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Sl 106: 1-3. Jehová se merece nuestra gratitud (w15 15/1 página 8 párrafo 1; w02 1/6 página 18 párrafo 19). Referencia: w15 15/1 página 8 párrafo 1. 1 JEHOVÁ, la fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto”, merece nuestra gratitud (Sant. 1: 17). Como Pas-tor amoroso, cuida de nuestras necesidades físicas y espiri-tuales (Sal. 23: 1-3). Ha demostrado ser nuestro “refugio y fuerza”, especialmente en momentos de angustia (Sal. 46: 1). Por eso, nos sentimos como el salmista que escribió: “Den gracias a Jehová, porque él es bueno; porque su [amor leal] es hasta tiempo indefinido”, para siempre (Sal. 106: 1). Referencia: w02 1/6 página 18 párrafo 19. 19 En estos días peligrosos e inestables, deleitarnos en la justicia de Jehová nos brinda seguridad y protección. A las preguntas: “Oh Jehová, ¿quién será huésped en tu tienda? ¿Quién residirá en tu santa montaña?”, el rey David respon-dió: “El que está andando exento de falta y practicando la justicia” (Salmo 15: 1, 2). Si vamos tras la justicia divina y nos deleitamos en ella, mantendremos una buena relación con Dios y seguiremos contando con su favor y bendición. Como consecuencia, disfrutaremos de paz interior, y una vida satisfactoria y digna. “El que sigue tras la justicia y la bondad amorosa hallará vida, justicia y gloria”, señalan las Escrituras (Proverbios 21: 21). Además, esforzarnos al máxi-mo por ser justos en todo aspecto se traducirá en relaciones personales felices y una mejor calidad de vida, tanto en sen-tido moral como espiritual. El salmista indicó: “Felices son los que observan lo justo, que hacen justicia todo el tiem-po” (Salmo 106: 3). Sl 106: 7-14,19-25,35-39. Los israelitas fueron desagradecidos y se hicieron infieles (w15 15/1 páginas 8, 9 párrafos 2, 3; w01 15/6 página 13 párrafos 1-3). Referencia: w15 15/1 páginas 8, 9 párrafos 2, 3. 2 ¿Por qué es importante que nos preguntemos si somos agradecidos? Porque, tal como se predijo, en estos últimos días las personas son cada vez más ingratas (2 Tim. 3: 2). Muchas no aprecian lo que Jehová ha hecho por ellas. Debido a la influencia del mundo comercial y su publicidad, millones de per-sonas están obsesionadas con conseguir más cosas en lugar de estar contentas con lo que tienen. Y a nosotros nos podría pasar lo mismo. Como les sucedió a los israelitas, podríamos volvernos desagradecidos y dejar de valorar nuestra preciosa amistad con Jehová y las bendiciones que hemos recibido de él (Sal. 106: 7, 11-13). 3 Pensemos también en lo que puede ocurrir cuando afronta-mos pruebas difíciles. ¡Qué fácil sería, en esas circunstancias, centrarnos en lo malo y perder de vista nuestras bendiciones! (Sal. 116: 3.) ¿Cómo podemos cultivar y mantener un corazón agradecido? ¿Y qué nos ayudará a tener una actitud positiva cuando atravesemos problemas graves? Veamos. Referencia: w01 15/6 página 13 párrafos 1-3. 1 “INOLVIDABLES”: esta es una buena palabra para calificar los milagros que hizo Jehová en el antiguo Egipto. No hay duda de que cada una de las diez plagas fue imponente. A ellas les siguió la asombrosa liberación del pueblo de Israel cuando Dios dividió las aguas del mar Rojo (Deuteronomio 34: 10-12). De haber sido testigos de aquellos sucesos, seguramente nunca hubiéramos olvidado al Responsable de ellos. Sin embargo, el salmista cantó: “[Los israelitas] olvidaron a Dios su Salvador, el Hacedor de cosas grandes en Egipto, de obras maravillosas en la tierra de Cam, de cosas inspiradoras de temor en el mar Rojo” (Salmo 106: 21, 22). 