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Metodología de la investigación para la salud
CORAZONES ARTIFICIALES: UNA ALTERNATIVA MODERNA DE LA
INGENIERIA BIOMEDICA
Integrantes:
Zapata Caballero Carlos Agustín
Pérez Rivero Victor Armando
Cahum Fritz Roger Francisco
Marín Moguel Francisco Salvathore
Xool Ricalde Russell Renán
Dra. Josefina Inés Maldonado Borges.
25/Junio/2013
CORAZONES ARTIFICIALES: UNA ALTERNATIVA MODERNA DE LA
INGENIERIA BIOMEDICA
Cahum Fritz R., Marín Moguel S., Pérez Rivero V., Xool Ricalde R., Zapata Caballero C.
Universidad Anáhuac Mayab.
Km.15.5 Carr. Mérida- Progreso. Mérida, Yucatán, México CP. 97310. Tel. (999) 9424800
Resumen
El corazón es uno de los órganos más importantes del cuerpo humano. La
capacidad de crear una máquina capaz de duplicar la función del corazón biológico es uno
de los mayores logros de la medicina. Durante los últimos 50 años, el corazón artificial se
ha desarrollado como una delicada pieza de la tecnología que ha generado nuevas
esperanzas a miles de personas que necesitan un trasplante de corazón urgente. El siguiente
artículo te brinda la oportunidad de conocer los aspectos e implicaciones más relevantes
que tiene un corazón artificial en cuanto a su desarrollo como un dispositivo médico de
vanguardia,
su
origen,
fabricación,
metodología
de
trasplante,
requisitos
de
biocompatibilidad, uso, costos, y problemas éticos que representa, entre otros.
Palabras clave: Corazón artificial, trasplante, dispositivo, asistencia cardiaca, circulación,
bomba.
Abstract
The heart has always been known to be one of the most important organs in the
human body. The ability to create a machine capable of duplicating this organ’s function is
one of medicine’s major accomplishments. For the past 10 years, the artificial heart has
been acknowledged as a delicate piece of technology which has returned hope to thousands
of people who are in desperate need of a transplant. This article brings forth the opportunity
of learning about the artificial heart’s most relevant facts, taking in account its origin,
fabrication, transplant method, biocompatibility requirements, use, costs and ethics
involved.
Introducción
El corazón es el motor dentro de su cuerpo que mantiene todo funcionando.
Básicamente, el corazón es una bomba muscular que mantiene el oxígeno, la sangre y la
circulación a través de los pulmones y el cuerpo. En un día su corazón bombea cerca de
2.000 litros de sangre y al igual que cualquier motor, si al corazón no se le da el cuidado
adecuado, puede dañarse y funcionar de manera ineficiente a lo cual se le conoce como una
enfermedad de insuficiencia cardiaca (Bonsor, 2013).
La insuficiencia cardiaca y otras situaciones cínicas como los ataques al corazón, los
vasos sanguíneos obstruidos y los derrames cerebrales, son algunas de las causas que
pueden requerir la sustitución del corazón. En la actualidad, con los estilos de vida que se
inclinan cada vez más en el consumo de comida rápida, los procesos de automatización que
requieren menos mano de obra, el sedentarismo y los altos índices de obesidad, han
incrementado la tasa de enfermedad cardiaca en las personas; y por lo tanto, también la
necesidad de más corazones de repuesto (The Franklin Institute, 2012).
La mejor opción para un paciente con paro cardíaco cuyo proceso de resucitación ha
fracasado, es conseguir un trasplante de corazón. Este es el método más exitoso que existe;
sin embargo, simplemente no se pueden suministrar suficientes corazones para todos los
pacientes pues tan sólo alrededor del 5% de la población que necesita un trasplante, logra
conseguirlo; Actualmente, la cantidad de corazones disponibles para el trasplante no ha
crecido mucho, por lo que se han buscado otros métodos para tratar a estos pacientes (The
Franklin Institute, 2012).
