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Elementos para la Construcción del Marco Teórico
Estructura Social
La perspectiva del análisis estructural de las redes sociales ha estado presente desde la post
guerra como parte del instrumental teórico metodológico para abordar los fenómenos
migratorios hacia sociedades urbanas. En términos empíricos, los primeros investigadores
preocupados por la posible situación de desintegración producto del traslado desde un
mundo “cerrado” (sociedades tradicionales) a una sociedad urbana “compleja” logran
visualizar que la mantención de los vínculos de origen y, paralelamente, la creación de
nuevos referentes contribuye a la inserción de las personas y a la asunción menos
traumática de nuevas formas de vida.
Las potencialidades que el análisis estructural de redes sociales presenta para la
intervención son:
- Su potencia explicativa que permite vincular desde distintas ópticas, es decir permite una
mirada que establece relaciones tanto desde el individuo (ego) como una visión de la
totalidad del grupo.
- Supone que la estructura es más que la suma de las acciones individuales. Desde esta
perspectiva, lo “social” asume un peso que va más allá de los individuos y se construye
como intersubjetividad. En ella se juegan tanto los sujetos como sus posiciones, pesan tanto
los polos de la relación como el contenido (social, valórico, económico, político) de ella.
- Permite visualizar y analizar las relaciones entre grupos, lo que se aplica a la subjetividad
de los sujetos es posible aplicarlo a las subjetividades “colectivas”, al como se relaciona el
grupo en la frontera con los otros (la relación Nos//otros y los Otros).
- En la medida en que permite mirar las diversas relaciones en el interior del grupo, permite
también mirar las posiciones y visiones de mundo que construyen, por lo tanto también es
una herramienta para acercarse a las posibilidades de transformación como cambios de
posición de los agentes involucrados.
El enfoque teórico del capital social
Un segundo concepto que puede dar sustento teórico a la investigación y las hipótesis
formuladas es el de capital social1, el que, en términos bourdianos, es utilizado para
“explicar las diferencias residuales ligadas a los recursos que pueden reunirse, por
procuración, a través de las redes de relaciones”2.
Si bien la noción de “capital” hace referencia a la “economización” y por tanto a la
prevalencia de una dimensión (la económica) por sobre las que históricamente se
identifican con las “relaciones de confianza”, o de “reciprocidad”, o de “integración”, etc.;
que se referían a la capacidad de los grupos de establecer (y mantener) alianzas, formas de
1
Este concepto se remonta a la tradición antropológica pero se populariza a partir de finales de los 80 con los
trabajos de James Coleman y Robert Putnam.
2
Pierre Bourdieu; Las Estructuras sociales de la Economía. 2001. Manantial Ediciones. Buenos Aires
vinculación que les permitieran asegurar la vida del grupo3; el concepto se ha incorporado
al lenguaje de las políticas públicas y de organizaciones privadas como una herramienta
que tiene potencia explicativa para dar cuenta de dichas relaciones y objetivizarlas.
Creemos que la potencia del concepto es que reconoce la importancia de las relaciones que
no son de mercado, en la determinación de los comportamientos individuales y colectivos,
que tienen impacto económico en la vida de los grupos.
Desde la CEPAL, se ha entendido el concepto de capital social como el conjunto de
normas, instituciones y organizaciones que promueven la confianza y la cooperación
entre las personas, las comunidades y la sociedad en su conjunto. Esta mirada pone su
acento en la normas, instituciones y organizaciones como “promotoras” de la confianza y
la cooperación. Sin embargo, y como se trata de un concepto en construcción, podemos
también establecer el camino inverso, las relaciones de cooperación y confianza son
institucionalizadas en normas y organizaciones. En este sentido, creemos, se puede
comprender de mejor manera una estrategia de intervención en pobreza.
