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EL ARTE ISLÁMICO
Síntesis del arte hispano-musulmán
1. El templo: la mezquita de Córdoba
2. El palacio: la Alhambra
Esquema:
- Introducción
- Caracteres generales del arte musulmán
- la síntesis del artemusulmán
- la armonía con el paisaje
- extensión en lo horizontal
- materiales constructivos
- elementos de soporte
- elementos sostenidos
- la decoración: los arabescos
- Tipología de edificios: la mezquita
- Función
- Partes
- Concepción espacial general del arte musulmán
- Períodos generales del arte musulmán
- Omeyas
- Abbasidas
- Turcos
- El arte hispano-musulmán
- Etapas
- Período cordobés (siglos VIII-X)
- Reinos Taifas (siglo XI)
- Almorávides y Almohades (XII y XIII)
- Período nazarí de Granada (XIII-XV).
- La Mezquita de Córdoba
- La Alhambra de Granada
Del tema lo más importante es la introducción, los caracteres generales, las etapas del arte
hispano-musulmán y, sobre todo, los monográficos sobre la Mezquita de Córdoba y la
Alhambra de Granada
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INTRODUCCIÓN
Condicionantes religiosos
El hecho de que una obra artística islámica sea considerada como tal por parte de un occidental,
confirma la existencia de ciertas características unitarias. Sin lugar a dudas, el sello que
confiere tal unidad es el factor religioso, pues a través de el Corán (instrumento de la
revelación) emanan casi todas las reglas que rigen y unifican la vida religiosa, moral, cívica,…
y también las manifestaciones artísticas (arquitectónicas, plásticas, decorativas…). Los
condicionantes religiosos cobran mayor importancia si tenemos en cuenta el carácter
teocrático de las sociedades islamizadas.
El Islam, religión predicada por Mahoma en Arabia durante el siglo VII, adquirió rápida
difusión a partir de la Hégira (622) y en menos de un siglo se extendió por Occidente hasta
Europa (Imperio Bizantino, Sicilia y España) y por Oriente hasta la India como consecuencia
de muchas causas, entre ellas, la debilidad de los imperios conquistados.
Se ha dicho que el Islam es la mayor potencia unificadora que haya existido nunca y que
aporta no sólo un credo religioso, sino una manera de vivir, una interpretación del universo y
del hombre. Además, en el mundo islámico se produce la fusión del poder religioso y
político teniendo como ley suprema el Corán, y como máxima jerarquía al Califa, sucesor de
Mahoma.
Desde el punto de vista socioeconómico el contraste con la Europa feudal es extraordinario.
Una economía urbana, con una agricultura intensiva que abastece a las ciudades y un activo
comercio a larga distancia, crea una sociedad de pobres y ricos, pero cuyas relaciones nada
tienen que ver con los vínculos creados por el vasallaje feudal del mundo europeo.
La conquista musulmana de territorios tan dispares como Persia o España, influirá en su
cultura y sus creaciones artísticas. Estas presentan aspectos homogéneos pero con variantes
propias de cada uno de los pueblos dominados. Los musulmanes no destruyeron las culturas
anteriores a su conquista, las aceptaron adaptándolas a sus reglas de vida y, con un gran
sentido de la abstracción y la estilización, el genio musulmán consiguió amalgamar
motivos que no se había preocupado de inventar y en sus obras artísticas plasmó
combinaciones nuevas de fórmulas antiguas. El origen nómada de muchos de los pueblos que
integran este Imperio, la relativa prohibición de las imágenes en el Corán y una fuerte base
artesanal, determinan ciertos rasgos estéticos del arte islámico y el predominio de la
arquitectura y de las artes decorativas e industriales (orfebrería, marfiles, cerámica,
repujados, tapices, etc...) siguiendo las normas impuestas por el Corán.
En la evolución del arte islámico medieval se puede distinguir dos fases: la primera (hasta
mediados del siglo XI) presenta tres zonas artísticas de interés, la siria con los Omeyas, la
iraquí con los Abbasidas y Al -Andalus con la dinastía independiente de los Omeyas, cuya
influencia sobre el mundo cristiano será importante. La segunda fase (resto de la Edad
Media) está presidida por la presencia de los turcos en Oriente y la fuerza de los pueblos
bereberes del Atlas en Occidente y supone la decadencia de la cultura islámica, al tiempo que
la cultura cristiana europea va imponiéndose y alcanza la supremacía.
Las grandes creaciones artísticas islámicas son arquitectónicas, destacando mezquitas y
palacios, puesto que dado el carácter un tanto iconoclasta de la nueva fe, la representación de
seres animados se desarrolla poco, y con ello la escultura y la pintura correspondientes.
Si es destacable, sin embargo, el papel de la decoración en las obras de arte musulmanas.
Precisamente, es este aspecto el que mejor actúa como elemento de unión del arte islámico.
El repertorio de elementos decorativos utilizados por los musulmanes se basa en el
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vocabulario ornamental de civilizaciones precedentes. Una de las que más influye es la
bizantina; también se reconoce el influjo mesopotámico y persa.
A esta falta de originalidad, los artistas musulmanes contraponen una nueva manera de
trabajar la ornamentación. La emplean como revestimiento bajo el cual se oculta la auténtica
estructura. Consiguen además efectos ilusorios tridimensionales por el uso generalizado de
materiales reflectantes, por la repetición de los motivos, y por los contrastes de texturas.
En arquitectura la decoración contribuye a transformar el espacio. Sirve para anular las
diferencias entre los elementos que cumplen funciones estructurales y los que sólo poseen un
valor decorativo.
CARACTERES GENERALES DEL ARTE HISPANOMUSULMÁN
Al principio, su única cultura son las nuevas creencias religiosas. Su arte se verifica a medida
que se hace la conquista: apoderándose de los elementos culturales de otros pueblos. Eso
explica la falta de homogeneidad del arte musulmán y la gran diversidad de modalidades
arquitectónicas: cuando tenían que hacer un edificio, acudían a arquitectos del país
conquistado.
Su unidad está en que se asienta en una zona de caracteres geográficos, bastante uniforme, y
porque la religión impone unas directrices determinadas
El material constructivo preferido por la arquitectura hispana es el ladrillo, que recubierto
con una capa de yeso o estuco se presta a mostrar bellos efectos decorativos; no obstante,
también se utilizará la piedra, sobre todo para las columnas. También encontramos otros
materiales como el mampuesto.
Como soportes emplea el pilar de ladrillo y la columna. Estas utilizaron, en un principio, los
fustes y capiteles corintios y compuestos tardorromanos y visigodos; después los copiaron
simplificándolos (mezquita de Córdoba) y al final crearon una forma de columna propia
(Alhambra de Granada). El arco preferido es el semicircular de herradura, de origen
visigodo pero mas peraltado, al que después se unieron el de herradura apuntado (arco
tumido), lobulado, mixtilíneo y los arcos entrecruzados.
Las cubiertas pueden ser adinteladas, con numerosos artesonados de madera decorados
geométricamente (lacería), y abovedadas. Las bóvedas más representativas son las nervadas
con espacio central cuadrado o poligonal, las gallonadas y las cúpulas.
La decoración.
En esta tipología artística es esencial la riqueza decorativa. No se usan temas humanos ni
animales.
