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“Ustedes son la Luz del mundo”
(La
Vocación de los Laicos)
(Canto eucarístico y exposición del SSMO, si es el caso)
Guía: Nos reúne Cristo Jesús, que nos invita hoy a orar y a
reflexionar sobre la vocación específica más amplia y numerosa de la
vida cristiana: la llamada del Señor a muchos hombres y mujeres a
vivir su Fe cristiana, su adhesión a Cristo Jesús, como Fieles Laicos.
Queremos tomar conciencia de nuestra identidad y de nuestra
misión, para responder con mayor fidelidad al Señor que nos llama,
nos invita a ser “Sal y Luz de la tierra”.
Iniciamos este encuentro con el canto:
CANTO: YO VENGO DEL SUR Y DEL NORTE (de pie)
Yo vengo del sur y del norte del este y oeste, de todo lugar;
caminos y vidas recorro llevando socorro, queriendo ayudar.
Mensaje de paz es mi canto y cruzo montañas y voy hasta el fin.
El mundo no me satisface, lo que busco es la paz, lo que quiero es
vivir.
Al pecho llevo una cruz, y en mi corazón lo que dice Jesús
Yo sé que no tengo la edad ni la madurez de quien ya vivió;
mas sé que es de mi propiedad buscar la verdad y gritar con mi voz.
El mundo va herido y cansado de un negro pasado de guerras sin fin.
Hoy teme la bomba que hizo y la fe que deshizo, y espera por mí.
Al pecho llevo una cruz…
Yo quiero dejar mi recado, no tengo pasado, pero tengo amor.
El mismo de un crucificado que quiso dejarnos un mundo mejor.
Yo digo a los indiferentes que soy de la gente que cree en la cruz,
que cree en la fuerza del hombre que sigue el camino de Cristo Jesús.
Al pecho llevo una cruz…
Guía: (sentados) El canto que hemos apenas entonado habla de
sentimientos y de una llamada que sentimos al ser “cristianos”. Les
invito a repetir la frase que más se identifica con sus sentimientos al
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cantarla, y a compartir cómo resuena esa frase en su corazón.
(Se favorece un diálogo con intervenciones libres de los
presentes, que comparten la resonancia de una frase del canto)….
4.- Guía: Al estar a la presencia del Señor, queremos estimular
nuestro espíritu a la confianza y a la alabanza, reconociendo al Señor
como nuestra Luz,, nuestra fortaleza y nuestra alegría, con el salmo
27. A cada estrofa cantaremos: “El Señor es mi fuerza, mi roca y
salvación”.
SALMO DE ALABANZA (Sl. 27) (de pie)
Todos (cantado): El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación (2).
Lector 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es mi fortaleza, ¿quién me hará temblar?
Cuando los malvados se lanzan contra mí para devorarme,
Son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y
caen.
Todos: El Señor….
Lector 2: Aunque un ejercito acampa contra mí, no temo,
Aunque me hagan la guerra, yo me siento seguro.
Una cosa pido al señor; esto es lo único que busco:
Vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida,
Disfrutar la dulzura del Señor frecuentando su templo.
Todos: El Señor…
Lector 1: Me dice el corazón: “Busca su rostro”.
Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco;
No me ocultes tu rostro, no me rechaces de tu presencia;
Tú eres mi auxilio, no me desampares,
No me abandones, ¡oh Dios Salvador mío!
Si mi madre y mi padre me abandonan, el Señor me recibirá.
Todos: El Señor…
Lector 2: Señálame tu camino, Señor, guíame por la senda del bien,
no me entregues al poder de mis adversarios.
Espero gozar de los bienes del Señor en la tierra de los vivos.
Espera en el Señor, sé fuerte; ten ánimo, espera en el Señor.
Todos: El Señor…
La PALABRA DE DIOS
Guía: (sentados) La vocación cristiana de los fieles Laicos tiene sus
raíces y arranca desde el bautismo, que nos incorpora a Cristo Jesús y
a su seguimiento, en adhesión fiel a su Persona y a su Misión.
Escuchamos con mucha acogida interior la Palabra de S.
Pablo, que nos recuerda algunas características de nuestra Vocación.
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Lector 3: De la carta de San Pablo a los Efesios (Ef.4,1-7.12-13)
Les invito yo, el preso del Señor, que sean fieles a la
vocación que han recibido. Compórtense con gran humildad,
amabilidad y paciencia, aceptándose mutuamente con amor.
Preocúpense de conservar, en el vínculo de la paz, la unidad
que es fruto del Espíritu. Uno es el Cuerpo y uno sólo es el
Espíritu, como también una es la esperanza que encierra la
vocación a la que han sido llamados; un solo Señor, una Fe,
un Bautismo, un Dios que es Padre de todos, que vive y actúa
en todos. A cada uno, sin embargo le ha sido dada la gracia
según la medida del don de Cristo.
