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Jueves 08/08 :
« Enséñanos a orar. »
Un modelo: la Súplica ardiente.
Introducción: (Diaporama)
Durante esta hora, compartiré con vosotros unas nociones sobre la oración así como algunas maneras de orar. En una hora no podemos decirlo todo e incluso si se dijera todo,
siempre queda la experiencia de la persona que ora – diría que es aun más importante que
todo lo que os podría decir.
Plan:
He aquí lo que propongo:
 ¿Qué es la oración?
 Algunos grandes orantes en la Biblia.
 Necesidad de la oración
 Tipos de oración: Vocal,
Mental
 Consejos prácticos para disponernos a orar.
La oración: una necesidad fundamental
La oración no está reservada a los religiosos y religiosas. Forma parte de la dimensión espiritual de todo ser humano y eso más allá de la Iglesia.
Escuchemos a san Pablo en la 1ª carta a Timoteo:
“Por esto exhorto, ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de
gracias por todos los hombres… para que llevemos una vida tranquila y reposada en toda
piedad y dignidad. Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad.”
(1 Tm 2, 1-4)
Conocer al que ha dicho: “soy la Verdad…”
El ser humano necesita entrar en relación con Dios y expresar esta relación de alguna manera.
“Camina humildemente con tu Dios” Mi 6,8
Caminar con alguien es entrar en relación con él.
El Padre de Montfort dice que la oración es el canal ordinario por el cual Dios pasa para
darnos sus gracias (ASE 184), es pues la manera más ordinaria de encontrar a Dios.
¿Qué entendemos por oración?
La oración es un diálogo con Dios. Supone pues la fe como una relación posible con
Dios. Esta fe siempre ha sido presente en el corazón de la oración del Pueblo de
Dios.
La oración forma parte de nuestras vidas. Sin embargo, vosotros como yo, nos planteamos
la pregunta: “¿cómo orar o cómo orar mejor?”
No somos los únicos a plantearnos la pregunta o a dudar de nuestras capacidades de orar.
El mismo san Pablo había llegado a ese problema. Escuchemos lo que dice a los Romanos,
8, 26:
“El Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque cómo debiéramos orar, no lo
sabemos; pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles…”
San Pablo nos asegura que el Espíritu viene a asistirnos. Viene en auxilio de nuestras debilidades. El Espíritu está en nosotros. Tenemos que dejar el Espíritu orar en nosotros. Es la
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finalidad de la oración o por lo menos, a eso tenemos que aspirar.
“Orar, es respirar el Espíritu Santo” nos dice san Gregorio.
La oración, decía santa Teresa del Niño Jesús, es un impulso del corazón, es una
simple mirada echada hacia el cielo, es un grito de reconocimiento y de amor en
medio de la prueba como en medio de la alegría. Orar no es agotarnos a ofrecer a
Dios buenos sentimientos; es más bien exponernos a él como un pajarito se expone
al Sol divino para que pueda venir a despegar todas las virtualidades de su Amor.
Oraba así: “Dios mío, Trinidad dichosa… deje desbordar en mi alma los flujos de ternura infinita que están encerrados en usted.”
Algunos grandes testigos bíblicos nos muestran que:
 La oración es indispensable
 Es un real corazón con corazón entre lo humano y Dios
Abrid cualquier libro de la Biblia, encontraréis a unos personajes orantes. Confrontad
vuestras vidas a la experiencia de estos grandes testigos de Dios, es orar.
Abraham
Intercede, argumenta, invoca la grandeza de Dios para Sodoma ante el Señor
(Gn 18, 22-33)
Susana
"¡Dios eterno, tú que conoces los secretos y que conoces todo antes de que suceda… sabes
que no soy culpable” (Daniel 13, 42)
El Señor oyó la voz de Susana… Dios despertó el espíritu santo en un joven llamado Daniel…
(13, 44)
Salomón
"Da, pues, a tu siervo un corazón que sepa escuchar” (1 Re 3, 9)
“Dame pues la Sabiduría que comparte tu trono…” (Sab 9, 4)
María, la madre de Jesús y de nuestra madre
"María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” (Lc 2, 19)
Alaba al Señor por haber mirado su bajeza
“No tienen vino.” (Jn 2, 3)
María ve las necesidades de los demás y las señala a Jesús.
