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“El que practica misericordia,
que lo haga con alegría”. (Rm 12, 8)
Este tema de la misericordia se presenta como novedad por la convocación del Año Jubilar. En
la verdad, es un tema fundamental para el ser humano ser plenamente humano, vivir feliz, con
la gracia de Dios y alcanzar la salvación. Aquí presento algunos fragmentos de textos para
profundizar este tema. Es parte de un material que pienso es importante que esté en tus
manos, para juntos nos empapar de esta temática, con la posibilidad de que el Dueño de la
Misión, nos brinde actitudes de misericordia.
1 – ANTECEDENTES:
El Papa Francisco al convocar el Año de la Misericordia, sorprendió a muchos. Todos creíamos
que este sería el tiempo de la Encíclica Laudato sí, apenas. El “cuidado de la casa común” es
urgente. Pero, nos llama la atención para las relaciones entre los seres humanos. Parece
indicarnos que sin las actitudes de misericordia, sin compasión, sin amor, sin la superación del
vacío existencial, no hay “cuidado de la casa común”. Por otro lado, vemos que las preocupaciones
con la misericordia son como parte del nuevo paradigma de la Iglesia inaugurado en el Concilio
Vaticano II, por el Papa Juan XXIII. El Papa Bueno, como ha sido llamado, prefirió afianzar el
remedio de la misericordia y abandonar las armas de la condenación. Hay una trayectoria de sus
sucesores profundizando esta misma línea de pensamiento. Miremos algunos aspectos:
La misericordia es “el eje del magisterio pontificio contemporáneo” (Laurent Touze. P. 07).
Podemos hablar de los “Papas de la misericordia”. Recordemos que en nuestra época los Obispos
de Roma ejercen una dirección espiritual colectiva sobre los fieles del mundo entero. El Papa
Juan XXIII, tuvo una grande intuición de abrir las ventanas de la Iglesia para respirar el aire del
mundo moderno. Al respirar este aire, miro la necesidad de escuchar a las inquietudes de los
hombres y mujeres de su época. Delante de tantas inquietudes buscó en la Acción del Espíritu
respuestas para ofrecer. Una de ellas es Cristo céntrica: La misericordia. Antes mismo de ser
elegido Papa ya hablaba: “la misericordia debía ser puesta en el centro de la vida eclesial”.
Citando a un sacerdote jesuita de 1694, Paolo Segneri, profundiza su convicción: “La gran
misericordia. No basta una misericordia cualquiera. El peso de la iniquidad social y personal es
tan grave que no basta un gesto de caridad ordinaria para perdonarla. Pero invoca la gran
misericordia. Esta es proporcional a la grandeza misma de Dios. Secundum magnitudinem ipssuis,
sic et misericordia illius, (cuál es su grandeza, tal es también su misericordia). Se dice con razón
que nuestras miserias son el trono de la divina misericordia. O mejor aún: el nombre y el apelativo
más bello de Dios es este: misericordia. Esto debe inspirarnos en medio de las lágrimas, una gran
confianza. Superexaltat misericordia judicium, “la misericordia siempre lleva la mejor parte en el
juicio”. (Diario del alma, Boloña, 2003, p. 350).
Al inaugurar el Concilio Vaticano II, el entonces Papa Juan XXIII, muestra su forma de pensar a
partir de la misericordia: “Siempre la Iglesia se ha opuesto a estos errores. Frecuentemente los ha
condenado con mayor severidad. En nuestros tiempos, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere
usar la medicina de la misericordia más que la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las
necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas… La
Iglesia católica, al elevar en medio de este Concilio ecuménico la antorcha de la verdad católica,
quiere mostrarse como madre amable de todos, benigna, paciente, movida por la misericordia, y
la bondad para con los hijos separados de ella”. (Discurso de Apertura del Concilio 11/10/1962).
El Papa Pablo VI, trabajó mucho con la expresión: “Civilización del Amor”. Pero, al concluir el
Concilio así afirmaba: “Queremos notar cómo la religión de nuestro concilio ha sido
principalmente la caridad; nadie podrá acusarlo de falta de fidelidad al Evangelio por su
principal, cuando recordemos que Cristo mismo, quien nos enseña que ser amorosos con los
hermanos es el carácter distintivo de sus discípulos”.