2 Tras cruzar el mar Rojo, Israel “empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová” (Éxodo 14: 31). Los varones israeli-tas cantaron con Moisés una canción de victoria dedicada a Jehová, y Míriam y otras mujeres respondieron tocando pande-retas y bailando (Éxodo 15: 1, 20). En efecto, al pueblo de Dios le impresionaron Sus actos poderosos. Pese a ello, su gratitud a Aquel que realizó dichas obras fue efímera. Poco después, muchos se comportaron como si hubiesen sufrido una pérdida total de memoria. Murmuraron y se quejaron contra Jehová, y algunos cayeron en la idolatría y la inmoralidad sexual (Números 14: 27; 25: 1-9). ¿Qué podría hacer que olvidáramos las obras de Dios? 3 La falta de agradecimiento de los israelitas es, desde lue-go, desconcertante. Con todo, a nosotros pudiera ocurrirnos lo mismo. Es verdad que no hemos presenciado milagros de Dios como los mencionados, pero en nuestra relación con él ha habi-do, sin duda, ocasiones inolvidables. Algunos quizá recordemos el día que aceptamos la verdad bíblica. Otros momentos ale-gres fueron la ocasión en que oramos a Jehová para dedicar-nos y nuestro bautismo en agua como cristianos verdaderos. Muchos hemos experimentado la ayuda de Jehová en otras etapas de la vida (Salmo 118: 15). Por encima de todo se en-cuentra el hecho de que hemos recibido la esperanza de la sal-vación mediante la muerte en sacrificio del propio Hijo de Dios, Jesucristo (Juan 3: 16). No obstante, al vernos provocados por los deseos impropios y agobiados por las inquietudes de la vi-da, es posible que olvidemos con demasiada facilidad, por cau-sa de nuestra naturaleza imperfecta, todo lo bueno que Jehová ha hecho por nosotros Sl 106: 4,5,48. Tenemos muchas cosas que agradecerle a Jehová (w11 15/10 página 5 párrafo 7; w03 1/12 páginas 15, 16 párrafos 3-6). Referencia: w11 15/10 página 5 párrafo 7. Afortunadamente, las circunstancias que tenemos los cristianos y el espíritu que demostramos son muy diferentes. El apóstol Pablo nos exhorta: “Regocíjense siem-pre” (1 Tes. 5: 16). Contamos con muchas razones para sentirnos así y compartir juntos nuestra alegría. Adora-mos a Jehová, el Dios Altísimo; comprendemos el mensa-je de la verdad transmitido en la Biblia; abrigamos la es-peranza de recibir la salvación y la vida eterna, y tenemos el placer de ayudar a la gente a conseguir estas mismas bendiciones (Sal. 106: 4, 5; Jer. 15: 16; Rom. 12: 12). Referencia: w03 1/12 páginas 15, 16 párrafos 3-6. 3 Sentimos una deuda de gratitud con Jehová Dios, quien nos ha creado y nos ha dado la vida, en especial cuando pensamos en algunas de las tantas dádivas que nos ha prodigado (Santiago 1: 17). La vida es un don por el que le damos gracias a diario (Salmo 36: 9). A nuestro alrededor observamos muchísimas creaciones magistra-les de Jehová, como el Sol, la Luna y las estrellas. El abundante almacén de minerales que sustentan la vida en nuestro planeta, la mezcla de gases vitales en delica-do equilibrio de nuestra atmósfera y los intrincados ciclos de la naturaleza testifican de la deuda que tenemos con nuestro amoroso Padre celestial. El rey David expresó en canción: “Muchas cosas has hecho tú mismo, oh Jehová Dios mío, aun tus maravillosas obras y tus pensamientos para con nosotros; no hay nadie que pueda ser compara-do a ti. Si me inclinara a informar y hablar de ellos, han llegado a ser más numerosos de lo que yo pueda rela-tar” (Salmo 40: 5). 4 Aunque los siervos de Jehová no vivimos en ningún paraíso físico ni mucho menos, sí disfrutamos de un pa-raíso en sentido espiritual. Cuando asistimos al Salón del Reino y a las asambleas, vemos en acción el fruto del es-píritu de Dios en nuestros hermanos. De hecho, al predi-car a personas poco o nada religiosas, algunos Testigos primero aluden a las palabras que escribió Pablo a los gálatas en cuanto a “las obras de la carne” y luego les preguntan qué opinan al respecto (Gálatas 5: 19-23). La mayoría admite enseguida que tal descripción caracteriza a la sociedad humana de hoy día. Cuando se les muestran los aspectos del fruto del espíritu de Dios y se les invita al Salón del Reino para que vean por sí mismas cómo se manifiestan, muchas reconocen: “Dios verdaderamente está entre ustedes” (1 Corintios 14: 25). Y esto no se limita solo al Salón del Reino. Sin importar a qué lugar del mundo vayamos, encontramos el mismo espíritu gozoso y feliz cuando estamos con cualquiera de los más de seis millones de testigos de Jehová. En verdad, este fortalecedor compañerismo es motivo para dar gracias a Jehová, quien lo hace posible mediante su espíritu (Sofonías 3: 9; Efesios 3: 20, 21). 