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IGLESIA DE LA SANGRE. Los musulmanes trasladaron su organización comunitaria, respecto al antiguo asentamiento romano al Tossal de la Sang, lugar donde ubicaron la mezquita mayor con cronología cercana al siglo XI. La iglesia de Santa María de Llíria, después denominada de la Sangre fue construida sobre esta mezquita mayor. De modo selectivo podemos contemplar la utilización de sillares que testimoniaban el pasado clásico de la comarca, y dejan ver algunas inscripciones en edificios como el que nos ocupa. A lo largo del trabajo iremos viendo tanto las diferentes apreciaciones que ha ido teniendo este emblemático edificio religioso gótico primitivo mediterráneo por las diferentes relaciones que el pueblo ha tenido con él, su tipología constructiva y el esfuerzo por su conservación y restauración, siendo declarado el 29 de septiembre de 1919 Monumento Nacional. Introducción Cuando los musulmanes conquistan los espacios costeros del mediterráneo peninsular hasta el valle del Ebro, la mayor parte de las ciudades romanas habían sufrido tal proceso de despoblación que de ellas no quedaban más que pequeños restos de su antiguo emplazamiento y, en ocasiones se había perdido hasta su antiguo nombre. En estos casos, los musulmanes no tenían el más mínimo precedente, y organizaron el poblamiento atendiendo a criterios prácticamente nuevos, en base a la consolidación de su propia acción militar, de sus nuevos intereses económicos y de su sistema religioso-cultural. Organización en Llíria El urbanismo en la Llíria medieval sufre una transformación diferenciándose de su anterior asentamiento y ubicación tardorromana. Se traslada la organización comunitaria al punto más elevado del espacio periurbano, el llamado Tossal de la Sang, que es el nuevo asentamiento estratégicamente elegido por la comunidad islámica de Llíria. Así desde este espacio de mayor valor estratégico es donde se ubicó la mezquita mayor. Esta e incluso su gran aljibe contiguo, ofrecen cronologías cercanas al siglo XI y nos testimonian un crecimiento urbano y periurbano que se venía produciendo al menos desde un siglo antes. 1 El topónimo que da nombre a toda esta zona, Tossal de la Sang, refiere a la Iglesia de Santa María (construida sobre la antigua mezquita mayor) que a causa del desmantelamiento del castillo (ya a mediados del siglo XV), quedó como el edificio más elevado, presidiendo y dominando así el paisaje urbano. La obligatoriedad de la oración comunitaria todos los viernes acabó convirtiendo las mezquitas en activos centros de encuentro y contacto social. Las excavaciones llevadas a cabo, a principios de la década de 1990, en el marco de las obras de restauración de la iglesia de Santa María por los arqueólogos Vicent Escrivà, Carme Martínez y Xavier Vidal, han permitido reconstruir la antigua mezquita mayor. La planta nos ofrece un diseño rectangular que nos remite al tipo de mezquita hipóstila o basilical ya ampliamente utilizado en todo el espacio de Al-Andalus. Con sus elevados muros y con la cubierta plana de su Haram o sala de oración, se conformaba un espacio de volumen cúbico que remitía a una interesante simbología. El cubo para los musulmanes era símbolo de lo sagrado. El edificio estaba estructurada en dos espacios claramente diferenciados: por una parte, el patio exterior abierto (sahn) donde se ubicaba la fuente para las purificaciones previas a la oración, y por otra parte, la sala de oración cubierta o sharam. El conjunto de la mezquita se completaba con el alminar o torre para las llamadas diarias a la oración. La falta de información sobre dicha torre ha llevado a algunos cronistas a pensar que ésta sería el primer cuerpo del actual campanario de la iglesia de Santa María. La hipótesis debe descartarse por la segura construcción de la torrecampanario por parte de artesanos cristianos a finales del siglo XIII. No obstante, es una hipótesis plausible pensar que el campanario cristiano se construyó sobre los restos del antiguo alminar derruido, como evidente