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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
CURSO A DISTANCIA SOBRE
EL CARISMA CORAZONISTA Y SUS FUNDADORES
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Se toma como esquema de trabajo un modelo propuesto por Amadeo Cencini para
los consagrados pero aplicable a todo cristiano que se vincula con un carisma
determinado (del libro “Amarás al Señor, tu Dios. Psicología del encuentro con
Dios”).
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Este esquema va dando cuenta del proceso humano (psicológico, espiritual,
social…) que vive la persona. No está armado desde la perspectiva de “lo que es”,
sino desde el enfoque de la experiencia.
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La idea es que la adhesión a un carisma (mutua reciprocidad) genera en la persona
identidad, realización, plenitud… hace de ella una persona “carismática”.
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Presenta los siguientes pasos como posibilidad para realizar este proceso de
adhesión:
1) SENTIDO DE PERTENENCIA: Uno comienza a vincularse con el carisma al
“sentirse a gusto” en un lugar, cerca de determinada comunidad. Se siente
identificado con cómo se vive y se trabaja en ese grupo humano.
2A) EXPERIENCIA MÍSTICA: El encuentro con Dios no “precede” a la adhesión al
carisma. Sino que es un paso siguiente (al mismo tiempo que el Camino Ascético).
Mi experiencia de encuentro con Dios va cambiando a medida que profundizo en el
carisma, me encuentro con Él de forma distinta, me revela nuevas cosas…
2B) CAMINO ASCÉTICO: Simultáneamente al anterior, empiezo a responder
distinto a Dios. Realizo una “ascesis” entendida como aquello que dejo de lado o
aquello por lo que opto para dar respuesta al llamado de Dios, para facilitar el
encuentro con Él.
3) COMPROMISO APOSTÓLICO: El último paso es llegar a la “acción”, pero como
expresión del carisma y no como un mero hacer. Sería la experiencia de ser
“contemplativos en la acción”, integrar al carisma en toda mi vida.
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Podemos pensar que como comunidad (como Provincia) hemos trabajado los
pasos 1 y 3, pero no tenemos en claro cómo suceden los pasos 2A y 2B. Es decir,
hemos hecho siempre hincapié en nuestro “espíritu de familia” y en el
“compromiso” en el trabajo, pero no hemos desarrollado un camino espiritual
(místico-ascético) propio, al menos no explícitamente. Además estos pasos son los
más difíciles de abordar, pues su dimensión social (visible) es menor.
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Puede ser que muchos de nuestros directivos y docentes estén en el paso 1. Eso
no es un inconveniente… no se les invita a “formarse en el carisma”, sino a
animarse a hacer un viaje interior que les puede cambiar la vida, configurándola
con el carisma Corazonista.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
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No se trata de hacer este proceso con cada tema tratado, sino que todos los temas
tratados se ordenen dentro de este esquema.
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Las figuras de Andrés Coindre y del Hno. Policarpo son los acompañantes en este
viaje. A medida que cada uno haga el proceso irá conociendo cómo lo vivieron
ellos. No sólo para ilustrarse, sino para que su experiencia sea una referencia
permanente para evaluar la nuestra.
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Posibles “encuentros”:
1) SENTIDO DE PERTENENCIA:
Encuentro 1: Mis experiencias de pertenencia.
Encuentro 2: La comunidad educativa Corazonista
2A) EXPERIENCIA MÍSTICA:
Encuentro 3: El Corazón de Jesús
Encuentro 4: La Espiritualidad de la Comunión
2B) CAMINO ASCÉTICO:
Encuentro 5: La vida de oración
Encuentro 6: La conversión del encuentro con el otro
3) COMPROMISO APOSTÓLICO:
Encuentro 7: La Pedagogía de la Confianza
Encuentro 8: Peregrinos de Esperanza
ENCUENTRO “TIPO”:
 PRESENTACIÓN:
Párrafo seleccionado a modo de presentación de la etapa, del libro de Amadeo
Cencini. También puede haber otro párrafo que introduzca el tema concreto del
encuentro,
 MOTIVACIÓN:
Cuento, fábula, parábola, poesía… a modo de disparador. Puede ir acompañada
de alguna pregunta de reflexión.
 NUESTROS FUNDADORES:
Texto/s de o sobre los Fundadores (puede ser uno de/sobre Coindre y otro
de/sobre Policarpo). En estos textos se debe ver plasmada en la experiencia de
cada uno de los Fundadores el tema del que se está hablando. Puede ir
acompañado de preguntas para afianzar la comprensión de cada texto.
 GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
Pueden ser preguntas, frases incompletas, espacios para redactar experiencias o
cualquier otro tipo de ejercicio que lleve a hincarle el diente a la propia experiencia.
Ésta debe ser la sección más rica y la que sí o sí deben completar quienes
participen del curso. Aquí está la mayor riqueza para compartir.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
 ORACIÓN:
Es bueno que cada encuentro termine con una oración o salmo que nos invite a
poner en mano de Dios nuestras vidas y lo que hemos descubierto de ellas.
 MATERIALES COMPLEMENTARIOS:
Dado que el texto de Cencini son unas pocas páginas en total se puede en el
primer encuentro de una etapa presentar como material complementario dicho
texto completo (adaptado para que esté expresamente dirigido a los laicos) y en el
segundo encuentro de la misma etapa algunas citas bíblicas y preguntas u otros
textos de reflexión. Puede contener referencias a la Regla de Vida, al Ideario o a
algún otro documento congregacional.
COMENTARIOS
 Todo el proceso debe llevar una introducción con las ideas clave de Cencini (hay
algunos párrafos del mismo libro que se pueden extractar para ello).
 Debemos ser cuidadosos para no abusar de las preguntas, habrá que ver la forma
de presentar “ejercicios” creativos.
 Debe tener una diagramación final agradable (poniéndole imágenes, tipos de texto,
etc) sin que esto genere archivos pesados.
 Al finalizar todo el curso debe haber una evaluación del mismo que le permita al
participante visualizar todo lo trabajado y a la vez que sea una devolución para
nosotros sobre cómo “funcionó” el mismo.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 1
“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Marcos 3, 33
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre el sentido de pertenencia:
“Nace de la sensación de descubrirse a sí mismo en un carisma y marca –a su vez– el
inicio del camino de identificación. Es una intuición, aún vaga al principio, pero que se
vuelve más clara y precisa; viene del Espíritu y provoca esa mezcla de quietud y tensión,
típica de quien ha encontrado luego de una búsqueda, pero siente el deber de seguir
buscando; suscita atracción hacia el carisma porque lo descubre como condición
indispensable para ser uno mismo y ser feliz, como una parte de sí mismo que espera
para ser realizada y que, una vez realizada, le dará el sentido de plenitud interior y de la
peculiaridad del propio yo”
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág 43
En este primer encuentro vamos a hacer una relectura de nuestra vida, poniendo el énfasis sobre las
diferentes experiencias de pertenencia que hemos mantenido con diversos grupos humanos. No
vamos a centrarnos aún en nuestro sentido de pertenencia Corazonista, sino que vamos a detenernos
a explorar todos los demás espacios sociales o eclesiales a los que hemos pertenecido o
pertenecemos. El Padre Andrés Coindre y el Hermano Policarpo nos van a acompañar en este viaje,
pues ellos también mantuvieron diferentes espacios de pertenencia de entre los cuales el Señor los
llamaría a uno en concreto.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
B. SENSIBILIZACIÓN
Afuera llovía.
Adentro olía a hogar.
Habíamos comido.
Habíamos reído.
Yo me había puesto algo triste.
Ninguna tristeza que importara demasiado.
Y le dije a Lucas:
Esto es lo único que tenemos:
los otros nuestros,
el sentimiento de pertenencia
a los demás,
y yo estoy tan orgullosa de mis demás.
Y dije que no importa si suena cursi.
Jugamos con los límites
pero no buscamos armar el rompecabezas,
no buscamos hipotecarnos al otro,
sólo buscamos calor.
Llamamos por teléfono a las dos de la mañana,
pero no tenemos nada trascendente que decir,
sólo queremos decir.
Mi gente es el espacio para la libertad.
Son tipos y tipas que llenan el espíritu.
Yo,
por una vez en esta vida,
puedo sentirme orgullosa de algo.
Adaptado de www.loscuentos.net
¿Qué sentimientos me despierta este texto?
¿Hay alguna frase que podría ser mía?
¿Hay algo en el texto que me moleste o que no entienda?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
Vamos a analizar qué experiencias de pertenencia vivieron el Padre
Andrés Coindre y el Hermano Policarpo, sin centrarnos específicamente en
la comunidad Corazonista.
1) En primer lugar ambos fueron hijos de su tiempo y de su
cultura. Ambos fueron franceses, ambos vivieron en el siglo
XIX (si bien Andrés nació a fines del XVIII).
Se trataba de una época de grandes hombres ilustrados, recordemos que el siglo XVIII fue
llamado “el siglo de las luces” y que la Enciclopedia, obra insignia de este período, fue
publicada en 1751. La razón era la luz que debía iluminar todos los aspectos de la vida de
los hombres, con ella se terminarían todos los males. Fue pues, una época por tanto de
grandes ideas y pensadores tanto en el campo de la filosofía como en el de la ciencia o de la
política.
Y Francia fue, sin duda, la cuna donde se gestaron las ideas políticas que marcaron al mundo
desde el siglo XVIII en adelante. La revolución francesa (1789-1799) marcó el inicio de la
caída de las monarquías absolutistas en Europa, aunque aún se estaba muy lejos de alcanzar
una democracia sólida, como lo prueba claramente que Napoleón se proclamase emperador
en 1804, trono desde el cual condujo a Francia a la guerra contra el resto de las potencias
durante una década.
Después de la caída de Napoleón en 1814 se sucedieron en Francia durante buena parte del
siglo XIX diferentes formas de gobierno, todas de una duración relativamente breve:
monarquía constitucional, segunda república, segundo imperio, tercera república… todo esto
salpicado con nuevas revoluciones como las de 1830 y 1848.
Lo cierto es que la revolución francesa de fines del siglo XVIII marcó el final definitivo del
absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía y, en algunas ocasiones, las
masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país.
2) Pero dentro de este contexto general compartido, Andrés y Policarpo pertenecieron a
realidades socio-económicas y familiares muy diferentes.
Andrés nació (26/1/1787) y creció en Lyon, que era una ciudad ya importante en aquella
época y además en gran crecimiento como nos muestran sucesivos censos: en 1800 había
casi 89.000 habitantes, en 1806 ya llegaban a 102.000 y en 1821pasaban los 131.000. Era
por tanto una ciudad emprendedora y dinámica.
La familia de Andrés estaba compuesta por sus padres, Vicente Coindre y María Miffet, y
dos hermanos menores: Francisco Vicente y María. Otra hermana, Marta, murió de pequeña.
Su padre pertenecía a la pequeña burguesía de la ciudad, en un principio fue sastre, hasta que
más adelante se dedicó al comercio al por mayor de la sal.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Es de destacar cómo Andrés mantuvo su vínculo familiar a lo largo de toda su vida; es decir,
nunca renunció a este espacio de pertenencia aun cuando su misión evangelizadora le llevara
lejos. Tres elementos nos permiten realizar esta afirmación:
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Cuando Andrés Coindre vio la necesidad de comprar un inmueble para trasladar a los
jóvenes que había recogido en el Piadoso Socorro (una “providencia” donde enseñaba a
jóvenes pobres y expresidiarios el trabajo de los telares de seda), acudió a su padre, con
quien compraron a medias una propiedad en 1820. Vemos pues, que no sólo mantuvo un
buen vínculo como hijo, sino que su padre lo apoyó económicamente en sus
emprendimientos apostólicos.
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Su hermano, Francisco Vicente, también siguió estudios eclesiásticos y fue ordenado
sacerdote. Andrés lo mantuvo cerca de él y lo convirtió en su colaborador tanto en la
obra de las Hermanas de Jesús-María como en la de los Hermanos del Sagrado Corazón.
Llega a dar precisas instrucciones de que, si él faltara, Francisco Vicente debería hacerse
cargo de la conducción de los Hermanos.
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Se conservan 24 cartas que Andrés envió al Hermano Borgia (Director general de la
comunidad) entre 1821 y 1826. En ellas se abordaban las problemáticas que presentaba
la congregación y Andrés daba sus instrucciones. En casi todas termina pidiendo que
transmitieran sus cariñosos saludos a su madre, su hermana y su hermano; además de
que en muchas de ellas se preocupa por su salud y asuntos domésticos.
***
Por su parte Juan Hipólito Gondre (quien más tarde sería el Hermano Policarpo) nació el 21
de agosto de 1801 en la localidad de “Las Herederas”. Era una aldea con apenas centenares
de habitantes, ubicada a 1.100 metros de altitud en las estribaciones de los Alpes, a sesenta
kilómetros de la frontera con Italia. Región abrupta, de climas extremos y donde había que
luchar contra la naturaleza para asegurarse una difícil superviviencia.
Juan Gondre (padre del Hno. Policarpo) era a la vez carpintero, albañil y labrador, es decir
que trabajaba en todo aquello que le permitía mantener a su familia. Su madre, Victoria
Gonsalin, falleció cuando Juan Hipólito apenas tenía tres años. Posteriormente también
fallecieron su hermano menor, Napoleón, y sus dos hermanas mayores. En este contexto, el
pequeño Juan Hipólito debió colaborar con la economía familiar: participó de los trabajos
del campo y debió dejar el estudio para los meses de invierno o los tiempos libres.
Juan Gondre volvió a contraer matrimonio; su nueva esposa, Rosa Pellegrin, falleció
también a los pocos años. De esta unión nació José, el único que continuaría la línea
genealógica de los Gondre. Posteriormente, Juan se casó, por tercera y última vez, con
Victoria Vieux, que vivió hasta 1828. Juan Hipólito residió con ellos hasta su ingreso en el
Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón en 1827.
Un dato muy significativo del sentido de pertenencia de Policarpo a su tierra natal es el
hecho de que en 1822, recién recibido de Maestro, se le ofreció y él aceptó, el cargo de
Maestro-Director de la escuela de La Motte (un pueblo un poco mayor, del cual dependía
Las Herederas). Podría haber buscado otras opciones, pero elige permanecer con los suyos.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
3) Finalmente no podemos olvidar la pertenencia de Andrés y Policarpo a la Iglesia, y su
descubrimiento en ella de su pertenencia a Dios como hijos.
Debemos entender que el régimen absolutista depuesto por la Revolución Francesa tenía un
importante sustento doctrinal en la Iglesia Católica. No es por tanto de extrañar que quienes
deseaban terminar con los abusos de la monarquía consideraran que era también necesario
acabar con ella. Este clima de tensión o incluso de abierta lucha entre Iglesia y Estado marcó
la vivencia de todos los cristianos de esa época.
Andrés no tenía más que seis años cuando, en 1793, se cerraron las iglesias católicas, que
tuvieron durante una década prohibida la realización de actos de culto. Sin embargo la fe de
Andrés se alimentó en el hogar. Especialmente fue su madre quien le enseñó el catecismo y
quien sostuvo la vida de oración de la familia en el secreto de la propia casa. Llegado a la
edad escolar pudo frecuentar las clases de un instructor católico privado (tal vez un
sacerdote al margen de la ley que ocultaba su condición) y finalizado la etapa primaria pudo
seguir con el curso básico.
En 1804 se permitió la reapertura del Seminario y Andrés, con 17 años, decidió que su
camino era el servicio a Dios y a los hombres a través del ministerio sacerdotal. Allí se
formó durante cinco años. Fue ordenado sacerdote el 14 de Junio de 1812, a los 25 años de
edad y se le destinó a Bourg-en-Bresse, diócesis de Lyon.
Andrés pertenece a Dios y a la Iglesia, pero no se ató a un lugar determinado o a un servicio
concreto. En tan sólo 14 años de apostolado sacerdotal, entre 1812 y 1826 (año de su
muerte), se embarcó en un sinfín de proyectos y tareas:
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Participó entre 1815 y 1822, de la “Sociedad de la Cruz de Jesús”, un grupo de
sacerdotes con quienes predicó más de un centenar de misiones en pueblos de las
diócesis de Lyon y Le Puy.
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Guió y acompañó a Claudina Thevenet en el proceso que culminó con la fundación de
las Hermanas de Jesús-María en 1816 (originariamente Hermanas de los Sagrados
Corazones de Jesús y de María).
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Creó en 1817 una “providencia” (un hogar de acogida) para jóvenes. Primero se llamó
“San Bruno” y, posteriormente, “Piadoso Socorro”. En ella los muchachos aprendían la
industria de la seda y recibían una instrucción básica.
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A partir de esta obra, fundó en 1821 los Hermanos del Sagrado Corazón
(originariamente Hermanos de los Sagrados Corazones de Jesús y de María).
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Estableció también una tercera congregación, en esta ocasión de sacerdotes: Los Padres
del Sagrado Corazón, en 1822. Se desvinculó de ellos en 1825, posteriormente la
comunidad decayó y al tiempo desapareció.
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En 1826 fue designado Vicario General de la Diócesis de Blois, así como director del
Seminario mayor de la misma, es decir, responsable de la formación de los futuros
sacerdotes.
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Colaboró además con diversas parroquias en la atención de confesiones y celebración de
misas, atendió también hospitales y cárceles, y predicó retiros a comunidades religiosas.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Como vemos la pertenencia de Andrés a Dios, a quien consagró toda su vida y su energía, es
clara. También descubrimos que fue un emprendedor y que su pertenencia a diferentes espacios
eclesiales fue múltiple.
Llama la atención que sus congregaciones fueran nombradas “de los Sagrados Corazones de
Jesús y de María”. Podemos comprender fácilmente que Andrés tuvo un profundo sentimiento
de pertenencia al Corazón de Jesús y al Corazón de María, que marcó toda su obra.
***
Encontramos también en el Hermano Policarpo una profunda fe arraigada desde la niñez en el
seno familiar. A su padre se le llamaba en el pueblo “Juan el piadoso” y fue esta piedad la que le
permitió vivir con fe y esperanza las trágicas circunstancias en las que perdió a toda su familia
menos a su hijo varón mayor.
Son fuertes los testimonios que nos hablan de la fuerza de la fe del pequeño Juan Hipólito en su
infancia y adolescencia, en especial su devoción a la Virgen María, a quien levantaba pequeños
altares en el campo en compañía de algunos amigos.
La fe sencilla y sin grandes erudiciones fue calando hondo en Juan Hipólito, que manifestó su
deseo de ser sacerdote. Todos veían que tenía disposición y capacidad… pero les faltaba el
dinero para costear los estudios, lo que le obligó a resignarse.
Sin embargo, esta resignación y el dolor que conllevó fueron gestando en él algo nuevo: su
vocación de educador. A la larga, su título de Maestro, lo convirtió en uno de los Hermanos
mejor preparados académicamente y le permitió desempeñar un papel fundamental en nuestra
comunidad. Dios escribe recto con renglones torcidos.
No obstante, Juan Hipólito sentía que sus logros como Maestro no eran suficientes, le faltaba
algo que no tenía que ver con el “hacer” sino con el “ser”: deseaba pertenecer totalmente a Dios,
consagrarle su vida. Por eso recibió como una verdadera señal el descubrimiento de la
comunidad de Hermanos fundada por el Padre Andrés y dedicada a la educación. Así logró
conjugar en su vida su doble pertenencia y llamado vocacional: ser educador y consagrar su
vida a Dios.
Inició su noviciado el 27 de junio de 1827 y tomó el nombre de Hermano Policarpo. Desde ese
momento hasta su muerte en 1859, toda su vida y su apostolado los realizó como Hermano del
Sagrado Corazón.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUCATIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay)
es un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual.
Presentamos algunos artículos del mismo que nos hablan de las diferentes pertenencias que
vivimos, sin ahondar en este momento en lo específico de la pertenencia a la comunidad
Corazonista.
Puedes también buscar otros artículos para completar esta lista:
Pertenecemos a una sociedad y a un tiempo
Art. 15. Desde esta comprensión somos capaces de afirmar que nuestro mundo, nuestra
sociedad, es el lugar querido por Dios para entrar en diálogo con el hombre. En
nuestro contexto estamos llamados a realizarnos en forma personal y como comunidad
humana, de acuerdo al sueño de Dios para cada uno.
Art. 16. Este proyecto de Dios se encarna en la historia y nos invita a transformarla.
Por ello no podemos ignorar los graves problemas que acosan a nuestro mundo, a
nuestra sociedad y a nosotros mismos. Hoy nos envuelve una sensación de cambio
constante y vertiginoso: en el sentido de la vida, en los valores, en el modelo social que
propone una salvación individual y relaciones de consumo entre las personas. En este
contexto muchas familias no hallan tiempos ni modos para acompañar a sus hijos y
encuentran dificultades para consolidarse. La familia misma, como institución, vive en
tensión entre diferentes modelos, legitimados socialmente sin pensar en cómo afectan la
vida de las personas que forman parte de ella.
Art. 18. En esta realidad social y cultural sabemos que no estamos solos. Muchas
personas de buena voluntad se esfuerzan por construir cada día un mundo mejor, nos
sentimos implicados y solidarios en sus preocupaciones y en sus esfuerzos.
Pertenecemos a la Iglesia
Art. 19. Principalmente nos sabemos y sentimos parte de la comunidad de los
seguidores de Jesús: la Iglesia. En ella asumimos que “el gozo y la esperanza, las
tristezas y angustias del hombre de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda
clase de afligidos, son también gozo y esperanza, tristezas y angustias de los discípulos
de Cristo, y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su
corazón” (cf. Gaudium et Spes 1).
Art. 20. En nuestro ser Iglesia encontramos nuestra identidad de discípulos y apóstoles
de Jesús y el sentido de nuestra misión. En nuestro ser Iglesia nos sentimos familia, de
la que queremos ser, en Cristo, protagonistas y constructores. Nos sentimos
comprendidos, apoyados, guiados y enviados.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Vamos ahora a sumergirnos en nuestra propia historia, para descubrir a nivel personal qué
experiencias de pertenencia hemos vivido, cómo nos han marcado y en qué medida forman
parte de lo que somos hoy.
Es importante que te tomes el trabajo con tiempo para reflexionar en profundidad. No se
trata de una tarea para presentar una vez terminada, sino para que te enriquezcas en el
proceso de realizarla.
Piensa cómo te han marcado en tu vida…
… el tiempo histórico que te toca vivir:
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… los lugares (países, ciudades, barrios…) en los que has crecido y vivido:
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… la familia en la que has nacido:
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… las instituciones educativas en las que te has formado:
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… los grupos, clubes o asociaciones a las que has pertenecido:
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…los amigos que has tenido:
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… los lugares de trabajo en los que te has desempeñado:
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… la familia que has formado:
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
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2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Mc 3, 31-35) que se te proponía para preparar
este encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en las experiencias de pertenencia del Padre
Andrés Coindre y/o del Hermano Policarpo?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezca
iluminador para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
Dada la naturaleza de este curso, la oración no es algo externo o añadido al mismo, sino que está en
su esencia, ya que se trata de realizar un viaje al interior de uno mismo; porque la interioridad,
entendida desde una perspectiva cristiana, es más que el autoconocimiento o que la dimensión
psicológica de la persona. La interioridad es el espacio para el encuentro gratuito con Dios. Sólo
podremos descubrir nuestro carisma cuando Él nos lo revele.