Gracias a los avances tecnológicos de la ingeniería biomédica, se ha introducido a la
cardiología el término “Corazón Artificial” como una sofisticada alternativa para ayudar a
las personas con problemas graves del corazón. El corazón artificial es un reemplazo total
o parcial del corazón humano, en la forma de un dispositivo que lleva a cabo las funciones
y procesos involucrados con el corazón. Mediante la utilización de las propiedades
mecánicas del fluido del corazón, los médicos e investigadores han sido capaces de
producir sistemas que permiten reemplazar las funciones de un corazón ordinario, ya sea
para utilizarse en la fase de transición de un paciente sin donante o para su uso como un
reemplazo permanente. A diferencia de los stents vasculares (tubos diminutos que se
colocan dentro de una arteria o un vaso sanguíneo para mantenerlo abierto) u otros
dispositivos destinados en la reparación de la funcionalidad de un corazón humano, los
corazones artificiales ofrecen un nuevo sistema que es alimentado por una fuente externa
(Isaacs, 2012).
La circulación de la sangre y la apertura de las válvulas se controlan mecánicamente
y es alimentado por una batería que mantiene todas las partes mecánicas móviles. También,
a diferencia de un corazón humano donde las tasas de flujo son controladas por impulsos
nerviosos, el corazón artificial utiliza controladores especiales para calibrar las tareas que
estimulan el movimiento del flujo sanguíneo (Isaacs, 2012); Véase fig. 1.
Estos hallazgos aumentan la esperanza de
miles de personas que se encuentran en espera de un
donante de corazón ya que prolongan su tiempo de
vida en caso de que el suyo ya no pueda seguir
funcionando y proponen nuevas expectativas para el
desarrollo de la ingeniería biomédica en materia de
órganos mecánicos.
Panorama actual. Estadísticas en el padecimiento cardiaco y demanda de trasplantes
de corazón.
Las cardiopatías representan un problema de salud a nivel mundial. Se estima que al
año fallecen 17 millones de personas debido a problemas relacionados con el corazón
(OMS, 2012). Este problema se traduce en alrededor de 80,000 muertes al año en México
relacionadas con padecimientos cardiovasculares. La principal preocupación que existe
actualmente en alusión a estos padecimientos es el considerable aumento de casos que se
han ido presentando con el paso de los años; y desde la década anterior, las enfermedades
cardiacas han representado la primera causa de muerte en nuestro país.
Otra cuestión alarmante sobre estas enfermedades es el rango de edad con el que
actualmente se presentan, dado que en años anteriores los problemas cardiacos surgían
entre los 45 y 65 años de edad; actualmente, los padecimientos cardiacos pueden aparecer a
cualquier edad, por lo que incluso se ha creado un área de cardiopediatría en el Instituto
Nacional de Cardiología (Huesca, 2002).
La aparición cada vez más temprana de estas patologías cardiovasculares se debe
en gran medida a las condiciones de vida que llevamos los mexicanos; el sobrepeso, la
obesidad, la mala alimentación y el tabaquismo estimulan la presencia de estas
enfermedades. Diferentes síndromes se relacionan así mismo con defectos cardiovasculares
como pueden ser la diabetes o la hipertensión arterial y aun cuando éstos pueden
presentarse debido a factores genéticos, el modo de vida influye en su aparición.
La tecnología del trasplante es, probablemente, el adelanto que mayor impulso le ha
dado a la medicina, pues coloca el saber y poder humano en las fronteras que lindan entre la
vida y la muerte (Dib Kuri, 2001).
El trasplante de un órgano es un tema ciertamente delicado. La demanda de órganos
de la población mundial sobrepasa la disponibilidad de éstos. Actualmente en México hay
alrededor de 17,000 personas en espera de un órgano, de los cuales, 50 se encuentran en
espera de un corazón (CENATRA, 2013). Una limitante en cuanto al trasplante de corazón
es el elevado costo, que oscila entre los 350 y 450 mil dólares. En lo que va del 2013, se
han realizado nueve trasplantes de corazón. El director del hospital general “La Raza”,
Jaime Zaldívar, expresa que ahora en México se tiene la misma oportunidad global que en
otros lugares. Zaldívar señala que esto se debe a la donación altruista de los mexicanos.
Aun cuando son sólo cuatro entidades en el país en las que se realiza el trasplante de
corazón, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) precisa conformidad con la
donación actual de órganos; sin embargo cabe destacar que una persona puede estar hasta
un año en lista de espera para un trasplante y que el 20% de ellos fallece durante ese
periodo (Becker 2007).
El trasplante de un corazón artificial en México habría sonado como un cuento de
ciencia ficción en la década pasada; no obstante, hoy podemos decir que se ha convertido
en una realidad, dado que en el mes de marzo se implantó el primer corazón artificial en
México y en toda América Latina (Excélsior, 2013), prometiendo un futuro más brillante a
todas aquellas personas que necesitan un trasplante urgente.
