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Málaga, mosaico social e indicadores sociales Carmen Ocaña Ocaña1 La construcción de un sistema de indicadores sociales, implementado dentro de un SIG de la ciudad, tiene un doble interés aplicado y de investigación. Es ciertamente una herramienta necesaria para la definición y seguimiento de políticas y actuaciones en el campo de lo social. Pero también, desde la perspectiva de los estudiosos, es una gran oportunidad de avanzar en el conocimiento de la realidad social urbana permitiendo el seguimiento en el tiempo de los cambios de las estructuras sociales y de sus manifestaciones espaciales. La investigación social-urbana entraña no pocas dificultades. Dejando a parte los que se refieren a la naturaleza compleja del análisis social, chocamos insistentemente con los problemas de acceso a la información a escala micro-espacial. La información estadística desciende sólo en contados aspectos a la escala de barrios o unidades territoriales inframunicipales. Pero las dificultades se acrecientan, particularmente, cuando se pretenden estudios comparativos o diacrónicos, por la dificultad de mantener variables y unidades de observación comparables a lo largo del tiempo. Y, sin embargo, por el carácter dinámico de las estructuras sociales y espaciales, son los procesos, más que las estructuras, los aspectos realmente relevantes del análisis social urbano. El proyecto trata de indicadores sociales desde una perspectiva territorial y mi intervención, aunque limitada en sus observaciones a la ciudad de Málaga, pretende centrar la atención sobre la dimensión espacial de las estructuras sociales. Porque la complejidad de la sociedad urbana da forma a un mosaico de espacios socialmente diferenciados. Y, sin pretensión de defender ningún tipo de determinismo, estas piezas o estos trozos de ciudad, son claves a su vez para entender los propios procesos de marginación o exclusión social. 1. El mosaico social de Málaga ciudad Mi primera investigación sobre la ciudad de Málaga la realice a raíz de mi llegada a esta ciudad en 1977, se me descubrió una ciudad que había incorporado 200.000 habitantes en la eclosión de las dos décadas precedentes. Reproducía formalmente todos los tópicos con los que se caracterizó las relaciones del capitalismo y la morfología urbana de la época: la extraordinaria extensión de barrios populares, propios de la ciudad fordista (barrios indiferenciados, poco atractivos y de pocos servicios) las remodelaciones especulativas de áreas centrales, asociadas a suburbios planificados, con poblaciones desplazadas generando focos segregados de marginalidad, áreas centrales 1 Catedrática de Geografía Humana y Directora del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga. 1 industriales en vías de cambios de usos, apuntando nuevas centralidades y barrios de la periferia histórica en grave proceso de deterioro físico y social. La fractura morfológica, se correspondía con la fragmentación social. Se adjuntaba a una estructura social que recordaba en su forma piramidal, un capitalismo no muy avanzado, y una joven población inmigrante en gran medida, dominando en toda la ciudad nueva frente a los reductos envejecidos de la ciudad tradicional. La lectura social del espacio urbano era diáfana. Contribuía a ello unas activas políticas sociales sobre vivienda que generaron en los años sesenta y setenta extensas barriadas de carácter social. Treinta años después, se ha hecho más difusa las fracturación social de esta ciudad. Han contribuido a ello la evolución positiva de la estratificación social y los propios procesos urbanos (el planeamiento que ha reportado orden al crecimiento urbano, o la erradicación de la infravivienda, que persistía como algunos puntos de conflicto social etc. ). Sin embargo, el espacio urbano sigue siendo formal y socialmente diferenciado, y es a esta composición del mosaico social de la ciudad, a la que voy a referirme. Me voy a permitir presentar unas sencillas representaciones cartográficas, muy esquemáticas (se contienen en el apéndice de imágenes que se adjunta en formato PDF) sobre algunas variables que justifican la apreciación anterior: Se refieren a variables simples -los ocupados con profesiones de titulados superiores -la proporción de obreros entre los ocupados -las de años de escolarización media de la población adulta -la de calidad de vivienda -o la localización espacial de los activos en situación de paro Cualquier conocedor del plano de la ciudad, reconocería a simple vista en estas imágenes correspondencias llenas de significados respecto a la conceptualizacion social del espacio urbano: el centro remodelado, frente a los barrios históricos mas o menos degradados, las nuevas centralidades, el área de extensión este, asiento tradicional de la pequeña burguesía local, los barrios de la expansión fordista, los puntos identificados en el imaginario colectivo como de mayor conflictividad social... Aun para un observador que desconoce la planta física de la ciudad de Málaga, y que no puede interpretar, por tanto, en términos de estructura o morfología urbana su significado, no se le escapará, sin embargo, la alta correlación espacial de estos caracteres y el sentido de esta correlación: -Disociación de localizaciones entre obreros y titulados superiores. 