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Radioterapia: papel actual en el cáncer de páncreas
Resumen
El cáncer de páncreas es una enfermedad de mal pronóstico, que presenta una tasa de
supervivencia a 5 años de 5-15% luego de manejo radical. Su evolución agresiva, asociada
a una sintomatología inespecífica, retarda el manejo; razón por la cual sólo entre 15 al 20%
de las lesiones identificadas son resecables al momento del diagnóstico, el otro 80% son
irresecables bien sea por cáncer localmente avanzado (30%) o metastásico (50%), en estos
casos la cirugía radical no es una alternativa y se requiere de otro enfoque terapéutico para
mejorar la calidad de vida y si es el caso la sobrevida. En respuesta a ello se han
investigado e implementado diferentes opciones terapéuticas según la etapa en la que se
clasifique la lesión.
Inicialmente se recurrió a la quimioterapia como régimen único, así mismo, los beneficios
de la radioterapia única fueron estudiados, pero la eficacia demostrable en el aumento de la
sobrevida de los pacientes no fue satisfactoria. Por ende, la tendencia terapéutica empezó a
direccionarse hacia la combinación de estas dos medidas; no obstante, aún no se ha logrado
un aumento significativo de la sobrevida de los pacientes que se someten a
quimioradiación.
Así pues, la orientación terapéutica en el cáncer de páncreas localmente avanzado y en
posoperatorio, continúa siendo objeto de investigación, en aras de hallar el mejor protocolo
que garantice un aumento significativo en la sobrevida de los pacientes.
Abstract
The pancreatic cancer has a bad prognosis; its survival rate is of 5-15% at 5 years, in the
best series, after a radical management. Its gradual evolution, in association with
nonspecific symptoms, retards the diagnosis; for this reason just 15to 20%% of the lesions
identified at this moments are resectable, the other 80% of the lesions in this period are part
of locally advanced cancer (30%) or metastatic (50%), in these cases the radical surgery is
not an alternative and requires a different therapeutic approach, to improve the quality of
life and if possible, the survival rate. In response to this situation different therapeutic
options have been investigated and implemented, depending of the stage of the lesion.
Chemotherapy was used as a unique regimen, then, the benefits of radiotherapy as a sole
treatment was studied, but its efficacy in the survival of the patients wasn’t satisfactory.
Therefore, the therapeutic tendency was directed toward the combination of these two
approaches; however, there hasn’t being a meaningful rise in the survival of these patients.
As we can see, the therapeutic orientation in the locally advanced and postoperative
pancreatic cancer, continued to be and issue in investigations, in order to find the best
protocol that ensure a significant increase in the patient’s survival.
Palabras clave
Radioterapia, carcinoma ductal pancreático.
Introducción
El cáncer de páncreas agrupa un conjunto de neoplasias de las cuales el 90% corresponde al
adenocarcinoma ductal infiltrante. Se caracteriza por la infiltración temprana de los vasos
sanguíneos circundantes, invasión perineural y diseminación a los ganglios linfáticos (1).
Su mayor prevalencia se dá en la séptima y octava décadas de la vida y es la cuarta causa
de muerte por cáncer en hombres en EE.UU. La sobrevida sin tratamiento radical es de 611 meses en caso de ser una lesión localmente avanzada y de 5-9 meses si es metastásica.
Su frecuencia de presentación es de 23 000 a 45 000 casos al año, cifra que se relaciona con
la mortalidad anual por la misma enfermedad, la cual corresponde al 90% de los pacientes
después de tres años del diagnóstico (2).
En Colombia, el cáncer de páncreas representa el décimo lugar de incidencia en hombres y
el noveno en mujeres, con una tasa anual ajustada para la edad de 4.5 casos por 100 000
habitantes de ambos sexos (2). Esta tasa es mucho menor a la presente en los países
industrializados, que corresponde a 11 casos por cada 100 000 personas (1).
El riesgo de padecer cáncer de páncreas a lo largo de la vida es de 1:71, lo que equivale a
un 1.41%. No obstante, la probabilidad varía en la medida que existan factores de riesgo
para el desarrollo de este cáncer. El tabaco es uno de los más importantes. En fumadores el
riesgo es 2 a 3 veces mayor y en aquellas personas que ya lo presentan, un 20 a 30% se
explica por este hábito (3). El cáncer de páncreas en los fumadores es la segunda patología
maligna más frecuente después del cáncer de pulmón (1).
