Download Déjate encontrar por el amor - Josefinos de San Leonardo Murialdo

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HORA SANTA VOCACIONAL
DÉJATE ENCONTRAR POR EL AMOR
(Si es el caso, Exposición del SSMO con un canto)
Guía: Cristo Jesús Eucaristía es el signo más elocuente y
concreto del Amor de Dios. Un amor hecho pan compartido, un
amor que nos recuerda la total entrega del Hijo de Dios en la
cruz, un amor que se renueva cada vez que venimos a su
presencia para contemplarlo, adorarlo y renovar con Él nuestros
compromisos de seguimiento y de fidelidad.
En este encuentro adorante, queremos orar y reflexionar sobre
esta relación de amor entre Dios y nosotros. Es una relación
donde Él toma siempre la iniciativa, es un amor que siempre
inicia desde Dios hacia nosotros.
CANTO: CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES
Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor, Dios está aquí,
venid adoradores, adoremos a Cristo Redentor.
GLORIA A CRISTO JESÚS, CIELOS Y TIERRA BENDECID AL SEÑOR,
HONOR Y GLORIA A TI, REY DE LA GLORIA,
AMOR POR SIEMPRE A TI, DIOS DEL AMOR.
Por nuestro amor ocultó en el Sagrario su gloria y esplendor;
para nuestro bien se queda en el santuario, esperando al justo y pecador.
Oh gran prodigio del amor divino, milagro sin igual;
prenda de amistad, banquete al peregrino dó se come el cordero celestial.
Guía: Oremos juntos:
TODOS: Señor, enséñame a orar con palabras sencillas.
Estoy cansado de fórmulas refinadas, expresiones complicadas y brillantes,
frases elaboradas, construidas con arte y poesía. Esas fórmulas no me dicen
ya nada de Ti y no te dicen nada de mí, de mi vida real.
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Mejor, Señor, me presento a Ti, con las palabras y los sentimientos
profundos y auténticos del salmo: “Un corazón contrito y humillado Tú no lo
desprecias”.
Me basta conservar un corazón sencillo, contrito y humillado, y presentarme
ante Ti con este corazón.
Delante de Ti, pasan reyes y príncipes, papas y obispos, pasan las
revoluciones y las grandes fiestas, luego todo se apaga y se olvida. Pero un
corazón humilde y sencillo resiste al tiempo, está siempre allí, agradable en
tu presencia.
Señor, así estoy ahora ante Ti, con mi vida y mi corazón, sencillo, contrito y
humilde.
Guía: Dejémonos invadir el corazón por la Palabra de Dios, por el corazón
de Dios que se nos abre con todo su afecto y profundidad de sentimiento.
LECTOR 1 y 2: Del libro del Cantar de los Cantares (2,8-17;3,1-4)
(mujer) “¡La voz de mi amado! Mírenlo cómo viene, saltando entre los
cerros, brincando por las colinas. Mi amado parece una gacela, parece un
cervatillo. Se ha parado detrás de nuestra cerca, se asoma por la ventana,
mira a través de las rejas. Habla mi amado, ya me dice:
( hombre) “¡Levántate, amada mía y ven! Que ya ha pasado el invierno, han
cesado las lluvias y se han ido. Las flores aparecen en el campo, ha llegado el
tiempo de la poda; ya se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. Da sus
primeros brotes la higuera, y las viñas en flor exhalan su fragancia.
¡Levántate, amada mía, preciosa mía, y ven!
Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en escarpados riscos,
déjame ver tu rostro, déjame oír tu voz. ¡Es tan dulce tu voz, tan hermoso tu
rostro!
(mujer) Mi amado es para mí y yo soy para mi amado. Él pastorea entre
azucenas. Regresa, amado mío, antes que sople la brisa del día y huyan las
sombras. En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi vida; lo busqué y
no lo encontré. Me levanté, recorrí la ciudad, las calles y las plazas, buscando
al amor de mi vida; lo busqué y no lo encontré. Me encontraron los
centinelas que rondaban por la ciudad: “¿Han visto al amor de mi vida?”.
