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LAS SEMILLAS QUE RECIBIÓ SAN VICENTE DE PAÚL
Cuentan los ancianos que hace muchísimos años, Dios Madre Padre veía como sus dones eran recibidos
por todos los hombres y mujeres. Dios derramaba sus dones "a mares" pero muchos de ellos no llegaban
a calar en el corazón de las personas, era como si tuvieran unos impermeables invisibles que les impedían
que todos sus dones entraran en el corazón de las personas. A Dios todo esto le mosqueaba y empezó a
contemplar a las personas. Poco a poco se dio cuenta de que el hecho de crear a cada ser humano como
único e irrepetible le daba unas características propias a cada uno y esto era lo que hacía que unos dones
calaran más que otros en sus vidas... Y a Dios se le ocurrió que según las necesidades, características y
cualidades de cada persona, ésta recibiría unos dones que le complementarían...
Pasó el tiempo...
Y un día Dios le echó el ojo a un personaje "un poco especial": se llamaba Vicente y lo cierto es que lo
había dejado un poco a su aire para ver si se centraba en su tarea como sacerdote; pero lo cierto es que
pasaban los años y aún seguía sin resolver su problema de querer ser importante, tener dinero y prestigio,
de buscarse a sí mismo y vivir sin preocupaciones... Dios decidió intervenir y lo hizo de la única manera
que sabe, a través de otras personas... Una de esas personas fue Margarita de Valois que lo nombró
"limosnero real". A partir de este momento, se iba a encargar de repartir las ayudas económicas de parte
de la reina. Esto hizo que entrara en contacto con los campesinos y aldeanos de las cercanías de París; al
visitarles y conocerles en persona, descubrió las grandes necesidades que tenían: la gran mayoría de ellos
pasaban hambre, iban vestidos con harapos, trabajaban de sol a sol para sus señores, no disponían de
vivienda digna, etc. Pero también descubrió el gran amor y confianza que tenían en Dios. Dios aprovechó
para derramar sobre él los valores de la escucha y de la cercanía y esto hizo que en su corazón germinaran
la
disponibilidad
y
la
compasión.
Dios seguía observando a Vicente: había cambiado un poco su estilo de vida pero aún le quedaban
algunos deseos de triunfar y tener una buena vida... Así que Dios se puso manos a la obra... Se fijó en una
Dama de la Caridad que sentía un profundo deseo de amar a Dios y de entregarse a Él, se llamaba Luisa de
Marillac. Dios propició el encuentro y también les abrió el corazón al sufrimiento y dolor de las pobres
gentes de París y de los alrededores. En ambos nació el deseo de ayudar a estas personas y empezaron a
recoger, organizar y distribuir las ayudas que recibían de la nobleza francesa... Dios aprovechó esta
oportunidad para derramar sobre Vicente los valores de la dignidad humana y la justicia. Cuando Vicente
miraba a estas personas descubría en ellos a hijos de Dios heridos por las circunstancias de su tiempo...
SAN VICENTE DE PAÚL
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Dios seguía muy de cerca "los progresos" de Vicente, en su corazón no existían tantos deseos de "buena
vida" pero Dios le tenía preparada otra gran sorpresa: una joven vaquera de la aldea de Suresne, llamada
Margarita Naseau. Estando un día hablando con las Damas de la Caridad sobre las necesidades más
importantes de las gentes de París y alrededores le avisaron que había una joven que preguntaba por él,
la recibió y cuál fue su sorpresa cuando esta joven le dijo: "puesta a servir, prefiero servir a estos mis
hermanos pobres y abandonados que a los nobles ricos e importantes de París". Vicente no daba crédito
a lo que estaba oyendo: ¡quería servir a los pobres!... y acogió con los brazos abiertos a Margarita. Dios,
a través de Margarita, derramó en el corazón de Vicente los valores de la gratuidad y la entrega sin
límites.
Qué profunda alegría tenía Dios al contemplar a Vicente, ya no vivía centrado en sí mismo y preocupado
por tener una buena posición social, ahora su tiempo transcurría preocupado por la vida de los más
pobres e indefensos...
Había un sacerdote que había estado junto a Vicente casi desde el principio, era el Padre Portail. Dios a
través de él había ido derramando en Vicente el don de la solidaridad. Portail era el encargado de
distribuir los alimentos y las ayudas entre los pobres, siempre pedía más y más, Vicente muchas veces se
"agobiaba" porque no tenía nada pero siempre la providencia de Dios salía al paso.
Junto con todos estos valores que Dios había ido derramando en el corazón de Vicente a través del
encuentro con las personas, también brotaron otros como la audacia y la creatividad, pues fue capaz de
construir
puentes
de
solidaridad
y
justicia.
Como os había dicho antes, Dios seguía muy de cerca la vida de Vicente… y viendo todo lo que había ido
dejando en estos años, se dio cuenta que ya estaba preparado para recibir el gran regalo...
Dios a través de Vicente nos ha regalado el carisma del servicio a nuestros hermanos los más pobres.
Si alguno me pregunta qué es el carisma vicenciano os diré que es la manera que tenemos nosotros de
construir el reino de Dios aquí y ahora. Todos nosotros somos herederos y responsables de una herencia:
"el servicio a nuestros hermanos los más pobres" pero desde los valores que Vicente descubrió y vivió.
Nuestro mejor legado es el sueño de Dios, un mundo de hermanos, creer en la posibilidad de otro mundo
y de una vida mejor para quienes lo tienen muy difícil; ese es el gran reto del carisma vicenciano hoy:
mirar de frente la dura vida de los pobres, mirarla con amor y ponernos el delantal de siervos para
servirles.
SAN VICENTE DE PAÚL
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