Por eso en cada paso de este camino, te vamos a proponer que te des un espacio para la oración. A
orar se aprende orando, pero a veces es bueno tener guías que nos ayuden para empezar a caminar.
Así que en cada encuentro te propondremos una modalidad distinta de oración, los textos
orientadores están tomados del libro “Encuentro. Manual de oración” de Ignacio Larrañaga, Ed.
Claretiana, Buenos Aires, 1995.
Empezamos con un ejercicio de “Lectura rezada”, es decir hacer oración a partir de la lectura de
alguna plegaria escrita.
Lectura rezada
Se toma una oración escrita, por ejemplo un salmo u otra oración cualquiera. Atención,
pues; no se trata de leer un capítulo de la Biblia o un tema de reflexión, sino de una
oración.
Tomar posición exterior y actitud interior orantes. Sosegarse e invocar al Espíritu
Santo.
Comienza a leer despacio la oración. Muy despacio. Al leerla, trata de vivenciar lo que
lees. Quiero decir, trata de asumir aquello, decirlo con "toda el alma", haciendo
"tuyas" las frases leídas, identificando tu atención con el contenido o significado de las
frases.
Si te encuentras con una expresión que "te dice" mucho, parar ahí mismo. Repetirla
muchas veces, uniéndote mediante ella al Señor, hasta agotar la riqueza de la frase, o
hasta que su contenido inunde tu alma. Piensa que Dios es como la Otra Orilla; para
ligarnos con esa Orilla no necesitamos de muchos puentes; basta un solo puente, una
sola frase para mantenernos enlazados.
Si no sucede esto, proseguir leyendo muy despacio, asumiendo y cordializando
(pasando por el corazón) el significado de lo que lees. Parar de vez en cuando. Volver
atrás para repetir y revivir las expresiones más significantes.
Si en un momento dado te parece que puedes abandonar el apoyo de la lectura, deja a
un lado la oración escrita y permite al Espíritu Santo manifestarse dentro de ti con
expresiones espontáneas e inspiradas.
Esta modalidad, fácil y eficaz siempre, ayuda de manera particular para dar los
primeros pasos, para las épocas de sequedad o aridez, o simplemente en los días en que
a uno no le sale nada por la dispersión mental o la agitación de la vida.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Para realizar este ejercicio te ofrecemos la siguiente oración que nos ayuda a disponernos a la
búsqueda del carisma. Hasta ahora hemos pasado por muchas y variadas experiencias de
pertenencia y, en general, somos nosotros quienes tenemos el “control” de nuestra vida; con esta
oración le queremos pedir a Dios que sea Él quien tome el control y nos guíe en la vida.
Si esta oración no te resulta significativa puedes utilizar cualquier otra de tu preferencia.
CONDÚCEME (del libro “Encuentro. Manual de oración”)
Guíame, clara luz,
a través de las tinieblas que me rodean,
llévame cada vez más adelante.
La noche está oscura y estoy lejos de casa,
condúceme Tú, cada vez más adelante.
Guía mis pasos:
no te pido que me hagas ver desde ahora
lo que me reservas para más adelante.
Un solo paso es bastante para mí, por el momento.
No siempre he sido así;
ni tampoco he rezado siempre para que Tú me condujeras.
Me gustaba elegir mi propio camino;
pero ahora te pido que me guíes Tú, siempre más adelante.
Ansiaba los días de gloria y el orgullo dirigía mis pasos;
no te acuerdes de esos años ya pasados.
Tu poder me ha bendecido largamente;
y sin duda ahora también sabrá conducirme
por la estepa y los pantanos,
por el pedregal y los abruptos torrentes
hasta que la noche haya pasado y sonría el amanecer.
Guíame, clara luz, llévame cada vez más adelante.
Amén.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra
vida. Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en
todas sus dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar a los
demás. Por tanto, es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se
funda en ella y la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de
Dios. Te ofrecemos un texto que pensamos puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y
sabiduría que hay en él, que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no
coincide con nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días
su verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber
tener paciencia.
En el próximo encuentro seguiremos tratando el “sentido de pertenencia”, pero centrado
propiamente en la experiencia de la comunidad Corazonista. Te proponemos, pues, que te prepares
con el siguiente texto bíblico:
La primera comunidad
Hechos de los Apóstoles 2, 42-47
Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la
fracción del pan y a las oraciones.
Toda la gente sentía un santo temor, ya que los prodigios y señales milagrosas se
multiplicaban por medio de los apóstoles. Todos los que habían creído vivían unidos;
compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el
dinero entre todos según las necesidades de cada uno.
Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas
y compartían la comida con alegría y con gran sencillez de corazón.
Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba
cada día a la comunidad a los que se iban salvando.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 2
“Todos los que habían creído vivían unidos” Hechos 2, 44
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre el sentido de pertenencia:
“Es de la atracción de donde nace lentamente la decisión de entregarse a tal proyecto.
Aun a través de elecciones precisas (...). Y nace entonces el sentido de pertenencia al
instituto o comunidad concreta de hombres o mujeres con los cuales el individuo
comparte ese don del Espíritu (…). El sentido verdadero de pertenencia al instituto es
el reflejo del sentido de pertenencia al carisma, y de ahí es de donde nace la capacidad
de amar a la comunidad tal y como es (…).”
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág 43
En este segundo encuentro continuamos con la temática del “sentido de pertenencia”, pero ahora
vamos a centrarnos en nuestra experiencia en la comunidad Corazonista: cómo llegamos a ella,
qué motivos sostienen nuestra pertenencia a la misma, qué don del espíritu compartimos entre
todos. Veremos también cuál fue la experiencia de la comunidad Corazonista que tuvieron
respectivamente el Padre Andrés Coindre y el Hermano Policarpo.
18
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
B. SENSIBILIZACIÓN
ESTE CAMINO
Este camino, senda de luz, tesoro escondido,
imposible es resistirse después de haberlo conocido.
Y no es que nunca tropecemos,
ya lo sabemos bien mi amigo.
Será por eso que estamos juntos en este camino. (bis)
Este camino se hace paso a paso, despacio y tranquilo,
piedra sobre piedra, pero paso seguro y decidido.
Y nadie ya podrá movernos:
Dios es roca firme mi amigo.
Será por eso que estamos juntos en este camino. (bis)
Este camino, te hace un eterno peregrino,
la vista hacia adelante, mirar para atrás es tiempo perdido.
La mano puesta está en el arado,
es tiempo de siembra mi amigo.
Será por eso que estamos juntos en este camino. (bis)
Este camino le da una razón a la vida, un sentido,
y todo está tan claro, en medio de un mundo confundido.
Si nos dicen locos por ser felices,
bienvenido al manicomio, mi amigo.
Será por eso que estamos juntos en este camino. (bis)
Canción de Daniel Poli
Puedes escuchar la canción y ver un video de ella en
http://www.youtube.com/watch?v=eZSkmxzIK70
Si no, puedes leerla simplemente como si fuera una poesía
¿Cómo definirías “este camino” del que habla la canción?
¿Tiene que ver con tu experiencia en la comunidad Corazonista?
¿Qué frase o párrafo identifica más tu experiencia personal?
19
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
Veremos ahora cuál fue la experiencia de nuestros fundadores en su
pertenencia a la comunidad Corazonista.
1. Andrés Coindre:
El Padre Andrés Coindre fue el fundador del Instituto. Es decir que
él fue el instrumento del que Dios se sirvió para convocar a muchas personas y concederles
el don de una nueva identidad, de un nuevo carisma.
Por tanto, Andrés se encontraba con una gran libertad, no existía algo preconcebido a lo que
atarse, no había un modo o forma previos de ser Corazonista. Y él puso esa libertad bajo la
inspiración de Dios y según la normativa de la Iglesia.
Lo primero que nos llama la atención es que en el caso de nuestra congregación, en primer
término existió una misión y luego esa misión fue puesta en las manos de una comunidad de
hombres consagrados a Dios. Dentro del amplio abanico de tareas apostólicas de Andrés, él
había creado en 1817 una “providencia” (algo así como un hogar de acogida para menores
infractores o de escasos recursos) donde se les atendía en sus necesidades y se les enseñaba
el catecismo, las nociones básicas de matemática así como la lectura y la escritura, y,
sobretodo, se les instruía en una profesión con la cual pudieran encaminar sus vidas y
subsistir: trabajaban en los telares de seda. Esta providencia se llamó durante algunos años
“San Bruno”, ya que estaba en la parroquia del mismo nombre.
Por motivos de espacio, Andrés debió cambiarla varias veces de lugar, hasta que en 1820 la
instaló en una casa comprada a medias con su padre y le dio su nombre definitivo:
“Providencia Piadoso Socorro”.
En el proceso de estos años, Andrés se dio cuenta claramente de las deficiencias del personal
que tenía a cargo el establecimiento. Eran personas que no realizaban esa tarea por vocación
y que no estaban animadas por el amor de Dios ni tenían una visión trascendente de la vida.
De este modo llegó al convencimiento de que era una tarea que debía ser realizada por
religiosos Hermanos, es decir por hombres consagrados a Dios.
Así nacimos los Hermanos de los Sagrados Corazones de Jesús y de María (nombre luego
acortado a Hermanos del Sagrado Corazón) el 30 de setiembre de 1821, cuando diez
hombres guiados por el Padre Andrés realizaron sus primeros votos privados en la capilla de
Nuestra Señora de Fourvière, en Lyon. El Padre Andrés Coindre los dividió en dos
comunidades de cinco miembros cada una y así se inició la concreción histórica del carisma
Corazonista.
Hay un dato muy importante que no debe pasársenos por alto: Andrés Coindre nunca fue
Hermano. En aquella época era lo normal que las congregaciones de religiosos y religiosas
tuvieran como superior a un sacerdote o incluso a un obispo que, canónicamente, no
formaba parte del instituto. Andrés tenía clara su identidad (su carisma personal): él era
sacerdote, misionero y predicador. Nunca pretendió vivir en comunidad ni dedicarse
principalmente a la educación. Sin embargo, a través de él, Dios regaló a la Iglesia (y a
20
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
personas concretas de carne y hueso) el don del “carisma del instituto”: consagrar la vida a
Dios en la educación de niños y jóvenes, teniendo como origen y meta el amor de Dios
manifestado en el Corazón de Jesús.
Pero esto no significa que Andrés no perteneciera de corazón a la comunidad a la que había
dado vida. Se conservan 23 cartas que dan testimonio de su constante preocupación por los
Hermanos y de las pertinentes decisiones y orientaciones que les daba. Esta correspondencia
la mantenía con el Hno. Borgia, a quien había nombrado “Director general” y que se
ocupaba de poner en marcha las indicaciones de Andrés.
Veamos algunos ejemplos de estas cartas que nos muestran hasta qué punto el Padre
Coindre se sentía unido a los Hermanos. El primer fragmento es de una carta fechada el 3 de
noviembre de 1821 y el segundo de otra fechada el 10 de enero de 1822:
“Desde que me fui del establecimiento los días se me hacen años y las semanas,
siglos. Día y noche mi primer pensamiento es para usted (…).
Espero sus cartas con mucho interés (...) Que esta consideración no le impida
contármelo todo. Estoy más tranquilo cuando sé lo que pasa que cuando lo
ignoro (...).”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 49 y 54
“Por fin mi muy querido Hermano Director me ha escrito usted una carta a
medida de mis deseos. Quiero dos como esta cada semana (…).
Es necesario que todos se preocupen por el bien de la Institución, pero que nadie
se desanime ni se atormente. La Providencia nos ampara (…). Estoy totalmente
convencido de que si nuestros Hermanos son santos y trabajadores su Institución
no desaparecerá jamás. Estoy dispuesto a vender hasta la última de mis camisas
antes que dejarles que se dispersen, si se hacen dignos de la gran obra que han
emprendido; y me encontrarán siempre en cabeza, llevando la carga más pesada.
(…).
Adiós, muy entrañable amigo. Le abrazo de todo corazón lo mismo que a mis
queridísimos amigos y Hermanos (…).”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 57, 60 y 62
En estas cartas Andrés trataba los asuntos pequeños y los grandes, el espíritu que reinaba
entre los Hermanos, los percances cotidianos, las dificultades con algunos jóvenes puestos a
su cuidado, las compras, los contratos… todo. Andrés se encargaba de cada detalle y daba su
orientación en todos los aspectos que podía. Aun en la distancia, la suya no era sólo una
pertenencia “espiritual”, sino que se remangaba para hacerse cargo de la realidad cotidiana.
Finalmente hay otro elemento que destacar: Andrés priorizaba la vida sobre la norma. En
varias ocasiones los Hermanos le reclamaban reglas concretas, pautas para actuar; su
respuesta era siempre la misma: que se conformaran con las normas básicas que les había
dado y que lo demás llegaría con el tiempo y con la experiencia. Andrés, aunque no era
Hermano, se sentía profundamente perteneciente a la comunidad al tiempo que quería darle
libertad para que viviera. Su pertenencia no era dominio, sino servicio.
21
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
2. Hermano Policarpo:
Antes de adentrarnos a hablar de Policarpo recordemos que dos signos de pertenencia
acompañaban el ingreso de cualquier persona a la comunidad religiosa: el cambio de
nombre (que significaba asumir una vida nueva en Cristo) y la toma del hábito (se dejaban
las ropas que representaban al mundo en el que se había vivido hasta entonces).
La historia de Juan Hipólito Gondre, Hermano Policarpo, es muy interesante en su vínculo
con la comunidad Corazonista. En primer lugar, porque ingresó a la congregación siendo ya
una persona adulta, formada y culta para los estándares de la época y con un empleo fijo que
le resultaba gratificante y le permitía vivir del mismo. ¿Por qué a los 26 años un hombre
deja su familia paterna, su pueblo natal y su cargo de maestro y director de la escuela?
Tampoco encontramos un largo período de conocimiento de los Hermanos por parte de Juan
Hipólito. No pasó años trabajando con ellos hasta decidirse, sino que, al saber de su
existencia, les escribió una carta y en pocas semanas ya había cambiado radicalmente su
vida.
Pero si queremos sorprendernos, aún hay más. Policarpo ingresó en 1827, un año después de
la trágica muerte del Padre Andrés Coindre. Es decir que no encontró en el fundador un
magnetismo personal que lo atrajera, unas cualidades que lo deslumbraran y motivaran su
decisión.
Hay una clave que nos permite interpretar la decisión de Policarpo: para él, pertenecer al
Instituto era pertenecer a Dios. Vemos que su mirada estaba fija en Dios, en ese Corazón
amante al que deseaba entregarse. No se detuvo a pensar si éste de aquí era buena persona o
si el de allí tenía un carácter agradable; tampoco se fijó si las obras de los Hermanos eran
pequeñas o grandes, si funcionaban bien o no; y menos aún se fijó si ese camino le
“convenía” para hacer “carrera” en la Iglesia. Él centró su vida en Dios, a quien se consagró
y dedicó su existencia para atenderlo en la persona de los niños y jóvenes pobres y sin
esperanza.
Sólo desde esta clave se pueden interpretar también los hechos posteriores. Porque
misteriosa y sorprendentemente Policarpo inició su andadura en la comunidad cuando ésta
comenzaba a decaer y entrar en un período oscuro, de mucho desánimo y falta de esperanza.
A la muerte del Padre Andrés, lo sucedió en el cargo como Superior general su hermano de
sangre, Francisco Vicente, que también era sacerdote y que se desempeñaba como capellán
del Piadoso Socorro. El mismo Andrés Coindre había explicitado en varias ocasiones que
quería que su hermano le sucediese si a él le pasaba algo, de modo que los Hermanos se
pusieron confiadamente en sus manos.
Sin embargo durante los años en que Francisco Vicente Coindre dirigió la congregación
todo empeoró drásticamente: priorizó el trabajo sobre la formación de los Hermanos, centró
su atención en el aspecto material de las obras y no en su espíritu, se abocó una y otra vez a
construcciones y reformas para las que no tenía fondos, endeudó al Instituto y finalmente el
desánimo cundió por todas partes. Incluso el Hno. Borgia, mano derecha del Padre Andrés y
nombrado Director general por éste, abandonó la comunidad.
22
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
No obstante, ninguna de estas circunstancias puso en entredicho la pertenencia del Hermano
Policarpo a la congregación. En los peores momentos de ésta fue asumiendo
responsabilidades, hasta que en 1841 resultó elegido Superior general luego de que se
lograra la renuncia definitiva del Padre Francisco Vicente Coindre. Es decir, asumió el
timón de un barco maltrecho que tenía pocas posibilidades de no hundirse.
Además esta elección tuvo para sus Hermanos un importante mensaje: “uno de nosotros
puede ser Superior general”. Es decir que ya estaban preparados para gobernarse a sí
mismos, ya no precisaban el tutelaje de un sacerdote externo a la comunidad. Policarpo era
uno de ellos, les pertenecía.
Y, en la misma dirección, Policarpo estimuló la responsabilidad de todos en el futuro de la
comunidad. Él había entregado su vida completamente y esperaba la misma actitud de los
demás. Veamos algunos extractos de una circular que envió a los Hermanos en noviembre
de 1853:
“Todos ustedes desean el bien de su Congregación y tienen en gran honor que
tenga buena reputación. Pero, ¿quién debe procurarle estas grandes ventajas?
Todos ustedes, mis buenos Hermanos. Sólo ustedes son los encargados de
suministrarle este gran servicio. ¿Qué hacer para ello? Vivir siendo buenos y
perfectos religiosos (…).
Por consiguiente, siendo todos miembros de nuestra pequeña Congregación, es
deber de todos mantenerla, hacerla vivir y así viviremos todos de su propia
sustancia (…).
Su Congregación es, en el fondo, una madre. Desea ver multiplicarse sus hijos
espirituales para dar a la Iglesia buenos y sabios educadores de la juventud (…).
La Congregación de la que tenemos, ustedes y yo, la dicha de ser miembros es un
depósito, o mejor, un talento que Dios nos ha confiado para hacerlo valer y
prosperar en beneficio de los demás.”
Legado de Familia: Circulares de los primeros Superiores. Págs. 31-33
Policarpo tuvo una conciencia plena de la situación y se puso voluntariamente y con
decisión en manos de Dios y con Él se dedicó a trabajar incansablemente por el bien de la
comunidad. No es el momento de analizar su obra como Superior general, pero sí de realzar
algunos puntos que hacen a su pertenencia al Instituto:
-
Sabía que la obra no era suya y quiso ser fiel al espíritu del Padre Andrés. Por eso
solicitó a los Hermanos que le enviaran todas las cartas y documentos que poseyeran de
aquél. Policarpo pertenecía a la comunidad, pero no pretendió apropiarse de ella.
-
Con la inspiración que encontró en las cartas y los documentos escritos por Andrés (a
quien no conoció en vida), redactó la primera “Regla” de los Hermanos. Es decir que le
fue dando formalidad al vínculo de pertenencia.
-
En la misma línea trabajó para que el Instituto fuera reconocido por las autoridades
civiles. El 7 de julio de 1851 logró esta meta y que se le permitiera enseñar en toda la
república de Francia.
23
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
-
No gobernó desde el poder del mando, sino desde la cercanía: visitó las comunidades y
les escribió cartas en numerosas ocasiones. Vivió una profunda pertenencia afectiva con
sus Hermanos y así logró que ellos también la vivieran.
-
Envió a los primeros misioneros fuera de Francia: a Estados Unidos, en 1846. Vibró con
estos Hermanos, deseó ser parte del grupo, rezó por ellos y los tuvo siempre presentes.
Es decir, sintió más fuerte que nunca el vínculo de pertenencia que los unía más allá de
la distancia. Policarpo no pretendió congregar a todos los Hermanos cerca de sí.
-
Finalmente, no apeló a su propia capacidad para convencer a nadie, sino que se fundó
siempre en el amor de Dios. Convirtió al Corazón de Jesús en el verdadero centro de la
comunidad… y desde allí nació un nuevo entusiasmo y ardor.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUCATIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay)
es un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual.
A continuación te ofrecemos algunos artículos que nos hablan sobre la pertenencia a la comunidad
Corazonista. Puedes también buscar otros para completar esta lista:
Pertenecemos a una historia
Art. 12. Esta confianza total en el amor de Dios inspiró al Padre Andrés Coindre a
fundar en 1821, en Lyon (Francia), el Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón. El
Hermano Xavier, el Venerable Hermano Policarpo y quienes continuaron su obra
“hicieron del amor el todo de sus vidas” (cf. RdV 12). Nuestro presente no sería posible
sin la fe que nuestros antecesores depositaron en el Corazón de Jesús, lugar de
encuentro del Corazón de Dios y del corazón del hombre.
En la común pertenencia crecemos todos
Art. 23. Estamos convencidos de que en la comunidad educativa nuestras diferencias
personales y profesionales se vuelven complementarias y potencian nuestras
capacidades, porque encuentran en Cristo su unidad. Sabemos que del apoyo mutuo
surge nuestra fortaleza personal, la autenticidad de nuestro testimonio y la apertura a
nuevas posibilidades.
Art. 32. Este espíritu de fraternidad nace con nuestros Fundadores y se convierte en
una característica propia del Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón a lo largo de
toda su historia. El momento actual nos invita a ampliar y enriquecer esta experiencia
de comunión con el aporte explícito de todos los miembros de la comunidad educativa.
Quienes trabajan en el centro educativo Corazonista, quienes lo eligen para sus hijos y
quienes se educan en él tienen un don irremplazable para compartir en el camino
común, de modo que todos lleguemos a sentirnos en casa. “Nuestro apostolado se
ejerce en primer lugar hacia nuestra comunidad, a la que queremos dinámica” (cf. RdV
27).
Art. 40. Crecemos en esta espiritualidad por el diálogo que nos permite conocer y
comprender a los demás. Especialmente por el diálogo entre la comunidad de
Hermanos, primeros testigos del carisma, y los demás integrantes de la comunidad
educativa. En la medida que comprendemos la riqueza y singularidad de cada vocación
descubrimos la llamada a complementarnos.
25
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Es el momento de reconstruir nuestro camino de pertenencia a la comunidad Corazonista. Te
proponemos para ello que completes el siguiente cuadro. Ya sabes que lo importante es que
este ejercicio te ayude en tu autoconocimiento personal, por tanto tienes total libertad de
alterar la consigna si crees que otra metodología te va a resultar más beneficiosa.
Mi primer contacto
con la comunidad
Corazonista fue…
De aquellas
primeras instancias
recuerdo que…
Desde entonces, mi
pertenencia a la
comunidad…
Las cosas positivas
que he descubierto
en la comunidad…
Las personas que
me han marcado en
la comunidad…
La imagen de Dios
que he descubierto
y que transmito…
Podemos definir
nuestro “estilo”
como…
Los aspectos de la
comunidad que
deben mejorar…
2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
26
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Hechos 2, 42-47) que se te proponía para
preparar este encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en las experiencias de pertenencia a la comunidad
Corazonista del Padre Andrés Coindre y/o del Hermano Policarpo?
