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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
SEMINARIO “VIDA COTIDIANA, COMUNICACIÓN Y CULTURA”.
PROTOCOLO SESIÓN 2: FENOMENOLOGÍA DEL MUNDO DE LA VIDA (Edmund
HUSSERL)
Por: Juan Carlos Mantilla García
El propósito de este texto es dar cuenta del desarrollo de la sesión sobre
fenomenología y mundo de la vida que dirigieron la profesora Ángela Calvo y el
profesor Guillermo Hoyos. Valga aclarar que no se pretende reconstruir la exposición
de cada uno de los profesores, sino el rumbo que tomó la discusión, los aportes de los
participantes y la forma en que dichos aportes orientaron o desorientaron la
exposición de los profesores.
Dado que la sesión no se desarrolló estrictamente en forma de exposición y
luego diálogo entre los participantes, sino que la exposición estuvo atravesada por los
comentarios de algunos de los participantes, en este documento no será tan clara la
distinción entre un momento y otro.
La primera cuestión debatida, propuesta por la profesora Calvo, fue la pregunta
sobre cómo articula Husserl la crisis de las ciencias con la crisis de la humanidad, o en
otros términos, ¿qué tiene que ver la crisis de las ciencias con la guerra mundial? En
este punto el profesor Hoyos se refirió a la decadencia de occidente diagnosticada por
Spengler y propuso analizar cuál es el significado moral y político de este diagnóstico.
La imagen que queda en el ambiente es la de una civilización occidental que hace
crisis.
Al respecto, Oscar (el músico) se refirió a los tres últimos párrafos de la
Conferencia de Viena, en que Husserl hace referencia a la teleología de la historia
europea. El profesor Hoyos intervino diciendo que, por obvio que pareciera, el
problema consistía en que si la ciencia se dedicaba a hacer cañones, en algún
momento los cañones iban a ser utilizados.
Jorge Uribe intervino para subrayar el papel deshumanizador que ha tenido la
técnica en las ciencias, a lo cual respondió el profesor Hoyos que la ciencia destruyó la
subjetividad y se la entregó a la psicología. Aquí anoté en mi cuaderno una seña de ojo
porque el profesor Hoyos llegó al corazón de las tinieblas haciendo referencia a la idea
habermasiana de la colonización del mundo de la vida por el paradigma científicotécnico-objetivista. Para argumentar con un ejemplo su denuncia de positivización,
habló de la invasión de la estadística y las encuestas en las ciencias sociales, haciendo
referencia al edificio en que estábamos, en donde queda la facultad de ciencias
sociales.
A continuación el profesor Hoyos presentó un concepto que tradujo como
“ilustracionitis” y que se refiere al apetito de ilustración. Husserl, en su conferencia de
Viena, se reclama mejor moderno que aquellos modernos que reducen la modernidad
a la modernización. La idea subyacente a esta cuestión es que la crisis tiene su
solución no en el posmodernismo, sino en la misma vieja razón, que todavía nos puede
mostrar el camino si nos liberamos del objetivismo a través de la epojé, de la
subjetividad trascendental, de lo subjetivo relativo, de la subjetividad mundovital. El
profesor Hoyos, al respecto, recordó que no es la modernidad lo que ha hecho crisis,
sino la modernidad reduccionistamente modernizadora. No en vano se refiere
Habermas a la modernidad como proyecto inconcluso, expresión que lleva implícita
una esperanza en que la modernidad y la razón aún tienen algo que decir.
Llama la atención el ejemplo que utilizó el profesor Hoyos para manifestar su
inconformismo –que comparto-, con la inversión del orden de prioridades en nuestra
universidad, que congela su nómina de profesores pero al mismo tiempo emprende
obras de infraestructura con propósitos puramente estéticos, para parecer más
“moderna”.