5 La mayor dádiva, el regalo más perfecto que Jehová nos ha dado, es su Hijo, Jesús, mediante quien se suministró el sacrificio redentor. El apóstol Juan escribió: “Si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros” (1 Juan 4: 11). Así es, nuestro agradecimiento por el rescate no solo se manifiesta expresando a Jehová nuestro amor y grati-tud, sino también amando a los demás (Mateo 22: 37-39). 6 Podemos aprender más sobre la manera de expresar gratitud examinando la relación de Jehová con el antiguo Israel. Dios enseñó a aquel pueblo muchas lecciones me-diante la Ley que dio a la nación por medio de Moisés. Del “armazón del conocimiento y de la verdad” que hay en la Ley, podemos extraer muchas enseñanzas que nos ayudarán a seguir el consejo de Pablo de ‘mostrarnos agradecidos’ (Romanos 2: 20; Colosenses 3: 15) Salmo 106: 7,13,14 ¿Por qué olvidaron tan rápido los israelitas los actos de salvación de Jehová? Dejaron de pensar en Jehová paracentrarse en su bienestar inmediato yen sus intereses. Salmo 106: 1-5 ¿Cómo podemos tener un corazón agradecido y conservarlo? Concentrándonos en las muchas razones que tenemospara estar agradecidos. Meditando en nuestra esperanza. Dando gracias a Jehová por cosas específicas. Busquemos perlas escondidas Sl 109: 8. ¿Predestinó Dios a Judas para que traicionara a Jesús y así se cumpliese la profecía? (w00 15/12 página 24 párrafo 20; it-2 páginas 707, 708). Referencia: w00 15/12 página 24 párrafo 20. 20 No debemos permitir que nos distraiga ni desanime el hecho de que no todos estén de pie completos y con firme convicción. Algunos fallarán, se desviarán o se da-rán por vencidos. Los amigos íntimos de Jesús, los após-toles, vivieron tal experiencia. Ahora bien, ¿aflojaron el paso o se rindieron los demás apóstoles cuando Judas se hizo traidor? Por supuesto que no. Pedro aplicó el Salmo 109: 8 para indicar que otro discípulo ocuparía el lugar de Judas. Se escogió a un sustituto, y los que fueron leales a Dios siguieron llevando a cabo la comisión de predicar (Hechos 1: 15-26). Estaban resueltos a estar de pie com-pletos y con firme convicción. Referencia: it-2 páginas 707, 708. Uno de esos principios es que Dios pone a prueba a una persona, bien al ocasionar o dar lugar a que ocurran determinadas circunstancias o acontecimientos, o al hacer que esa persona escuche sus mensajes inspirados, con el fin de que ejerza su libre albedrío y tome una decisión que revele a la vista de Jehová cuál es la inclinación de su co-razón. (Proverbios 15: 11; Primera de Pedro 1: 6, 7; He-breos 4: 12, 13.) De acuerdo con la respuesta de la perso-na, Dios puede también amoldarla en el derrotero que ella ha escogido de propia voluntad. (Primero de las Crónicas 28: 9; Salmo 33: 13-15; 139: 1-4, 23, 24.) Así que “el cora-zón del hombre terrestre” tiene que inclinarse primero en una determinada dirección antes de que Jehová proceda a dirigir sus pasos. (Proverbios 16: 9; Salmo 51: 10.) Cuando se halla bajo prueba, el corazón puede adoptar una actitud invariable, bien para endurecerse en un proce-der de injusticia y rebelión o para reafirmarse en su devo-ción inquebrantable a Jehová Dios y en su determinación a hacer Su voluntad. (Job 2: 3-10; Jeremías 18: 11, 12; Romanos 2: 4-11; Hebreos 3: 7-10, 12-15.) Una vez que la persona ha llegado a ese extremo por decisión propia, las consecuencias de su derrotero pueden predeterminar-se y predecirse sin violentar su derecho a ejercer libre