2 -Alta correlación positiva en la distribución espacial de los años de escolarización media y zonas de ocupados de profesiones mas cualificadas. -La apreciable correlación entre las variables de profesión con el valor agregado de calidad de la vivienda. -La muy significativa correlación espacial entre índices de paro y población adulta sin estudios. Las correlaciones ecológicas entre estas variables han apoyado su observación en claves de estatus social. Y, agregadas o disociadamente, son tomadas de referencia para el análisis de la diferenciación social urbana, etiquetadas con un término discutido pero aceptado, de segregación social. Nos sitúan estas variables frente a un eje de diferenciación social del espacio, casi universal cuya justificación nos llevaría a un complejo haz de factores (estratificación social, políticas urbanas y de vivienda, de herencias espaciales, valores culturales...) pero que reduciéndolas a su esencia nos remite a la diferente capacidad de los individuos para competir por el espacio; , a las diferentes capacidades para elegir, donde vivir. Es la representación espacial más neta de la desigualdad. Pero no podemos olvidar que la explicación nos remite igualmente al diferente valor del espacio, como expresión de un stock de capital, tanto físico (infraestructuras, vivienda, calidad ambiental), como simbólico y de representación social. A la estructura dual de la estratificación social corresponde una similar dualización del espacio: el de la opulencia y el del conflicto. Es un tema éste sobre el que se volverá en esta reunión. Como las sociedades no son igualitarias la segregación de base social es un eje universal, como acabo de decir. No es, sin embargo, el nivel social, el único factor o eje de diferenciación social en los espacios urbanos, en el que esta ciudad coincide con tantas otras ciudades del mundo. Vean las representaciones cartográfica correspondientes a: -Personas de más de 65 años -Personas que viven solas -Jóvenes de menos de 15 años La observación de estas imágenes muestra la disociación espacial entre las dos variables: la de ancianos y la de jóvenes. Si a ello se añade la asociación existente entre hogares unipersonales y envejecimiento, se entrevé la existencia de otro eje de diferenciación del espacio urbano, de carácter esencialmente demográfico. Hubiéramos podido reforzar la idea con otras representaciones, como miembros por hogar, edades de los cabezas de familia. Vista la ciudad bajo este prisma, se dibuja fracturas importantes en su espacio: entre espacios envejecidos con frecuencia en declive demográfico, y áreas de 3 asentamientos de nuevas familias (jóvenes o inmigrantes) que concentran las mayores proporciones de niños y jóvenes. Se trata de una realidad bien conocida, visible incluso, que no escapa a los gestores de la ciudad, obligados a considerarla en la planificación de los servicios a la población. Un aspecto de la segregación urbana menos discutido en términos teóricos, pero de una relevancia social extraordinaria. Piensese en la la concentración espacial de personas mayores, con lo que conlleva de necesidades de atención y de pérdida de capacidad económica, conviviendo con coetáneos, y con frecuencia creciente en soledad. O peinsese en las fóvenes familias, aisladas, de jóvenes madres trabajadoras sin las ayudas solidadrias de los abuelos. En este eje de diferenciación social del espacio urbano, que surge con relación al estatus familiar interactúan elementos complejos: a) el ciclo de vida de los individuos y los hogares, con sus naturales transiciones (formación del hogar, llegada de los hijos, emancipación de los jóvenes, posibles rupturas y nuevas formaciones de hogares, envejecimiento, soledad, desaparición del hogar) b) y la movilidad residencial asociada a ellos, y c) procesos de la propia dinámica urbana, nuevos crecimientos y nuevas urbanizaciones, y el ciclo de vida de la vivienda, y su particular circulación de acuerdo a la estructura del mercado de la vivienda. Se comprende que el patron espacial sea más complejo, desde luego carece de la claridad que tuvo treinta años atrás