Son series continuas, ininterrumpidas: sentido de lo infinito, propio de los pueblos
orientales. (Horror Vacui).
La decoración es antinaturalista, derivada en gran parte de la bizantina y utilizando técnica
análoga (fuertes efectos de claroscuro por el uso del trépano). Su temática es geométrica
(lacería), vegetal (atauriques), epigráfica (letras cúficas) y de mocárabes. Al exterior la
decoración, si aparece, se limita a las portadas, normalmente enmarcada en alfiz, por lo que
los edificios islámicos suelen inscribirse en volúmenes cúbicos o ligeramente alargados, con
aspecto de fortaleza, de los que sólo sobresalen las medias esferas de sus cúpulas, si las hay.
Los elementos decorativos básicos son: la caligrafía, la geometría, los motivos florales, los
mocárabes y los figurativos.
La caligrafía
Se basa en la forma de las letras de su alfabeto. Debido a su relación con la palabra divina,
que debe registrarse en el Corán, fue durante centurias el motivo más importante. Existen dos
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tipos de escritura dentro del mundo musulmán: el cúfico, de carácter sobrio, monumental y
anguloso; y el nasjí, de sentido cursivo. El primero fue el único empleado hasta el siglo XII,
si bien se fue adornando progresivamente (cúfico florido, desarrollado en Quairawan). En el
arte hispanomusulmán la escritura cúfica se caracteriza por trazos verticales de menor altura,
con bucles redondos y excrecencias floridas, que también aparecen en los finales de palabra.
El nasjí se utiliza poco en arquitectura y siempre en época tardía. El carácter espontáneo de
esta modalidad de escritura la hace especialmente adecuada para los libros.
Un aspecto de la caligrafía árabe que debe tenerse en cuenta es su valor dual. Por un lado, se
constituye en tema ornamental de primer orden. Por otro, se convierte en excepcional
sustituto de las representaciones figuradas. Los caracteres epigráficos aportan muchos
detalles sobre los edificios. Pero, además, en la Alhambra de Granada aparece una auténtica
antología poética grabada en mármol, estuco y madera, que no tiene parangón en el mundo
islámico.
La geometría
Gracias a los musulmanes este tipo de decoración alcanzó un desarrollo y una sofisticación
inusitados.
Con base en el círculo, dividido mediante polígonos regulares, y tomando como radio una
unidad lineal, se originaban figuras de extraordinaria variedad, gracias a la aplicación de los
principios de repetición simétrica, multiplicación y división. Los motivos estrellados son los
más usados. En ellos se llegan a crear efectos de tridimensionalidad.
Los principios geométricos se aplican también a la ornamentación vegetal (polígonos
estrellados y geometrización de las formas vegetales). En mosaicos, azulejos y en la madera
son el tipo de motivo más utilizado.
Los motivos florales (ataurique)
El origen de esta modalidad decorativa se encuentra en los roleos (voluta de capitel) clásicos.
A partir de ellos el Islam realiza un proceso de estilización hasta lograr una perfecta
desnaturalización de las formas primigenias. El ataurique consiste en un tallo vegetal
continuo que se divide regularmente para dar origen a los tallos secundarios que pueden, a su
vez, escindirse o reintegrarse al tallo central. Se obtiene con ello un rítmico movimiento
ondular, carente de tensiones y capaz de originar efectos de tridimensionalidad cuando se
juega con la anchura, el color y la textura de los diferentes tallos.
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Los motivos figurativos.
El Corán no prohíbe las representaciones figurativas. Sin embargo, es significativa la
ausencia de figuras humanas y de animales en las mezquitas desde los primeros tiempos del
Islam. Este hecho se relaciona con la destrucción de los ídolos que habían habido en la Kaaba
y con el deseo de los artistas musulmanes de repetir en sus mezquitas el arquetipo por
excelencia, la casa del profeta en Medina, en la que no existía imagen de ningún tipo. Por
supuesto las raíces profundas de este aniconismo se hunden en el carácter oriental de la
nueva religión.
Por el contrario, en las obras de carácter civil, tanto en la arquitectura como en los objetos, se
encuentran notables ejemplos de figurativismo; sobre todo en la ilustración de manuscritos.
Los mocárabes
Consisten en alvéolos esféricos o prismáticos, originados por la subdivisión y la
multiplicación de las trompas, que permiten pasar de la planta cuadrada a la cubierta circular.
Mediante la repetición y superposición del motivo en diferentes niveles, se ocupa totalmente
la trompa, legándose incluso a rebasar sus límites para recubrir toda la superficie de la
bóveda. En el Occidente musulmán los mocárabes se tallaron fundamentalmente en yeso. En
España los mocárabes se emplearon en las cornisas, aleros de los tejados, en la rosca de los
arcos, decorando los capiteles y para recubrir las bóvedas ( Alhambra).
Desprovistos de cualquier sentido tectónico, convertidos en un elemento ornamental más, los
mocárabes se emplearon en los artesonados y los alfarjes de madera, formando piñas.
También se utilizaron para decorar muebles.
Estas formas decorativas, de origen iraní y norteafricano se extendieron por todas las tierras
musulmanas a partir del siglo XI, gracias a sus atributos:
a) Eran tridimensionales y por tanto proporcionaban volumen dondequiera que se usaran.
b)Podían usarse como forma arquitectónica, por su relación con las bóvedas, y como
ornamento aplicado, ya que cabía controlar su profundidad.
c) No tienen límites, ya que no son volúmenes cerrados.
d) Su volumen podía ser sólido o hueco, una masa colgante de formas complejas o una
simple silueta.
La luz.
Como función decorativa sirve para modificar los elementos decorativos y para originar
nuevas formas ornamentales. La incidencia de la luz en los estucos (pasta de cal apagada y
mármol pulverizado) y mosaicos, así como el empleo de celosías de madera, yeso o mármol
originan un dinamismo sorprendente y sombras proyectadas sobre las superficies.
El agua
Con su valor ritual, su función refrescante y su sentido simbólico, el agua es el complemento
esencial de la arquitectura islámica. La presencia de estanques, canales y fuentes, sirve para
enfatizar los ejes de la composición arquitectónica, para relacionar ámbitos aparentemente
inconexos, o para transformar la configuración espacial de diferentes dependencias. Pero
además el agua funciona como un espejo capaz de reflejar y multiplicar los esquemas
arquitectónicos y su decoración. Unida a la luz, el agua incrementa el carácter dinámico de la
decoración y origina composiciones ilusorias, vibrantes, contradictorias y siempre nuevas. El
mejor ejemplo de utilización del agua en la arquitectura musulmana lo tenemos en la
Alhambra.
Las artes menores (cerámica, tejido, vidrio, armas, joyas, repujados de cuero, etc...).
Alcanzaron gran desarrollo y es en ellas donde podemos encontrar los ejemplos más
abundantes de concesiones a la representación figurada, humana y animal.
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PERIODOS DEL ARTE MUSULMÁN
Dentro del arte hispanomusulmán podemos distinguir cuatro etapas:
La primera o período califal (siglos VIII-X) corresponde a la época de la conquista,
afianzamiento y predominio de los musulmanes en la península. Artísticamente destaca la
influencia que recibe de las construcciones precedentes, visigodas (arco de herradura), y
tardorromanas (columnas), aunque al asimilarlas se creó un estilo arquitectónico con
fisonomía propia.