signo de dominio por parte de los nuevos pobladores de la Llíria cristiana. Esta pieza clave del urbanismo de la villa, la mezquita, será reutilizada temporalmente por estos primeros cristianos (durante los años iniciales de la repoblación) pero será destruida para la construcción de la Iglesia de Santa María, nuevo edificio que se levantará como símbolo de la nueva comunidad. El diseño del templo no dejará de tener nunca como referencia las partes básicas de la mezquita. Y la iglesia de Snata María, como antes la masyid yami serán los elementos vertebradores de sus respectivas comunidades1. Llíria cristiana Cuando Jaime I creó el reino cristiano de Valencia, los problemas a los que tuvo que hacer cara son evidentes. Uno de los más inmediatos y urgentes fue establecer los criterios que tenían que regir las relaciones del estado y la iglesia con el arte. En primer 1 Llíria: historia geografía y arte; nuestro pasado y presente. Dirección Jorge Hermosilla Pla. Universitat de València, Facultat de Geografia i Història, 2011. 2 lugar, la nueva organización política y religiosa requería una serie de edificios de características diferentes. Los pobladores cristianos que comienzan a colonizar las tierras acabadas de conquistar, no encuentran allí una tradición constructiva religiosa útil para sus necesidades. Los templos legados por la población musulmana no solo eran detestables desde el punto de vista espiritual porque contradecían convicciones cristianas fundamentales, sino que también se adaptaban mal a las necesidades del nuevo culto. Los responsables políticos y religiosos se vieron en la necesidad de importar modelos conocidos desde el lugar de origen de los conquistadores. Las nuevas iglesias tienen un origen común con el último románico de Lleida y con las adaptaciones de la orden del Cister realizadas en el siglo XIII por dominicanos y franciscanos. En las constituciones de estas órdenes se recordaba repetidamente que las iglesias no podían ser cubiertas con bóvedas de piedra, o en todo caso se cubriría solo de esta manera el ábside. Esta normativa provoca la adopción de un sistema de cubiertas mucho más sencillo, fácil de construir, económico y funcional. Consistía en sostener una techumbre de madera de dos vertientes mediante una serie de arcos apuntados que se suceden al largo de la nave y que se han llamado diafragmáticos. Estos arcos nacen directamente de tierra o bien arrancan de una pequeña imposta. De esta manera se podían prescindir de los capiteles, que eran difíciles de tallar para un artesano no instruido. 3 Esta solución ya se había utilizado en los monasterios cistercienses para dependencias domésticas, como dormitorios y refectorios. Ahora se adaptaba a las necesidades del culto. Así se mantenía la continuidad de unos sistemas constructivos sencillos y baratos, adaptándolo a las nuevas necesidades. Cuando este sistema constructivo se introduce en Valencia, se mantiene a lo largo de todo el siglo XIV, pero no sólo por imposición religiosa sino por pragmáticas razones de economía y porque su simplicidad permitía la utilización de mano de obra no especializada. La eficacia utilitaria de esta tipología explica que, una vez asimilada, se mantenga a veces en la arquitectura religiosa rural hasta el siglo XVII. Incluso alguna cosa de la preocupación por la sobriedad y la sencillez introducidas en Valencia con las primeras construcciones religiosas, perdura todavía en la imagen de villas y pueblos hasta el siglo XX. El origen de este sistema de producción de espacios cubiertos es intemporal. Su aparición y persistencia en muy diversas arquitecturas vernáculas así lo indica. No obstante, el área de dispersión del sistema se ciñe, casi exclusivamente, a los países ribereños del Mediterráneo. Estos territorios tienen un bosque débil, pobre, de poca altura y en regresión. El sistema es particularmente adecuado para esta zona en la que la buena madera se ha reservado tradicionalmente para construir barcos. La arquitectura romana utilizó en ocasiones el sistema de arcos de