A continuación surgió la cuestión de por qué la filosofía se positiviza. La
respuesta es porque se olvida de la subjetividad, porque se olvida del mundo de la
vida. Más adelante, sin embargo, el profesor Hoyos planteo la advertencia del peligro
de desechar o rechazar de plano las ciencias y la razón, que tienen logros muy
importantes. El reto es hacer ciencia sin decapitar el pensamiento o, en términos de
Heidegger, devolver el pensar a su elemento. Más allá del conocer, hay que buscarle
sentido al pensar. Otra forma de plantearlo es la expresión del profesor Hoyos en que
se refiere a “ciencia, tecnología y sociedad” en vez de “ciencia, tecnología e
innovación”. Se reconoce la ciencia, pero aceptando que la ciencia no puede dar cuenta
de todo. En todo caso, queda la idea de que vale la pena responsabilizarse por la
ciencia.
Como era de esperarse, surgió en la discusión el tema de por qué volver a
Grecia. Husserl justifica ese “volver a Grecia” por el surgimiento de la filosofía: la
filosofía surgió en Grecia. La filosofía como actitud de inquietud por la verdad, como
actitud de percepción, actitud teórica, actitud crítica y cuestionadora que busca
explicaciones del sentido del cosmos más allá del mito. Oscar (el músico), señaló que
con la filosofía aparece la crítica, con lo cual puede decirse que el descubrimiento
fundamental de la filosofía es que somos libres en la medida en no estamos
determinados objetivamente, sino que tenemos subjetividad y por lo tanto voluntad.
Desde los estudios culturales se reivindican las llamadas “epistemologías del
sur”, con el consecuente cuestionamiento a un denunciado europeocentrismo de la
filosofía. El profesor Hoyos, autodefinido como tradicional no conservador, llama la
atención sobre el error que se comete cuando se deja de lado toda la tradición
filosófica europea solamente porque es europea, y sobre el riesgo que corre la filosofía
latinoamericana de caer en el chovinismo. Al respecto, Hoyos destacó que los griegos
no fueron chovinistas, que fueron conscientes de que su perspectiva era una entre
muchas; cierto, la mejor de todas, pero al fin de cuentas una más. Y por si esto fuera
poco, eran los únicos que no pensaban que su perspectiva era la única. En este punto
Hoyos hizo mención de los romanos, que integran y adaptan la filosofía griega, y de la
historieta de Asterix como ejemplo ilustrativo de la pluralidad de cosmovisiones de la
época.
En su respuesta a los cuestionamientos de los estudios culturales, el profesor
Hoyos acepta que Husserl pudo haber fallado en su europeocentrismo, que se hace
evidente cuando expresa en su Conferencia de Viena la idea de que los europeos
nunca se van a “papuizar” o “indianizar”, mientras que cualquier no europeo tiene
razones de sobra para europeizar su cosmovisión. Sin embargo, tampoco puede
culparse a Husserl por ser europeo. A esta altura, el profesor Hoyos afirma que el
principal problema de Husserl no es este, sino la falta de intersubjetividad, que
resuelve Habermas.
A continuación se pasó a la explicación de la epojé, concepto indispensable
para comprender el concepto de mundo de la vida desde la fenomenología. Husserl
denuncia en Kant el error de haber buscado las condiciones de posibilidad de un
mundo dado objetivamente. No hay tal mundo dado objetivamente, y hacer la epojé
significa precisamente poner el mundo entre paréntesis y aceptar que del mundo sólo
tenemos vivencias. Esto nos obliga a distanciarnos de la actitud natural y a
responsabilizarnos del ser de las cosas. A esto es que se refiere Husserl cuando habla
del sujeto como funcionario de la humanidad. Esto es la subjetividad trascendental,
precientífica, protológica, previa a la reflexión.
En este punto el profesor Francisco Sierra invitó a volver a la pregunta sobre
filosofía y cotidianidad. Para el profesor Sierra, hay una ambigüedad en Husserl en
cuanto a la condena epistemológica que determina la necesidad de una explicación
lógica sobre la cotidianidad. ¿Es la vida cotidiana un dato? ¿La subjetividad ha sido
constituida objetivamente por la cotidianidad? ¿Se trata de pedir cacao al mundo de la
vida? A esto respondió el profesor Hoyos que la crítica es a las ciencias naturales. El
profesor Sierra argumentó que la subjetividad no puede ser puesta entre paréntesis, y
el profesor Hoyos argumentó que la subjetividad es conciencia de tiempo y que hay
que salvar a la historia del historicismo.
