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METAFÍSICA.
La palabra 'metafísica' debe su origen a una denominación especial en la clasificación de las obras
de Aristóteles hecha en el siglo I por Andrónico de Rodas. Como los libros que tratan de la filosofía
primera fueron colocados en la edición de las obras del Estagirita detrás de los libros de la Física,
se llamó a los primeros Metafísica, τα μετά τα Φυσικά, es decir, "los que están detrás de la Física".
Esta designación, cuyo primitivo sentido parece ser puramente clasificador, tuvo posteriormente
un significado más profundo, pues con los estudios que son objeto de la "filosofía primera" se
constituye un saber que pretende penetrar en lo que está situado más allá o detrás del ser físico en
cuanto tal.
Según el propio Aristóteles, "hay una ciencia que estudia el ser en tanto que ser, y lo que le
pertenece en propio. Esta ciencia no se confunde con ninguna de las llamadas ciencias
particulares, pues ninguna de ellas considera en general el ser en tanto que ser, sino únicamente
una parte del mismo" (Met., Γ, Ι, 1003 a 20). En cambio, esta ciencia investiga "los primeros
principios y las causas más elevadas" (op. cit., 1003 a 25). Merece por ello ser llamada "filosofía
primera", πρώτη φιλοσο- φία, a diferencia de toda "filosofía segunda", δευτέρα φιλοσοφία (op. cit.,
2, 1004 a 1). (…)
Desde que Aristóteles determinó el objeto de la "filosofía primera" y desde que se usó, además, el
término 'metafísica' ( metaphysica ) como equivalente a 'filosofía primera' se han suscitado muchos
problemas. Uno de ellos, del que trataremos a continuación, es el del objeto propio de "la
metafísica". En el propio Aristóteles hay una vacilación que va a determinar muchas de las
discusiones posteriores al respecto. Por un lado, lo que llama "filosofía primera" (o la "metafísica),
al ocuparse del ser como ser, de sus determinaciones, principios, etc., se ocupa de "algo" que es,
desde luego, superior, y hasta supremo, en el orden de "lo que es" y en el orden también de su
conocimiento. Pero este "ser superior o supremo" puede entenderse de dos modos: o como
estudio formal de lo que luego se llamarán "formalidades", en cuyo caso la metafísica será lo que
se llamará luego "ontología", o bien como estudio de la substancia separada e inmóvil —el primer
motor, Dios—, en cuyo caso será, como Aristóteles la llama, "filosofía teológica", φιλοσοφία
θεολογική , es decir, teología, θβολογία (Met., E, l, 1026 a 19).
(…) Para Descartes, la metafísica es una prima philosophia que trata de cuestiones como "la
existencia de Dios y la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre". (…) La metafísica es
posible como ciencia solamente cuando se apoya en una verdad indubitable y absolutamente
cierta, por medio de la cual pueden alcanzarse las "verdades eternas". La metafísica sigue siendo
en gran medida ciencia de "lo trascendente", pero esta trascendencia se apoya en muchos casos
en la absoluta inmediatez e inmanencia del yo pensante.
Otros autores rechazaron la posibilidad del conocimiento metafísico y, en general, de toda realidad
estimada trascendente. El caso más conocido en la época moderna es el de Hume. La distribución
de todo conocimiento en conocimiento o de hechos o de "relaciones de ideas" deja sin base el
conocimiento de cualquier objeto "metafísico"; no hay metafísica, porque no hay objeto de que tal
pretendida ciencia pueda ocuparse.
(…) la metafísica, agudizó (…) en particular las dos cuestiones siguientes: (1) si la metafísica es
posible (como ciencia); (2) de qué se ocupa. Central en la discusión de estos dos problemas es la
filosofía de Kant. Este autor tomó en serio los embates de Hume contra la pretensión de alcanzar
un saber racional y completo de la realidad, pero a la vez tomó en serio el problema de la
posibilidad de una metafísica. En particular se interesó Kant por cómo es posible fundamentar la
metafísica de un modo definitivo, con el fin de que deje de ser lo que ha sido hasta ahora: un
"tanteo". La metafísica ha sido hasta ahora "una ciencia racional especulativa completamente
aislada", basada únicamente en los conceptos y no, como la matemática, en la aplicación de los
conceptos a la intuición". La metafísica ha sido hasta ahora "la arena de las discusiones sin fin";
edificada sobre el aire, no ha producido sino castillos de naipes. No puede, pues, continuarse por
el mismo camino y seguir dando rienda sueltas a las especulaciones sin fundamento. Por otro lado,
no es posible simplemente adherirse al escepticismo: es menester fundar la metafísica para que
"llegue a convertirse en ciencia" y a este efecto hay que proceder a una crítica de las limitaciones
de la razón. La metafísica, en suma, debe someterse al tribunal de la crítica, a la cual nada escapa
ni debe escapar. Kant niega, pues, la metafísica, pero con el fin de "fundarla". (…) De consiguiente,
la metafísica no parece poder ser una "ciencia teórica" en ningún caso. De ahí el naso a la "razón
práctica", en la cual parece darse la metafísica no como una ciencia, sino como una realidad moral.