La edad también es en un factor determinante en la enfermedad; esto se refleja en que el
90% de la población que tiene cáncer de páncreas es mayor de 55 años (3).
La pancreatitis crónica se asocia más estrechamente con el cáncer pancreático cuando se
relaciona con el consumo de tabaco y con la variedad conocida como pancreatitis
hereditaria. En casos de tener una mutación genética heredada, el riesgo es 53 veces mayor
en comparación con la población general (1).
Los síndromes genéticos son responsables de un 10% de los casos de cáncer de páncreas.
Están relacionados el síndrome heredado de cáncer de seno y ovario, el melanoma familiar,
el cáncer colorrectal hereditario no poliposo (HNPCC), entre otros (3).
La literatura describe al sexo como un factor de riesgo, no obstante, debido a la actual
tendencia del consumo de tabaco en las mujeres, la brecha de incidencia entre hombres y
mujeres está disminuyendo (3). La obesidad, la raza, la poca actividad física, la DM tipo 2
y la cirrosis hepática, también se han descrito como factores de riesgo (3).
El diagnóstico del cáncer de páncreas es tardío debido a su paulatina y discreta evolución,
asociada a una sintomatología inespecífica; razón por la cual sólo del 15% al 20% de las
lesiones identificadas son resecables en el momento del diagnóstico, aun asi, la sobrevida
media de estos pacientes es de 12 a 20 meses. El 80% restantes se presentan como un
cáncer localmente avanzado (30%) o metastásico (50%) que ameritan algún tipo de manejo
paliativo.
En cuanto a la distribución anatómica, el 78% de los adenocarcinomas se ubican en la
cabeza del páncreas y el resto se distribuye equitativamente entre cuerpo y cola (4-7).
La mortalidad se ha mantenido estable, a diferencia de las otras causas de muerte por
cáncer (pulmón, colon, próstata y mama), cuya mortalidad ha disminuido. Los motivos
subyacentes al mal pronóstico, se relacionan con muchos factores, entre los que se
mencionan las aberraciones moleculares múltiples, un estroma altamente desmoplástico, la
hipoxia asociada y el compromiso linfático y ganglionar que precozmente generan, incluso
los tumores pequeños (7).
Su estadificación se hace basado en la clasificación TNM (8): tamaño tumoral, nódulos
linfáticos comprometidos y metástasis, propuesto por el American Joint Committee on
Cancer (AJCC) de 2002, que permite establecer cuatro estadios, los cuales son
determinantes para la elección del tratamiento:
Categorías T
TX: tumor primario no evaluable.
T0: no evidencia de tumor primario.
Tis: carcinoma in situ.
T1: tumor limitado al páncreas. Menor o igual a 2 cm en su mayor dimensión.
T2: tumor limitado al páncreas. Mayor de 2 cm en su mayor dimensión.
T3: invasión peripancreática, sin compromiso de eje celiaco o arteria mesentérica superior.
T4: compromiso de eje celiaco o arteria mesentérica superior.
Categorías N
NX: ganglios linfáticos regionales no evaluables.
N0: sin compromiso de ganglios linfáticos regionales.
N1: compromiso de ganglios linfáticos regionales.
Categorías M
M0: tumor sin compromiso de ganglios linfáticos distales u otros órganos.
M1: metástasis a distancia.
Estadíos según el TNM:
Estadío 0 (Tis, N0, M0): carcinoma pancreático in situ.
Estadío IA (T1, N0, M0)
Estadío IB (T2, N0, M0)
Estadío IIA (T3, N0, M0)
Estadío IIB (T1-3, N1,M0)
Estadío III (T4, cualquier N, M0)
Estadío IV (Cualquier T o N, M1)
Teniendo en cuenta la estadificación, se establece la resecabilidad de estos tumores:
Tumores resecables: estadios I y II. El traramiento de elección es la resección (6). La
sobrevida a 5 años es de 6-37%, según el estadio en que se encuentre la neoplasia (3).
Tumores con invasión local (también conocidos como localmente avanzados): estadio III.
Estos no son metastásicos, pero son irresecables debido a la invasión vascular presente. Su
sobrevida a 5 años es del 2%. En este grupo de lesiones no existen protocolos terapéuticos
claramente establecidos.
Tumores metastásicos: corresponden al 50% de los casos y el único tratamiento aceptado
actualmente es la quimioterapia (4, 6).