El edificio fundamental del período es la mezquita de Córdoba, verdadero laboratorio donde
encontramos todas las características de esta primera etapa. Otras construcciones son la
mezquita de Big-al Mardum (Cristo de la luz) en Toledo, de planta cuadrada y con bóvedas
de nervios. La gran obra civil del momento es el Palacio de Medina Azahara, construido
junto a Córdoba por Abderramán III (siglo X).
La segunda etapa corresponde a los reinos taifa (siglo XI), que aparecen tras la decadencia
y desmembramiento del califato de Córdoba. Artísticamente destaca la acentuación y
recargamiento de la decoración (barroquismo) y las mayores novedades son el alargamiento y
profusión decorativa de los capiteles, junto con el empleo preferente de arcos lobulados, la
aparición del arco mixtilíneo y el gusto por el entrecruzamiento de arcos. Como principales
edificios destacan el palacio de la Aljafería, en Zaragoza; las murallas de Toledo, en parte, y
la Alcazaba de Málaga.
La tercera etapa coincide con la llegada de los pueblos bereberes del Norte de Africa,
almorávides y almohades, en auxilio de las taifas hispanomusulmanas. Artísticamente los
almorávides tienen escasa importancia y máxima los almohades, quienes con respecto a la
etapa anterior, suponen una pausa en el barroquismo decorativo y sus principales
innovaciones para la península son: preferencia por el pilar de ladrillo sobre la columna,
empleo sistemático de arcos de herradura apuntados y lobulados, bóvedas nervadas que
adelgazan y multiplican sus nervios, aparición de la bóveda de mocárabes, decoraciones de
redes de rombos, fruto del entrecruzamiento y superposición de arcos lobulados. Las
principales construcciones de esta etapa (siglos XII-XIII) se encuentran en Sevilla: la gran
mezquita aljama de la que sólo quedan el patio y el almínar (Giralda); el patio del Yeso en
el alcázar mudéjar sevillano; La Torre del Oro, poligonal y que formaba parte del recinto
amurallado de la ciudad, defendiendo el puente sobre el río.
La cuarta etapa, llamada Período nazarí o granadino (siglos XIV-XV) se da en el último
reducto musulmán de la Península, la taifa de Granada, que estaba gobernada por los reyes
nazaríes y ocupaba las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería.
Artísticamente se caracteriza por la profusión decorativa, que enmascara la pobreza de los
materiales constructivos (ladrillo) y por la fusión de las formas almohades con las derivadas
del arte taifa y cierta influencia del arte cristiano. Como soporte vuelve a preferirse la
columna y se crea un tipo propio: con basa en forma de moldura cóncava muy abierta, fuste
cilíndrico y liso rematado en varios collarinos y capitel con dos partes, una cilíndrica o
poligonal decorada con lacería y encima un cuerpo cúbico decorado normalmente con
atauriques y a veces con mocárabes.
El arco preferido es el de medio punto peraltado y angrelado (intradós festoneado con
numerosos y pequeños lóbulos) o con mocárabes, dispuestos como si fuera una cortina
recogida (cortina almohade). Desaparecen casi por completo el arco de herradura, el lobulado
y mixtilíneo.
Las cubiertas pueden ser de madera y abovedadas, destacando aparte de los tipos ya vistos,
la bóveda de mocárabes.
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En la decoración aparecen, en su máxima complicación, todos los temas ya mencionados
hasta ahora (atauriques, lacería, epigráficos, y adquiere especial desarrollo el alicatado,
azulejos)
Los edificios característicos son junto a su obra cumbre, la Alhambra de Granada, otros
edificios granadinos: cuarto real de Santo Domingo, Corral del Carbón, el Alcázar Genil, y de
la zona, castillos y mezquita de Ronda.
El templo: la mezquita de Córdoba
Uno de los preceptos que impone la religión islámica a sus conversos es la oración. Esta
oración puede hacerse en cualquier lugar donde se encuentre el musulmán a las horas
preestablecidas: amanecer, mediodía y anochecer. Esto hubiera hecho innecesario la
construcción de un templo si no fuera porque junto con estas plegarias personales, el Corán
manda que una vez por semana -mediodía del viernes- todos los miembros de la comunidad
religiosa se reúnan para rezar colectivamente después de una predicación -comentario del
Corán- llevada a cabo por un representante destacado de la misma comunidad (clero o
príncipe).
Es este precepto de orar en común de donde surge la necesidad de un edificio lo
suficientemente amplio como para acoger a toda la comunidad. Este templo es la mezquita de
los Viernes. Sus dimensiones dependen del número de fieles, por lo que con frecuencia
conocen sucesivas ampliaciones que señalan los progresivos aumentos de estos. Por lo
general, el número de estas grandes mezquitas es una por cada comunidad de fieles; sólo
cuando el número de estos es tan numeroso que ningún edificio pueda darles cabida será
cuando aparezcan más de una mezquita por comunidad.
Pero además de un gran recinto (haram), escenario de la oración en común, las necesidades
litúrgicas imponían también la presencia de otra serie de elementos como:
 Un gran patio (sahn), con una fuente ((sabil) que permitiera a los fieles purificarse,
mediante abluciones,antes de orar. En el patio suele situarse también una torre
destinada a llamar a los fieles a la oración (alminar).
 Un muro del edificio dirigido hacia la Meca (muro de la quibla), con una pequeña
capilla, a manera de ábside, para guardar el Corán ( mihrab).
 Un lugar elevado por encima del nivel general, púlpito o mimbar, desde donde se
dirigiera la oración. Se sitúa junto a la macsura.
 Un sector especial y bien diferenciado del resto del edificio reservado al príncipe
(macsura). Suele ir precedido de arquerías y se coloca delante del mihrab.
Por todo lo anterior se justifica que la mezquita es una transformación de la basílica
paleocristiana, de la que se adoptaron el atrio, la torre, el ábside y la división del espacio en
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naves. Pero sobre este esquema básico,se produjeron cambios importantes, al convertirse el
eje longitudinal de la basílica en una serie indeterminada de ejes transversales y paralelos,
que podían aumentar al ampliarse la mezquita. Frente al sentido unidireccional de la basílica
hacia el altar, en la mezquita se trazaron una serie de ejes contrapuestos que equilibraron el
espacio interior, hasta producir la sensación de reposo que es una de las características de las
formas islámicas. Lo singular de esta creación espacial es que está supeditada al espectador,
por lo que sólo se aprecia cuando éste se mueve y entonces van desarrollándose las
disposiciones arquitectónicas.
LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
Está edificada en el lugar que ocupó la basílica cristiana visigoda de San Vicente, y
anteriormente, había un gran templo romano.
Esta mezquita cordobesa, la más grande del mundo islámico, durante varios siglos, es de
excepcional importancia artística, porque en ella se forjan nuevos estilos y porque en ella
aparecen elementos estilísticos cuya influencia perdurará varios siglos y transcenderá a países
del Norte de Africa y de Europa.
