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HOMILÍA EN EL 25 ANIVERSARIO DE MI
ORDENACIÓN
En un mundo donde nos movemos muchas veces en “lo políticamente correcto”,
donde bastantes veces los falsos respetos impiden decir lo que realmente creemos y
vivimos me vais a permitir en mi 25 aniversario de mi ordenación que pida a Dios
algo para mí y para cada uno de vosotros.
Introducción
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Que hermoso es vivir en la presencia de Dios; no es dar valor a Dios para
quitárselo al hombre ni darle valor al hombre para quitárselo a Dios, es
colaborar Dios y el hombre en hacer de este mundo y mundo mejor; el hombre
puede y debe poner en la creación su impronta con la verdad del amor de Dios,
en ese amor el hombre saca lo mejor de sí mismo. Muchos de los engaños en los
que cae el hombre le vienen del no orar; prescindir de Dios es prescindir de la
plenitud del amor (de Dios venimos y a Dios volvemos).
Todo hombre vive del amor auténtico; Jesucristo es fuente del amor auténtico;
todo hombre está llamado a una identificación con Jesucristo vivo. En el amor
de Jesucristo vivo, el hombre se reconoce, se encuentra, se dinamiza, se entiende
con amor eterno: vivir con amor eterno.
La fe no es una losa que frena, limita o incapacita; la fe es respuesta a las ansias
más profundas del corazón de todo hombre: “Amado por Dios, querido de Dios,
predilección de Dios”.
Puntos fundamentales del bien vivir
Estamos llamados a crecer en la bien vivir y ese camino lleva a Jesucristo en la
Iglesia: un corazón permanentemente abierto y entregado. Sin Dios el hombre no lo
puede alcanzar.
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HUMILDAD
El lema del pontificado del papa Juan Pablo I: “Humilitas”. Tres frases han
presidido mi vida: “Por todos y por mí”, “Humilitas y charitas”, “En el Corazón
de Cristo”.
Humildad consiste en decir al otro “te necesito”, “no quiero vivir sin ti”, “tú eres
lo que más quiero en la vida”, “en ti me reconozco” (el amor es humilde sino no
lo es). Todo hombre necesita salir de sí para encontrarse a sí mismo en una
experiencia de amor y eso es humildad: “Vivir en la voluntad de Dios y no
esclavo en mi propia voluntad”.
El orgullo (no estoy hablando del amor propio necesario para poder amar) mata
al hombre, le engaña en el caminar y le lleva a la fragilidad y a la sequedad. El
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orgullo consiste en creer que yo sé, que yo puedo, que por mí mismo todo lo
conseguiré; cuanta inseguridad y debilidad se manifiesta después.
La humildad consiste en reconocer que yo no sé, que yo no puedo, que por mí
mismo tantas cosas se me escapan; cuanta fortaleza da el Señor a aquél que se
entrega a Él, cuantos retos y dificultades se resuelven con el poder del amor de
Cristo: “la fuerza se encuentra en la debilidad” (en la debilidad buscando la
ayuda de Dios entregándose con todo el corazón). El saber está en el no saber, la
sabiduría consiste en no cansarme de no saber (Sócrates: “Sólo sé que no sé
nada” – ese es el único camino de la verdadera sabiduría).
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CONFIAR
¿Por qué sembramos desconfianza en nuestros corazones? Confiar es cosa de
Dios, desconfiar no es de Dios. El fruto del pecado es la desconfianza.
La Iglesia es mi madre que me amamanta en la fe: vivir intensamente desde una
razón iluminada por la fe. La Iglesia me enseña a vivir con intensidad (no me
quita afecto sino que lo ensancha), la Iglesia me ayuda a cultivar una razón
potente desde una experiencia de amor auténtico. La fe enriquece la razón y la
razón-la cultura expresa bellamente la fe. Fe y razón no se oponen, se
complementan.
Confiar en la Iglesia. No es legítimo mirar lo negativo para cuestionar desde lo
negativo; es legítimo mirar lo positivo y desde ahí en humildad aprender de ello.
Lo positivo de la Iglesia es la santidad: cuantos santos viven hoy entre nosotros,
cuantas realidades santas a las que estamos llamados a vivir en la Iglesia.
Confiar en la Iglesia: la Iglesia me ha demostrado con los años que sabe más
que yo. Deseo vivir y morir hijo de la Iglesia.
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RECONOCER LA ACCIÓN AMOROSA DE DIOS
Yo soy un pecador perdonado, yo vivo del diario abrazo amoroso de Cristo en la
Eucaristía, yo experimento el amor de la misericordia de Dios.
¿Y los que no lo experimentan y los que no reconocen la acción amorosa de
Dios? Pues “que me sepa mal”, “que me duela”: “me duele que no me duele, que
no me afecta” Papa Francisco. Ciertamente, esto es un comienzo.
En mi vida ministerial solamente me queda la misericordia de Dios (todo pasa
con el tiempo, solamente el amor de Jesucristo permanece); sólo poseo la
misericordia de Dios, solamente puedo y quiero dar la misericordia de Dios.
Creo con todo mi corazón que la razón de ser de la vida de un Sacerdote es
transparentar la misericordia de Dios (com – pasión: inclinado, sensible, abierto
al dolor del hermano). Bendecido para bendecir, perdonado para perdonar,
amado para amar.
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VIVIR EN EL CORAZÓN DE CRISTO
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Aquél que todo lo plantea desde uno mismo se incapacita para captar realidades
superiores a él: ejemplo (un hombre que nunca ha ido al mar y al verlo por
primera vez cree que el mar es lo que él ve – pero qué corto de miras – el mar es
lo que ve pero es mucho más de lo que ves; un escalador que camina
maldiciendo en todo momento hasta llegar a la cumbre, valió la pena todos los
sacrificios realizados para llegar a la cima, por encima de mi está lo mejor). Lo
sobrenatural va más allá de lo natural: vivir en lo bello o en una relación intensa
de amor.
La Eucaristía es la verdad del amor divino-humano de Cristo, la verdad de un
corazón humano que ama de verdad al modo de Dios; Dios me ama de verdad,
con corazón humano, soy importante para Dios: “Jesucristo ha dado la vida para
que tú vida sea feliz en unión de amor con Él”.
Vivir en el Corazón de Cristo (capacita) para llegar al corazón del hombre.
Solamente se solucionan los problemas cuando se llega al corazón y sanándolo
se regenera. La respuesta a las ansias y necesidades del corazón del hombre se
encuentra en el Corazón de Cristo.
Jesucristo por amor al hombre lo soportó todo (golpes, desprecios,
humillaciones) pero hay algo por lo que no quiso pasar; dejar solos a los que
mucho ama, por eso instituyó la Eucaristía: “Yo estaré con vosotros todos los
días hasta el final del mundo”.
Jesucristo está VIVO y yo soy testigo de Él.
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