Jesús el gran orante
"Yo ruego por ellos…que me has dado” (JN 17, 9)
“Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como
tú.” (Mt 26, 39)
¿Para qué orar?
La necesidad de la oración resulta del ejemplo que el mismo Jesús nos ha dado. Toda su
vida está marcada por la oración. Leemos de nuevo el evangelio de Lucas. Encontramos
todas las calidades de la oración.
 La composición del tiempo y del lugar:
“Aconteció en aquellos días que Jesús salió al monte para orar, y pasó toda la noche
en oración a Dios.” (Lc 6, 12). (elección de los apóstoles). Habla con su Padre.
 La oración se vive en lo concreto de la humanidad:
“Aconteció que, mientras Él estaba orando aparte, sus discípulos estaban con Él…”
(9, 18) (declaración de Pedro sobre quien es Jesús). A la pregunta de Jesús: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Pregunta muy humana. Pedro movido por el EspíriRISL 2013
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tu dijo: “El Cristo de Dios…”
“Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago, y subió al monte para orar.” (9,
28) (transfiguración) …se muestra tal cual es.
 En la oración expresamos nuestras emociones:
“Jesús dijo: "Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. “ (10, 21)
(Jesús se alegra y agradece a Dios y lo expresa). Expresa sus sentimientos.
 Reflejo en el rostro  El amor se revela en su mirada
“Un día Jesús oraba en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos
le dijo: “Señor, enséñanos a orar...” (11, 1) (El Padre nuestro)
Es en ese momento que Jesús les enseñó la oración tan hermosa del Padre
nuestro.
La oración del Padre nuestro es la oración por excelencia, transmitida por el mismo
Jesús. Son palabras que nunca hemos terminado de meditar. Es un programa de vida. Descubrir esta oración y dejarnos formar por ella es imperativo para nuestro
progreso espiritual;
 La oración nos aprende a perdonar
 En la Cruz: perdona y expresa el perdón “Padre, perdónales…” (23, 34)
 La necesidad de la oración es innegable
 El amor se revela en su mirada
¿Pero, como orar?
Maneras de orar
Existen varias maneras de orar. Me pararé en dos maneras particulares de orar:
La oración vocal – solo(a) o con otros;
La oración mental – o meditación que conduce a la contemplación.
Intentaré deciros todo lo que pueda sobre estos dos modos de rezar, sabiendo que no se
puede decirlo todo.
La oración vocal: pública
La principal fuente de la oración cristiana es la Eucaristía.
Nos faltaría más tiempo del que disponemos para entrar en esta oración por excelencia.
Hoy, me limitaré a hablaros de la oración de la Iglesia y de la oración mariana.
 La oración de la Iglesia
El oficio divino: o aun La oración de las Horas.
Esta oración está compuesta de varias partes. Tomaré solo tres.
 La invocación
Toda oración de las Horas comienza por “Señor ábreme los labios” o “… ven a mi auxilio”
Esto nos recuerda que Dios mismo viene a orar en nosotros. Al orar esta invocación, imploramos al Espíritu que irrigue nuestra oración.
También, trazamos una pequeña cruz sobre nuestros labios o hacemos una gran señal de
la cruz. Así colocamos nuestra palabra en el movimiento de Dios.
 El himno
Nos ayuda a entrar en la oración de manera fácil y alegre. Alimenta la oración, sobre todo
cuando rezamos las Horas; los himnos son destinados preferentemente a ser cantados.
 Los salmos
- Según Anselm Grün, benedictino, el rezo de los salmos es un camino de
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contemplación.
Las palabras de los salmos, que componen principalmente esta oración,
son palabras santas. Nacen en el silencio de Dios. Brotan de las profundidades de su Corazón.
Si estas palabras caen en nuestro corazón y no solo en nuestra mente, seremos conducidos
al Corazón de Dios.
¿Qué decir de la violencia encontrada en los salmos? He aquí lo que dice Anselm y cito:
“Las imágenes y los símbolos sálmicos dan forma a los contenidos rechazados por nuestro
inconsciente, los canalizan y los expresan”. (Revista Prier, hors série, La prière des Heures,
p. 6)
 Dicho con otras palabras, el rezo de los salmos nos libera de la tristeza y
nos ayuda a liberarnos de lo que impide la contemplación.
