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IX CONGRESO DE HISTORIA DE AVELLANEDA DE LA PROVINCIA Y CIUDAD DE BUENOS AIRES
18 y 19 de Agosto de 2016 MUNICIPALIDAD DE AVELLANEDA
Secretaría de Cultura y Promoción de las Artes. Junta de Estudios Históricos de Avellaneda
La misión Belgrano-Rivadavia a Europa. Los avatares de la independencia argentina
en su Bicentenario, 1816-2016
Irene Mercedes Aguirre1
Resumen
Los años transcurridos desde Mayo 1810 a julio de 1816 fueron particularmente
difíciles para concretar la Independencia Argentina. La compleja situación internacional y
las discrepancias internas amenazaron en diversos momentos tal propósito. Las misiones
diplomáticas durante los años mencionados dan cuenta de la situación de incertidumbre y
búsqueda de consensos en el exterior para llegar a feliz término con la causa patriota.
Justamente, la misión Belgrano-Rivadavia a Europa nos permite adentrarnos, a través de
distintos documentos de época, en las ideas que circulaban en el Plata sobre la forma de
gobierno más conveniente para estas Provincias. Nos permite además
desentrañar el
entramado de temores, intereses, tradiciones y mentalidades, que debían enfrentar el reto
de una Europa convulsionada y con continuas modificaciones en pro de la causa liberal o
monárquica.
Palabras claves: situación internacional- Repercusión en el Plata- Misiones
diplomáticas- independencia- formas de gobierno-
1 1
Docente,
Investigadora y Escritora. Miembro de la Red Argentina de Posgrados en Educación Superior
(REDAPES); Profesora de grado y Posgrado en Educación Superior Universitaria. Directora del Instituto de
Investigaciones Históricas, Secretaría de Cultura, Educación y Promoción de las Artes, Municipalidad de
Avellaneda.
1
Introducción
El presente trabajo de investigación aborda las gestiones diplomáticas realizadas por
Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia en Europa, en los años cruciales posteriores a la
Revolución de Mayo hasta la Declaración de la Independencia. Esta misión diplomática,
como otras que tuvieron lugar, por lo general han pasado desapercibidas
en nuestra
historia. Sin embargo, hubo hechos de importancia a que dieron lugar estas gestiones
diplomáticas, que si bien fueron carentes de espectacularidad, tuvieron consecuencias e
incidieron de diversas formas en acontecimientos posteriores.
Dentro del país, la situación política a partir de mayo de 1810 estaba lejos de ser
armoniosa. Pese al triunfo de Suipacha, y el envío por parte de las provincias de los
diputados del interior para integrarse a la Junta, “el espíritu de facción había calado hondo
en la ciudadanía”2. Los choques entre saavedristas y morenistas, y el alejamiento de
Mariano Moreno, producían aún más encono y ribetes peligrosos. Debido a esa situación
el 20 de enero de 1811 se creó la Comisión de Seguridad Pública que tenía por objeto velar
permanentemente, indagar y pesquisar para que no se formasen congregaciones nocturnas
o secretas, que sembrasen ideas subversivas
con relación al gobierno de la Junta o
sedujesen a oficiales o saldados en tal sentido.
En el plano internacional, la cuestión no se presentaba mejor. España, aunque
parecía definitivamente perdida luego de la ocupación francesa, aún no estaba dicha la
última palabra. Por otra parte, la situación en Montevideo y en el Alto Perú era altamente
errática y había suspicacias con respecto al apoyo de los pueblos del interior. ¿De qué
modo reaccionó el gobierno patrio en estas circunstancias? Lo hizo de diferentes maneras y
según las necesidades que se fueron presentando en esos años de conflicto. Tal es el caso,
en 1811, de la misión de Diego Saavedra y Juan Pedro Aguirre, que viajaron a Estados
Unidos para conseguir armas destinadas a la defensa de nuestro territorio. Las relaciones
diplomáticas durante el período 1810-1816) también estuvieron en línea con
las
necesidades y posibilidades en cada momento. La diplomacia del primer gobierno patrio
giró en torno a un doble objetivo: por una parte, tantear el terreno para un reconocimiento
del nuevo régimen instalado en el Río de la Plata y por la otra, adquirir armas y elementos
2
Petra de Popoff, M. “La misión de Diego Saavedra y Juan Pedro Aguirre a los Estados Unidos en 18111812”Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Año XVI, Tomo XVI, n° 26, Buenos Aires, p. 321.
2
para poder fabricarlas aquí como señala Petra de Popoff3. Con respecto al carácter de las
gestiones diplomáticas emprendidas por Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia en
Europa, entre 1815 y 1818, se establecieron ciertos lineamientos generales para obtener
resultados, dentro de una Europa convulsionada buscando su estabilidad. El derrumbe del
Antiguo Régimen trajo consigo el desequilibrio existente entre las naciones de dicho
continente”4. Además, la caída de Napoleón, la débil esperanza que dejaban entrever los
Cien días (marzo-junio |8|5) de su restauración en el poder, hacían concebir esperanzas a
nuestros diplomáticos que actuaron al compás de los acontecimientos europeos.
Luego de la derrota de Napoleón en Waterloo (18 de junio 1815), las naciones
sudamericanas se enfrentaron
al monarca restituido
Fernando VII, quien inició una
política vengativa por el alzamiento de sus díscolas colonias, lo que contribuyó a crear
un clima de temor y desaliento en los revolucionarios.
Algo parecido le ocurría a nuestros vecinos de Chile que apremiados por las
circunstancias firmaron el Tratado de Lircay del 3 de mayo de 18145. En Cartagena,
mientras tanto, se producía un desastre para los americanos6, frente al ataque conjunto de
las fuerzas de Morillo por mar y de Morales por tierra (agosto – diciembre 1815), siendo
una derrota considerable
por la falta de ayuda británica
desde Jamaica, solicitada
inútilmente por el gobernador de Cartagena. Se puso así de manifiesto la actitud inglesa,
que era prescindente en la medida que pudiera afectar sus relaciones con España.
Además de la expedición española, teníamos la amenaza del virrey del Perú, José
Fernando de Abascal, quien planeaba enviar un ejército contra los rebeldes, que tendría
como metas a Buenos Aires y a Chile.
3
Í Petra de Popoff, op. cit. P. 323.
4
Goñi- Demarchi, C.A., Scala, J. M., La diplomacia argentina y la restauración de Fernando VII. Buenos Aires:
Imprenta del Palacio del Congreso de la Nación, 1968, p. 346+
5
Barros Arana, D. Historia General de Chile, Chile, Editorial Universitaria, volumen 2, 2000, p. 320; Huellas
chilenas, disponible en: http://huellaschilenas.cl/index.php/historia/97-independencia/433-tratado-delircay-1814 (consultado 2 de junio 2016).
6
Guerra, F. X., (dir.) Las revoluciones hispánicas: independencias Americanas y liberalismo español. Madrid,
Universidad Complutense, 1995.
3
La proximidad de la Corte Portuguesa en Río no contribuía precisamente a calmar
los temores de los patriotas, máxime cuando estaba siempre latente el peligro de una
alianza lusitano-española, que podría echar por tierra todo lo logrado. El gobierno patrio,
centro de presión de tantas inquietudes, enfrentó las cambiantes y difíciles situaciones
internas y externas con aciertos y con errores. Según Goñi Demarchi y Scala (p. 111).