Historia de los corazones artificiales; desde su origen hasta la actualidad.
Los orígenes del corazón artificial se remontan a hace medio siglo. En 1949, un
precursor de la bomba cardíaca artificial moderna fue construido por los doctores William
Sewell y William Glenn de la Escuela de Medicina de Yale utilizando un “Erector Set”
(juego de construcción), cachivaches surtidos y juguetes de baratillo. La bomba externa
ayudó con éxito al corazón de un perro durante más de una hora (Lavietes, 2009).
Unos años más tarde, un ventrílocuo americano y el inventor Paul Winchell, crearon
con ayuda del Dr. Henry Heimlich un corazón artificial y celebraron la primera patente para
un dispositivo. La Universidad de Utah desarrolló un aparato similar en la misma época,
pero cuando trataron de patentarlo, el corazón de Winchell ya era citado como el arte de la
época. La Universidad de Utah solicitó que Winchell donara el corazón y éste lo hizo.
El 12 de diciembre de 1957 el Dr. Willem Johan Kolff, el inventor más prolífico del
mundo de los órganos artificiales, implantó un corazón artificial en un perro en la Clínica
de Cleveland. El perro vivió durante 90 minutos.
En 1958, Domingo Liotta, inició los estudios para el trasplante de un corazón
artificial total en Francia, y en 1959 a 1960 en Argentina. Presentó su trabajo en la reunión
de la Sociedad Americana de Órganos Internos Artificiales celebrada en Atlantic City en
1961. En esa reunión, el Dr. Liotta describe la implantación de tres tipos de corazón
artificial en perros, cada uno de los cuales utiliza una fuente diferente de energía externa,
un motor eléctrico implantable, una bomba rotativa implantable con un motor eléctrico
externo y una bomba neumática (Lavietes, 2009).
En 1964, el Instituto Nacional de Salud inició el Programa de Corazones
Artificiales, con el objetivo de poner un órgano hecho por el hombre en un ser humano para
finales de la década (Jauhar, 2004).
En 1967, el Dr. Kolff dejó la clínica de Cleveland para comenzar la División de
Órganos Artificiales en la Universidad de Utah y llevar a cabo su trabajo en el corazón
artificial. En 1973, un becerro llamado Tony sobrevivió durante 30 días con un corazón
inventado por Kolff. En 1975, un toro llamado Burk sobrevivió 90 días con el corazón
artificial.
A través de los años más de 200 médicos, ingenieros, estudiantes y profesores han
desarrollado, probado y mejorado el corazón artificial del Dr. Kolff. Para ayudar a
administrar sus esfuerzos, el Dr. Kolff asignó el proyecto al estudiante de posgrado Robert
Jarvik, quien fue el director del proyecto para el corazón artificial, y cuyo nombre pasó a
formar parte de su siguiente creación; el Jarvik 7 (Stephenson, 2002); Véase fig. 2.
En 1981, el Dr. William DeVries presentó una
solicitud a la FDA (Food and Drou Administration)
para implantar el Jarvik 7 en un ser humano. El 2 de
diciembre de 1982, el Dr. Kolff implantó el corazón
artificial Jarvik 7 en Barney Clark, un dentista de
Seattle que sufría de insuficiencia cardíaca congestiva
grave. Barney vivió durante 112 días atado a un
compresor
neumático
externo,
sufriendo
largos
períodos de confusión y una serie de casos de
hemorragia. Pidió varias veces que se le dejara morir. Hoy en día, la versión moderna del
Jarvik 7 se ha implantado en más de 800 personas como puente al trasplante de corazón
(Barron, 2007).
Posterior a los ensayos de Jarvik 7, los científicos ya habían perdido la esperanza de
fabricar un corazón artificial que pudiera mantener la vida de una persona por un largo
tiempo; sin embargo, un ingeniero de profesión llamado David Lederman, se hallaba
convencido de que valía la pena proseguir con las posibilidades de un corazón artificial
permanente.
