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GRUPO LATINOAMERICANO DEL MOVIMIENTO
DE CURSILLOS DE CRISTIANDAD. GLCC.
MAR DEL PLATA. ARGENTINA.
Mar del Plata, 07 de Marzo de 2012
“Unidad en la Caridad”
A los Secretariados Nacionales del GLCC
Queridos amigos y hermanos:
La Historia viene en ayuda de la Iglesia
a través de distintas épocas de secularización,
que han contribuido en modo esencial
a su purificación y reforma interior”.
Benedicto XVI.
Pareciera que los tiempos actuales no contribuyen ni motivan a vivir una
espiritualidad, que nos lleve al anuncio del Dios vivo y desconocido para muchos, pero
que constituye el sentido último, pleno y definitivo, para que los alejados encuentren
sentido a sus vidas, porque sólo Él les ofrece lo que más les conviene para vivir como
personas en plenitud. Por todo ello, más que una amenaza, el contexto actual de
secularización se presenta como un desafío, la oportunidad para una nueva
evangelización.
Este desafío no es nuevo, sino que ha estado presente en la historia de la Iglesia.
Nuestro patrono San Pablo vivió esta realidad en el areópago de Atenas, y aún en ese
contexto, asumió una opción clara por el anuncio de Jesucristo como el camino de la
verdad y la vida. Hoy nuestra sociedad secularizada puede y debe ser un nuevo
areópago para anunciar a ese Dios desconocido.
Asistimos a una vuelta a la religión, quizá fragmentaria, difusa, confusa,
existencial, ambivalente y multiforme, pero ahí está. La secularización no es una
negatividad de la que hay que defenderse, sino un reto, un desafío, una oportunidad
para una nueva evangelización, que indudablemente requiere del compromiso laical,
GRUPO LATINOAMERICANO DEL MOVIMIENTO DE CURSILLOS DE CRISTIANDAD. GLCC.
Salta 1270 – 7600 - Mar del Plata - Buenos Aires - Argentina.
Teléfono 491-6754 – Fax 472-9539 Prefijo Mar del Plata (0223). Codigo Argentina (54).
E-mail: [email protected]
www.grupolatinoamericanoglcc.org
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que involucra a los movimientos y a las nuevas comunidades eclesiales y
particularmente a nosotros, dirigentes del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
La convocatoria al XIII Encuentro Latinoamericano realizado en Santo Domingo,
República Dominicana, tuvo como objetivo principal abordar esta realidad, partiendo de
la necesidad de revisar y profundizar la preparación de los agentes de esta nueva
evangelización, donde sobre todo, se enfatizó sobre la espiritualidad laical, tomando al
Cursillo como un Camino de Santidad, rescatando y valorando todos los medios que
desde su Carisma y Método pone a nuestro alcance para lograr esa formación integral.
En el primer tema desarrollado por el Pbro. Angel Iván Rodríguez Pineda, Asesor
Eclesiástico del MCC en Venezuela, se señaló cómo profundizar propuestas para el
acompañamiento de los dirigentes en la Formación de la Conciencia Cristiana, y al
iniciar su exposición decía:
“En la conciencia del Pueblo de Dios hay que desarrollar, hoy, el sentido de responsabilidad y
una voluntad generosa de contribuir a la formación de los laicos, que sean capaces de realizar
una síntesis fecunda entre fe y vida, y, a su vez, capaces para comprometerse en el servicio
apostólico de anunciar el Evangelio y transformar a la sociedad. Se hacen, por lo tanto,
necesarias unas nuevas estructuras organizacionales, pastorales, catequísticas y
especializadas. La Christifideles Laici, si bien afirma la importancia del crecimiento personal en
los valores humanos no desarrolla la idea de cultivar una pedagogía espiritual de crecimiento.
Tal pedagogía espiritual de crecimiento deberá tener su origen en el Espíritu e inspirarse y
realizarse mediante formas asociativas que fomenten el sentido serio y definido de la apuesta
del valor formativo de nuestros laicos.
La formación espiritual implica respeto por la persona que se forma y reciprocidad en la
formación; teniendo en cuenta que cada persona es distinta frente al formador y; por tanto, éste
deberá saber captar con sensibilidad la necesidad y el valor innovador de la formación en el
formando.
La acción apostólica, sirve como fuente de verificación y, a su vez, demostración del carácter de
profundidad, de la calidad de la formación de nuestro laicado comprometido. Ante el
desbordante relativismo moral es urgente, más que nunca, despertar nuevamente la conciencia
de una formación integral, permanente y objetiva del laicado.
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Junto a estas y a otras muchas deformaciones sociales, ideológicas y hasta políticas, la voz de
la Iglesia representada por sus Pontífices, no ha dejado de insistir en la necesidad de la
formación permanente. Así lo expresan las propias palabras del Cardenal Ratzinger aquella
mañana antes de ser elegido como Papa el 18 de abril del 2005 en la homilía "Pro Eligendo
Pontífice:" ¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!
¡Cuántas corrientes ideológicas, cuántos modos de pensamientos...! La pequeña barca
del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas,
llevándola de un extremo a otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del
colectivismo al individualismo social; del ateísmo a un vago misticismo religioso, del
agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice
San Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error
(cfr. Ef 4, 14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se aplica
la etiqueta del fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse llevar a la
deriva por cualquier viento de doctrina parece ser la única actitud adecuada en los
tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce
nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos.
Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: El Hijo de Dios, el Hombre Verdadero. Él es la
medida del verdadero humanismo. No es "adulta" una fe que sigue las olas de la moda y
la última novedad: adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con
Cristo. Esta amistad nos abre a todo lo que es bueno y nos da el criterio para discernir
entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad. "
Esta afirmación se fundamenta y sostiene en lo que el Magisterio de la Iglesia, a lo largo del
tiempo, nos ha enseñado en sus distintos documentos: Constitución Dogmática Gaudium et
Spes, la Declaración Gravissimum Educationis, el Catecismo de la Iglesia Católica, la Carta
Encíclica Veritatis Splendor, Documento de Santo Domingo y Documento de Aparecida, entre
otros.
Por lo antes expuesto y evidenciado en el contexto vital y la necesidad espiritual de un tipo de
hombre postmoderno, se hace apremiante que en la formación de la conciencia cristiana
nuestros pastores y nuestro laicado sepan distinguir en qué consiste la espiritualidad laical y la
formación espiritual:
• La primera consiste en buscar un modo de vivir cristianamente en ciertas situaciones del
mundo actual y contextualizar ante los desafíos del mundo su vivencia cristiana.
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• La segunda es vivir de acuerdo al modelo de Cristo, el Señor, por el que sea capaz de conocer
a Dios y a su plan salvador; adhiriéndose a Él y desde Él transformar el mundo y sus
estructuras.”
La sociedad necesita formas de identificación con un conjunto de valores, y un
ideal de vida conectado con un núcleo sagrado religioso que genere sentimientos,
motivaciones y obligación moral.
Porque donde Dios está presente, allí hay esperanza y se abren nuevas
perspectivas que van más allá del hoy y de las cosas efímeras.
En una sociedad secularizada sigue teniendo sentido hablar de Dios porque Dios
constituye el sentido último, pleno y definitivo de la vida. Dios da sentido a las
situaciones últimas de la vida, Dios hace ver que tiene sentido vivir la responsabilidad
solidaria hasta el último momento. Sólo en Dios alcanzan pleno cumplimiento las
esperanzas de la humanidad.
Este desafío nos lleva indefectiblemente a renovar nuestra Espiritualidad Laical; a
continuar ese proceso que iniciamos en Cursillos al descubrirnos amados por Dios, y
que nos impulsa a la misión.
Decía el Padre Luis A. Hernández Rojas, Vice asesor Eclesiástico del MCC de
Venezuela en el cierre del retiro del Encuentro:
“La espiritualidad es un proceso que se va desarrollando paulatinamente, un proceso
pedagógico que se identifica con la llamada incesante a la conversión que nos hace el Señor,
con la necesidad que todos tenemos de autoconocimiento que nos lleva a la renovación
constante de nuestra opción fundamental: nuestra opción por el amor primero.
En el hombre espiritual se actualiza la vida de Dios, su presencia amorosa, para que, a través
de nosotros, esa presencia pueda encarnarse en el mundo, por medio de nuestro compromiso y
acciones en la historia. El verdadero protagonista de la acción espiritual del hombre es el
Espíritu Santo, quien nos dispone a vivir la gracia de Dios, buscando nuestra mayor
santificación.
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LA ESPIRITUALIDAD HECHA COMUNIÓN
La comunión en la vida de la Iglesia no se decreta, sino que se construye. Es todo el Pueblo de
Dios el llamado a esta tarea; ninguno queda excluido. Para ello es necesario promover una
espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares
donde se forma el hombre y el cristiano (CPV, 41).
La espiritualidad de la comunión siempre hará referencia al "otro": el "Otro" absoluto, Dios, Uno y
Trino, y el "otro" peregrino, el hermano, el prójimo, pero también el desconocido, el marginado,
el desterrado, el oprimido. Por eso, tiene la mirada del corazón hacia el misterio de la Trinidad
que habita en nosotros y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos
que están a nuestro lado" (NMI 43). Es una espiritualidad que significa capacidad de sentir al
hermano en la unidad profunda del Cuerpo Místico y, por tanto, como uno que me pertenece, del
cual se es responsable, y con el cual se comparte alegrías y sufrimientos en la amistad. Es
también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo
como regalo de Dios.
Una espiritualidad de la comunión es saber dar espacio al hermano, llevando mutuamente la
carga de los otros: "ayúdense mutuamente a llevar las cargas y así cumplirán la ley de Cristo"
(Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran
competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidia (DA, 42).”
Queridos hermanos: todos hemos experimentado el amor y la felicidad plena del
encuentro con el Señor, pero esto no es suficiente, como decía el Padre Luis, la
espiritualidad es un proceso que se va desarrollando paulatinamente.
Recientemente el Papa Benedicto XVI anunció para el año 2012 el "Año de la
Fe" que se extenderá hasta 2013. Este Año de la Fe, dijo el Santo Padre, “será un
momento de gracia y de compromiso por una cada vez más plena conversión a Dios, para
reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con gozo al hombre de nuestro tiempo".
Cuaresma es un tiempo precioso para recomenzar. El tiempo de cuaresma nos
ayuda a responder con alegría y prontitud, como Mateo, a la llamada a la santidad que
Dios nos hace.
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La santidad, es algo que Dios quiere para todos. Dios sigue invitando cada día
a responder generosamente a su llamado de amarle sobre todas las cosas.
Aprovechemos este tiempo, para enfocar nuestra vida hacia Él, por ello los invitamos a
trabajar e incluir en sus Escuelas Diocesanas el material elaborado por los dirigentes
que asistieron al XIII Encuentro Latinoamericano.
Asumir este compromiso nos llevará a vivir esa espiritualidad de comunión,
buscando unidad de criterios y motivaciones comunes.
DE COLORES!
COMITE EJECUTIVO GLCC
Alberto STANG
Presidente
Padre Jorge FARFÁN fdp
Asesor Eclesiástico
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