Su génesis y estructura general obedecen al encuentro de la tradición artística oriental y
occidental, reflejando el influjo basilical cristiano y el de los templos de otras religiones
orientales (templos hipóstilos egipcios con gran profusión de columnas), heredando algunos
elementos clásicos grecorromanos (columnas), visigodos (arco de herradura), bizantinos
(mosaicos) y sirio- mesopotámicos (ladrillos), llegando a la fusión de todo ello en un nuevo
estilo artístico denominado arte califal cordobés o Arte del Occidente Islámico.
La actual mezquita mide 128 metros de ancho por 179 de largo, ocupando una superficie de
más de 20.000 metros cuadrados, y conoció varias fases constructivas:
El primer plan, construido en época de Abderramán I (siglo VIII), constaba de una sala de
oración de 12 naves transversales y 11 longitudinales (la central ligeramente más ancha), y un
patio con la fuente de abluciones y el alminar.
La primera ampliación, por necesidades de culto, se produjo en la primera mitad del siglo
IX cuando Abderramán II derribó la quibla y añadió ocho naves transversales.
La segunda ampliación, realizada a mediados del siglo X por Abderramán III consistió en
ampliar el patio y construir un nuevo minarete, de igual forma pero de mayores dimensiones
que el primero. Este minarete tiene dos escaleras interiores, lo que obliga a la duplicación de
ventanas, elemento que influirá en el románico español. En la actualidad este elemento se
incluye dentro de la torre-campanario renacentista.
La tercera ampliación se realizó en la segunda mitad del siglo X (Alhaquem II). Se derribó
de nuevo la quibla y se añadieron 12 naves transversales más y el actual mihrab. Las
construcciones de esta etapa son muy interesantes, sobre todo las referidas a la zona de la
macsura y del mihrab, tanto por el empleo de arcos nuevos, muy decorativos, como el tipo de
techumbre y de decoración. En efecto, las arquerías se hicieron con intercalaciones nuevas,
como capillas lucernario, una al comienzo de la nave central y tres en el tramo de la macsura.
En los techos se introdujeron cúpulas que servían para iluminar la sala de oración, muy
alargada tras las sucesivas ampliaciones. Para no romper la transparencia del bosque de
columnas hubo que recurrir a poner dos columnas en el fondo y establecer sobre ellas un
curioso sistema de arcos entrecruzados que aseguran la estabilidad. Por primera vez aparece
el arco lobulado, entrecruzándose unos con otros para formar efectos de mágicas celosías.
Lo interesante de las cúpulas es su originalidad constructiva, por hallarse montadas sobre
arcos que se entrecruzan formando polígonos estrellados.Algunos no se cruzan en el centro.
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También se introduce un material nuevo: el yeso, y se multiplica la decoración de la puerta
oeste.
La cuarta y última ampliación se llevó a cabo a finales del siglo X, (Almanzor). Ante la
imposibilidad de seguir aumentando la mezquita hacia el Sur, como había ocurrido en otras
ocasiones, a causa del río Guadalquivir, el edificio fue ampliado lateralmente hacia el Este
con ocho naves. En esta ampliación cada nuevo tramo se adaptó a las características de cada
una de las partes más antiguas, aunque todavía hay alguna novedad en los arcos (arco de
herradura apuntado). También amplió Almanzor el patio.
Los materiales constructivos utilizados son el ladrillo y el mampuesto para muros, pilares,
dovelas y bóvedas; y la piedra (mármol, granito y calizas) para las columnas y dovelas.
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Los soportes empleados son columnas, para los arcos inferiores y los superiores de las
últimas fases constructivas; pilares, para los arcos superiores. Las columnas suelen ser muy
variadas. En un principio se aprovecharon las tardorromanas y visigodas ya existentes; por
ello, puede observarse las diferencias que existen entre ellas: en cuanto a la basa (algunas
carecen de ella), en los fustes (son de mármol, pero unos decorados y otros lisos), y en los
capiteles (unos son corintios y otros visigodos, más estilizados). Todo esto hace que la altura
de las columnas no coincida. Para igualarlas se ha colocado encima de ellas un cimacio más o
menos desarrollado del que parten los arcos de herradura. En la segunda fase constructiva
aparecen capiteles copiados de los anteriores y decorados de forma antinaturalista y por
ultimo, en la cuarta y quinta fase, los capiteles son del tipo califal (marca las formas del
capitel corintio y compuesto, pero no las decora, quedando por tanto lisos).
Los arcos utilizados presentan una alternancia cromática, blanco-rojo, de las dovelas
debido al material utilizado para su construcción (ladrillo y arenisca blanca). Lo más
interesante es destacar la forma de construcción del sistema de arcadas. Sobre el cimacio
igualador de las columnas parten unos arcos de herradura de origen visigodo. Este primer
orden de arcos no alcanzaba gran altura, por ello se procedió a la superposición de arcadas.
Sobre las columnas se colocan pilastras que sostienen un segundo piso de arcos, esta vez de
medio punto, en los que se mantiene la alternancia de dovelas. Tanto la utilización de la doble
arcada como la alternancia de colores en las dovelas refleja la asimilación por el Islam
peninsular de las tradiciones artísticas anteriores puesto que esta misma solución fue utilizada
por los romanos en el acueducto de los Milagros de Mérida. Esta solución, aplicada a la
mezquita sirve para crear un espacio amplio, luminoso y con pausas que no rompen la unidad
espacial. En las últimas fases constructivas se introducen novedades. Por ejemplo, en la época
de Alhaquem II se introduce el arco lobulado que se entrecruzan y cuyas dovelas, unas lisas
y otras decoradas con motivos geométricos se alternan. Estos arcos no responden ya a una
necesidad constructiva sino que tienen un papel fundamentalmente decorativo. Además, las
pilastras utilizadas en las naves como sostén del arco superior, han sido sustituidas por un
segundo orden de columnas de menor tamaño que las inferiores. Estas columnas superiores
sostienen a su vez unos arcos de medio punto.
En la ampliación de Almanzor incluso se utilizan arcos de herradura apuntados.
Las cubiertas del haram son de madera (artesonados ricamente decorados, sobre todo con
lacería) o abovedadas. Las mejores bóvedas se encuentran en las tres macsuras que ha
tenido la mezquita:
a) La primera presenta hoy una decoración gótica sobre su arquería original de herradura
y por tanto es la peor conservada.
b) La segunda se apoya sobre arcos entrelazados y la decoración mudéjar de su bóveda
nervada es del siglo XIV.
c) La tercera, que se encuentra delante del actual mihrab, es la mejor conservada; se
apoya sobre arcos lobulados entrecruzados y de herradura superpuestos y sus tres
bóvedas nervadas son espléndidas. La del medio presenta en su parte central poligonal
una bóveda de gallones. El conjunto, ricamente decorado con mosaicos bizantinos es
fastuoso, debido sobre todo a la luminosidad de sus teselas doradas.
En la quibla, que es uno de los apoyos de las bóvedas vistas en último lugar, se abren
portadas formadas por arcos de herradura decorados con mosaicos, atauriques, letras
cúficas,etc. La puerta central da paso al mihrab, de planta octogonal, cubierto por una
bóveda en forma de gigantesca concha y con arcos lobulados ciegos en sus paredes; la de la
izquierda da paso al sabbath o pasadizo califal y la de su derecha a las dependencias donde se
guardan los objetos de culto.