Capacita así a los creyentes para la tarea del ministerio y para
la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos
todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, hasta que logremos ser personas maduras, según la
madurez de la plenitud de Cristo.
Palabra de Dios. (Te alabamos Señor)
Lector 1: De la carta de San Pablo a los Romanos (Rom. 12, 1-2.1021)
Les pido, pues, hermanos, que se ofrezcan como sacrificio
vivo, santo y agradable a Dios. Éste es su auténtico culto. No
se adapten a los criterios de este mundo, al contrario,
transfórmense, renueven su interior, para que puedan
descubrir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le
agrada.
Apréciense unos a otros como hermanos,… No sean
perezosos en el esfuerzo y en el trabajo, manténganse
fervientes y listos en el servicio del Señor… Compartan las
necesidades de los demás, practiquen la hospitalidad…
Alégrense con los que se alegran, lloren con los que lloran…
Procuren hacer el bien ante todos los hombres… No se dejen
vencer por el mal; por el contrario, venzan al mal a fuerza de
bien. Palabra de Dios….
Guía: Hagamos bajar al corazón estas palabras de vida. Pensemos
cómo cada uno de nosotros está respondiendo al Señor, en los varios
aspectos de nuestra vocación que San Pablo nos ha recordado.
(se dejan algunos minutos de silencio y de
meditación)
3
NUESTRA EXPERIENCIA DE VIDA
Guía: Les invito ahora a compartir alguna experiencia personal,
desde las realidades que están viviendo, en familia, en el trabajo, en la
vida social y comunitaria, que responda a esta pregunta: “¿cuáles
aspectos de tu vida concreta de fiel Laico están respondiendo a tu
vocación? O, en otras palabras: ¿qué experiencia de vida puedes
compartir en tu esfuerzo para ser fiel a tu vocación de Laico
cristiano? Es obvio que no se trata de vanagloriarse de algo, sino de
poner a la presencia del Señor el testimonio de nuestro esfuerzo, con
humildad y confianza, para que nuestra experiencia pueda servir
también a los demás. Podemos iniciar nuestro aportación con estas
palabras: “Yo agradezco al Señor porque en mi vida puedo vivir mi
vocación de laico cristiano…….”
(se estimula la participación de algunos, que compartan su
experiencia de vida, como vivencias concretas de su respuesta a la
llamada de Dios como Laico cristiano)
CANTO: “Hoy en oración”
Hoy en oración quiero preguntar Señor, quiero escuchar tu voz, tus
palabras con amor.
Ser como eres Tú, servidor de los demás; dime cómo y en qué lugar te
hago falta más.
Dime, Señor, en que te puedo servir, déjame conocer tu voluntad.
Dime, Señor, en Ti yo quiero vivir; quiero de Ti aprender, saber
amar.
Hoy quiero seguir tus caminos, tu bondad, tus palabras, tu verdad; ser
imágen de Ti
Ser como eres Tú, servidor de los demás, dime cómo y en qué lugar te
hago falta más.
LA PALABRA DE LA IGLESIA, madre y maestra.
Guía: Estos testimonios y estos esfuerzos de fidelidad al llamado de
Dios que hemos compartido nos dan la oportunidad de alabar y
agradecer al Señor. Sin embargo nos estimulan también a intensificar
nuestra respuesta de Fe y de compromiso para ser “sal y luz” dentro
de nuestra sociedad.
La Iglesia, recogiendo la riqueza de la Palabra de Dios, nos
ilumina el camino para conocer mejor y seguir a Cristo en nuestra
vocación Laical.
En forma de oración, vamos escuchando y orando lo que la
Iglesia nos encomienda a los Laicos cristianos.
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Lector 2: De la Exhortación Apostólica “Christifideles laici” (N. 2)
“Salió el dueño a primera hora para contratar obreros para su
viña… salió luego a las nueve de la mañana, vio a otros que
estaban desocupados y les dijo: ‘vayan ustedes también a mi
viña”. La llamada se dirige también a los fieles laicos que
son llamados personalmente por el Señor, y que reciben de Él
una misión a favor de la Iglesia y del mundo.
Todos: Señor, desde nuestro Bautismo nos llamas a ser los
obreros en tu viña. A diversas horas de nuestra vida te acercas a
cada uno, nos invitas a colaborar en cuidar tu Reino en medio de
nuestra sociedad, que es tu viña. Gracias, Señor, porque confía en
nuestro trabajo y nos honras en hacernos colaboradores de tu
creación y de tu Reino.