El uso de la radioterapia en pacientes con cáncer de páncreas quirúrgico o localmente
avanzado e irresecable es motivo de controversia y son muchos los estudios que han
mostrado resultados variables en diferentes estadios de la enfermedad (9).
Radioterapia en cáncer resecable
Como se ha venido mencionando, únicamente un 15-20% de los casos presentan una lesión
resecable en el momento del diagnóstico (10). El cáncer resecable es aquel que se limita al
páncreas o a zonas estrictamente peripancreáticas y puede ser completamente extirpado
mediante cirugía (3).
El tiempo de sobrevida media tras la resección es de 12 a 20 meses, debido a la alta tasa de
recurrencia que se relaciona con la dificultad de lograr márgenes quirúrgicos
microscópicamente negativos (R0), en especial en el espacio retroperitoneal (5, 9). La
sobrevida a 5 años es de 25-30% con la resección y ausencia de adenopatías, pero es del
10% en caso de que estas existan (11). Por esto se hace necesaria la implementación de
algún tipo de terapia adyuvante, con el objetivo de prolongar la sobrevida a largo plazo
(10).
Datos recientes demuestran que una aproximación terapéutica multimodal, tiene mejores
resultados en la sobrevida y el control local de la lesión. Este tratamiento consiste en la
combinación de cirugía con quimioterapia adyuvante, única o en compañía de radiación
externa en el periodo postoperatorio (1, 5, 12).
El lugar de la radioterapia en el tratamiento adyuvante del cáncer de páncreas, ha sido un
tema de amplia discusión por más de 30 años y actualmente, los protocolos de tratamiento
adyuvante varían en el ámbito geográfico. La corriente norteamericana propende por el uso
de la quimioradioterapia seguida de quimioterapia o viceversa, mientras que la corriente
europea recomienda el uso de la quimioterapia única (10). Esta diferenciación existe desde
finales del siglo XX.
En la década de los ochenta, fueron realizados los primeros estudios acerca de la
quimioradiación en el tratamiento del cáncer de páncreas. El primer estudio aleatorizado lo
realizó el Gastrointestial Tumor Study Group (GITSG); en este se contrastó la sobrevida de
los pacientes con cáncer de páncreas tratados con cirugía resectiva única, con los que
adicionalmente recibieron quimioradioterapia con 5FU. Se concluyó, que la sobrevida
había
sido
significativamente
mayor
en
los
pacientes
que
habían
recibido
quimioradioterapia posquirúrgica (13). Estudios posteriores ratificaron este hallazgo, sin
embargo, no son pocas las discrepancias metodológicas que se han identificado en los
mismos (10). Aún así, la tendencia hacia la quimioradioterapia como terapia adyuvante es
la imperante en EE.UU.
La European Organization for Research and Treatment of Cancer (EORTC), no encontró el
mismo beneficio de la quimioradioterapia adyuvante. La sobrevida a dos años de los
pacientes con cirugía resectiva y el esquema de quimioterapia adyuvante fue la misma (14).
Esto se verificó en estudios posteriores (ESPAC-1, CONKO, ESPAC-3), que a pesar de
presentar errores metodológicos, establecieron en definitiva la terapia adyuvante europea:
quimioterapia (11).
El rol de la terapia adyuvante en este tipo de cáncer, fue incierto aún a principios de
milenio. En 2001, el ESPAC comparó la quimioradioterapia con la quimioterapia única
como terapia adyuvante. Los hallazgos no revelaron ningún beneficio de supervivencia con
la quimioradioterapia, pero demostraron un beneficio potencial de la quimioterapia; por
ende, son necesarios más estudios controlados para revelar el papel de la
quimioradioterapia en estos casos (11, 15, 16).
Una vez realizada la resección curativa, es claro que la quimioterapia adyuvante da un gran
beneficio en términos de sobrevida (17) y debe estandarizarse como parte del manejo (15).
No obstante, la quimioradioterapia aún no muestra resultados favorables que puedan llevar
a aconsejar su uso rutinario tras la resección curativa, y por otro lado, su papel en caso de
resecciones con márgenes positivos aún debe ser estudiada al igual que la quimioterapia
(18, 19).