El patio, llamado de los naranjos, es porticado y las galerías cumplían una finalidad: la norte
estaba reservada a los estudiantes y alfaquíes (sabios de la ley); en ella se encontraba el
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alminar (el actual está dentro del campanario cristiano). La este era para los jueces de barrio y
la oeste para las conferencias de los ulemas (doctores en la ley mahometana). La fuente de las
abluciones no se conserva.
Los muros exteriores dan a la mezquita aspecto de fortaleza, debido a sus grandes
contrafuertes y a que están coronados por almenas. Esta simplicidad exterior sólo queda
alterada por la decoración de sus portadas de acceso, siempre con la forma de arco de
herradura:
a) La principal puerta de la fachada norte, que da acceso al patio, está muy modificada
por la decoración gótica que añadió en el siglo XIV.
b) En la fachada oeste, las dos puertas que corresponden a la primera y segunda fase
constructiva (destaca la portada de San Esteban) presentan una decoración muy
sencilla, bicromía de las dovelas y arco enmarcado en alfiz. El arco de herradura que
configuran es el tipo califal del siglo IX: intradós y trasdós en herradura y paralelos.
El intradós se prolonga la mitad del radio y las dovelas se despiezan a la mitad del
arco. Las tres restantes corresponden a la cuarta fase constructiva y la decoración de
sus dovelas y alfiz es mayor. El arco ya es el califal del siglo X, en el que el intradós y
trasdós no son paralelos y las dovelas se despiezan al centro de la imposta. Sobre la
puerta aparece una arquería entrecruzada, en cuyos cruces se dibuja un arco ojival, y a
los lados de la puerta dos arcos lobulados en los que se abren ventanas.
c) Las puertas de la fachada este corresponden a la quinta y última fase constructiva y su
nota característica es la sencillez constructiva y decorativa. Sobre el arco de herradura
de la portada aparece una arquería de herradura sin entrecruzar y a los lados de la
puerta el ajimez o ventana gemela, formada también por arcos de herradura.
d) La entrada del patio a la sala de oración se llama arco de las bendiciones y presenta
doble arcada, la interior de la época de Abderramán I con capiteles procedentes de
monumentos anteriores, y la exterior de época de Abderramán III con capiteles
califales sin decorar.
La decoración cumple un papel extraordinario en este edificio, como en la mayoría de los
musulmanes. A diferencia de la mayoría de los edificios religiosos de todas las religiones, la
mezquita carece de representaciones religiosas en pintura y escultura. Esta carencia -debida
tanto a la tradición del Oriente Medio, como a la inutilidad litúrgica de las imágenes en la
religión islámica- está compensada por la abundancia de motivos decorativos. Estos, de
origen muy diferente -persa, copto, bizantino, romano-helenístico- pueden cubrir cualquier
parte del edificio gracias a la utilización de materiales y motivos muy distintos.
Entre los efectos decorativos destaca la repetición de arcos dobles en el haram, con
alternancia de colores en las dovelas. De esta forma se elimina la monotonía y se insinúa el
movimiento por la repetición de un mismo motivo.
Los arcos de la macsura, como ya hemos indicado anteriormente, son puramente decorativos.
Con ellos se han creado grandes efectos de luz y sombra que enmascaran, cuando no ocultan
o falsean, la estructura original.
El mosaico contribuye de forma decisiva a la decoración. De origen bizantino, formado por
motivos vegetales y epigráficos, recubre la bóveda de crucería de la macsura, resaltando los
valores de luz y color en detrimento de los elementos estructurales.
La concepción espacial de la mezquita de Córdoba
En la mezquita de Córdoba se llega a la máxima compartimentación espacial en un recinto
de oración y la desmaterialización de los muros que se anulan mediante la estructuración de
arcos. En las cúpulas de Alhaquem II se crea la mayor cuantificación, desmaterialización y
espiritualización arquitectónica posible por medio de la luz, y del mosaico. Es un espacio
hecho a la medida del hombre, como ya indicamos en los aspectos generales.
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Significado de la mezquita en el arte islámico
Su importancia viene dada por su papel en la comunidad islámica. La mezquita es el centro y
el reflejo de toda la vida comunitaria: en ellas se ora, se imparte justicia, se enseña, etc... de
manera que es muy difícil decir si se trata de un edificio civil o religioso. Así, el arte refleja la
principal característica del Islam: la religión impregna toda la sociedad sin que se pueda
distinguir entre religión y mundo laico.
Dentro de este contexto es como hay que entender la mezquita de Córdoba, resumen y
máxima expresión del Islam peninsular: Al-Andalus. En ella se reflejan los comienzos del
arte islámico, uniendo tradiciones artísticas diferentes, y cómo ese arte una vez formado
consigue crear formas que se adaptan perfectamente a las necesidades impuestas por el Islam
y en las que la decoración va adquiriendo una importancia cada vez mayor.
No es extraño, por tanto que este edificio haya influido notablemente en el arte islámico tanto
de la Península, como en el Norte de Africa, ligado políticamente a Al-Andalus. Toda esta
extensa región adoptó como característico el arco de herradura utilizado en Córdoba.
De igual modo, su influencia se hizo sentir en el arte peninsular ligado a la tradición
occidental. No sólo transmitió algunas soluciones técnicas (por ejemplo la bóveda de crucería
califal), sino que concedió a la arquitectura española y portuguesa un gusto muy particular
por la decoración, como se manifiesta en la adaptación del gótico, renacimiento y barroco en
ambos países.
LA ALHAMBRA DE GRANADA
Junto a la mezquita el palacio es el edificio más típico del arte islámico. Al igual que ella, se
trata también de un edificio cuyas funciones son múltiples: residencia palaciega es, al mismo
tiempo,el centro de todo el aparato administrativo del Estado y cuyo origen hay que buscarlo
en la tradición del Oriente Medio (Persia) y Bizancio.
Este origen y la diversidad de sus funciones son la causa de la forma y disposición de todos
los palacios árabes. Estos inmensos edificios, a veces auténticas ciudades, pueden estar
situados:
 En el interior de la ciudad y ligados por corredores con la mezquita (como sucedía en
Córdoba).
 Fuera del núcleo urbano y rodeados de un recinto amurallado.
Dentro de este último grupo se encuentra la Alhambra de Granada, el único palacio árabe
medieval que no ha sufrido transformaciones posteriores, si exceptuamos la construcción a
principios del siglo XVI del palacio de Carlos V.
La Alhambra de Granada (siglos XIII-XIV) se encuentra situada sobre una colina, llamada
Sabira, rodeada de fosos naturales, valle del Darro, por donde se realizaba el acceso a la
misma. Su nombre procede de su denominación musulmana que significa "castillo rojo", lo
que alude al color de la arcilla con que se construyó.
El conjunto consta de una ciudadela o alcazaba cuya función se supone que era de defensa
militar; y el palacio propiamente dicho.
Todo este conjunto está circunscrito por un vasto recinto amurallado que le da un aspecto
externo de fortaleza y que impide adivinar la estructura interna del palacio. Este tiene una
planta compleja que está articulada alrededor de tres unidades prácticamente independientes
entre sí. No obstante, no está muy clara todavía la utilización de cada una de esas partes,
aunque se puede aventurar la función de cada una de ellas:
1. El mexuar o parte del palacio abierta a todos. En él, el sultán o príncipe administraba
justicia y recibía a sus súbditos. Está precedido de una serie de estancias abiertas también al
público y hoy en día desaparecidas.
