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Voces indígenas Obra y autor - Fray Bernardino de Sahagún En nuestra vida contemporánea, testigo, además de su acepción corriente— persona que presencia y da testimonio de un suceso—, es también el tubo de metal que pasa un atleta a su compañero de equipo más próximo en una carrera de relevos. La parte de la historia mexicana atestiguada por voces indígenas de la época de la Conquista, es precisamente eso: el testigo en una figurada carrera de relevos, pasado triunfalmente de mano en mano por un equipo de tres admirables etnólogos, atletas del intelecto y custodios de la cultura, literatura y lengua nahuas. A estos tres eruditos devotos se debe el hecho asombroso de que la resonancia de aquellas voces antiguas se encuentra en manos del común de los lectores hoy. Son fray Bernardino de Sahagún (1499–1590), el padre Ángel María Garibay Kintana (1892–1967), y Miguel León-Portilla (1926– ). A cada uno de ellos se le deben capitales contribuciones a la promoción y preservación de las culturas y lenguas indígenas de México. Sus obras, entrelazadas entre sí,reclaman una lectura mucho más extensa que la que haremos aquí. Los antiguos nahuas habían desarrollado una forma pictográfica, ideográfica y parcialmente fonética, apta para mantener por escrito el recuerdo de su pasado; pero a mediados del siglo XV, el cuarto tlatoani mexica Itzcóatl, aconsejado por el poderoso reformador Tlacaélel, mandó quemar todos los libros donde estaba consignada esa historia. Su propósito: volverla a crear. Según testimonios nahuas, había dicho que no convenía que el pueblo conociera su contenido. Por eso, aun el relato de hechos prehispánicos depende de documentación que data de tiempos de la colonización española. Es imposible precisar fechas, pero el primero de los extractos, las «Señales y pronósticos», data de entre 1558 y 1575, pues se basa en información presente en ese proyecto monumental, enciclopédico, de Sahagún. Las «Señales y pronósticos» son una pequeña parte de los testimonios dados por ancianos nahuas a estudiantes trilingües del colegio franciscano Santa Cruz de Tlatelolco, hijos todos de la clase alta mexica, quienes, guiados por Sahagún, recopilaron sus datos según un método que sólo puede calificarse de moderno y científico. El documento original de los testimonios, en nahua con comentario en español y latín, se ha perdido, pero copias manuscritas parciales quedaron, y la mejor copia que nos queda—guardada en Florencia, Italia—es tan vasta que hasta hoy no se acaba de investigar ni traducir. El segundo extracto es un fragmento de la Historia de Tlaxcala , la cual relata los acontecimientos de la Conquista desde otra perspectiva indígena. Diego Muñoz Camargo (1529–1599) fue historiador, hijo de un conquistador español y una noble indígena tlaxcalteca. Escribió su Historia de Tlaxcala entre 1576 y 1591. Es importante notar que, a pesar de haber cursado estudios en la ciudad de México, como tlaxcalteca era hijo del pueblo indígena que más apoyo había dado a Cortés en su implacable avance hacia Tenochtitlan y la conquista del imperio mexica. Es el único de los tres extractos aquí cuyo original se escribió en español. El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de París. El tercer extracto es el elocuente poema lírico «Se ha perdido el pueblo mexica», de composición más temprana que los dos primeros; existiría ya hacia 1523, solamente dos años después de la segunda y decisiva conquista de Tenochtitlan por Cortés. Se conserva en un manuscrito en nahua que data de mediados del siglo XVI: Cantares mexicanos , una recopilación de 91 cantos tristes, o icnocuícatl . Está custodiado por la Biblioteca Nacional de México en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los tres textos reflejan, en su contenido, alfa y omega de la Conquista española: por un lado, pronósticos nahuas del fin que se aproxima, y por el otro, un lamento elegíaco compuesto por un anónimo poeta nahua en su idioma al presenciar el asolamiento de su mundo.