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ESCUCHAR-COMPARTIR
UNA PALABRA
CON FRANCISCO Y CLARA DE ASÍS
Hermanos: cuidarse mutuamente
“Y dondequiera que estén y se encuentren unos con otros
los hermanos, condúzcanse mutuamente con familiaridad
entre sí. Y exponga confiadamente el uno al otro su
necesidad, porque si la madre nutre y quiere a su hijo
carnal, ¿cuánto más amorosamente debe cada uno querer
y nutrir a su hermano espiritual? Y si alguno de los
hermanos cae enfermo, los otros hermanos le deben servir
como quisieran ellos ser servidos”.
(Regla bulada 6, 7-9)
Algo que salta a la vista en Francisco es esta prioridad de lo
personal e interpersonal. Fue alguien que recuperó la
frescura y la novedad del Evangelio como corazón y como
relación: seguir a Jesús es abrirse a construir una nueva
relación. Así, la vida, el Reinado de Dios, principalmente se
hace intensa cercanía, comunión, entrega, servicio... Cada
persona, hermano, don y tarea; cada situación, una
oportunidad de crear fraternidad. Como dijo la madre
Teresa de Calcuta, “Jesús no vino a traer una nueva religión
sino una nueva relación”.
En aquel grupo de los comienzos, fue llamativa la novedad y
calidad de sus relaciones aglutinando personas de origen
diverso de manera igualitaria. Su relación quería ser más
humana, rompiendo el señorío y las clases, tan marcadas
entonces (no así en las ciudades y en los monasterios de
siempre). Cosa que solo puede salir adelante desde una
profunda y progresiva transformación del propio corazón, de
la persona por dentro.
El vivir haciéndose hermano es vivir cuidándose
mutuamente. En un grupo pobre, la gran riqueza donde
apoyarse son las personas. La fraternidad quiere ser un
lugar familiar, de acogida y solicitud mutua; donde cada uno
puede encontrarse tal cual es, en verdad y confianza. La
dinámica de la fraternidad nos invita a estar ante la otra
persona como un siervo y una madre, en un servicio y en
una responsabilidad.
Y en esa línea, hay todo un constante exhortar de Francisco
a los suyos: "guárdense los hermanos de calumniar y
trabarse en discusiones, no litiguen entre sí ni con otros...;
ámense mutuamente y muestren con las obras el amor que
se profesan; y no murmuren ni difamen, no juzguen ni
condenen; no anden observando los pequeñísimos pecados
de los demás..." (Regla no bulada 11,1ss). Si así habla
Francisco es porque quería salir al paso del fácil deterioro y
de las amenazas que sufren las relaciones constantemente.
Es algo a cuidar pacientemente; la indiferencia y el
desentendimiento nunca son buenos compañeros. El
comportamiento mutuo Francisco lo resume mucho en la
llamada "regla de oro" de las relaciones fraternas (recogida
en Mt 7,12): "pórtense entre sí así, todo lo que quisierais
que os hicieran los hombres, hacédselo también vosotros a
ellos".
La actitud más humana desde la que vivir es la del cuidado
mutuo. Porque la vida no es individualismo, sino
comunión: familia humana, fraternidad universal. Y
“porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino
llegar con todos y a tiempo” (León Felipe).
Hno. Jesús Torrecilla