Sostienen que “Clara, en su retorno al espíritu primigenio, la misión de Sarratea, como
solución dentro del Imperio español, aunque dejó de lado la simiente republicana, que ya
ha echado semilla fértil.
Rebasándola, la sigue la de Rivadavia y Belgrano,
contemporizadora con la sumisión y el extranjerismo, rematándose la claudicación con la
misión García, descarnada entrega de la nación en manos de una potencia extraña,
cuando decaído el ánimo, flaquea la energía”.
Este juicio lapidario, sin embargo, merece ser revisado para evitar caer en un
anacronismo histórico. Recordemos que el Embajador inglés en la corte de Río de Janeiro
era Lord Stranford, quien escribió al Vizconde Castlereagh (diciembre 1813), en una
comunicación secreta7, acerca del pedido de Manuel de Sarratea para discutir con él la
misión que se le había encomendado. Consideraba Stranford que el Ministro español debía
estar enterado de todo lo que se tratara en relación con la misión ante España, que no
afectara sus intereses ni su dignidad, ni fuesen impropias para la propia Inglaterra.
En la síntesis que el documento presenta podemos apreciar el carácter de las
instrucciones que llevaba Sarratea por orden del gobierno de Buenos Aires. Lo primero es
el deseo sincero y vehemente de alcanzar la paz y la tranquilidad del país a cualquier
precio, excepto la sumisión incondicional a España, así como el temor de la venganza del
monarca por la rebeldía de las provincias. La interpretación del embajador inglés era que el
gobierno y el pueblo estaban preocupados por la reacción de Fernando VII luego de su
recuperación del trono.
Para evitar el deseo de venganza español, solicitaba el
comisionado el apoyo e intervención británica.
El objetivo era garantizar la unidad e integridad de los dominios españoles, tal como
los garantizaría Gran Bretaña, y en segundo lugar, la obligación de los españoles de este
7
Comunicación secreta de Lord Strangford al Vizconde Castlereag, Río de Janeiro, 18 de diciembre de 1813.
4
hemisferio de unirse a sus hermanos de Europa en la obediencia al único soberano que era
Fernando VII.
De acuerdo a lo expresado por Strangford, M. del Castillo coincidió con él en que
sería “sumamente inconveniente desalentar esta gestión de Buenos Aires para el viaje de
Sarratea a Inglaterra. Considera que es una oportunidad para recobrar la fidelidad de tan
gran número de súbditos americanos”.
En nuestro círculo gobernante porteño, se consideraba que no era posible lograr la
independencia sin ayuda exterior, pese a que ello fue factible en mayo de 1810.
El dilema fundamental se planteó entre independencia absoluta, o la aceptación de
un monarca español, con una constitución que resguardara los derechos de estos pueblos.
La primera posición, de independencia absoluta, la planteó y sostuvo
José Gervasio
Artigas. La segunda fue sostenida y defendida en toda su actuación diplomática por
Manuel de Sarratea. Se desvirtuará, sin embargo, esta ruta lógica para nuestros pueblos
con la misión Belgrano-Rivadavia primero y la de Manuel García después. El Directorio
pareció olvidar que la ayuda exterior era un simple complemento de la propia lucha por la
independencia. Cuando, como sostienen los autores citados, se la eleva a carácter principal,
esta se pierde en manos del pretendido benefactor. Posadas da un paso en la dirección
equivocada. Alvear se precipita por la senda extraviada8.
Bajo el rótulo general de “Gestiones Diplomáticas” encontramos negociaciones de
diferente carácter. Esa distinción no se refiere sólo al carácter meramente biográfico de
nuestros comisionados, entre los que hay que distinguir adherentes sinceros al sistema
monárquico como Belgrano, Moreno y Sarratea y en cambio, hubo adherentes forzados
como Alvear y Rivadavia, que aceptaron atender a
estas soluciones por intereses
personales o de partido. La distinción hace a la esencia, al sentido verdadero de las
distintas misiones. Porque una cosa es buscar el reconocimiento de nuestra independencia,
que implicaba, en esos tiempos, subsidiariamente, garantía de existencia, y otra bien
distinta, mendigar una protección en aras de la cual , se sacrificaba , paradojalmente, la
independencia que debía garantir.,
8
Goñi -Demarchi y Scala, op. cit. pp.117-118.
5
Por ello, se deben distinguir, dentro de la corriente independentista, las soluciones
nacionales, dentro del concepto amplio, reconocido en 1810, del Imperio español, de la
búsqueda infructuosa, y a veces, lindante con un ciego empecinamiento, de un príncipe
extranjero.
Para los autores en análisis, existió realmente una gestión monárquica por parte de
nuestro gobierno, expresada por los comisionados. Se ha pretendido no verla, aduciendo
una falsa “máscara de Fernando VII”
y por ende, se ha hablado de “simulación
monárquica” pero, según los autores citados, no hay tal. El intento existió realmente y si a
los republicanos de los años iniciales de existencia libre del las Provincias Unidas del Río
de la Plata corresponde el mérito imperecedero de haber adivinado con intuición genial lo
porvenir en el proceso formativo de la nacionalidad, existió, paralelamente, una gestión
monárquica, cuyos merecimientos no debe empañar aquella postura, a la postre triunfante.
Adaptándose a los acontecimientos europeos, rectores en la política mundial de
aquellos tiempos,
buscó obtener de las potencias el reconocimiento de nuestra
independencia – no declarada pero efectiva- y preservar la integridad territorial del nuevo
Estado. Se trató de una política orgánica de plausible finalidad: a aquellos anhelados fines,
sacrificaba la forma de gobierno, precio no demasiado elevado, en aquellas difíciles
circunstancias.
Desarrollo
La misión Belgrano-Rivadavia y los motivos de su realización
El Director Posadas propone el comienzo de las negociaciones diplomáticas al
Congreso, fundándose en la necesidad de hacer frente a una serie de circunstancias
apremiantes, Una era la de impedir las operaciones del virrey del Perú, José Fernando de
Abascal, dentro del continente. Otra se proponía amortiguar las inquietudes del Brasil. Y la
última, detener o desviar los preparativos de una expedición militar al Río de la Plata,
desde la Península.
Esta última posibilidad preocupaba enormemente al Gobierno local. En 1815
Morillo preparaba en la Bahía de Cádiz una poderosa flota cuyo objetivo era la ciudad
sitiada de Montevideo. Con posterioridad, se proponía contribuir con el Ejército Real del
Perú en la pacificación de las Provincias del Río de la Plata.
6
El plan español se topó con circunstancias imprevistas que hicieron cambiar el
rumbo de la expedición. Se produjo una revolución en el Cuzco a espaldas del Ejercito Real
del Perú; a ello se sumó la derrota de la Real Armada en el Río de la Plata, durante la
campaña naval de 1814 y para colmo, la caída de Montevideo en manos de los patriotas.
La rebelión del Cuzco9 fue un episodio de la guerra de la independencia del Perú y
provocó el levantamiento de gran parte de la provincia homónima, y parte de la provincia
de Charcas. Allí se proclamó la autonomía y el autogobierno del Cuzco tanto del virreinato
del Perú como de cualquier otro poder extranjero (1814).. Si bien en diciembre de ese año
el virrey Abascal anulaba la
vigencia de la constitución liberal en Perú, y el
restablecimiento del absolutismo de Fernando VII, este episodio revolucionario frenó en
parte los planes del encuentro en el Río de la Plata de la expedición militar de Pablo
Morillo con el Ejército Real del Perú.