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¿Hay alguna frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezca
iluminadora para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
Para este encuentro te proponemos que pongas en oración tu experiencia de pertenecer a la
comunidad Corazonista. En esta ocasión te sugerimos que pruebes con el “Ejercicio auditivo” que
nos propone el libro “Encuentro. Manual de oración” de Ignacio Larrañaga (Ed. Claretiana, Buenos
Aires, 1995).
Ejercicio auditivo
Tomar una expresión fuerte que te llene el alma (por ejemplo "mi Dios y mi Todo") o
simplemente una palabra (por ejemplo "Jesús", "Señor", "Padre").
Comienza a pronunciarla, con sosiego y concentración, en voz suave, cada diez o quince
segundos. Al pronunciarla, trata de asumir vivencialmente el contenido de la palabra
pronunciada. Toma conciencia de que tal contenido es el Señor mismo.
Comienza a percibir cómo la "presencia" o "Sustancia", encerrada en esa expresión va
lenta y suavemente inundando tu ser entero, impregnando tus energías mentales.
Ve distanciando poco a poco la repetición, dando lugar, cada vez más, al silencio.
Siempre debes pronunciar la misma expresión.
Variante: Cuando aspiramos, el cuerpo queda tenso, porque se inflan los pulmones. Al
contrario, cuando espiramos (expulsamos el aire de los pulmones) el cuerpo se relaja, se
afloja.
En esta variante aprovechamos la fase de la espiración (momento natural de descanso)
para pronunciar esas expresiones. De esta manera, el cuerpo y el alma entran en una
combinación armónica. La concentración es más fácil porque la respiración y la
irrigación son excelentes. Y así, los resultados son sumamente benéficos tanto para el
alma como para el cuerpo.
Te ofrecemos algunas expresiones que puedes usar y que están relacionadas con la vivencia de la
comunidad. Cuando elijas una, debes utilizarla durante toda la oración. Puedes emplear cualquier
otra de tu preferencia.
-
Tú nos unes.
-
Tú nos llamas.
-
Tú estás entre nosotros.
-
En ti vivimos.
-
Tú nos acompañas.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra
vida. Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en
todas sus dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar los
demás. Por tanto es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se
funda en ella y la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de
Dios. Te ofrecemos un texto que pensamos que puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y
sabiduría que hay en él; que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no
coincide con nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días
su verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber
tener paciencia.
En el próximo encuentro pasaremos a ver el segundo elemento del carisma según el esquema del
Padre Cencini que estamos siguiendo. Esto es la “experiencia mística”. Y dentro de ella veremos en
concreto la presencia del Sagrado Corazón en nuestro carisma. Te proponemos que te prepares con
el siguiente texto bíblico:
Paciente y humilde de corazón
Mateo 11, 25-30
En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la
tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado.
Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera
dar a conocer.
Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y
sus almas encontrarán descanso.
Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.»
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 3
“Aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón” Mateo 11,29
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre la experiencia mística:
“Significa exactamente la experiencia de lo que Dios realiza en nosotros. Nada
excepcional o fantástico, etéreo o extraordinario, sino la conciencia humilde y
agradecida de que Dios no es sólo autor del don, sino también aquél que lo realiza (…).
Experiencia de Dios y descubrimiento del carisma son dos elementos inseparables. Por
esto, cada instituto reencuentra en los orígenes de su historia una especial experiencia
de Dios vivida por el fundador y marcada por la revelación de un particular aspecto de
la realidad divina o de la vida humana de Cristo. Mejor dicho, cada carisma está
contenido en la Escritura, en una página de ella o algunas líneas del Evangelio que se
subrayan de una manera especial (…).”
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág 44
En el tercer y cuarto encuentro nos invitan a profundizar en nuestra experiencia mística: aquello que
Dios nos revela y lo que realiza en nosotros. Ahora nos vamos a centrar en el Corazón de Jesús,
núcleo de la experiencia mística del Padre Andrés Coindre y del Hermano Policarpo. A ellos, al
igual que a muchos hombres y mujeres de su época y de otros momentos históricos, se les reveló
especialmente el misterio del amor del Corazón de Dios, encarnado en un corazón humano. Este
amor de Dios es, por ello, el centro de nuestra espiritualidad; al encuentro de ese amor nos llama
Dios a todos los que participamos de este carisma Corazonista.
B. SENSIBILIZACIÓN
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
EL CORAZÓN PERFECTO
Un día un hombre joven se situó en la plaza de una ciudad y proclamó que él poseía el corazón
más hermoso de esa gran urbe. Poco a poco se congregó una multitud a su alrededor y todos
admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni manchas ni
rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado el
joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de
toda la ciudad. De pronto un anciano se acercó y dijo:
- ¿Por qué dices eso, si tu corazón no es ni por aproximación, tan hermoso como el mío?
Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía
vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos
habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían
bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban
trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió: “¿Cómo puede él decir que su corazón es
más hermoso?”, pensaron...
El joven contempló el corazón del anciano y, al ver su estado, se echó a reír.
- Debes estar bromeando -dijo-. Compara tu corazón con el mío... lo tengo perfecto. En cambio el
tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.
- Es cierto -dijo el anciano-, tu corazón luce perfecto, pero está cerrado sobre sí mismo... Mira,
cada cicatriz representa una persona a la cual le entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi
corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos, a su vez, me han
obsequiado un trozo del suyo, que fui colocando en los lugares que quedaban abiertos. Como las
piezas no eran iguales, quedaron los bordes y las aristas por las cuales me alegro, porque al
poseerlas me recuerdan el amor que hemos compartido.
Hubo oportunidades en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no
me ofreció un poco del suyo a cambio, de allí los huecos que observas. Dar amor es arriesgarse,
pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que
los sigo amando y alimentan la esperanza de que algún día, tal vez, regresen y llenen el vacío que
han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?
El joven permaneció en silencio, las lágrimas corrían por sus mejillas... Se acercó al anciano y
arrancó un trozo de su hermoso corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su
corazón, luego, a su vez, arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida
abierta del joven. La pieza se amoldó pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos,
se notaban los bordes. El joven miró que su corazón ya no lucía perfecto, pero era mucho más
hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
¿En qué me identifico con el joven o con el anciano?
¿Qué experiencias de amor/dolor han marcado nuestro corazón?
¿Nos dice algo este cuento sobre el Corazón de Jesús?
31
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
Tanto para el Padre Andrés Coindre como para el Hno. Policarpo el
Corazón de Jesús constituyó el centro de su experiencia mística: por un
lado es una revelación del amor que Dios nos tiene y por el otro es una
llamada a lo que podemos ser. En el Corazón de Jesús se encuentran el
Corazón de Dios y el corazón del hombre.
Vamos a dejar que ellos nos lo expliquen con sus propias palabras. Tal vez
su estilo y lenguaje nos resulten extraños, pero debemos hacer un esfuerzo
por captar la esencia de lo que quieren transmitirnos, más allá del lenguaje
con que lo expresaron.
3. Andrés Coindre:
El Padre Andrés Coindre vivió la experiencia mística del Corazón de Jesús, por un lado,
muy ligada a la Pasión y a la Cruz, a los sufrimientos de Cristo asumidos por amor; y, por
otro lado, muy marcada por la imagen del amor como un fuego que debe expandirse para
alcanzar a todos.
Este primer texto pertenece a los “apuntes de predicación” del Padre Andrés, seguramente lo
elaboró para alguna de sus muchas misiones. No se trata por tanto de un escrito donde hable
específicamente a los Hermanos, sino de un sermón sobre el amor de Dios y el Corazón de
Jesús. Tal vez nos ayude imaginárnoslo subido al púlpito de una iglesia abarrotada y
predicando con una voz atronadora.
“Al crearnos Dios nos amó como un Padre y más que un padre, pues la ternura
de un padre, por mucha que sea, jamás es dueña de elegir sus hijos; pero Dios
nos amó con amor de preferencia, de elección (…).
¿Qué he de decirles del amor de un Dios encarnado para que lleguen a formarse
de Él una idea ajustada y cabal? ¿Tendré que pintar a lo vivo la ignominia de su
Pasión, la angustia de su Agonía, los horrores de su Flagelación? ¿Pondré al
descubierto ante los ojos de ustedes su cuerpo pálido y lleno de sangre, su boca
muda –que la cerró la muerte–, sus ojos sin vida, todo su semblante amoratado?
Sí, en su cuerpo esto es una consecuencia del amor que Jesucristo tiene (…)
Corazón divino de mi Jesús, templo de la divinidad, en quien los santos tienen su
dicha. Corazón cuyo amor lanza de sí llamas mil veces más ardientes y brillantes
que las del sol, ¿quién soy yo para atreverme a hablar de Ti? ¿Quién será capaz
de pintarte así, siempre ardiendo en amor sin llegar a extinguirte? ¿Muriendo de
amor sin dejar por ello de amar? ¡Oh! Tesoro, siempre abierto y siempre lleno
para que hablemos de Ti, derrama a manos llenas sobre nuestros corazones
torrentes de amor en llama de fuego…
…Sí, Amor de Jesucristo, ¡qué torrentes de gracia derramas en estos momentos
sobre cuantos me escuchan! Sí, Padre eterno, te presento este Corazón que arde
de amor tuyo y en cuyo nombre jamás se te invoca en vano. ¿Acaso no le
reconocen en la herida que le abrió el amor? ¿Acaso las llamas de su amor no
son lo bastante vivas para quemar nuestras iniquidades y la voz de este Cordero
degollado no clama hacia Vos más alto que todos nuestros crímenes? No, Dios
mío, estoy seguro de que quieres perdonarnos. Nos amas y todos nosotros te
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
amamos. Sí, desde ahora todos a una voz te prometemos: Amor por amor, vida
por vida, nuestros corazones todos para Dios…”
Cuaderno Nº 1: Andrés Coindre. Págs. 87-88
El segundo texto está dirigido específicamente a los Hermanos del Sagrado Corazón, es
decir, se trata de un documento propio de nuestra comunidad. No es una predicación sino
parte de las “Reglas” que les entregó a los primeros Hermanos en 1821. Por tanto su estilo
es mucho más sosegado que el del texto anterior. Podemos imaginarnos a Andrés
escribiendo estas líneas en un profundo espíritu de oración.
“Los Hermanos del Sagrado Corazón recordarán a menudo estas palabras de
Jesucristo: ‘He venido a traer fuego a la tierra y no deseo sino que arda’.
Procurarán extender este fuego divino a todos los corazones, después de haberlo
prendido ellos mismos del Corazón Sagrado de Jesucristo. Estas palabras: ‘He
aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no recibe más que
ingratitudes’, los conmoverán siempre. Apreciarán los méritos de ese divino yugo
que naturalmente se deriva de la devoción al Sagrado Corazón, yugo
menospreciado, desconocido por la ignorancia, profanado por los sacrilegios,
despreciado por la indiferencia y frialdad de los malos cristianos. Este santo
recuerdo mantendrá en ellos el cuidado y la preocupación de formar e instruir
cristianamente a la juventud.”
Cuaderno Nº 1: Andrés Coindre. Págs. 17-18
4. Hermano Policarpo:
Por su parte el Hermano Policarpo parece descubrir en su experiencia mística del Corazón
de Jesús una llamada a una gran intimidad con Él. Para Policarpo fue clave la palabra
“morada”, “hogar”: él quiere vivir en el Corazón de Jesús; quiere, a lo largo de las acciones
cotidianas y de todos los trabajos, estar siempre en intimidad con Jesús, protegido en Él.
Por otro lado, al igual que Andrés, Policarpo hace referencia constante a la imagen de las
llamas; pero en este caso no tanto como llamas a expandir por el mundo, sino un fuego en el
que primero debe quemarse él mismo, debe dejarse consumir por el amor de Dios, para
transformarse él mismo con su ser en esa llama divina.
En el siguiente párrafo se han reunido varias exhortaciones escritas por el Hermano
Policarpo en diversas circulares y cartas a los Hermanos. Podemos descubrir la constante
invitación a entrar en un vínculo de profunda intimidad con Jesús y dejarnos transformar por
Él. Podemos imaginarnos al Hermano Policarpo cuando escribía estas circulares con el
pensamiento puesto en cada uno de los Hermanos que las recibirían.
“No olviden que son Hermanos del Sagrado Corazón y que, merced a este
nombre, deben abrasarse en las mismas llamas que le consumen. Por
consiguiente, el celo de la gloria de Dios y la salvación de las almas, tal es el
fuego que le devora; es también este horno ardiente quien debe abrasar sus
corazones (…) ¡Ojalá pueda introducirles en la intimidad del Corazón adorable
de Jesús y entrar en Él con ustedes para ser abrasado y consumido en los ardores
de la divina caridad! (…) Haremos, si les parece, nuestra cita en el Corazón de
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Jesús: por la mañana en la recitación del oficio y en la Santa Misa que
procuraremos oír con sentimientos del más puro amor; a la tarde tendrá lugar en
Maitines y Laudes, hagan todo lo posible para no faltar (…) Ruego al Sagrado
Corazón de Jesús que encienda una hoguera en el de ustedes para consumirlo de
un fuego celestial para que aniquile todo lo que pueda haber todavía de apego a
las criaturas. Junten sus oraciones a las mías y pidan al Salvador que les dé un
lugar en su Corazón Sagrado a fin de que puedan establecer en Él su morada
para siempre y que sea, sobre todo, su refugio en la hora del combate y la
desolación.”
Cuaderno Nº 2: Hermano Policarpo. Págs. 68-69
El texto que vamos a ver a continuación es parte de las “resoluciones” que el Hno. Policarpo
tomó al finalizar unos ejercicios espirituales. Era común que al terminar un retiro se instase
a los participantes a escribir aquellos propósitos de conversión a los que se comprometían
como fruto del encuentro cercano con Jesús. Se trata por tanto de un texto muy íntimo y
personal del Hno. Policarpo; podemos imaginárnoslo presentando estos deseos a Dios en la
intimidad y soledad de la capilla o en un reclinatorio en su sencilla habitación.
“¡Ah! ¿Por qué?, ¿por qué no tendría yo un corazón semejante al de mi Jesús?
Como Él tendría participación en la bondad, en el encanto de la dulzura y de la
humildad; tendría también el celo que se inmola por la gloria de Dios, que se
sacrifica por la salvación de las almas…
Si no me ha concedido tal favor quiero, por lo menos, establecer mi morada en
Él, tomar de Él mi fuerza y mi felicidad. ¿No es Él mi vida, mi esperanza y toda
mi dicha?...
¡Oh, Salvador mío!, hazme comprender la violencia y la amplitud de tu amor por
mí. Permíteme acercar los labios a tu divino Corazón, a esa fuente de vida de
donde fluyen tantas y tantas gracias. ¿Me será permitido, dulce Jesús mío,
escogerle para el lugar de mi descanso de donde nunca vuelva a salir? ¿No es
demasiada temeridad y presunción por mi parte?”
Cuaderno Nº 2: Hermano Policarpo. Págs. 66-67
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUCATIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay)
es un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual
A continuación te ofrecemos algunos artículos que nos hablan sobre nuestra experiencia mística del
Corazón de Jesús y de su impacto en nuestras vidas. Puedes también buscar otros artículos para
completar esta lista:
Art. 10. La piedra angular de nuestro carisma Corazonista es, al mismo tiempo, el
sustento de toda la humanidad: “Dios es amor” (1Jn 4, 8). Toda nuestra historia es
historia de salvación pues Dios manifiesta su compasión con nosotros hasta la radical
entrega de Jesús en la cruz, con el costado abierto para siempre.
Art. 11. La imagen del “Corazón de Jesús encierra y manifiesta el infinito amor con el
que Dios ha marcado toda la historia de los hombres” (cf. RdV 113). Por eso “Cristo
en su misterio de amor ocupa un lugar primordial en nuestras vidas. Está en el centro
de nuestras motivaciones y referencias, así como en el principio de nuestro don total y
nuestra acción apostólica” (cf. RdV 112).
Art. 12. Esta confianza total en el amor de Dios inspiró al Padre Andrés Coindre a
fundar en 1821, en Lyon (Francia), el Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón. El
Hermano Xavier, el Venerable Hermano Policarpo y quienes continuaron su obra
“hicieron del amor el todo de sus vidas” (cf. RdV 12). Nuestro presente no sería posible
sin la fe que nuestros antecesores depositaron en el Corazón de Jesús, lugar de
encuentro del Corazón de Dios y del corazón del hombre.
Art. 13. Hoy, quienes asumimos este carisma Corazonista, seguimos descubriendo la
presencia amorosa de Dios en la persona de los niños y jóvenes, en sus sonrisas y en su
espontaneidad, en sus gritos de auxilio y en sus deseos de vivir; en las personas con
quienes compartimos nuestra misión y nuestra vida; en cada encuentro de corazón con
el otro y en nuestra propia interioridad.
Art. 14. Por eso nuestra experiencia de Dios está encarnada en “las llamadas del
prójimo y los acontecimientos cotidianos” (cf. RdV 100). Ser Corazonista implica
relacionarse de corazón con Dios y con las personas que nos rodean, nos lleva a
establecer vínculos cimentados en el amor de Dios, que nos permiten encontrarle a Él
en las demás personas y hacerle presente con nuestra entrega.
Art. 28. El carisma Corazonista nos convoca en torno al Corazón de Jesús para vivir de
su amor, hacerlo presente en forma sensible en nuestras relaciones y confiar en él en
los momentos de dificultad, cuando esta experiencia se hace más distante. Desde la
certeza de su amor nos animamos a expresar: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos
confío”.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Tanto para Andrés Coindre como para el Hermano Policarpo hacer experiencia mística del
Corazón de Jesús fue clave en su vida espiritual, sin embargo cada uno descubrió aspectos
diferentes y complementarios. Así es, cuando Dios nos habla, nos va revelando a cada uno
matices distintos de una misma verdad, según nuestras necesidades e inclinaciones.
Te proponemos que en este momento reflexiones sobre qué has podido descubrir tú del
Sagrado Corazón de Jesús, cuál es el aspecto que Dios te revela con más fuerza y a qué te
llama.
Contemplar el Corazón de Jesús
La Regla de Vida de los Hermanos dice que “la espiritualidad del Instituto brota de la
contemplación del Corazón de Jesús”. Contemplar es mirar algo con detenimiento, dejar que
eso contemplado me revele su verdad, se apodere de mí y me transforme. Cuando
“contemplo” en realidad “soy contemplado” por Dios.
Intenta identificar con la ayuda de la lista siguiente dónde se te revela a ti el Corazón de
Jesús con más fuerza (puedes señalar más de una opción de la lista u otra que no aparezca).
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

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
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En las referencias bíblicas explícitas al Corazón de Dios.
En los textos del Evangelio donde vemos a Jesús actuando con su Corazón.
En la escena de Jesús con el costado traspasado en la cruz.
En la imagen tradicional del Sagrado Corazón: la cruz, las llamas, las espinas, la herida,
el agua y la sangre que brotan de su costado, etc.
En las promesas del Corazón de Jesús que recibió Santa Margarita María.
En los sacramentos, por ejemplo en el “corazón eucarístico” de Jesús.
En las personas (sobre todo en los niños y jóvenes) con quienes tratas cotidianamente.
En los pobres y abandonados de nuestra sociedad.
En las personas que trabajan movidos por su amor.
En…
Dejarse transformar por el Corazón de Jesús
¿Qué aspecto es el que más me conmueve del Corazón de Jesús?
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¿Acercarme al Corazón de Jesús me ha ayudado a conocer más mi corazón? ¿en qué?
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¿Me ha ayudado a estar más cerca de los demás? ¿cómo?
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¿Me sigue llamando a dejarme transformar por su amor? ¿qué me pide que cambie?
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2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Mateo 11, 25-30) que se te proponía para
preparar este encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en la experiencia mística del Padre Andrés
Coindre y/o del Hermano Policarpo en lo referido al Corazón de Jesús?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezca
iluminador para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
El ejercicio de oración nos ayudará a darnos un tiempo para contemplar el Corazón de Jesús,
sirviéndonos de algunas imágenes Es el “Ejercicio visual” que nos propone el libro “Encuentro.
Manual de oración” de Ignacio Larrañaga (Ed. Claretiana, Buenos Aires, 1995).
Ejercicio visual
Toma una estampa expresiva, por ejemplo una imagen de Jesús o de María u otro motivo,
estampa que exprese fuertes impresiones, como paz, mansedumbre, fortaleza... Lo
importante es que te diga mucho.
Toma la estampa en la mano y, después de sosegarte e invocar al Espíritu Santo, quédate
quieto mirando simplemente la estampa, en su globalidad, en sus detalles.
En segundo lugar, capta como intuitivamente, con concentración y serenidad las
impresiones que esa imagen evoca para ti. Qué te dice a ti esa figura.
En tercer lugar, con suma tranquilidad trasládate mentalmente a esa imagen, como si
fueras esa imagen, o te pusieras en el interior de ella. Y, reverente y quieto, haz "tuyas" las
impresiones que la figura te despierta. Y así identificado mentalmente con esa figura,
permanece largo rato, impregnada toda tu alma con los sentimientos de Jesús que la
estampa expresa. Es así como el alma se reviste de la figura de Jesús y participa de su
disposición interior.
Finalmente, en este clima interior, trasládate mentalmente a la vida, imagina situaciones
difíciles y supéralas con los sentimientos de Jesús. Y así ser fotografía de Jesús en el
mundo.
Esta modalidad se presta especialmente para personas que tienen facilidad imaginativa.
Para realizar este ejercicio te proponemos dos imágenes del Sagrado Corazón, pero puedes utilizar
cualquier otra de tu preferencia. Recuerda no utilizar más de una imagen en cada momento de
oración.
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G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra
vida. Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en
todas sus dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar los
demás. Por tanto es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se
funda en ella y la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de
Dios. Te ofrecemos un texto que pensamos que puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y
sabiduría que hay en él; que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no
coincide con nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días
su verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber
tener paciencia.
En el próximo encuentro continuaremos profundizando en la “experiencia mística” que implica el
carisma Corazonista. En concreto profundizaremos en lo que hace a nuestra “espiritualidad de la
comunión”. Te proponemos que te prepares con el siguiente texto bíblico:
El amor viene de Dios
1ª Carta de Juan 4, 1-21
Queridos míos, no se fíen de cualquier inspiración. Examinen los espíritus para ver si vienen
de Dios, porque andan por el mundo muchos falsos profetas. ¿Quieren reconocer al espíritu
de Dios? Todo espíritu que reconoce a Jesús como el Mesías que ha venido en la carne,
habla de parte de Dios.
En cambio, si un inspirado no reconoce a Jesús, ese espíritu no es de Dios; es el mismo
espíritu del Anticristo. Han oído que vendría un anticristo; pues bien, ya está en el mundo.