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2. El diwan o sector verdaderamente palaciego, puesto que estaba reservado para las
recepciones, supuestamente. Esta unidad llamada Cuarto de Comares se articula alrededor
de un patio llamado de los Arrayanes por los macizos de arrayán que bordean los lados
mayores de la gran alberca rectangular central. Este patio es rectangular y presenta pórticos
en sus lados menores, formados por siete arcos de medio punto peraltados, siendo los
centrales mayores que los laterales, y el capitel de las columnas sobre las que apoyan estos
arcos centrales son de mocárabes. Las paredes de ambos pórticos presentan en su parte
inferior un zócalo de azulejería y encima, decoración epigráfica y de atauriques sobre estuco.
Tras el pórtico norte se encuentran los regios salones del palacio. Un arco de mocárabes
labrado en el muro de la galería da acceso a la Sala de la Barca, cámara real que ocupa un
largo rectángulo. La sala de la Barca da acceso a la Torre de Comares, Salón del Trono o
de Embajadores, porque allí se celebraban, según parece, las recepciones, audiencias y actos
oficiales de los reyes nazaríes. Es de planta cuadrada y elevada techumbre de madera, labrada
de forma magistral con la típica decoración granadina. Hay que destacar los pequeños
camarines que se abren en sus muros, orientados al N,E, y S, dejando filtrar una suave luz
que da intimidad a la cámara ofreciendo a su vez miradores que permiten apreciar la muralla
y torres del recinto fortificado.
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El pórtico sur presenta galería superior también formada por arcadas; las fachadas este y
oeste, sin pórticos, no están decoradas y dan acceso a aposentos dispuestos en dos plantas y
que debieron de ser las dependencias de la servidumbre. En el lado este se encuentran los
baños, muy interesantes, con una disposición parecida a las termas romanas y cubiertos con
una cúpula que tiene un gran agujero central de ventilación.
3. Las habitaciones privadas del monarca o harem. Su núcleo central es el gran Patio de
los Leones, en torno al cual se disponen las dependencias que completan el cuarto, siendo su
nota más característica la fastuosa decoración, en la que destacan los mocárabes. Este patio es
rectangular y porticado; los arcos son de medio punto, peraltados y angrelados, apoyándose
en la columna de mármol de tipo granadino. Encima de su ábaco se apoyan pilares de ladrillo
que soportan dinteles y balcones, que a su vez sirven de apoyo a aleros y cubiertas de
armadura. Los balcones quedan ocultados por un revestimiento de escayola que finge arcos
festoneados entrelazados, dando una red de rombos, excepto en los extremos de los lados
mayores y los pabellones salientes de los lados menores, cuya decoración es de mocárabes.
En el centro hay una fuente dodecagonal de mármol blanco que está soportada por 12
leones de aspecto arcaico (se realizaron en el siglo XI). Los techos de las galerías son de
madera, talladas en lacería, salvo en los ángulos de la galería oriental donde hay bóvedas de
mocárabes.
En el centro de los lados menores destacan dos templetes de planta cuadrada sostenidos por
columnas, decorados con mocárabes y que dan acceso a la sala de los Reyes (este) y la de los
Mocárabes (oeste). En el centro de los lados mayores se abren dos grandes arcos que dan
acceso a la sala de los Abencerrajes (S) y a la de Dos Hermanas (norte).
Al igual que sucede con la mezquita, el palacio árabe, constituído por tres unidades
funcionalmente diferenciadas, carece de un tipo establecido de planta. En realidad los
palacios árabes forman un conjunto de unidades independientes ordenadas alrededor de
patios y separadas unas de otras por arcos y columnas.
La célula central de la composición de la Alhambra es el patio rectangular descubierto (Patio
de los Leones, de los Arrayanes, cuarto Dorado...) y en el que destaca la presencia del agua.
En el centro de cada eje mayor existe una estancia cuadrada. La mayor parte de estas
estancias cuadradas están precedidas por una habitación rectangular y frecuentemente
también por un pórtico. En el Cuarto de los Leones es al revés, un pabellón cuadrado precede
a la habitación alargada y al pórtico. Todo esto entronca con la tradición helenística y
romana.
Una de las unidades más interesantes es la del Conjunto de los Leones. No es una simple
yuxtaposición de unidades separadas; es un conjunto muy complicado en el que el todo y las
partes se hallan relacionadas entre sí de forma nada común. En este conjunto, el pabellón
cuadrado del lado más corto precede a la sala alargada y se proyecta hacia el patio. Con ello
se hacen especialmente significativos los temas ornamentales.
En la Sala de Dos Hermanas se produce un efecto matemático muy interesante. Esta
habitación cuadrada está rodeada por tres lados de salas rectangulares que transforman el
cuadrado que sirve de módulo en otro más grande, cuyos lados son aproximadamente iguales
a la diagonal del cuadrado original. Es decir, se produce una transformación de la habitación
cuadrada en un módulo autogenerador. Esto es lo más destacable de la Alhambra a nivel
compositivo.
Finalmente, la composición del conjunto de los leones trató de unificar los espacios abiertos y
cubiertos, con fuentes y canalillos para el agua. Además de los significados simbólicos que
veremos luego, su función es la de reforzar visualmente los ejes principales de la
composición y eliminar el contraste entre zonas cubiertas y descubiertas. Por último, las
estancias están hechas para ser vistas desde dentro afuera.
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Esta estructura hace que el palacio árabe carezca de un centro arquitectónico bien delimitado
y reconocible. Al mismo tiempo produce en el espectador la sorpresa continua al provocarle
la sensación de estar recorriendo no estancias diferentes de un mismo edificio, sino edificios
distintos.
El objetivo de esta disposición era la de impedir la creación de una arquitectura monumental
y grandiosa que empequeñeciera al hombre. Así pues, a pesar de las grandes dimensiones de
los palacios árabes en general y de la Alhambra en particular, producto de sus complejas
funciones, la fragmentación de este inmenso recinto en unidades pequeñas, articuladas
alrededor de patios (en Turquía y Persia en pabellones rodeados de jardines) hace que nunca
sean abandonadas las dimensiones humanas. Es también por esta razón por lo que en la
arquitectura árabe carece de importancia lo vertical, las grandes alturas y predomina lo
horizontal.
En cuanto a los alzados lo más característico es la simplicidad de la estructura de los muros y
el contraste entre los perfiles interiores y exteriores. Estos últimos son simples contornos de
grandes masas cuadradas o poligonales, mientras que los primeros son composiciones
lineales extraordinariamente complejas. Este contraste se logró gracias a una considerable
diferencia en el tratamiento de los muros y otros soportes por un lado, y techos y demás
medios de cubrir espacios por el otro.
En la Alhambra existen dos tipos de apoyos: los muros y las columnas:
Los muros son simples y su construcción nunca resulta visible, porque quedaban cubiertos
con enlucido por el exterior y con una decoración plana por dentro. Están atravesados por
aberturas que son pasadizos o ventanas; las puertas son muy escasas. El muro se hacía a base
de una argamasa de mala calidad y de ladrillos endebles.
