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Julio Vicente Guadarrama Olvera
Marco Antonio Molina
Siglos de Oro II
El orden social y los valores culturales
en El gran teatro del mundo de
Calderon de la Barca
Los autos sacramentales consisten en piezas teatrales con tópico religioso.
Generalmente alegóricos a temas eucarísticos para ser representados en los días
de corpus. Los autos sacramentales se presentaban en escenarios fastuosos,
debido a que eran financiados por la alta nobleza tanto secular como clerical.
El tema principal de los autos sacramentales era religioso. Se representaban
cuadros alegóricos a la última cena, a parábolas evangélicas y sucesos
encontrados en el antiguo testamento. También se presentaban sucesos de la
vida de los santos y posteriormente se incorporó sucesos históricos. En los autos
sacramentales también tenían cabida temas de la mitología clásica.
A pesar de que, como se explicó el tema religioso ocupaba el lugar preponderante
de los autos sacramentales, los dramaturgos, en especial Pedro Calderón de la
Barca, incorporaron contenido doctrinante de índole social en ellos.
Tal como es expresado por los teóricos del materialismo cultural, una obra no está
exenta de su contexto social, y para poder entenderla cabalmente debe ser
analizada en un conjunto amplio. Marx generó el planteamiento de que la literatura
solo puede ser entendida si se analiza en todo su contexto. Debido a que las
obras de arte, en este caso dramático, son agentes activos en la esfera cultural y
social. En este contexto pueden desempeñar diversas funciones. Pueden exponer
los errores de la sociedad, pueden hacer parecer que una sociedad dividida en
clases sociales parezca unificada y pueden representar las diferencias de clase de
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un modo que parezcan legítimas y naturales. Sin embargo también pueden ser
usadas como un arma en la lucha de clases, pues pueden utilizar su influencia
sobre la opinión pública tanto para generar conciencia de clase, como para alienar
a una clase a la influencia de otra que la manipule.
En este contexto, todos estamos situados social, histórica y culturalmente en un
espacio y un tiempo que determinan nuestras vidas y el arte refleja la
problemática, valores e ideales de la clase dominante. Pues el contexto material
de la producción literaria pone límites a lo que se puede o no decir en un momento
histórico particular. Esto se debe a que los medios materiales para producir,
reproducir y aún legitimar las obras de arte están en manos de la clase dominante.
En el caso de los autos sacramentales, los nobles que financiaban las
representaciones deseaban ver sus valores, problemática y visión del mundo
reflejados en las obras dramáticas. En caso contrario negaban los apoyos
financieros y materiales tanto como para escribir como para representar las obras.
Este trabajo realizará un estudio introductorio a los valores sociales y culturales
reflejados en el auto sacramental de Calderón de la Barca El gran teatro del
mundo. Se partirá de la hipótesis de que la situación cultural de la España del siglo
XVII, en la que se impulsaba la contrarreforma, se generó una aversión por parte
de la nobleza hacia la pujante clase burguesa, representada en el
auto
sacramental El gran teatro del mundo por el personaje del Rico.
La contrarreforma y la cultura en Europa
La escisión que vivida en
Europa en los inicios de la edad moderna se
representan por el desarrollo de la reforma protestante y la subsiguiente reacción
contra reformista católica que desemboca en la construcción de dos modelos
epistemológicos divergentes.
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Ambas visiones del mundo abren concepciones antitéticas del sujeto y su entorno,
del mundo natural, y consecuentemente de las posibilidades de conocimiento
sobre todo de transformación.
La celeridad de la guerra reformista y la rápida pérdida de feligreses obligaron a la
iglesia a celebrar el Concilio de Trento. Se planteó regresar a modelos
escolásticos aristotélico basado en la racionalidad abstracta. Tal reacción se debió
en gran parte al desprecio mostrado por la acción transformadora de la reforma
protestante. Ante el dinamismo de la doctrina reformista, el congelamiento de los
valores eternos, en contra de la acelerada transformación propiciada por la técnica
y proyectada en la economía.
Contrario a la doctrina reformista de la predestinación, la reacción católica contra
reformista exalta el libre albedrío.
En esta cosmovisión el sujeto carece de
individualidad específica situado en una noción de la vida basada en la
transitoriedad de lo cotidiano, de la vida mundana, como un camino en que nada
es esencial, dado el breve espacio y tiempo de la existencia terrena, en la que
todo se vuelve un mero accidente que debe subordinarse a una meta
transhumana, mucho más valiosa por su longitud infinita en tiempo, en cuya clave
se debe interpretar y valorar cada componente de la vida humana y del mundo en
que se mueve.
En contraparte, la visión del mundo creada por Lutero rompe con la autoridad
terrenal representada por el papado, Deshace el dogma eclesial, y el sentido de
trascendencia otorgando a la ciencia un sentido menos abstracto y más aplicado.
Las acciones ya cobran sentido, la voluntad subordina la percepción de infinidad
del tiempo y espacio otorgando a la vida terrena la preponderancia del ahora y
subordinando la vida transhumana a una visión de predestinación.