Pero esta posición no es tampoco satisfactoria si se quiere que la metafísica se convierta
realmente en ciencia. Parte de la obra de Kant, a partir de la Crítica del juicio, puede comprenderse
como un intento de responder a este desafío de la metafísica como ciencia.
(…) con Ortega y Gasset, (…) la metafísica no es propiamente una ciencia, porque es el saber
dentro del cual se dan los demás saberes (sin que éstos, por lo demás, se deriven necesariamente
de aquel, ya que no es lo mismo "basarse en" que "estar fundado o radicado en").
Existencialismo, bergsonismo, actualismo y otras muchas corrientes de nuestro siglo son o de
carácter declaradamente metafísico o reconocen que lo que se hace en filosofía primariamente es
un pensar de algún modo "metafísico". En cambio, otras corrientes contemporáneas se han
opuesto decididamente a la metafísica, considerándola como una pseudo-ciencia. Tal sucede con
algunos pragmatistas, con los marxistas y en particular con los positivistas lógicos
(neopositivistas) y muchos de los llamados "analistas". Común a los positivistas es el haber
adoptado una posición sensiblemente análoga a la de Hume. A la posición de Hume han agregado
consideraciones de carácter "lingüístico". Así, se ha mantenido que la metafísica surge únicamente
como consecuencia de las ilusiones en que nos envuelve el lenguaje. Las proposiciones
metafísicas no son ni verdaderas ni falsas: simplemente, carecen de sentido. La metafísica no es,
pues, posible, porque no hay "lenguaje metafísico". La metafísica es, en suma, "un abuso del
lenguaje".
(…) Otros han distinguido entre una "buena metafísica" y una "mala metafísica". Así, N. Hartmann
ha distinguido entre ontología especulativa y ontología crítica. Esta distinción puede aplicarse a la
metafísica. Según ella, la metafísica especulativa es la metafísica constructiva, más inclinada a
edificar sistemas que a examinar los supuestos e implicaciones de los conceptos usados. La
metafísica crítica, en cambio, es fundamentalmente un análisis — pero no, o no sólo, un "análisis
lógico". P. F. Strawson ha distinguido entre una metafísica revisionaria y una metafísica
descriptiva. La metafísica revisionaria (cultivada, bien que no sin consideraciones de tipo
descriptivo por Descartes, Leibniz y Berkeley, entre otros) es la que se propone erigir la mejor
estructura conceptual posible para la comprensión y explicación de lo real y de sus diversas
formas. La metafísica descriptiva (cultivada, aunque no sin intenciones de tipo revisionario, por
Aristóteles y Kant, entre otros) es la que describe "la estructura efectiva de nuestro pensamiento
acerca del mundo". Según Strawson, la metafísica revisionaria crea productos conceptuales de
interés permanente, pero se halla al servicio de la metafísica descriptiva. Esta última es parecida al
"análisis conceptual" en el sentido de la escuela de Oxford (v.), si bien difiere de él por su alcance y
generalidad. Los autores que han admitido un pensamiento metafísico como pensamiento de la
realidad radical estarían también, sospechamos, inclinados a admitir una distinción entre la
metafísica especulativa y otro tipo de metafísica, que si es "especulativa" lo es de la realidad.
Los debates sobre la naturaleza y posibilidad de la metafísica pueden llevar a muchos ánimos a la
confusión. (…) Una de las conclusiones para entender la problemática, es que en todos los casos la
metafísica parece ser, como decía Aristóteles, “el saber que se busca” [es decir, en metafísica se
pregunta qué es metafísica y si ella es posible] (…). En un sentido radical de esta expresión, la
metafísica parece ser "lo buscado", y, además, lo buscado mediante un "tanteo". El "tanteo" de
que hablaba, y que deploraba, Kant, puede muy bien ser una condición propia de toda
investigación metafísica, incluyendo la investigación de la naturaleza de la metafísica. (…) Tan
pronto, en efecto, como el metafísico ha creído encontrar un objeto —que sea el objeto— propio y
definitivo para su saber o el método juzgado infalible, descubre que el objeto era parcial (o
inexistente) y el método insuficiente (o engañoso). De ahí el carácter insatisfactorio de todas las
definiciones dadas de la metafísica y el continuo rechazo por ésta de todos los objetos que ha ido
sucesivamente proclamando como temas propiamente metafísicos. "Sucede ·—ha escrito Gilson—
como si la historia de la metafísica fuera la de una ciencia que no acierta nunca a dar con su
objeto". Es cierto. Pero habría que añadir: "y que en el curso de este desacertar va descubriendo
paulatinamente su objeto". La paradoja de Bradley es por ello todavía iluminadora: "La metafísica
es el hallazgo de malas razones para lo que creemos por instinto, pero el encontrar estas razones
no es ya un instinto."