al-bedrío y sin que se haga injusticia. (Compárese con Job 34: 10-12.) El caso del fiel Abrahán, que ya se ha examinado, ilus-tra bien estos principios. Un caso opuesto fue el del insensible Faraón del éxodo. Jehová previó que no autorizaría la salida de los israelitas “salvo por una mano fuer-te” (Éxodo 3: 19, 20), y predeterminó la plaga que resulta-ría en la muerte de su primogénito. (Éxodo 4: 22, 23.) A menudo se ha interpretado mal la consideración que hace el apóstol Pablo de cómo actuó Dios con el Faraón, como si Dios endureciese el corazón de las personas arbitraria-mente, conforme a su propósito predeterminado, sin to-mar en cuenta la inclinación o actitud de corazón que esas personas hayan tenido antes. (Romanos 9: 1418.) Según muchas traducciones, Dios advirtió a Moisés que ‘endurecería el corazón [del Faraón]’. (Éxodo 4: 21; com-párese con Éxodo 9: 12; 10: 1, 27.) No obstante, algunas versiones traducen el relato bíblico de manera que diga: “Yo dejaré que a él se le haga obstinado el corazón” (NM); “Yo permitiré que quede endurecido [“dejaré se endurez-ca”; BC, nota] su corazón” (CJ). De igual manera, el apén-dice de la traducción al inglés de Rotherham muestra que en hebreo a menudo se presentan las circunstancias o el permiso de un suceso como si fueran la causa del mismo, y que incluso mandatos positivos han de aceptarse oca-sionalmente con tan solo el sentido de permiso”. Por ejemplo, el texto hebreo original dice en Éxodo 1: 17 que las parteras “hacían que los niños varones vivieran”, cuan-do la realidad era que, al no darles muerte, les permitían vivir. Después de citar como apoyo a los doctos hebreos M. M. Kalisch, H. F. W. Gesenius y B. Davies, Rotherham comenta que el sentido hebreo de los textos relacionados con el Faraón es que “Dios permitió que Faraón endure-ciera su corazón —le dejó permanecer—, le dio la oportu-nidad, la ocasión, de que saliera la iniquidad que había en él. Eso es todo”. (The Emphasised Bible, apéndice, pági-na 919; compárese con Isaías 10: 5-7.) Un hecho que corrobora este punto de vista es que el propio registro bíblico indica claramente que fue el propio Faraón quien “endureció su corazón”. (Éxodo 8: 15, 32, Val; “hizo insensible su corazón”, NM.) De modo que ac-tuó según su voluntad y siguió su inclinación terca, lo que condujo a unos resultados que Jehová ya había previsto y predicho con exactitud. Las repetidas oportunidades que Jehová dio a Faraón le obligaron a tomar decisiones, y a medida que las tomaba, iba endureciendo su actitud. (Compárese con Eclesiastés 8: 11, 12.) Como lo muestra el apóstol Pablo al citar Éxodo 9: 16, Jehová permitió que la situación tomara este curso a lo largo de las diez plagas para poner de manifiesto Su poder y hacer que Su nom-bre se conociera por toda la Tierra. (Romanos 9: 17, 18) ¿Predestinó Dios a Judas para que traicionara a Jesús de modo que se cumpliese la profecía? El proceder traidor de Judas Iscariote cumplió profe-cía divina y demostró la presciencia de Jehová, así co-mo también la de su Hijo. (Salmo 41: 9; 55: 12, 13; 109: 8; Hechos 1: 16-20.) No obstante, no puede afirmarse que Dios predeterminó o predestinó específicamente a Judas para que siguiera tal proceder. Las profecías ha-bían predicho que uno de los asociados íntimos de Je-sús lo traicionaría, pero no especificaron cuál de ellos sería. También en este caso los principios bíblicos ex-cluyen la posibilidad de aducir que Dios predestinó el comportamiento de Judas. El apóstol Pablo mencionó la siguiente norma divina: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos; consérvate casto”. (Primera a Timoteo 5: 22; compárese con 3: 6.) Jesús se interesó en se-leccionar sabiamente y con el debido rigor a sus doce apóstoles, pues antes de dar a conocer su decisión, pa-só toda una noche orando a su Padre. (Lucas 6: 12-16.) Si hubiera estado predestinado que Judas