El abandono al modelo eclesiástico basado en roma y sus directrices implica un
rechazo al antiguo modelo imperial con la consiguiente acentuación del sujeto en
el plano individual. El sujeto libre actuado según su conciencia y el libre examen
que implica la defensa de la propia interpretación del texto bíblico al margen de las
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interpretaciones eclesiásticas. Sustituye el principio de obediencia con la actitud
crítica trasladándolo del conocimiento de las ciencias sagradas al pensamiento
secular.
La ética protestante se basaba en la doctrina de la predestinación como
fundamento a la acción individual. Frente al dogma católico del libre albedrío.
Mientras la teología católica fomentaba un fuerte sentimiento de pecado y culpa
basado en la responsabilidad adquirida por el margen concedido por la
providencia divina y generando actitudes de pasividad. La ética protestante se
libraba de él: En palabras de Pérez (20010) “..el individuo ya no ha de escudriñar
los designios de la divinidad en el libro de la naturaleza, porque el destino ya está
establecido. De este modo el mundo objetivo se concibe como material y
dispuesto a la actividad transformadora sin que el beneficio económico sea un
freno por su condena moral”
El movimiento entre estos polos produjo una profunda transformación en el mundo
protestante a la cual la contrarreforma se opuso fervientemente. El antiguo orden regido
por el Sacro Imperio Romano, con el papa como máximo rector entre los diversos reinos
pronto sufrió una transformación. El nuevo orden se basaba en los valores de la
burguesía alimentados por la nueva ética protestante. Tal cosmovisión generaría una
mentalidad religiosa que pronto se trasminó a la mentalidad científica tanto natural como
social, lo que produjo la emergencia del nuevo orden social basado en el capitalismo.
La contrarreforma buscaba alejarse con pujanza de estos valores y preservar su sociedad
en donde el libre albedrío permitía al individuo tener el control sobre su salvación o
condenación transhumana, sacrificando los padecimientos, y vicisitudes de la vida terrenal
que al fin y al cabo eran solo transitorios. Por tal motivo se oponían a la movilidad entre
clases. Se debía aceptar los designios de la cuna y no buscar escalar en la posición
social, pues tal situación sería oponerse a los designios divinos. De este modo los
cristianos debían contentarse con obrar bien buscando que las desavenencias de la vida
terrena sean recompensadas en la vida eterna. Tal es el principal tema del auto
sacramental de Calderón de la Barca El gran teatro del mundo.
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El gran teatro del mundo
En el auto sacramental El gran teatro del mundo se busca retratar la estructura
social del tiempo en el que fue escrita. Se hace con un motivo didáctico. El autor
retrata las desigualdades entre los estamentos sociales con el fin de subrayar la
importancia de la recta conducta. Tal recurso, el de la rectitud, ofrece la posibilidad
de eliminar, y aún compensar los padecimientos devenidos por las injusticias de
condición social en la existencia transterrena.
Dado que el principal motivo didáctico de la obra es resaltar las virtudes de la
rectitud como única forma de trascender, la estructura social se presenta en
estamentos inamovibles. Estamentos en donde claramente impera la desigualdad,
cuando menos en el plano terreno.
El juego escénico representado por Calderón en el auto tiene tres momentos, en
cuanto al tema de la igualdad, claramente diferenciados. En palabras de Elizalde
(1994):
“...Al principio, se plantea la verdad de la igualdad esencial del alma,
de la igualdad basada en el recto obrar y de la igualdad después de
la muerte. Después se enfrenta al espectador con la visión de
agudas desigualdades. Finalmente la obra llega a su término con la
repartición de la igualdad después de la muerte”
En el primer momento todas las almas son iguales. El autor les asigna papeles
para su representación en El gran teatro del mundo. Como en tal representación
los personajes tienen funciones distintas son completamente desiguales en cuanto
a condición social. La igualdad en esta parte está relacionada con seguir la
directriz de “Obrar bien porque Dios es Dios”.
Como todos tienen el mismo imperante, su posición al final de la obra dependerá
de la forma como lo hayan atendido. De tal forma tenemos un primer momento de
absoluta igualdad, un segundo momento de desigualdad que depende del papel
que les haya asignado el autor, y finalmente un tercer momento de que puede ser
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de igualdad o desigualdad dependiendo de que tan bien los personajes sigan la
instrucción de obrar bien durante el desempeño de su papel.
Tal argumento implica que la salvación dependerá de obrar bien y desempeñar su
papel lo mejor posible en la vida terrena. En este sentido los papeles
representados en El gran teatro del mundo son fijados al inició de forma arbitraria
por el autor, en clara alusión a Dios, y por tal motivo son inamovibles. Parte de
desempeñar bien el papel por los actores implica la plena aceptación de este,
evitando cualquier cuestionamiento sobre el papel que les tocó desempeñar.
En este sentido, la obra tiene un claro papel de adoctrinamiento social y cumple
varias funciones de legitimación del orden establecido, ya descritas en el apartado
anterior.
