Download Domingo XXVII del Tiempo Ordinario

Nuevamente la parábola de la viña: “Venid a trabajar a mi viña” (Domingo XXV),
“Hijo, vete hoy a trabajar a mi viña” (Domingo XXVI) y “un propietario plantó una
viña” (Domingo XXVII – A)… Y “la viña es la casa del Señor”. O sea que quien
trabaja en la viña del Señor está llamado a reconocer con sus obras que el ser humano
es el mejor jardín de Dios (Is 5,6).
¡Hijo mío, oye mi queja en el fondo de tu corazón!
Me duele tu pereza y desinterés por entender que mi historia
es una historia de amor sincero, hasta dar la vida…
- Señor, ayúdame a clarificarme,
porque, a veces en mi confusión, quiero aprovecharme
de tu bondad y de tu generosidad y de tu amor incondicionales.
Sé que debo aclarar si lo que brota en mis entrañas
es bondad aparente o egoísmo disimulado;
porque estoy desconcertado, Señor,
ya que a veces confundo mi mano tendida con un gesto vacío.
Ayúdame a descubrir que tú, mi Dios, tienes rostro de hermano.
¡Hijo mío, oye mi queja en el fondo de tu corazón!
Me duele pensar que haya sido en vano mi esfuerzo,
porque sigues insensible a la suerte de tus hermanos.
- Señor, ayúdame a clarificarme,
para que no aborte los planes que has diseñado para mí,
para que no obstaculice tu gracia con mis infidelidades,
para que no vuelva la espalda a tantos signos de tu presencia,
para que no presente mil excusas para no seguir tu Palabra,
para que no viva como si Tú no existieras…
Ayúdame a descubrir que tú, mi Dios, tienes rostro de hermano.
¡Hijo mío, oye mi queja en el fondo de tu corazón!
Llamo a tu corazón y hallo silencios de muerte;
te hago de mi familia y me niegas el fruto de la hermandad.
- Señor, ayúdame a clarificarme,
que sea siempre transparente y dócil;
que actúe con diligencia y verdad;
que sea auténtico y noble, sin trampas…
Ayúdame a descubrir que tú, mi Dios, tienes rostro de hermano.
Porque la viña es la casa del Señor
y el ser humano es, mi Dios, tu mejor jardín.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Isidro Lozano L.