En cuanto a la derrota de la Real Armada y la caída de Montevideo en manos de los
patriotas son dos hechos íntimamente ligados y con impacto cierto sobre las decisiones de
un castigo militar ejemplar a los rebeldes revolucionarios del Plata.
El año 1814 fue de gran incertidumbre para la causa patriota pero a su vez también
produjo hechos relevantes en el camino que finalmente concluiría en la independencia.
Mientras que Lord Strangfor bregaba por una solución al conflicto mediante la
reconciliación de España con sus Provincias del Plata, consideraba también que para llegar
a ese arreglo era necesaria la intervención de Gran Bretaña. Refiere que Sarratea le había
confesado que si esa intervención amistosa inglesa no se concretaba “la desesperación y su
propia (la de las Provincias) conservación
obligarán a los jefes de la revolución
especialmente a los militares a buscar una alianza con Francia. Este peligro aceleró el viaje
de Manuel de Sarratea a Londres, con el apoyo inglés.
Dentro de los avatares de la independencia argentina, debemos destacar la figura
de un español ilustre y no siempre valorado como se merece, que es Juan Larrea. En 1814
el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de
Posadas, lo nombró Ministro de Hacienda, cargo desde el cual fue el principal impulsor de
la creación de la escuadra naval que al mando de Guillermo Brown se impuso a la Real
9
Eguiguren, Luis Antonio, La Revolución de 1814. Lima: Oficina Tipográfica de La Opinión Nacional 1914.
7
Armada Española en la Campaña Naval de 1814. Se trata de un hecho realmente
trascendente que aseguró la caída de Montevideo en manos de los patriotas. Además, puso
buena parte de su fortuna al servicio de equipar la flota a cargo del Almirante Guillermo
Brown. De su bolsillo formó también un batallón de caballería y financió buena parte de las
necesidades de la fábrica de armamentos. En toda esta gestión contó con el apoyo de Carlos
María de Alvear. El Director Supremo, Posadas, nombró a éste comandante del ejército que
sitiaba a los realistas en Montevideo, reemplazando a José Rondeau, pero no asumió el
mando de este ejército sino después de la victoria naval de Brown frente a Montevideo, por
lo que su actuación militar fue muy breve pero exitosa. Negoció la entrega de la plaza y
utilizando un ardid la obligó a rendirse a discreción el 20 de junio de 1814. Ese triunfo
modificó sustancialmente la geografía de la revolución en el área del Río de la Plata en
beneficio de los revolucionarios10.
Por entonces, las fuerzas navales eran inexistentes, no había recursos en los
arsenales, ni personal entrenado y, principal condicionante para revertir esa situación, el
tesoro contaba con sólo mil pesos, los recursos de aduana eran mínimos debido al bloqueo
y el crédito estaba agotado. Un cuadro de la situación angustiosa en la materia, aparece en
una carta de Juan Larrea a Guillermo Pío White, donde le dice “Buenos Aires vio con
asombro que cuando a fines de marzo de 1814 se comenzó a hablar seriamente de estas
empresas aparecieron ya armados y como extraídos del seno del mar una porción de
buques, entre los cuales había algunos que en el mes de diciembre de 1813 estaban aún en
los mares de Europa”. Elogia la actividad y la decisión para la gestión de White.
En 1818, desde prisión, White recordaba también el contexto que rodeaba la
creación de la segunda flota en estos términos:
"Al concluirse el año de 1813, quedó destruido el ejército del Perú. Este en
tranquila posesión del enemigo, y fueron amenazadas las Provincias de las llanuras. Los
hermanos de Chile, estaban para sucumbir. Florecía la causa peninsular en Europa. Se
recelaba estar en comunicación el Jefe de los Orientales con los enemigos de la plaza de
Montevideo, que tenían otro tanto más de fuerza que las que componía el ejército sitiador.
10
López Rosa, J. R., Entre la monarquía y la república. Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La
Bastilla, Bs. As., 1981.
8
Estaban agotados los recursos y el crédito y fé pública vacilaban en vista de ese cúmulo de
infortunios y angustias.".11
Es en esas circunstancias y bajo el clima de incertidumbre imperante que se produce
la misión diplomática de Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia a Europa, a la que
dedicaremos especial atención.
Partida de los comisionados
Una vez aprobada la misión por el Consejo de Estado, se
entregaron a los
comisionados, las Instrucciones públicas y las reservadas. En las primeras, fechadas el 9 de
diciembre de 1814, se establecía que nuestros diplomáticos pasasen a España para felicitar
a Fernando VII por su feliz retorno al trono, y se le asegurara, en lo posible, el amor y la
fidelidad de estos pueblos. Debían, asimismo, hacer hincapié en los abusos cometidos por
las autoridades españolas, así como también el quebrantamiento de pactos.
Rivadavia era quien debía pasar a España, quedando Belgrano en Londres. El
gobierno tenía puesta sus miras, fuese cual fuese la situación de España, en la
independencia política de este continente
o por lo menos, la libertad civil de estas
Provincias. A través de las gestiones y de la política, “el comisionado tratará de entretener
la conclusión de este negocio todo lo que pueda sin compromiso de la buena fe de su
misión “(ANH, op. cit.: 351-352).
Las Instrucciones reservadas en lo que respecta a España, estaban dirigidas a
diversos temas. Uno de ellos era la forma de gobierno, y en tal sentido los comisionados
debían lograr el envío de emisarios reales al Plata para lograr una conciliación y si ello no
pudiera lograrse peligrando el cuso de la negociación,
“entonces harán ver que los
americanos no entrarán jamás por partido alguno que no gire sobre dos bases concretas: o
la venida de un príncipe de la Casa Real de España, que mande en soberano este
continente, bajo las formas constitucionales que establezcan las provincias o bien el
vínculo y dependencia de ellas de la corona de España, quedando la administración de
todas sus ramas en manos de los americanos”12.
11
Carranza, A., Campañas navales de la República Argentina, Secretaría de Estado de Marina, 1862.
12
Belgrano, M., La política externa con los estados de Europa, en: Academia Nacional de la
Historia. Historia de la Nación Argentina (desde los orígenes hasta la organización definitiva en
9
Otro aspecto a tratar eran las Regalías. En este punto se admitirían las regalías del
Rey en materia de nombramientos, empleos, impuestos, etc. Con el fin de evitar cualquier
tipo de compromiso definitivo, se insistía
para todo lo pactado, en la resolución
indispensable de la Asamblea. Esta argucia, permitiría largas negociaciones que demorarían
la partida de la temida expedición militar desde Cádiz de la que ya dimos cuenta más
arriba.
En lo que respecta a otra Corte extranjera, se expresaba lo siguiente: “En caso de
que España insistiera en una dependencia servil de las Provincias, el diputado se dirigiría a
otra Corte extranjera “para sacar algún partido ventajoso que asegure la libertad civil de
estas Provincias. Sin detenerse en admitir tratados políticos y de comercio, que puedan
estimular su atención, porque el fin es conseguir una protección respetable de alguna
potencia de primer orden, contra las tentativas opresoras de España”. Se mencionaba la
posibilidad de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos13.