fuese un trai-dor, la guía de Dios hubiese sido inconsecuente y, se-gún su propia norma, se hubiese hecho partícipe de los pecados que Judas cometió. Por consiguiente, se desprende que cuando se selec-cionó a Judas para ser apóstol, su corazón aún no daba indicios de tener una actitud traicionera. Él permitió que ‘brotara una raíz venenosa’ y lo contaminara, de modo que se desvió y que aceptó la dirección del Diablo en lugar de la de Dios, lo que le llevó al robo y la traición. (Hebreos 12: 14, 15; Juan 13: 2; Hechos 1: 24, 25; San-tiago 1: 14, 15; véase JUDAS núm. 4.) Cuando su des-viación llegó a un determinado punto, Jesús mismo pudo leer el corazón de Judas y predecir su traición. (Juan 13: 10, 11.) Es verdad que en Juan 6: 64, después de indicar que algunos discípulos habían tropezado debido a ciertas enseñanzas de Jesús, leemos que “Jesús supo desde el principio [“desde el primer momento” (LT); “desde un principio” (FF)] quiénes eran los que no creían y quién era el que lo traicionaría”. Si bien la palabra “principio” (gr. ar·kjḗ) se usa en 2 Pedro 3: 4 para referir-se al comienzo de la creación, también puede hacer alu-sión a otras ocasiones. (Lucas 1: 2; Juan 15: 27.) Por ejemplo, cuando el apóstol Pedro dijo que el espíritu santo se había derramado sobre los gentiles “así como también había caído sobre nosotros en el principio”, ob-viamente no se refería al comienzo de su discipulado o de su apostolado, sino a un momento importante de su ministerio, a saber, el día del Pentecostés de 33 era co-mún, “el principio” del derramamiento del espíritu santo con un propósito determinado. (Hechos 11: 15; 2: 1-4.) En consecuencia, es de interés notar el comentario que se hace en el Commentary on the Holy Scriptures sobre Juan 6: 64: “Principio [...] no significa de manera metafí-sica desde el principio de todas las cosas [...], ni desde el principio de conocer Él [Jesús] a cada uno [...], ni des-de el principio de congregar Él a los discípulos en torno de sí, ni desde el principio de Su ministerio mesiáni-co [...], sino desde los primeros gérmenes secretos de incredulidad [que hicieron tropezar a algunos discípulos]. Con relación a esto Él conoció al que lo traicionaría des-de el principio” (de Lange, traducción y edición de P. Schaff, 1976, página 227; compárese con 1Juan 3: 8, 11, 12). La predeterminación del Mesías. Jehová Dios pre-conoció y predeterminó los sufrimientos, muerte y resu-rrección del Mesías. (Hechos 2: 22, 23, 30, 31; 3: 18; Primera de Pedro 1: 10, 11.) La realización de lo que Dios había predeterminado por su presciencia dependía en parte de Su propio poder y de las acciones de algu-nos hombres (Hechos 4: 27, 28), que se prestaron vo-luntarios a la influencia del adversario de Dios, Satanás el Diablo. (Juan 8: 42-44; Hechos 7: 51-54.) No obstante, así como los cristianos del tiempo de Pablo ‘no estaban en ignorancia de los designios de Satanás’, Dios podía prever los deseos y recursos inicuos que el Diablo idearía en contra de Jesucristo, el Ungido de Dios. (Segunda a los Corintios 2: 11.) Además, Dios podía emplear su poder a fin de deshacer u obstaculizar cualquier ataque contra el Mesías que no se ajustara al tiempo y la manera señalados en la profecía. (Compárese con Mateo 16: 21; Lucas 4: 28-30; 9: 51; Juan 7: 1, 6-8; 8: 59.) 