Hace parecer que la sociedad dividida en clases sociales como si
estuviese unificada. Debido a que existe un primer momento de igualdad, con una
desigualdad fortuita y transitoria en la vida terrena, y finalmente la posibilidad de
retomar la igualdad en la vida ultraterrena según la capacidad de los actores para
desempeñar sus papeles y sobre todo de seguir la directriz de obrar bien pues
Dios es Dios.
Sin embargo este planteamiento implica una aceptación del orden preestablecido.
Lo que conlleva el otro instrumento ideológico con que es usada la obra. Como
herramienta para legitimar las diferencias de clase de un modo que parezcan
legítimas y naturales. Al estar asignados los papeles por el autor, identificado con
Dios, es imposible pretender que la distribución fue injusta y menos aún tratar de
modificarla. Cada quien debe contentarse con el papel que le tocó representar en
El gran teatro del mundo sin intentar modificar su papel y la carga de esfuerzo que
representa.
Existe otro elemento de suma importancia en la obra si se analiza desde la
perspectiva de un objeto cultural adoctrinante. Este es la crítica hacia las
posiciones disidentes. En el caso de la obra se traducen a los personajes no
contentos con su suerte. Que buscan modificar su condición, bien disminuyendo la
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carga de esfuerzo que representan sus papeles o bien buscando escalar su
posición social en contra de los designios del autor.
Para describir esta situación en la obra primero es necesario realizar un perfil de
sus principales actores y lo que representan.
El pobre está identificado con el ideal del buen cristiano pues se retrata como
un personaje sufrido y paciente. En cambio el labrador se retrata como rezongón y
ambicioso mezclando socarronería, inconformidad y burla. Es quien encarna con
un sentido más crítico las realidades de la época. Hace evidente la injusticia de su
condición y protesta enérgicamente en contra de ella, sin embargo no actúa para
modificarla. Y aunque en su actuación no siempre ayuda a su prójimo, sus
intenciones no son malas. Como sucede en el caso en el que le niega la limosna
al pobre buscando que se la gane con su propio sudor. Este papel demuestra que
aunque uno no esté contento con su condición si obra bien y respeta el orden
preestablecido, sobre todo el de las clases superiores estará en posibilidad de
alcanzar la salvación. Es por eso que en este personaje existe una fuerte carga de
adoctrinamiento ideológico.
En cambio el Rey aunque se porta desidioso al relegar la responsabilidad de las
limosnas a sus ministros sostiene a la religión por lo que alcanza salvación. El
sentido de este personaje puede ser el legitimar las acciones de la clase
gobernante que aunque puedan lucir desidiosas para el vulgo siempre existen
razones de administración que las justifican y por ende las atenúan o aún nulifican.
También está presente una clara alusión a las necesidades materiales y culturales
fijadas por la época en que Calderón escribió el auto. Al ser los gobernantes,
nobles y el clero los que financian su obra, esta esta potentemente condicionada a
los designios marcados por sus intereses, valores y preocupaciones. Uno de los
cuales es lucir superior moralmente al vulgo y por ende merecedor incuestionable
de la salvación, sobre todo porque aunque el estado pueda ser corrupto o
indulgente es el único sostén de la religión en momentos de flaqueza y por ende
asegura la salvación del vulgo.
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El rico, en cambio, satisfecho con su estado se porta de forma negligente y al final
es el único personaje condenado. Se preocupa más por su vida terrena y es
negligente cuando se le pide dinero o solidaridad. No cuenta con la legitimidad
otorgada por la nobleza, ante el vulgo y por ende puede ser condenado. La
condenación del personaje tiene un sentido mucho más profundo. Se condena a
los valores reformistas encarnados en este personaje. La predestinación que
permite el goce y manipulación de los bienes terrenos. El sentido de individualidad
reflejado en la aparente libertad de acción con el que obra el rico al despreciar la
solidaridad con las otras clases sociales. Al condenar al rico se condenan sus
valores y se reitera que el único modo de salvarse es obrando bien gracias a la
posibilidad que brinda el libre albedrío. Como una poderosa evocación del triunfo
ultraterreno de la contrarreforma enviando a los valores luteranos a la perdición.
En palabras del personaje:
¡Ay de mí! Que envuelto en fuego
caigo arrastrando mi sombra
donde ya que no me vea
yo a mí mismo, duras rocas
sepultarán mis entrañas
en tenebrosas alcobas.
En el contexto del ámbito cristiano no se muestra ningún empeño por aminorar
las desigualdades. Se consideran inamovibles debido a que son papeles
asignados por el autor de El gran teatro del mundo, identificado con la deidad. Y
se les resta importancia por ser considerada como una situación pasajera. De ahí
la aceptación del orden establecido y el papel didáctico del auto sacramental.
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Bibliografía
Arias, R. (1978). Autos Sacramentales de Calderón de la Barca. México: Porrua.
Pérez, P. R. (2010). Historia de la literatura española. Madrid: Crítica.
Rivkin, J., & Ryan, M. (2004). Literary theory: an anthology. Oxford: Blackwell
Publishing.
Ignacio Elizalde. El problema social en dos obras de Calderón. Universidad del
Duero:1994
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