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Iniciativa de la Sen. María de Lourdes Rojo e Incháustegui, del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, con proyecto de Decreto por el que se adiciona el artículo 226 bis de la Ley del Impuesto sobre la Renta. EXPOSICIÓN DE MOTIVOS Los estímulos fiscales han tenido una eficacia diversa, pero en el caso del establecido en el artículo 226 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta para fomentar la producción cinematográfica nacional se ha comprobado su bondad toda vez que el número de producciones antes del estímulo era de tan solo siete películas por año y a partir de la participación de los contribuyentes esa cifra se multiplicó por diez y la proporción sigue en incremento. ¿No es ese el propósito de un estímulo, no se trata de detonar una actividad que, además de generar empleo y dar valor agregado y producir una derrama económica notable, también reactiva nuestra vida cultural, replantea la importancia de nuestras industrias cultural y, en particular fortalece nuestra identidad y cohesión como sociedad? Nadie puede poner en entredicho los beneficios de un estímulo de tan diversos efectos y alcances, razón por la cual ahora, en esta iniciativa se plantea establecer un estímulo para una actividad que, como el cine, es fundamental en nuestra formación intelectual, afectiva y social, el teatro. El teatro es, sin duda, una de las artes más antiguas e influyentes en la vida de nuestra especie; en un escenario, no importa las características de éste se reta al espectador mediante la representación, se le provoca para que mediante un ejercicio definitivamente intelectual se enfrente mediante la ficción a su realidad. El espectador abandona momentáneamente la realidad para sumergirse en un mundo alternativo que apela a sus más íntimas emociones y pulsiones; desde su existencia real, el espectador se somete a un proceso de estímulo, reacción y catarsis para volver transformado a su vida cotidiana. Cuando no existían los libros, el cine ni la televisión, donde no había sino un espacio comunitario que lo mismo servía para debatir, festejar y resolver los problemas de todos, ese espacio se veía transformado en un sitio de excepción mediante el teatro. Muchos de nosotros podemos recordar las representaciones en nuestros pueblos o escuelas mediante los cuales aprendimos los rudimentos de nuestra vida civil y nuestra historia y sus protagonistas; muchos aprendimos en esos espacios sobre la diversidad y la complejidad de los sentimientos que habríamos de encontrar en nuestra vida personal y colectiva. Desde la antigüedad, se formaron compañías itinerantes que iban de pueblo en pueblo, llevando noticias y emociones, compañías de teatro que cumplían con una función social como comunicadores y hasta amenizadores; no por nada fueron acogidos por reyes y gobernantes, no por nada los teatros se convirtieron en lugares de reunión para el pueblo y los intelectuales, espacios donde las ideas fluían como una corriente vitalizadora de mentes y corazones. El teatro, la obra dramática se encuentran en el fondo de todas nuestras maneras de representar la realidad, de analizarla y hasta criticarla. Sin embargo, ha habido quienes consideran que el teatro en particular y todas las artes en general, tienen un carácter subversivo que siempre ha sido combatido por toda clase de dictaduras. A pesar de todo los actos represivos que han afectado el desarrollo del teatro, su vida está tan profundamente vinculada al proceso de liberación de las sociedades que siempre ha encontrado gente que se entrega con pasión a vivir una vocación que involucra a un gran equipo humano. Pensemos en los clásicos griegos que nos han ilustrado sobre las profundidades de las pasiones, a Shakespeare, Calderón de la Barca, Juan Ruiz de Alarcón, Moliere, Brecht, Miller, Carballido, Magaña, Argüelles, Leñero, o Rascón Banda, autores que no sólo han escrito sino que han vivido el teatro en todos sus aspectos, que han hecho del teatro una forma de experiencia humana excepcional; pensemos en todos los directores, escenógrafos, iluminadores y tramoyistas que intervienen en darle vida al texto, en las actrices y actores que le dan presencia a lo imaginario, que hacen que la vida en escena nos sea próxima en la vida diaria. Pensemos en esos grupos de trabajadores teatrales que lo mismo montan una obra en un teatro que, como en los inicios, en cualquier espacio disponible, pensemos… pensemos aunque sea un poco… Creo que lo mejor para ilustrar sobre la importancia del teatro en cualquier sociedad, recurro a la sabiduría y lucidez de Víctor Hugo Rascón Banda: “Al teatro, siempre se le ha decretado la muerte, sobretodo