22 -28 DE AGOSTO | SALMOS 106 – 109 “Den gracias a Jehová” Las palabras de Pedro en cuanto a que Cristo, como el Cordero de sacrificio de Dios, había sido “preconocido antes de la fundación [una forma del término griego ka·ta·bo·lḗ] del mundo [kó·smou]”, son interpretadas por los defensores de la predestinación en el sentido de que Dios ejerció tal presciencia antes de la creación de la hu-manidad. (Primera de Pedro 1: 19, 20.) La palabra griega ka·ta·bolḗ, traducida “fundación”, tiene el sentido literal de “lanzamiento hacia abajo”, y puede referirse a ‘la concepción de descendencia’, como en Hebreos 11: 11. Aunque el que Dios creara a la primera pareja humana fue la “fundación” de un mundo de la humanidad, como se muestra en Hebreos 4: 3, 4, esa pareja perdió después la posición que tenían como hijos de Dios. (Génesis 3: 22-24; Romanos 5: 12.) No obstante, por la bondad inmereci-da de Dios, se les permitió concebir descendencia y pro-ducir prole, y de uno de sus hijos la Biblia dice específica-mente que se ganó el favor de Dios y se colocó en condi-ción de ser redimido y salvado, a saber, Abel. (Génesis 4: 1, 2; Hebreos 11: 4.) Es digno de mención que en Lucas 11: 49-51 Jesús hace alusión a “la sangre de todos los profetas vertida desde la fundación del mundo” y pone esto en paralelo con las palabras “desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías”. Así que Jesús relacionó a Abel con la “fundación del mundo”. El Mesías o el Cristo habría de ser la prometida Des-cendencia por medio de la que se bendecirían todas las personas justas de todas las familias de la Tierra. (Gálatas 3: 8, 14.) La primera vez que se mencionó esa “descendencia” fue después de la rebelión en Edén y an-tes del nacimiento de Abel. (Génesis 3: 15.) Esto fue más de cuatro mil años antes de que se revelara inequívoca-mente que el “secreto sagrado” era la “descendencia” o simiente mesiánica. Por lo tanto, puede decirse sin lugar a dudas que ese “secreto” fue “guardado en silencio por tiempos de larga duración”. (Romanos 16: 25-27; Efesios 1: 8-10; 3: 4-11.) A su tiempo debido, Jehová Dios asignó a su propio Hijo primogénito para que cumpliera el papel profético de la “descendencia” y llegara a ser el Mesías. No hay nada que muestre que ese Hijo estuviera predestinado a desempeñar esa función aun antes de su creación o de que estallara la rebelión en Edén. El que con el tiempo Dios lo escogiera para que se encargara de cumplir las profecías tampoco se hizo sin que hubiera una base pre-via. El período de íntima asociación entre Dios y su Hijo antes de que este fuera enviado a la Tierra indudablemen-te resultó en que Jehová lo ‘conociera’ a tal grado que pu-diera estar seguro de que cumpliría fielmente las prome-sas y los cuadros proféticos. (Compárese con Romanos 15: 5; Filipenses 2: 5-8; Mateo 11: 27; Juan 10: 14, 15; véase JESUCRISTO [Probado y perfeccionado].) Sl 109: 31. ¿Qué significa que Jehová esté “de pie a la diestra del pobre”? (w06 1/9 página 14 párrafo 8). Referencia: w06 1/9 página 14 párrafo 8. Como el soldado empuñaba la espada con la mano derecha, esta no recibía la protección del escudo que sostenía con la izquierda. En sentido simbólico, Jehová se encuentra “a la diestra” de sus siervos, combatiendo por ellos. Así los protege y auxilia, razón por la que ha-cen bien en “elogiar[lo] [...] en gran manera 22 -28 DE AGOSTO | SALMOS 106 – 109 “Den gracias a Jehová” ¿QUÉ ME ENSEÑA SOBRE JEHOVÁ LA LECTURA BÍBLICA DE ESTA SEMANA? *** w88 1/7 pág. 8 párr. 5 “Muéstrense agradecidos” *** 5 El Salmo 106 da un resumen poético de los actos po-derosos de Jehová para bien de su pueblo, Israel. Los tratos de Dios con ellos iban por encima de la bondad y las bendiciones normales de la vida que él otorga a la hu-manidad en general. *** it-2 pág. 929 Sandalia *** Es posible que con la expresión “sobre Edom arrojaré mi sandalia” (Sl 60:8; 108:9) Jehová haya querido decir que se sometería a Edom. Posiblemente hacía referencia a la costumbre de indicar que se había tomado posesión de algo arrojando la sandalia sobre un terreno. O podría haber indicado desdén para Edom, puesto que en el mis-mo texto a Moab se le llama “la vasija en que me lavo”. Actualmente, en el Oriente Medio arrojar la sandalia es un gesto de desprecio. *** w85 15/9 pág. 10 ¿Muestra usted benignidad co-mo la de Dios? *** En la Biblia se ensalza repetidas veces la bondad amo-rosa de Dios. “¡Alaben a Jah! Den gracias a Jehová, por-que