El tema de la intersubjetividad volvió a la discusión, y el profesor Hoyos habló
de la insuficiencia de la propuesta de Husserl de imaginarnos en los zapatos del otro
para resolver el problema de la intersubjetividad. Esto es invalidar al otro como otro,
y la única forma de darle al otro la importancia que tiene es constituirlo a partir de la
sensibilidad en la experiencia real, como lo llega a plantear Habermas.
La profesora Ángela Calvo planteó una cuestión muy interesante: la legitimidad
académica consiste en arrancarse del mundo vital, por eso la legitimidad de un
doctorado. Al respecto, debo mencionar que en ese momento pensé en mi papá, de
quien he aprendido mucho más que en la universidad, y que no ha tenido que leer
tantos libros para llegar a conclusiones que no puedo llamar de otra forma que
sabiduría. Pensé también en el abuelito de mi novia, que murió hace poco a los
noventa y tres años: tenía unos conceptos basados en su mundo de la vida que darían
tema para una tesis de doctorado. Después de todo, como decía Frank Zappa,
información no es conocimiento, conocimiento no es sabiduría…
Otro aspecto de la mayor relevancia consiste en la idea que utilicé para titular
la relatoría que leeré inmediatamente después: “tal como lo sueñan muchos”. El
profesor Hoyos puso el tema del deseo de transformación social al decir que “ojalá
pudiéramos resolver todo comprendiéndonos por las buenas”. Es el sueño de muchos,
entre los que me incluyo. Al respecto se habló de la pragmática universal de
Habermas, de la idea según la cual la verdad tiene que servir para algo y tiene que
haber un equilibrio entre la verdad per se y la verdad pragmática, entre ciencia y
moral, entre objetividad y subjetividad.
Relacionado con lo anterior, la profesora Ángela Calvo señaló la necesidad de
superar la dicotomía sobre el método en las ciencias sociales: la razón pragmática nos
invita a superar el dilema entre objetivismo total y subjetivismo relativista.
En ese momento, la corporeidad, la subjetividad a flor de piel hizo que Joselín
hiciera referencia al cansancio, tal vez con la idea de decir que un cansancio análogo al
que Husserl achacaba a la civilización europea lo podemos sentir mental y
físicamente.
Acercándonos al final de la sesión, el profesor Francisco Sierra denunció la
escasez del debate contemporáneo debido a los totalitarismo teóricos de la dialéctica,
la hermenéutica, la racionalidad comunicativa. Planteamiento especialmente
interesante dentro de nuestro mundo vital, ya que ese tipo de totalitarismo pareciera
ser promovido en la academia como excelencia y rigurosidad…
Entre estos apuntes finales -muy valiosos por cierto- también se acusó a la
hermenéutica de un reduccionismo lingüístico que la lleva a no entender que hay
cosas que no hay que comprender, como la sonrisa, por ejemplo.
Finalmente, el profesor Hoyos hizo una invitación a caracterizar el mundo de la
vida, lanzando su propia caracterización como horizonte de horizontes. A esto
respondió el compañero “color zanahoria” proponiendo una caracterización del
mundo de la vida como entramado de sentido común y experiencia. El profesor Luis
Ignacio Sierra caracterizó el mundo de la vida como imprevisibilidad e
impredecibilidad, como mundo de lo imprevisible y subjetividad dispuesta, como
mundo de lo que Martha Nussbaum llama suerte. El profesor Hoyos terminó diciendo
que ni todo es a ver qué pasa, ni todo es intencionalidad. Ibeth señaló que el mundo
de la vida es intersubjetividad, y por último Dangeli cerró las caracterizaciones del
mundo de la vida advirtiendo sobre el riesgo de caer en la idea de que el sentido
común es cualquier cosa.
La sesión se cerró con la pregunta de la profesora Ángela Calvo: ¿Qué hace
Habermas con el mundo de la vida para bajarlo de la epistemología? Prender una
pequeña luz sobre este tema es lo que pretendo con la relatoría que leeré enseguida.