El debate que abre el concepto de capital social, más allá del ámbito económico, es respecto
de la complejidad de las relaciones sociales. En este sentido se distingue el capital social
del cultural, humano y más allá, simbólico. Asimismo, es posible hacer la distinción entre
el capital social que el sujeto posee en cuanto tal (relaciones de familia, de colegio, etc.)
que le vienen dadas por su ubicación en el mundo y por la adquisición o apropiación de su
status; y el capital social comunitario, que es propiedad del conjunto y que se expresa en
comportamientos institucionalizados, por tanto con contenidos y reglas que vigilan su
“puesta en escena”.
En este sentido podemos entender al individuo a la manera que plantea Marc Augé: un
sujeto que porta en sí todas sus relaciones y las utiliza según los escenarios en que se
mueve. Un sujeto que es parte de diversas redes y sabe actuar y moverse en ellas. Es –
metafóricamente- un sujeto multilingue (red//es egocéntrica//s). Pero también con redes
aludimos a otras tramas: en este sentido es posible pensar la red como tejido social,
mientras más denso menos posibilidades de caerse. Una sociedad con vinculaciones
estables, fuertes y horizontales es un capital social de una sociedad.
La fortaleza de los vínculos y los límites grupales
Un tercer concepto que nos parece debiera ser considerado en una estrategia de
intervención es el que dice relación con el grado de profundidad de los vínculos sociales
duales. A este respecto seguimos a Granovetter4, quien afirma que “el grado de
coincidencia entre dos sistemas individuales varía directamente según la fuerza que los une
o vincula entre sí”.
3
Por ejemplo, las mingas, o mingacos, de los pueblos originarios, establecen relaciones de reciprocidad en el
trabajo que permiten multiplicar la fuerza de trabajo humana.
4
Mrak Granovetter. La fuerza de los vínculos débiles. John Hopkins University, 1973.
Granovetter señala en su artículo que el estudio de vínculos fuertes es muy vigente en
sociedades tradicionales (donde se ha estudiado el capital social también) pero que en
sociedades urbanas, donde las vinculaciones son múltiples tanto a nivel de individuos como
a nivel de grupos, el vínculo fuerte puede ser incluso regresivo.
El autor propone el análisis de las relaciones interpersonales como un puente entre los
fenómenos micro y macro, así, las fuertes vinculaciones duales limitan el campo de
difusión de las oportunidades que el medio ofrece, y contribuyen a concentrar la
información.
La propuesta teorico-metodológica de Granovetter no es pues, centrarse en el análisis del
funcionamiento interior de las redes, sino considerarlas en la periferia, donde los lazos son
más débiles y permiten la “permeabilidad” de la información.
Una definición básica de la "fuerza" de un vínculo interpersonal es la propuesta por el
autor: “la fuerza de un vínculo es una (probablemente lineal) combinación del tiempo, la
intensidad emocional, intimidad (confianza mutua) y los servicios recíprocos que
caracterizan a dicho vínculo. Cada uno de estos aspectos es independiente del otro, aunque
el conjunto esté altamente intracorrelacionado.”
Este enfoque permite centrarse en las “fronteras” de los grupos. En grupos cerrados y con
una fuerte tendencia a protegerse, las posibilidades de innovación están ligadas al
conocimiento y utilización de las oportunidades que el ambiente (estado, municipio,
mercado) les ofrece. Si la información y posibilidad de contacto con las oportunidades está
presente sólo en algunos sujetos y estos presentan vínculos fuertes sólo con un sector la
información quedará restringida.
Mientras, las relaciones de frontera o periféricas, en tanto, suponen una mayor posibilidad
de transmisión de las informaciones relevantes. En el caso de las intervenciones en pobreza,
constituyen una oportunidad de difusión de beneficios que hace más democrático el acceso
a ellos. La información no se queda en el canal formal sino que es redistribuida de manera
abierta.
En este sentido, una comunidad organizada en que ambos tipos de lazos estén presentes sin
obstaculizarse es un capital invaluable, porque a la fortaleza e identidad grupal puede sumar
las capacidades de estar atenta a las ofertas de oportunidades presentes en el momento.