza; intentan por dos o tres
veces tomar la cortadura de S. Fernando en el arrecife de Cádiz, pero son rechazados completamente,
no pudiendo adelantar un paso en esta temeraria empresa. Entre tanto, las ideas de las tropas
sublevadas se van extendiendo rápidamente en toda la Península; las tropas de las provincias reciben
las proclamas de Quiroga, jefe de aquéllas y en todas partes empiezan a sentirse rumores de imitar su
ejemplo, presentándosele a la oficialidad del ejército una bella perspectiva en el nuevo orden de cosas
que se quería, la que les proporcionaría ventajas y ascensos en su carrera; con cuyas miras únicamente
y no las de la felicidad de la Nación, tratan de llevar adelante esta empresa, para lo cual trabajan
ocultamente para comprometer al paisanaje. Riego sale de la Isla de León con una columna de dos a
tres mil hombres, y se dirige por la costa de Gibraltar hasta Málaga con el designio de sublevar a los
pueblos. No lo consigue y es rechazado en diferentes puntos por las tropas que se mantenían
obedientes al rey nuestro señor, por lo cual tiene que salir precipitadamente de Málaga y dirigirse por
Antequera hasta Córdoba, siempre perseguido de las dichas tropas que le disminuyen
considerablemente su columna hasta que acabó de perderla toda en los confines de la provincia de
Extremadura. En todo esto se pasaron los meses de enero y febrero.
Llegado el mes de marzo, ya las ideas revolucionarias habían ganado mucho partido en el ejército,
encendiendo los ánimos de los jefes y oficiales más díscolos y más amigos de la novedad. Quiroga
seguía en la Isla de León estrechado por el ejército del general Freire, habiendo perdido mucha gente
por la deserción que había tenido, lo que reducía sus fuerzas a poco más de tres mil hombres. Es
constante que a poco más que hubiera tardado a estallar la revolución en las provincias hubiera
sucumbido precisamente, pero he aquí que se subleva la tropa que estaba de guarnición en La Coruña y
proclama la Constitución en 27 de febrero. Sigue en Galicia este movimiento, lo imita Asturias; pocos
días después Aragón, Cataluña y otras provincias. En la Corte se padecían las mismas convulsiones entre
las tropas que se hallaban de guarnición, y no menos en la Guardia Real, en la que tenían muchos
partidarios. En los días 6 y 7 de marzo se sublevan éstas y, por último, en el día 8 obligan al rey a jurar la
Constitución de 1812 a fuerza de amenazas y de insultos. S.M. manda en consecuencia que se jure la
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dicha Constitución en toda España, con lo que se empieza este nuevo orden de cosas, y principia la 3ª
época desde 1820 hasta 1823".
2. Canción del Trienio: Nueva canción de la tía Calasparras (Papel manuscrito. AMZ. Archivo Gral.
Palafox. Caja 46-1/134).
Tengo que contarle
tía Calasparras
que ya Zaragoza
la veo mudada.
Los hombres del día
apenas ya cantan
aquellas canciones
Del trágala, traga:
¡en que consiste esto,
tía Calasparras!
Coro
Era otro este pueblo
cuando Riego estaba
Cuando en la tertulia
patriótica hablaban,
y con sus discursos
al pueblo ilustraban,
éste los oía
y atento escuchaba;
alguien en la tribuna,
con despejo hablaba:
ahora ninguno
allí sube ni habla
Era otro este pueblo &
Cuando en el teatro
antes se tocaban
canciones patriotas
que el pueblo entonaba,
ahora son valses,
minués, contradanzas,
porque un bando nuevo
así nos lo manda,
y el que contravenga,
una multa paga.
Era otro este pueblo &
Cuando en los domingos
había paradas,
las valientes tropas
en masa formaban,
discursos sencillos
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se les predicaba
por el Jefe insigne
que entonces mandaba:
ahora sólo hacen
jugar a las chapas.
Era otro este pueblo &
Antes todo vivas
al aire poblaban,
de Constitución,
al rey que la abraza,
religión y Cortes,
A Riego y la patria.
Ahora ya nadie
puede gritar nada:
Pero viva Riego,
tía Calasparras.
Era otro este pueblo,
cuando Riego estaba.