él es bueno; porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido”, dijo el salmista (Salmo 106:1; 107:1). En las Escrituras Hebreas, la palabra que se usa para “bondad amorosa” se refiere a una cualidad que se adhie-re amorosamente a un objeto hasta que se realice el pro-pósito. Por consiguiente, debido a su amor por la humani-dad, Dios ha ejercido bondad amorosa teniendo en mira la salvación del hombre. De otro modo, la humanidad hu-biera perecido hace mucho tiempo. Puesto que no tolera la maldad, Dios echó del jardín de Edén a nuestros prime-ros padres humanos, Adán y Eva. Sin embargo, mostró bondad amorosa al proveerles ropa, permitirles tener hi-jos y dejarles vivir por una cantidad de tiempo considera-ble a pesar de sus actos de rebelión. (Génesis 3:21–4:2; 5:4, 5.) *** w95 1/11 pág. 27 Consuelo para los que tienen un “espíritu herido” *** Si el dolor de corazón le hace difícil creer que Jehová se interesa en usted, le será útil el compañerismo de per-sonas que lo creen firmemente. (Salmo 119:107, 111; Proverbios 18:1; Hebreos 10:23-25.) No permita que Sa-tanás le arrebate el premio de la vida. Recuerde que “el yelmo de la salvación” es parte de la armadura, así como “la espada del espíritu”. La Biblia fue inspirada por espíri-tu santo, algo contra lo que Satanás no tiene armas. (2 Timoteo 3:16; Hebreos 4:12.) Sus palabras sanan y pueden aliviar el dolor emocional. (Compárese con Salmo 107:20; 2 Corintios 10:4, 5.) *** km 2/05 pág. 1 párr. 1 Demos gracias a Jehová por su bondad amorosa *** 1 El salmista exclamó: “Oh, dense gracias a Jehová por su bondad amorosa, y por sus maravillosas obras para con los hijos de los hombres” (Sal. 107:8). La bondad amorosa de Dios abarca más que la tierna consideración que manifiesta hacia las personas. Este hecho queda cla-ro en la siguiente expresión inspirada de alabanza: “Tu propia bondad amorosa, oh Jehová, siguió sustentándo-me” (Sal. 94:18). ¡Qué extraordinaria bondad amorosa demostró Jehová al ofrecer a su Hijo unigénito a favor de nosotros! (1 Juan 4:9, 10.) *** w72 1/2 pág. 73 párr. 1 Siempre gozosos en el servicio de Jehová *** ¡LA BONDAD amorosa de Jehová es incomparable! “Sus maravillosas obras para con los hijos de los hom-bres” realmente hacen brotar expresiones de gracias des-de el corazón, incitan a los que aman la justicia a dar a conocer su nombre y propósitos sin igual. (Sal. 107:21, 22) El Dios vivo, Jehová, sobrepasa a todos los otros dioses en grandeza y sabiduría. ¿No es Jehová nuestro Creador, el Dador de la vida misma? ¿No creó Jehová al hombre para que le sirviera eternamente en un paraíso de placer? Y después que nuestros primeros pa-dres faltos de aprecio arrojaron a la raza al pecado y la muerte, ¿no hizo Jehová la maravillosa provisión inmere-cida por medio de Cristo para rescatar a la humanidad del poder del sepulcro? ¡Qué gozo da contemplar hoy la “señal” de que este Hijo resucitado rige en el reino de los cielos, a la vez que se prepara para expulsar de la Tierra toda la iniquidad! Muy pronto, en el paraíso restaurado, todo lo que respira alabará de nuevo a Jehová.—Isa. 42:8; Gén. 2:7-9; Juan 11:25, 26; Heb. 1:1-3, 13. *** w85 15/12 pág. 11 párr. 2 Declaren por todas partes el Reino de Dios *** La soberanía de Jehová comenzó cuando él empezó su obra creadora. Nunca se podrá sacudir el fundamento de su trono. Nunca se le podrá despojar de su derecho a la soberanía universal. No es de extrañar que un salmista exhorte: “Declaren entre las naciones su gloria, [...] por-que Jehová es grande y ha de ser alabado en gran mane-ra”. (Salmo 96:3, 4; 109:21; Daniel 4:34, 35.) 