Pero, apenas los había dejado, encontré al amor de mi vida. Lo abracé y no lo
soltaré hasta llevarlo a la casa de mi madre. Mi amado es para mí y yo soy
para mi amado. Palabra de Dios
Todos: ¡Te alabamos, Señor!
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PARA REFLEXIONAR:
Guía: Quien elige a Dios, elige al amor. La castidad es una virtud para todos
los discípulos de Cristo; no es sinónimo de abstinencia y lejanía, no es
sospecha hacia todo lo que respecta la sexualidad. Castidad no es lo contrario
de amor alegre y pasional, sino es lo contrario de amor posesivo, que desea
apropiarse del otro; castidad es lo contrario de una pasión sin inteligencia,
calor y ternura. Castidad es elevar el amor y vivirlo con intensidad y pasión,
en libertad y fidelidad a Dios, que es el autor y dador del Amor. La castidad
es elegir u caminar hacia el amor verdadero y más profundo, imitando el
amor de Dios. Castidad es tener la capacidad profunda del don total de sí, sin
divisiones interiores, sin exclusiones ni intereses individuales.
Por eso es necesaria una disciplina de vida. La castidad se madura y va
educada: a la sinceridad, a la gratuidad, a la fidelidad, al perdón, al don de sí.
La castidad es un ideal de vida fascinante, que reta la actual cultura del sexo
por el sexo, del libertinaje y uso de la afectividad de manera egocéntrica y
edonística. (Del Catecismo de los jóvenes)
OREMOS JUNTOS:
Querido y amado Jesús, tu corazón es un asilo de paz, es el suave refugio en
las pruebas de la vida, es la seguridad y el equilibrio de la vida.
A Ti me consagro enteramente, sin reservas, para siempre.
Toma posesión, o Jesús, de mi corazón, de mi mente, de mi cuerpo, de mi
alma, de toda mi persona.
Mis sentidos, mis facultades, mis pensamientos y mis afectos soy tuyos.
Todo te dono y te ofrezco, todo pertenece a Ti.
Señor, quiero amarte siempre más, quiero vivir en el amor a Ti.
Haz, o Jesús, que cada una de mis acciones, cada palabra, cada instante sea
una expresión de amor. Amén.
(Algunos momentos de adoración en silencio)
CANTO: (si no se sabe la melodía, se puede proclamar)
CRISTO ES MI PROMETIDO
Cristo es mi prometido, él es toda mi vida;
enamora mis ojos al contemplar su faz.
Él recubrió de estrellas mi manto de doncella
y fulgura en mi dedo su anillo nupcial.
Yo soy la prometida del Señor de los cielos,
de aquel a quien los ángeles por siempre servirán.
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Una Virgen por madre escogió aquí en la tierra;
su Padre es el Dios vivo que no tiene final.
Cuando tocan mis labios su cuerpo eucaristía,
mi corazón transforma de pureza y santidad,
y el beso de su boca que de amor me consume,
me da el dulce tesoro de la virginidad.
Cristo es mi enamorado, es mi amante y mi amado;
mi frente él ha marcado con su sello de amor;
y yo estoy consagrada a mi Cristo adorado,
que ningún otro amante se me acerque jamás.
De su sangre preciosa me siento empurpurada,
y siento ya en mi alma su amor de eternidad;
a nada tengo miedo, pues su paz me ha inundado
y el fuego de su amor nunca se apagará.
Mi amado es para mí y yo soy para mi amado.
Guía: Cuando pensamos en nuestra relación con Dios, con Jesús, no
podemos más que pensar y emocionarnos por la ternura y la pasión con que
Él nos llama a dejarnos invadir por las manifestaciones de su amor y
misericordia. Dejémonos encontrar por este Dios Amante y fiel, saboreando
esas imágenes bíblicas que nos revelan a un Dios único y sorprendente.