David, había trabajado en el desarrollo de un corazón artificial para una compañía
dedicada a la investigación médica, que era subsidiaria de la compañía aeroespacial Avco y
en 1981 fundó Abiomed. Con sus colaboradores, analizó cuidadosamente los ensayos
clínicos del modelo Jarvik-7 y buscó la forma de mejorarlo. El compresor de aire externo
que hacía funcionar el Jarvik-7 era voluminoso y ruidoso; las bacterias podían instalarse
con suma facilidad en los puntos donde los tubos del compresor atravesaban la piel del
paciente; además, el Jarvik-7 presentaba en su superficie irregularidades, sitios proclives
para la formación de trombos por plaquetas y leucocitos, coágulos que al desprenderse
serían los causantes de los frecuentes accidentes cerebrovasculares que se habían observado
en los pacientes implantados.
Fue así que la empresa Abiomed, perfeccionó las técnicas y creó el AbioCor; un
dispositivo de plástico y titanio, que puede durar años en funcionamiento manteniendo una
vida casi normal, sin necesidad de conexiones a maquinaria externa (Ditlea, 2002); Vease
fig. 3
El
primer
AbioCor
fue
implantado
quirúrgicamente a un paciente el 3 de julio de 2001.
El AbioCor está hecho de titanio y plástico con un
peso de dos libras, y su batería interna puede
recargarse con un dispositivo de transducción que
envía la potencia a través de la piel. La batería
interna tiene una duración de una hora y media, y
un paquete de batería externa portátil tiene una duración de cuatro horas (Rowland, 2001).
La FDA anunció el 5 de septiembre de 2006, que el AbioCor podía ser implantado para
usos humanitarios después de que el dispositivo ya había sido probado con éxito en 15
pacientes y estaba destinado a pacientes críticamente enfermos que no pueden recibir un
trasplante de corazón (Popsic, 2005).
En septiembre de 2004, 14 pacientes fueron
implantados con el corazón AbioCor. El estudio
demostró que el dispositivo es seguro y favorece a la
gente que ha sufrido un paro cardíaco severo en el
cual la muerte sería inminente y para el que no hay
otros tratamientos alternativos disponibles. En algunos
casos el dispositivo aumentó la esperanza de vida
varios meses, permitiendo a los pacientes pasar un
valioso tiempo con su familia y amigos. El primer
paciente en recibirlo fue Robert Tools, al cual se le implantó el 2 de julio de 2001. Vivió
151 días hasta que un accidente cerebrovascular le ocasionó la muerte. El segundo paciente,
Tom Christerson, vivió por 512 días, muriendo el 7 de febrero de 2003 por el desgaste de
una membrana del corazón artificial (AbioMed, 2013); Véase fig. 4.
El 27 de octubre de 2008, El líder y especialista en el
tema de trasplante de corazón Alain Carpentier, anunció que
un corazón artificial totalmente implantable y efectivo estará
listo para el ensayo clínico antes de 2011 y para el trasplante
alternativo en 2013. Ha sido desarrollado y será fabricado por
él con la firma biomédica de CARMAT S.A. El prototipo
utiliza sensores electrónicos integrados y está hecho de tejidos
de animales tratados químicamente. Actualmente Estados Unidos,
Japón y Corea del Sur están intentando crear modelos similares y se espera que los
esfuerzos invertidos para mejorar los corazones artificiales del pasado rindan frutos dentro
del futuro próximo. (CARMAT, 2013); Véase fig. 5.
Corazón artificial como puente para trasplante o como terapia definitiva.
¿Acaso los que están en lista de espera para trasplante son los únicos que lo
necesitan? Lamentablemente la respuesta es no. Personas de edad avanzada y quienes
presenten fallas graves simplemente no son candidatas para entrar a la lista de espera de un
trasplante cardiaco. Es por esto que existen tres enfoques para trasplantar un corazón
artificial.
El primero es el corazón como puente para trasplante. Este corazón artificial se
implanta en el individuo con la finalidad de mejorar su calidad de vida en lo que espera
para un trasplante cardiaco. El segundo se utiliza como puente de recuperación ventricular.
En este caso se realiza la implantación del dispositivo a pacientes que desarrollan
cardiopatías que pueden recuperarse, principalmente de origen viral, también se realiza en
pacientes con falla ventricular postoperatoria. La tercera indicación con la que se realiza el
trasplante de corazón artificial es como terapia definitiva. Es este el que se realiza en
personas con insuficiencia cardiaca en fase terminal que ya no son viables para un
trasplante cardiaco. Esta terapia definitiva espera que pueda ser aplicable en un futuro hacia
los demás pacientes (Becker, 2007).