con el surgimiento del cine, la televisión y ahora los medios digitales. La tecnología invadió los escenarios y aplastó la dimensión humana, se intentó un teatro plástico, cercano a la pintura en movimiento, que desplazó la palabra. Hubo obras sin palabras, o sin luz o sin actores, sólo maniquíes y muñecos en una instalación con múltiples juegos de luces. “La tecnología intentó convertir al teatro en fuego de artificio o en espectáculo de feria. “Hoy asistimos a la vuelta del actor frente al espectador. Hoy presenciamos el retorno de la palabra sobre el escenario. “El teatro ha renunciado a la comunicación masiva y ha reconocido sus propios límites que le impone la presencia de dos seres frente a sí que se comunican sentimientos, emociones, sueños y esperanzas. “El arte escénico está dejando de contar historias para debatir ideas. El teatro conmueve, ilumina, incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, trasgrede. Es una conversación compartida con la sociedad. “El teatro es la primera de las artes que se enfrenta con la nada, las sombras y el silencio para que surjan la palabra, el movimiento, las luces y la vida. El teatro es un hecho vivo que se consume a sí mismo mientras se produce, pero siempre renace de las cenizas. Es una comunicación mágica en la que cada persona da y recibe algo que la transforma. “El teatro refleja la angustia existencial del hombre y desentraña la condición humana. A través del teatro, no hablan sus creadores, sino la sociedad de su tiempo. “El teatro tiene enemigos visibles, la ausencia de educación artística en la niñez, que impide descubrirlo y gozarlo; la pobreza que invade al mundo, alejando a los espectadores de las butacas y la indiferencia y el desprecio de los gobiernos que deben promoverlo. “En el teatro hablaron los dioses y los hombres, pero ahora el hombre habla a otros hombres. Por eso el teatro tiene que ser más grande y mejor que la vida misma. El teatro es un acto de fe en el valor de una palabra sensata en un mundo demente. Es un acto de fe en los seres humanos que son responsables de su destino. “Hay que vivir el teatro para entender qué nos está pasando, para transmitir el dolor que está en el aire, pero también para vislumbrar un rayo de esperanza en el caos y pesadilla cotidiana.” Hasta aquí las palabras de un dramaturgo, de un hombre que encontró el teatro en un pueblo de la serranía chihuahuense, encuentro que lo movió a estudiar para ser profesor primero y abogado después, que lo llevó a salir de su pueblo para darle al mundo una obra ejemplar que no es sino la búsqueda de ese paraíso perdido que para él estaba en la educación artística que poco a poco fue sacada de las escuelas por criterios que crecientemente han considerado que la educación más que un proceso de formación es una tarea de domesticación de los educandos. Con las palabras de Rascón Banda, compartiendo su inquietud en cuanto a que el proceso educativo debe abrir horizontes, me permito someter a esta soberanía una iniciativa con proyecto de decreto para que se establezca un estímulo fiscal que permita revitalizar el teatro mexicano, actividad que como el cine y otras expresiones artísticas, rebasa lo cultural e incide en la vida económica del país. Recuperemos en esta iniciativa el espíritu vasconceliano y de aquellos maestros que como verdaderos misioneros de la educación y la cultura se entregaron a la muy alta tarea de compartir su vida con la gente más necesitada de otras experiencias, de experiencias profundas que le permitan aspirar a la libertad. Tengo la profunda convicción de que un estímulo fiscal como el que se propone tendrá efectos benéficos no solo para la comunidad teatral, nada más lejano de mi ánimo que beneficiar a un sector, sino para el desarrollo de nuestra vida social, cultural y educativa; sé que con este estímulo se estará dando el medio para realizar acciones concretas orientadas a darle eficacia y garantizar el derecho constitucional de acceso a la cultura a los mexicanos. Dada la eficacia que ya he señalado respecto al artículo 226 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, considero que el estímulo fiscal para el teatro que propongo bien puede ser similar, tanto en su texto como en sus reglas de operación; de lo que se trata es de acortar el camino de los recursos económicos, evitar los vaivenes anuales del presupuesto y garantizar la transparencia en el otorgamiento de apoyos a la producción teatral. El monto total del estímulo, 50 millones de pesos, corresponde al hecho de que se requiere menos recursos para montar una obra de teatro que para producir una película, en tanto que se propone como límite por proyecto la cantidad de 2 millones