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Julián Powell
El poder de la palabra
Olimpiadas de filosofía 2014
El poder de la palabra
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
Límites, Juan Gelman.
¿Qué se siente ser un pez? Si fuera un pez no lo sabría.
Solo por la palabra el hombre existe. Es la madre de la pregunta. Si pienso y luego existo,
comienzo a existir desde el momento en el que cuestiono mi existencia, y esto solo ocurre
a través de la palabra. La siguiente argumentación no tendría lugar sin ella y esta es la
prueba irrefutable de su poder, ya que no podemos cuestionarla sin emplearla. La única
forma de desafiarla sería hacer silencio pero, ¿Es eso posible?
Es curioso que yo exista mientras la tinta no se acabe. Mientras estos símbolos se
sucedan, mi voz seguirá sonando. Por un momento, el lector puede leer estas líneas e
imaginará que no está tan solo. Puede también sin ningún problema dejar de leer, y mi
voz dejará de sonar.
Voy a invocar, con el permiso de Borges, una bandada de pájaros. Un grupo más o
menos numeroso de gorriones que cruza el cielo hasta perderse en el horizonte. ¡Acabo
de construir, de la nada, un conjunto de pájaros!
Estamos de acuerdo en que no hay prueba física de ellos. Nuestros ojos no los ven,
nuestros oídos no los oyen cantar. Si intentáramos agarrarlos nos quedaríamos con las
manos vacías. Pero, ¿Esto los hace menos reales? o en todo caso, ¿Qué los hace
reales? ¿Existe el pájaro antes de ser nombrado como tal?
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Efectivamente, ajeno a nuestro razonamiento, no repara en que es un pájaro siquiera.
Seguirá volando sin importar como lo llamemos. Para nosotros sin embargo, la idea nace
con su nombre. La idea -el pájaro inteligible, según Platón- nos significa más que el pájaro
concreto.No nos alcanza con verlo volar y cantar, sino que además tenemos que definirlo.
Tenemos que enjaularlo en un concepto que lo identifique. Un árbol no podrá jamás ser
un perro,
un auto, o una pelota de fútbol. Queda confinado a su nombre y así nos
quedamos tranquilos sabiendo que sabemos.
En este punto somos iguales a un niño que le teme a la oscuridad y se envuelve entre
sábanas para poder dormirse.
En primer lugar, ¿Qué representa la oscuridad? Para el niño y el hombre; Lo desconocido,
Todo aquello que no implica la verdad recíproca.1 Si un adulto cree que por poder dormir
sin el velador prendido ha perdido el miedo a la oscuridad está muy equivocado. Ese
temor, lejos de perderse cuando el niño crece, se vuelve a manifestar, ya que está
implícito en su naturaleza. Si es capaz de dormirse a oscuras será porque ha adquirido la
seguridad de que luego de apagar la luz, lo que lo rodea se mantendrá firme e inmóvil,
rígido e inalterable. Ahora está cubierto bajo el manto de la realidad, que lo refugia de la
incertidumbre. Y este manto se teje con palabras, o mejor dicho, con conceptos.
Todo aquello que percibimos e intentamos expresar mediante la palabra termina por
convertirse en un concepto. Esto ocurre"[...] por la circunstancia de que no ha de servir
para recordar la experiencia primitiva, única y específicamente individual que le ha dado
origen, sino que ha de corresponder a innumerables casos más o menos análogos, [...]en
una palabra, a un sinfín de casos entre los cuales no hay ni dos que sean iguales".2
La formación de los conceptos consiste en dejar de lado los aspectos que diferencien un
árbol del otro -sea color, tamaño, forma de las hojas- y centrarse en ciertos patrones que
se repiten en todo árbol, en la esencia del mismo. Consiste en una constante metáfora,
pues cada árbol es único en el mundo y nosotros inventamos los hilos que los unen,
reinterpretando sus cualidades en tanto creemos que son equivalentes entre sí.
1
2
Ernesto Sábato, Oscuridad, Ensayos p 94, Editorial Losada S.A., Buenos Aires 1970.
Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, p4, Obras completas, vol. I, Ediciones
Prestigio, Buenos Aires 1970.
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A esto se resume la articulación de la realidad, que se constituye como el producto de lo
que percibimos y lo que interpretamos de ello.3Uno por uno los conceptos se suceden,
entrelazándose para formar el mundo realy por lo tanto, concediendo existencia. Yo soy,
vos sos, nosotros somos. Así de simple. El pájaro vuela porque decimos que vuela. El pez
nada porque decimos que nada.
Nietzsche se pregunta: ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades?4
Efectivamente, sí. Todo aquello que no pueda ser abordado por la palabra queda
automáticamente exento de la realidad. No existe.
Habrá que inventarle otro nombre.
3
Platón, Realidad Inteligible y Realidad Sensible.
Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Obras completas, vol. I,
4
EdicionesPrestigio, Buenos Aires 1970
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