La aproximación para la terapia adyuvante en el posoperatorio del cáncer pancreático es
incierta y se requieren más estudios que confirmen su eficacia. Hasta tal momento, la
quimioradiación en el tratamiento del adenocarcinoma de páncreas no podrá ser
recomendada como una opción en el cáncer resecable (20). Actualmente se realizan
estudios que evalúan la efectividad de la quimioradioterapia, la inmunoteapia y otros
agentes, en este tipo de cáncer de páncreas (10, 17).
Radioterapia en tumores borderline resecables:
El cáncer de páncreas borderline resecable es un estadio emergente de esta neoplasia, que
se diagnostica en base a criterios evidentes en la TAC o propios de la enfermedad. Estos
pacientes tienen un tratamiento resectivo, precedido de terapia de inducción con
quimioterapia (Gemcitabina única o en combinación con otros medicamentos), y
quimioradiación (21).
Con el objetivo de clasificar objetivamente las lesiones tumorales y en esta medida,
determinar el tratamiento adecuado para el paciente, Varadhachary et al. (21, 22) fueron los
primeros en introducir el término de tumor borderline resecable en 2005. Este concepto
abarcó a los tumores que limitan con vasos arteriales, es decir, los que tienen un contacto
menor de 180o o menor del 50% de la circunferencia del vaso. Dentro de esta
categorización, también están los tumores que rodean un vaso sanguíneo, lo que se
interpreta como la lesión que limita con el vaso en una medida mayor de 180o o del 50% de
la circunferencia del vaso.
La definición de Varadhachary et al. (22), incluye a los tumores con contacto arterial en la
categoría de tumores borderline resecables. Para estos la resección completa es factible una
vez se haya realizado una inducción con quimioradiación.
Katz et al. (21, 23) tiene la experiencia clínica más amplia con pacientes que presentan este
tipo de tumores pancreáticos. Su clasificación, propuesta en 2008 no se limita a los
determinantes anatómicos ya mencionados, sino que aborda características del paciente, el
tumor y la propia enfermedad. Esta categorización es la que actualmente determina el
proceder terapéutico en este tipo de cáncer.
En los últimos años ha habido un interés creciente en el uso de quimioradiación
preoperatoria en estas neoplasias, debido a la posibilidad de disminuir el riesgo de
diseminación operatoria y aumentar la tasa de resección R0, el cual es un predictor
independiente de la supervivencia posoperatoria; a esto se le ha llamado terapia
neoadyuvante (1, 5, 12).
Otra razón para este interés, es cumplir un esquema completo de quimioradiación, pues
aproximadamente el 25% de los pacientes interrumpen la terapia si se usa en el
postoperatorio (tratamiento adyuvante), por complicaciones en este periodo. También se
plantea que existe una mejor respuesta a la radiación debido a que se está dando a tejidos
bien vascularizados, adecuadamente oxigenados y se hará una selección apropiada de los
pacientes aptos para la pancreatoduodenoctomía, pues se excluirán aquellos con
enfermedad, que presenten progresión rápida durante el tratamiento neoadyuvante (antes de
la cirugía).
Con el objetivo de evaluar este modelo terapéutico del cáncer resecable, en 1998 la French
Society of Radiation Oncology (SFRO) y la Francophone Foundation of Digestive
Oncology (FFCD) desarrollaron un estudio prospectivo fase II, basado en la
quimioradiación preoperatoria para los cánceres de páncreas potencialmente resecables. En
él, se demostró que el tratamiento con 5FU y Cisplatina es un esquema razonable, que no
interviene en el éxito posterior de la cirugía ni afecta negativamente la morbimortalidad de
los pacientes; además la toxicidad es aceptable y la probabilidad de recurrencia habitual
(50-80%) con la cirugía única esta notablemente disminuida (12).
Se ha estimado, en estudios similares que la probabilidad de resección exitosa con este
esquema tiene un rango de 45-74% y se demostró que el tiempo de sobrevida es mayor.
Esto aplica para los tumores originalmente resecables y para los borderline resecables. (5,
24).
A pesar de todos los hallazgos satisfactorios en la implementación de la quimioradiación
preoperatoria, se necesitan estudios de fase III que puedan validarlos (20). Sin embargo, en
2009 hubo un consenso entre la Asociación americana hepatopancreaticobiliar (AHPBA) y
la Sociedad de cirugía onocológica (SSO), en el que se concluyó que todos los pacientes
con tumores pancreáticos borderline resecables deberían recibir como tratamiento inicial,
terapia no quirúrgica (quimioterapia o quimioradiación) y recurrir a la resección como
última opción terapéutica (25).