Un punto interesante de estas Instrucciones era el relativo a la coronación de un
Príncipe ingles. En tal sentido se dice: “Antes de pasar a Madrid, Rivadavia debía
informarse por medio de Sarratea, sobre la política inglesa respecto a la América
española, pues en el caso que pueda conseguirse que la nación inglesa quiera que se
corone en eta parte del mundo, bajo la constitución que fijen estos pueblos, o bajo otras
formas liberales tomando sobre sí la obligación de allanar las dificultades que oponga la
España o las demás Provincias europeas, entonces omitirá su viaje a España y sólo
tratará con la Inglaterra”. El objeto de las gestiones era pues, romper con la España y
asegurar la independencia, admitiendo en caso extremo, un príncipe inglés o de otra Casa
extranjera. Estos párrafos merecen algún comentario. El apoyo inglés era lo primordial, a
tal punto que si se daba la oportunidad de un príncipe de esa nacionalidad, concluía el
interés por la corte española.
Esta misión diplomática, por su carácter reservado, había despertado recelos. Para
evitarlos, el gobierno envió, con fecha 14 de enero de 1815, una circular a municipalidades,
1862). Tercera edición. Director General Ricardo Levene, Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1962,
volumen VI, capítulo IV.
13
ANH, op. cit. p. 353.
10
jefes de ejército, etc. donde procuraba explicar el por qué de la gestión: “ Con este solo
objeto entabló el gobierno las negociaciones iniciadas: aumentar la fuerza
armada,
multiplicar los fondos públicos, perfeccionar nuestras fábricas, diferir la agresión de la
Península, facilitar el comercio, negociar la protección de una potencia respetable, y
obtener todas estas ventajas por medio del tiempo y de la lentitud, han sido los conatos
que el gobierno ha tenido en la misión a España14
Nuestros comisionados llegaron a Río de Janeiro en enero de 1815. El marqués de
Aguilar, Encargado de negocios de España ante la Corte portuguesa, les sugiere a los
comisionados, para evitar males mayores, que se trasladen cuanto antes a España, a fin de
mantener conversaciones con el monarca, pero sin mediación de potencia extranjera
alguna.. La sugerencia no es aceptada, dado que nuestro gobierno deseaba la protección
inglesa.
Belgrano y Rivadavia no son bien recibidos en Río y sufren descortesías, espionaje
y hasta el mismo Lord Strangford se muestra evasivo con ellos. ¿Cuál era la causa de esa
actitud? Se debía al tratado de paz firmado entre Inglaterra y España unos meses antes, en
agosto de 1814, con prohibición para los ingleses de entregar a los americanos armas,
municiones u otros artículos de guerra. Este hecho cambiaba diametralmente la posibilidad
de la ayuda inglesa y dejaba a los comisionados en una situación difícil para las
negociaciones.
A través de Manuel de Sarratea, que se hallaba en Europa, la diplomacia argentina
busca obtener una salida a la intransigencia de la Corte Española, que no admitía
condiciones por parte de los “insurrectos”.
En tal sentido, barajaba el denominado
“Negocio de Italia”, que consistía en ofrecer el trono de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, al Infante Francisco de Paula, hijo de Carlos IV.
Sarratea inicia la negociación por intermedio del Conde de Cabarrús y procura
también interesar al Ministerio portugués, mediante la posibilidad del casamiento del
Infante con una princesa de la Casa de Braganza. Como podemos observar, se buscan
diferentes alternativas para encontrar una solución posible y conveniente por parte de los
comisionados .
14
ANH, op. cit. p. 353.
11
El 13 de mayo de 1815, Belgrano y Rivadavia llegan a Londres y se entrevistan con
Sarratea,
aceptando el plan de éste último. Manuel Belgrano escribió al respecto:
“Resistirnos era obrar
no sólo contra lo que la razón dictaba en esas circunstancias
como único remedio a nuestra patria, sino que se atribuiría después a nuestra resistencia
su pérdida”. Entendían nuestros diplomáticos que era el único arbitrio que se presentaba
más en consonancia con sus instrucciones, dada la modificación de la situación europea
desde marzo de 181515 . Nos referimos al período denominado “Cien días” del retorno de
Napoleón.
Cabarrús llevaba un memorial dirigido al rey, pidiéndole el traslado suyo o de su
hijo a Buenos Aires para hacerse cargo del gobierno. Figuraba, asimismo, un proyecto de
convenio acompañado de un manifiesto. Se establecían los límites del nuevo reino que
comprendería el virreinato de Buenos Aires, la presidencia de Chile, las provincias de
Puno, Arequipa y Cuzco con sus costas. Además se adjuntaba un proyecto de Constitución
y la nueva monarquía se llamaría Reino Unido del Río de la Plata.
Al respecto es interesante transcribir un documento de Sarratea a Carlos IV , del 16
de mayo de 1815, en el que expresa: “Séales permitido, Señor, sentir una secreta lisonja en
recoger el fruto de aquella previsión política con que han evitado que una guerra de
gobierno a gobierno, degenerase en guerra de pueblos contra el trono, al verse justificados
los males que han osado imputarles los mismos que los han causado; y últimamente, al ser
e3llos los que sentando en el trono de su lealtad un digno vástago de la ilustre familia de
V.M., les ha cabido la gloria de borrar un lugar que habría manchado las páginas de la
historia de España de sus últimos años de confusión y desorden. Así que la idea de levantar
un trono en el Nuevo Mundo sobre bases que honrarán el siglo en que vivimos, será el
momento más permanente del glorioso reinado de V:M: y las generaciones venideras no
podrán celebrar este acontecimiento sin bendecir al mismo tiempo la piadosa memoria del
monarca” 16. Lenguaje que da cuenta de los cambios ocurridos en el Plata.
La derrota de Napoleón en Waterloo, en junio de 1815, dio por tierra con muchas
esperanzas de los liberales y provocó una acentuada reacción del absolutismo monárquico.
15
ANH, op. cit. p. 356.
16
ANH, op. cit. p. 358.
12
Finalmente, el Reino de Nápoles no iba a poder escapar a las convulsiones del propio
imperio francés. Carlos IV y su familia huyen.
Ante la imposibilidad de realizar en Inglaterra lo que habían previsto, Rivadavia
quiere iniciar gestiones directamente
con España, aprovechando la presencia de
Gandasegui en Londres, quien era Director de la Compañía de Filipinas de Madrid.
Con fecha 19 de julio de 1815, desde Buenos Aires se envía un oficio a los
diputados en el que se dispone el regreso de Rivadavia y Belgrano y la permanencia de
Sarrate4a en Londres.
Belgrano y Rivadavia
consideraron que la derrota de Napoleón invalidaba la
revocación de sus poderes por parte del gobierno de Buenos Aires. En un documento que
dirige Manuel Belgrano al gobierno le expresa su impresión acerca de la gestión de
Rivadavia en España. Considera que su accionar podría evitar el envío al Plata de una
expedición y permitiría al país, mientras tanto, fortalecerse para la defensa.
Rivadavia pretendía conseguir que el rey y sus ministros, fuesen los primeros en
largar prendas, de tal manera que se viesen obligados a evitar un tratado que supiese a
Constitución, y a contribuir, pese a su desagrado, a nuestra propia independencia. Si los
comisionados cortaban, brusca e impolíticamente la negociación, aumentaba el disgusto
de la nación y la influencia poderosa de los partidos de la oposición. Al mismo tiempo, el
mantenimiento de esta misión suministraba las pruebas más concluyentes
de nuestra
justificación para con las demás naciones”17. Rivadavia tenía el propósito de lograr el
nombramiento, por parte de Fernando VII, de uno de los infantes, como Virrey del Río de
la Plata, hecho que, a juicio de Sarratea, prolongaría el régimen colonial. Pese a sus intentos
de disuadirlo, no logra convencer a Rivadavia en ese sentido.