¿Cómo se hace un corazón artificial?
Materiales para su construcción
Un corazón artificial común está hecho de metal, plástico, cerámica, y partes de
animales. Una aleación de titanio-aluminio-vanadio se utiliza para la bomba y otras piezas
de metal, ya que es bio-compatible y tiene propiedades estructurales adecuadas. Las piezas
de titanio se echan en un procesador de titanio especializado. A excepción de las superficies
de contacto con la sangre, el titanio se mecaniza con un acabado específico. Las superficies
de contacto con la sangre reciben un recubrimiento especial de microesferas de titanio que
se unen permanentemente a la superficie. Con este recubrimiento, las células de la sangre se
adhieren a la superficie, creando un revestimiento vivo (Sheppard, 2012).
La parte del corazón que tiene contacto con el diafragma, está hecha con un tipo
especial de poliuretano que también está texturizado para proporcionar adherencia a las
células de la sangre. Dos injertos tubulares están hechos de poliéster (se utilizan para unir el
dispositivo a la aorta) y las válvulas son válvulas reales retiradas del corazón de un cerdo.
Otras partes que componen el motor están hechas de titanio o de otros metales y cerámicas
(Sheppard, 2012).
Diseño
Existen varios aspectos críticos en el diseño de un corazón artificial. La dinámica de
fluidos del flujo de sangre debe de ser lo suficientemente fuerte de manera que se bombee
la suficiente para mantener el cuerpo en funcionamiento y que no se creen coágulos de
sangre. Los materiales elegidos deben de ser completamente bio-compatibles, o de lo
contrario, la bomba puede fallar. La eficiencia del motor debe ser optimizada de manera
que su funcionamiento genere un calor mínimo. Debido al posible rechazo, el volumen total
y el área de superficie de todo el dispositivo debe mantenerse lo más pequeño posible
(Sheppard, 2012).
Proceso de manufacturación
La mayoría de los componentes se fabrican a las especificaciones personalizadas
por otros fabricantes, como talleres mecánicos y fabricantes de placas de circuitos
impresos. Las válvulas porcinas se cosen en el interior de los injertos con puntos de sutura
en una empresa de dispositivos médicos que se especializa en las válvulas del corazón. Una
vez que se obtienen todos los componentes, se monta y después de haber terminado el
montaje, cada dispositivo se prueba con un equipo especial que simula las presiones en el
cuerpo. Todos los componentes electrónicos se prueban con un equipo que asegura el
correcto funcionamiento de todos los circuitos. El sistema es ensamblado y probado, para
verificar que cada dispositivo cumple con todas las especificaciones. Una vez probado,
puede ser esterilizado y envasado para su envío (Sheppard, 2012).
¿Cómo se realiza el trasplante?
La cirugía para implantar un corazón artificial es extremadamente delicada. Los
cirujanos no solo están cortando y extrayendo los ventrículos derecho e izquierdo del
corazón natural, sino que también están poniendo un objeto extraño en el pecho del
paciente. El paciente debe ser colocado en una máquina de corazón-pulmón que asume el
trabajo de oxigenar y bombear la sangre hacia los diferentes sistemas del organismo. La
cirugía requiere cientos de puntos de sutura para asegurar correctamente el corazón a los
ventrículos artificiales. Se utilizan injertos para conectar el corazón artificial con lo que
queda del corazón real. Los injertos son un tipo de tejido sintético que se usa para conectar
el dispositivo artificial al tejido natural del paciente (Bonsor, 2013).
Debido a la complejidad de la cirugía, hay mucho personal médico a la mano
durante la operación. La cirugía del 2 de julio de 2001, que fue el primero de su tipo en el
mundo, fue atendida por dos cirujanos de plomo, 14 enfermeras, perfusionistas, anestesistas
y personal de apoyo.
De acuerdo la Universidad de Louisville y la experiencia del cirujano Robert
Dowling (2013), a continuación se presenta el procedimiento para implantar un corazón
artificial.
1. Los cirujanos implantan una bobina de transferencia de energía en el abdomen.
2. El hueso del pecho se abre y se coloca al paciente en una máquina de corazónpulmón que permitiría drenar sangre al resto del cuerpo durante el trasplante.
3. Los cirujanos quitan los ventrículos derecho e izquierdo del corazón nativo y se
acomodan los grandes vasos. Sólo esta parte de la cirugía, toma de dos a tres
horas.