cuando la asociacion de areas de expansion y jóvener hogares, era relativamente constante. Así courre cuando hay un facil ajuste entre el mercado de la vivienda (mercado libre o vivienda social) y la demanda potencial. Se oscurece cuando este ajuste es defectuoso. Así ocurre actualmente. El extraordinario encarecimiento de la vivenda, la reducida presencia de la vivenda de alquiler, y la casi testimoniar politica de vivienda social, condiciona el establecimiento de las jóvenes familias, cuando no las impulsa a salir al espacio de la corona periurbana. Ambos ejes de diferenciación, el de la desigualdad social o el de ciclo de vida de los hogares, se repiten en la mayoría de las ciudades, mostrando determinadas constantes entre las dinámicas físicas y sociales en el uso del espacio urbano. Un tercer eje de diferenciación se añade cuando existen grupos étnicos en segregación relativa. Esta dimensión que como todos saben tiene una amplia literatura y una profunda realidad en las ciudades de EEUU, es también efectiva en ciudades de nuestro ámbito cultural, especialmente en las metrópolis mayores, pero empieza a ser sensible en ciudades de escala media bajo el efecto del reciente incremento de la inmigración económica. Málaga, empieza a experimentarlo en este momento, al ritmo que crece en estos años la presencia de extranjeros, recién inmigrados desde puntos y culturas muy diversas. 4 Población Extranjera Empadronada Municipio de Málaga H a b it a n t e s 20.000 15.000 Población de Europa Población de Asia 10.000 Población de América 5.000 Población de Africa 0 2003 2001 1996 Padrones Aunque los puntos de conexión causal entre la segregación residencial en sentido socioeconómico y la segregación étnica son evidentes, es un proceso que puede tener fundamentos propios, que se añaden a la capacidad económica. Esencial al respecto es la temndencia a la aglutinación, a concentrase en proximidad. a formar comunidades localizadas en algunos lugares de la ciudad. (La tendencia a la convivencia en proximidad de grupos de una cultura minoritaria, es sin duda un modo de defensa de su propia identidad. También un mecanismo para generar lazos de solidaridad internos que adquieren un valor excepcional para los grupos más vulnerables). La observación del proceso, incipiente como se ha dicho, en esta ciudad, parecería apuntar a aglutinación de los inmigrantes, repoblando áreas urbanas en declive demográfico, con viviendas vacantes y de no alto precio2. No hay datos para intuir procesos de exclusión o discriminación activa. Pero si las zonas de asentamiento son las de peor condición de habitabilidad, está abierta la puerta a la emergencia del conflicto social fácilmente identificable como de divergencia entre grupos. No hay tiempo, ni tampoco es preciso, una mayor insistencia para reafirmar que la ciudad es efectivamente una estructura espacialmente diferenciada, o para enfatizar en el hecho de que es sobre marco espacial socialmente diferenciado sobre el que se adoptan decisiones en temas de planificación física o social. 2 Su implantación espacial tendente a la concentración, parece estar muy ligada a la disponibilidad de viviendas de alquile y bajo costo. Las dos representaciones (proporción de extranjeros y viviendas de alquiler) muestran una asociación entre las variables espacialmente significativa. 5 2. De los datos de observación a la formulación de indicadores sociales La cuestión que tenemos por delante es interpretar estas diferencias en claves de su significación en relación con los riesgos de exclusión social: pasar de los datos de observación con sus perspectivas parciales y concretas, a la comprensión de un fenómeno complejo y multidimensional, que como tantas categorías abstractas, gracias a las cuales entendemos la realidad, carecen sin embargo de una medición directa o una escala de medida. La estrategia a seguir es definir bien el problema de la exclusión, diseccionándolo en las múltiples dimensiones en que puede descomponerse y avanzar en la definición de variables y medidas que por su significado y propiedades puedan servir para evaluar el fenómeno. Estos temas los trataran ustedes en las siguientes sesiones. Las imágenes que se adjuntan es una forma de visualizar la cuestión y una propuesta de trabajo. Se nos invitó a participar y mis compañeros y yo misma, estamos aquí dispuestos a ello con la modesta aportación de nuestra experiencia, esencialmente académica e investigadora, que ponemos a disposición de lo que entendemos constituye el verdadero capital de este grupo de trabajo, la larga experiencia aplicada que reúnen los responsables y trabajadores sociales de cada una de las ciudades convocadas, en relación con los problemas de exclusión. 6 7