Lector 3: “Así te habla el Señor, el que te creó y que te ha formado: no
temas, yo te he rescatado, te he llamado por nombre y eres mío. Tú vales
mucho a mis ojos, eres valioso y te amo” (Is. 43, 1-5)
Todos: Señor, me has creado a tu imagen, me has llamado a vivir el amor
como Tú lo vives, a ser amor como tú lo eres. Me has tejido desde el seno
de mi madre, para que sea yo un reflejo de Ti en mi vida y en mis relaciones.
Te reconozco, Señor, como el centro de mi existencia y el ideal de mi vida.
(Unos momentos de silencio)
Lector 4: “¿Qué Dios hay como Tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la
rebeldía, pues te complaces en ser misericordioso?” (Miq.7,15) “Aunque
sean sus pecados como la grana, blanquearán como nieve; aunque sean
rojo como escarlata, quedarán blancos como la lana” (Is. 1,18)
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Todos: Señor, nos conoces hasta la médula de nuestros huesos, sabes muy
bien de qué barro estamos hechos; sabes que somos vulnerables,
incoherentes, inconstantes, y nos dejamos llevar por los engaños del mal.
Experimentamos tu amor verdadero especialmente en esto: que Tú, aún
conociéndonos, continúas confiando en nosotros, no nos retiras tu amistad y
apoyo, vuelves una y mil veces a proponernos tu camino y tu amistad.
(Unos momentos de silencio)
Lector 3: “Antes de formarte en el vientre materno, te he amado; antes de
nacer, te he consagrado. Con amor eterno te he amado” (Jer. 1,5; 31,3)
“Miren cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados Hijos de
Dios”
Todos: Señor, estamos tan acostumbrados a llamarnos hijos tuyo, que nos
parece ya que sea un derecho más que un regalo. Te alabamos por tu
generosidad y amor que se hace providencia en los regalos que no das para
hacer posible nuestra felicidad de ser Hijos en tu Hijo Jesús. La vida y las
capacidades que recibimos como don tuyo son talentos que pondremos a
servicio de los demás.
(Unos momentos de silencio)
Lector 4: “Como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes… nadie
tiene mayor amor que el que a la vida por sus amigos. Ustedes son mis
amigos… no me eligieron ustedes a mí, sino fui yo quien los elegía ustedes.
Y los he destinados para que vayan y den fruto abundante y duradero”
(Jn.15,9-16)
Todos: Señor Jesús, ¿quién no se estremece frente a estas palabras que
brotaron desde lo más íntimo de tu corazón, en un momento supremo de
amistad e intimidad con tus discípulos? Nosotros también nos estremecemos
de gozo y de gratitud al mirarte y escuchar de nuevo estas palabras, que nos
repites desde el signo sacramental de tu presencia eucarística. Tú nos eliges a
nosotros para hacer de nuestra vida la continuación de la tuya, en misión
evangelizadora hacia este mundo nuestro.
(Unos momentos de silencio)
Lector 3: “Si Dios está con nosotros, ¿Quién estará contra nosotros? El que
no perdonó a su propio Hijo, antes bien lo entregó a la muerte por todos
nosotros, ¿cómo no va a darnos gratuitamente todas las demás cosas que
necesitamos? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? …Nadie ni nada
podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor
nuestro”. (Rom. 8,31-39)
Todos: Señor Jesús, Tú eres la prueba sublime de un amor sorprendente y
único, que no tiene aproximaciones en nuestras relaciones humanas. Un amor
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así nos estimula a responderte con nuestro compromiso de seguimiento y
fidelidad a tus caminos. El amor desemboca naturalmente en un llamado, en
tu llamado a seguirte y a continuar tu acción en el mundo. Queremos, Señor
Jesús, ser transparencia de tu amor para todos, queremos ser la continuación
de tu acción salvadora, especialmente para todos aquellos que no han hecho
la experiencia de tu amistad y cercanía.
(Unos momentos de silencio)
Lector 4: “Ojalá disculpen mi impertinencia, pues mis celos por ustedes son
celos de Dios, ya que los he desposado con un solo marido, presentándolos a
Cristo como una virgen pura… ¿Acaso me comporté con ustedes de esta
manera, porque no los amo? Dios sabe bien cuánto los amo” (1Cor. 11,1-11)
“Así, pues, yo el preso por amor de Cristo, les ruego que sean fieles a la
vocación a la que han sido llamado…” (Ef.4,1)
Todos: Señor Jesús, el amor de Pablo para tus discípulos nos impulsa a
responder a la gratuidad de tus dones con el compromiso de nuestra vida,
entregada al bien de los demás, como lo hizo tu apóstol Pablo.
