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La calidad de las estadísticas en España PILAR MARTÍN GUZMÁN E n los países desarrollados se viene concediendo una importancia creciente a los datos estadísticos, habiéndose llegado a afirmar que la calidad de las estadísticas de un país es uno de los mejores indicadores de su nivel cultural. En cualquier caso no cabe duda que la mayor disponibilidad actual de información, junto con la posibilidad, recientemente adquirida, de procesar y analizar grandes niasas de datos han potenciado enormemente el papel de la estadística como metodología de las ciencias sociales. Por ello la idea de incluir en una sección dedicada a éstas un comentario sobre el sistema de información estadística en nuestro país me parece acertadísima. El nivel de fiabilidad de un sistema estadístico o, por decirlo en otros términos, el grado de fidelidad con que éste refleja la realidad socioeconómica es una cuestión de vital interés para todo investigador de esta realidad, ya que, por excelente y adecuado que sea su planteamiento metodológico, unos datos deficientes le conducirán seguramente a conclusiones erróneas o, al menos, escasamente fiables. Es lo que los anglosajones llaman «garbage ingarbage out». En vista de ello, vamos a hacer aquí unos breves comentarios sobre la calidad de nuestro sistema estadístico. Para empezar, creo que habría que distinguir en esta cuestión dos aspectos: en primer lugar, el grado de cobertura de la realidad que este sistema proporciona; es decir, en qué medida su retrato de esta realidad es completo; por otra parte, el nivel de calidad de los datos existentes; es decir, hasta qué punto el retrato, en los campos que cubre, se parece al original. Antes de abordar cada uno de ellos empezaré diciendo que la información estadística de que actualmente disponemos en España procede de fuentes diversas, que podríamos clasificar en tres grandes grupos: a) Las estadísticas oficiales del Gobierno cen tral, que incluyen no solamente las producidas directamente por el Instituto Nacional de Esta dística, sino también las que se llevan a cabo en los diversos departamentos de la administra ción central y las de los organismos autónomos. b) Las elaboradas por los entes autonómicos y locales. c) Las realizadas por el sector privado. Estas últimas componen un conjunto de infor mación amplio y variopinto, y en algunos casos importante. De hecho, varias instituciones pri vadas han contribuido muy eficazmente a relle nar las lagunas estadísticas del sector oficial. Tal es el caso, por ejemplo, del Banco de Bilbao, que ha sido pionero en varios campos de la informa ción económica regional. Sin embargo, la gran diversidad y dispersión de este grupo de estadís ticas hace inviable una revisión de su calidad dentro de los márgenes de extensión concedidos a este comentario, por lo que me limitaré a ha blar de las estadísticas oficiales. ¿Son suficientes nuestras estadísticas? En líneas generales podemos decir que sí, aunque con algunas matizaciones. Este es, sin duda, un aspecto en el que siempre cabe mejorar, pero la realidad es que nuestro sistema de información estadística tiene un nivel de cobertura comparable al de los países más avanzados de la Comunidad Europea, con excepción de un par de lagunas que después mencionaré. Las mejores y más completas estadísticas oficiales en España son las demográficas, en las que nuestro país tiene una gran tradición. Ya durante el siglo XVI se realizaron cinco censos, de los que el de 1591 es, a juicio de los historiadores, de gran calidad (1). Experiencias posteriores culminaron en 1787 con el famoso censo de Flo-ridablanca, el mejor de los varios realizados en el siglo (2), y que presenta ya los caracteres de Una campaña de cpncienciación ciudadana sería una de las mejores inversiones posibles para mejorar nuestro sistema estadístico. modernidad que colocaron a nuestro país en el grupo de cabeza de la información demográfica en Europa (3), posición que básicamente mantiene en nuestros días. Diferente es el caso de las estadísticas económicas, en las que, a falta de una tradición, se ha logrado a lo largo de los últimos treinta años un avance notable. El esfuerzo realizado ha sido ingente, especialmente si tenemos en cuenta que este grupo de estadísticas es el que se está viendo más afectado por las transformaciones políticas del país. Por ejemplo, la disolución de los sindicatos verticales del régimen anterior supuso el desmantelamiento de todo el sistema de recogida de información en el sector industrial y su sustitución por métodos totalmente nuevos. Y algo similar ocurrirá cuando las fronteras con los demás países de la Comunidad desaparezcan: se perderá la valiosísima información que actualmente proporcionan las correspondientes oficinas de Aduanas y que en el futuro habrá que obtener por otras vías. Lo cual hace aún más meritorios los progresos en este campo. A la realización de estas estadísticas contribuyen básicamente el Instituto Nacional de Esta(1) A. Domínguez Ortiz. «El antiguo régimen: los Reyes Católicos y los Austrias», pág. 71. Alianza Editorial, 1973. (2) G. Anes. «El antiguo régimen: los Borbones», pág. 24. Alianza Editorial, 1975. (3) Edición facsímil. INE, 1981. dística, los servicios de estadística de los ministerios interesados y el Banco de España. En el momento actual yo diría que su nivel de cobertura es bastante bueno, con excepción del sector servicios, en el que radica una de nuestras grandes lagunas. Conviene aclarar, no obstante, que esta carencia no es privativa de nuestro sistema estadístico. En mayor o menor medida se produce en casi todos los países, y ello se explica en razón del mayor dinamismo e inestabilidad que presenta este sector, y del rápido crecimiento que está experimentando. Podríamos decir que el sector servicios es «la asignatura pendiente» de los sistemas estadísticos europeos. Pero parece que nuestro INE está decidido a aprobarla en convocatoria próxima, pues está concentrado aquí buena parte de su esfuerzo: ha publicado recientemente una encuesta de comercio mucho más completa y detallada que las anteriores y prepara otras varias en este campo. En cuanto a las estadísticas sociales, están cubiertas en su mayoría por el INE -fundamentalmente con sus dos grandes encuestas de Población Activa y de Presupuestos Familiares- y por los Ministerios de Trabajo, Sanidad, Educación y Cultura, que aportan información procedente en buena medida de datos regístrales. El creciente interés por la investigación sociológica, junto con la vertiginosa evolución de las pautas sociales en nuestra época, genera en este campo una demanda de información prácticamente ili-