Juan Pablo II, en su encíclica Dives Misericordia así se refería a esta fuente del Concilio: “La
Iglesia contemporánea es altamente consciente de que únicamente sobre la base de la
misericordia de Dios podrá hacer realidad los cometidos que brotan de la doctrina del Concilio
Vaticano II, en primer lugar, el cometido ecuménico que tiende a unir a todos los que confiesan a
Cristo. Iniciando múltiples esfuerzos en tal dirección, La Iglesia confiesa con humildad que sólo
ese amor, más fuerte que la debilidad de las divisiones humanas, puede realizar definitivamente la
unidad por la cual oraba Cristo al Padre y al Espíritu no cesa de pedir por nosotros “con gemidos
inefables”: (Dim 13).
El mensaje de la misericordia divina formaba la imagen de su pontificado, afirmaba el propio
Papa Juan Pablo II. Así se expresaba: “El Reino de Cristo es una tensión hacia la victoria
definitiva del Amor misericordioso, hacía la plenitud escatológica del bien y de la gracia, de la
salvación y de la vida (…) Cristo, crucificado y resucitado, es la revelación profunda y autentica
del Amor misericordioso (…) a través del corazón de Cristo crucificado la misericordia divina
llega a los hombres”.
Benedicto XVI, así afirmaba: “Según las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de mis venerados
predecesores (…) estoy convencido de que la humanidad contemporánea necesita este mensaje
esencial, encarnado en Cristo Jesús: Dios es amor. Todo debe partir de esto y todo debe llevar a
esto toda actividad pastoral, todo tratado teológico”. (Homilía, Basílica de San Pedro
22/04/2007).
El Papa Francisco da seguimiento a esta intuición: “Estamos viviendo el tiempo de la
misericordia, desde hace 30 años o más, hasta hoy”. (Papa Francisco. 06/03/2014). Quizás en
estos pocos años ha manifestado sus actitudes plenas de misericordia. Miremos sus propias
palabras:
“¡Dios es alegre! ¿Y cuál es la alegría de Dios? La alegría de Dios es perdonar, ¡La alegría de Dios
es perdonar! (…) ¡Aquí está todo el Evangelio! ¡Aquí! ¡Aquí está todo el Evangelio, está todo el
cristianismo! (…) La misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo
del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Solo el amor llena los vacíos, las
vorágines negativas que el mal abre en el corazón y en la historia. Solo el amor puede hacer esto,
y esta es la alegría de Dios (…) ¿Cuál es el peligro? Es que presumamos de ser justos, y juzguemos
a los demás. Juzgamos también a Dios, porque pensamos que debería castigar a los pecadores,
condenarlos a la muerte, en lugar de perdonar. Entonces sí que nos arriesgamos a permanecer
fuera de la casa del Padre (Angelus 15/09/2013).
“Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser
misericordioso necesita un corazón firme, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. De este
modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deja encerrar
en sí mismo ni cae en el vértigo de la globalización de la indiferencia” (Cuaresma de 2015).
Para mejor entender que hay continuidad del pensamiento de San Juan XXIII sobre la
misericordia, podemos recordar una frase del beato John Henry Newman: “La Iglesia católica
nunca pierde lo que una vez ha poseído. En lugar de pasar de una fase de vida a otra, siempre
lleva consigo su juventud y su madurez hasta su vejez. Santo Domingo no le hace perder a san
Benito y ella posee a los dos, siendo incluso la madre de San Ignacio” (In Touze, p. 10).
En otras palabras: “La Iglesia no pierde la predicación del Corazón de Jesús cuando presta más
atención a la propagación del Reino, no pierde el deseo de la civilización del amor cuando busca
convertirse a la misericordia” (Touze, p. 11).
“El Magisterio pontificio antes de la época contemporánea, ciertamente, no era sólo disciplinar,
pero después de dos siglos adquirió un tono más pastoral y misionero que le permite hablar ante
todo, y directamente, de Cristo (…) Pone en primer lugar el amor misericordioso de Dios
manifestado en la historia de Jesucristo” (Touze, p. 11).