(unos momentos de silencio)
CANTO: CUÁNTO HE ESPERADO
Cuánto he esperado este momento
cuánto he esperado que estuvieras aquí.
Cuánto he esperado que me hablaras
cuánto he esperado que vinieras a mí.
Yo sé bien lo que has vivido, yo sé bien porque has llorado;
Yo sé bien lo que has sufrido, pues de tu lado no me he ido.
Pues nadie te ama como Yo (2)
Mira la cruz, esa es mi más grande prueba, nadie te ama como Yo.
Pues nadie te ama como Yo (2)
Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo; nadie te ama como Yo.
Yo sé bien lo que me dices, aunque a veces no me hablas;
Yo sé bien lo que tu sientes, aunque nunca lo compartes;
Yo a tu lado he caminado, junto a ti yo siempre he ido;
Aún a veces te he cargado he sido tu mejor Amigo.
Pues nadie te ama...
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REFLEXIÓN: ¿A QUIEN NOS REGALAMOS?
Guía: un partido de futbol, una noche con los amigos, una tarde en el super
de compras, unas horas con la persona que amamos… son las cosas que
hacemos con gusto y regalamos algo de nuestro tiempo.
Son muchas las cosas que nos piden nuestro tiempo y nos piden de
“regalarnos”.
Así cada día hacemos nuestras elecciones para quienes y para qué nos
conviene dedicar nuestro tiempo, energías, y regalar algo de nosotros.
Nuestro “regalarnos” lo pensamos así:
- Para algo que nos gusta, nos regalamos,
- Para algo que a lo mejor no nos gusta mucho, pero que nos puede
servir, nos regalamos,
- Para algo que quizás no nos gusta ni nos sirve, pero entendemos que
es importante, nos regalamos,
- Para alguien que nos da amor y amistad, nos sale natural y necesario
que le regalemos algo de nosotros mismos, de nuestro tiempo y de
nuestras capacidades.
Pasa cada día que podemos poner el tesoro de nuestra vida allí donde hemos
experimentado amor y gratuidad.
Dijo Jesús: “Háganse un tesoro allá donde no llega el sarro y el tiempo no
consume”.
Jesús nos enseña a darnos, a regalarnos gratuitamente, siguiendo su ejemplo.
Si queremos regalarnos en cosas que valgan la pena,
- Hagámonos personas de encuentro y de armonía,
- Saludando a quienes encontramos,
- Escuchando a quienes nos hablan, aunque sean aburridos,
- Ayudando a quienes están en dificultad,
- Perdonando a quienes nos hieren,
- Donando algo de nuestra alegría, paz y sonrisa,
- Tomando la iniciativa en el servicio en familia o en la comunidad.
De estos pequeños regalos nace lentamente un corazón que sabe donar la
vida, y nos entrenamos a decir “Sí” cuando el Señor nos llame a cosas
grandes. A construir una familia, dando testimonio del amor de Dios en el
mundo, o a dedicarnos enteramente a los demás como consagrados.
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El tesoro de nuestra vida tiene que ser regalado, para que tenga toda su
plenitud. Pero hay que saber poner en manos seguras este regalo; no se vale
regalarlo al primer postor, o desperdiciarlo en apuestas que no dan garantía.
Las manos de Dios son el mejor lugar para poner nuestro regalo. “El racimo
que está unido a la vid, ese dará mucho fruto”.
Esto lo comprende muy bien un corazón atento, creado a semejanza del
corazón de Dios.
Jesús va adelante, proponiéndonos dónde y a quien regalarnos.
Él se ha donado y regalado en la cruz, en su sangre derramada, en su cuerpo
ofrecido.
Cuando recibimos un regalo, tenemos ganas de agradecer. Cuando nos dan
algo, quisiéramos contracambiar. Todo don, de hecho, suscita otro don.