Ustedes, hijitos, son de Dios, y ya han logrado la victoria sobre esa gente, pues el que está en
ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.
Ellos son del mundo, por eso su lenguaje es el del mundo, y el mundo los escucha. Nosotros,
en cambio, somos de Dios; el que conoce a Dios nos escucha, pero el que no conoce a Dios
no nos hace caso. Así es como reconocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor.
Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este
mundo para que tengamos vida por medio de Él. En esto está el amor: no es que nosotros
hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por
nuestros pecados.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente.
A Dios no lo ha visto nadie jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros
y su amor ha llegado a su plenitud en nosotros.
Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y Él en nosotros? Porque nos ha comunicado
su Espíritu. Pero también hemos visto nosotros y declaramos que el Padre envió a su Hijo
como Salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en
Él y Él en Dios.
Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es
amor: el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Cuando el amor alcanza
en nosotros su perfección, miramos con confianza al día del juicio, porque ya somos en este
mundo como es Él.
En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay
castigo. Quien teme no conoce el amor perfecto. Amemos, pues, ya que Él nos amó primero.
Si uno dice «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano,
a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues éste es el mandamiento que recibimos
de Él: el que ama a Dios, ame también a su hermano.
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ENCUENTRO 4
“El que ama a Dios, ame también a su hermano” 1 Juan 4, 21
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre la experiencia mística:
“Nuestras familias religiosas existen porque ha habido alguien que vivió intensamente
esta profunda y peculiar experiencia divina, y estarán vivas en la medida en que hoy,
otros, por don de Dios, revivan la misma experiencia. (…) La espiritualidad es la que le
revela la vocación y los rasgos de su fisonomía. Desde este punto de vista podríamos
decir que la oración es la actividad primordial del hombre, porque la experiencia de
Dios precede necesariamente al conocimiento pleno que el hombre pueda tener de sí
mismo”
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Págs. 44 y 45
El encuentro de hoy trata sobre la Espiritualidad de la Comunión, es decir, sobe el vínculo
recíproco que vivimos con Dios y que nos lleva a una forma de relacionarnos con los demás. La
espiritualidad es parte de la experiencia mística. En nuestro caso, haber hecho experiencia del amor
del Corazón de Jesús y vivir una espiritualidad centrada en la comunión, son dos dimensiones
inseparables. El Padre Andrés Coindre y el Hermano Policarpo probablemente no hayan usado la
expresión “Espiritualidad de la Comunión”. Nosotros, sus seguidores, encontramos en esta
expresión la esencia de lo que ellos vivieron.
B. SENSIBILIZACIÓN
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
¿Veo expresada la comunión en este dibujo? ¿Cómo?
¿Con qué personaje me identificaría?
¿Hay algo que no entienda de la imagen?
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C. NUESTROS FUNDADORES
La expresión “Espiritualidad de la Comunión” fue introducida en la Iglesia
por el Papa Juan Pablo II (Carta Apostólica Novo Milenio Ineunte Nº 43,
año 2001). Sin embargo la vivencia cristiana ha contenido siempre esta
experiencia: el amor a Dios nos lleva a amar más a nuestros hermanos, de
otro modo ese amor no es auténtico.
Vamos a ver algunos textos en los que el Padre Andrés Coindre y el Hno.
Policarpo expresaron esta “Espiritualidad de la Comunión” que se
desprende naturalmente del vínculo de amor que mantenemos con el
Corazón de Jesús
Tal vez su estilo y lenguaje nos resulten extraños, pero debemos hacer un esfuerzo por captar la
esencia de lo que quieren transmitirnos, más allá de las palabras con que lo expresaron.
5. Andrés Coindre:
Las cartas que conservamos del Padre Andrés Coindre dirigidas a los Hermanos tienen,
como ya hemos dicho en el encuentro anterior, un carácter eminentemente práctico. No son
desarrollos conceptuales extensos, sino que abordan toda clase de problemas concretos,
incluso aquellos que se refieren a las dificultades de comunión entre los Hermanos.
Sin embargo se conserva una carta, dirigida a las Hermanas de Jesús-María, que tiene un
estilo totalmente distinto. Es más bien una profunda reflexión espiritual sobre los diferentes
aspectos de la vida de las Hermanas. Reproducimos aquí los párrafos en los que se refiere a
la “caridad” que debe reinar en la comunidad. Vamos a ver que, fiel a su estilo, da ejemplos
muy claros y concretos de cómo vivir esta comunión.
“Queridas Hijas mías:
Voy a dejar de lado por unos instantes mis numerosas ocupaciones para darles,
con toda la bondad paternal de la que soy capaz, algunos consejos que les
puedan ayudar a fortalecerlas en el espíritu de su santa vocación (…).
La profesión de una Religiosa es la caridad: debe poner todo su empeño en
mantener la unión con sus Hermanas por medio de la mansedumbre y la
humildad. No debe ser ni ambiciosa ni celosa; debe atribuir siempre a sus
Hermanas sus mejores intenciones, sin suponérselas nunca malas, y hacer todo lo
posible para que todo transcurra entre ellas como si no tuvieran más que un solo
corazón y una sola alma, como entre los primeros cristianos. Pero sepan, Hijas
mías, que esto no se consigue sino con gran esfuerzo, procurando, en primer
lugar, neutralizar todos los arrebatos exteriores, en espera de poder controlar
todos los impulsos interiores, y aceptando las injurias como si fueran elogios, con
tal de que esta indiferencia no se dé en el cumplimiento de los deberes y en el
servicio a Dios. Eso es lo que lleva a la dicha en las comunidades, por el
contrario, surgiría una fuente de males y de aflicciones si cada una quisiera ser
mimada y favorecida, si no se le pudiera decir la verdad a cada una; esta cautela
crearía el miedo a ofender, el recelo de unas hacia otras: cada una mediría sus
palabras, que, a menudo, serían mal interpretadas; con frecuencia se sentirían
incitadas a tomar represalias, y la que tuviera la lengua más afilada sería la más
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
temible; entonces nacerían los bandos, las divisiones, las disputas, todas las
obras de la carne, de las que habla San Pablo, que cierran la entrada del Reino
celestial. Comprenden, queridas Hijas mías, que lo más sencillo es poner a cada
una en su sitio y decir a las orgullosas: tengan cuidado, manténganse impasibles,
pues aquí combatiremos su vanidad.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 152-154
6. Hermano Policarpo:
A continuación transcribimos gran parte de la circular que el Hermano Policarpo envió a
todos los Hermanos el 1º de enero de 1844. En ella veremos cómo Policarpo emplea (al
igual que Coindre) el término “caridad” o “caridad fraterna” para referirse al vínculo de
comunión entre los miembros de la comunidad. Encontraremos, como en casi todos los
escritos del Hermano Policarpo, un gran esfuerzo para fundamentar en la Escrituras, y no en
su opinión, su mensaje a los Hermanos.
No es difícil imaginarnos estas palabras dirigidas hoy a los miembros (profesores,
directivos, Hermanos, alumnos, familias, personal de servicio…) de nuestra propia
comunidad educativa.
“Que la caridad y el espíritu del Señor estén siempre con ustedes, mis queridos
Hermanos en Jesús, nuestro Salvador (…).
Caridad, don que no cesamos de pedir al Señor para ustedes y para mí durante
todo el curso de este nuevo año; esta es la virtud indispensable a toda
congregación; indispensable sobre todo a la nuestra, cuya unión puede hacer la
fuerza.
‘Amarán al Señor su Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todo su
espíritu y con todas sus fuerzas’, he aquí el primer mandamiento; y el segundo es
parecido al primero: ‘Amarán a su prójimo como a ustedes mismos’. No hay otro
mandamiento más grande que éste. Tal es el yugo que el Señor impone: AMAR
(…).
Hoy no les hablo de este amor de Dios que debe ser el motivo de todas sus
acciones; hoy quiero hablar solamente de la segunda parte del gran
mandamiento: ‘Amarán a su prójimo como a ustedes mismos’. Les doy un
mandamiento nuevo –dice nuestro Señor–: ‘Que se amen los unos a los otros
como yo los he amado’. Ésta es, pues, la medida del amor que debemos tener con
nuestros Hermanos: Amarlos como Jesucristo nos ha amado (…).
‘Y yo pido que ellos no sean más que uno y como tú, Padre mío, estás en mí y yo
estoy en ti, que ellos no sean más que uno en nosotros’; uno por la voluntad, uno
por la conducta. He aquí la imagen fiel de una Congregación religiosa, ¿nos
reconocemos en ella?... Sí, mis queridos Hermanos, persuadámonos de que la
caridad fraterna debe ser el alma de nuestra Congregación; que mientras ella
esté animada, vivirá, prosperará, y a semejanza de un grano de mostaza, echará
ramas que traerán frutos en abundancia y a la sombra de las cuales vendrán a
posarse una multitud de almas que escaparán al naufragio, hoy tan difícil de
evitar sobre el mar borrascoso del mundo; pero, si al contrario, la caridad
llegara a debilitarse o apagarse, no lo dudemos, veremos esta querida
Congregación débil y sin vida consumiéndose como la paja en el fuego.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
¿Quieren saber ahora cuáles deben ser los principales caracteres de su caridad,
para que produzca la verdadera unión fraternal? El Gran Apóstol se lo enseñará:
‘La caridad –dice– es paciente, benigna, no es envidiosa, no se infla de orgullo,
no es ambiciosa y no busca su utilidad propia’ (…).
El amor propio, sobre todo, es un enemigo implacable; nada más contrario a la
caridad y a la unión que el amor propio. Los maestros de la Vida Espiritual, entre
otros nombres que le dan, le llaman el capital enemigo de toda clase de orden y
de unión, la peste de la vida religiosa y de todas las sociedades (…).
Reciban estas advertencias de éste que el Señor ha colocado al frente de ustedes
para ser, no su maestro, sino su padre. En virtud de esta cualidad los lleva a
todos en su corazón como sus hijos muy queridos y se esforzarán, estoy
convencido de ello, para agradarle y, más todavía, para glorificar a Dios y
santificarse poniendo en práctica las virtudes que les recomiendo.
Ojalá que estas palabras, dictadas por el amor, puedan llevar a sus corazones
frutos de salvación y sirvan para mantener el espíritu religioso entre nosotros.
Será así como me sentiré plenamente consolado y aliviado de la pesada carga
que ustedes han puesto sobre mis débiles espaldas.”
Legado de familia: Circulares de los primeros Superiores. Págs. 17-20
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUCATIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay)
es un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual.
En el Ideario adoptamos la expresión “Espiritualidad de la Comunión” para designar el vínculo que
se establece con Dios y con los hermanos en la comunidad Corazonista. Lo más significativo es que
los artículos específicos sobre esta espiritualidad no están en la sección del Ideario titulada “Creer
en el amor de Dios”, sino en “Vivir del amor de Dios”. La espiritualidad no es algo que sucede sólo
en el interior de la persona, sino que implica una forma de vivir con los demás. Profundicemos en el
Ideario. Puedes buscar otros textos que complementen a éstos:
Art. 29. Jesús vivió en plena comunión con Dios Padre y, consecuentemente, en
comunión con los hombres, especialmente con aquellos que más se abrieron a recibir
su amor. Por eso estamos llamados a cultivar una “espiritualidad de la comunión”.
Art. 30. “Espiritualidad” es el vínculo de Dios con nosotros y de nosotros con Dios en
la cotidianidad. Se expresa en una forma de vivir todas las dimensiones de nuestra
existencia. La espiritualidad de nuestra comunidad educativa es un modo de vivir y
relacionarnos, que genera un clima distintivo que impregna el centro educativo.
Art. 31. Por tanto una espiritualidad de la comunión se expresa en sencillos gestos de
acogida mutua, en esfuerzos concretos por mejorar nuestra comunicación, en procesos
de discernimiento compartido para integrar en nuestras decisiones y acciones los
criterios de Dios: una mirada positiva e incondicional que descubre la verdad, el bien y
la belleza que hay en cada uno de nosotros. Sólo desde su raíz trascendente es posible
una comunión duradera. “La gracia de comunión con el Padre es también gracia de
comunión con los hombres” (cf. RdV 2).
Art. 32. Este espíritu de fraternidad nace con nuestros Fundadores y se convierte en
una característica propia del Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón a lo largo de
toda su historia. El momento actual nos invita a ampliar y enriquecer esta experiencia
de comunión con el aporte explícito de todos los miembros de la comunidad educativa.
Quienes trabajan en el centro educativo Corazonista, quienes lo eligen para sus hijos y
quienes se educan en él tienen un don irremplazable para compartir en el camino
común, de modo que todos lleguemos a sentirnos en casa. “Nuestro apostolado se
ejerce en primer lugar hacia nuestra comunidad, a la que queremos dinámica” (cf. RdV
27).
Art. 34. La comunión entre quienes trabajamos en nuestros centros educativos se
expresa al integrar las visiones de todos en un proyecto común; en el apoyo y
acompañamiento mutuo; en gestos de reconocimiento, respeto y atención por las demás
personas y su labor. Esta calidez en el ambiente de trabajo favorece un mayor
compromiso con la identidad y misión del centro educativo.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) La Espiritualidad de la Comunión es parte de la experiencia mística de pertenecer al carisma
Corazonista. Es decir, que no es tanto un esfuerzo que uno hace por llevarse bien con los
otros, sino más bien la capacidad de descubrir a Dios presente y creando comunidad entre
nosotros. Es Él quien hace posible la comunión, nosotros tenemos la libertad de aislarnos de
ella o permitir que nos invada.
Te proponemos que recuerdes (del latín “re-cordis”: volver a pasar por el corazón) algunas
experiencias que hayas vivido en la comunidad educativa Corazonista donde se haya hecho
presente la comunión. Pueden ser ocasiones en las que, si las contemplas desde la fe, puedas
descubrir la presencia de Dios muy cercana a ti, en lo cotidiano.
Una experiencia de comunión que he vivido con algún compañero de trabajo (o con muchos)
Una experiencia de comunión que he vivido con alguna familia del Colegio
Una experiencia de comunión que he vivido con algún alumno o con un grupo de ellos
Una experiencia de comunión que he vivido con la comunidad religiosa de mi Colegio
Una experiencia de comunión con miembros de otras comunidades Corazonistas
50
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (1 Juan 4, 1-21) que se te proponía para preparar
este encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en las experiencias de la “Espiritualidad de la
Comunión” del Padre Andrés Coindre y/o del Hermano Policarpo?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezcan
iluminadores para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
Recuerda que el objetivo de este curso no es conseguir unos conocimientos intelectuales, sino
recorrer un camino espiritual de unión a Jesús a través del carisma Corazonista. Por eso los
momentos de oración que se te proponen no son algo extra que se puede eliminar si falta tiempo,
son parte esencial del mismo proceso y totalmente necesarios para que Dios toque tu corazón.
Hoy te presentamos el camino de la “Lectura meditada” que nos propone el libro “Encuentro.
Manual de oración” de Ignacio Larrañaga (Ed. Claretiana, Buenos Aires, 1995).
Lectura meditada
Es necesario escoger un libro cuidadosamente seleccionado, que no disperse sino que
concentre, y de preferencia absoluta la Biblia. Es conveniente tener conocimiento personal
sobre ella sabiendo dónde están los temas que a ti te dicen mucho; por ejemplo, sobre la
consolación, la esperanza, la paciencia... para escoger aquella materia que tu alma necesita
en ese día. También se puede seguir el orden litúrgico, mediante los textos que la liturgia
señala para cada día.
En principio no es recomendable el sistema de abrir al azar la Biblia, aunque sí alguna vez.
En todo caso, es conveniente saber, antes de iniciar la lectura meditada, qué temas vas a
meditar y en qué capítulo de la Biblia.
Toma la posición adecuada. Pide la asistencia al Espíritu Santo y sosiégate.
Comienza a leer despacio, muy despacio. En cuanto leas, trata de entender lo leído: el
significado directo de la frase, su contexto, y la intención del autor sagrado. Aquí está la
diferencia entre la lectura rezada y la lectura meditada: en la lectura rezada se asume y se
vive lo leído (fundamentalmente es tarea del corazón) y en la lectura meditada se trata de
entender lo leído (actividad intelectual, principalmente, en que se manejan conceptos
explicitándolos, aplicándolos, confrontándolos para profundizar en la vida divina, formar
criterios de vida, juicios de valor; en suma, una mentalidad cristiana).
Sigue leyendo despacio, entendiendo lo que lees. Si aparece alguna idea que te llama
fuertemente la atención, para ahí mismo; cierra el libro; da muchas vueltas en tu mente a esa
idea, ponderándola; aplícala a tu vida; saca conclusiones. Si no sucede esto (o después de
que haya sucedido), continúa con una lectura reposada, concentrada, tranquila.
Si aparece un párrafo que no entiendes, vuelve atrás; haz una amplia relectura para
colocarte en el contexto; y trata de entenderlo en éste. Prosigue leyendo lenta y atentamente.
Si en un momento dado se conmueve tu corazón y sientes ganas de alabar, agradecer,
suplicar... hazlo libremente. Si no sucede esto, prosigue leyendo lentamente, entendiendo y
ponderando lo que lees.
Es normal y conveniente que la lectura meditada acabe en oración. Procura, también tú,
hacerlo así. Es de desear que la lectura meditada se concrete en criterios prácticos de vida,
para ser aplicados en el programa del día.
Es de aconsejar absolutamente que durante la meditación se tenga siempre en la mano un
libro, sobre todo la Biblia. De otra manera se pierde mucho tiempo. No es necesario leer todo
el rato. Santa Teresa, durante catorce años, era una nulidad para meditar, si no tenía libro en
mano.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Para realizar este ejercicio te proponemos el mismo texto evangélico con en el que, al final del
encuentro pasado, te introducíamos en la espiritualidad de la comunión; pero puedes utilizar
cualquier otro de tu preferencia.
1ª CARTA DE JUAN 4, 1-21 (Biblia Latinoamericana)
Queridos míos, no se fíen de cualquier inspiración. Examinen los espíritus para ver si vienen
de Dios, porque andan por el mundo muchos falsos profetas. ¿Quieren reconocer al espíritu
de Dios? Todo espíritu que reconoce a Jesús como el Mesías que ha venido en la carne,
habla de parte de Dios.
En cambio, si un inspirado no reconoce a Jesús, ese espíritu no es de Dios; es el mismo
espíritu del Anticristo. Han oído que vendría un anticristo; pues bien, ya está en el mundo.
Ustedes, hijitos, son de Dios, y ya han logrado la victoria sobre esa gente, pues el que está en
ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.
Ellos son del mundo, por eso su lenguaje es el del mundo, y el mundo los escucha. Nosotros,
en cambio, somos de Dios; el que conoce a Dios nos escucha, pero el que no conoce a Dios
no nos hace caso. Así es como reconocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor.
Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este
mundo para que tengamos vida por medio de Él. En esto está el amor: no es que nosotros
hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por
nuestros pecados.
Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente.
A Dios no lo ha visto nadie jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros
y su amor ha llegado a su plenitud en nosotros.
Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y Él en nosotros? Porque nos ha comunicado
su Espíritu. Pero también hemos visto nosotros y declaramos que el Padre envió a su Hijo
como Salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en
Él y Él en Dios.
Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es
amor: el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Cuando el amor alcanza
en nosotros su perfección, miramos con confianza al día del juicio, porque ya somos en este
mundo como es Él.
En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay
castigo. Quien teme no conoce el amor perfecto. Amemos, pues, ya que Él nos amó primero.
Si uno dice «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano,
a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues éste es el mandamiento que recibimos
de Él: el que ama a Dios, ame también a su hermano.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra
vida. Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en
todas sus dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar a los
demás. Por tanto es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se
funda en ella y la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de
Dios. Te ofrecemos un texto que pensamos que puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y
sabiduría que hay en él; que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no
coincide con nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días
su verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber
tener paciencia.
Hemos concluido el primer año del curso a distancia sobre el Carisma Corazonista y sus
Fundadores. Cuando retomes el trabajo con el segundo, veremos los dos elementos carismáticos que
faltan según el esquema de Amedeo Cencini: el “Camino Ascético” y el “Compromiso Apostólico”.
El primer aspecto que veremos del camino ascético tiene que ver con nuestra capacidad para
ponernos en manos de Dios a través de nuestra vida de oración. Te proponemos que te prepares con
el siguiente texto bíblico:
El Padrenuestro
Mateo 6, 5-13
Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos han
recibido ya su premio.
Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí,
a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.
Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos
creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga.
No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que
necesitan. Ustedes, pues, recen así:
Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre,
venga tu Reino,hágase tu voluntad
así en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy el pan que nos corresponde;
y perdona nuestras deudas,como también nosotros perdonamos a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 5
“Ora a tu Padre que ve en lo secreto” cf. Mateo 6, 6
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre el camino ascético:
“Es la natural expresión de una profunda experiencia mística y, al mismo tiempo,
componente fundamental de todo carisma, en cuanto que es continuación de ese
proceso de identificación-transformación. La profunda contemplación del misterio
divino, en el cual se ve implicado, determina de hecho la exigencia profunda de
conformarse a él. Y esto es ascesis. Si la mística es aquello que Dios realiza en
nosotros, la ascética es todo aquello que nosotros tratamos de hacer para comprender
su acción y responder a ella”.
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág. 45
En este quinto encuentro iniciamos una nueva etapa: el camino ascético. Como veremos la ascesis
no es un “sacrificio” que debemos hacer, sino nuestra respuesta al amor gratuito de Dios. El primer
paso de esta respuesta es estar dispuestos a escucharlo a Él y descubrir lo que nos quiere decir al
cultivar una vida de oración. Veremos también cómo valoraban el Padre Andrés Coindre y el
Hermano Policarpo su vida de oración y la de su comunidad.
Es importante recordar que el camino ascético se da a la par de la experiencia mística que (sólo por
darle un orden) hemos visto en los pasados dos encuentros. Es decir: Dios me permite tener una
experiencia de Él a la cual voy respondiendo con un camino progresivo en mi vida.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
B. SENSIBILIZACIÓN
LA ORACIÓN
Un sacerdote estaba observando a una mujer que se encontraba sentada, con la
cabeza hundida entre sus manos, en un banco de la iglesia vacía.
Pasó una hora... Pasaron dos horas... y allí seguía.
Pensando que se trataría de un alma afligida y deseosa de que la ayudaran, el
sacerdote se acercó a la mujer y le dijo:
- ¿Puedo ayudarla en algo?
- No, Padre, muchas gracias -respondió ella-. He estado recibiendo toda la ayuda
que necesitaba... ¡...hasta que usted me ha interrumpido!
Anthony De Melo. La Oración de la Rana
Hablamos de la oración, pero… ¿oramos? ¿nos damos tiempo para ello?
¿Creemos de verdad que Dios puede ayudarnos?
¿Ayudamos a los demás a encontrarse con Dios?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
Veamos ahora las enseñanzas que el Padre Andrés Coindre y el Hno.
Policarpo nos dejaron sobre la vida de oración, entendida como un camino
ascético por el cual nos ponemos en manos de Dios.