Una nota de Gandasegui a Larrazábal, fechada el 13 de setiembre de 1815, le
comenta la entrevista que había mantenido con Rivadavia, en la que se discutió
la
posibilidad de que “Los indios tomasen parte en la querella (la de la insurgencia), porque
al fin, como verdaderos originarios del país, si ellos llegasen a levantarse, podrían actuar
con todas las demás castas”. Me pareció tan penetrado de este peligro- relata Gandaseguiy de la destrucción que amenazaba a aquellos países, que convino conmigo en la necesidad
17
ANH, op. cit. pp.361-362.
13
de entablar cuanto antes una negociación y que por lo mismo había deseado verme para
hablar de esto conmigo18.
Concretamente, el problema de la rebelión estaba dado por el progreso de los
revolucionarios en el Alto Perú en mayo de 1815 y la retirada hacia El Desaguadero del
ejército de Pezuela. Desde los movimientos revolucionarios americanos de 1809, y hasta su
muerte, el cura Ildefonso Muñecas, de origen tucumano,
fue el terror de los ejércitos
realistas. Al frente de una de las “republiquetas” indígenas altoperuanas combatió
incesantemente a las fuerzas del rey de España en fulminantes operaciones, sobre todo de
guerrilla, hasta que fue derrotado, capturado y remitido a Lima para que lo juzgaran. Estos
levantamientos indígenas era a los que se refería Rivadavia en sus conversaciones con
Gandasegui. Esas acciones valerosas del cura Muñecas también tuvieron su peso a la hora
de llevar a cabo las negociaciones diplomáticas de Belgrano y Rivadavia.
Gandasegui le informa a Larrazábal con fecha 14 de octubre de 1815, que Rivadavia
quiere tener una entrevista con una persona autorizada por el gobierno español y se
manifiesta muy convencido “de la necesidad y utilidad común de que su país continúe
siempre bajo el gobierno de su legítimo gobierno y en esa suposición añade que puede
contarse con su más eficaz y sincera cooperación al logro de ese deseado objeto”19.
Semejante afirmación de Rivadavia, ¿formaba
parte
del Plan dilatorio que
conviniera? Según Goñi y Scala, su ida a la capital de España estaba signada por el
propósito de rendir la Revolución, casi sin oposiciones, al Rey Fernando20.
Mientras tanto, Rivadavia le escribe a Álvarez Tomas para que apruebe su viaje y le
expresa “haber obedecido con franqueza y confianza” lo hecho hasta entonces. Finalizaba
su misiva con esta manifestación: Yo creo que no debemos reparar en voces ni ceremonias
18
Carta de Juan Miguel de Gandasegui a Miguel de Larrazábal, fecha 20 de agosto de 1815. Buenos Aires,
Universidad de Buenos Aires “Comisión de Bernardino Rivadavia ante España y otras potencias de Europa
(1814-1820). Buenos Aires, 1933-1936, tomo I, pp. 343-345.
19
Carta de Juan Miguel de a Miguel de Larrazábal, fecha 19 de setiembre 1815, Buenos Aires, Universidad de
Buenos Aires, “Comisión de Bernardino Rivadavia ante España y otras potencias de Europa (1814-1820)
Buenos Aires, 1933-1936, tomo I, p. 356.
20
Goñi Demarchi y Scala, op. cit. pp. 268-269.
14
que al paso que a nosotros nada nos cuestan, nos servirían a los sólidos objetos que nos
proponemos””21.
La Academia Nacional de la Historia dice respecto de estas afirmaciones
de
Rivadavia, que “en sus contestaciones al Rey, no ahorraba las expresiones de atención (…)
y era menester seguir esta política para el éxito de esta gran causa”.
Así lo manifestaba Rivadavia a Álvarez Tomas a quien volvía a solicitar su
cooperación para entretener al gobierno de Madrid. Según la Academia citada, estas cartas
de Rivadavia ofrecen el mayor interés para apreciar el verdadero carácter de sus gestiones
en España22.
Desde otra óptica, una carta de Gandasegui a Landrizábal,
le informa de su
encuentro con Rivadavia en París, donde éste le aseguró sus opiniones y sentimientos
personales como buen Español y Vasallo fiel y amante del Rey, son y han sido siempre de
cooperar por todos los medios que estuviesen en su arbitrio, a que cuanto antes sean unidos
aquellos pueblos al gobierno personal de S.M., pero al mismo tiempo que para conseguirlo
se halla dispuesto a todo, se contempla en la necesidad de contemporizar con sus
comitentes para conservar la confianza que han hecho de su persona; por manera que
trabajando ocultamente por la causa de S.M. y haciendo su real servicio, aparezca en su
conducta ostensiva no desviarse de los límites que le han prescrito sus poderdantes. Tal fue
–dice Gandasaegui- la manifestación reservada que me confió de sus sentimientos y
designios personales encareciéndome el sigilo como he indicado arriba, así porque de
traslucirse o sospecharse en su país la menor cosa de ello podría perjudicarse y aún
malograrse lo mismo que se pretende, como ser que teniendo allí su mujer y familia con
todos sus bienes, podría también sufrir inútilmente, vejaciones y perjuicios incalculables23.
Rivadavia le propone a Gandasegui, para poder pasar a España, sin la mínima
sospecha de su gobierno, se le mande una “Real Orden convenida en términos suaves y que
21
ANH, op.cit. p. 363.
22
ANH, op. cit. p. 364.
2323
Gandasegui, Juan Manuel de, Oficio reservadísimo, 5 de diciembre de 1815, dirigido a Pedro Cevallos, p.
356
15
puedan lisonjear en algún modo a los Pueblos, sus comitentes, para que al propio tiempo
esté concebida de un modo tan decisivo que no le quede recurso para hacerla cumplir”24.
Fue así que, a pedido de Rivadavia, el Rey y sus ministros se apresuraron a enviar
la Real Orden el 21 de diciembre de 1815. Ocho días después, Gandasegui remitía a
Rivadavia, desde Bayona, una Real Orden fechada el 7 del mismo mes, con invitación a
pasar a Madrid25.
La Real Orden está concebida en estos términos: “Habiendo llegado a noticias del
Re N.S.la importante comisión de que se halla V.S. encargado y deseando S:M: dar a sus
amados pueblos, que sinceramente imploran su clemencia y se acogen a su soberana
protección, cuantos testimonios lo caracterizan como un verdadero Padre de estos Pueblos;
es voluntad de S.M.- que en esta su Real Orden que comunico a V. S. con mucho gusto
mío; por los informes que tengo de sus apreciables cualidades, se ponga en camino para
esta Corte y se me presente bajo la seguridad de que de ninguna manera será ofendida su
persona al tratar del objeto de su misión que será atendida por S.M. en todo lo que sea
compatible con su dignidad y decoro26. Mientras que así Rivadavia se preparaba para
viajar de París a Madrid, Sarratea le encargaba a Cabarrús las gestiones en la corte
española.
