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ORTEGA Y GASSET
(Introducción) Ortega y Gasset es el filósofo español más representativo del siglo XX, ya que su
pensamiento ha marcado la filosofía española de la posguerra y, aunque su obra no es
sistemática, se le puede encuadrar dentro de las filas del “perspectivismo” y el
“raciovitalismo”.
Para nuestro autor, la filosofía (a diferencia de la ciencia y de la técnica) es una disciplina (un
sistema de conceptos basados en la razón y en la lógica) meramente teórica ajena a toda
utilidad, lo que no implica que no sea imprescindible, ya que ayuda al hombre a orientarse en
la vida y a buscar la verdad. Se entiende así que la filosofía sea para Ortega algo vital: un afán
por entenderlo todo y en radicalidad. Es precisamente esto lo que lleva a Ortega a la pregunta
por la realidad radical.
El método de trabajo es el “asedio filosófico”: tratar un tema desde distintos puntos de vista
(perspectivas), profundizando en él hasta llegar a la radicalidad del mismo. Para ello, Ortega
pone tres requisitos: la autonomía, es decir, no partir de creencias previas o prejuicios,
pantonomía, tratando de entender el universo en su totalidad y no de forma fragmentaria, y
esencialidad, ir al dato radical de las cosas.
(La realidad radical) Para responder a la pregunta por la realidad radical Ortega repasa las
respuestas dadas a lo largo de la historia de la filosofía. Los filósofos antiguos y medievales
consideraron como real todo lo que fuera “cosa” u “objeto”, por lo que la “realidad radical”
sería la cosa u objeto más importante. Por su parte, los filósofos modernos, al dudar de la
existencia de un mundo fuera de la mente, consideraron como real solo aquello que fuera
“evidente”, por lo que la “realidad radical” sería la realidad más evidente: el yo o el
pensamiento.
Ortega cree que tanto unos como otros se equivocaron: el pensamiento (Yo) y las cosas se
implican mutuamente, por lo que la realidad radical será la mutua implicación del yo con las
cosas, esto es: la vida.
Estamos ante algo totalmente novedoso, por lo que es necesario pensar detenidamente esa
realidad radical que es la vida. Es en este punto donde Ortega nos habla de las categorías de la
vida.
¿Qué es la vida? ¿En qué consiste vivir? Ortega entiende por vida todo lo que hacemos o nos
pasa a cada uno, siempre y cuando seamos conscientes de ello. Por eso vivir es “saberse”,
“comprenderse”, “encontrarse”. Al vivir, el hombre se encuentra a sí mismo en el mundo
ocupado con algo, en una circunstancia. La circunstancia es todo aquello que nos rodea y que
entra a formar parte de nuestra vida, por eso para Ortega “Yo soy yo y mi circunstancia”. Pero
dado que la circunstancia es algo que se nos impone (ya que vivir es encontrarse de pronto, sin
saber cómo, en una circunstancia determinada), la vida es imposición o fatalidad. La vida es
un problema que tenemos que resolver nosotros sin recibir una preparación previa, por lo que
estamos obligados a elegir entre varias posibilidades, lo que supone que la vida, a la vez de
fatalidad, es libertad. Vivir es, por tanto, un constante decidir del hombre lo que va a ser y aún
no es, una constante futurición. Anclados en el presente cósmico, vivimos en el futuro y desde
el futuro vivimos en el pasado y el presente, por lo que nuestro autor afirmará que la vida es
proyecto: el proyecto vital que cada uno tiene que realizar sobre sí mismo.
(Teoría del conocimiento) Si la realidad radical es mi vida y ésta se da siempre en una
circunstancia, entonces solo podemos conocer la realidad desde una determinada
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circunstancia o perspectiva. Ortega piensa que ni el escepticismo ni el dogmatismo logran dar
una explicación al problema del conocimiento, ya que el primero rechaza la existencia de la
verdad y el dogmatismo, aunque afirma la verdad, rechaza todo papel del individuo, la vida o
historia en el proceso de conocimiento. Frente a ambos, Ortega defiende una concepción
perspectivista del conocimiento. Sostiene que la realidad es multiforme y tiene numerosas
perspectivas, de modo que solo conocemos la realidad en perspectiva. El error no nace de la
perspectiva, sino al pretender absolutizar un determinado punto de vista, olvidando que
nuestros conocimientos son solo una perspectiva entre muchas. Por el contrario, la
perspectiva es el único camino posible para acceder a la verdad y ésta solo se alcanza cuando
se multiplican las perspectivas, se armonizan y se jerarquizan adecuadamente. Por último,
Ortega afirmará que cada hombre tiene una misión de verdad, somos insustituibles dado que
solo entre todos llega a ser vivido lo humano.
(Seguimos dentro de la teoría del conocimiento) El perspectivismo permite a Ortega superar
tanto el objetivismo como el escepticismo. Pero afirmar que el conocimiento humano es
siempre “en perspectiva”, exige una nueva idea de la razón: será la razón vital e histórica
Para nuestro autor, la razón vital es la única forma de captar e interpretar adecuadamente la
vida, ya que cuando el vitalismo renuncia a interpretar la vida a partir de la razón, la convierte
en algo irracional que hace imposible un proyecto vital; por su parte, el racionalismo al
pretender someter a la vida a los dictados de una razón pura, es incapaz de entender la vida.
Frente a ambos, Ortega propone la razón vital como instrumento para captar la realidad
radical: el proyecto vital que cada uno está obligado a diseñar.
Por ese motivo, la razón vital es “razón histórica”: no se trata de dos razones distintas, sino
dos aspectos de la misma razón, ya que la razón vital en su necesidad de explicar mi vida y de
la de la sociedad, necesita recurrir a la historia. Según Ortega, “el hombre no tiene naturaleza
sino historia”. En consecuencia, la historia es el método adecuado para interpretar la vida,
tanto individual como social, ya que solo mirando el pasado es posible entender lo que cada
uno de nosotros es en el presente, y lo que puede llegar a ser en el futuro.
Es aquí donde tiene cabida la distinción entre ideas y creencias. Mientras las ideas son todos
aquellos pensamientos que se nos ocurren acerca de la realidad o nosotros mismos, sobre los
que discutimos y debatimos (por lo que van cambiando con el tiempo), las creencias, en tanto
conjunto de convicciones que sustentan nuestra vida, “nos tienen a nosotros”, de modo que,
cuando éstas nos abandonan, acudimos a las ideas para llenar su vacío, por eso algunas ideas
llegan a convertirse en creencias.
(Sociedad / política) Para interpretar la historia y la sociedad Ortega plantea la teoría de las
generaciones, en la que asume que en toda sociedad conviven distintas generaciones, siendo
las establecidas y las nuevas los dos tipos fundamentales existentes. Cuando los
planteamientos de éstas son compatibles, la sociedad se desarrolla sin sobresaltos, pero si no
es así, se produce una crisis social, como la que tiene lugar en su época, en la que se produce
una rebelión de las masas. Según Ortega el hombre puede ser “masa” o “minoría selecta”, algo
que no tiene que ver con la posición social de cada uno, sino con la forma de vida. El hombre
masa es aquel que se siente satisfecho de sí y no se exige nada a sí mismo, mientras que
pertenece a la minoría selecta todo aquel que se exige a sí mismo más que a los demás y vive
buscando su desarrollo máximo. El problema actual, según el autor, es que el hombre masa
gobierna la sociedad sin atender a la minoría selecta, imponiendo su capricho uniformador y
poco respetuoso con la libertad individual.