Las columnas suelen ser de mármol, bajas y muy esbeltas, y cuyo fuste tiene en su parte
superior unos anillos. Los capiteles están divididos en dos partes: la inferior, de la misma
sección que el fuste de la columna, está normalmente decorada con una banda en
bajorrelieve, mientras que la parte superior, que se ensancha considerablemente, está provista
de una profusa decoración foliada. Para elevar la altura de las columnas se crea un
complicado sistema de impostas.
Las cubriciones se hacen de formas muy variadas. En las torres exteriores, en la Alcazaba y
en las puertas mas importantes encontramos distintos tipos de cúpulas sobre trompas y
bóvedas de cañón y de aristas. También las salas del baño utilizan bóvedas. En las partes
nobles no puede observarse la estructura de la construcción bajo el caparazón o envoltura de
madera o de escayola.
Es común cubrir los techos con artesonados de madera, una técnica mediante la cual los
trozos de este material, de diferentes formas y tamaños e incluso colores, se imbrican e
incrustan entre sí.
Sin embargo, el material más importante a nivel de alzados en la Alhambra es el del yeso.
Arcos entre columnas, segmentos de bóvedas o amplios arcos entre paredes estrechas, techos
sobre muchos espacios rectangulares y también cúpulas, prácticamente todos los medios para
cerrar un espacio abierto, aparecen en la Alhambra cubiertos con una envoltura de escayola.
Con la excepción de algunos arcos, su composición está basada en los mocárabes,
frecuentemente llamados de estalactitas o panales. En la Alhambra, el módulo y la
profundidad de la composición de los mocárabes eran diferentes y se adaptaban al tamaño de
una zona en cuestión. En los techos contribuían a crear la sensación de cúpula en espacios
rectangulares.
En suma, el objetivo totalizador del alzado de la Alhambra estriba en tratar de proporcionar
lo que podríamos llamar ilusiones, es decir, impresiones y efectos distintos de los medios
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arquitectónicos y decorativos empleados para crearlos. A ello contribuyen las fuentes de luz y
los contrastes día-noche en las diferentes estancias creando percepciones opuestas pero
"iguales".
La integración de la decoración en la arquitectura.
En la Alhambra, la decoración -en materiales muy diversos- no tiene la simple función de
resaltar algunas zonas del edificio, sino que se extiende por todos los lados hasta llegar a
transformar totalmente el aspecto original del edificio. Los materiales utilizados son pobres
(ladrillo, madera y yeso, fundamentalmente), sin embargo, esta pobreza de materiales ha
favorecido la exaltación de lo decorativo en contra de lo estructural, puesto que su pobreza
debía ser disimulada. Esto se ha logrado ocultando los materiales originales con una suntuosa
decoración que cubre todas las partes del edificio.
Las partes inferiores de casi todas las paredes están cubiertas de azulejos -generalmente
blancos, rojos, amarillos, azules y verdes-. Representando motivos geométricos, los azulejos,
realizados con una técnica especial que produce efectos metálicos, consiguen crear unas
auténtica sinfonía de colores que se complementa perfectamente con el resto de la
decoración. Destacan los azulejos del baño, los de Los Arrayanes, Mirador de Daraxa, etc.
La madera aparece casi exclusivamente en los techos o en unidades estrictamente
arquitectónicas como vigas o aleros. Generalmente tiene decoración geométrica.
El yeso es el material más usado en la Alhambra, como ya hemos indicado. Su extraordinaria
blandura lo convierte en el material ideal para crear una "segunda"arquitectura que cubriendo
paredes, techos, ventanas...envuelve materialmente al edificio original creando otro edificio
distinto. Es el yeso el que proporciona la sensación de sorpresa permanente, puesto que forma
falsos elementos constructivos (como paredes, bóvedas y arcos) que dada su inutilidad
constructiva pueden adquirir las formas más fantásticas y caprichosas.
Por ejemplo, en el patio de los Arrayanes, la arquería inferior constituida por arcos
peraltados no tiene ninguna función de sostén, sino que es simplemente un motivo
decorativo. En efecto, el pórtico, de cubierta plana y abierto al patio, está sostenido por una
serie de columnas muy ligeras que están artificialmente divididas en dos tramos: el inferior
(formado por la columna propiamente dicha) y el superior (formado por una estrecha pilastra
que prolonga la columna hasta el techo). De esta forma, una estructura aparentemente
constituida por arcos, oculta otra real de tipo arquitrabado.
En segundo lugar, tenemos la creación de techumbres aparentemente abovedadas, como la
Sala de Dos Hermanas. En ella, la aplicación de estuco crea una falsa bóveda de
mocárabes (contiene mas de 5000).
El yeso, con decoración de mocárabes también forma arcos de cortina.
Aparte de la decoración de mocárabes encontramos en yeso motivos epigráficos, vegetales
(derivados de la piña, del acanto y de la palmeta), y geométricos).
El sorprendente efecto decorativo producido por los mocárabes, que aparecen también en las
paredes formando nichos artificiales, es acentuado por el papel de la luz que penetra
tamizada por las celosías de yeso que cubren las ventanas abiertas en la base de la falsa
bóveda. Esta tenue luz produce un efecto casi mágico al reflejarse en los mocárabes
policromados, creando la impresión de un espacio dilatado, móvil e infinito, cuando en
realidad se trata de una estancia de dimensiones reducidas.
Junto con el yeso, los azulejos y la madera, juega un papel decorativo de primer orden un
elemento ajeno a la arquitectura, pero que en la Alhambra forma con aquella una perfecta
unidad; nos referimos al agua. Esta se halla en las fuentes que a la altura del pavimento
ocupan la mayor parte de los patios interiores alrededor de los que se abren las diferentes
habitaciones, mediante pórticos como sucede en el patio de los Arrayanes o en el Partal. Estas
fuentes están alimentadas por pequeños canales que dejan correr el agua lo suficiente para
que no se estanque, pero no tanto como para impedir que las construcciones que se
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encuentran alrededor se reflejen en ellas. Este efecto de reflejo no es algo casual, sino
premeditado. Piensa que la Alhambra es un edificio construido con la intención de que sus
habitantes se sentasen sobre alfombras y cojines en el suelo. De esta manera, las personas que
estaban sentadas cerca del agua podían ver reflejada en ella y en movimiento toda la
decoración en yeso policromado y baldosines que cubren las paredes de los edificios.
La concepción espacial de la Alhambra.
En el siglo X se desarrolla el eje quebrado para algunos edificios, cuya cumbre será la
Alhambra de Granada unos siglos después. En este edificio, todo el recorrido es
quebradizo, ascendente y descendente; asimismo sus dos palacios principales, el de Comares
y el de los Leones, están yuxtapuestos según una disposición ortogonal, y sus accesos nunca
se encuentran en sus ejes principales. Cada palacio, a su vez, tiene un eje axial de simetría,
pero ese eje se ve cortado en el camino por el hábitat, de modo que el morador, para pasar de
una estancia a otra, con frecuencia tiene que abandonarlo para rodear un estanque y volver
luego al centro. Estos ejes tienen perfectamente estudiadas las inflexiones, de modo que
distintas pantallas porosas crean la impresión de discontinuidad del eje, para al final,
conducirle a un jardín, una fuente, o el paisaje. Además, se impone el sentido de la escala
humana, en la que tanto se mide el lugar de tránsito como el de la estancia, realizadas estas
para la contemplación desde la postura habitual que su uso obliga. La lógica intelectual de
proporciones, diseño u organización se armoniza al máximo con un ambiente donde forma,
luz, color, agua y naturaleza lo desmaterializan todo.