7. Andrés Coindre:
Sin duda el Padre Andrés era un “hombre de acción”. Así lo vemos
al considerar el gran número de tareas que realizó en tan sólo 39
años de vida. El motor de su actividad era el amor de Dios: oración y acción eran dos partes
complementarias de un mismo dinamismo. Por tanto la oración de Andrés no era una “fuga
del mundo”, una huida de los problemas.
Encontramos incluso un texto bastante irónico y crítico con las personas que se dedican a la
oración sin servir al prójimo. Se trata de una carta al Hno. Borgia (Director general de los
Hermanos) recibida el 15 de mayo de 1823. Este Hermano le había escrito previamente una
misiva bastante pesimista en la que le señalaba todas las dificultades que encontraba en su
tarea y sus propias deficiencias personales. Probablemente el Hno. Borgia se sentía tentado
por una vida más tranquila como religioso contemplativo. Veamos qué le contestó el P.
Andrés:
“No le conviene demasiado liberarse, al menos de momento, de la carga que
lleva. Debe importarle mucho más hacer lo que Dios espera de usted, o sea,
continuar lo que le invitó a comenzar. No fueron el orgullo, ni el interés personal,
ni el deseo de placeres los que le embarcaron en esto, ni los que le inducen a
perseverar; fue el deseo de ser útil al prójimo, a la Religión y de hacer penitencia
por sus pecados. ¿Qué más necesita? Si tuviese ante Dios este constante deseo,
aunque no pudiera ofrecerle muchos éxitos, sería usted un gran santo.
¡Cuántas personas de vida contemplativa ansiaron poder salvar almas y Dios se
lo tuvo en cuenta! Por el contrario, otras de vida activa, buscaron la benignidad
de la vida contemplativa, pero quizás sólo deseaban el bienestar y la
tranquilidad, que no tienen ningún mérito ante Dios (…).
Por otra parte, muy querido y amado Hermano, imagínese al rey de Francia
recibiendo con gozo las noticias de los combates que sus ejércitos libran en
España. ¿No prefiere que estén en su puesto, a pesar de su cansancio, que
tenerles ociosos en su Corte entonándole alabanzas? Dios necesita soldados que
soporten el agobio de la fatiga y del día, más que contemplativos que no le
honren sino con los labios. La presteza para el combate, el celo por su gloria, el
deseo de instruir, edificar y salvar al prójimo es lo que Dios nos pide por encima
de todo. ‘Los que instruyan a otros brillarán como estrellas por toda la
eternidad’, dice el profeta.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 83-85
Está clara, entonces, la postura de Andrés: el encuentro con Dios en la oración debe
llevarnos al trabajo por su Reino.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Llama la atención que en las primeras “Reglas” que dio en 1821 a los Hermanos (que eran
las mismas que había preparado algunos años antes para las Hermanas de Jesús-María), no
aparecen aspectos concretos que hagan a la vida de oración de la comunidad: no se detallan
horarios ni la forma en que había de realizarse.
Pero en otra carta al Hno. Borgia descubrimos referencias a cuáles eran las tareas del Hno.
Agustín, Maestro de Novicios (es decir encargado de la formación de las personas que
querían consagrarse como Hermanos). En esta carta podemos descubrir algunos de los
elementos con los que se alimentaba la oración de los Hermanos:
“Con respecto a la carta del Hermano Agustín, se ve que es el mismo de siempre,
se ahoga en un vaso de agua. Su deber como Maestro de Novicios es, en primer
lugar, presidir todos los actos, conceder los permisos, dar las órdenes, hacerlas
cumplir, por él mismo o por su ayudante, estar con ellos en la meditación, en el
comedor, en el examen particular, en la lectura espiritual. Durante el tiempo de
la meditación les enseñará a meditar por medio de las reflexiones y los actos que
él mismo hará. Durante la lectura espiritual puede hacer advertencias, mandar
hacer alguna reflexión sobre lo leído, preguntar si lo han entendido (…).”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Pág. 127
Meditación, examen particular (de conciencia) y lectura espiritual son las expresiones
concretas que se mencionan. Y no deja de ser importante el señalamiento de que debía
ser el Maestro de Novicios el que enseñase a orar a los demás con su ejemplo.
Finalmente veamos algunas frases extractadas de sus cartas o de sus apuntes de predicación,
donde Andrés hace referencia a la oración:
“Debemos representarnos a Dios alrededor de nosotros, dentro de nosotros y con
nosotros, pues ciertamente está dondequiera que estemos”.
“¡El gran medio para que fructifique el celo de las almas es la oración! La
oración fuerza a Dios a derramar sus gracias sobre los pecadores. La
misericordia de Dios desea ardientemente intermediarios e intercesores que se
coloquen como puente entre Él y el pecador”.
“Haga saber a los Hermanos el gran cariño que les tengo a todos y lo mucho que
cuento con su perseverancia y con sus oraciones. Nuestras dos últimas Misiones,
por las que rezaron, han sido un éxito total”.
“A las nueve de la mañana, sin dejar sus ocupaciones, tomen la piadosa
costumbre de reunirse en el Sagrado Corazón de Jesús y de pedirle que los
bendiga y los guarde en su santo amor, con esta sencilla advocación: Divino
Corazón de Jesús, haz que te amemos cada día más”.
Recopilación de El Corazón de Cristo, septiembre de 2007
8. Hermano Policarpo:
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Hemos visto en el Encuentro 3, que trataba sobre la experiencia mística del Corazón de
Jesús, cómo el Hno. Policarpo comprendía que aquél era una “morada” donde guarecerse en
intimidad con Dios. Si bien Policarpo también desempeñó una vastísima obra, encontramos
en él muchas referencias a la relación personal con Cristo.
Cabe recordar que cuando Policarpo fue elegido Superior general en 1841 la congregación
ya tenía 20 años de vida, de andadura. Tomando aquella experiencia, sumada a las
inspiraciones que el Padre Andrés nos dejó en sus escritos y a las normas de otras
comunidades religiosas de la época, el Hno. Policarpo redactó unas nuevas “Reglas” en
1843, más completas y ordenadas que las de 1821. El Hno. Stanislas (historiador del
instituto) resume así su contenido en lo referente a los llamados “ejercicios de piedad”:
“Las Reglas de 1843 preveían una meditación de treinta minutos a la mañana y
otra de la misma duración a la tarde; un examen de conciencia de quince minutos
antes de comer y otro de seis minutos en la oración de la tarde; treinta minutos de
estudio del Catecismo antes de comer y cuarenta y cinco antes de cenar; y una
lectura espiritual de media hora.
Fue entonces cuando se introdujo entre nosotros el Oficio del Sagrado Corazón
al que se añadían las Letanías del Sagrado Corazón o de la Divina Providencia y
las oraciones a San Ignacio y a San Luis Gonzaga.
En lugar de los Himnos se recitaban tres padrenuestros y avemarías (en algunas
horas cinco padrenuestros y avemarías). Hasta 1906 no se empezaron a recitar
los Himnos.
Notemos que en esa época los Padres Gautrelet y Ramière, grandes
propagandistas de la devoción al Sagrado Corazón sobre todo a través del
Apostolado de la Oración, tenían su residencia en Vals y que el Hno. Policarpo se
encontraba a menudo con ellos. Gracias a su influencia se introdujo entre
nosotros el ofrecimiento de obras en la oración de la mañana.
Añadiendo a todo esto la santa Misa, el rosario, las oraciones de la mañana y de
la tarde, tenemos un total de casi cinco horas de ejercicios de piedad, sin contar
las lecturas del comedor.
El horario de la tarde debía ser fatigoso después de una jornada de clase.
Leamos: A las 16:30, Rosario y salida de los alumnos al recreo; a las 17:15,
Catecismo; a las 18:00 lectura espiritual; a las 18:30 meditación; a las 19:00
oficio (oración) de la tarde y cena.”
Hno. Stanislas. Superiores Generales 1821-1859. Págs. 136-137
Notamos ya un gran cambio: de la falta de información que teníamos sobe la vida de oración
de los Hermanos en tiempos del Padre Coindre, vemos que ahora hay una exhaustiva y
detallada normativa. El propio Hermano Policarpo, en enero de 1843, escribió:
“Empápense, queridos Hermanos, de la importancia y de las ventajas de la
fidelidad a estas prácticas así como de la asiduidad al santo ejercicio de la
meditación. Recen y recen con fervor. Imiten, en sus contactos con Dios, la
conducta de un niño hacia su madre; de un pobre a la puerta de un rico.
Entréguense de lleno al espíritu de oración penetrando en la soledad de su
corazón; será en la soledad donde aprenderán a conocer los corazones tan
perfectos de Jesús y de María a los que pertenecemos y en este conocimiento
verán las infinitas riquezas y los tesoros de gracia que fluyen de estas fuentes
59
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
divinas y, no lo dudo, una vez que las hayan saboreado no les resultará difícil
renunciar a todas las satisfacciones naturales”.
Cuaderno de trabajo Nº 2: Hermano Policarpo. Pág. 54-55
Y cinco años más tarde, en enero de 1848, confirmaba la misma importancia de la vida de
oración al hacer un análisis de los elementos que deben distinguir la vida de los Hermanos:
“Por fin, la séptima cosa que constituye la vida religiosa son los ejercicios de
piedad que facilitan la práctica de las virtudes. La Regla les señala todos los
ejercicios de piedad que deben hacer para cumplir sus deberes religiosos. Vean si
son fieles en cumplirlos todos y si no los acortan de vez en cuando.”
Cuaderno de trabajo Nº 2: Hermano Policarpo. Pág. 57
Para terminar incluimos algunas frases extractadas de sus cartas o documentos, que nos
ayudarán a comprender el sentido que él le daba a la oración en su vida:
“El examen será el ejercicio al que se aplicarán más y de él no se dispensarán
más que cuando no puedan hacer ninguno. Harán todos los días algunas lecturas
sobre el Nuevo Testamento que debe ser su principal Regla.”
“Toda la Congregación tiene puesto sus ojos sobre nosotros (miembros del
Capítulo eneral), queridos Hermanos; recen para que nosotros desempeñemos el
importante mandato que se nos ha encomendado. Ante todo imploremos las luces
del Espíritu Santo y hagamos una santa violencia al cielo para que nos ilumine y
nos dé fuerza para cumplir todo lo que el Instituto tiene derecho a esperar de
nosotros.”
“Para que Dios nos ilumine en la elección de los sujetos para una tan importante
misión (el envío de los primeros Hermanos a América), se recitarán cada día,
después de la oración de la mañana y de la tarde, las letanías del Sagrado
Corazón.”
“No debemos ignorar que Nuestro Señor, durante su vida mortal, siempre acogió
con bondad, no solamente a aquellos que le dirigían directamente sus ruegos,
sino también a los que intercedían por otros.”
“Trataré de hacer mis meditaciones con la mayor perfección posible. Mis
exámenes de conciencia los haré con la mayor exactitud según el método
enseñado por San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales. Me esforzaré en
mantenerme unido a Dios por la oración, por la recepción de los sacramentos y
por una escrupulosa fidelidad a nuestras santas Reglas cuya trasgresión no
quiero perdonarme. Junto con el amor por la oración, tendré una tierna devoción
a la Santísima Virgen y a los Ángeles.”
Recopilación de El Corazón de Cristo, octubre y noviembre de 2007
60
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
9. Algunas conclusiones:
En resumen podemos decir que ni el Padre Andrés Coindre ni el Hermano Policarpo
desarrollaron un “método” propio de oración y tampoco encontramos en ellos expresiones
originales o reveladoras sobre la vida de oración. Probablemente siguieron las formas
propias de la Iglesia de su tiempo, comunes a todas las congregaciones.
Sin embargo encontramos en ambos la experiencia de la oración y la necesidad de rezar para
ponerse en manos de Dios. Ambos fueron personas que soportaron grandes cargas de trabajo
y ambos pudieron hacerlo gracias a que pusieron cotidianamente su confianza en Dios. Y en
definitiva la oración es eso: ponerse confiadamente en manos de Dios, más allá de la forma
en que ésta se realice.
Sí encontramos, y vale la pena destacarlo, expresiones que hacen referencia al Sagrado
Corazón. Vemos cómo, a medida que pasa el tiempo y la comunidad se asienta y madura, el
camino ascético de la oración se centra cada vez más en disponerse al encuentro con el
Corazón de Jesús.
La premisa de que experiencia mística y camino ascético van de la mano se verifica en
nuestros fundadores. Tanto Coindre como Policarpo experimentaron profundamente el amor
a Dios porque le permitieron entrar en su existencia concreta al comprometerse seriamente
con su vida de oración. Y a la vez, se tomaron en serio esa vida de oración porque fueron
descubriendo progresivamente a un Dios que los amaba.
61
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: LA REGLA DE VIDA
Te ofrecemos varios artículos de la Regla de Vida de los Hermanos del Sagrado Corazón que
pueden ser iluminadores sobre la vida de oración en el carisma Corazonista.
Hemos visto que el mismo Padre Andrés entregó en 1821 a los Hermanos unas Reglas muy básicas
y cómo, en 1843, una de las primeras tareas que encaró Policarpo fue mejorar y ampliar esas
Reglas. El documento actual es en su conjunto del año 1984 y fue actualizado en 2007 con la
introducción de algunos cambios. Presentamos algunos artículos que han sido pensados para los
Hermanos, pero pueden servir a todos para iluminar cuál es el camino ascético de la comunidad en
lo que se refiere a la vida de oración:
El sentido (trinitario) de la oración en nuestra vida:
128. Llamada del Padre: Dios está en el corazón de nuestra existencia concreta. En
toda nuestra actividad, estamos llamados a conformarnos a su voluntad y a permanecer
unidos a Él. Por el dinamismo de nuestra fe, lo encontramos en los acontecimientos, en
las personas y de una manera especial en la oración.
129. El ejemplo de Jesús: El ejemplo de Jesús, que se dirige sin cesar hacia su Padre,
nos muestra la necesidad de la oración continua. A ejemplo suyo, rezamos en privado,
con nuestros hermanos y con la comunidad cristiana. Tanto en medio de nuestras
tareas apostólicas como en los momentos de recogimiento, vivimos con Cristo nuestra
condición filial bajo la moción del Espíritu Santo.
130. Acción del Espíritu: La vida de oración, comunión con los designios de Dios sobre
nosotros, es una expresión de nuestra consagración. Toda nuestra existencia ha de
tender a la adoración, alabanza y acción de gracias. El Espíritu nos impulsa a la
confianza, porque Dios es bueno y fiel; a la súplica, porque es el dueño de nuestras
vidas. Nos transforma y traduce ante Dios la oración inexpresada de nuestros
corazones. Nos enseña a discernir sus dones, a encontrar las razones y la fuerza del
obrar.
La oración como camino ascético:
131. Libertad del corazón: (Ver en la sección “E. Guía para la reflexión personal”)
133. Perseverancia en la oración: El amor a Dios y al prójimo nos hace descubrir los
caminos de la oración. En medio de las tareas apostólicas y de las dificultades de todo
tipo, a veces deberemos demostrar valor para sumergirnos en el silencio interior,
retirarnos a la soledad y perseverar en la oración.
134. Examen de conciencia: Ante el Señor revisamos nuestras vidas de hombres de
acción: descubrimos sus misericordiosas bondades, nos percatamos de lo que espera de
nosotros, examinamos nuestra fidelidad a su voluntad y nos arrepentimos ante Él de
nuestros pecados. De este modo nos preparamos para encontrarnos con Él en el
sacramento del perdón.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Estamos abordando la vida de oración como parte del “camino ascético” propio del carisma
Corazonista. Esto quiere decir que pertenecer a nuestra comunidad nos lleva a realizar un
proceso de conocimiento de Dios en la oración. Pero ese proceso no es fácil, por eso
hablamos de “ascesis”: nos cuesta trabajo abrirnos a Dios.
Es importante comprender bien esto: nosotros no podemos “forzar” a Dios para que nos
hable en la oración, lo único que podemos hacer (y es lo que constituye nuestra ascesis) es
ofrecerle nuestro tiempo y disposición interior.
Te proponemos que reflexiones este tema ayudándote de un artículo de la Regla de Vida
actual de los Hermanos. Es el artículo 131 y se titula “Libertad del corazón”:
Para que nuestra oración sea un encuentro íntimo con el Señor,
liberamos el corazón de toda coacción;
aceptamos dedicarle tiempo
y rodearnos de silencio y recogimiento.
Esta ascesis, respuesta al amor de Dios,
requiere el desasimiento de sí mismo,
pero constituye un camino necesario
para orar “en espíritu y en verdad" (Jn 4, 23).
“Liberamos el corazón de toda coacción”
¿Qué preocupaciones, ansiedades, distracciones… me “coaccionan” y me dificultan orar?
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“Aceptamos dedicarle tiempo y rodearnos de silencio y recogimiento”
¿Cuáles son mis tiempos reales de encuentro con el Señor en la oración?
¿Dónde encuentro un espacio apropiado para hacerlo?
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“Requiere el desasimiento de sí mismo”
¿Qué cosas de mi propia interioridad (anhelos, planes, proyectos, enojos, miedos…) debo
dejar de lado para poder orar de verdad?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Mt 6, 5-13) que se te proponía para preparar este
encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en la vida de oración del Padre Andrés Coindre
y/o del Hermano Policarpo?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos de la Regla de Vida que te parezca
iluminador para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
Muchas veces queremos tener una experiencia “sensible” de Dios en la oración, queremos sentir su
amor, su presencia... y nos esforzamos por elevar el pensamiento, por tener todo bajo control para
no distraernos. Pero la oración es justamente lo contrario: perder el control para que lo tome Dios.
Por eso yo no puedo controlar qué voy a sentir, decir o escuchar… sólo puedo abrir el corazón,
decidir dedicarle tiempo y silencio exterior e interior, lo demás depende de Él.
Por eso en este encuentro te invitamos a que intentes realizar una “Oración de abandono” que nos
propone el libro “Encuentro. Manual de oración” de Ignacio Larrañaga (Ed. Claretiana, Buenos
Aires, 1995).
Oración de abandono
Es la oración (y actitud) más genuinamente evangélica. La más libertadora. La más
pacificadora. No hay bálsamo que tanto suavice las penas de la vida como un "yo me
abandono en Ti".
Ponte en la presencia del Padre, que dispone o permite todo, en actitud de entrega. Puedes
utilizar como fórmula la oración que ofrecemos u otra fórmula más simple como: “hágase tu
voluntad” o también “en tus manos me entrego”.
Como disposición incondicional, debes reducir a silencio la mente que tiende a rebelarse. El
abandono es un homenaje de silencio en la fe.
Vete depositando, pues, en silencio y paz, con una fórmula, todo aquello que te disguste de tus
padres, de tu figura física, las enfermedades, la ancianidad, las impotencias y limitaciones,
los rasgos negativos de tu personalidad, personas próximas que te desagradan, historias
dolientes, memorias dolorosas, fracasos, equivocaciones...
Puede ser que, al recordarlos, te duelan. Pero, al depositarlos en las manos del Padre, te
visitará la paz.
Para realizar este ejercicio te proponemos dos oraciones distintas, pero puedes utilizar cualquier otra
de tu preferencia.
ORACIÓN DE ABANDONO (Charles De Foucauld)
Padre,
me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo;
lo acepto todo
con tal de que tu voluntad
se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo ninguna otra cosa, Padre.
Te ofrezco mi vida.
Te la doy con todo el amor
de que soy capaz.
Porque te amo
y necesito darme:
ponerme en tus manos,
sin medida,
con una infinita confianza.
Porque Tú eres mi Padre.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ADORA Y CONFÍA (Teilhard de Chardin)
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla
que, pese a todo, acepta los designios de su Providencia.
Poco importa que te consideres fracasado,
si Dios te considera plenamente realizado, a su gusto.
Piérdete, confiado ciegamente
en ese Dios que te quiere para sí
y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente agarrado,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz, te lo suplico, vive en paz.
Que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz:
Ni la fatiga psíquica ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre en tu rostro, una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso, te lo aseguro
en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste… adora y confía.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra vida.
Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en todas sus
dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar a los demás. Por
tanto es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se funda en ella y
la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de Dios.
Te ofrecemos un texto que pensamos que puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y sabiduría
que hay en él; que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no coincide con
nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días su
verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber tener
paciencia.
En el próximo encuentro seguiremos tratando el “camino ascético”, pero desde otro aspecto: la
conversión que genera en mí el encuentro con el otro. Te proponemos que te prepares con el siguiente
texto bíblico:
El buen samaritano
Lucas 10, 25-37
Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: «Maestro,
¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la
Escritura? ¿Qué lees en ella?»
El hombre contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Jesús
le dijo: «¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.» El otro, que quería justificar su
pregunta, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó
en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se
marcharon dejándolo medio muerto.
Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, dio un rodeo y siguió. Lo
mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Un
samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él.
Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el
animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente sacó
dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo
pagaré a mi vuelta.»
Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres se hizo el prójimo
del hombre que cayó en manos de los salteadores?» El maestro de la Ley contestó: «El
que se mostró compasivo con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 6
“¿Y quién es mi prójimo?” Lucas 10, 29
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre el camino ascético:
“De hecho, cada carisma tiene su programa ascético propio: es ese cierto modo de ser,
constituido por comportamientos y precedido de actitudes, de predisposiciones para
actuar y de una sensibilidad específica; por lo tanto de virtudes características que
afectan tanto al ámbito de la propia subjetividad, las relaciones con Dios y con los demás,
la oración como forma de entablar relaciones interpersonales (…).”
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág. 45
Seguimos, en este sexto encuentro, con la etapa del camino ascético. Debemos recordar que
experiencia mística y camino ascético se dan a un mismo tiempo según el esquema que estamos
siguiendo de Amedeo Cencini. De este modo podemos comprender que la experiencia mística del
Corazón de Jesús (Encuentro 3) guarda relación con el camino ascético de la oración (Encuentro 5) y,
de igual modo, la experiencia mística de la Espiritualidad de la Comunión (Encuentro 4) está
vinculado al camino ascético que veremos hoy (Encuentro 6).
Nos centramos ahora en una dimensión muy importante en el carisma Corazonista: el encuentro con
el otro es un motivo para nuestra conversión, para descubrir a Dios y para abrirnos a Él. Es, por
tanto, un elemento esencial en nuestra ascesis. Guiados por las experiencias del Padre Andrés Coindre
y el Hermano Policarpo profundizaremos en esta dimensión de nuestra existencia.
B. SENSIBILIZACIÓN
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
LOS DOS HERMANOS
Dos hermanos, el uno soltero y el otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo
producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.
Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el hermano casado
empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando:
— No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo
mujer y cinco hijos, de modo que en mi ancianidad tendré todo cuanto necesite. ¿Quién
cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más
de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía.
Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente a donde su hermano y vertía en el
granero de éste un saco de grano.
También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo:
— Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la
cosecha. Pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo, acaso, que
mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?
Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su hermano.
Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con
su saco de grano a la espalda.
Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se divulgó. Y cuando los
ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos
hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad un lugar
más santo que aquél.