(unos momentos de silencio)
Lector 3: Del Concilio Vaticano II: (A.A. 33)
Este Sacrosanto Concilio ruega en el Señor a todos los laicos
que respondan con ánimo generoso y prontitud de corazón a
la voz de Cristo, que en esta hora invita a todos con mayor
insistencia, y a los impulsos del Espíritu Santo. Sientan los
jóvenes que esta llamada va dirigida a ellos de manera
especialísima; recíbanla con entusiasmo y magnanimidad. El
mismo Señor invita a todos los laicos a que se asocien a la
misión de la Iglesia en el mundo.
Todos: Señor, danos la generosidad y el entusiasmo para
responder a este llamado. Suscita en nuestra comunidades
cristianas cristianos laicos conscientes de su consagración
bautismal, abiertos a la voz del Espíritu para ser testigos de amor
en las realidades del nuestro mundo.
(unos momentos de silencio)
Lector 1: De la carta apostólica de Juan Pablo II “Novo Millennio
ineunte” (N.M.I. 46)
Es necesario que la Iglesia del tercer milenio impulse a todos
los bautizados y confirmados a tomar conciencia de la propia
realidad activa en la vida Eclesial.
Es necesario descubrir cada vez mejor la vocación propia de
los laicos, llamados como tales a buscar el Reino de Dios
ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas
según Dios, y a llevar a cabo en la Iglesia y en el mundo la
parte que les corresponde con su empeño por evangelizar y
santificar a los hombres.
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Todos: Señor, a cada uno de nosotros nos has dado dones,
carismas y cualidades, enriquecidos por tu Gracia, para que los
pongamos a disposición del crecimiento del bien, en nuestra
realidad de familia, de trabajo, en la sociedad y en la comunidad.
Danos la capacidad de descubrir cuál es el don que nos das a cada
uno en beneficio de la construcción del Reino.
(unos momentos de silencio)
Lector 2: Del documento de Puebla (N. 787 ss.)
Es en el mundo y en las realidades temporales donde el laico
encuentra su campo específico de acción. Por el testimonio
de su vida, por su palabra oportuna y su acción concreta, él
tiene la responsabilidad de convertir y transformar las
realidades temporales según el plan de Dios, en la familia, en
la educación, en la defensa de la dignidad del hombre y de
sus inalienables derechos a la vida, a la seguridad, al trabajo,
a la vivienda, a la religión, … en la protección de los más
débiles y necesitados, en la construcción de la paz y de la
justicia social, en la creación de estructuras justas y fraternas.
Por eso el laico cristiano es el hombre de la Iglesia en el
corazón del mundo y hombre del mundo en el corazón de la
Iglesia.
Todos: Señor, suscita, llama, sensibiliza a un mayor número de
fieles cristianos laicos, sobretodos jóvenes, a tomar en sus manos
la responsabilidad de ser los testigos de tu Evangelio en nuestras
realidades sociales y comunitarias, para que nuestra sociedad
camine y progrese en los valores de la vida y de los derechos
humanos. Ponemos en tus manos nuestra disponibilidad a dar de
nuestra pobreza, según nuestro estado de vida y nuestras
cualidades. Queremos responder a nuestra vocación y a nuestra
misión, con valentía y compromiso de Fe.
(unos momentos de silencio)
Guía: Pongamos nuestra disponibilidad generosa en manos del señor,
con el canto.
CANTO: NOS ENVÍAS POR EL MUNDO
Nos envías por el mundo a anunciar la buena Nueva; (2)
mil antorchas encendidas y una nueva primavera (2)
Si la sal se vuelve sosa, quien podrá salar el mundo,
nuestra vida es levadura, nuestro amor será fecundo.
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Siendo siempre tus testigos, cumpliremos el destino. Sembraremos de
esperanza y alegría los caminos
Cuando soy y cuanto tengo la ilusión y el desaliento. Yo te ofrezco mi
semilla y Tu pones el fermento.
Guía: Terminamos este encuentro de oración y reflexión, con esta
oración del apóstol:
Todos: Oración del apóstol
Padre, santo y fiel, bueno y misericordioso,
que me llamas a ser tu colaborador en la siembra de tu Evangelio,
ayúdame en el bien que quiero realizar en tu nombre;
pues sólo no consigo nada.
Permanece en mí.
Infunde en mi corazón el deseo de comunicar tu Amor a mis
hermanos.
Dame la sencillez y humildad de Juan Diego, para acercarme a todos,
la valentía y decisión de Francisco, para transformar el mundo,
la generosidad de tantos santos laicos cristianos
para ser fermento de tu Evangelio en mi comunidad.
Ayúdame a ser justo, honesto y constructor de solidaridad en mi
trabajo,
Hazme un instrumento eficaz de tu Amor
a los pobres, a los alejados y marginados.
Abre mi entendimiento para discernir tu voluntad
y fortalece mi voluntad para seguir tus llamados.
Amén
(si es el caso: BENDICIÓN DEL SSMO…)
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