TEODICEA.
En 1710 Leibniz publicó una obra —parte de la cual parece haber sido escrita catorce años antes—
titulada Essais de théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de Thomme et l'origine du mal (…).
Con la obra en cuestión Leibniz propuso el nombre theodicée (teodicea) para designar toda
investigación destinada a explicar la existencia del mal y a justificar la bondad de Dios. Este tipo
de investigación es muy antiguo, pues (…) gran número de filósofos se han esforzado desde la
Antigüedad por llevar a cabo lo que Leibniz entendía por 'teodicea'. Pero mientras antes de Leibniz
se trató del análisis —e intento de solución— de un problema, desde el citado filósofo la
investigación en cuestión tendió a convertirse en una disciplina filosófica. Algunos autores
consideraron que esta disciplina constituye una parte de la teología: la llamada teología natural. Así
sucedió con Wolff, el cual incluyó los temas de la teodicea en su Theologia naturalis methodo
scientia pertracta. (…) Otros autores se opusieron a las opiniones de la llamada "escuela de LebnizWolff" sobre el problema, utilizando el vocablo 'teodicea' en sus refutaciones; así ocurre con el
escrito de Kant "sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea", (…) publicado en
el número de setiembre de 1791 del Berliner Monatschríft. En los siglos XIX y XX el nombre
'teodicea' ha sido adoptado como designación de una disciplina especial dentro de la teología
(natural) por muchos autores de tendencia neoescolástica.
ONTOLOGÍA.
Desde el momento en que Aristóteles habló de una "filosofía primera" e incluyó en ella tanto el
estudio del ente en cuanto ente como el estudio de un ente principal al cual se subordinan los
demás entes, se abrió la posibilidad de distinguir entre lo que luego se llamó "ontología" y lo que
con mayor frecuencia se entendió por "metafísica". (…) Sólo a comienzos del siglo XVII surgió el
término Ontología'.
(…) es notorio que los autores que usaron Ontología' u Ontosofía' tendieron a destacar el carácter
"primario" de esta ciencia frente a cualquier estudio "especial". Por eso si la ontología pudo seguir
siendo identificada con la metafísica, lo fue con una "metafísica general" y no con la "metafísica
especial". La ontología fue —cuando menos en la llamada "escuela de Leibniz-Wolff"— la primera
ciencia racional por excelencia; por eso la ontología como ontología rationalis podía preceder a la
cosmología rationalis, a la psychologia rationalis y a la theologia rationalis.
(…) Con el nombre Ontología' se designaba el estudio de todas las cuestiones que afectan (…) al
conocimiento de los "géneros supremos de las cosas" [Ejemplo: la llamada supra en los
mentefactos]. La superposición de la ontología con la metafísica general representaría ya, por lo
tanto, un primer paso hacia aquel mencionado proceso de divergencia de las significaciones en los
vocablos 'metafísica* y Ontología'. En efecto, todo lo que se refiriese al "más allá" del ser visible y
directamente experimentable, quedaría como objeto de la "metafísica especial", que sería,
efectivamente, una trans-physica. La "metafísica general u ontología" se ocuparía, en cambio, sólo
de "formalidades", bien que de un formalismo distinto del exclusivamente lógico. (…) Su nombre
(ontología) ha sido aplicado retroactivamente a todas las investigaciones sobre las
determinaciones más generales que convienen a todos los entes, los trascendentales. Esta
referencia a los trascendentales explica, por lo demás, el sentido en que fue tomada la ontología
por Kant, quien pudo llegar a concebirla como el estudio de los conceptos a priori que residen en el
entendimiento y tienen su uso en la experiencia.