Anthony De Melo. La Oración de la Rana
¿Qué motivó a obrar así a cada hermano?
¿Podemos trasladar este cuento a hechos de nuestra propia experiencia?
¿Quién es “mi hermano” que hoy me interpela?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
Vamos a tratar de descubrir si el Padre Andrés Coindre y el Hermano
Policarpo también vivieron el encuentro con el otro como parte de su
camino ascético dentro del carisma Corazonista.
10. Andrés Coindre:
En las cartas que conservamos de Andrés descubrimos claramente
que él era una persona acostumbrada a dirigir a otras. Su contacto
con la gente en las misiones y el conocimiento de la naturaleza humana a través de las
confesiones, le permitieron tener una mirada profunda sobre las realidades personales que veía
a su alrededor. A su vez, como Superior-Fundador de tres congregaciones (Hermanos del
Sagrado Corazón, Hermanas de Jesús-María y Padres del Sagrado Corazón) estaba
acostumbrado a dar órdenes, a disponer el trabajo que creía mejor para cada uno, a solucionar
conflictos entre individuos, etc.
Sí, Andrés estaba acostumbrado a tener autoridad sobre otras personas, pero también tenía la
experiencia de la responsabilidad que se derivaba de ello, una responsabilidad muchas veces
acompañada de soledad, dolor e incomprensión. En estos términos se lo explicaba el 26 de
marzo de 1826 al Hno. Borgia, Director general, para consolarlo desde su propia experiencia:
“No se atormente. Los Superiores siempre tienen preocupaciones; es un peso, una
carga que hay que llevar. No es un puesto para sentarse. La Cruz del Salvador era
más pesada; es preciso sufrir con Él para entrar en la gloria; y usted no ha sido
todavía vendido, ni traicionado, ni abandonado, ni crucificado por sus Hermanos
como lo fue Él por sus discípulos y sus criaturas.
Cuantas más desdichas tenga, más se asemejará a su Salvador. En esta tierra no
existe el descanso, sino la lucha. Los que estén a la cabeza tienen más pelea que los
demás, pero también tienen más mérito en la victoria de la batalla. Hay que trabajar
para mantener la unión con Dios no para disfrutar del goce de la paz, sino para
sostenerse en el ardor del combarte. La paz total la tendremos en el otro mundo.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 142
En el texto anterior podemos constatar dos actitudes importantes. La primera es que asumía con
naturalidad las dificultades; no dramatizaba los problemas que sufría a causa de los Hermanos,
eran para él algo natural, parte de la “lucha” de esta vida. En segundo lugar, vinculaba sus
sufrimientos a los de Jesús y descubría así su insignificancia. Para Coindre los sufrimientos que
le provocaban las actitudes y decisiones de otras personas no eran algo a evitar, sino una cruz a
abrazar, para poder recorrer el mismo camino que Cristo: esta ascesis era parte de su
crecimiento espiritual.
Un dato interesante es que Coindre expresó desde un primer momento que la vida y actividad
de los Hermanos debía ser en comunidad. Así lo manifestaba en diciembre de 1823 al comentar
con el Hermano Borgia la situación de un joven que quería ser Hermano pero para volver a
trabajar luego en solitario a las órdenes de un sacerdote que lo había recomendado.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
“(…) nosotros no enviaríamos a ningún Hermano destinado solo, sino al menos a
dos o tres que formarán comunidad”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 97
A su vez en sus cartas no encontramos quejas, sí evaluaciones de las conductas de las personas,
pero siempre con la búsqueda de una solución práctica y real a los problemas. Es decir, Andrés
Coindre no ignoraba los problemas ni era ciego a los fallos humanos, pero no se acobardaba
ante ellos sino que buscaba cómo darles solución. Estimulaba en el Hno. Borgia el ejercicio de
la autoridad pero sin ser nunca agresivo.
“En cuanto a usted, actúe siempre con una mezcla de mansedumbre y de firmeza que
haga cumplir la Regla y respetar su autoridad.”
“Consiga que el Hermano Frégier se someta a su autoridad; pero, en cuanto le sea
posible, mantenga con todos su firmeza sin acritud ni severidad, y su bondad sin
debilidad. La confianza y un poco de temor son las dos riendas que usted necesita
para dirigir su carro. No pidamos nunca a los hombres lo que no pueden. Utilicemos
lo que tienen de bueno, en la medida de lo posible, y contentémonos.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 77 / 86
Incluso cuando las dificultades provenían de personas externas a la comunidad, gente
malintencionada que buscaba agredir a los Hermanos, el Padre Coindre insistía al Hno. Borgia
que no respondiera con violencia, sino con un estilo similar al del Corazón de Jesús (carta del 9
de junio de 1823).
“El asunto (…) requiere de su parte una gran prudencia, cautela y entereza. Se
encuentra usted en esto reducto contra reducto, batería contra batería. Nosotros
pedimos la paz, ¿nos la concederán? No lo sé. Desbarate los ataques fijándose en
todos y dándomelos a conocer. Responda con sosiego, humildad y paciencia a todos
los ataques que puedan dirigir contra usted. Lo más prudente sería mandar a dos
Hermanos para acompañar a los chicos a la catequesis, atacarán más difícilmente a
dos que a uno.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 88-89
Como ya hemos dicho, en las cartas del Padre Andrés vemos un estilo práctico, enérgico,
activo. Pero existe una, del 25 de febrero de 1826 al Hno. Louis, que nos permite descubrir otra
dimensión de su personalidad. Este Hno. Louis se encontraba a punto de abandonar la
comunidad y Andrés le escribió una carta profunda, donde expresaba los sentimientos de un
verdadero padre. Veamos su comienzo:
“A nuestro pobre Hermano Louis de Pradelles:
¡Cómo me entristece usted, pobre amigo mío, con su extraño comportamiento! ¡Qué
pronto ha olvidado mis paternales consejos y las buenas resoluciones que usted
había tomado! Yo siempre fui compasivo con usted, a pesar de sus ilusiones y sus
faltas; hoy en día siento todavía esa misma compasión por usted, por eso me tomo
71
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
un tiempo que me resulta tan valioso para escribirle. ¿Será como si predicara en el
desierto? ¿No se ablandará su corazón ante los toques de alarma de su Padre?
¡Pobre hijo mío, le compadezco! Cae en todas las trampas que le tienden los
enemigos de su alma.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Pág. 133
Antes de terminar debemos mencionar otro encuentro, tal vez el más importante, que motivó la
conversión del Padre Coindre: su encuentro con los niños y jóvenes sufrientes. Los vio en las
cárceles de Lyon o deambulando sin rumbo por sus calles mientras mendigaban o robaban; los
vio en los pequeños pueblos donde predicó misiones y descubrió que no tenían a nadie que
pudiera enseñarles los más mínimos conocimientos para progresar en la vida.
Estos niños y jóvenes interpelaron a Andrés y motivaron su conversión: por ellos asumió
grandes responsabilidades; por ellos fundó una “providencia” de niñas y otra de niños; por ellos
fundó congregaciones que los atendiesen, por ellos comprometió su tiempo, su dinero y toda su
energía. Pero todo esto lo profundizaremos en el próximo encuentro.
11. Hermano Policarpo:
Al pensar en el Hno. Policarpo debemos tener presente que, a diferencia del Padre Andrés, él sí
era miembro de la comunidad y vivía en ella cotidianamente. Sus problemas o alegrías le
afectaban más personalmente ya que tal vez se tratara de dificultades que le ocasionaban
personas con las que convivía bajo el mismo techo o con las que había compartido varios años
en la misma comunidad. Tal vez por ello le dedica mayor atención en sus circulares. Veamos
qué decía a los Hermanos el 1º de enero de 1844.
“¿Quieren saber ahora cuáles deben ser los principales caracteres de su caridad
para que produzca la verdadera unión fraterna? El gran Apóstol se lo enseñará: ‘La
caridad –dice– es paciente, es benigna, no es envidiosa, no se infla de orgullo, no es
ambiciosa y no busca su utilidad propia’.
Como ven las dos primeras cualidades son de suma importancia para conservar la
unión. Sí, es preciso sufrir pacientemente los defectos de todos y, sobre todo, de
aquellos con los que tenemos la dicha de vivir en sociedad. Somos todos hombres y,
por consiguiente, llenos de defectos e imperfecciones; todos daremos bastante
materia de paciencia a nuestro prójimo. Por una parte, estamos también muy débiles
y enfermos, tenemos también necesidad de que se nos ayude y se nos soporte. Por
eso según San Pablo, ‘debemos llevar las cargas los unos de los otros’. No
permitamos tampoco que nuestra caridad se infle de orgullo, sino por un
conocimiento profundo de nuestra bajeza y de nuestra miseria, despojémonos de
toda clase de orgullo para que nuestra caridad dé entrada entre nosotros a una
extrema igualdad; y esa igualdad, que es un efecto de la caridad y del amor,
contribuirá grandemente a aumentar la caridad y a conservar la paz.
Por fin, la caridad no es envidiosa. No es ambiciosa y no busca nunca su utilidad
personal; quien está dotado desea tanto bien a los Hermanos como a sí mismo y se
alegra tanto de sus ventajas como de las suyas propias. De aquí que sea fácil
concluir que el que hace su dicha de la dicha de los otros está muy alejado de toda
suerte de sentimientos de interés y ambición.”
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Cuaderno de trabajo Nº 2: Hermano Policarpo. Pág. 65
Verificamos en este texto dos características del Hermano Policarpo que ya habíamos resaltado
anteriormente: Posee un gran conocimiento bíblico, no sólo intelectual sino a nivel del sentido
profundo de sus textos; y lo caracteriza un gran espíritu de humildad; según su concepción el
orgullo y el amor propio son los principales elementos que separan al hombre de Dios y de sus
hermanos.
Veamos brevemente otro texto. Se trata de una circular fechada el 18 de enero de 1848, en la
que expresa a los Hermanos los elementos que en su comprensión “constituyen la esencia de la
vida religiosa”. Transcribimos lo relativo a la conversión que nos produce el trato con el otro,
que puede ser aplicado a cualquiera de nuestras actuales comunidades educativas.
“La sexta cosa que constituye la vida religiosa es el espíritu de unión con todos los
miembros del Instituto y, particularmente, con los que viven en una misma casa. Sin
esta unión es imposible hacer el bien. Una casa donde reina esta unión, esencial en
la vida religiosa, es una imagen del cielo donde reina la más perfecta unión. Por el
contrario, una casa donde falta esta unión es una imagen del infierno donde reina
la desunión más completa.”
Cuaderno de trabajo Nº 2: Hermano Policarpo. Pág. 57
Para comprender la dimensión real de estas palabras para Policarpo es preciso recordar en qué
situación asumió el cargo de Superior general: Habían pasado quince años desde la muerte del
fundador y la congregación estaba malamente dirigida por su hermano de sangre, el padre
Francisco Vicente Coindre. El desánimo era generalizado y todo el mundo pensaba en cómo
salvarse personalmente, es decir qué ventajas podría obtener, etc. La desconfianza se había
apoderado de gran parte de la comunidad. En esta situación el Hermano Policarpo restableció
“la disciplina religiosa”, es decir, el orden y la regularidad en las comunidades. Pero pudo
hacer esto sólo porque antes se ganó los corazones de los Hermanos a través de sus visitas, sus
palabras afectuosas y la confianza y buen espíritu que generaba a su alrededor. Los otros fueron
parte de su camino de conversión hacia el Señor, pero a su vez él fue el instrumento que Dios
usó para llamar a muchos Hermanos a la conversión.
Al igual que en el caso del Padre Andrés Coindre los niños y jóvenes, especialmente aquellos
que pasaban dificultades, fueron el principal camino ascético de conversión. Recordemos que
él ya era Maestro antes de ingresar a la comunidad de los Hermanos (es decir que ya había
encontrado su vocación de educador previamente) y que después se va a dedicar durante
muchos años a la docencia y a la dirección de escuelas. En el próximo encuentro avanzaremos
sobre este aspecto.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUACTIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay) es
un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual.
Podemos descubrir artículos que nos hablan de la conversión que nos causa el encuentro con el otro.
Algunos están referidos al encuentro dentro de la comunidad, con las personas que ya forman parte de
ella, y otros artículos nos presentan el compromiso social que nos reclaman los excluidos de nuestra
sociedad. Puedes encontrar más artículos en el Ideario que avanzan en estas dos líneas.
La conversión en el encuentro con otros miembros de la comunidad educativa
Art. 45. Cada comunidad está siempre en construcción. La comunión recibida como tarea
se despliega en forma dinámica en nuestra historia, convirtiéndola en historia de
salvación.
Art. 46. Por tanto siempre anhelamos una mayor comunión y deseamos transformar todo
lo que en nuestras comunidades educativas nos aleja de ella. Las autoridades de la
Provincia religiosa promueven y apoyan las instancias de encuentro entre los miembros de
los diferentes centros educativos. Dentro de cada institución el equipo directivo vela para
que reine un espíritu de comunión, para ello implementa los espacios de crecimiento que
reclama la comunidad, especialmente aquellos destinados a acompañar en la fe a los
alumnos, docentes y familias.
Art. 47. Sin embargo sabemos que la conversión comunitaria sólo es posible cuando
dejamos que Dios realice en nuestro corazón una conversión personal. Descubrimos aún
en nosotros la necesidad de un mayor respeto por los demás y de una mayor capacidad de
escucha al otro. Reconocemos que en nuestras comunidades debemos seguir trabajando el
sentido de pertenencia y el compromiso que el mismo implica. Necesitamos
constantemente ponernos en manos de Dios para que Él realice en nosotros y por medio
nuestro su obra.
La conversión en el encuentro con las realidades de pobreza
Art. 62. La propuesta pastoral del centro educativo Corazonista, tanto en espacios
formales como no formales, está llamada a incorporar una opción por la justicia social
como elemento estructural. Debe contemplar tanto la elaboración de criterios de
discernimiento como la promoción de actitudes y acciones coherentes con los mismos. Los
encuentros cara a cara con quienes padecen la pobreza en todos sus sentidos, se
convierten en experiencias significativas en el proyecto de vida de cada alumno. Es parte
de la pedagogía de la confianza animar a los alumnos a asumir compromisos de servicio a
los demás, tanto dentro como fuera del centro educativo.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Para nosotros, Corazonistas, Dios es sobre todo alguien con Corazón y alguien que nos habla al
corazón, porque nos comprende y quiere lo mejor para nosotros. Sin embargo nos cuesta
muchísimo actuar con los demás como Dios nos trata a nosotros. El otro se me presenta como
alguien distinto a mí, muchas veces con otra visión de las cosas, otros intereses, otras formas de
relacionarse… la opción es sencilla: o asumo el camino de conversión que me implica el otro o
viviré criticando todo lo que no me gusta de los demás (que probablemente sea bastante).
Hay un artículo de la Regla de Vida actual de los Hermanos que habla específicamente de este
tema. Te proponemos que lo leas y que reflexiones sobre ti mismo a partir de este texto. Se
trata del artículo 26 y se titula “Relaciones de caridad”:
De compartir un mismo ideal de vida y apostolado
surgen múltiples oportunidades de conocernos, aceptarnos y amarnos.
Nuestras diferencias de edad, mentalidad y caracteres,
así como la variedad de nuestros talentos y funciones,
manifiestan la riqueza del Espíritu en la diversidad de sus dones.
Encontramos gracias de conversión
en las relaciones entre nosotros mismos y los demás.
“De compartir (…) surgen múltiples oportunidades de conocernos”
¿En qué situaciones o contextos conozco de verdad y/o me dejo conocer por las demás
personas de la comunidad educativa?
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“Nuestras diferencias de edad, mentalidad y caracteres,(…) talentos y funciones”
¿Cuáles son las diferencias que más me chocan dentro de la comunidad educativa?
¿Qué reconozco que preciso de los demás porque a mí me hace falta?
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“Encontramos gracias de conversión en las relaciones entre nosotros mismos y con los
demás”
¿Puedes narrar alguna experiencia en la que el encuentro con alguien haya generado en ti una
conversión (un cambio positivo) en el modo de ser?
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2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Lc 10, 25-37) que se te proponía para preparar este
encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en la actitud del Padre Andrés Coindre y/o del
Hermano Policarpo ante las dificultades que les presentaba el trato con otras personas?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezca
iluminador para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
En el trato con el otro encuentro mi límite y este límite me duele. Ya sea por la personalidad del otro o
por sus decisiones o por lo que despierta en mí, muchas veces quedo herido. El otro se convierte
entonces en un motivo de ascesis: comprenderlo, perdonarlo, amarlo, darle una nueva oportunidad…
Pero esto es algo que excede a mis fuerzas, sólo soy capaz de perdonar realmente con la ayuda de
Dios. Comprender y perdonar son los únicos bálsamos que curan nuestras heridas.
Hoy te proponemos, en primer lugar, que leas y medites profundamente la “Reflexión sobre el
perdón”; es decir que intentes comprender el sentido de lo que allí está expresado. Luego, en un
segundo momento, que te des un tiempo para realizar un “Ejercicio de perdón”; ya no se trata de
“elucubrar”, sino de ponerse frente a Dios y traer a la memoria alguien concreto que te haya ofendido
y realizar interiormente este ejercicio de la mano de Jesús.
Los textos de ayuda están sacados, naturalmente, de “Encuentro. Manual de oración” de Ignacio
Larrañaga (Ed. Claretiana, Buenos Aires, 1995).
Reflexión sobre el perdón.
Pocas veces somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos. Perdonar es abandonar o
eliminar un sentimiento adverso contra el hermano.
¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado? El que es odiado vive feliz, generalmente, en su
mundo. El que cultiva el rencor se parece a aquél que agarra una brasa ardiente o al que atiza
una llama. Pareciera que la llama quemara al enemigo; pero no, se quema uno mismo. El
resentimiento sólo destruye al resentido.
No hay en el mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al
perdonar, así como no hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena
perdonar, aunque sea sólo por interés, porque no hay terapia más liberadora que el perdón.
No es necesario pedir perdón o perdonar con palabras. Muchas veces basta un saludo, una
mirada benevolente, una aproximación, una conversación. Son los mejores signos de perdón.
A veces sucede esto: la gente perdona y siente el perdón; pero después de un tiempo, renace la
aversión. No asustarse. Una herida profunda necesita muchas curaciones. Vuelve a perdonar
una y otra vez hasta que la herida quede curada por completo.
Ejercicio de perdón
Si comprendiéramos, no haría falta perdonar. Ponte en el espíritu de Jesús, en la fe. Asume sus
sentimientos. Trae a la memoria al "enemigo" y aplícale las siguientes reflexiones:
Fuera de casos excepcionales, nadie actúa con mala intención. ¿No estarás tú atribuyendo a esa
persona intenciones perversas que ella nunca las tuvo? Al final, ¿quién es el equivocado? Si él te
hace sufrir, ¿ya pensaste cómo tú le harás sufrir a él? ¿Quién sabe si no dijo lo que te dijeron
que dijo? ¿Quién sabe si lo dijo en otro tono o en otro contexto?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Él parece orgulloso; no es orgullo, es timidez. Parece un tipo obstinado; no es obstinación, es un
mecanismo de autoafirmación. Su conducta parece agresiva contigo; no es agresividad, es
autodefensa, un modo de darse seguridad, no te está atacando, se está defendiendo. Y tú estás
suponiendo perversidades en su corazón. ¿Quién es el injusto y el equivocado?
Ciertamente, él es difícil para ti; más difícil es para sí mismo. Con su modo de ser sufres tú, es
verdad; más sufre él mismo. Si hay alguien interesado en este mundo en no ser así, no eres tú; es
él mismo. Le gustaría agradar a todos; no puede. Le gustaría vivir en paz con todos; no puede.
Le gustaría ser encantador; no puede. Si él hubiera escogido su modo de ser, sería la criatura
más agradable del mundo. ¿Qué sentido tiene irritarse contra un modo de ser que él no escogió?
¿Tendrá él tanta culpa como tú presupones? En fin de cuentas, ¿no serás Tú, con tus
suposiciones y repulsas, más injusto que él?
Si supiéramos comprender, no haría falta perdonar.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra vida.
Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en todas sus
dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar a los demás. Por
tanto es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se funda en ella y
la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de Dios.
Te ofrecemos un texto que pensamos que puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y sabiduría
que hay en él; que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no coincide con
nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días su
verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber tener
paciencia.
En el próximo encuentro empezaremos a ver el último aspecto del carisma según el Padre Cencini: el
“compromiso apostólico”. Y lo haremos introduciéndonos en la “Pedagogía de la Confianza”. Te
proponemos que te prepares con el siguiente texto bíblico:
Jesús y Zaqueo
Lucas 19, 1-9
Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre
llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo
era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura.
Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por
allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida,
pues hoy tengo que quedarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con
alegría.
Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un rico que es un
pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: «Señor, voy a dar la mitad de mis
bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces
más.»
Jesús, pues, dijo con respecto a él: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues
también este hombre es un hijo de Abraham. El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido.»
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 7
“He venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” cf. Lucas 19, 9
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre el compromiso apostólico:
“Un carisma es siempre suscitado por el Espíritu para remediar alguna necesidad de la
Iglesia y del Pueblo de Dios. Muy a menudo, en la historia de los institutos, ha sido la
percepción de tales urgencias específicas la que ha llevado a los fundadores y fundadoras
a dar vida a obras que respondieran a esas necesidades. Toda familia religiosa nació con
un objetivo apostólico preciso”.
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág. 48
Entramos en la última etapa de nuestro camino, ya que en este encuentro y el próximo vamos a abordar
el compromiso apostólico, último componente del carisma según Amedeo Cencini. Recordemos que
los tres que ya hemos visto son: sentido de pertenencia, experiencia mística y camino ascético.
Nuestra comunidad no está reunida porque sí o porque nos caemos bien; es una comunidad educativa,
su fin es educar. Por eso nos centraremos ahora en la misión que nos legaron el Padre Andrés Coindre
y el Hermano Policarpo, misión educadora bajo una perspectiva propia, con una mirada especial, que
hoy llamamos “Pedagogía de la Confianza”.
B. SENSIBILIZACIÓN
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ARREGLAR EL MUNDO
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a
encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de
respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar; el
científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa del mundo: justo lo que
precisaba.
Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo
entregó a su hijo diciendo: “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo
roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.”
Entonces calculó que al pequeño le llevaría toda la tarde componer el mapa o, por lo
menos, le daría tiempo suficiente para trabajar un poco antes de que su hijo se aburriese
con la tarea y la diera por imposible. Pero no fue así. Pasada una media hora, escuchó la
voz del niño que lo llamaba enérgicamente: "¡Papá, papá, ya hice todo, conseguí
terminarlo!".
Al principio el padre no le creyó. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera
conseguido componer un mapa que no había visto antes. Desconfiado, el científico levanto
la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su
sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos
lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
– Pero… tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?
– Papá, yo no sabía cómo era el mundo pero, cuando sacaste el mapa de la revista para
recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así, que di vuelta a los
recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era. Cuando conseguí
arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo.