El tiempo dedicado al tema de la misericordia se puede decir que se inicia en el Pontificado de
Pío XI (06/02/1922) y termina con la bula de Papa francisco Misericordiae vultus,
(11/04/2015) para convocar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Mire lo que usted ha subrayado durante la lectura: ¿Qué frase citada te llama más la
atención? ¿Qué te parece este cambio de paradigma eclesial, realizado por San Juan
XXIII y seguido por sus sucesores? Mirando para la realidad de tu Vicarito, ¿se puede
decir que “la misericordia está puesta en el centro de la vida eclesial”? Si, No. ¿Por qué?
2 – MISERICORDIAE VULUTUS
Para seguir con el pensamiento del Papa Francisco miremos algunos fragmentos de Bula de
convocación del jubileo extraordinario de la misericordia.
2.1 - Una cierta estructura del documento y sus temas:
Introducción y definición de la misericordia en los números 01 y 02; Anuncio del jubileo,
destacando el contexto de los 50 años del Concilio Vat. II, en los números 03 al 05;
Fundamento bíblico – pastoral de los números 06 al 09; Pensamiento de la Iglesia y del
Magisterio de los números 10 - 12; El lema, como estilo de vida: “Sed misericordioso, como el
Padre vuestro es misericordioso”, (Lc 6, 36) numero 13; Abertura de la puerta Santa y desafíos
de las periferias existenciales – las obras de misericordia, en los números 14 y 15;
Orientaciones y aplicación práctica – 24 horas para el Señor, números 17 y 18; Llamada de
atención a los criminales, numero 19; Misericordia y justicia, números 20 y 21; La cuestión de
la indulgencia en el numero 22; El diálogo interreligioso, numero 23; María Madre de la
Misericordia, número 24; y la conclusión en el número 25.
2.2 – Fragmentos significativos – el contenido del documento:
PRINCIPIO O PUNTO DE PARTIDA - “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El
misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella ha vuelto viva,
visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, “rico en misericordia” (Ef 2, 4)…
“Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34, 6) características de Dios - Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su
persona revela la misericordia de Dios”. (Mv. N. 01)
DEFINICIONES DE MISERICORDIA - “Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio
de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra
salvación. Misericordia es: la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
Misericordia es: el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con
ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une
Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de
nuestro pecado”. (Mv. N. 02).
“La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner límite al
amor de Dios que perdona”. (Mv. 03).
OPCIÓN Y CONTEXTO DEL DOCUMENTO - “En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere
usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad”… “Queremos más
bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad. La antigua
historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio”. (Mv. N. 04).
PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO - “¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados
de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de
Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del
Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros”. (Mv. N. 05).
FUNDAMENTO BIBLICO - “Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la
palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor,
sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra
abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta; intenciones, actitudes, comportamientos
que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por
nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices,
colmados de alegría y seremos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el
amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre así aman los hijos. Como Él es
misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordioso los unos con los otros”.
(Mv. N. 09).
APLICACIÓN PASTORAL - “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia.
Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los
creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de
misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y
compasivo” (Mv. N. 10).
“No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció: “La mentalidad
contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al
Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la
idea misma de la misericordia”… (Mv. N. 11).
“La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del
Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de
Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos sin excluir
ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización,
el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una
renovada acción pastoral (…) La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este
amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los
hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del
Padre”. (Mv. N. 12).
“Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso” (Lc 6, 36). Es un programa de
vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a
cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6, 27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en
primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del
silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la
misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida”. (Mv. N. 13).
“Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en
su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del crucificado
entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de
su amor”. (Mv. N. 24).
¿De los números mencionados que frase usted fue subrayando? ¿Qué comentario quiere
hacer? ¿Qué palabras ha sentido que te interpelan y generan una sensación de inquietud
en tu corazón? ¿Qué otros números quiere destacar?
3 – Otras fuentes que definen la misericordia:
Como vimos anteriormente, al convocar el Año de la misericordia, el Papa Francisco quiere
ayudar a todos los cristianos a recuperar esta imagen del Dios siempre Fiel. Aquel, que a pesar
del pecado humano, no rompe la Alianza con la humanidad. Dios nos ha amado con Amor
Eterno. Por esto la misericordia es el núcleo de Evangelio (Mv. N. 09). La misericordia es este
Amor de Dios en exceso. Dios es misericordioso, es su último libro lanzado esta semana pasada.