diafragma. Existe de ello amplia constancia arqueológica. El sistema no desapareció de la cultura popular ya que se siguió utilizando en la construcción de viviendas en el Mediterráneo Oriental. Todavía hoy pueden encontrarse numerosos ejemplos fosilizados en Rodas y Creta. A finales del siglo XII el sistema reapareció en la arquitectura culta, utilizado con pleno sentido estructural, en los monasterios cistercienses del occidente mediterráneo. Al comienzo su empleo se limitó a la construcción de algunas dependencias de estos monasterios. El sistema de arcos de diafragma conocería, a lo largo de la Edad Media, una notable fortuna. El sistema se utilizó, indistintamente, para la construcción de edificios de uso industrial, civil o religioso. La construcción de iglesias con arcos de diafragma y techumbre leñosa está documentada desde mediados del siglo XIII2 En la ciudad de Valencia, no se conserva este tipo de iglesia, a causa de posteriores mejoras y ampliaciones. Pero podemos conocerlo por iglesias conservadas fuera de la ciudad como esta que nos ocupa, la iglesia de La Sangre de Llíria3. 2 3 ZARAGOZÁ CATALÁN, Arturo. Jaime I (1208-2008). Arquitectura año cero, 2008. Pág. 14-15 GRACIA, Carmen. Història de l’art valencià, Edicions Alfons el Magnànim, 1998. Pág. 30-33 4 Es un Monumento nacional. Edificio gótico primitivo construido entre 1236 y 1238; como hemos dicho, consta de una sola nave de forma rectangular de seis tramos de amplitud con arcos diafragmáticos y techumbre pintada. Entre los apoyos de estos arcos y su prolongación en contrafuertes existen capillas laterales. Coro sobre la entrada, a los pies de la nave; torre en el ángulo posterior izquierdo, de dos cuerpos. La portada del templo es de tradición románica; está construida por cuatro arquivoltas baquetonadas cuyo perfil es de medio punto. Los apoyos son tres pares de columnillas de fustes muy finos y capiteles de decoración más gótica que románica. El diseño de todos estos portales manifiesta una tardía difusión de cierta tradición románica a las tierras del nuevo reino. Coincidiendo con los primeros tiempos, segunda mitad del siglo XIII, se dan algunas muestras muy puntuales de una arquitectura de tradición románica catalana. La presencia de artesanos y obradores catalanes y la iniciativa constructiva de templos y hospitales en el nuevo reino, explican la llegada de esta tradición. Este tipo de tradición románica, que muere con estos ejemplos, dejará una brecha residual en muchas puertas de iglesias, hasta llegar a conformar un modelo típico, favorecido sin duda por la sencillez de construcción y por la escasa obra de piedra necesaria, en un momento en que la mano de obra especializada era limitada y era difícil encontrar buenos picapedreros. Y si relacionamos estilísticamente los primeros edificios, conformando aquello que la historiografía a menudo ha llamado modelo de reconquista, también lo hemos de hacer con las puertas. Nos encontramos, delante de un edificio que inicialmente fue proyectado y construido con solo una puerta de acceso. Situación por otro lado, bien normal en las iglesias de este modelo. Si aceptamos la teoría que la obra de las iglesias góticas comenzaba por la cabecera en adelante, por la necesidad y la urgencia de sacralizar rápidamente la construcción, parece estar justificada y explicada la ubicación de la puerta al lateral; esto permitía que mientras las obras avanzaban hacia el pie, el espacio ya construido se hiciera servir 5 para celebrar. Las puertas al lateral permitían también que, en combinación con la estructura de arcos de diafragma, en un futuro el edificio pudiera crecer con el marco de nuevas crujías. Si el portal gótico a los pies del templo ha sido uno de los rasgos más característicos de la iglesia de Llíria, sin duda, el entramado de madera y sobretodo la policromía que presenta ha sido uno de los elementos definitorios y ha servido para que muchas veces la iglesia tenga mención en la bibliografía como uno de los ejemplos típicos de la arquitectura de arcos de diafragma4. Sin duda, uno