¿Qué nos enseña el cuento sobre la educación?
¿Por qué me hice educador? ¿Cuáles eran mis sueños?
¿Qué me sigue impulsando día a día en la tarea educativa?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
El compromiso apostólico, es decir el trabajo por las demás personas, es
sin duda un elemento en la experiencia tanto de Andrés Coindre como de
Policarpo. Ya en su forma de proceder y en los escritos que nos dejaron
podemos descubrir los rasgos de un estilo propio: una Pedagogía de la
Confianza.
12. Andrés Coindre:
El primer dato significativo que tenemos que considerar es que, en la fundación de nuestra
congregación, lo primero fue la existencia de una obra: la misión precede a la propia
comunidad y le da sentido. La comunidad es para la misión.
El Hermano Xavier (Guillaume Arnaud) era un joven de 19 años recién cumplidos cuando el
Padre Andrés lo contrató para trabajar como cuidador de los jóvenes en su “providencia”. Al
poco tiempo, viendo en él aptitudes para la vida religiosa, fue la primera persona a quien
propuso ser Hermano del Sagrado Corazón. Xavier fue por tanto “el primer Hermano” y tuvo
una actuación clave en los años en los que la comunidad estuvo dirigida por el Padre Francisco
Vicente Coindre. Esta actuación mereció que, a su muerte, se lo nombrara “salvador del
Instituto”. Nos encontramos entonces ante un testigo de primera mano que, además, nos dejó
sus “Memorias”. En ellas leemos sobre el origen de la obra Corazonista:
“En 1817 el señor Coindre, viendo que los hospitales y las prisiones de Lyon se
llenaban de muchachos, tomó la decisión de fundar una casa para recogerlos y
apartarlos del peligro. Comenzó por reunir a cinco o seis en una celda de los
antiguos Cartujos, próxima a la pequeña puerta de la iglesia; los confió a la
vigilancia de un joven, llamado Genthon, a quien designó como encargado.
Ocupaba a estos muchachos en devanar la seda a la vez que trataba de instruirlos.
Pronto, su número aumentó. Entonces pensaron en darles una ocupación más
lucrativa que llegó a ser más tarde, para estos pobres muchachos, un medio de
subsistencia; con este fin se montaron dos telares de tejer seda (…)
El aumento constante del número de muchachos obligó a incrementar el de
empleados. El señor Coindre, viendo que su obra era de carácter benéfico, hizo una
petición a almas generosas para crear fondos, ya que un gran número de muchachos
eran hijos de padres muy pobres (…).
Pero esta obra era todavía imperfecta (…). Decidió preparar Hermanos para
remplazar a los empleados (…). Era el 30 de septiembre de 1821 cuando el buen
padre Coindre nos constituyó como congregación bajo la regla de San Agustín y las
constituciones de San Ignacio (…).
Al establecimiento se le dio el nombre de Piadoso Socorro. Se recibían también
alumnos de pago. En ese tiempo se aumentó el número de máquinas y se organizó un
taller de zapatería.”
Memorias del Hermano Xavier. Págs. 27-36
Veamos qué podemos extraer de este relato. Antes que nada, Andrés Coindre detectó una
necesidad (“viendo que los hospitales y las prisiones de Lyón se llenaban de muchachos”) y se
82
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
comprometió con ella, dio una respuesta (“tomó la decisión de fundar una casa para
recogerlos y apartarlos del peligro”). El motivo de Andrés era claro: quería ayudarlos. Y para
ello se dio cuenta de que estos muchachos precisaban poder reinsertarse en la sociedad por
medio de los conocimientos básicos y una profesión que les permitiera ganarse la vida
(“ocupaba a estos muchachos en devanar la seda a la vez que trataba de instruirlos (…).
Entonces pensaron en darles una ocupación más lucrativa que llegó a ser más tarde, para
estos pobres muchachos, un medio de subsistencia”).
El primer signo de una Pedagogía de la Confianza es el hecho de que en esos jóvenes no vio un
problema irresoluble, como lo habrán hecho muchas otras personas de la ciudad. Vio en ellos
una oportunidad de cambiar, de mejorar, de llegar a ser personas felices, miembros activos de
la sociedad… Andrés confió en ellos. Y vemos que, fiel a su estilo, les buscó una ocupación
práctica. Claro que quería hacer de ellos buenos cristianos, pero era consciente de que iban a
precisar vivir de un trabajo. Las instrucciones teórica y práctica, la formación religiosa y la
profesional, todas eran necesarias.
Otro dato importante es que nunca trabajó solo. Primero contrató empleados, luego buscó el
apoyo financiero de las buenas personas de la ciudad y, al poco tiempo, decidió formar una
congregación de Hermanos. Es decir que Andrés confió en otras personas, no pretendió hacerlo
todo él solo o encontrar por su cuenta todas las soluciones. Confió en el aporte que los otros
podían brindar.
El siguiente texto pertenece a un “Prospecto”, algo así como un folleto publicitario, con el que
Andrés daba a conocer su nueva “Providencia” a la ciudad y pedía apoyo económico para la
misma. Veamos cómo comenzaba a describir él su propia obra en 1818:
“Se ha fundado en esta ciudad una nueva Providencia que debe interesar a todos los
amigos de la Religión y del orden. Tiene como objetivo formar en el amor a la virtud
y al trabajo a los chicos que se encuentran desamparados y sin recursos. Tiene dos
talleres separados donde los chicos están distribuidos según su conducta más o
menos correcta. Uno es el taller de emulación, y el otro, el taller de prueba.
En el taller de emulación están los chicos pobres pero de buena familia. La mayoría
son huérfanos bien atendidos durante su infancia, pero que por falta de protección y
de medios económicos no han podido conseguir una buena ocupación, y se han visto
expuestos a la perversión en la ociosidad o con malos patronos. Los chicos de mala
conducta no son admitidos en el taller de emulación, hasta que tras largas pruebas
hayan demostrado que han cambiado.”
Vamos a volver a las “Memorias” del Hno. Xavier para comprender cómo evolucionó la obra
bajo la guía del propio Andrés Coindre:
“Los párrocos, habiendo oído que el señor Coindre preparaba a sus aspirantes para
Hermanos, se dirigieron a él para pedirle que les enviara algunos de ellos para
educar a sus niños ya que en aquel entonces, como no existían más que los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, no había Hermanos más que en las grandes
ciudades. Es cierto que el señor Champagnat trabajaba para fundar una
congregación en Lavalla así como el señor Querbes en Vourles y el señor Bochard
en los Cartujos, pero ninguna estaba a punto. En este momento, todo el clero de
Lyon estaba dispuesto a apoyar los proyectos de nuestro fundador (…).
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Pronto se llegó a tener un número de novicios tal que el Padre Coindre creyó poder
emplearlos para comenzar algunas escuelas. Las peticiones eran ya numerosas:
Monistrol y Le Monastier tuvieron el honor de ser los primeros servidos.”
Memorias del Hermano Xavier. Págs. 27-42
Tan sólo cuatro meses después de fundada la congregación, el Padre Andrés Coindre le
expresaba al Hno. Borgia, Director general, en su carta del 21 de enero de 1822:
“Si abrimos un segundo establecimiento será para enseñar a leer y escribir a los
niños como hacen los Hermanos de la Doctrina (Hermanos de las Escuelas
Cristianas). Pienso que el Hermano Bruno podría ser el Director y los Hermanos
Agustín y Francisco sus ayudantes. Por consiguiente me gustaría que, sin decirles
nada, se informara usted mismo del método que siguen esos Hermanos, yendo un día
con mi hermano para ver sus clases, preguntarles acerca de todo eso y transmitir a
nuestros Hermanos lo que usted hubiera aprendido.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Pág. 64
Estos párrafos nos muestran el viraje de la congregación hacia el trabajo en escuelas de
pequeños pueblos. La primera inspiración de Andrés había sido dedicarse a lo que hoy
llamaríamos “hogares de acogida” de jóvenes en la ciudad y a una “educación técnica”. Pero él
mismo fue dirigiendo a sus Hermanos en otro sentido (no contrario al anterior): la apertura de
escuelas rurales.
Hay un dato importante a conocer: los Hermanos de las Escuelas Cristianas no cobraban a sus
alumnos por la enseñanza, pero era el pueblo (la alcaldía) quien debía sostenerlos
económicamente; por tanto sólo las grandes poblaciones con muchos recursos podían
permitirse su presencia. Coindre autorizó a los Hermanos a recibir algunos alumnos que
pagaran por su educación, de este modo lograba que el pueblo en sí tuviera que costear un
monto mucho menor y que se pudiera recibir gratuitamente a otros alumnos sin recursos.
Gracias a esta forma de proceder los Hermanos del Sagrado Corazón pudimos instalarnos en
pueblos donde ninguna otra congregación llegaba.
Así lo constatamos en esta carta del 7 de agosto de 1825 al Hno. Borgia, en la cual se trataba la
fundación de una escuela en la localidad de Blesle:
“Vaya enseguida. Hable allí mismo con el Señor alcalde; trate de conseguir de la
ciudad una casa apropiada para las clases y para alojar cierto número de internos.
Con esta carta le autorizo a firmar un contrato con el Señor párroco en mi nombre y
en el suyo propio, prometiendo proporcionar a perpetuidad a esa parroquia tres
Hermanos de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María para
la enseñanza gratuita de los alumnos externos de Blesle, con reserva del derecho de
tener internos y mediopensionistas al precio indicado en el prospecto, y externos que
no pertenezcan a la parroquia pagando la cuota indicada allí, con tal de que el
párroco se comprometa a dejarme a mí, Andrés Coindre, Superior de los
Misioneros, de las donaciones que deja a la diócesis, un ingreso neto y anual de
1.200 francos a perpetuidad para la manutención y el sustento de los tres Hermanos
que usted se compromete a mandarle.”
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 117-118
Pero hasta ahora no hemos podido abordar lo que el propio Padre Coindre pensaba sobre la
educación: ¿cuál era su propuesta educativa?, ¿tenía una teoría propia?, ¿formuló un método
nuevo? La respuesta es no.
Una vez más chocamos con la acción incansable de Andrés que le llevó a entregar todo su
tiempo al trabajo y que lo condujo a su prematura muerte a los 39 años de edad, sólo cinco
después de haber fundado a los Hermanos. No tuvo tiempo de dejar un compendio escrito sobre
su visión de la educación, pero en sus escritos podemos descubrir bastantes pistas sobre lo que
pensaba, y todas ellas apuntan hacia una Pedagogía de la Confianza.
En el mismo prospecto de 1818 de la Providencia Piadoso Socorro escribió sobre los jóvenes
que recibían:
“Culpables a una edad en la que se es más superficial que malo, más atolondrado
que incorregible; era necesario no perder la esperanza de que cambiaran; era
preciso separarlos del grupo contagioso de los hombres perversos de la prisión, y
protegerles para formarlos en el bien.”
Y ahora veamos algunos pasajes de sus cartas:
“Las salidas de los muchachos son siempre funestas; siento mucho que *** se haya
marchado; que no se concedan más tales permisos; que no se den correazos a nadie
por no haber hecho su tarea, es el último de los castigos y no hay que emplearlo
frecuentemente; con el ayuno a pan y agua es suficiente; suavicen la firmeza con la
bondad; no se excedan nunca.
Estimule a todos premiando a Mercier; dígale que le quiero mucho y que deseo que
los demás no reciban nada hasta que le superen (los celos y el amor propio son más
eficaces que los castigos).”
“Si el Hermano Niel progresa en la escritura, tanto mejor; pero, ¿progresa en paz
interior, humildad, previsión y serenidad en la manera de dirigir a los chicos?”
“No dé nunca ningún castigo a sus alumnos que le pudiera dejar disgustado, aparte
de que todo el mundo lo llegase a conocer.”
“No podemos cambiar al Hermano Andrés. Es sorprendente que con el doble de
edad que ese chico no pueda dominarlo. Si se lo ganara a través de sus sentimientos
piadosos y le mandara hacer sus ejercicios, acabaría haciéndose con él. Los
hombres vienen a ser tal como se los forma.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 61/ 88 / 125 / 151
13. Hermano Policarpo:
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
A diferencia de Andrés Coindre, Policarpo conocía la tarea de educar desde dentro. Andrés
había fundado dos congregaciones dedicadas a la educación (una para las niñas y otra para los
varones), pero nunca había trabajado como Maestro, no tenía la experiencia cotidiana del aula.
En cambio Policarpo descubrió su vocación de educador desde muy joven, incluso antes de ser
Hermano. Él, que había visto muy limitada su posibilidad de asistencia a la escuela por tener
que ayudar a su familia con los trabajos del campo, recibió en 1822 el “diploma elemental”,
que le habilitó para ser Maestro-Director en la localidad de La Motte durante los siguientes
cinco años.
Posteriormente, cuando ya era Hermano, continuó formándose y en 1837 recibió su “diploma
de primer grado” (el nivel más elevado para la enseñanza). También como Hermano se
desempeñó en la educación: el mismo año de su ingreso (1827) se le destinó al Piadoso
Socorro; los dos años siguientes estuvo a cargo de la formación de los Novicios (es decir de los
jóvenes que se preparaban para consagrarse a Dios en el Instituto); de 1830 a 1836 fue Director
de la escuela de Vals, que tenía alumnos internos y externos; en 1837 retomó la formación de
los novicios en Paradis y a la misma casa se trasladaron (en 1838) los alumnos internos de
Vals. Policarpo fue Director de este internado hasta 1845, es decir que durante varios años
(1841-1845) compartió esta tarea con la de Superior general de los Hermanos.
En sus “Resoluciones” del año 1833 (compromisos personales luego de un retiro espiritual)
escribía:
“La educación de los niños constituirá el objeto de mis cuidados y el fin hacia el que
tenderán todos mis esfuerzos. Practicaré con ellos una caridad sin límites…, un
esfuerzo y una ternura realmente paternales”.
Hipólito Gondre. Educador de hoy. Pág. 10
Sin embargo, cuando asumió la conducción de la congregación, debió volcar toda su energía en
restituir el buen clima, los hábitos de trabajo, la cercanía con Dios, la esperanza… su tarea
como Superior estuvo dirigida plenamente hacia sus Hermanos. El aumento de éstos y de las
escuelas hacía imposible que Policarpo se dedicara a los alumnos personalmente. Podemos
decir que dejó él en persona de dar clases, pero que su obra educativa se vio multiplicada
muchas veces a través de sus Hermanos.
Con Policarpo, el Instituto conoció su “edad de oro”. En sus dieciocho años como Superior
general la comunidad pasó de cincuenta y nueve Hermanos a más de cuatrocientos; y las
escuelas atendidas, de quince a noventa y siete. En todo esto continuó la línea de las escuelas
en pequeños pueblos marcada por el Padre Andrés.
Tampoco el Hermano Policarpo nos dejó grandes escritos sobre la educación. Su preocupación
era que los Hermanos fueran santos y de allí se desprendería todo lo demás. Según se deduce
de un escrito de 1843, había empezado a redactar algo así como una guía de enseñanza para
nuestras obras, que se titularía “Conducta de las Escuelas del Instituto”. Sin embargo esta obra
no se concretó nunca y los Hermanos fueron guiándose por una similar de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas.
86
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
En resumen, podemos concluir que a Policarpo no le preocupó tanto mejorar un método
educativo, sino que los educadores tuvieran una vivencia profunda del amor a Dios y de la
comunión entre ellos. Todo lo demás vendría por añadidura.
Cabe destacar cuál era el régimen de trabajo, según nos lo cuenta el Hermano Stanislas,
historiador del instituto. Y sin mencionar que en la mayoría de las escuelas se recibían alumnos
internos a los que había que acompañar día y noche.
“Las escuelas permanecían abiertas durante once meses del año. Si descontamos los
viajes y el Retiro, no queda mucho tiempo del mes de vacaciones para recuperarse
de las fatigas del año. Y, a decir verdad, los Hermanos tenían auténtica necesidad.”
Los Hermanos del Sagrado Corazón: Superiores Generales 1821-1859. Pág. 137
Finalmente veamos un testimonio recogido en la Positio del Hermano Policarpo (el estudio de
su vida en vistas a su consecutiva declaración como siervo de Dios, venerable, beato y santo).
En este testimonio, cuando aún la expresión “Pedagogía de la Confianza” no estaba acuñada, se
menciona dos veces y en forma muy significativa la palabra “confianza” para describir el
vínculo del Hermano Policarpo con sus alumnos.
“Con los alumnos era capaz de crear tal clima de confianza y comunicación, que
nunca hubo barrera entre ellos y su profesor, e incluso participaban todos de tal
forma en la labor educativa, que llegaban a experimentar las mismas emociones y
sentimientos (…).
Comprendían que ellos tenían en el Hermano Policarpo un padre tierno, un amigo
entregado. Sus alumnos eran felices dándole muestras de respeto, de estima y de
confianza.”
Positio del Hermano Policarpo 265
87
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUACTIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay) es
un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual.
En el Ideario se ha realizado un esfuerzo por explicitar en qué consiste una Pedagogía de la Confianza
en nuestra época y contexto histórico:
Art. 48. El carisma Corazonista es un don que Dios nos da, pero no para nosotros solos
sino que es un regalo para el mundo. Nuestra experiencia del amor de Dios encuentra
sentido al compartirla y contribuir a la construcción del Reino de Dios. Nuestra existencia
comunitaria nace de un llamado a la misión: “El Instituto de los Hermanos del Sagrado
Corazón tiene su origen en el impulso apostólico del Padre Andrés Coindre: instruir a la
juventud abandonada, iniciarla en el conocimiento y en el amor de Dios. Esta obra se
inscribe en el contexto misionero de la época” (cf. RdV 11).
Art. 53. (Ver en la sección “E. Guía para la reflexión personal”)
Art. 54. Una pedagogía de la confianza se sustenta en la convicción de la bondad que
encierra el corazón humano y en la capacidad de éste para abrirse a dar y recibir amor.
Nuestra acción nace de la confianza y la tiene siempre a ella como criterio de
discernimiento, incluso cuando debemos poner límites y proponer cambios personales y
grupales.
Art. 55. Concretamos esta orientación pedagógica cuando somos capaces de mirar a cada
niño o joven en forma integral, cuando nos sentimos solidarios de cada uno en sus
dificultades y somos capaces de brindarles acogida incondicional y acompañamiento.
Art. 56. El fin de este proceso pedagógico es que el propio alumno, que confía en sus
capacidades, que confía en quienes le rodean y en el amor de Dios mismo, llegue a asumir
su vida, sea capaz de descubrir su vocación a nivel humano y profesional y dar los pasos
necesarios para concretarla. Esta vocación es un llamado de Dios a construir el camino
de la propia felicidad y expresar el don personal puesto al servicio de los demás y del
mundo entero.
Art. 57. Este proceso de crecimiento en confianza y autonomía debe darse en todas las
áreas que se ponen en juego en la educación de cada persona, también en lo que hace al
diseño curricular de cada materia. Esto sólo es alcanzable si buscamos que el alumno
desarrolle sus propias capacidades que le permitan captar la realidad del mundo que le
rodea y la que se le presenta en clase; que le lleven a elaborar esa información de modo
que alcance su propia síntesis a nivel conceptual y también de juicio de valor y que,
finalmente, le permitan comunicar a los demás la riqueza personal que se convertirá en su
aporte a la sociedad. Una educación centrada en el desarrollo de competencias da alas
para volar hacia nuevos horizontes. Esta visión educativa es posible cuando se confía en
el alumno.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Ni el Padre Andrés Coindre ni el Hermano Policarpo dejaron
redactado un tratado sobre la Pedagogía de la Confianza, pero fueron
personas entregadas totalmente a vivirla. Esto puede ser un
recordatorio para nosotros: la Pedagogía de la Confianza no se juega
en la teoría, en los papeles, sino en la práctica, en la acción.
El Ideario Educativo Corazonista nos da una regla principal para
saber cómo se concreta la Pedagogía de la Confianza: actuar con los
demás tal y como Dios actúa con nosotros.
Art. 53. Si nuestra misión consiste en hacer presente el amor de Dios entre los niños y
jóvenes, entonces nuestra acción pedagógica debe ser aquella que se desprende del
modo de actuar de Dios hacia el ser humano, debe ser una pedagogía basada en la
confianza. Si Dios nos ama por lo que somos en lo profundo de nuestro ser, nos
acepta incondicionalmente y confía en nosotros y en nuestra posibilidad de cambio y
superación, similar debe ser nuestra actitud hacia cada alumno.
Te proponemos que intentes “aterrizar” el contenido de este artículo completando los
cuadros siguientes:
Relata alguna experiencia en la que tú, siendo alumno/a,
hayas experimentado la confianza de tus educadores y eso te haya marcado:
Relata alguna experiencia en la que tú, siendo docente,
hayas aplicado la Pedagogía de la Confianza:
Piensa en alguna situación actual en tu centro educativo
que requiera ser abordada desde una Pedagogía de la Confianza:
2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
89
Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Lc 19, 1-9) que se te proponía para preparar este
encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención sobre la “Pedagogía de la Confianza” tal y como la
vivieron el Padre Andrés Coindre y/o el Hermano Policarpo?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezca
iluminador para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
A veces sentimos el deber de hacer cosas por los demás, especialmente por nuestros alumnos, por
nuestros hijos o por otras personas que dependen de nosotros o a quienes vemos pasar por malos
momentos. Se nos ocurren entonces mil ideas para ayudarlos, pero rara vez se nos pasa por la cabeza la
posibilidad de, simplemente, presentárselos al Señor en nuestra oración.
A veces las dificultades son más grandes que nuestras fuerzas o no estamos en condiciones de ayudar.
Entonces podemos realizar una “oración de intercesión”, es decir, pedir por el otro. Se trata de darle un
sentido a la oración de modo que se vuelva parte de nuestra misión, de nuestro compromiso apostólico.
Rezar por el otro es una forma de amarlo y preparar mi corazón para cuando se dé el encuentro cara a
cara con aquél a quien yo me siento enviado en nombre de Jesús.
Hay muchas formas de realizar una oración de este tipo, pero te proponemos la “Oración escrita” que
encontramos en “Encuentro. Manual de oración” de Ignacio Larrañaga (Ed. Claretiana, Buenos Aires,
1995).
Oración escrita
Se trata de escribir aquello que el orante quisiera decir al Señor.
Para momentos de emergencia puede resultar la única manera de orar; en tiempos de suma
aridez o de aguda dispersión, o en los días en que uno se siente despedazado por graves
disgustos.
Tiene la ventaja de concentrar mucho la atención; y la ventaja también de que puede servirme
para orar tiempo más tarde.
Para ayudarte a realizar este ejercicio con un sentido de compromiso apostólico, te proponemos varios
inicios de frases para que tú completes por escrito, pero puedes utilizar otros de tu preferencia.
-
Señor Jesús, traigo ante ti mi corazón de discípulo/a y misionero/a, cargado de…
-
Te presento a los niños/adolescentes/compañeros con quienes trabajo. Especialmente quiero
poner hoy en tu presencia a…
-
Tú sabes cuáles son los anhelos más profundos de mi corazón…
-
Señor, nuestro mundo precisa de ti, yo preciso de ti porque…
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
G. PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO DESDE LA PALABRA
Un carisma es una forma particular de vivir la Palabra de Dios, de encarnar su Reino en nuestra vida.