Aun no tengo este material. Les invito a mirar otro material un poco más antiguo de Jon
Sobrino que se llama “El principio misericordia” (1992).
3. 1 – LOS TEÓLOGOS:
Según Jon Sobrino, Misericordia significa etimológicamente, poseer un corazón (cor) que se
compadece de la miseria (miseri) del otro, porque la siente como siendo suya. La palabra
misericordia en hebraico, misericordia es “rahamim”, entrañas de madre. Lugar de los
sentimientos íntimos y profundos. Esta expresión es sintetizada como sentimiento de compasión.
Sentirse afectado y conmoverse delante del mal del otro. Es una invitación para ser clemente,
benevolente con la persona afectada por la miseria, sea esta social, económica, moral o espiritual.
Lo bello de Dios es su corazón que ama. Lo extraordinario en Dios son sus entrañas de ternura que
se conmueven frente a la miseria humana. Por esto la misericordia es como la respuesta de Dios
frente a la indigencia humana. Ella libera la vida, la potencia, amplía los horizontes, devuelve
sentido a la vida del pecador. La misericordia es expansiva, dilata el corazón aumentando las
posibilidades de vida en cada ser humano.
El amor de Dios crea en nosotros un corazón nuevo, de acuerdo con su corazón, capaz de
establecer la misericordia. “Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia” (Mt 5, 7).
La actitud de misericordiosa de Dios genera en nosotros la misericordia. Esto es lo que debemos
recuperar en el Año de la Misericordia: Las actitudes de Dios vividas por Jesucristo revelador de la
misericordia del Padre. A nosotros sus discípulos nos envían como instrumentos de su
reconciliación, dándonos un corazón para amar, perdonar y devolver la vida, con esperanza.
Para Jon Sobrino la palabra misericordia debe ser bien entendida, porque puede significar una
nueva actitud de vida en los evangelizares o destacar contenidos que son parte de las doctrinas
que mantiene las cosas como están. Podemos desarrollar las “Obras de Misericordia” que pide la
Iglesia, con un sentimiento de compasión, pero sin acompañar con una acción más profunda y
eficaz. Las “Obras de Misericordia”, que son buenas, puede ser realizadas sin analice de las causas
del sufrimiento humano. La emergencia de aliviar las necesidades individuales y humanas más
urgentes, con el peligro de abandonar la lucha por transformar las estructuras de los sistemas de
muerte. Transformar la misericordia en actitudes paternales y maternales con el peligro de solo
realizar acciones paternalistas y paliativas. Por esto este autor prefiere utilizar el concepto de
“Principio Misericordia”, que se determina por el actuar de Dios y de Jesucristo, así como debe ser
también el actuar de la Iglesia. Así define, “El Principio Misericordia”: “Un amor especifico que
está en el origen de un proceso, pero permanece presente y activo al largo de él, dándole una
determinada dirección que configuran los diferentes elementos dentro del proceso”. Ejemplo: “He
visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltratan sus
mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo del poder de los egipcios y
para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil…” (Ex 3, 7s). Misericordia, es una reacción
frente al sufrimiento humano del otro, interiorizado, que llega hasta las entrañas, hasta el
corazón del propio Dios.
Esta forma de Dios actuar está historizada por Jesús de Nazaret. La misericordia configura su
vida y su misión provocando su destino. Es también la configuración de la visión de Dios para el
ser humano. Cuando Jesús quiere mostrar que es un hombre pleno de la gracia de Dios cuenta la
parábola del Buen Samaritano. Más que conocer de memoria la Ley y los Mandamientos, Jesús
destaca las actitudes: vio, se compadeció, se acercó, curó las heridas, lo llevó a un médico, pagó y
se hizo cargo de él, todo esto es estar movido por la misericordia. La misericordia como reacción
se torna fundamental para Jesús mostrarse plenamente humano. Por esto la misericordia para
Jesús, no es una u otra acción o “Obra de Misericordia”, más es la actitud que transforma la
realidad para que la vida sea plena.
Para Walter Kasper “en el testimonio de toda la Escritura, la misericordia es el atributo de Dios
que ocupa el primer lugar en la auto revelación de Dios en la Historia de la Salvación; es el lado
visible y operativo para fuera de la esencia de Dios, que es amor”.