Las instrucciones dadas al Conde de Cabarrús sugerían la creación de un estado
independiente con un príncipe de la Casa Real española,
que
abarcaría el antiguo
virreinato de Buenos Aires y el Reino de Chile. Si España aceptaba, entonces se les
concedería a los españoles, amplias ventajas para el comercio e industria de España, una
vez que se contase con la garantía española, dado “el estado infante” de las Provincias
Unidas.
Por su parte, Rivadavia, con la Real Orden en su poder, postergaba el viaje a
Madrid, aduciendo que debía informar a su gobierno y esperar sus instrucciones para evitar
un compromiso en actuaciones tan delicadas.
24
Gandasegui, J.M. de, ídem ante4rior, pp. 372-374.
25
Real Orden del 21 de diciembre de 1815, en: Universidad de Buenos Aires, op. cit. p. 358.
26
Real Orden del 21 de diciembre de 1815, Universidad de Buenos Aires, “Comisión de Bernardino
Rivadavia, op. cit. p. 382.
16
En nota dirigida a Cevallos, del 11 de enero de 1816, desde París, Rivadavia le
expresa” Yo no podré expresar suficientemente cuan satisfactoria me ha sido esta
Soberana disposición y cuán grandes bienes hace ella esperar, para toda la Monarquía
española. He participado sin pérdida de tiempo a las Provincias del Río de la Plata esta
Real Dignación que les debe ser tan interesante; y he informado cuanto pueda contribuir a
fijar la justa idea que se merecen los benéficos principios y paternales sentimientos de
nuestro muy amado Monarca”27.
Mientras tanto, el pedido de Sarratea no encuentra eco en la corte de Madrid porque
su propuesta se considera irrealizable y un atentado a la soberanía del Rey. Desde el
comienzo, se le ponen obstáculos a Cabarrús para actuar en nombre del comisionado
argentino, pues los asuntos diplomáticos no pueden delegarse y deben tratarse
personalmente.
El Conde de Cabarrús había presentado a Rivadavia como
carente de toda
representación y autorización del gobierno de Buenos Aires, capaz de vender sus intereses a
las dos partes “cuyos intereses difieren materialmente”.
Aún con esta campaña de desprestigio, Rivadavia fue bien acogido por Cevallos, Se
le pidió por escrito a Rivadavia que explicara el objeto de su comisión y éste señaló
“Como la misión de los pueblos que me han diputado, se reduce a cumplir con la sagrada
obligación de presentar a los pies de S.M. las más sinceras protestas del reconocimiento de
su vasallaje, felicitarle por su venturosa y deseada restitución al trono y suplicarle
humildemente que se digne como Padre de sus Pueblos darles a entender los términos que
han de reglar su gobierno y administración. V. E. me permitirá
el que sobre tan
interesantes particulares le pida una contestación, cual la desean los indicados Pueblos, y
demanda la situación de aquella parte de la monarquía”28.
Visto desde la historiografía liberal, Rivadavia se vio obligado a emplear un
lenguaje de halagos hacia el rey para evitar por todos los medios un rompimiento y poder
que4darse a toda costa en Madrid, aunque más no fuese que como centro de información.
La situación, sin embargo, se agravó para Rivadavia cuando le sugirió al ministro Cevallos
27
Bernardino Rivadavia a Pedro Cevallos, enero 1816, op. cit. p.392.
28
ANH, op. cit. p. 366.
17
el envío de uno o más sujetos de su confianza, para que se informase4n correctamente de la
situación en el Plata, e informasen en consecuencia al Rey. El ministro comenzó a
sospechar y lo acusó entonces de entretener y ganar tiempo, instándolo a salir del territorio
español a la brevedad.
A todas estas circunstancias, la historiografía revisionista, por su parte, reconoce en
los escritos de Rivadavia hacia el gobierno de Buenos Aires, una contrapartida a las
categóricas expresiones favorables al rey no pueden ignorarse. Es aquí, justamente, donde
la historiografía liberal considera la gestión de Rivadavia como simulada, meramente
dilatoria.
Así, al dirigirse al gobierno del Plata, en lo relativo a su viaje a España, dice
Rivadavia “es pues preciso tener muy presente la situación mía en la península. El plan que
conviene es que V.Ms. Me contesten de acuerdo con todo lo que yo escriba, prodigando
elogios al Rey,
al Ministerio, aprobándome todo con liberalidad, y broquelándose
(abroquelándose) siempre con la indispensable sanción del Congreso de los Diputados de
los Pueblos; conforme a este Plan yo arreglaré mis comunicaciones y me parece que ni al
país, ni que V.Ms. me comprometan a mí; por ahora, es conveniente y necesario no
publicar cosa alguna de esta correspondencia ni de la oficial”29.
Ahora bien, ante tantas contradicciones ¿cuál fue, en esencia, la finalidad de
Rivadavia? ¿Qué se proponía con sus manifestaciones al Rey y su viaje a Madrid? ¿Por qué
desobedeció las órdenes del gobierno de Buenos Aires para regresar? Tal como señalan
Goñi,- Demarchi y Scala “Ante tantas contradicciones, ninguna de las hipótesis extremas
conforma como verdadera. Rivadavia, como un Maquiavelo revivido en su afán de
embrollarlo todo, urde el fraude de la Real Orden. .Pero, carente de picardía y de verdadero
arte positivo para la intriga, él, que como hombre público, era un verdadero enamorado de
las utopías, vive hermanado con el error y es favorito del desastre. Queda enredado en los
hilos que, con paciencia digna de mejor causa, tendiera, no se sabe bien por qué”.”Como en
el relato infantil, el Aprendiz de brujo queda preso de su propia hechicería”, según estos
autores30 .
29
Bernardino Rivadavia a Ignacio Álvarez Tomas carta reservada del 10 de enero de 1816. T. II, op. cit.- pp.
319-321.
30
Goñi-Demarchi y Scala, op. cit. p. 290.
18
¿Y qué nos dice Rivadavia? En una comunicación del 19 de setiembre de 1815,
fechada en París, expone los lineamientos generales de una solución para resolver el
disentimiento entre la Madre Patria y sus díscolas colonias: “Yo me lisonjeo de haber
demostrado y de poder demostrar en todo tiempo que he sido y seré en todo el rigor de la
palabra un buen Español americano; esto es, que amo como debo a mi Patria, que respeto
los derechos de mi Monarca y que propendo y aprecio sobre todo el honor y prosperidad de
toda mi Nación”31.
A nuestro juicio, consideramos de importancia estos conceptos de Goñi-Demarchi
en cuanto ponen el acento sobre la situación europea en constante cambio y la dificultad
para un discurso coherente por parte del comisionado: “No está (Rivadavia) seguramente
solo en la defensa de su idea. Las circunstancias obran en contra del núcleo que propicia la
reincorporación a la Monarquía española .en condiciones aceptables tan lógica y factible
en el período en que se lo pretende y, cada uno, se vuelve hacia nuevos horizontes, camina,
mediante algún aporte ulterior, a la libertad verdadera de su Patria”32.
En cambio, Sarratea, en una nota dirigida a Ignacio Álvarez Tomas, patentiza la
importancia de las gestiones que en su nombre realizará Cabarrús ante la Corte Española:
“Es preciso que tanto que haya probabilidades acometer a ojos cerrados a la empresa de
acabar con la obra de la Independencia, objeto suspirado de la revolución y elevarnos de
una ve3z a Nación, para evitarles a nuestros hijos o nietos el trabajo y los males de una
segunda revolución para conseguirlo”33.
