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NOVENA POR EL ECUADOR
18 al 26 de abril de 2016
A la Madre, Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt
Canto inicial: a libre elección
Uno: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, amén.
Querida Mater, hoy venimos hasta tu Santuario a implorar tu protección. Nos sentimos
desvalidos, pero sabemos que somos tus hijos predilectos y que tú no nos abandonas.
Mira nuestro sufrimiento, escucha nuestra súplica, socorre nuestras necesidades, anima
nuestros corazones; que nuestra entrega sea generosa y llena de humildad, pues sabemos
que hay más alegría en dar que en recibir.
Todos: Madre Admirable, tu pueblo ecuatoriano es consagrado al Corazón de tu divino
Hijo, y también –como nación- nos hemos consagrado a tu Inmaculado Corazón. En virtud
de tal entrega, dígnate bendecirnos. Sabemos que tus nos escuchas, porque eres Madre,
porque eres Reina, porque eres Victoriosa.
Todos: Padrenuestro; Ave María; Gloria al Padre, al Hijo…
Uno: Reina del Cielo, te lo pedimos: ¡ya es hora, ayúdanos! Hacemos nuestras las súplicas
de nuestro padre fundador. Con él rezamos, sabiendo que a pesar de los grandes pesares,
Dios está con nosotros, y tú nos cobijas, porque eres Madre, porque eres Reina, porque
eres Victoriosa.
(Oración del Hacia el Padre “En grandes pesares”)
Uno: “En grandes pesares y amargos dolores, no obstante mis faltas y culpas, benigna
escuchaste mi oración, mi súplica filial.
En dolor y congoja, cuando arreciaba la guerra y el fuego emergía, con tu poder
bondadoso que mantiene vigilancia, Madre, me cobijaste”.
Todos: Sí, Madre buena. En grandes pesares, en grades dolores, tú siempre estás con
nosotros. Hoy, en que nuestra patria está pasando duros momentos, sentimos grandes
pesares. Te pedimos, Señora, que intercedas por tus hijos del Ecuador. Dile a tu Hijo Jesús,
que no se fije en nuestras faltas, en nuestras culpas y pecados, y que tenga misericordia
de nosotros. Más bien, escucha benigna nuestra oración y súplica filial. Regálanos la gracia
del Cobijamiento para superar el dolor y la congoja. Madre, no te apartes de nosotros.
Confiamos en ti porque sabemos que eres madre, eres Reina, eres Victoriosa.
Todos: Padrenuestro; Ave María; Gloria…
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Uno: “En años de tormenta cuajados de peligros, a todos los míos, que a ti se estrechan,
los cuidaste solícita, inconmovible y fiel.
Gracias, Madre; en cada instante, ante todos los pueblos, por mi servicio y simplemente,
alabaré tu nombre”
Todos: Madre Admirable, hemos vivido momentos cuajados de peligros. Muchos han
perdido a sus seres queridos, muchos han perdido bienes materiales, pero Tú estás con
ellos. En el misterio del dolor también te has acercado a ellos y te muestras madre. Te
pedimos, Tú, que conoces de dolores, alivia sus sufrimientos y sostén su fe para que no
desmayen. Hoy te agradezco, que tú has cuidado de los míos, en cada instante, de una
manera solícita, inconmovible y fiel. Sigue siendo siempre Madre, siempre Reina, siempre
Victoriosa.
Todos: Padrenuestro; Ave María; Gloria…
Uno: “Aunque se desplome el mundo, lleno de confianza, mi único norte será cumplir con
fidelidad el querer del Padre.
A través de tinieblas y tiempos de caos, de tu mano, Madre, Él me guiará hacia el hogar, la
patria del cielo. Tras todo llanto me reunirá con los que amo y fueron fieles: juntos
contemplaremos al Cordero en la presencia de Dios. Amén”.
Todos: Virgen Fiel, enséñanos a mantenernos siempre firmes a pesar de que el mundo se
desplome a nuestro alrededor. Sí, Madre, que nuestro único norte sea cumplir siempre el
querer del Padre, que nuestra alegría sea cumplir siempre su voluntad. Como madre y
maestra, nos enseñas desde el Santuario que ese debe ser siempre nuestro norte. Hoy,
como nación consagrada al Corazón de Jesús te decimos: ayúdanos a vivir la fidelidad a
Dios tal como tú lo hiciste. Ayúdanos a aceptar su voluntad. No permitas que las
desgracias cotidianas nos hagan desilusionar de la fe. Contigo aprendemos a estar al pie
de la Cruz acompañando al Salvador porque eres Madre, eres Reina, eres Victoriosa.
Uno: Madre fiel, te encomendamos el alma de todos los que han fallecido bajo estas
circunstancias. Guíalos Tú, hacia el hogar, hacia la patria del cielo. Que todo llanto se
convierta en esperanza; que todo dolor se convierta en purificación. Que el amor triunfe
ante el dolor y el desvalimiento. Que el amor nos haga más fuertes. Intercede por
nosotros, Tú tienes ese poder de amor; lo sabemos porque eres Madre, eres Reina, eres
Victoriosa.