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La década Ominosa (1823-1833)
Así llamada por los liberales. Se caracteriza por el retorno al absolutismo, por la
represión y el terror contra los liberales, la inoperancia económica y las presiones de
los utrarreaccionarios, que formarán un movimiento más a la derecha que el propio
rey.
Tras la caída de Cádiz, el rey publicó un decreto por el quedó anulada toda la
lesgislación del Trienio, al mismo tiempo que se restablecían las instituciones y
autoridades absolutistas. En 1824 se creó la figura del Superintendente General de
Policía, así como las comisiones militares. También se reanudó la represión contra
todos los liberales que habían ocupado cargos importantes en el Trienio. Más de un
centenar de ejecutados, otros muchos enviados a prisión y los más al exilio.
La represión contra los símbolos: juicio títere y ejecución de Riego; ejecución de
Mariana Pineda por bordar una bandera liberal, y fusilamiento de Torrijos.
Creación de los Voluntarios Realistas, una suerte de Milicia Nacional absolutista y que
actuó aplicando la represión por su cuenta. Se reclutó entre las clases populares y
medias (“odio a los ricos”, personificados en los liberales)
La represión se atenuó después de 1825 porque se estaba quedando la administración
si personal cualificado.
Cierre de las Universidades en 1830 (“Dios nos libre de la funesta manía de pensar”)
Hubo cambios pese a todo. En 1823 se crea el consejo de ministros. Se recortan
gastos. Presupuesto formal para intentar controlar a la Hacienda.
No se volvió a restaurar la Inquisición.
Fernando VII intentó mantenerse alejado de los absolutistas más radicales, lo que llevó
a la aparición de un absolutismo más intransigente (realistas), cuyo abanderado era el
hermano del rey, Carlos. Apoyos: el duque del Infantado, Consejos de Estado y de
Castilla, algunos obispos y un sector del clero, el periódico El Restaurador. Organizados
en sociedades secretas: "El Angel Exterminador", "La Junta Apostólica", etc. Un grupo
(defensa del "altar y el trono") se denomina apostólicos. Poco a poco fueron
radicalizando sus posturas y comenzaron a apoyar la candidatura al trono de Carlos,
que conspiraba abiertamente contra su hermano. En 1827 se llegó al intento de golpe
de estado (en Cataluña, los "malcontents"). La guerra de los agraviados.
Los absolutistas moderados seguirán con Fernando VII y, posteriormente, con su
viuda. Consiguen atraerse a antiguos liberales.
Desde 1830 vuelven las conspiraciones liberales, aunque serán abortadas (Mina y
Torrijos).
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La cuestión sucesoria. En 1830, nos encontramos con el problema de la sucesión de
Fernando VII. A los 45 años y tras tres matrimonios, el rey todavía no tenía
descendencia. Tras quedarse embarazada su cuarta mujer, María Cristina de Borbón,
Fernando VII publicó la Pragmática Sanción, por la cual acababa con la Ley Sálica
instaurada por Felipe V, que prohibía reinar a las mujeres en España, con lo que podría
reinar una mujer si no tuviera hermanos varones. De este modo, quedaba resuelto el
problema sucesorio en España, independientemente que fuera niño o niña el futuro
hijo del rey.
Carlos María Isidro no reconoció a su sobrina Isabel como princesa de Asturias y,
cuando Fernando murió el 29 de septiembre de 1833 y se produjo la sucesión prevista,
emitió un comunicado, el Manifiesto de Abrantes, y llevó al país a la Primera Guerra
Carlista, en la que luego se mezclaron, junto al problema sucesorio, otros ingredientes
ideológicos, tales como, de manera muy resumida, la defensa del absolutismo por
Carlos María y la de un régimen liberal por parte de Isabel.
América. El proceso emancipador. De Caracas y Buenos Aires (1810) a Ayacucho
(1824). Los factores de la independencia. El proceso.
TEXTOS
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros. Cuadro de Antonio Gisbert (Museo del Prado)
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1. Versos de Espronceda dedicados a Torrijos y sus compañeros.Helos aquí: junto a la mar bravía
cadáveres están, ¡ay!, los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás tremieron
y las costas de Málaga les vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos, con espanto,
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores
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