Rivadavia se encuentra bloqueado en Madrid, y a los cincuenta y seis días de haber
iniciado negociaciones con Cabarrús, debe retirarse del reino. Vuelto a Francia, siguió una
labor infatigable: “Recorrió alternativamente Londres y París, París y Londres,
empeñándose en abrir tramitaciones con el Duque de San Carlos, el Marqués de Almenara
y el Ministro Pizarro, para aproximarse nuevamente a España en momentos que el reinado
31
Rivadavia a Gandassegui, Universidad de Buenos Aires, t° I, pp. 444-445.
32
Goñi-Demarchi, op. cit. p. 341.
33
Carta reservada de Manuel de Sarratea a Ignacio Álvarez Tomas, 23 de diciembre de 1815, Archivo
General de la Nación, Misión Sarratea, X, 1-1-6.
19
de Luis XVIII, la política del Ministro Richelieu y la unión de las grandes potencias en
Aquisgrán, amenazaban con cerrar todos los caminos”34.
Rivadavia consigue tomar contacto con personas influyentes, como el Marqués de
Lafayette, compañero de Washington, y con el Conde de Tracy, Par de Francia. Mantiene
además comunicación con el General Le Harpe y por su intermedio, le informa al monarca
Alejandro de Rusia de las ventajas comerciales y políticas que la libertad de las naciones
americanas podría reportarle a Rusia. Hasta llega a ser considerado un espía en la propia
Francia, por intrigas del embajador español Francisco Núñez.
Ante el Duque de San Carlos, declaró el comisionado argentino que sus poderes
eran ilimitados y que la cuestión central en su accionar era la independencia. Manifestaba
el potencial de América que Europa no conoce bien mientras que los americanos
conocíamos mucho mejor las fuerzas reales y políticas de ellos.
Señalaba que Buenos Aires y todo el Río de la Plata habían estado independientes
de hecho desde el tiempo del Príncipe de la Paz; que la autoridad misma del Capitán
General tenía que ceder ante el Ayuntamiento a la de los comerciantes y otros cuerpos; que
el contrabando era un verdadero negocio organizado y arreglado con los extranjeros y el
único perjudicado por ello era el rey, habiendo incluso factorías que cuidaban las
comunicaciones con Lima, Perú y Chile”35.
Se lo acusó a Rivadavia de realizar acciones para una “solución monárquica” que
Piccirilli niega. En primer lugar, niega la presunta conformidad de Rivadavia al proyecto de
crear dos monarquías en las colonias americanas, una en Buenos Aires y otra en México,
evitando así que se declararan independientes. Piccirilli señala que no aparece ninguna
nota dirigida al gobierno por parte del comisionado argentino y no parece razonable que él
pudiera por sí mismo resolver en asuntos tan graves.
Otro motivo de acusación contra nuestro representante fue la carta que dirigió al
Ministro de Luis XVIII, Armand-Emmanuel du Plessis de Richelieu (14/10/1818), donde
se refiere a los principios que reconoció el Acta del Congreso de Viena, felicitando a sus
integrantes por las ventajas de su apego a las doctrinas de las monarquías europeas.
34
Piccirilli, R. Rivadavia y su tiempo, p. 51.
35
Piccirilli, op. cit. p.279.
20
Destacaba
también que las Provincias Unidas procuraban emplear todas las vías de
conciliación con el Rey de España. Y afirmaba que él se había empeñado en esos
propósitos que incluían el tema de las instituciones, y el desarrollo del comercio y la
industria en nuestras Provincias.
La regla de conducta del gobierno de Buenos Aires ha sido “conciliarle la estima de
los Augustos soberanos de Europa”. El gobierno de nuestro país lo autorizó a Rivadavia,
con fecha 10 de setiembre de 1817, enviarlo con plenos poderes cerca de ellos, “el órgano
legítimo de sus votos”. Y agrega el representante argentino: “Desde esa fecha he esperado
el momento de hacer proposiciones conformes a la dignidad y a las consideraciones que
debo a las altas potencias de quienes mi gobierno ambiciona la estima”. Expresa luego:
“El Congreso que se anunciaba me hizo esperar que ningún objeto sería tan digno de la
atención de los Augustos Soberanos como el de reunir la América a la Europa por otros
vínculos que los del sistema colonial .La circular publicada algunos meses después y que
encerraba en límites más estrechos que los que se hubiera creído en un principio, los
objetos de los cuales debía ocuparse esta Augusta Asamblea, suspendió unos instantes la
resolución que yo había tomado. Pero esas consideraciones me han convencido luego, que
mi deber me ordenaba de ejecutar. La primera de estas consideraciones es que la nota
circular del gabinete de Madrid, de 12 de junio, publicada después de la relativa de la
reunión de Aquisgrán, expresa una de las bases que ella indica como irrevocables, son
conformes a las comunicaciones hechas por las altas potencias, de las cuales solicita la
mediación. La rectitud, las luces, las miras benéficas de los soberanos ocupados en este
momento en fijar los fundamentos de la moral pública, nos permiten suponer que hayan
podido juzgar una querella en la cual están interesados más de 20 millones de hombres1,
sin haber tomado conocimiento de todas las circunstancias. Hasta ahora no ha podido la
América hacerse oír y explicarse de una manera conforme a la gravedad y a la importancia
de sus intereses. Yo estoy en estado de dar todas las explicaciones necesarias”
La segunda consideración que me ha parecido hacer necesaria la diligencia que
realizo hoy, es que la existencia política, la organización interna y las relaciones exteriores
de la parte la más hermosa, la más vasta y la más fértil de América, no es un asunto
particular de España, sino que interesa al mundo civilizado.
21
Las dos potencias de América reconocidas en Europa se encuentran igualmente
comprometidas con las dificultades sin número que resultan de la prolongación de una
lucha que desola al nuevo mundo desde hace cerca de nueve años, y cuyas consecuencias
se harán sentir en todas las naciones. Desde hace ya varios años, las Provincias Unidas de
Sud América y más recientemente Chile, poseen los títulos que se pueden exigir de un
país nuevo pero digno de tener una constitución nacional. Sin embargo, el comercio tan
considerable de la Europa en esta parte del mundo se encuentra entregado a una anarquía
que crece todos los días. Es fácil percibir los males que deben resultar de las trabas puestas
a la marcha natural de las cosas por la especie de fatalidad política, a la cual la América
está sometida. Por otra parte, este asunto interesa igualmente a todas las grandes potencias
de la Europa. Así pues todo contribuye a hacer este momento el más oportuno para rogar a
Vuestra Excelencia
quiera bien hacer conocer a su augusto amo que estoy autorizado por
el gobierno de las Provincias Unidas de Sud América para asegurar sobre bases sólidas la
paz del nuevo mundo, así como sus relaciones futuras con el antiguo.
Según Piccirilli, “en ningún párrafo del oficio de Rivadavia al gabinete de las
Tullerías negoció la monarquía argentina nuestro comisionado, sobre la base de la
independencia, como en alguna circunstancia se ha escrito”36 .
Asimismo, el autor citado comenta que vuelto a Londres, Rivadavia recibe al Dr.