22 -28 DE AGOSTO | SALMOS 106 – 109 “Den gracias a Jehová” ¿QUÉ IDEAS DE LA LECTURA BÍBLICA DE ESTA SEMANA PUEDEN SERVIRME EN LA PREDICACIÓN? *** w06 1/9 pág. 14 Puntos sobresalientes del libro quinto de los Salmos *** 107:27-31. La sabiduría del mundo “resulta[rá] confu-sa” en la batalla de Armagedón, pues no podrá librar a nadie de la destrucción (Revelación [Apocalipsis] 16:14, 16). Solo sobrevivirán y podrán dar “gracias a Jehová por su bondad amorosa” quienes se refugien en él. *** g90 22/12 pág. 12 ¡Se puede ganar la batalla! *** A veces, las emociones angustiosas se relacionan con un suceso del pasado. Aunque el recuerdo de tales expe-riencias aún le resulte doloroso, luche por ‘mostrarse atenta para con los actos de bondad amorosa de Jehová’. (Salmo 107:43.) Seguramente hubo épocas en las que la bondad y el amor de Dios se manifestaron en su vida. Trate de centrarse en ellas, y aunque le hayan hecho su-frir mucho, eso no significa que mereciese el maltrato que recibió, ni tampoco determina su valía como persona. *** w94 1/4 págs. 12-13 párr. 16 Enseñanza divina contra enseñanzas demoníacas *** 16 Con las mentiras que dijo en el jardín de Edén, Sata-nás animó a Adán y Eva a aspirar a la independencia de Dios y a confiar en su propia sabiduría. Hoy vemos las consecuencias a largo plazo de ese proceder en la forma de delito, dificultades económicas, guerras y las grandes desigualdades que existen en el mundo. Con razón la Bi-blia dice: “La sabiduría de este mundo es necedad para con Dios”. (1 Corintios 3:19.) No obstante, la mayoría de la gente prefiere tontamente sufrir en vez de prestar aten-ción a las enseñanzas de Jehová. (Salmo 14:1-3; 107:17.) Los cristianos que han aceptado la enseñanza divina pro-curan no caer en esa trampa. *** w94 15/6 pág. 11 ¿Disfruta usted del estudio per-sonal? *** Todos los siervos de Jehová tienen la misma respon-sabilidad de permanecer firmes como Testigos de él. Ten-ga siempre el deseo de aprender para mantenerse fuerte en sentido espiritual. Pruebe a añadir una o dos caracte-rísticas nuevas a su programa semanal, mensual o anual de estudio. Verá cómo Dios bendice el más mínimo es-fuerzo de su parte. Sí, disfrute del estudio personal de la Biblia y de sus resultados. (Salmo 107:43.) *** km 7/99 pág. 1 párr. 3 Pidamos ayuda a Jehová *** 3 Con las oraciones de acción de gracias manifestamos gratitud por el entendimiento que Él nos ha dado de su voluntad y propósito. ¿Acaso no es un privilegio anunciar las verdades del Reino? Le damos gracias a Jehová por todos nuestros logros en el ministerio (Sal. 107:8; Efe. 5:20). *** w02 1/4 pág. 15 párr. 1 Sigamos sirviendo a Jehová con corazón constante *** JEHOVÁ puede hacer que seamos constantes en la fe cristiana, logrando de ese modo que nos aferremos al cristianismo verdadero como sus siervos dedicados (Romanos 14:4). Por tanto, podemos tener la misma con-vicción que el salmista David, quien se sintió impulsado a cantar: “Mi corazón es constante, oh Dios” (Salmo 108:1). Un corazón constante nos motivará a cumplir con nues-tra dedicación a Dios. Y al acudir a él para que nos guíe y fortalezca, seremos inmovibles, mantenedores de integri-dad firmes en su resolución y creencias, que ‘siempre tie-nen mucho que hacer en la obra del Señor’ (1 Corintios 15:58). *** km 6/13 pág. 2 párr. 1 Más oportunidades para alabar a Jehová *** 1 Los publicadores ahora pueden hacer el precursora-do auxiliar de treinta horas todos los años en marzo y abril, así como en el mes de la visita habitual del superin-tendente de circuito. Esta nueva disposición entró en vi-gor en marzo de este año. Si la visita abarca días de dos meses diferentes, los publicadores pueden optar por cum-plir con el requisito de treinta horas en uno de los dos me-ses. Todos los precursores auxiliares pueden estar pre-sentes durante toda la reunión del superintendente de cir-cuito con los precursores regulares y especiales. Así pues, si no podemos ser precursores con el requisito de cincuenta horas, tendremos cuatro oportunidades al año para alabar a Jehová “en gran manera” haciendo el pre-cursorado auxiliar de treinta horas (Sal. 109:30; 119:171).