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Gracia-Jhesapé
Año:
2008
Responzable
Gonza
Tema:
Bienaventuranzas - Pobres de
Espíritu
Fecha:
28/5/2008
1. Presencia de Dios
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Prender una vela para hacer presente a Dios en nuestra reunión.
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Hacer un minuto de silencio, calmarnos, respirar profundamente

Llevar una caja con las bienaventuranzas adentro.

Leer la siguiente consigna pausadamente:


En la Biblia siempre hay un tesoro que nos está esperando. Siempre podemos encontrar una
novedad. Es la historia del pueblo de Dios, vida de Cristo y el principio de la iglesia, que se
hace luz en nuestra historia, en la vida de cada uno y en la de la comunidad.

Cristo mismo, nuestro modelo de amor, nos trajo estas palabras en las que nos vamos a
introducir hoy para que seamos “bienaventurados”, para que seamos plenos, completos y
felices.

Cada una de estas bienaventuranzas esconde una necesidad del hombre, cada una de ellas
esconde un reto, un desafío, un problema que inconcientemente está instalado en el corazón
de los Cristianos y al cual nos debemos enfrentar
Vamos leyendo de a una las Bienaventuranzas en forma pausada y leyendo la petición que tiene
planteada abajo:
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Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Petición: Te
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Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Petición: Te pedimos

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Petición: Te pedimos Señor que

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Petición: Te pedimos Señor que seamos fuertes en nuestro compromiso como Cristianos, y así
pedimos Señor que nos hagas pobres de espíritu, para que nuestra vida esté centrada en ti y
no en las cosas.
Señor que tranquilices nuestro corazón, para que podamos escucharte con claridad
podamos encontrarte en tiempos de dolor y sentir tu mano que nos abraza y nos sostiene
asumamos la necesidad del pobre como nuestra necesidad.
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Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Petición: Te