San Basilio dice que el rezo de los salmos nos libera de la tristeza y procura que la alegría
puede rebrotar en nosotros.
Anselm dice aun: “No rezamos para maravillar a Dios o ablandarle sobre nuestra suerte,
sino para dirigir nuestro deseo de ir a él.” (Ibid. P. 8)
ORACIÓN MARIANA
 Me gustaría pararme un instante sobre la oración que dirigimos a María. Esta oración puede entrar en la oración vocal y también en la oración meditativa y contemplativa, llamada mental.
Cómo orar a María
Para algunas personas, María tiene un lugar esencial en su vida, mientras que para
otros, la piedad mariana es más bien un deber. No entraré en el detalle de este enunciado porque toca la relación personal de las personas con la Virgen María.
Tomamos por ejemplo el Rosario que es la oración más tradicional y la más sencilla
que sea. Es la oración del pobre. Es una especie de manto que tiene por finalidad conducirnos al silencio y a Aquél que colma este silencio. El Rosario es una meditación de
los misterios de la vida de Jesús – del pesebre a la cruz – en unión con María. Es una
oración evangélica. No es una simple repetición del Ave, recitado más o menos conscientemente.
María, como persona humana, tiene todo en común con nosotros menos el pecado. Si
no se puede orar a María, oremos con ella. María ha vivido unas grandes alegrías como
Madre de Jesús pero también unos grandes sufrimientos. Hagámoslos nuestros.
María ha seguramente enseñado a Jesús como rezar.
María es seguramente la que puede enseñarnos la mejor manera de orar: sabía pedir:
“No tienen vino…”
Sabía contemplar; “… guardando en ella el recuerdo de los acontecimientos vividos.
Puede conducirnos a la transformación de nuestras vidas: “Hagan todos lo que os diga.”
Ha acogido la Palabra de Dios en su corazón y en su cuerpo. Ha llevado a Jesús y nos
lo da aun hoy.
LA ORACIÓN MENTAL / MEDITACIÓN / ORACIÓN / CONTEMPACIÓN
La meditación no es una novedad en la vida cristiana; tiene unas profundas raíces en
la tradición.
 Meditar, es hacer silencio en nosotros para encontrar a Dios.
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Al encuentro de Dios dentro de nosotros.
Juan de la Cruz dice: “Dios es el centro de mi alma.” Y Juliana de Norwich decía: “Dios
es el punto inmóvil en el centro de mí mismo.”
Y el Padre de Montfort nos dice en su cántico #24, vers. 38
“Alma, entra en ti misma, deja las frivolidades… Dios te llama en tu corazón, en Dios
se halla tu bien.”
Lo verdaderamente extraordinario es que este silencio, a pesar de todas las distracciones del mundo moderno, es perfectamente posible para cada uno y cada una de nosotros. Para alcanzar este estado de silencio y de inmovilidad pide que le dediquemos
tiempo, energía y amor.
 La meditación no nos viene sin más, pide una preparación.
Fijarse un tiempo y mantenerlo. Es una cita con Dios.
La preparación a este acto importante es esencial. Se trata de disponernos a la oración.
Preparar el tema de nuestra oración, por ejemplo, elegir y leer un pasaje del Evangelio u
otro texto de la Biblia por la tarde.
El lugar también es importante. Sin rigor, elegir un lugar que conduce a la oración: un lugar abierto; un santuario. Cambiar de lugar a veces es benéfico.
Un monje griego de los primeros siglos decía: “Eres un templo, no busques un lugar.” “El
lugar santo”, dice Jean-Marie Gueullette, “somos nosotros”
Algunos consejos que pueden ayudarnos en la oración.
Principio de la oración.
 Para empezar la oración, lo expreso con todo mi ser, estableciendo una “liturgia”
personal (unos gestos que ayudan a posarme, a ponerme en presencia o más bien a
hacerme consciente de la presencia de Dios. Invocar al Espíritu Santo y pedirle asistencia en esta etapa importante de mi jornada.