4. Se cosen de derecha a izquierda las aurículas del corazón nativo.
5. El modelo de plástico se coloca en el pecho para determinar una colocación
adecuada y un ajuste exacto.
6. Injertos de tejido se cortan a una longitud apropiada y se utilizan para coser la
aorta y la arteria pulmonar.
7. El Corazón artificial se coloca en el pecho. Los cirujanos utilizan una técnica
denominada "conexión rápida" que son como pequeños broches de presión para
conectar el corazón a la arteria pulmonar, aorta y la aurícula izquierda de la
derecha.
8. Todo el aire en el dispositivo se retira.
9. El paciente es liberado de la máquina corazón-pulmón.
10. El equipo quirúrgico se asegura de que el corazón está funcionando
correctamente.
Una vez que el dispositivo se encuentra en funcionamiento, los cirujanos pueden dar
un respiro de paz; sin embargo, la mayoría de las muertes que se han dado después de
realizar éste trasplante se debe a problemas relacionados con la aceptación del paciente al
corazón, septicemias causadas por incompatibilidad o accidentes cerebrovasculares por
fallas en el sistema del dispositivo.
Bio-compatibilidad y requisitos para el trasplante.
Un problema que siempre ha presentado el paciente candidato a trasplante son las
cuestiones de compatibilidad biológica, es decir, si el cuerpo del beneficiario aceptará el
órgano del donante. Por naturaleza, el organismo de los seres humanos se encuentra en un
medio vivo y adaptado a sus necesidades fisiológicas; si introducimos algún cuerpo extraño
en él, nuestro cuerpo podría causar severos rechazos, infecciones mortales y septicemias
postoperatorias. Estas complicaciones limitan la vida útil de los receptores humanos.
(American Heart Association, 2008); sin embargo, desde que se conoce el panorama
anatómico y fisiológico del cuerpo humano, se sabe de la necesidad de materiales
adecuados que puedan incorporarse a él sin ser rechazados.
Actualmente ha crecido exponencialmente la cantidad de materiales denominados
“bio-materiales”, los cuales son usados para el tratamiento o reemplazo total de órganos y
tejidos. Es entendible entonces saber que para que un bio-material funcione
adecuadamente, debe cumplir con varias condiciones obligatorias. La primera es la biocompatibilidad, lo cual significa que el material reacciona de la manera deseada al estar en
contacto con sustancias o tejidos corporales. La segunda es que deben de tener un grado
nulo de toxicidad y
finalmente debe mantener una integridad estructural por un
determinado tiempo (Ozols, 2010).
Las infecciones son bastante frecuentes en pacientes que acaban de ser trasplantados
y entre todas ellas, la bacteriana resulta ser la más frecuente y mortal.
El trasplante de corazón artificial no se encuentra exento de esta problemática. La
bio-compatibilidad es un asunto importante al tratar con estos corazones artificiales ya que
los pacientes no siempre responden de la misma manera. Las respuestas inmunitarias son
variables y dependiendo del estado del paciente se determina la violencia con la que se
presentan estas respuestas. Las principales problemáticas, dice Becker (2007) derivan de
que aún no ha sido posible diseñar superficies o válvulas 100% bio-compatibles. Este
problema del material influye en la posible formación de trombos, conduciendo de esta
manera a las diversas infecciones a las que el paciente se encuentre expuesto. Las
principales complicaciones que se han experimentado con estos dispositivos son las
hemorragias, accidentes neurológicos asociados a trombos y embolias así como también
sepsis por el cable que se encuentra de forma percutánea. El mal funcionamiento de los
aparatos es también otro riesgo al que se expone el paciente, dando como resultado
hemólisis y por supuesto un paciente inmunocomprometido.
¿Cuánto cuesta?
Cuando se habla sobre los costos de un corazón artificial, se debe tomar en cuenta
todo lo que rodea al artefacto en sí. Esto incluye el costo del procedimiento, del material y
del monitoreo continuo después de la operación. Actualmente se estima que el costo de un
corazón artificial oscila entre los 70,000 a 450,000 dólares. La sustancial diferencia se debe
a que recientemente se han creado modelos con características mucho más sofisticadas y
estilizadas que modelos antiguos, lo cual incrementa su precio. Los precios de los
corazones más recientes aún se desconocen puesto que muy pocos han sido sometidos a
prueba, sin embargo a partir de éste año, los resultados de las pruebas con los nuevos
prototipos responderán a esta cuestión. (Argier, 2010).