Radioterapia en cáncer de páncreas irresecable
El cáncer pancreático localmente avanzado es aquel en el que el tumor se encuentra en la
categoría T4 pero M0 de la clasificación TNM (el tumor compromete el eje celiaco o la
arteria mesentérica superior); estos por definición son irresecables y corresponden al 25%
de los casos. Aquellos pacientes con tumores que abarcan el territorio vascular en forma
restringida, tienen lesiones en el límite de lo resecable y se manejan como un cáncer
pancreático localmente avanzado (5).
El manejo quirúrgico de este tipo de lesiones sólo busca aliviar los síntomas producidos por
el efecto de masa generado por el tumor, o si responden al tratamiento con quimioterapia
y/o radioterapia previa, es un manejo más radical (3).
Se han considerado hasta ahora, varias opciones de tratamiento combinado en el cáncer de
páncreas localmente avanzado:
1. Quimioradioterapia seguida de quimioterapia vs el mejor cuidado de soporte
2. Radioterapia vs quimioradioterapia
3. Radioterapia vs quimioradioterapia seguido de quimioterapia
4. Quimioterapia vs quimioradioterapia continuado con quimioterapia
5. Quimioterapia con 5 FU seguido de quimioterapia vs quimioradioterapia con otro agente
seguido de quimioterapia.
Sin embrago, existen diferencias entre las opciones de tratamiento enunciadas y lo que
realmente se lleva a cabo en la práctica clínica. Las aproximaciones actuales hacia este tipo
de carcinoma, varían entre la quimiorradiación, la quimioterapia única o la inducción de la
quimioterapia continuada con quimiorradiación, en pacientes que no han desarrollado
metástasis. El tiempo de sobrevida promedio es de 10 – 12 meses (26).
A finales del siglo pasado fue comprobada la mayor eficiencia de la quimioradiación, en el
tratamiento de los pacientes con adenocarcinamas irresecables, en contraste con la
radiación única (27). Esto se evidenció en el aumento en la sobrevida de los pacientes
quienes recibieron un tratamiento combinado de quimioradioterapia con 5FU sumado a
dosis moderadas o altas de radiación (28).
Estudios posteriores han encontrado resultados diferentes. En un estudio aleatorizado fase
III, se comparó la radioterapia única y la quimioradioterapia, en cuanto a su eficacia en el
control local y los beneficios paliativos, en pacientes con carcinoma de páncreas avanzado.
Se descubrió que la quimioradioterapia, produjo un aumento significativo de la toxicidad en
los pacientes; además no hubo incremento del tiempo de vida sin enfermedad, o de la
sobrevida total (26).
Los trabajos que han comparado la quimioterapia única vs quimioradioterapia en el
tratamiento del cáncer local avanzado, han tenido resultados contradictorios (29,30). El
reconocido estudio controlado aleatorizado, realizado por el European Study Group for
Pancreatic Cancer (ESPAC), constata la superioridad de la quimioterapia frente a la
quimioradiación como terapia adyuvante. En este estudio se buscó determinar el rol de los
diferentes esquemas, en la sobrevida total de los pacientes con cáncer de páncreas. Se
concluyó que no existe evidencia clínica satisfactoria que recomiende el uso de la
quimioradioterapia en el contexto de cáncer localmente avanzado y se confirmó el
beneficio en la sobrevida, de la quimioterapia adyuvante (27, 31).
Como es evidente, el manejo de este tipo de cáncer ha sido controversial, ya que los
estudios existentes demuestran resultados discordantes, que no ratifican el uso de la
quimioradioterapia (4) o la quimioterapia única a favor de su eficacia y aumento de la
sobrevida, como tratamiento de esta enfermedad.
Se ha encontrado además, que independiente del manejo que se le dé a estos pacientes, el
30% de la lesiones avanzan en los primeros 3 meses de tratamiento. Por ello, se ha
propuesto la opción de iniciar un tratamiento con quimioterapia única, que permita
discriminar cuales son los pacientes que se beneficiarían de la quimioradioterapia posterior
(6).
Así pues, el tratamiento del cáncer avanzado de páncreas no tiene un manejo estandarizado
hasta el momento, y se practican dos modalidades: quimioterapia o quimioradioterapia (6),
sin tener claridad acerca de los beneficios en términos de sobrevida entre las dos
aproximaciones. No obstante, la quimioterapia única con Gemcitabina y/o Erlotinib, se ha
considerado por largo tiempo como el tratamiento de elección para estos pacientes (4); en
caso de tratarse de un cáncer circunscrito avanzado no extirpable, ocasionalmente es útil la
implementación de quimioradioterapia como tratamiento inicial o tras quimioterapia de
inducción (11).