de pesos, cantidad suficiente para que un montaje sea viable y pueda cumplir con los propósitos que se han planteado en la presente exposición de motivos. Es incuestionable que un proyecto teatral requiere de recursos para sus inicios, desarrollo y sobrevivencia; si alguna duda hubiera al respecto, el teatro llamado “comercial” nos demuestra que con recursos suficientes un montaje llega a tener recuperación para poder emprender nuevos proyectos; sé que el teatro, con este estímulo fiscal puede llegar a ser autosustentable en la medida que propicie la formación de un público ávido de teatro. Para que el teatro adquiera fortaleza y pueda aspirar a financiarse a sí mismo, requiere de apoyos para ir a donde está el público; pensemos que, según la encuesta nacional de consumo cultural del 2009 publicado por el Consejo Nacional para la cultura y las Artes señala que el 60% de la población encuestada jamás ha ido al teatro, en tanto que el cuarenta por ciento restante manifestó que su motivación para asistir a una representación es por los temas y pasar un rato agradable; ¿por qué no atender estas motivaciones y propiciar que el resto de los mexicanos puedan ir al teatro por las mismas razones? Por último, para romper el proverbial centralismo que caracteriza nuestra vida nacional, el estímulo fiscal que se propone propiciará el desarrollo de proyectos en el resto de la República, incluso en lugares apartados. El estímulo, sumado a los apoyos de los gobiernos municipales y estatales, a los apoyos de instituciones privadas locales, sin duda habrá de detonar una actividad teatral con efectos positivos para nuestro desarrollo cultural que, además, puede llegar a tener un notable efecto en nuestra economía. En virtud de lo anterior, me permito someter a esta Soberanía la presente iniciativa con proyecto de decreto mediante el cual se adiciona el artículo 226 bis de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, para otorgar un estímulo fiscal a la producción teatral nacional, para quedar como sigue: Decreto mediante el cual se adiciona el artículo 226 bis de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, para otorgar un estímulo fiscal a la producción teatral nacional. Artículo Unico: Se adiciona el artículo 226 bis de la Ley del Impuesto Sobre la Renta: Artículo 226 bis. Se otorga un estímulo fiscal a los contribuyentes del impuesto sobre la renta, consistente en aplicar un crédito fiscal equivalente al monto que, en el ejercicio fiscal de que se trate, aporten a proyectos de inversión en la producción teatral nacional, contra el impuesto sobre la renta o el impuesto al activo que tengan a su cargo en el ejercicio en el que se determine el crédito. Este crédito fiscal no será acumulable para efectos del impuesto sobre la renta. En ningún caso, el estímulo podrá exceder del 10% del impuesto sobre la renta a su cargo en el ejercicio inmediato anterior al de su aplicación. Para los efectos de este artículo, se considerarán como proyectos de inversión en la producción teatral nacional, las inversiones en territorio nacional, destinadas específicamente al montaje de obras dramáticas a través de un proceso en el que se conjugan la creación y realización teatral, así como los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para dicho objeto. Para la aplicación del estímulo fiscal a que se refiere el presente artículo, se estará a lo siguiente: I. Se creará un Comité Interinstitucional que estará formado por un representante del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, uno de la Compañía Nacional de Teatro y uno de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, quien presidirá el Comité y tendrá voto de calidad. II. El monto total del estímulo a distribuir entre los aspirantes del beneficio, no excederá de 50 millones de pesos por cada ejercicio fiscal ni de 2 millones de pesos por cada contribuyente y proyecto de inversión en la producción cinematográfica nacional. III. El Comité Interinstitucional publicará a más tardar el último día de febrero de cada ejercicio fiscal, el monto del estímulo distribuido durante el ejercicio anterior, así como los contribuyentes beneficiados y los proyectos por los cuales fueron merecedores de este beneficio. IV. Los contribuyentes deberán cumplir lo dispuesto en las reglas generales que para el otorgamiento del estímulo publique el Comité Interinstitucional. Transitorio PRIMERO: El presente decreto entrará en vigor el 1° de enero de 2011. SEGUNDO: El Comité Interinstitucional al que se refiere el presente artículo se creará en el mes de enero de 2011. Dado en el Senado de la República, LXI Legislatura, el de Senadora María de Lourdes Rojo e Incháustegui de 2010.