Cada uno(a) encuentra su manera particular de entrar en oración.
 Lo mental ha sido comparado a un árbol majestuoso lleno de monos turbulentos que
saltan de una rama a otra y no dejan de chillar y de agitarse. Cuando empezamos a
meditar, observamos hasta qué punto esta imagen describe bien la agitación permanente de la que nuestra mente es la sede. La oración no consiste a aumentar esta
confusión intentando cubrirla por otra charla.
 Puedo servirme de una parte de un salmo – “Desde lo hondo de mi angustia, grito a
ti, Señor…” Sal 130 o aun: “Dios, Dios mío, te busco… tengo sed de ti…” Sal. 62 –
“como tierra agostada, sedienta, sin agua.” Somos esta tierra reseca. Imaginémonos
así y orientamos nuestro corazón hacia la Fuente que nos puede colmar.
Puedo también hacer unos ejercicios de relajación – hacerme consciente de cada una de las
partes de mi cuerpo y mediante la respiración dejar el relajo de la tensión y aflojar los
músculos
Verse en la parte alta de la escalera y descender los peldaños despacito.
Existen muchos métodos para llegar a centrarnos y a concentrarnos.
Se trata de recibir a Dios – de acogerse a él y de recogerse (coger de nuevo) cada día, cada instante.
El cuerpo de la oración
Es lo que pasa en lo más intimo de uno mismo. Diría que es la parte que más concierne a
Dios.
El principio y el final de la oración nos pertenecen. Aplicarse condiciona nuestra oración.
Luego dejar Dios a actuar.
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Terminar su oración agradeciendo y pidiendo la gracia de la fidelidad.
En la escuela del Carmen se dan tres palabras claves para entrar en la oración: Cuerpo,
Corazón, Espíritu.
Cuerpo: Nuestro cuerpo puede ser un obstáculo a la oración en el sentido que se mueve
sin parar y nos impide concentrarnos; Pero nuestro cuerpo es también un instrumento, un
vehículo que nos ayuda a unirnos a Dios.
Tomar el tiempo de acogerle. La posición de mi cuerpo influencia mi espíritu: la rectitud
ayuda la respiración y la concentración, la postración ayuda a alimentar de los sentimientos
de arrepentirse, la relajación ayuda a centrarnos. El recogimiento interior está lejos de ser
automático. Para seguir, el cuerpo necesita tiempo para entrar en la oración.
Fácilmente decimos que la oración es un arte, algo que aprendemos. Si es verdad que podemos aprender muchas cosas sobre la oración. Pero finalmente es orando que aprendemos a orar.
Espíritu: Pedir la ayuda del Espíritu Santo. Luego releer el texto elegido. Dejarse tocar,
rumiar la Palabra, hacer los vínculos, ahondarla. Me planteo unas preguntas: “?Qué aprendo de Jesús por su Palabra? ¿Qué aprendo de mí mismo? ¿A qué conversión estoy llamado?
El Espíritu ora en mí.
Corazón: dejarlo hablar, desahogarse, Reunirme con mis emociones, expresarlas. San
Agustín decía: “El corazón es por excelencia “el lugar donde Dios se descubre y se encuentra, el lugar donde se le ama y saborea” Qué podamos ser consciente de ello.
Me gustaría terminar esta enseñanza hablando de dos grandes orantes que son próximos a
nosotros y que han marcado nuestra historia: San Luis María Grignion de Montfort y la
Beata María Luisa de Jesús.
El Padre de Montfort ha sido un gigante de la oración, un místico.
 Su oración estaba centrada en la Sabiduría y en María.
Ha desarrollado la Consagración a Jesús por María con 33 días de preparación
 Ha pedido insistentemente la Sabiduría.
 La suplica ardiente.
 El santo Rosario.
 Los 164 cánticos.
La gruta de Mervent era su refugio preferido para darse a la contemplación.
María Luisa se refugia en su Oratorio interior.
“Mi amable Jesús, hágame la gracia de poner en práctica lo que tenga su bondad de inspirarme, que es trabajar a hacer de mí un oratorio para que se more en ello.” (En directo con
María Luisa, p. 71)
Oración para terminar
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