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UNIVERSIDAD CULTURAL
CAMPUS CD. JUAREÁREZ
Materia: Psicología Criminal.
Docente: Lic. Miguel Serna.
Alumno: Edgar Daniel Martínez Duran.
Trabajo de Portafolio
Cd. Juárez Chih.
A. 13 De Feb. Del 2016
CAPÍTULO IV CONDUCTAS AGRESIVAS DENTRO DE LA INTITUCIÓN
PENITENCARIA.
Desde una perspectiva psicológica consideramos que cada individuo presenta una personalidad única, diferente,
que está relacionada a su problemática personal, a su historia, a su familia, medio social y que frente a
determinadas circunstancias lo conduce a conductas agresivas-violentas.
El presente capítulo pretende describir las diversas conductas agresivas en la institución penitenciaria, así como
el tratamiento. Sistematizamos las observaciones sobre la conducta agresiva en base a la figura delictiva porque
creemos que entre los rasgos de personalidad del delincuente y la conducta delictiva existe una relación
marcadamente significativa.
El homicida.
Es un interno que por lo general no ofrece problema de conducta, se adapta al sistema penitenciario, respeta a
los celadores y demás internos. Trabaja en forma continua, mantiene relaciones estables con la familia, no es
violento y difícilmente llega a la agresión. Este comportamiento es debido a que durante gran parte de su vida
ha presentado normas y hábitos adaptados a su medio ambiente, la conducta delictiva irrumpe en él de un modo
brusco. Pareciera que un acto de violencia extrema es la única solución para equilibrar una descompensación
de su personalidad patológica. Este interno en la institución difícil-mente roba, sea traficante o cometa otro tipo
de delitos, pero sí puede ser violento con la esposa, familiar o amigo. Muchas veces en la prisión se acentúan
las ideas paranoides y entonces el individuo puede llegar a una agresión por un conflicto que se desencadena
en la institución penitenciaria.
El homicida reincidente.
El individuo que ha reincidido es una personalidad distinta al homicida primario en relación a sus características
dentro de la institución y en lo referente así peligrosidad; es violento, impulsivo, con una agresividad casi
permanente, el comportamiento es inestable, dispuesto a la fuga, a la menor oportunidad se autocalifica que “él
no tiene nada que perder" ya que los reincidentes cumplen sentencias muy prolongadas, por lo mismo está en
permanente conflicto con los internos y celadores en una actitud desimponerse a los demás a través de la
violencia. Es respetado por los demás internos, se le tiene temor debido a sus antecedentes penales, a los lugares
donde estuvo cumpliendo condena (por lo general prisiones de máxima seguridad) y finalmente, por su continua
agresividad en la institución.
El ladrón ocasional.
El comportamiento del ladrón en una institución penitenciaria es sumamente particular y es diferente de los
demás internos por los siguientes aspectos: mantienen relaciones interpersonales conflictivas, es inestable e
irresponsable, inmaduro; esto como proyección de su personalidad psicopática. En la prisión el ladrón busca la
protección y la relación con personas de su mismo delito, desprecia a los otros internos expresando que no
tienen sus valores, su modo de vida. Cabe señalar que el ladrón ocasional cuando llega a la institución, presenta
ya valores sociales distorsionados, sus robos comienzan a los nueve o diez años, ya entonces se advierten
problemas de conducta, fugas escolares, problema de aprendizaje. En la institución intenta la especialización
delictiva e instrumentos y técnicas porque el ladrón, por lo general, prepara su futuro delito dentro de la cárcel.
El ladrón habitual.
Este interno presenta marcadas normas y valores de vida asociales, es reacio al trabajo, la escuela y toda
actividad estable, el delito es su forma de vida, están identificados con el comportamiento antisocial; podemos
decir que inclusive su núcleo familiar proviene de una subcultura delictiva. En la institución penitenciaria el
interno siente la cárcel como su propio medio ambiente, allí están sus amigos, pero es violento en sus relaciones
interpersonales, es decir, necesita ser violento, hábil para ser "respetado", continúa por lo mismo con su
conducta de robo, intenta erigirse en líder y formar un grupo o banda con finesa sociales.
Delincuente sexual.
La problemática de personalidad de este interno está centralizada en el área sexual, es decir, que en todos los
demás niveles de la conducta puede presentar un modo de vida pesado-adaptada; área laboral, educacional,
familiar. Utiliza diversos medios para sus conductas sexuales, ya que es consciente de que no controla sus
impulsos. El delincuente sexual difícilmente es traficante (a excepción de que esté involucrado su objeto
sexual); también es raro que manifieste un comportamiento agresivo con las autoridades, tratará de no ser visto
por los otros internos si realiza una conducta anormal (sexual).
El estafador.
Este interno, por lo general, presenta un alto nivel educacional que lo manifiesta inmediatamente en la
institución, lo que le permite manejar y controlar verbal- mente a los demás internos. Continúa con sus
conductas de engañar e intenta lograr ganancias en las relaciones interpersonales, de ahí su permanente
acercamiento a las autoridades con el objeto de lograr sus fines. Uno de los medios para obtener la confianza
es su apariencia formal y correcta, es la anti figura del delincuente. No es violento ni agresivo y sólo puede
llegar al comportamiento delictivo cuando existe una "víctima" propicia a sus mentiras.
El drogadicto.
Pensamos que este interno presenta desde el punto de vista psicológico una problemática de base más grave
que la drogadicción, esta dependencia implica un síntoma, yaqué la "base" de la adicción no reside solamente
en el efecto químico sino en la personalidad del paciente y en las relaciones que éste establece con la droga. La
tendencia a la adicción (dependencia oral) sería la necesidad de reducir las percepciones de la realidad, de abolir
el sentido del tiempo y de retirarse del contacto humano.
El tratamiento de internos peligrosos
Uno de los absurdos de nuestra época lo constituye el estado de las prisiones caracterizadas por sus condiciones
de vida primitiva y la actitud represiva. Pero si tal situación nos sorprende en esta sociedad de consumo y
cientificismo, el trato que se les da a los delincuentes considerados peligrosos, nos angustia y nos hace
reflexionar, más seriamente, sobre la conducta retardativa en el hombre.