de los capítulos más desconocidos e interesantes de la arquitectura medieval valenciana, que comienza con la conquista cristiana, es el de los techos de madera pintados. Aunque la noticia de la existencia de estas piezas es antigua, sólo muy recientemente ha podido conocerse su auténtico valor. Se han realizado una serie ininterrumpida de restauraciones, realizadas casi siempre por la Generalitat Valenciana, entre las que citamos esta que nos ocupa. El hecho de que a la construcción de estos templos se incorporan alarifes musulmanes lo manifiesta patentamente el intradós de su cubierta, tan afín de otro lado, desde el punto de vista iconográfico, a la cerámica bicolor de Paterna. Así, podemos ver el esquematismo figurativo con que aparecen trazadas imágenes aisladas o formando grupos, de acuerdo, a veces, con modelos extraídos del mundo de la fábula oriental; con un mismo gusto por un cromatismo sensual y rotundo, similar al empleado en tejidos árabes y sasánidas, que subraya el evidente substrato islamizante de esa decoración, una prueba más de la tolerancia que presidió durante las décadas siguientes a la Reconquista de las tierras valencianas la natural convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos, a quienes corresponden señaladas aportaciones en el campo de la orfebrería y del esmalte, del mismo modo que a artesanos musulmanes cabe atribuir una especialización en trabajos de carpintería, yesería y cerámica. 4 LLIBRER ESCRIG, Josep Antoni. El finestral gòtic. L’ església i el poble de Llíria als segles medievals. Ajuntament de Llíria, 2003. Pág. 341 6 La techumbre de la iglesia de la Sangre de Llíria es, en cualquier caso, uno de los conjuntos iconográficos y decorativos más importantes de la Baja Edad Media, por ofrecerse en él toda una compleja y a veces no poco enigmática cosmovisión del mundo medieval coetáneo5. Con la reconquista de nuestras tierras por Jaime I de Aragón, aparece unido a la arquitectura gótica este movimiento artístico llamado “mudéjar”, que le acompañará para dejar huellas de su paso en la mitad norte del recién creado Reino de Valencia y un foco al sur, en Játiva. En carpintería el fermento mudéjar es notabilísimo, apreciándose restos de policromía historiada y decorativa en los maderos de la armadura y en clara conexión con muchos techos de otras regiones. Desde el afincamiento en la villa de Llíria de los primeros cristianos viejos tras el “Repartiment” del rey D. Jaime, 1248-1249, hasta la donación a la cartuja de Porta Coeli en la figura de Fr. Bernardo HOM DE DEU, su prior, y frailes de la misma orden, de la Vicaría perpetua de Llíria en 6 de marzo de 1273, transcurrieron veinticuatro o veinticinco años; durante dicho período debió construirse nuestra iglesia de Santa María, pues así se denominan todas las iglesias recién construidas. La cubierta de madera está sobre cinco arcos transversales, distantes 4’42m. La construcción corresponde al típico intradós angular o, como gráficamente se expresa en nuestra lengua, de “pastera”. Se ha intentado estudiar y concretar la fecha de la elaboración y decoración del artesonado y se ha llegado a la conclusión de que la labor decorativa o trabajo de policromía debió realizarse antes de la construcción de las capillas. Sobre la construcción de las mismas, ya que no fueron construidas al mismo tiempo, las noticias más antiguas se remontan al año 1234 en que se funda el Beneficio de Corpus Christi, que es el primero que detentó capilla. 