Es tan rico el plan de Dios para la humanidad que nunca podremos abarcarlo ni vivirlo en todas sus
dimensiones y facetas, por eso cada carisma acentúa ciertos elementos sin eliminar a los demás. Por
tanto es posible decir que el carisma Corazonista es expresión de la Palabra de Dios, se funda en ella y
la encarna.
Te proponemos que de aquí al próximo encuentro prepares tu corazón con ayuda de la Palabra de Dios.
Te ofrecemos un texto que pensamos que puede serte significativo.
No se trata de que lo analices intelectualmente, sino de que descubras la profunda riqueza y sabiduría
que hay en él; que te dejes alimentar por la sabiduría de Dios que muchas veces no coincide con
nuestros criterios.
Lee el texto, déjalo reposar y vuelve a él de vez en cuando. Verás cómo con el paso de algunos días su
verdad se va haciendo más patente y clara. Ponerse en manos de Dios implica también saber tener
paciencia.
Con el próximo encuentro terminamos este segundo curso a distancia sobre el Carisma Corazonista y
sus Fundadores. En él veremos el “compromiso apostólico” bajo una nueva óptica, la de una
“peregrinación de esperanza”. Te proponemos que te prepares con el siguiente texto bíblico:
El juicio final
Mateo 25, 31-46
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se
sentará en el trono de gloria, que es suyo.
Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual
que el pastor separa las ovejas de los chivos. Colocará a las ovejas a su derecha y a los
chivos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y
tomen posesión del Reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del
mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron
de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me
vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.»
Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o
sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te
vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más
pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.»
Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan al
fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve
hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; era forastero
y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y
encarcelado y no me visitaron.»
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Estos preguntarán también: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo
o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?» El Rey les responderá: «En
verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes
dejaron de hacérmelo a mí.»
Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
ENCUENTRO 8
“Vengan, benditos de mi Padre” Mateo 25, 34
A. PRESENTACIÓN
Nos dice el Padre Amedeo Cencini sobre el compromiso apostólico:
“En este proyecto unificante el compromiso apostólico definido por el carisma constituye
el punto de referencia final, la tensión ideal hacia la cual se orienta constantemente cada
parte de sí mismo y todos los aspectos del vivir. Y es propiamente el ser apóstol que
anuncia una cierta verdad y sirve con un determinado estilo al hermano lo que dará a la
propia identidad el elemento que definitivamente lo caracteriza, permitiéndole que se
manifieste según la riqueza de su propia originalidad”.
CENCINI, Amedeo. “Amarás al Señor tu Dios. Psicología del Encuentro con Dios”
Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1995. Pág. 50
Hemos llegado al último Encuentro de nuestro viaje. En él continuamos dentro de la temática del
compromiso apostólico, pero centrándonos en una dimensión diferente, señalada por el Capítulo
General de los Hermanos en el año 2006.
Se trata de distinguir entre nuestro proyecto humano limitado y falible, y la realidad de Dios, que dará
cumplimiento a su Reino según sus propios caminos. Se trata, en definitiva, de “adelantar” su Reino,
sabiendo que sólo Él le dará cumplimento y por eso Él y sólo Él, guía nuestra peregrinación de
esperanza mientras dura nuestra vida. Una vez más el Padre Andrés Coindre y el Hermano Policarpo
serán nuestros guías en la búsqueda de la verdadera y única esperanza.
B. SENSIBILIZACIÓN
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
MÁS ACÁ, MÁS ALLÁ
Si miro “más acá” me asalta la pobreza,
la desidia, el tedio, toda clase de bajezas,
desnutrición y muerte, desesperanza, confusión,
hastío sin sentido, en vidas sin pasión.
Si miro “más allá” se estremece la conciencia,
el corazón, el alma, todo mi cuerpo tiembla,
la realidad que llama impulsándome a la acción
y soy uno que se entrega, juntos, contigo, dos.
Amanece la esperanza, tenues luces solidarias,
responsables de la historia sin banderas partidarias,
corren ríos de ternura por venas humanitarias.
Si miro “más acá” ...el horizonte es la nada,
si miro “más allá” ...construimos el mañana,
inexorablemente, la respuesta: ¡es tu mirada!
Hno. Daniel Impellizzieri
¿Dónde se posa mi mirada… más acá o más allá?
¿Cuál es mi aporte hoy para construir el mañana? ¿Cuál puede llegar a ser?
¿Con quiénes me siento compañero en esta “peregrinación de esperanza”?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
C. NUESTROS FUNDADORES
Andrés Coindre y Policarpo eran personas de profunda fe y de intensa
acción. Comprendían la urgencia de su tarea y la importancia de la misma,
pero sabían que su “éxito” no dependía sólo de su esfuerzo, descubrieron
que Dios actúa a su tiempo que no suele ser el que a nosotros nos gustaría.
Empapados de estas convicciones fueron verdaderos “Peregrinos de
Esperanza”. No se detuvieron ante las pruebas, fueron perseverantes en
los momentos duros, alentaron a sus Hermanos en las dificultades y
confiaron siempre en que Dios los tenía bajo su protección y su amor.
Trabajaron para hacer de este mundo un lugar mejor, pero no apartaron nunca la mirada del “otro
mundo”, de la realidad definitiva que anhelaban.
14. Andrés Coindre:
Como las dificultades rodearon constantemente los orígenes de la comunidad, no tenemos
dificultades en encontrar testimonios de la esperanza del Padre Andrés. Especialmente nos da
la impresión que el Hermano Borgia, Director general, tendía a ser pesimista en su visión de la
realidad, en sus cartas Andrés le alentaba a la esperanza. Veamos un primer texto del 10 de
enero de 1822.
“Mi querido Hermano Borgia, ánimo en medio de sus dificultades. Cuento con usted
tanto como conmigo mismo. Su entusiasmo me encanta. Espero que, pase lo que
pase, sea usted el hombre con el que yo pueda contar, y que sirvamos juntos a Dios
hasta nuestro último suspiro, (…) que lo que pueda desalentar a los demás no le
desanime a usted lo más mínimo. (…) Ánimo y confianza, éste es mi lema.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Pág. 59
A continuación veremos extractos más extensos de la carta enviada por Andrés a Borgia el 15
de mayo de 1823. En ella Coindre citaba entre comillas algunas frases que podemos deducir
que pertenecían a una carta previamente le remitiera el Hermano Borgia. A continuación
contestaba cada una de sus afirmaciones, realizando una verdadera profesión de esperanza:
“Me dice que sufre al ver que las cosas van mal. Muy querido amigo, ‘mal’ no es el
término exacto cuando hay una gran muestra de bien en vuestra obra. Es verdad que
no todo es perfecto. Sólo el Señor es perfecto, y sus obras, por muy admirables que
sean, tienen siempre su punto flaco. Dios hizo el mundo en seis días para enseñarnos
que se necesita tiempo para todo y que las cosas no marchan nunca tan bien en sus
comienzos como cuando están en su plena y total madurez. ¡Cuántas flores de
primavera no producen frutos! El labrador tiene que conformarse cuando no recoge
todo lo que esperaba, sino sólo lo que Dios le concede, e incluso debería contentarse
con lo estrictamente necesario.
‘Pero los Hermanos no cumplen bien su deber’.- Sin duda, hay que animarles
continuamente en esto; pero el deseo de lo mejor no debe llevarnos a olvidar lo
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
bueno. Desean entregarse a Dios, eso ya es algo bueno. Hay muchas personas en el
mundo que no lo desean”
‘Pero no se hace el bien’.- Se hace mucho más de lo que usted cree (…) No lo vea
todo bajo el limitado prisma de las cuatro paredes de su casa de Lyon. Aquí se va
formando una bola de nieve y, dentro de poco, llegará a ser una montaña. No
hablaré de los jóvenes que usted educa y que no olvidarán en la vida sus lecciones ni
sus virtudes, aunque hoy en día no le den demasiadas satisfacciones. Quedará más
de lo que usted piensa. Si llegan a ser padres de familia, podrán educar mucho
mejor a sus hijos. Por tanto, por más que usted diga, se hace mucho bien con su
ministerio (…)
‘En este cargo me hago quizá más culpable de lo que imagino’.- Querido amigo, ¿no
hace usted lo que puede? Si pudiera hacerlo mejor, ¿no lo haría? ¿Cómo se puede
ser culpable cuando se hace todo lo que se puede y todo lo que se sabe? Sin duda,
una determinada preocupación debe mantenerle en vilo para no adormecerse ni caer
en la indiferencia, pero esta preocupación no debe desalentarle ni hacerle miedoso.
Cuando uno hace todo lo que puede, hace lo que debe.”
André Coindre. Escritos y Documentos 1: Cartas 1821-1826. Págs. 81-83
Por si estos textos no bastaran vamos a ver algunas citas de sus “apuntes de predicación”, es
decir de las ideas que ponía por escrito cuando preparaba los sermones que daría en sus
misiones. Estos textos si bien son más genéricos (no hacen referencia a realidades concretas de
la comunidad) muestran más claramente un pensamiento trascendente: el sentido de la vida no
está en los éxitos u honores que podamos conseguir, sino en abrir nuestros corazones al amor
de Dios.
“Si quieren ser felices no tengo que decirles sino una palabra aconsejándoles lo más
acorde con su corazón: Amen a Dios y ámenlo mucho. Su corazón, salido de las
manos de Dios, debe latir para Él (…) Busquen, si así les place, la felicidad en la
locura de los placeres, en el fasto de la grandeza, en el humo de la gloria, su empeño
será inútil y se les escapará de entre las manos. Su propio corazón es el lugar donde
anida la felicidad verdadera de este mundo, siendo el amor de Dios con sus
propiedades el que constituye todas sus castas delicias”.
Cuaderno de trabajo Nº 1: Andrés Coindre. Pág. 85
15. Hermano Policarpo:
Ya hemos hablado anteriormente de las desesperantes condiciones en que se encontraba la
congregación cuando el Hermano Policarpo ingresó en ella y, mucho peores aún, cuando
asumió el cargo de Superior general en 1841. Tanto era así que el Capítulo que lo eligió en vez
de hacerlo en forma vitalicia como era la norma, lo designó sólo por un período de cinco años
“vista la incertidumbre de la marcha que podrían llegar a tomar nuestros asuntos”. Es decir
que los propios miembros del Capítulo general pensaban que había altas probabilidades de que
la congregación no sobreviviera al siguiente lustro.
De no haber tenido una profunda mirada trascendente sobre la realidad Policarpo habría hecho
lo mismo que muchos de sus contemporáneos: dejar la comunidad para buscar mejor suerte por
su cuenta.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Encontramos una clara muestra de su mirada trascendente sobre la tarea educativa en la carta al
Hermano David, misionero en Estados Unidos, del 26 de diciembre de 1856.
“Esten llenos de celo y abnegación por la salvación de las almas (…) No se
desanimen nunca aunque sus esfuerzos parezcan dar escasos resultados. El
desánimo nace ordinariamente de que uno se busca a sí mismo: mira a la pequeña
parte de su gloria o, por lo menos, a la satisfacción, a los goces del corazón que
producirían el éxito; y este éxito, Dios en su bondad, lo niega o lo hace esperar.
Redoblemos nuestra humildad y desinterés, hagamos el bien por sí mismo. El amor
propio es un obstáculo para la obra divina (…) Que el espíritu de celo, de paciencia
y de vida interior sean el alma de nuestra alma. No respiren sino a Dios, no estén
ocupados y hambrientos sino de Dios”.
Cuaderno de trabajo Nº 2: Hermano Policarpo. Pág. 71
Pero tal vez pensemos en el Hermano Policarpo como alguien que no se apasionaba con los
proyectos concretos. Sí lo hacía, pero con la mirada siempre puesta más allá, con la esperanza
puesta en Dios.
Puede ser interesante entonces conocer la circular que envió a los Hermanos diez años antes
(19 de junio de 1846) sobre el proyecto de expandir la congregación a los Estados Unidos.
Hasta ese momento el Instituto estaba sólo en Francia.
Se trataba, para quienes aceptaran el desafío, de una aventura arriesgada y, sin dudas, de una
separación definitiva o por muchos años de su país natal y de todo lo que conocían. El
Hermano Policarpo se puso a sí mismo el primero en la lista de voluntarios, pero al ser
reelegido como Superior general poco tiempo después (y esta vez en forma vitalicia) debió
renunciar a participar personalmente en el proyecto. Veamos entonces la circular sobre la
fundación misionera en América.
“Dios tiene interés en sernos propicio; que nuestras infidelidades no desvíen los
designios que Dios tiene sobre nosotros. Nuestro Instituto está en vías de expansión,
nuestro número crece sensiblemente, se prevé la apertura de nuevas casas y todo nos
demuestra que la Providencia, después de las pruebas, quiere facilitar nuestro
trabajo de cooperación en la educación religiosa de la juventud.
Un vasto campo de acción se nos acaba de abrir en el Nuevo Mundo. Contando con
su celo apostólico, su sacrificio y su generosidad, acabo de prometer a un santo
Obispo de América cinco Hermanos para su extensa diócesis: ¿Quiénes serán los
Hermanos que tendrán la dicha de hacerse cargo de tan gloriosa misión? ¿Quiénes
son, en nuestra pequeña congregación, los cinco miembros privilegiados que el
Señor se ha elegido para hacer conocer su adorable Corazón y glorificar su santo
nombre al otro lado del océano? Sólo Dios lo sabe todavía y, para que Él nos
ilumine sobre una elección tan importante, hacemos una llamada a su fervor
rogándoles unir todas sus oraciones a las que se hacen en la casa del noviciado con
este fin (…)
Resueltamente elevo mis plegarias al cielo desde lo más profundo de mi corazón
para que me sea dado contarme en el número de estos privilegiados; me he colocado
a la cabeza de la lista de los que podrían ser elegidos (…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
El éxito en el desempeño de las graves responsabilidades de mi cargo es cosa que no
dependió de mí; no puse por mi parte más que buena voluntad, cosa que nunca me
falto.
¿Están dispuestos a marchar a este lejano país? ¿Se creen capaces de sacrificar
patria, amigos, parientes y bienes para ir a descubrir en la lejanía los tesoros
inexcrutables del Corazón de Jesús y de hacer florecer nuestro Instituto en los
Estados Unidos de América? (…) En este caso den sus nombres lo antes posible; los
añadiremos a los inscritos; Dios nos ayudará después a hacer la elección”.
Cuaderno Nº 2: Hermano Policarpo. Págs. 41-42
Descubrimos en estas líneas a un Policarpo totalmente esperanzado y comprometido con el
proyecto, y que al mismo tiempo es consciente que está en manos de Dios. Reconoce que sus
logros como Superior no han sido suyos y pone su vida nuevamente en disponibilidad para lo
que Dios quiera hacer con él.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
D. EL CARISMA HOY: EL IDEARIO EDUACTIVO
El Ideario Educativo Corazonista de la Provincia de América Austral (Chile, Argentina y Uruguay) es
un documento del año 2008 en el cual se intenta sintetizar el Carisma Corazonista tal y como lo
vivimos en la comunidad educativa actual.
En el Ideario se menciona la esperanza (con raíz trascendente) explícitamente en varios artículos. Ya
en la presentación se nos dice que su contenido es esperanzador. Puedes buscar otros donde esté
implícita.
Presentación. Por su contenido esperanzador es un acto de fe en nuestros proyectos que
nos invitan a crecer en la pedagogía de la confianza y a desplegar nuestra misión
implicándonos responsablemente. Quiere reflejar así mismo los valores que nos unen y en
los que nos reconocemos como miembros de una comunidad educativa.
Art. 3. Los cambios en nuestros contextos históricos y culturales, la conformación de la
Provincia de América Austral (comunidades de Uruguay, Argentina y Chile) y las
orientaciones emanadas de nuestro Instituto en los últimos años, son caminos por los que
nos conduce el Señor. Por medio del presente Ideario asumimos el desafío de realizar en
ellos nuestra “peregrinación de esperanza” (cf. 34º Capítulo general, año 2006).
Art. 17. Estos problemas (de la sociedad) nos desafían a renovar la mirada en nuestra
“peregrinación de esperanza” y a un mayor compromiso en el “camino de la comunión”.
(cf. Ordenanza del 34º Capítulo General, año 2006).
Art. 19. Principalmente nos sabemos y sentimos parte de la comunidad de los seguidores
de Jesús: la Iglesia. En ella asumimos que “el gozo y la esperanza, las tristezas y
angustias del hombre de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda clase de
afligidos, son también gozo y esperanza, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo, y
no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón” (cf.
Gaudium et Spes 1).
Art. 24. Los niños y jóvenes que encontramos hoy en nuestro camino son, como lo fueron
para nuestros Fundadores, presencia de Dios en nuestras vidas y una gran
responsabilidad que Él nos encomienda. Ellos son semillas de esperanza y potencial de
mayor humanidad.
Art. 27. Creer confirma nuestra esperanza. Esperanza de profundizar en nuestra misión,
llena de plenitud y sentido, aun en las adversidades. Esperanza de abrir a cada niño y
joven a nuevos horizontes vitales de comunión en trascendencia. Esperanza de contribuir
a una sociedad cada día más humana y justa para todos, donde cada uno encuentre su
lugar. Esperanza fundada en saber que, a pesar de nuestras limitaciones y defectos, es
Dios quien habla al corazón de cada hombre y quien va construyendo su Reino con
nuestra pequeñez.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
E. GUÍA PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1) Ser “Peregrinos de Esperanza” implica ser capaces de no desanimarse y
a la vez transmitir ánimo a quiénes nos rodean. Pero ¿de dónde podemos
sacar fuerzas para hacerlo? Mientras las cosas nos sonríen es bastante
fácil, pero cuando nos falta el éxito o somos criticados tendemos a
venirnos abajo.
Sólo una mirada trascendente de la vida y de nuestra misión puede sostenernos a lo largo del
tiempo y de las dificultades. Te proponemos revisar cómo es tu mirada sobre la realidad
cotidiana, centrándote en tu “compromiso apostólico”, último elemento del carisma
Corazonista que estamos viendo.
Para hacerlo vamos a servirnos de dos preguntas que el Hermano Policarpo realizó a sus
contemporáneos en la carta circular del 19 de junio de 1846, sobre la fundación de una nueva
obra en América. Son dos preguntas que pueden parecer similares, pero en realidad son
diferentes y complementarias.
“¿Quiénes son (…) los cinco miembros privilegiados que el Señor se ha elegido
para hacer conocer su adorable Corazón (…) al otro lado del océano?”
¿Me siento privilegiado y elegido por el Señor? ¿Por qué? ¿Cómo lo descubro? ¿En qué me
cambia o me deja igual?
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¿Hago conocer el Corazón de Jesús con mi trabajo cotidiano? ¿Cómo? ¿Qué me resulta más
sencillo y qué más complicado? ¿Qué me pide Él?
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“¿Se creén capaces de sacrificar patria, amigos, parientes y bienes para ir a
descubrir en la lejanía los tesoros inexcrutables del Corazón de Jesús (…)?”
¿Qué estoy dispuesto a sacrificar? ¿Qué puedo dejar de lado porque es superfluo y me ata?
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
¿Descubro al Corazón de Jesús presente en los niños y jóvenes que educo? ¿Cómo? ¿Con qué
tesoros me enriquecen ellos a mí?
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2) Ahora vamos a volver la mirada sobre los textos de este encuentro:
¿Pudiste profundizar en la Palabra de Dios (Mt 25, 31-46) que se te proponía para preparar este
encuentro? ¿Qué descubriste?
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¿Hay algo que te haya llamado la atención en el Padre Andrés Coindre y/o el Hermano
Policarpo como peregrinos de esperanza?
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¿Hay algún artículo o frase en los artículos propuestos del Ideario Educativo que te parezca
iluminador para tu vida en lo referente a las experiencias de pertenencia?
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¿Hay algo más que te gustaría compartir? (una reflexión, una experiencia…)
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
F. UN TIEMPO PARA LA ORACIÓN
Este último Encuentro nos sitúa frente al límite de nuestra vida y de nuestros proyectos, y frente a la
inmensidad y el misterio de Dios. Cuando el hombre, luego de realizar un camino, se siente frente a
Dios descubre su pequeñez, su limitación, su nada… pero aún así amado profundamente por Dios.
¿Qué se le puede decir a este Dios? Nada ¿Qué puedo esperar que me diga que no me haya dicho ya?
Nada. Por tanto sólo queda callar y contemplar.
Llegar a una “Oración de contemplación” puede resultarnos un poco arduo, sobretodo porque vivimos
rodeados de estímulos permanentemente. El silencio nos cuesta y nos asusta. Te proponemos que lo
intentes ayudado por las indicaciones de “Encuentro. Manual de oración” de Ignacio Larrañaga (Ed.
Claretiana, Buenos Aires, 1995).
Oración de contemplación.
Las señales de que el alma entró en la contemplación, según san Juan de la Cruz, son las
siguientes:
- Cuando el alma gusta de estarse a solas con atención amorosa y sosegada en Dios.
- Dejar estar el alma en sosiego y quietud, centrada en Dios, aun si nos parece estar
perdiendo el tiempo, en paz interior, quietud y descanso.
- Dejar libre al alma sin preocuparse de pensar o meditar. Sólo una advertencia sosegada y
amorosa a Dios.
Para ello:
a) Silencio.
Hacer vacío interior. Suspender la actividad de los sentidos. Apagar recuerdos. Desligar
preocupaciones.
Aislarse del mundo exterior e interior. No pensar en nada. Mejor, no pensar nada.
Quedar más allá del sentir y de la acción sin fijarse en nada, sin mirar nada ni dentro ni
fuera.
Fuera de mí, nada. Dentro de mí, nada.
¿Qué queda? Una atención de mí mismo a mí mismo, en silencio y paz.
b) Presencia.
Abrir la atención al Otro, en fe, como quien mira sin pensar, como quien ama y se siente
amado.
Evitar "figurarse" a Dios. Toda imagen o forma de Dios debe desaparecer. Es preciso
"silenciar" a Dios de cuanto signifique localidad. A Dios no corresponde el verbo estar, sino
el verbo ser. El es la Presencia Pura y Amante y Envolvente y Compenetrante y
Omnipresente.
Sólo queda un Tú para el cual yo soy una atención abierta, amorosa y sosegada.
c) Practicar el ejercicio auditivo
Fórmula del ejercicio:
Tú me sondeas.
Tú me conoces.
Tú me amas.
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Curso sobre el Carisma Corazonista y sus Fundadores
Hasta que la palabra "caiga" por sí misma.
Quedar sin pronunciar nada con la boca, nada con la mente.
Mirar y sentirse mirado.
Amar y sentirse amado.
Yo soy como una playa.
Él es como el mar.
Yo soy como el campo.
Él es como el sol.
Dejarse iluminar, inundar, AMAR.
DEJARSE AMAR.
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