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La historia de la monja Chiyono: “Sin agua no hay luna.”
Siglo XIII en Japón
Chiyono era una sirvienta en un monasterio ZEN que quería practicar
ZAZEN.
Un día se acercó a una de las monjas de mayor edad y le consultó: “yo soy
de origen humilde. No sé ni leer ni escribir y debo trabajar todo el tiempo.
¿Hay alguna posibilidad que tenga éxito en lograr entrar en la Vía del
Buddha aunque no tenga esas habilidades?”.
La monja le respondió: “En el budismo no hay diferencia entre las personas.
Sólo debes considerar que cada persona debe sostener con fuerza el deseo
de despertar y cultivar un corazón compasivo.
Las personas están completas, tal como son. Si no caes en pensamientos
delusivos, entonces no hay distinción entre los seres sintientes y el Buddha;
entonces somos sólo una naturaleza. Si quieres conocer tu verdadera
naturaleza debes volverte hacia la fuente de tus pensamientos engañosos.”
Esto es llamado Zazen.
Chiyono dijo, con felicidad, “con esta práctica como mi compañera, sólo
tengo que continuar con mi vida cotidiana, practicando día y noche.”
Tras meses de practicar con todo corazón, salió una noche de luna llena a
traer algo de agua desde el pozo. El fondo de su viejo balde, sujeto con tiras
de Bambú, repentinamente cedió y se desfondó, el reflejo de la luna se
desvaneció junto con el agua.
Cuando vio lo sucedido logró su despertar, tuvo una gran comprensión.
El poema del despertar que ella escribió dice:
Con esto y aquello intenté mantener mi balde entero,
Y entonces se desfondó.
Cuando no se junta el agua
La luna no está.
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