3.2 - Hay otros materiales que están siendo utilizados:
Kasper Walter. La misericordia – Clave del Evangelio y de la vida cristiana. Presencia Teológica.
7ª. Ed. Sal Terrae – Santander – 2015.
Mendizábal Luis Ma. Entrañas de misericordia – meditaciones de ejercicios espirituales. BAC –
Popular. Madrid, 2015.
Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización – San Pablo 2016. (8 libritos)
Muchos pequeños videos se puede bajar del internet.
¿Qué realmente te habitan, cumplir la Ley y los mandamientos o tener actitudes de
misericordia? ¿Cómo discernir entre las miserias humanas, fragilidades, soledad y entre el
amor de Dios en exceso? ¿Es posible convertirse y llegar a ser misericordioso como el
Padre vuestro es misericordioso? (Lc 6, 36) ¿Qué pasos concretos puedo dar en esta
dirección de la misericordia en relación a mis hermanos?
4 – Para vivir el año de la misericordia:
Hay una agenda especial que propone el Papa Francisco para vivir el año de la Misericordia.
Pero más que seguir una agenda de pastoral para desarrollar las obras de misericordia, como
discípulos misioneros somos llamados a vivir con el espíritu de misericordia siempre. El Papa
muestra que “La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y
compasivo” (Mv. N. 10). Pone en juego la esencia de la Iglesia. Para nosotros cristianos
comprometidos, religiosos, sacerdotes, nuestra identidad, espíritu, carisma y misión también
son puestos en juego cuando no vivimos con este espíritu del amor compasivo.
Recordando la Evangelii gaudium así expresa el Papa: “La Iglesia en salida es la comunidad de
discípulos que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan”. (Eg.
24). “Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica
misionera” (Eg. 32). “Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión
desarticulada de una multitud de doctrinas que se intentan imponer a fuerza de insistencia… el
anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más atractivo y al mismo tiempo lo más
necesario” (Eg. 35). “La misericordia es la mayor de las virtudes: “En sí misma la misericordia
es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece volcarse en otros y, más aún, socorrer
sus deficiencias. Esto es peculiar del superior, y por eso tiene como propio de Dios tener
misericordia, en la cual resplandece su omnipotencia de modo máximo” (EG. 37). “La Iglesia
“en salida” es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las
periferias humanas” (Eg. 46). “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre.
Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas
partes” (Eg. 47). “Salgamos, salgamos ofrecer a todos la vida de Jesucristo (…) prefiero una
Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por el
encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia
preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y
procedimientos” (EG. 49).
Recordando el Año de la Vida Religiosa lo vemos con estas palabras: “Un corazón misionero es
un corazón que ha conocido la alegría de la salvación de Cristo y la comparte como consolación
frente al límite humano: “sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del Evangelio y
en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible,
aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino” (Alegraos, p. 44).
El Papa Francisco es insistente:
“La iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y
viviéndola como centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la
intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la
misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se
acerquen”. (Mv. N. 25).
En resumen, para vivir el año de la misericordia debemos a aprender a salir, ser parte de esta
Iglesia en salida misionera, con puertas abiertas, para Amar con un corazón humano y
compasivo.
5 – Preguntas para la reflexión personal y comunitaria:
a) De las preguntas que están presentes dentro del texto ¿cuáles quiero retomar para profundizar? ¿Cómo me
siento frente al desafío y estilo de vida: “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso” (Lc 6,
36)? ¿Estoy dispuesto para vivir este “programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz”?
“El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6, 27)” ¿Lo tomo como una orden dada a
mí?
b) ¿Qué otras ideas, autores y reflexiones quiero compartir con mis confrades para profundizar el tema de la
misericordia?
c) ¿Qué actitud concreta puedo asumir de forma personal y comunitaria para vivir el Año de la Misericordia?
¿Qué actividad concreta como Vicariato podemos asumir para celebrar el Año de la Misericordia? Dar
sugerencias, ser osados y creativos.
“Dios siempre sabe sacar el bien del mal, Dios quiere que todos
seamos salvos y podamos alcanzar el conocimiento de la verdad” (1 Tm 2,
4).