Esto ha pasado con las grandes personas que han dado y regalado su vida y
los amamos y veneramos como santos, amigos de Dios, buscadores de la
verdad y gozosos ganadores de la vida.
Esto ha pasado con Antonio (años 251-357) que a los 20 años escucha la
palabra de Jesús “Si quieres seguirme, vende todo lo que tienes, dáselo a los
pobres y luego ven y sígueme” y toma a la letra esas palabras, vende todo, se
pone en oración y funda las primera comunidades de monjes cristianos.
Esto ha pasado con Benito, que de excelente abogado, se dedica al
seguimiento de Jesús, ayuda a los monjes a vivir juntos y funda un gran
número de conventos y de comunidades de consagrados en toda Europa.
Francisco y Clara de Asís se dejaron agarrar por la palabra de Jesús y dejaron
una vida próspera y rica, pero vacía, y se dedicaron a vivir en alegría y
pobreza, encontrando en la paz de la naturaleza y en la fraternidad su riqueza
más grande.
Ignacio de Loyola era un soldado. Cuando comprende que la verdadera
batalla a ganar era la del corazón del hombre, abandona todo y regala su vida
al anuncio de la Buena Noticia: Dios ama a los hombres, y los quiere felices.
Su árbol produce muchos frutos y funda uno de las Órdenes más grandes de
la Iglesia.
Vicente de Paul, en lugar de hacer una carrera brillante y buscar el éxito,
como muchos en su tiempo, va en búsqueda de aquellos que eran más
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marginados y humillados. De ellos dice: “Si mientras estás orando llega un
pobre a tu puerta, deja la oración, porque dejas a Cristo para servir a Cristo”.
Así ha pasado con Leonardo Murialdo, que deja a un lado su nobleza,
honores humanos y un futuro de éxitos, por dedicarse a los chicos más
difíciles de la periferia, y encontrar en su rostro el rostro de Jesús.
Y Madre Teresa, ¿Quién no tiene presente su rostro escarbado de arrugas,
sereno y lleno de amor? Ese rostro ha acompañado miles de pobres entre los
pobres, encontrando en ellos el rostro de Jesús. Ella misma amaba decir: “Yo
no haría esto ni por un millón de dólares. Solo por amor se hacen estas
cosas.”
También nosotros podemos regalarnos así, haciendo de nuestra vida un
regalo, tras de Aquel que se regaló a nosotros.
(un momento de silencio)
Todos: Padre nuestro….
Guía: Terminamos este nuestro encuentro con un canto.
CANTO: CON AMOR ETERNO ME HAS AMADO
Con amor eterno me has amado, antes de nacer tú me has llamado;
llegaste a mi vida y la has llenado de tu amor tu gracia y tu luz..
Y por eso hoy Señor yo quiero desgastar mi vida en bendecirte,
y ser alabanza de tu gloria, porque has hecho obras grandes en mi.
Porque todo en mi es don tuyo, todo te lo debo a ti
porque es don mi vida misma, mi respiro y mi sentir,
porque sé que todo es gracia y todo viene de ti,
en ti me muevo, en ti vivo, en ti existo, mi Dios, mi Dios, mi Dios.
O este otro canto:
SEÑOR, TOMA MI VIDA NUEVA
(Alma Misionera)
Señor, toma mi vida nueva, antes de que la espera desgaste años en mi;
estoy dispuesta a lo que quieras, no importa lo que sea,
tu llámame a servir.
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Llévame donde los hombres necesiten tus palabras
necesiten ganas de vivir, donde falte la esperanza
donde falte la alegría, simplemente por no saber de ti.
Te doy mi corazón sincero, para gritar sin miedo tu grandeza Señor;
tendré mis manos sin cansancio tu historia entre mis labios
y fuerza en la oración.
Llévame donde los hombres...
Y así, en marcha iré cantando, por calles predicando lo bello que es tu amor.
Señor, tengo alma misionera, condúceme a la tierra
que tenga sed de Dios.
Llévame donde los hombres...