Ahora bien, la misma imprecisión que rige en la cuestión de los trascendentales hace que la
ontología sea entendida de maneras diferentes. Por un lado, es concebida como ciencia del ser en
sí, del ser último o irreductible, del cual dependen todos los entes. En este caso, la ontología es
verdaderamente metafísica, esto es, ciencia de la realidad o de la existencia en el sentido más
propio del vocablo. Por otro lado, la ontología parece tener como misión la determinación de
aquello en lo cual los entes consisten y aun de aquello en que consiste el ser en sí. Entonces es
una ciencia de las esencias y no de las existencias; es, como se ha precisado últimamente, teoría
de los objetos. (…)
Como disciplina especial de la filosofía la ontología ha sido cultivada durante los siglos XVIII y XIX
no sólo por autores que han seguido la tradición escolástica y la escuela de Wolff (o ambas), sino
por otros autores y tendencias. Así ocurre con Herbart (donde la ontología es la ciencia que
investiga el ser de los "reales", con Rosmini, que hace de las ciencias ontológicas las ciencias que
estudian el ser como es a diferencia de las ciencias deontológicas que estudian el ser como debe
ser, etc.
Nos referiremos a continuación a diversos modos de entender la ontología en el siglo XX.
Para Husserl, que considera nuestra disciplina como una ciencia de esencias, la ontología puede
ser formal o material. La ontología formal trata de las esencias formales, o sea de aquellas esencias
que convienen a todas las demás esencias. La ontología material trata de las esencias materiales y,
por consiguiente, constituye un conjunto de ontologías a las cuales se da el nombre de ontologías
regionales. Ahora bien, la subordinación de lo material a lo formal hace, según Husserl, que la
ontología formal implique al mismo tiempo las formas de todas las ontologías posibles. La
ontología formal sería el fundamento de todas las ciencias; la material sería el fundamento de las
ciencias de hechos, pero como todo hecho participa de una esencia, toda ontología material estaría
a su vez fundada en la ontología formal.
Para Heidegger, hay una ontología fundamental que es precisamente la metafísica de la Existencia.
La misión de la ontología sería en este caso el descubrimiento de "la constitución del ser de la
Existencia". “Fundamental” porque por ella se averigua aquello que constituye el fundamento de la
Existencia, esto es, su finitud. Pero el descubrimiento de la finitud de la Existencia como tema de la
ontología fundamental no es para Heidegger más que el primer paso de la metafísica de la
Existencia y no toda la metafísica de la Existencia. La ontología es, en realidad, única y
exclusivamente, aquella indagación que se ocupa del ser en cuanto ser, pero no como una mera
entidad formal, ni como una existencia, sino como aquello que hace posibles las existencias. La
identificación de la ontología con la metafísica general ha de encontrar en esta averiguación del ser
como trascendente la superación de las limitaciones a que conduce la reducción de la ontología a
una teoría de los objetos o a un sistema de categorías.
Para Nicolai Hartmann, en cambio, la justificación de la ontología consiste (…) en el reconocimiento
de lo que es metafísicamente insoluble. Por eso propone distinguir entre la antigua ontología
sintética y constructiva, propia de los escolásticos y racionalistas, que pretende ser una lógica del
ente y un paso continuo de la esencia a la existencia, y la ontología analítica y crítica, que se ocupa
de situar en su lugar lo racional y lo irracional, lo inteligible y lo trasinteligible, más allá de todo
racionalismo, irracionalismo, realismo o idealismo.
R. Carnap ataca el problema de las cuestiones "llamadas falsamente ontológicas" mediante una
distinción entre " 'cuestiones' internas" y " 'cuestiones' externas". Las primeras son las que se
suscitan dentro de un "marco" cualquiera ("marcos" de entidades tales como "el mundo de las
cosas", "el sistema de los números", "las proposiciones", etc.). Preguntar: "Este x, ¿es real o
imaginario?", "¿Hay un número primo mayor que 100?", etc., son cuestiones internas. En cambio,
las " 'cuestiones' externas" se refieren al marco mismo: "¿Existe el mundo real?" (o mejor:
"¿Existe la 'cosa mundo' misma?"), "¿Qué clase de ser tienen los números — entidades
subsistentes, seres ideales, trazos sobre el papel con los cuales se calcula?" Estas cuestiones
deberían contestarse aparentemente mediante una investigación que "trascendiese" los "objetos
internos". Más no es este el caso, según Carnap. Las " 'cuestiones' externas" se refieren a asuntos
desprovistos de contenido cognoscitivo y no son propiamente teóricas (…). Todo el error
consistiría, pues, en tratar las "'cuestiones' externas" (que no son propiamente "cuestiones")
como " 'cuestiones' internas", en vez de referirlas a decisiones últimamente justificables por su
resultado.
OTROS CONCEPTOS
- TRASCENDENTALES
- ESENCIA
- ENTE
- SER
- Existencia
- Realidad
- Dualismo
- Devenir