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LA ESPERANZA DEL CREYENTE, LA NUEVA JERUSALÉN Apocalipsis 21:9-27 La ciudad, de Jerusalén es una representación del cielo, la morada de Dios. Hay un mundo físico contaminado por nuestros pecados y aquí vivimos y actuamos, pero hay el mundo espiritual que es perfecto, como Dios es perfecto. Dios mismo puso en el corazón del ser humano el anhelo por la eternidad. “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y a puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Eclesiastés 3:11. La ciudad de Jerusalén en Israel es como una sombra de la nueva Jerusalén cuyo arquitecto es Dios es perfecta en su totalidad. Abraham confiaba plenamente en esta esperanza, “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Hebreos 11:10. La nueva Jerusalén es clímax de la esperanza existencial del creyente. “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. Apocalipsis 21:9b-11. Los judíos no poden olvidar Jerusalén, van luchar por ella hasta el fin. “Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, perca mi diestra su destreza. Mi lengua sed peque a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría”. Salmos 137:5-6. En la nueva Jerusalén las doce tribus de Israel no son olvidadas y las doce puertas llevan sus nombres. Las puertas abiertas son de entrada para las personas que vienen de todas las lenguas, tribus y naciones. Sin la existencia del pueblo judío, escogido por Dios no sería posible llegar Jesús hasta nosotros. Cuando Dios llama Abram, el llamamiento viene con una promesa; “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:3b. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se completan perfectamente. Todo empieza con el llamamiento de Abram y termina con los doce apóstoles de Jesús. La ciudad tiene las doce tribus de Israel como fundamento, pero tiene los doce apóstoles como muro de protección. La doctrina de los apóstoles enseñada fielmente en la iglesia del Dios vivo, que es el guardián, columna y baluarte de la verdad. 1 Timoteo 3:15.po La gloria de Dios en la nueva Jerusalén. Todo será perfecto. “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”. Apocalipsis 21:27. Entonces la iglesia estará ahí santificada, sin manchas y sin arrugas. El Santo está haciendo un gran trabajo en nosotros y con la iglesia. “Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentarla a sí mismo una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5:26-27. Para siempre estaremos en el tabernáculo de Dios. “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con y ellos; y ellos serán su pueblo ellos, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. ¡Amén! ¡A Dios Sea La Gloria!