Simbología de la Alhambra: la iconografía de la tradición palacial musulmana
En un principio La Alhambra aparece como fortaleza y se incluye dentro de la tradición de
las ciudades fortificadas. Asimismo es la sede del poder y sirve como morada de los
príncipes.
Sin embargo, el simbolismo de este edificio es mucho más complicado. Uno de los
significados mas interesantes es el del agua y los jardines. Como ya hemos indicado más
arriba estos dos elementos están presentes a lo largo de todo el edificio. Pero además en la
fuente central del Patio de los Leones se recogen poemas de Ibn Zamrak que hablan de los
efectos decorativos similares a los del Paraíso, concebido como un premio a los hombres que
han cumplido con los preceptos del Corán y en cuya representación terrenal -la Alhambra- el
monarca puede alcanzar la felicidad suprema gracias a la satisfacción de todas sus
necesidades y deseos. Dentro de esta aspiración a la felicidad está incluida la contemplación
permanente de la belleza, pues en el soñado paraíso todo lo que rodea al hombre ha de ser
bello. Incluso los cuatro canales que salen de las cuatro habitaciones que rodean al patio de
los leones representan los cuatro ríos simbólicos que existen en el Paraíso descrito por el
Corán.
Además de esta simbología se recoge en otras inscripciones de la misma fuente el sentido de
victoria, ya que se alude a la fuente como príncipe que sostiene los leones de la guerra.
En la misma zona otro poema recrea un marco muy lujoso asociado con Salomón, convertido
en el rey-profeta por excelencia en las leyendas medievales judías y musulmanas.
Otro componente importante de la Alhambra es el de la fe del Islam. En el edificio aparecen
pequeños oratorios de uso muy restringido. Todos los edificios de la Alhambra están
permeados por la profunda convicción musulmana de la presencia permanente de lo divino
considerando a Alah como dueño de toda la creación. Y este aspecto de la fe se hacía visible
mediante una reiterada letanía formada por un corto número de fórmulas piadosas.
A continuación sintetizaremos el significado de algunas salas:
La Sala de la Barca. Mediante inscripciones se hace un poema panegírico para celebrar la
toma de Algeciras en 1369 por Muhamad V: la naturaleza glorificándolo y los cielos temerosos
de él.
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Sala de los Embajadores. Bajo la cúpula de la sala se encuentra la azora LVII del Corán que
habla de los siete cielos superpuestos. Precisamente estos cielos son los que están
representados en la decoración del techo con sus seis filas de estrellas y su pequeña cúpula
central.
En un nicho central de la misma sala aparece otro poema que indica la elección de Yusuf I para
instalar allí su trono. Pero el poema refuerza también el significado cósmico de la estancia.
Debajo de los siete cielos de la cúpula central descansa el gobierno terreno del rey y su morada
es más espectacular que la de las otras estrellas o signos del zodíaco.
La Sala de Dos Hermanas. Los temas e imágenes más comunes de los poemas de Ibn Zamrak
son: el jardín, la cúpula a la que acuden los cuerpos celestes, la brillantez de los colores y la
victoria. También la cúpula de esta sala se identifica con la cúpula del cielo.
Un aspecto poco frecuente de las imágenes cósmicas del poeta Ibn Zamrak es que los cuerpos
celestes de la cúpula se mueven en sus órbitas y que la sala misma cambia su aspecto de día y
de noche. Es como si se pensara que la cúpula es giratoria, y que refleja el ciclo diario de luz y
oscuridad y las posiciones cambiantes de las constelaciones. La estructura misma de la cúpula
supone un intento de representar una cúpula giratoria. En efecto, los mocárabes presentan
múltiples caras que forman ángulo entre sí. La cúpula está iluminada por ventanas situadas más
abajo, y según la fuente de luz -el sol o la luna- cambia de posición, quedan iluminadas
diferentes combinaciones de facetas, creando una ilusión de giro.
En general, los dos mayores conjuntos de la Alhambra son cúpulas celestes situadas en
paradisíacos jardines cerrados que reflejan, en términos salomónicos, una compleja mitología
de la vida y de los escenarios regios que se remonta a la Antiguedad clásica.
El significado de la Alhambra.
Al contrario de lo que sucedía en la mezquita de Córdoba, en la Alhambra no hay demasiados
elementos que recuerden las diferentes tradiciones artísticas que están en la base del arte
islámico. En esa ciudad-palacio ya no hay nada de romano, visigodo o bizantino, sino que
cada uno de los elementos que la componen reflejan una estética islámica plenamente
formada.
Este arte musulmán ha sido capaz de crear una arquitectura eminentemente pictórica
donde predomina lo ligero y lo abierto en contra de lo sólido y lo cerrado. Una arquitectura
donde el ilusionismo y lo aparente ocultan la estructura real del edificio e impiden crear un
punto o centro arquitectónico que concentre la atención del visitante.
Una arquitectura conde el enmascaramiento de las formas consigue crear otras formas tanto o
más reales que las verdaderas. Esto que en la Alhambra se limita al interior del recinto,
acabará en Persia y la India por extenderse al exterior gracias al empleo del azulejo y el
mármol que, al cambiar de color según la hora del día, dan la sensación de inestabilidad y de
formas no acabadas.
Es una arquitectura interiorizada, para ser vista, apreciada y usada desde dentro. Destaca
además la sensualidad de las formas, por medio de las cuales muros, columnas, techos, agua
y a veces el espacio mismo no son constantes fijas no tienen composiciones definidas sino
que casi parecen vivos, con líneas y perfiles sinuosos, con ornamentos y superficies en
movimiento, y viéndose constantemente afectados por una luz cambiante y llena de
contrastes. De esta forma, la felicidad le llegará al hombre a través de los sentidos. Por ello,
en la Alhambra todo está conjugado para proporcionar sensaciones agradables al hombre a
través de la vista con la que observa formas cambiantes rodeadas de luz y color; del oído con
el que escucha continuamente el murmullo del agua que corre por fuentes y canales, y hasta
el olfato con el que percibe el perfume que despiden las plantas -rosas, jazmines, mirlos...que
forman los jardines.
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La Alhambra es un monumento sorprendente y conscientemente erudito, en el que se hace
presente una especie de resumen de los temas medievales sobre la ideología principesca.
Algunas de sus partes se hicieron para conmemorar los éxitos de Muhamad V.
Por último la Alhambra provoca dos procesos divergentes: el del entendimiento, con el
estímulo del interés por los diseños geométricos y lógicos, cuya importancia se ha
demostrado al considerar las implicaciones matemáticas en su ornamentación; y el de la
imaginación, creando una especie de hechizo al evocar sucesos y emociones, reales o
imaginarias, que tuvieron lugar dentro de sus murallas. Esta es una de las características mas
relevantes de la Alhambra.
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