Valentín Gómez que venía de Buenos Aires con instrucciones precisas: “”1°. Abrir
tramitaciones con el gabinete de las Tullerías” y atender a las propuestas enfiladas a
“establecer una monarquía en el Plata; sobre la base de la independencia de la Patria,
inclusive la Banda Oriental”; 2° No despreciar las proposiciones de las otras potencias,
salvo España y naciones de segundo orden como Portugal y Suecia”; “No cerrar ningún
negocio sin aprobación del Congreso”; 4°. “Proceder a la contratación de un empréstito
entre algunos banqueros o nación europeos”.
Con fecha 8 de julio de 1819 comienza Rivadavia su correspondencia con Valentín
Gómez desde Londres y le señala que éste es un país muy poco abierto para la diplomacia.
36
Piccirilli, R. Rivadavia y la diplomacia. Episodios de una empresa monárquica frustrada 1818-1820.
22
Gómez, por su parte, no permanece inactivo en Francia y logra el 1° de julio una
entrevista con el ministro Desolle, en la que éste propone al Duque de Orleans. Enterado
de dicho encuentro, Rivadavia le dice a Gómez que quiere informar al respecto al enviado
chileno Antonio Irisarri.
Este último quería establecer una monarquía que incluyera la región de Venezuela y
Nueva Granada, que se unirían a la causa de las Provincias Unidas y Chile, pero Rivadavia
se mostró cauteloso ante esa propuesta.
La cuestión del empréstito era otro problema a tratar por los comisionados.
Mediante tramitaciones con la casa Hullet Hnos, Irisarri saldrá beneficiado con una renta
de 20.000 libras, que le permitirá mantener un rumboso tren de vida, comenta Piccirilli.
El año 1820 sellaría las labores de los comisionados diplomáticos destacados en
Londres. La gran quimera monárquica se desvanecería azotada por el huracán de una
realidad argentina florecida en el Tratado del Pilar. Para setiembre, Rivadavia y Gómez
serían dos hombres desposeídos de todo sentido oficial y práctico de simulación de
simulación realizado en las Cortes de Europa, deseosos de transferirnos la independencia
adosada a un príncipe.
El proyecto de Le Moyne, las vistas dirigidas hacia el Duque De Luca, las
tramitaciones realizadas con el Duque de San Carlos, el empréstito, el plan de Irisarri con
Nueva Granada y Venezuela, fusionado a los intereses de independencia de Chile, y las
Provincias Unidas del Río de la Plata, todos los actos y entremeses del espectáculo
cortesano serían apenas imágenes desvaídas de un momento superado.
A su hora, ninguno de los actores escaparía a ser juzgado. El descrédito y el epíteto
menguado no ahorrarían matices en el juicio, mas a los comisionados argentinos les
quedaría la tranquilidad de no haber comprometido ni prevaricado el destino de la Patria.
Enfáticamente, Picicirilli expresa “La dignidad estuvo salvada”.
Al referirse concretamente a la misión diplomática Belgrano-Rivadavia a Europa,
Ignacio Álvarez señala: “La misión se dirigía a obtener un príncipe de la casa reinante de
España,
para colocarlo en un trono que asegurase
a esta parte de la América la
independencia constitucional. No califico a los autores de tan insensato proyecto como lo
han hecho otros, llamándolos a los comisionados como “traidores a la patria”. Porque,
retrogradando a la época en que fue concebido, se hallarán las graves dificultades con que
23
se luchaba entonces, tanto por el poder positivo de la España, desembarazada con la
caída de Napoleón, y fuerte en sus posesiones de América, como por la anarquía que
pululaba en todos los ángulos de las entonces llamadas Provincias Unidas”.
Y agrega “El juicio reposado de la historia valorará esos actos transitorios de la
revolución””37.
Por su parte, Goñi-Demarchi y Scala consideran a esta misión diplomática como
“la desnaturalización de la revolución, que por temor a la venganza española, debe
preferirse un príncipe inglés al Rey de España. Consideran que la misión está fuera del
proceso histórico que se abre en mayo de 1810 y aún ha de verse agravada por la fatal
desorientación en que cae uno de los comisionados que es, obviamente Rivadavia.
Conclusiones
El presente trabajo tiene como interés central poner en evidencia
aspectos
relacionados con el proceso de independencia argentina, particularmente durante los años
1814-1816, desde el punto de vista de las misiones diplomáticas dirigidas a ese propósito.
En tal sentido, no sólo se trataba de proclamar la independencia, sino además de
establecer la forma de gobierno más conveniente para las Provincias Unidas del Río de la
Plata, según las posibilidades y alcances más favorables a la causa patriótica.
Como no podía ser de otro modo, los documentos consultados dan cuenta de las
dificultades y desazones de los comisionados que deben negociar un tema tan delicado
dentro de una Europa conmocionada por sus propios problemas.
Hemos abordado en principio el panorama interno e internacional entre 1814 y
1816 para sincronizar los acontecimientos de forma tal que nos permita observar el
complejo entramado de conflictos, intereses, resistencia al cambio
y propuestas
superadoras puestas en juego en la misión Belgrano-Rivadavia a Europa.
Paralelamente, se pueden visualizar las posiciones historiográficas en pro o en
contra de la labor de los comisionados Belgrano y Rivadavia, aplicando criterios actuales a
los actores sociales que realizaron acciones según los parámetros de su época, actitud
conocida como anacronismo histórico.
37
Álvarez, .Apuntes sobre Belgrano. En: Documentos del Archivo de Belgrano, Buenos Aires, Museo Mitre
vol. I.
24
Por otra ´parte, la presencia inglesa en Río de Janeiro era un factor de presión o de
posibilidades según los momentos en las relaciones de Londres con Madrid. Los intereses
de los patriotas tropezaron en diversas oportunidades con los propios intereses de las
potencias mencionadas.
Se han tenido en cuenta los documentos diplomáticos que llevaron a Europa
Belgrano y Rivadavia, tanto en las Instrucciones públicas como en las Reservadas. La
lectura y comentario de las mismas nos acerca a las interpretaciones de los protagonistas
involucrados y al modo de enfocar las posibles soluciones a las cuestiones en debate.
Durante el período considerado, hubo además circunstancias imprevistas que
aliviaron el peligro de invasión de la expedición de Morillo al Río de la Plata, como la toma
de Montevideo y los triunfos de la escuadrilla naval de Brown. En tales momentos figuras
como la de Juan Larrea y Carlos María de Alvear también hicieron sus aportes desde
lugares distintos pero con idéntico entusiasmo para derrotar a los realistas.
Las negociaciones en Europa fueron difíciles, por el propio peso de los
acontecimientos sucedidos en esos años y el interés del rey Fernando para recuperar sus
colonias imponiendo el poder absolutista recuperado.
Diversas fueron las posibilidades en materia de un rey en el trono de las Provincias
del Plata, que a su tiempo serían descartadas y triunfaría la causa republicana. Pero esos
intentos nos permiten entender mejor las dificultades existentes para encontrar una solución
satisfactoria por parte de los involucrados.
El recorrido azaroso de Rivadavia a Madrid y a Francia da cuenta de lo antedicho,
así como los conceptos de personajes influyentes en las distintas cortes que dieron sus
puntos de vista, su apoyo o negativa a las propuestas del comisionado.
Por su parte, Manuel Belgrano, vuelto a Buenos Aires, fue uno de los impulsores de
la declaración de la Independencia, que también da cuenta de las fluctuaciones en las
diversas posiciones de los protagonistas de aquel agitado tiempo argentino.
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27