Problemas éticos fundamentales
A pesar que la implantación de corazones artificiales parece representar uno de los
mayores beneficios para la humanidad, ha traído una gran cantidad de polémica en cuanto a
las pruebas realizadas en los pacientes y los altos costos que conllevan este tipo de
procedimientos (Ditlea, 2002).
Arthur Caplan, jefe de la División de Bioética del Centro Médico Langone de la
Universidad de Nueva York en la ciudad de Nueva York, sostiene que “Desde los ensayos
clínicos de los primeros corazones artificiales, hasta en los más modernos, los problemas
éticos fundamentales para los pacientes siguen siendo los mismos”. Por lo general, la
implantación de un corazón artificial ocurre cuando el paciente está muriendo, por lo que es
muy difícil conseguir un verdadero consentimiento informado para realizarle una
intervención quirúrgica de éste tipo. Además, el modelo de consentimiento informado que
se solicita firmar a los pacientes es muy poco exigente en cuanto a los riesgos que supone la
intervención. Otros especialistas afirman que la información que se le proporciona al
paciente debe ser más detallada y en primera instancia definir quién tomará las decisiones
en caso de realizar el ensayo clínico (Ditlea, 2002).
Otro problema es la política informativa restrictiva de las compañías que realizan
estos trasplantes, pues en una ocasión, no se descubrió la identidad de un paciente hasta 30
días después de la operación debido a que filtraciones de la misma compañía forzaron a
realizarla antes de lo previsto. Las personas no deben de ser utilizadas por las compañías
como modelos de práctica sin autorización consentida del paciente, por lo que ahora se ha
propuesto que los ensayos humanos sean dados a conocer en toda su amplitud. En otras
situaciones, las muertes después del trasplante se han adjudicado a fallas no relacionadas
con el corazón trasplantado y se desconocen las causas exactas de muerte. Los altos costos
de éste tipo de procedimientos suelen traer limitaciones a la población en desventaja
económica y en consecuencia solo algunas personas podrían tener acceso al servicio de
trasplante (Ditlea, 2002).
Corazones artificiales; lo más nuevo.
En el periódico “Los Tiempos” publicado en España por un autor anónimo en el año
en curso afirma que: La compañía francesa Carmat recibió autorización para comenzar a
implantar en humanos su nuevo corazón artificial, considerado uno de los más avanzados
hasta la fecha. Aunque hasta ahora se habían llevado a cabo algunas pruebas pilotos, el
nuevo órgano artificial empezará a implantarse en cuatro hospitales de Bélgica, Polonia,
Eslovenia y Arabia Saudita. El dispositivo tiene un precio de más de 200.000 dólares
americanos, una autonomía de la batería de unas 14 horas. Además, está fabricado con una
serie de materiales que reducen el riesgo de trombos para el paciente, lo que se traduce en
una menor necesidad de medicación anticoagulante.
Aunque es pronto para evaluar cuál será su comportamiento; al ser un modelo más
pequeño que sus predecesores (de apenas un kilo de peso) y con un buen sistema
informático, se cree que éste se autorregulará muy bien ya que sabe cuánta sangre es
necesaria bombear en cada momento.
Es muy claro que la tecnología ha avanzado de
manera espectacular en los últimos años, y probablemente éste corazón sea el futuro de los
padecimientos de insuficiencia cardiaca en todo el mundo (Los Tiempos, 2013).
CONCLUSIÓN
No es fácil imaginar los límites de la ingeniería biomédica, pues en tan solo medio
siglo los avances tecnológicos han permitido cumplir el sueño de decenas de los científicos
que dedicaron su vida a la construcción de los primeros prototipos de corazón artificial.
Cada año en el mundo se implantan 13.000 dispositivos artificiales que hacen el trabajo de
un corazón (Inza, 2013), permitiendo a su vez que miles de personas que requerían un
corazón de urgencia pudieran tener la esperanza de vivir por más tiempo o esperar la
llegada de un donante. Estas aplicaciones en el campo de la medicina han mejorado la
calidad del servicio médico disponible en el mundo y se espera que pueda ser aplicado con
éxito en nuestro país y así disminuir la cantidad de muertes por esperar a que llegue un
donante.
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