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Nuestro Amor a Dios se Demuestra Cuando Obedecemos Su Palabra Introducción. Deuteronomio 6:5 dice: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y en Mateo 22:38 el Señor Jesucristo nos dice que Este es el primero y grande mandamiento. No hay en las Sagradas Escrituras un mandamiento que sea mayor o más grande que el amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Sin embargo ¿Cómo podemos expresar nuestro amor por el Señor? La Biblia dice en Juan 14:23-24. Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que han oído no es mía, sino del Padre que me envió. La Biblia nos muestra desde Génesis hasta Apocalipsis, muchísimos casos en los cuales los hombres le desobedecieron a Dios, y las consecuencias que tuvieron que sufrir debido a esa desobediencia. Esta mañana veremos en particular el caso de Saul, el primer rey de Israel. La Biblia dice en 1 Samuel 15:10- 30 10 Y vino palabra del Señor á Samuel, diciendo: 11 Me pesa haber puesto por rey á Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, (Me ha dado las espaldas) y no ha obedecido mis palabras. Y se entristeció Samuel, y clamó al Señor toda aquella noche. 12 madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí él se ha levantado un monumento, y después volviendo, ha pasado y descendido a Gilgal. El corazón de Dios estaba dolido debido a la desobediencia de Saul. El hombre que comenzó humilde y sumiso a Dios, ahora estaba escogiendo su propio camino en desobediencia a Dios. ¿Estaba Saul triste por su pecado? Ciertamente no, en lugar de eso se había construido un monumento para el mismo. Saul estaba bastante complacido consigo mismo. El creía que había hecho algo sumamente bueno. No había en Saul la más mínima señal de culpabilidad o vergüenza por haber desobedecido a Dios. 13 vino pues Samuel á Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú del Señor; yo he cumplido (Obedecido) la palabra del Señor. ¿Cómo pudo Saul decir esto? ¿Cómo pudo venir delante del profeta de Dios con tanta arrogancia, jactándose de su supuesta obediencia? Debido a su orgullo. Saul se estaba engañando a sí mismo. Probablemente el creía que lo que le estaba diciendo a Samuel era cierto. He cumplido, he obedecido el mandamiento del Señor. El orgullo siempre nos lleva a engañarnos a nosotros mismos, haciéndonos creer que todo está bien, cuando en realidad todo está mal. 14 Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de bueyes es este que yo oigo con mis oídos? Saul podía decir abiertamente y creer realmente que había hecho la voluntad del Señor; sin embargo, la evidencia de su desobediencia estaba a la vista de Dios y de Samuel. El orgullo y la desobediencia ciega nuestros ojos a nuestros pecados. Lo que estaba a la vista para Dios y Samuel, estaba oculto para Saul. Todos nosotros tenemos puntos ciegos de pecado en nuestras vidas, por lo tanto, necesitamos constantemente pedirle a Dios que nos muestre nuestras faltas y pecados. Realmente necesitamos hacer la oración del Salmo 139:23-24. 15 Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas al Señor tu Dios; pero lo demás lo destruimos. Las excusas de Saul comienzan a salir. Primero, culpo al pueblo, pero no a sí mismo. El pueblo perdono lo mejor… Segundo, Saul se incluyó a sí mismo en la supuesta obediencia: …lo demás lo destruimos… Tercero, el trato de justificar lo que habían guardado porque era de una gran calidad: … lo mejor de las ovejas y del ganado… Cuarto, Saul argumenta que habían guardado lo mejor por razones espirituales: …para sacrificarlas al Señor tu Dios… Sin embargo, en todas sus excusas, Saul revelo su verdadero problema: él tenía una relación pobre con Dios. Mire como habla de Dios a Samuel: Para sacrificar a tu Dios. El Señor no era el Dios de Saul. Saul era el dios de Saul. En su orgullo, Saul había quitado a Dios del trono de su corazón. 16 Entonces dijo Samuel á Saúl: Déjame declararte lo que el Señor me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. 17 Y dijo Samuel: Siendo tú pequeño en tus ojos (Cuando eras humilde) ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y el Señor te ha ungido por rey sobre Israel? 18 Y te envió el Señor en misión, y dijo: Ve, y destruye los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. 19 ¿Por qué pues no has oído (obedecido) la voz del Señor, sino que, vuelto al despojo, has hecho lo malo en los ojos del Señor? Este parecía que era el pecado más aparente de Saul. Dios le había dado un mandamiento específico: Ve, y destruye los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. Sin embargo, él lo había desobedecido directamente. Aunque la desobediencia era el pecado más aparente, la raíz de la desobediencia de Saul era mucho peor: Orgullo. Samuel le recuerda a Saul cuando las cosas eran diferentes: Cuando eras pequeño (humilde) en tus propios ojos, fuiste hecho jefe de las tribus de Israel, y el Señor te hizo rey sobre Israel. Sin embargo, ahora no se podía decir que Saul era pequeño a sus propios ojos. Ahora él era grande en sus propios ojos, a tal punto de levantar un monumento a su nombre. 