Históricamente, el 5-FU fue utilizado en el tratamiento del adenocarcinoma pancreático
avanzado, a pesar de su respuesta característicamente deficiente. Sin embargo, desde la
década de los 90, se demostró que la Gemcitabina provee un aumento total de la sobrevida
en comparación con el 5-FU (7, 11). Por lo tanto, desde la década pasada, la Gemcitabina
con o sin Erlotinib ha sido la quimioterapia estándar (27), aunque el beneficio es modesto.
Aún así, la sobrevida a 5 años relacionada con el cáncer pancreático ha mejorado
significativamente en la era de la quimioterapia, pasando de un 3 a un 6% (32).
Durante años, otras terapias biológicas han sido estudiadas en el tratamiento del cáncer
pancreático localmente avanzado y metastásico, pero ninguna de ellas ha mostrado utilidad.
Un estudio fase III reciente, evaluó el aumento de la sobrevida en pacientes con este tipo de
cáncer, al conjugar la quimioradioterapia convencional con la inyección de un vector
adenoviral transportando TNFα, pero no se mostró mejoría en la sobrevida (26).
Los últimos estudios en cuanto al tratamiento de este forma de cáncer pancreático han
expuesto resultados intrigantes en la eficacia de una nueva terapia: 5-FU, Leucovorina,
Irinotecan oxaliplatin (FOLFIRINOX), la cual parece ser efectiva aún en complemento de
la radiación, en los pacientes que no hacen metástasis tempranamente. No obstante, se
requieren más estudios que confirmen la eficacia de esta asociación (26).
Un reciente estudio francés, multicéntrico aleatorizado, fase II-III, comparó la eficacia de la
Gemcitabina vs FOLFIRINOX y demostró una excelente respuesta con este último
esquema. Probablemente, este hallazgo cambiará el enfoque de manejo quimioterapéutico
de los tumores metastásicos, ya que el 31.6% de los pacientes del estudio, en el grupo de
FOLFIRINOX tuvo respuesta objetiva, comparado con solo el 9.4% de quienes recibieron
Gemcitabina. Sin embargo, a nuestro modo de ver, su manera de dosificar fue bastante
compleja para nuestro medio (33).
La investigación orientada en el tratamiento del cáncer de páncreas localmente avanzado,
continúa la búsqueda de una medida clínicamente significativa en el control del progreso de
este tipo de lesión. Mientras la exploración prosigue, los investigadores propenden por
recomendar la terapia combinada de Gemcitabina y radioterapia (26), pues aunque su papel
en el manejo del cáncer no ha sido completamente dilucidado, estudios parciales han
demostrado su eficacia en el aumento de la sobrevida de los pacientes en comparación con
la quimioradiación con 5-FU o la quimioterapia única (34, 35).
Conclusiones
El tratamiento del cáncer de páncreas se elige dependiendo de la etapa en la que se
encuentre la lesión en el momento diagnóstico. Los tumores resecables tendrán como
primera opción terapéutica, la cirugía resectiva; actualmente se estudia la posibilidad de
conjugar el procedimiento a la terapia neoadyuvante, para lo que hacen falta estudios que
confirmen su beneficio y así pueda ser implementado en el protocolo terapéutico (36, 37).
En caso de tratarse de un cáncer pancreático localmente avanzado, se necesitan estudios
que confirmen la eficacia neta de las diferentes aproximaciones existentes en la actualidad;
sin embargo, el tratamiento se orienta al uso de la quimioterapia con Gemcitabina y/o
Erlotinib. Cabe resaltar que los investigadores recomiendan la terapia combinada de
quimioradiación con Gemcitabina, aunque esta medida solo haya mostrado beneficios en
estudios parciales.
Finalmente, en cuanto al tratamiento posoperatorio del cáncer de páncreas, la
quimioradioterapia ha sido el modelo a seguir desde la vertiente norteamericana y la
europea se limita a la quimioterapia única. No obstante, existen estudios contradictorios que
quitan validez a las arraigadas tendencias geográficas y por ende es necesaria la
investigación en este campo para definir el verdadero papel de estas tendencias(38,39).
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