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Introducción:
Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da
sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no
limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto
ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que
nacen de la fe y de la esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar la
realidad terrena, sintiendo que Dios nos prepara un horizonte más grande, y a repetir
con San Vicente de Paúl: « Para morir como Jesucristo hay que vivir como
Jesucristo.»
Dediquemos este rato de oración a alabar a Dios, darle
gracias y suplicarle que nos ensanche el corazón para ser
constructores de un mundo más justo, solidario y fraterno.
Para que «La alegría del Evangelio llena el corazón y la
vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se
dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza,
del vacío interior, del aislamiento».
UN SALMO PARA ENSANCHAR NUESTRA TIENDA
Coro 1:
Nuestro mundo es muy pequeño.
Nuestras vidas son muy pequeñas. Nuestra visión es muy
angosta.
Coro 2:
Que la gente de diversos pueblos, culturas, tribus y familias encuentren un
espacio en nuestro mundo y en nuestras vidas.
Todos/as:
Ayúdanos a ensanchar nuestra tienda, Dios nuestro, para que todos se
sientan acogidos en medio de nosotros.
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Coro 1:
Nuestras actitudes son muy angostas, nuestras suposiciones simplistas,
nuestras conductas demasiado predecibles.
Coro 2:
Que las personas con diferentes capacidades y posibilidades, las minorías de
cualquier tipo: razia, clase, género, encuentren un espacio en nuestro mundo y
en nuestro corazón.
Todos/as:
Ayúdanos a ensanchar nuestra tienda, Dios nuestro, para que todos se
sientan acogidos en medio de nosotros.
Coro 1:
Nuestras fronteras son estrechas, nuestros gustos muy condicionados y
nuestros hábitos están demasiado enraizados en nosotros.
Coro 2:
Que los niños/as y los jóvenes, los grupos de distintas subculturas y de
intereses diversos encuentren un espacio en nuestro mundo y en nuestra
oración.
Todos/as:
Ayúdanos a ensanchar nuestra tienda, Dios nuestro, para que todos se
sientan acogidos en medio de nosotros.
Coro 1:
Nuestro Dios es muy pequeño. Nuestros ritos muy rígidos. Nuestras formas
poco incluyentes.
Coro 2:
Que las personas de diversas religiones y ritos, que quienes lo nombran y le
hablan de una manera diversa encuentren un espacio en nuestro mundo y en
nuestro amor.
Todos/as:
Ayúdanos a ensanchar nuestra tienda, Dios nuestro, para que todos se
sientan acogidos en medio de nosotros.
Dios de todas las culturas y de todos los pueblos
Ayúdanos a no etiquetar a nadie como inferior o a considerarlo de segunda categoría.
Ayúdanos a cambiar nuestras actitudes de superioridad y opresión.
Que alarguemos nuestra visión y ensanchemos nuestras tiendas
Para que la pluralidad y la diversidad influyan en quiénes somos:
«Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos
en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven
jueces implacables». Amén.
LECTURA:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los
pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los
cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos”
(Lc 4, 18).
Un breve momento de silencio y oración personal…
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PETICIONES:
Danos Señor un corazón que se estremece. La incomodidad ante el dolor de otros
nos invita a movernos, a luchar, a creer, a querer. La impaciencia me urge a ver lo que
se puede hacer. El llanto nos hace compartir las heridas y buscar la sanación. No nos
dejes vivir ciegos, sordos y ajenos a las vidas de los otros.
Danos un corazón que se complica la vida. La compasión nos complicará la vida, lo
sabemos…si va más allá de un puro sentimiento momentáneo; si nos lleva a pensar,
a sentir, a cambiar, a buscar, a amar… sospechamos que nos llevará a vivir inquietos.
Complícanos la vida, Señor, con la vida de nuestros hermanos.
Danos un corazón que enriquece. Porque sabemos que la palabra compartida, el
trabajo en común, la lucha por otros y con otros, el gesto de ternura, la búsqueda de lo
que es bueno para todos, la mano tendida para dar y recibir, todo esto hace que en
nuestro interior germine la vida, tu evangelio y una luz que hace del mundo un lugar
mejor y más delicado.
Danos un corazón de Comunión. Porque en el Eterno están nuestros hermanos que
nos han precedido, ellos interceden por nosotros: San Vicente, Santa Luisa y todos los
santos y santas vicencianos junto con nuestros seres queridos que vivieron con
autenticidad el Bautismo.
REZAMOS JUNTOS:
Señor, para poder servirte mejor,
dame un noble corazón.
Un corazón fuerte,
para aspirar por los altos ideales y no por opciones
mediocres.
Un corazón generoso en el trabajo,
viendo en él no una imposición sino una misión que me
confías.
Un corazón grande en el sufrimiento,
siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cirineo para la cruz de los demás.
Un corazón grande para con el mundo,
siendo comprensivo para con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas y seducciones.
Un corazón grande con los hombres, leal y atento para con todos,
pero especialmente servicial y dedicado a los pequeños y humildes.
Un corazón nunca centrado sobre mí, siempre apoyado en Ti,
feliz de servirte y servir a mis hermanos,
Señor, todos los días de mi vida, dame un corazón grande.
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