5 CIVERA MARQUINO, Amadeo. Techumbre gótico-mudéjar en la Iglesia de Santa María o de la Sangre en Llíria. Ayuntamiento de Llíria, 1989. Pág. 9-10 7 Una de las causas que más han contribuido al deterioro de tan vistoso artesonado han sido las continuas desmejoras del tejado, tramos que habían comenzado a ceder, rompiéndose algunas vigas, dislocándose las tejas y filtrándose el agua, con la consiguiente destrucción de la policromía. Repetidas veces la cofradía de la Sangre y la devoción y cariño de particulares atendieron al reparo de los desperfectos. Se trata de una estructura resistente, construcción mixta de fábrica y madera. La cubierta de armadura de madera a dos vertientes o a dos aguas, pues se trata de una techumbre angular, no es otra cosa sino el doblamiento de un techo plano, que tuvo un uso muy frecuente en la arquitectura gótica, formando tres planos o paños, estructura trapezoidal. La madera se adoptó al gótico por sus numerosas cualidades: economía, rapidez de ejecución, ligereza, sometimiento a las leyes constructivas de fuerzas y resistencias, concebidas con una finalidad artística, obtención de una mejor acústica y aislamiento térmico…, en la que fue preciso adornarla con tallas y dibujos que dulcificasen en parte su sequedad. Apoyada sobre cinco arcos diafragmas se origina el apuntamiento de la techumbre y que forman seis crujías. En toda la techumbre se observa gran meticulosidad en el trabajo y una precisión de ajuste realmente admirable. Está compuesta por grandes vigas, dispuestas en el sentido del eje del templo, bien trabajadas y empotradas en los arcos de piedra, sobre las cuales descansan numerosos listones transversales los largueros o parecillos, formando un encasetonado y unión de amplios tableros que sostienen las tejas. Como los arcos establecen la trabazón en los muros, no son necesarios los tirantes. Hemos de señalar que los envigados, además de elementos de cubrimientos constituyen un soporte ideal para ser decorados pictóricamente. Decorándose a pincel, esta decoración era encomendada muy frecuentemente a los autores de la carpintería, casi siempre mudéjares. La primera impresión es de armonía, aunque predominen ciertos elementos decorativos. Se da una mezcla entre los temas de los dominados, motivos claramente musulmanes, que nada podían decir de su religión: animales, composiciones lineales, ornamentaciones florales; en cambio, para los dominadores, motivos finamente estilizados alusivos a la vida cortesana: asuntos caballerescos y religiosos. Temas todos que sufrirían las alteraciones materiales interpretativas a causa de ser obras realizadas por gente del pueblo o poco erudita. La decoración limpiamente mudéjar está realizada sobre las mismas correas que soportan el tejado, completado por un entablamiento en fondo de artesa. La policromía de la techumbre de madera no se diferencia mucho de los techos considerados en la vecina región de Aragón y Cataluña. 8 La ornamentación es muy buena, los temas en ella desarrollados son vigas, jácenas, largueros y plafones se llenan de entrelazados geométricos, estrellas, flores, fauna estilizada, escudos y figuras. Figuras femeninas de cortesanas, sirenas o juglaresas, realizadas por artistas mudéjares habituados a formas y conceptos no cristianos o quizás por cristianos de poca erudición que ampliaron las labores de los miniaturistas. El policromado ostentaba una profusa variedad de dibujos o motivos de estilo mudéjar y gótico; brillantez en el color y muy variados, predominando los colores dorado “aureum-rojo”, rojo, azul, blanco, negro y amarillo; todos ellos brillantemente armonizados, pero dominando el bermellón. La vistosidad de esta cubierta se acentúa por el uso del dorado, motivos esculpidos e intercalación de escudos “firma” del cliente. Lo que indica que posiblemente se recurriese a un maestro pintor reconocido y no a un simple artesano local, para una mayor calidad artística. Con el siglo XIII se llega al dominio de Valencia por los cristianos, con su vida cortesana, sin freno en su desbordamiento licencioso, de publicidad tan escandalosa, que el comentario crítico y burlón llega hasta los artistas que trazan los originales, para ser plasmados en los frisos de la decoración de techumbres y artesonados y más tarde serían copiados en las piezas cerámicas. Son años en los que adquieren enorme difusión dos de los varios instintos del hombre, refrenados por los mandamientos religiosos: la usurpación de bienes y la lujuria. Virtudes y vicios, que fueron los asuntos preferidos en las representaciones de orden moral. Estos temas, más o menos transformados debido a