Todos: Padrenuestro; Ave María; Gloria…
Canto: de libre elección
Uno: Querida Mater, somos tu Familia consagrada en la Patena. Por eso te lo entregamos
todo: “que nada se desperdicie”. Acepta nuestro Capital de Gracias y hazlo fecundo en la
solidaridad y el apostolado. Te entregamos todos nuestros esfuerzos para aliviar el dolor
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de los que están sufriendo. Bendice todas nuestras acciones y emprendimientos. Que
todas nuestras obras lleguen a feliz término, y que todo conduzca hacia el Padre, que todo
nos lleve a alabar y bendecir el infinito nombre de Dios Uno y Trino.
Todos: Te encomendamos también a todos los voluntarios, médicos, rescatistas y demás
personas que con mucha generosidad ofrecen su tiempo y sus bienes materiales para
aliviar las angustias y preocupaciones de nuestros hermanos. Cuídalos y protégelos, y
regálales el ciento por uno de toda su entrega.
Bendice especialmente a todas nuestras autoridades para que les des sabiduría, ánimo y
fortaleza en estos momentos de emergencia nacional. Que el reparto de los bienes se
haga de manera oportuna, justa y solidaria. Madre Admirable, toda esta preocupación la
colocamos en la Patena de la Eucaristía y en la Patena de la vida diaria.
Uno: Querida Reina, nos unimos también a la oración de nuestra iglesia ecuatoriana, que
preocupada y solícita, está atenta a lo que viven sus hijos en estos momentos de
dificultad. Fieles a nuestra vocación cristiana y a nuestra tradición, haz llegar nuestra
súplica a tu Hijo: Corazón de Jesús, ves cuán sufrida, hoy la patria llora su aflicción.
Corazón de Jesús, fuente florida, de Ti brotan aguas de perdón. Corazón de Jesús, abre tu
herida, di a la patria soy tu redención. Corazón de Jesús, la patria unida, por ti canta el
himno de amor. Todo es tuyo, Señor, todo es tuyo, Señor, salva al Ecuador.
Como una sola alma, como un solo corazón nos dirigimos al Padre Dios:
(ORACIÓN POR EL ECUADOR Conferencia Episcopal Ecuatoriana).
Todos: Padre de amor y de ternura que, con la muerte y la resurrección de tu Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo, nos has otorgado el perdón de nuestras culpas;
Te pedimos humildemente que nos libres de todo mal y de cualquier calamidad.
Calma la fuerza de la naturaleza y recuerda que nuestro país
Está consagrado al Corazón amantísimo de tu Hijo, a quien, nosotros, una vez más,
Nos entregamos con profunda fe y confianza;
Danos un corazón solidario para que podamos responder con generosidad
a las necesidades de nuestros hermanos que han sido afectados por este suceso natural;
Y, acoge en tu bondad a quienes han perdido la vida,
Otorgándoles el don de la luz y de la paz.
Todo esto lo ponemos en tus manos por medio de tu Hijo santísimo
y de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, nuestra Señora de la Merced,
y de Santa Marianita de Jesús quien consagró
y entregó su vida por todos los ecuatorianos. Amén.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Canción: de libre elección
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Uno: Podemos compartir ahora las intenciones que libremente queremos expresar en voz
alta. (Se deja un momento para peticiones personales o agradecimientos. Después de cada
una de ellas podemos decir: Con María, Madre de Misericordia, roguemos al Señor)
Oración final
Uno: Querida Madre y Reina, gracias por este momento contigo. Gracias por tu fidelidad.
Queremos vivir permanentemente ese “Nada sin TI, nada sin nosotros”. En la fuerza de la
Alianza nos dirigimos a ti una vez más. Ayúdanos a sentirnos hijos y a confiar siempre en Ti
y en Tú Hijo en toda circunstancia. Expresamos nuestra gratitud como Niños ante Dios.
Rezamos la oración “Gracias por todo”
Gracias por todo, Madre,
todo te lo agradezco de corazón,
y quiero atarme a ti
con un amor entrañable.
¡Qué hubiese sido de nosotros
sin ti, sin tu cuidado maternal!
Gracias porque nos salvaste
en grandes necesidades;
gracias porque con amor fiel
nos encadenaste a ti.
Quiero ofrecerte eterna gratitud
y consagrarme a ti con indiviso amor.
Amén.
Uno: Ahora rezamos todos juntos:
Oh, Señora mía, Oh madre mía….
Uno: Oremos: Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de nuestro
rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los padecimientos de
Cristo, nos gocemos también de la gloria de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Uno: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Todos: Amén.
Canto Final:
Nota: Después de esta oración, se puede rezar el Santo Rosario, o si hay algún ministro de
la comunión, poder exponer el Santísimo.
Dejar hoja en el Santuario para el próximo grupo.
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