20 Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz del Señor, y fui a la misión que el Señor me envió, y he traído á Agag rey de Amalec, y he destruido á los Amalecitas: 21 Mas el pueblo tomó del despojo ovejas y vacas, las primicias del anatema, para sacrificarlas al Señor tu Dios en Gilgal. Saul continúo insistiendo en su inocencia, y ahora trata de culpar directamente una vez más al pueblo por su pecado. Su declaración es una media verdad, lo que en realidad es una mentira completa. Fue verdad que el pueblo tomo del botín; sin embargo, ellos lo hicieron siguiendo el ejemplo de Saul; ya que este había perdonado a Agag, el rey de Amalec, y Saul no hizo absolutamente nada para impedírselos. 22 Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que la grosura de los carneros: 23 Porque como pecado de adivinación (brujería) es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey. La práctica religiosa sin obediencia a la Palabra de Dios es vana delante del Señor. El mejor sacrifico que nosotros podemos traerle a Dios es un corazón arrepentido. Alguien puede traer mil sacrificios para Dios, puede trabajar miles de horas para el servicio de Dios, o dar millones de dólares para su obra; sin embargo, todos estos sacrificios no significan nada delante de Dios, sino nos hemos arrepentido de nuestros pecados y le hemos entregado nuestro corazón. La observancia religiosa no era un problema para Saul; el problema era que su corazón se había hecho rebelde y obstinado contra Dios. El problema de Saul no era que había dejado de ir a la sinagoga, o practicar su religión. El problema de Saul era que, en su práctica religiosa vacía, en su rebelión y en su obstinación contra Dios, Saul estaba rechazando a Dios; por lo tanto, Dios justamente lo estaba rechazando y quitándole el reino. Sería fácil decir, ¿porque Saul fue rechazado como rey de Israel, solamente por guardar unas cuantas ovejas y vacas y perdonarle la vida al rey de Amalec? Años después otros reyes de Israel hicieron cosas peores y sin embargo no fueron rechazados como reyes. ¿Por qué Dios fue tan duro con Saul? La realidad es que Dios vio el corazón de Saul y vio la rebelión y obstinación en la que estaba. La condición de Saul era como la de un iceberg; lo que estaba en la superficie, parecía pequeño, sin embargo, el problema más grande estaba en la profundidad del corazón de Saul, que nadie más podía verlo, solamente Dios. 24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras, porque temí al pueblo, y consentí a la voz de ellos. Perdona pues ahora mi pecado, 25 Y vuelve conmigo para que adore al Señor. Saul le dijo a Samuel: Yo he pecado, y desobedecido la Palabra de Dios…esta declaración de Saul parece que es una confesión genuina, sin embargo, es una confesión como la de Judas quien dijo: yo he pecado entregando sangre inocente. Hay una gran diferencia entre remordimiento y verdadero arrepentimiento. La confesión de Saul es una confesión superficial, solamente para callar a Samuel, y no una confesión que busca el perdón de Dios. Saul dijo, además: “desobedecí la Palabra de Dios, porque tuve temor del pueblo” Saul una vez más culpa al pueblo por su desobediencia. Conclusión: El reino de Israel fue quitado de Saul y de toda su descendencia, y trasladado a David y su descendencia, de donde vino nuestro Señor Jesucristo. (Necesitamos conocer lo terrible de las consecuencias al desobedecer a Dios y además necesitamos comprender las bendiciones que vienen con la obediencia a la Palabra de Dios) Al final de la vida de Saul trato de buscar a Dios, pero el Señor no le contesto por ningún medio, lo que llevo a Saul a tocar a las puertas del infierno, a través de una práctica satánica como el consultar a los muertos, que en realidad no es a los muertos sino a los demonios. Es realmente triste el final de este hombre, quien murió en una batalla contra los Filisteos y lo más trágico fue que sus hijos murieron con él, ese mismo día. Saul le dijo a Samuel: Perdona ahora mi pecado. La confesión y la búsqueda del perdón por parte de Saul estaban en la persona equivocada. Samuel no podía perdonarlo, solamente Dios podía perdonarlo si él se arrepentía, y confesaba su pecado delante de Él. Solamente Jesucristo es el Único que puede perdonar tus pecados y limpiarte con su preciosa sangre, si tan solo vienes delante de Él y le confiesas tus pecados y le pides perdón.