errores de interpretación, entraron en Valencia y allí, en manos de los musulmanes, fueron plasmados dichos asuntos. De las representaciones simbólicas, el tipo preferido para la lujuria fue la sirena en el románico y la cortesana en el gótico, siendo la corona uno de sus atributos. La usurpación de bienes se admira, como glorificación de la ley del más fuerte, con la figura del jinete pertrechado de todas las armas; la lujuria regocija los sentidos, presentando las escenas sin tener en cuenta el carácter del edificio ya sea religioso o civil. Tanto el viguerío, entrecalles como el entablillado, tienen interesantes labores de talla y policromado; los escasos frisos permiten ver escenas de reinas coronadas, cortesanas con escenas atrevidas y sus castigos, jinetes sobre corceles engualdrapados, caballeros combatiendo, jinete armado con lanza, figuras de reyes, juglares, luchas heroicas con figuras legendarias; animales fantásticos: grifos, águilas, leones; combinaciones geométricas y hasta decoraciones florales derivadas de la estilización de la alafia. El pintor, donde hay más espacio para ello, se entrega a verdaderas composiciones, en las que juntamente con la tradición musulmana, absorbente en los motivos ornamentales, se combinan asuntos y estilos venidos de Italia o Francia. La temática podemos clasificarla en las siguientes series o temas: geométrica, fauna exótica, flora o motivos florales de claro orientalismo, heráldica cristiana (escudos 9 nobiliarios), y figuras humanas; tratando de plasmar sus formas de vida y costumbres, exponiendo o censurando dichos aspectos. Todos estos asuntos descansaban preferentemente en las plasmaciones pictóricas. 1. Geométrica. Los artistas musulmanes sobresalieron en el dominio de la geometría, “repetición del mismo tema”. Tendencia que decora las viguillas a base de cenefas de motivos vegetales en el techo central, entrelazado o lacería de trenza, o en las laterales con yuxtaposición de bandas dentadas (zig-zag) dispuestas verticalmente, jugando los colores rojo, blanco y negro. La sucesión de puntos espaciados crea otra cenefa llamada de “perlas”, utilizándose sobre todo para enmarcar escenas –característica del románico-, circunferencias negras sobre fondo blanco. Las perlas van acompañadas de líneas paralelas que limitan la cenefa. La combinación de motivos geométricos entrecruzados origina nuevas formas: la superposición de dos triángulos equiláteros forma una estrella de seis puntas, la de dos cuadrados la de ocho puntas. Elipses de distinto tamaño unidas en forma de ocho o corazones; rosetas… 2. Fauna exótica o fantástica. También aquí la variedad es grande y que encontramos descrita en los bestiarios medievales contemporáneos de la época, siendo el tipo más frecuente el monstruo alado, cuerpo de ave y cola de reptil (unión de águila y león), cabeza barbuda o no, orejas sinuosas dirigidas hacia atrás, ojos gruesos, en posición rampeante. Fauna mitológica: centauros, grifos y dragones. Fauna animal: jabalí, perro, pájaro, peces, aves… 3. Flora o motivos florales de claro orientalismo, ofreciendo mayor variedad: árboles y arbustos, hojas de acanto, palmetas, hojas lobuladas, flor de lis típica del románico… 4. Heráldica cristiana. Como motivo heráldico generalizado por todas las vigas y frisos de entrecalles, un escudo conteniendo la flor de lis o lirio. 5. Figuras humanas, temas antropomorfos. Se reducen a mujeres y hombres jóvenes, con predominio de las figuras femeninas, ellas como damas de cierta alcurnia o status social elevado, ellos como guerreros, juglares y, en una pequeña proporción, personajes religiosos. Este tipo de representaciones solamente se da en las techumbres más ricas, ya que exigen mayor habilidad por parte del artista. Algunos motivos religiosos con abundancia de profanos, incluso grotescos y obscenos, haciendo referencia a la moral de la época; puramente decorativos, respondiendo a un cambio de mentalidad por la aparición de una nueva clase social: la burguesía; tratando de plasmar sus formas de vida, costumbres, motivos