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Petición: Te pedimos Señor

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Petición: Te pedimos Señor que podamos vivir en la armonía de tu amor, lejos del rencor, la
pedimos Señor para que podamos poner nuestro corazón en el pecado de nuestros hermanos,
así como tu pones el tuyo en nuestras miserias.
que podamos mirar, con el amor que miras Tú, y así podamos reconocerte en todas las cosas
violencia y el individualismo que nos separa.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Petición: Te pedimos Señor, que podamos perseverar en nuestra misión como
Cristianos, aunque nos sintamos solos y desesperanzados en este mundo oscuro de hoy.
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Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de
mal contra vosotros por mi causa. Petición: Te pedimos Señor que siempre nos animemos a
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dar testimonio de nuestra fe en ti y en el hombre.
2. Petición
Señor, Te pedimos que la Comunidad sea un espacio donde mi corazón deje de estar
inquieto, donde pueda sentirme en casa y donde pueda conocerte cada vez más."
3. Composición de Lugar
El problema que toque cada una de las Bienaventuranzas no va a ser un problema añadido, sino que
es un problema que está presente en cualquier ser humano, y que es fundamental pues se juega ahí
la verdad más importante para el hombre: que puede ser feliz, puede encontrar un sentido a su
vida, puede encontrar algo que le llene, que le merezca la pena. Este es el reto.
“Bienaventurados los Pobres de Espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos”
El problema básico del ser humano es, sin duda, la ‘seguridad’: si un niño al nacer no se ha sentido
seguro, luego va a cojear esa criaturita. Esa ‘seguridad’ queremos ponerla en algún sitio que nos dé calma,
garantía. La fe de Israel gira toda en torno a que ‘Yahvé es mi Roca’ (la roca es una imagen de seguridad)
Y el problema es dónde pongo mi seguridad, porque parece ser que, donde uno pone su
seguridad (tesoro), ahí es donde está su valor supremo (corazón), ahí es donde está mi Dios,
aquella roca en donde yo me apoyo.
Llenamos nuestras vidas de aparentes seguridades, pasamos un montón de horas trabajando, en el
médico, el psicólogo, rodeándonos de cosas que nos venden como necesidades básicas, y cada vez
necesitamos más para sentirnos seguros. Más dinero, más trabajo, más cuentas de banco, más ascensos,
más dolores de cabeza, más de cosas que nunca son suficientes.
Y estamos acostumbrados a engañarnos a nosotros mismo, postergando lo que de verdad es importante,
porque solo necesito un tener un poco más, solo un poco más. Así podré estar tranquilo.
Jesús veía con mucha agudeza dónde llevaba la dinámica la acumulación. Por tanto, ‘la vida del
hombre no está asegurada por sus bienes’, por mucho que yo pueda tener, ¡eso es evidente!. Y ahora
pone el ejemplo: “Y les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y
pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?". Y dijo: "Voy a hacer
esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y
diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe,
banquetea”. ¡Toma ya: date la vida padre!. “Pero Dios le dijo: ¡Necio!, esta misma noche te reclamarán el
alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?”. Y este hecho pone en cuestión toda una vida,
una dimensión basada en la codicia y en la acumulación. Así es -de necio- quien acumula
tesoros para sí, y no se enriquece en orden a Dios.
¿Dónde pongo mi seguridad? Realmente, donde me he apoyado, ¿qué me parece? Realmente, ¿es roca
firme o me pega unos sustos bien grandes? Únicamente, vamos a ver si tenemos el valor, los que nos
llamamos creyentes, de hacer una lista de nuestros dioses y ver hasta qué punto es verdad que creemos
en Dios o que más bien servimos y nos apoyamos en otras cosas que no se nos ocurrirá nunca llamarle
dios, pero a lo que servimos es lo que nos preocupa, es lo que nos angustia cuando se tambalea, ¡ese es
un dios!, porque no se puede servir a dos señores.
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Y ahí donde está lo que da sentido, lo que dinamiza tu vida, en lo que te apoyas, a lo que tú
sirves y entregas tu vida y entregas tu preocupación, ¡ése es tu dios!.
Encontramos una advertencia: mucho cuidado porque nos podemos meter en dinámicas, que nos
llevan a poner el pie intentando apoyarnos en algo que realmente no nos va a dar consistencia, ni nos va a
dar respuesta de ningún tipo. (Lc 12,22): “Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué
comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo
más que el vestido?…
Tenemos que tener en cuenta que la vida no la tenemos asegurada y éste es un supuesto
absolutamente real... si depende de algo o de alguien, ciertamente no es de lo que podamos acumular.
A lo mejor nos apoyamos más de la cuenta en cosas, y cuando yo me apoyo en algo que no es el Dios
vivo, me preocupa.
Lc 18,18ss: El ‘joven rico’ que se acerca a Jesús y le pregunta: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para
tener en herencia vida eterna... “Aun te falta una cosa: todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los
pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme”. Está inquieto porque estás
apoyándote en lo que no sirve. Lo que se quiere no es una austeridad que no tiene sentido en
sí, sino que posibilite que todos podamos vivir, no es que uno se las dé de asceta. Dice el
Evangelio que “el joven se puso muy triste, porque era muy rico”. Si hubiera sido menos rico, se hubiera
puesto menos triste.
¿Dónde ponemos nuestras preocupaciones? ¿Me estoy apoyando de tal forma que mi vida gira en torno a
eso?…
Acercarnos a la oración desde dos preguntas ¿Cómo esta dinámica de la acumulación,
de la codicia, de la búsqueda de seguridades fuera de Dios juega en la sociedad y cómo juega
en mí?
4. Materia de la Oración
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¿Dónde ponemos nuestras preocupaciones?
¿Me estoy apoyando de tal forma que mi vida gira en torno a eso?…
¿Cómo esta dinámica de la acumulación, de la codicia, de la búsqueda de
seguridades fuera de Dios juega en la sociedad y cómo juega en mí?
5. Coloquio
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Se puede terminar con un Padre Nuestro, un Ave María, o alguna oración que
tenga que ver con lo trabajado
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