Download TESOROS 27 DE MARZO DE 2017

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SUPONGA que una mañana temprano, cuando todavía está en la
cama, siente un dolor agudo en el pecho y le falta el aire. “¿Será un
ataque al corazón?”, piensa. Reconoce que restarle importancia a los
síntomas no servirá de mucho y que convendría tomar medidas
urgentes. Así que llama una ambulancia para que lo lleve al hospital.
Es posible que el médico le haga un electrocardiograma a fin de
establecer un diagnóstico y administrarle el tratamiento adecuado,
pues sabe que actuar con prontitud puede salvarle la vida.
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¿Cómo está nuestro corazón simbólico? Tal vez sea difícil saberlo.
De hecho, la Biblia asegura: “El corazón es más traicionero que
cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”
(Jer. 17:9). El corazón puede engañarnos, haciéndonos pensar que
no existe ningún problema espiritual aunque los demás sí perciban
síntomas peligrosos y estén preocupados. ¿Por qué podría
engañarnos? Porque nuestras tendencias pecaminosas nos juegan
malas pasadas, y Satanás y su mundo pretenden enmascarar nuestro
verdadero estado de salud espiritual. Con el objeto de examinar
nuestro corazón, veamos cómo actuo Jeremías.
Para cumplir bien con su comisión, Jeremías debía obedecer las
directrices de Dios. Leamos Jeremias13:1-5. Si hubiéramos estado
en su lugar, ¿las habríamos obedecido nosotros? , Jehová le mandó
que consiguiera un cinto de lino y se lo pusiera. Luego le ordenó viajar
hasta el río Éufrates. Si consultamos un mapa, veremos que hay unos
500 kilómetros (300 millas) de distancia. Una vez allí, Jeremías tenía
que esconderlo en la hendidura de un peñasco y volver a Jerusalén.
Imaginémonos al profeta marchando por las montañas de Judea
camino del Éufrates y luego, dependiendo de la ruta que tomara,
internándose en el desierto. ¡Y todo eso para esconder un cinto de
lino! Su larga ausencia debió de despertar la curiosidad de sus
vecinos. A la vuelta, no traía el cinto. Tiempo después jehova se
vuelve a comunicar con Jeremias. Que le dice en esta ocacion
Leamos jeremias 13:6,7. En total, Jeremías recorrió casi
2.000 kilómetros (1.200 millas). Entre los dos viajes. A algunos críticos
bíblicos les parece increíble que fuera hasta tan lejos y caminara
durante meses.
¿No habría sido razonable pensar que aquello era una pérdida de
tiempo y un esfuerzo inútil? Sin embargo, como Jeremías se había
dejado moldear por Dios, no pensó así. En lugar de quejarse,
obedeció sin demora.
No fue sino hasta el segundo viaje que Jehová explicó a Jeremías
que su actuación serviría de telón de fondo para pregonar un
contundente mensaje. Leamos Jeremias 13:8-11. ¡Qué manera tan
impactante de enseñar! La devota obediencia del profeta en algo que
a simple vista parecía trivial fue importante en los intentos de Jehová
por llegar al corazón de la gente (Jer. 13:11).
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Los cristianos de la actualidad no tenemos que caminar
centenares de kilómetros para impartir una lección divina.
Pero ¿puede ser que nuestra forma de vida llame tanto la
atención a nuestros vecinos o conocidos que hasta nos
critiquen? Quizás tenga que ver con la manera de
arreglarnos, el tipo de estudios que elegimos, nuestra
profesión o hasta la opinión que tenemos sobre las bebidas
alcohólicas. ¿Estaremos tan decididos a seguir las
instrucciones divinas como Jeremías? Si dejamos que Dios
moldee nuestro corazón, puede que se nos presenten
ocasiones para dar un buen testimonio. De todos modos, nos
beneficiará para siempre obedecer las directrices de Jehová
recogidas en su Palabra y aceptar la guía que nos llega
mediante el esclavo fiel. En conclusión, podemos evitar los
engaños de un corazón traicionero y ser como Jeremías. Por
lo tanto, no dudemos en dejarnos moldear por Dios;
permitámosle que nos convierta en vasos honorables y nos
use para la eternidad.