caballerescos, mundo cortesano, juglares; exponiendo o censurando dichos aspectos, aceptándose todo ello debido al cambio de mentalidad de la propia Iglesia. Estudiándose además determinadas características del ropaje medieval, en simbolismos religiosos o en luchas entre guerreros, cacerías, pajes y trovadores, damas…; motivos finamente estilizados, siluetas alargadas y expresivas que recuerdan las diminutas y graciosas de los libros de horas, 10 sirviendo de complemento o adorno los motivos geométricos y florales así como otros adornos múltiples e incorrectos6. En el presbiterio de la iglesia, hay un fresco que recubre toda la pared del testero con flores como motivo principal, de gusto neoclásico, datado en el siglo XIX, e imágenes de Jesús y dos ángeles formando como tres puertas, una de las cuales accede a la sacristía. Hay un crucifijo y una imagen de piedra de la Divina Pastora, grande. La torre de las campanas, colocada al lado izquierdo de la fachada principal, corresponde al primitivo tipo de esta clase de fábricas en el reino de Valencia, esto es, planta cuadrada, sin adorno ni resalte alguno en sus muros y terminadas por arcos de medio punto para la colocación de las campanas, coronándola un adarbe, el “arquitrador” valenciano, de carácter defensivo; elemento muy en armonía con el servicio que prestaban estas torres, verdaderas atalayas para la vigilancia del campo y refugio de los moradores en el probable y frecuente caso de un imprevisto ataque de la hueste enemiga. Los materiales constructivos corresponden, como los caracteres arquitectónicos, a la falta de recursos disponibles por los primitivos pobladores de Liria y a una marcada sencillez en todos los elementos de la fábrica. Los muros de argamasa, formados por fuerte hormigón de arena y cal, conforme al sistema más en uso en la región valenciana, no obstante la abundancia de piedra en las cercanías de Liria. Los ángulos exteriores están reforzados por sillarejos, empleándose la piedra de talla en las pilastras y arcos de la nave, sin adorno alguno de molduras. 6 CIVERA MARQUINO, Amadeo. Techumbre gótico-mudéjar en la iglesia de Santa Maria o de la Sangre en Llíria. Ayuntamiento de Lliria 1989, pág. 29-32 11 De las doce capillas de que consta la iglesia, la mejor conservada es la primera de la derecha. Subsiste el antiguo retablo, pintado hacia el año 1390 por un artista valenciano, y debió ser costeado por la familia que tenía el patronato de la capilla, como lo justifican dos urnas cinerarias colocadas en los tercios a ambos muros laterales. El mal estado de los escudos heráldicos que se ven en estas urnas y en la clave del arco, no permiten señalar la familia a que pertenecieron, pero, sin duda, fue de las más principales de la villa. Las características generales descritas nos ofrecen una buena visión de aquella iglesia inicial. Sin embargo, el edificio acabó desarrollando una mínima evolución tipológica que dio lugar a la construcción que hoy podemos observar. Tal proceso diacrónico podemos afirmar que concluyó hacia finales del siglo XVIII, cuando en 1783 se lleva a cabo la construcción del tercer cuerpo de la torre campanario, una interesante y voluminosa espadaña neoclásica desparecida tras la última restauración a causa de los numerosos problemas de sustentación que causaba. No obstante, si el templo se construye en las décadas de 1270-1280, sus cambios estructurales y de mayor trascendencia se producen durante la segunda mitad del siglo XIV y el siglo XV. En buena parte podríamos decir que los cambios son un magnífico testimonio de la evolución de la comunidad de Llíria (mediante la consolidación de un grupo de familias que formarán su oligarquía, y que patrocinarán las nuevas obras en la parroquia, en un intento de legitimar y perpetuar sus linajes), y a su ves de la trayectoria por la que discurre la arquitectura valenciana durante este mismo período. A partir del siglo XVI, cuando se concluyan las dos capillas del lado del Evangelio, los cambios que experimente el edificio ya no serán de carácter estructural, su objetivo estará en relación a factores de tipo litúrgicoornamental (instalación de nuevos retablos en el presbiterio, revestimientos cerámicos en el zócalo, nuevas pinturas murales en el espacio de las capillas) y, exceptuando la instalación del tercer cuerpo del campanario, en nada alterarán la base constructiva medieval. Si bien el proyecto de ampliación del ámbito perimetral de la iglesia a través de las capillas supone la más importante transformación en su estructura, hay otros cambios que también contribuyen a adecuar el edificio ante nuevas necesidades que se plantean durante los siglos XIV y XV. La construcción de dos coros, uno junto al presbiterio (cuya parte inferior se dedicó a sacristía) y otro a los pies del edificio, son sin duda exponentes de la importancia que el desarrollo musical estaba adquiriendo en la villa mediante la fundación de diversos grupos instrumentales. Los cambios en el edificio llevados a cabo durante los siglos XIV-XV se completan con la construcción de una amplia casa abadía en su lado oeste. La consolidación de un grupo de linajes que conformarán una activa e influyente oligarquía local, cuyas formas de dominio y prestigio social pasan por la parroquia de Llíria. Estas familias serán las que inviertan parte de su riqueza 12 en beneficios eclesiásticos, limosnas, fundaciones, en la construcción de las capillas y de las otras infraestructuras parroquiales. Con posterioridad, las actuaciones que los vecinos de Llíria lleven a cabo sobre la iglesia no afectarán a su obra ni a su estructura bajomedieval, se limitarán a recubrir elementos o estructuras ya consolidadas con la finalidad decorativa para la adaptación de los espacios a la nueva sensibilidad de época moderna. Es en 1793 cuando la iglesia de Santa María de Llíria se convierte en la iglesia de La Sang, sede de la Cofradía fundada casi dos siglos antes. La Cofradía será desde entonces la encargada de cuidar y mantener un edificio que ya en aquel momento, finales de los siglos XVII y principios del XVIII, presentaba importantes problemas estructurales en su cubierta, deteriorada por diferentes agentes exógenos. Por la documentación conservada de la Cofradía sabemos que ésta financia numerosas reparaciones parciales a lo largo de todo el siglo XVIII y XIX, que llegan a permitir el mantenimiento de esta magnífica techumbre hasta su restauración a finales de la década de 1990. El 29 de septiembre de 1919 la iglesia de la Sangre fue declarada Monumento Nacional mediante Real Orden y publicada en la Gaceta de Madrid el día 5 de octubre de ese mismo año, siendo el primer edificio religioso de la Comunidad Valenciana en recibir tal distinción. Para tal declaración se tuvieron en cuenta sendos informes emitidos por la Real Academia de la Historia y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en los cuales, y aunque sucintamente, se menciona a la Cofradía de la Sangre. Actualmente la normativa referente a monumentos históricos y artísticos se halla recogida en la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español y, más recientemente, en la Ley 4/1998, de la Generalitat Valenciana, del Patrimonio Cultural Valenciano. Es por ello que la iglesia de la Sangre tiene la consideración de Bien de interés Cultural dentro de la categoría de Monumento. Como arte, el monumento es un ejemplar extraordinariamente típico de la arquitectura gótica, con arcaísmos romanos, característica de la región valenciana. Resulta de todo lo expuesto que la iglesia de la Sangre en LLÍria es un “documento” de la formación de la sociedad valenciana en los años sucesivos a la Reconquista de D. Jaime I. Como comentaba el académico Vicente Lampérez en su informe para la declaración del edificio como “Monumento Nacional”, la iglesia de La Sang es un “documento de la formación de la sociedad valenciana (…), la arquitectura del monumento constituye una página interesantísima de la Historia del Arte 13 en la región valenciana, y en sus formas típicas a raíz de la conquista, del que ya no quedan muchos ejemplares”. 14